CAPÍTULO VEINTIUNO
by The Fox
Una vez hubo una historia de amor que se volvió pesadilla.
Una historia de amor que fue más fuerte que el horror, la muerte, y la locura.
Y a pesar de los años transcurridos, alguien aún vela, y piensa.
Esta es la historia de cuatro adolescentes a punto de volverse hombres, y de
pagar deudas que se escriben con sangre, lágrimas, y magia.
Y de cómo puedes perdonar, pero nunca olvidar
CAPÍTULO VEINTIUNO.
THE PRIZE.
He may be the face I can't forget, the trace of pleasure or regret
Maybe my treasure or the prize I have to pay
He may be the reason I survive
Me, I'll take the laughter and your tears
And make them all my souvenirs…
Enterraron a Djeri en Montrose, junto a Stefan. La tumba estaba removida por la
huida de Ewan, así como la lápida: pero amorosamente, una tarde gris los dos
cargaron a Djeri envuelto en un chal de la India que olía a sándalo, peinado y
vestido, y acomodaron los restos de Stefan con la misma ternura que si los
acostasen en la tierra húmeda para dormir. Severus bañó los restos con una
poción que los conservaría intactos por años, esperando a que se les reunieran,
como había bañado a Stefan antes: los dos los esperarían, para que un día se
desvaneciesen juntos en el polvo. Los manejaron con tierno cuidado: no importaba
que los llenase el olor a tumba, o lo que pareciesen. Eran dulces aún para
ellos: era su amor. Los tendieron juntos, y los cubrieron con la losa tras
besarlos para cubrir con tierra tibia su refugio, y cuando acabaron, se
abrazaron como dos viejos.
- Casi me dan tentaciones de meterme ahí y quedarme con ellos, Sev.-
- Y los niños, Lucius?-
Lucius suspiró. Fijaron de nuevo la lápida, donde habían borrado el nombre de
Ewan.
Stefan Wilkes, 1957-1979
Octavius Lestrangue, 1958-1999
Wait for us in the deepest valley.
Y el soneto que Djeri amase:
With arms wide open
Under the sunlight
Welcome to this place
- Espérenos…-
Una acacia, sobre ellos, liberó sus flores y su aroma. Severus siguió con la
vista el capullo en el viento, su pelo en la cara, y una lágrima le rozó la
mejilla. Y vio a Lucius solo, mirándolo de pie junto a la tumba, su abrigo
flotando, y supo que no podía consolarlo.
Él trató de salvarlo. Yo los maté, los he matado a todos.
Despacio, le dio la espalda, y se alejó.
- Severus…-
No pudo volverse. Lloraba, y sabía que si miraba a Lucius, se quebraría.
Dos bajo tierra. Dulce Djeri, amado Stefan. Y luego, algún día, supo con
horrible certeza que acostaría a Lucius junto a ellos, y luego se tendería a su
lado con veneno en la boca para dormir en la oscuridad.
- Severus, no me dejes, por favor…-
*I know, I know I've let you down I've been a fool to myself
I thought I could live for no one else but not through all the hurt and pain
Its time for me to respect the ones you love mean more than anything
So with sadness in my heart I feel the best thing I could do is end it all and
leave forever
whats done is done, it feels so bad what once was happy now is sad
I'll never love again: my world is ending*
- Adiós, Lucius.-
- Prométeme que si… prométeme que me llevarás con ellos.-
- Te lo prometo.-
- Si me toca a mí, te lo prometo… y te acompañaré…-
No puedo mirarte la cara.
La acacia, callada y quieta como ellos. El viento ya no soplaba.
*I wish that I could turn back time cause now the guilt is all mine
can't live without the trust from the ones you love.
I know we can't forget the past, you cant forget love and pride
because of that its killing me inside*
No me dejes ahora. Traicióname y mátame si quieres todas las veces que se te
antoje, pero no me abandones.
No puedo quedarme. Duele demasiado. No podemos abrazarnos. Nos falta un brazo, a
cada uno…
*It all returns to nothing, it all comes tumbling down.
it all returns to nothing, I just keep letting me down.
in my heart of hearts, I know that I called never love again
I've lost everything that matters to me, matter in this world…*
Los niños. Tenemos que volver a ellos. La venganza me ha dejado tan vacío, pero
Oliver y Stephen me esperan. Mi Belial, pequeño Hugh, y ese mocoso Weasley… voy
a recoger mi amor destrozado y se los daré a ellos. Es todo lo que me importa,
todo lo que realmente importa ahora.
Oliver.
Stephen.
Les prometo que seré un padre para ellos, mis pobres amores. Y para tu Belial,
mi Lucius…
- SEVERUS!-
Adiós…
Habían pasado ocho días, y Oliver seguía en coma en la enfermería. El invierno
estaba empezando a dar lugar a una fría primavera, y los pájaros se atrevían a
ir a posarse en su velador, mordisquear los bizcochitos que le mandaban los
alumnos de grados menores, e incluso se atrevían a posarse en el marco de la
cama y observarlo curiosamente, piando. Sería un huevo, que siempre estaba tan
quieto y siempre había alguien a su lado? Lo estarían empollando?
La ventana abierta dejaba entrar el pálido sol sobre su lecho blanco, y
perfumaba el ambiente con el pasto recién brotado y los pequeños capullos en los
árboles. Aunque aún habían manchones de nieve aquí y allá en la sombra, el cielo
estaba azul y blanco.
Belial estaba sentado junto a la cama, los codos en las rodillas, mirándolo sin
parpadear. Se había bañado y cambiado ropa, pero no se había pasado un peine por
la cabeza desde esa noche, y se quedaba allí en turnos de diez horas, mojándole
los labios con algodones, peinándole la melena negra que Madam Pomfrey y Snape
le habían recortado al cuello, cabello que Belial había recogido y puesto en una
bolsita en su propia almohada para cuando lo echaban a dormir a su pieza, ya que
ese olor era lo único que lo hacía dormir. Fuerza de la costumbre. Lo trágico
era soñar que dormía su lado, y que todo estaba bien, para despertarse solo con
la bolsita de pelo aferrada. Así que prefería pasarse las noches tirado en un
catre al lado, para cuidar a su Oliver. Y en el día ayudaba a la enfermera a
cambiarlo, bañarlo, lavarle la cara, alimentarlo. Y Oliver dormía quieto y dulce
en el aire de la primavera, su piel pálida haciendo que el blanco del lecho se
viese gris al contraste.
Stephen se acababa de ir, y su música aún resonaba dulce en el aire. Siempre
acababa sus interpretaciones al clavicordio de Madam Pomfrey, en la salita
adyacente, con La mañana, de Grieg, tras dulces variaciones de los temas
favoritos de Oliver que se oían en suave sordina. Luego, siempre pasaba a
besarle la frente y dirigirle un comentario a Belial, su calma mágica dejando
que el corazón cansado de Belial respirase. Lo miraba, tan serio y preocupado, y
sonreía levemente, esa sonrisa suya de reconocimiento, leve y sin embargo tan
preciosa. Y lo dejaba.
Bill venía siempre a media tarde, y siempre venía con un libro. Los primeros
tres días le leyó la última mitad del libro que Oliver había dejado a medio
terminar, una versión en francés de Lord Dunsany: había empezado y terminado un
libro de poemas de Chauntebriand, y ahora le estaba leyendo Corazones Atrapados,
el libro favorito de Oliver, su copia, también en francés: Belial lo había
traído de su pieza. Bill leía por horas: su voz bien timbrada, suave y masculina
no flaqueaba nunca, impecable y cálida en sus sutiles inflexiones, delicada y
dulce. Y así como la música de Stephen calmaba sus nervios, amansaba su ira y su
dolor, la voz de Bill también tenía la virtud de calmarlo, tan íntimo como si le
masajearan el mismo corazón con los dedos. Y Belial, aunque no decía ni una
palabra, se los agradecía tanto, tanto.
Habían pasado ocho días, y Belial hubiera estado seguro de que iba a enloquecer,
si no fuera por esas sesiones diarias. Tenía una belleza triste, indeciblemente
triste el cuidar de Oliver caído. Sabía que sólo la magia de Snape y la de
Prewett mantenía su frágil cuerpecito respirando. Y ni un beso, ni una súplica,
ni una oración habían sido capaces de traerlo de vuelta del país de sueños donde
caminaba.
Ni la mañana.
Belial sabía que tras diez días así, probablemente lo dejarían dormir para
siempre, y ocultó la cara en las manos mientras Bill leía con su voz calma las
aventuras de Eleonora y su amado Gavin en Francia contra el malvado Lord Noire,
la perversa Ursula y la vengativa Rebecca, y de las aventuras del arrojado
Elroy, el dulce Jan de Leyden y el astuto sacerdote DeFarge. Y justo cuando
Elroy rescataba de la esclavitud a las gemelas Joanne y Rianne en el capítulo
sesenta y ocho, Bill giró una página y respiró fuertemente.
Belial, que lo escuchaba con los brazos cruzados y la cara baja, alzó la cabeza.
- Qué pasa?-
- N-nada.- susurró Bill. Hablaban en voz baja, como si temieran despertar a
Oliver, aunque bien sabía Dios que no ansiaban nada con más fuerza.
- Qué?-
-…hay una nota marcando la página.- Bill hablaba muy bajo: su voz sonaba
extraña, contenida.- No es nada.-
- Déjame verla.- Belial mismo le había comprado esta versión forrada en cuero
verde y con una firme encuadernación, porque Oliver había destrozado las tres
copias de la biblioteca del colegio de tanto releer la apasionada historia de
amor medieval. Belial nunca la había leído, aunque lo había intentado numerosas
veces para complacer a Oliver. Pero ahora, en la voz de Bill, estaba algo
curioso para saber cómo acababa la historia de Gavin y Eleonora, si bien pensaba
privadamente que Eleonora era tarada y debía ver la luz y quedarse con el amable
y sufrido Elroy. Y que Gavin debía caerse al foso de los caimanes con armadura
completa.
Bill le pasó el libro, con un gesto reluctante que hizo que Belial quisiera
sacárselo de las manos. Y escrito al margen con la precisa caligrafía de Oliver,
en su característica tinta verde oscuro, habían unos versos, en la página de la
derecha.
Justo sobre las (inmortales?) palabras de Elroy a Rianne, que le pide su amor,
la nota con tinta.
"- Sólo os pido amor. No me importa que no me améis. Sé que vuestro corazón le
pertenece a Eleonora. Sé que la habéis amado, y que vuestro amor ha crecido a
través de las estaciones. Pero, mi amado señor, yo podría amaros como ella no os
ama. Decid una palabra, y os entregaré mi cuerpo y alma por completo. Dejadme
amaros, es todo lo que os pido. Si tenéis una sonrisa de gratitud para mí cada
anochecer, me daré por satisfecha…- la bella Rianne sollozó, sus brazos morenos
rodeando las rodillas de Elroy. Y Elroy, sus ojos perdidos en lontananza donde
el sol se ponía, en fuego que envolvía los montes como la cabellera de Eleonora
caía alrededor de sus hombros como líquido fuego, habló con voz suave:
- Mi dulce Rianne. No puedo amarte como te mereces, y es un dolor no poder
hacerlo. No elegimos quien nos roba la razón. Y mi corazón fue robado hace ya
tanto… Déjame, pequeña. Puedo aceptar tu amor, y amarte por él: puedo
agradecértelo con mi corazón, y ofrecerte ternura a cambio: pero no podría darte
amor. Y amar sin ser amado es menos horrible que ser amado y no poder entregar
amor de regreso. Déjame, niña, antes de que tu amor se amargue y mi corazón te
envenene. Déjame sufrir sin mentir. Déjame llorar sin fingir. No me obligues a
intentar parchar mi corazón para dártelo. Déjalo sangrar…-
- Pero mi corazón sangra por vos!- gritó Rianne.- Cómo podéis ser tan cruel?!-
- Niña, ángel. Ya es cruel la vida con nosotros. Pero tienes mi simpatía, y mi
amistad. No me obligues a odiarte y a odiarme…-"
Y sobre esas palabras, en suave francés. Belial sabía que Elroy era el héroe de
Oliver.
Amour non te ofrezco
Non te abro mi cuore
Porque es amarga merci
Un amour de solo une.
Deja ese amour volare antes que se amargue
Porque estoy envuelto en hilos de sangre
Cuore envuelto en el recuerdo rouge
Como el de tu Eleonore.
… Como el de tu Eleonora… los labios de Belial temblaron, mirando la melena roja
de Bill inclinado sobre Oliver, su rostro oculto en sus manos, los lentes en el
cuello de su sweater. Oliver dormido, quieto y culpable, tenía su mano
abandonada a centímetros de una guedeja roja, y Belial quiso quitarla de un
manotón.
Es mío! Yo lo amo…lo he amado tanto… y él me ama, verdad? Me ama…
Sueno como el patético de Ewan Rosier.
- Belial.-
- Cállate, Bill. No quiero oírte. No quiero oír nada. Sólo… cállate.-
Belial se puso de pie y dejó la enfermería, incapaz de mirar ese Oliver dormido,
de mirar los ojos tristes de Bill.
- Belial, yo lo amo.- Bill, muy despacio, de pie, allí cerca. Y Belial le dio
una bofetada con todas sus ganas: lo dejó sentado en el suelo, y huyó, corriendo
por los pasillos medio vacíos de Hogwarths.
Nunca te obligué a que me amaras. Nunca te obligaría a nada. Cómo puedes amarlo
a él? Creía que amabas! Nunca quise compasión… nunca te habría forzado… Me
tenías lástima? o me engañabas mientras yo te amaba de rodillas? Oliver, porqué?
porqué? Creí que no habían secretos entre nosotros, y me has guardado este desde
cuanto? Desde cuarto, segundo, o te enamoraste en primero? Cómo pudiste
guardarme ese secreto dentro tuyo? Cómo?
Mi Oliver, te hice llorar? Te angustié, como Rianne a Elroy? Mi amor te
molestaba? Oh, mi Oliver… tienes que volver… si vuelves te perdonaré, pero si te
mueres sin… si te mueres…
- NUNCA TE LO VOY A PERDONAR!- gritó de pronto, para derrumbarse sollozando en
la sala de pociones, su refugio, adonde había corrido a esconderse. Un susurro,
y pasos: Snape estaba de vuelta. Lo sintió venir, pero ya no le importaba lo que
pensara. Sólo quería llorar hasta morirse. Sólo quería que Oliver despertara, y
le dijera que lo amaba.
Aunque fuera mentira.
- Belial…- Snape, dulce, alzándolo, sentándose con Belial en sus rodillas como
si fuera un niño.
-No llores, hijo… o llora si quieres, pero no te hagas más daño…-Belial se
aferró a su profesor, a su maestro, y ahogó su frustración y su dolor en la
oscura túnica que era capaz de cubrir todos los miedos y pesadillas de la Casa
de Slytherin. Severus, vestido de confesiones, meciéndolo, hasta que la cabeza
de Belial descansó en su hombro, cansada de llorar.
- No puedo vivir sin él…- gimió, lágrimas que ya no se molestaba en ocultar ni
secar empapándole las mejillas. Y Severus se inclinó, y apoyó sus labios secos
en la afiebrada frente.
Y susurró, sus ojos negros insondables, llenos de penas secretas.
- Perdóname
Si no vives
Si tú, mi amado, te has muerto…-
- No. No…- gimió Belial, sollozos silenciosos sacudiéndolo.- No, por favor, no
se puede morir, nooo…-
- Todas las hojas caerán sobre mi pecho
Lloverá sobre mi alma noche y día
La nieve quemará mi corazón.
Caminaré con frío y fuego y muerte y nieve
Mis pasos querrán marchar adonde te has ido - Severus hizo una pausa, y lo miró
a los ojos, sus ojos de superviviente, de fuerza en los de Belial, destrozados y
angustiosos. Habló con voz suave, pero profunda, que llegó al fondo del alma de
Belial. Era una orden, y una amenaza: el lema de la casa de Slytherin. Y Belial
musitó entre sus lágrimas con él:
- Pero… seguiré… viviendo…-
Y mientras Snape secaba las lágrimas de Belial, y las absorbía tanto en su
túnica como en su corazón, en confortable, consoladora negrura, Oliver abrió los
suyos lentamente, para ver junto a su lecho unos amables ojos celestes sin
lentes que lo miraban llenándose de lágrimas.
Belial… No… Bill…
- Oliver…- Bill se echó a llorar como un niño, sus lágrimas cálidas cayendo
sobre la mano quieta de Oliver, que tembló en respuesta, y se movió, débil, ojos
negros llenos de sueños aún, aún observando el paisaje de sus viajes dormido,
aún desorientado.- Gracias a Dios, gracias a Dios…-
Bill de rodillas junto a la cama, Oliver girando la cabeza para mirarlo, su
sonrisa suave y débil aún soñadora, sus cabellos como una nube sombría en la
blanca almohada.
- Porqué lloras…?- musitó, con voz temblorosa. Bill lo miró, su rostro desnudo
de toda pretensión así como de sus lentes.- No… llores…-
- No puedo evitarlo…- Bill sonrió entre sus lágrimas, su mano yendo a tomar la
suya.- Pero es porque estoy… feliz…- Bill sollozó incontrolablemente, y Oliver
lo tiró, débil, para que se sentase en el lecho. Su sorpresa fue enorme cuando
Bill se sentó a su lado y lo tomó en sus brazos para mecerlo como a un hijo,
como si temiese que se lo fueran a quitar, llorando. Y Oliver, perdido en su
calidez, apenas se dio cuenta de cuando Bill halló sus labios y lo besó, dulce,
tierno, hambriento y desesperado de amor y alivio.
No… Belial… demonio de tierna plata en su memoria, Oliver volvió a sus sentidos,
y apartó a Bill con sus dedos aún insensibles. Bill lo miró, su aliento aún
agitado por sus besos, labios húmedos y enrojecidos casi en los suyos.
- Te amo, Oliver. Te amo, te he amado siempre. Por favor…- jadeó sin aliento.
Era ése su controlado, perfecto Head Boy? Bill parecía libre de todo temor, de
toda atadura, y Oliver tembló en sus brazos tratando de apartar su mirada,
tratando de conjurar la imagen de su plateado Belial, que tanto amaba, que tanto
lo amaba, mientras su interior, su viejo, incontrolable amor por Bill se agitaba
en su corazón.
Una súplica. Y tanta esperanza en sus ojos, celestes y amados. - Oliver…-
Must there be a secret me I'm forced to hide?
I won't pretend that I'm someone else
For all time
When will my reflections show who I am inside?
Lo había amado tanto, de lejos tanto tiempo. Pero ya no podía recordar porqué
ese secreto. No podía seguir guardándolo, no tan débil, no tan vulnerable. La
mano de Oliver tembló al apartarse el pelo de la cara. Una sola lágrima. Y su
mirada negra y luminosa, en la de Bill, sus labios temblando, mientras musitaba
casi sin voz, simple, y a la vez tan inocente:
- Yo te he amado siempre…-
- Oliver…-
Tras ellos, y su inocente primer beso, Nathan, en la ventana, con su sonrisa
demoníaca.
Foxnotes: Ju… gran cantidad de lyrics y poemitas aquí. Orthanc para Belial.
Hacer el index va a ser la bitch… ya era hora de azúcar. Ya viene la spice…
CAPÍTULO VEINTIDÓS.
THE PROUD
We need a change, do it today
I can feel my spirit rising, we need a change
So do it today 'cause I can see a clear horizon
What have you done today to make you feel proud?
- Te gusta?- Belial se giró, su ajustada túnica a la cintura moviéndose. Amaba
ver esa sonrisa de Oliver, que le decía que estaba comestible. Acababa de
terminar con su arreglo mientras Oliver lo esperaba en la cama, sentado,
limpiando imaginarias pelusas de la deliciosa túnica azul noche que Belial le
ayudase a elegir, su pelo peinado al costado como plumas negras abanicándole el
hombro. Oliver, que era un tradicionalista, se había demorado tres horas en ser
convencido de comprar los ajustados pantalones de cuero azul acero y la túnica
media trasparente de cuello Mao y mangas flotantes, azul marino, tachonada de
constelaciones de strass. Belial mismo le había aplicado a pesar de sus
protestas, rímel negro y un toquecito de sombra plateada a los ojos negros, y le
había arremangado los pantalones para que enseñase una línea de piel entre la
basta y los bajos botines negros.
- Me encanta. Siempre he pensado que eres la única persona que conozco que se ve
genial de plata.-
Y era cierto. Belial estaba increíble, y aunque ya presumido de por sí, esa
noche había llegado a un extremo que había hecho hasta Oliver se riese. Su pelo
rubio estaba cuidadosamente peinado en un desorden erótico, brillante y con
mechitas pintadas de negro, su rostro resplandecía con sus ojos delineados de
negro que enfatizaba los irises casi blancos, labios rojos e húmedos, y la piel
desnuda parecía tener luz propia, mientras la túnica gris plata cortada como una
falda le envolvía las caderas en su cuero suave, y la larga chaqueta que
correspondía estaba abandonada en un rincón para que Belial la combinase con una
ajustada camiseta negra de mangas ajustadas y arremangadas, enseñando su suave
abdomen al descuido, y el diminuto ópalo negro enganchado allí. Parecía sacado
de una revista pornográfica, en particular cuando se lamió los labios, y tomando
impulso le saltó encima a Oliver como un tigre.
- Belial! No! Tu maquillaje!- protestó Oliver cuando Belial bajó la cabeza para
besarlo, esquivándolo risueño.- Nos esperan abajo, y aún no vamos por las
chicas!-
Belial no dijo nada, sólo apoyó el peso de su cuerpo sobre Oliver, despatarrado
bajo él, e inhaló su pelo.
- Qué pasa, mon demon?- susurró Oliver, acariciándole la espalda, que temblaba
bajo su camiseta.
- Prométeme algo.- Oliver no podía verle los ojos, un momento antes risueños, de
pronto desesperados, ocultos en los hilos de ébano suelto.
- Lo que quieras, Belial…- respondió Oliver dulcemente.
- Prométeme que te volverás conmigo esta noche, y que me amarás…-
- Je t'e aime. One jour, toujours, mon amour…-
El Pub Crawl era una institución en Hogwarths, probablemente la más pícara. En
el banquete de final de exámenes, una semana antes de su graduación, los alumnos
de séptimo, tras rendir sus NEWTS, tenían derecho a irse una noche de farra
salvaje en Hogsmeade, siempre decorada para esperarlos, y no en el tranquilo
establecimiento de las Tres Escobas, sino que en su infame establecimiento
hermano, el pub-cabaret-bar-disco la Comadreja Caliente. Esa noche hasta tenían
quien los fuese a buscar: era tradición acabar tan borracho que no te podías
parar y tan sin ropa como se te antojase. Era la noche de ser salvajes. Y era la
noche en que hasta Head Boys angelitos se ponía rímel negro y fingían ser
peligrosas fieras.
Excepto Bill, claro.
Hugh, con jeans a la cadera negros, una camiseta brillante y dorada y los rizos
sueltos y pícaros se puso las manos en las caderas y pateó la cama en la que
Bill se refugiaba cada vez que podía.
- LEVÁNTATE! NO SEAS PATÉTICO!-
-…no…- una mechita roja era todo lo que se asomaba.- No tengo ganas. Vete,
Hugh.-
- NO! NO ME DEJASTE DEPRIMIRME POR BELIAL, NO TE VOY A DEJAR LLORIQUEAR POR
OLIVER Y PERDERTE TU PUB CRAWL!!-
Un ojo apareció, celeste y enrojecido.-…lo sabías…?-
- Tengo ojos.- Hugh lo abandonó y Bill iba a dar gracias cuando sintió ruido y
vio a ese impío Puffie con medio cuerpo dentro de su modesto closet.
- HUGH! No voy a ir, así que deja de desordenar mi ropa…- tarde. A Bill le cayó
encima la camisa negra que usaba bajo su túnica de funerales y matrimonios.-
Hugh, no voy y es mi última palabra!-
Las chicas de Gryffindor, las que jamás, jamás le habían prestado ninguna
atención, a una palabra de Hugh se aplicaron a peinarlo, pintarle las pestañas y
le habrían puesto labial si Bill no se hubiera opuesto. Le quitaron los lentes,
le disimularon los ojos rojos lo mejor que pudieron, y le alborotaron las
guedejas rojas, por una vez fuera de su colita. Y cuando la pícara Judy Abbot le
echó encima una camisa de terciopelo rojo tres tallas más chica, y el regordete
Karel Karolyi se mostró con unos jeans casi blancos con hilos brillantes
entremedio del tejido, Bill estaba irreconocible.
Hugh le escondió los lentes y lo apresuró a bajar del brazo de las alegres
Gryffindor, que llevaban a su Head Boy con el orgullo del hada presentando a
Cenicienta. Judy, Freya, Jasmine, Caroline y Beth lo arrastraron escaleras abajo
mientras Karel y Benjamin los seguían, riendo compasivos y comentando que era
bueno que los dejasen en paz un rato. Y Hugh que había partido a buscar a sus
compañeros, los increíblemente aficionados a la fiesta 'Puffies, pensaba para
sus adentros que si no le devolvía a Belial la mano esta noche y Oliver no caía
a los pies de ese sexy Bill en quince minutos, iba a renunciar al alcohol para
siempre.
*PLAF *
- Sorry. No iba mirando… STEPHEN?-
- Hugh, no puedes mirar por donde caminas?- los Ravenclaw, que sólo eran cinco,
ya habían bajado. Las dos chicas, Nadine y Elizabetta estaban hermosas, y
Chester y Epyone estaban muy guapos, pero el sueño húmedo al que había botado al
suelo, por eliminación, sólo podía ser…
…STEPHEN?-
Stephen se caló sus lentes y lo miró con su sonrisita de tú qué miras?
Hugh soltó una risa sin pararse, la mandíbula colgando. Hoy es la noche de las
transformaciones? Qué hay en el agua? Tengo que tomar un poquito…
Stephen estaba irreconocible también. Aparte de los pantalones de cuero negro,
los ojos delineados y el polerón ajustado, escotado, que mostraba sus hombros y
las bien formadas clavículas, tenía el pelo suelto y negro en hilos alrededor de
la cara, con brillos azules aquí y a allá.
Tenía los ojos azules, más azules que nunca. Y su expresión de pantera lista
para saltar era…
- Hugh, puedes apurarte? Échame una buena y caliente mirada. Listo? Ahora,
podríamos tal vez apresurarnos?-
Los y las 'Puffies, que nunca se perdían una buena farra, estaban listos y
esperándolo, Ailei preciosa, Sue animada, Rosalie tímida y Kurt guapísimo.
Bajaron de regreso al gran Salón, donde los esperaban los carruajes, y todo el
colegio salió antes de acostarse a arrojarles papel picado brillante, hechizado
para que cayese muy lento, plateado, oro, bronce y negro, mientras se subían a
los carruajes. Y los Slytherin fueron como siempre los últimos en acomodarse, la
risueña Kirsten, la seria Ari, el amable Scott, todo de verde para honrar su
casa, y Oliver, y Belial que se veían…
Belial, sonrojado, los ojos luminosos, el pelo artísticamente desordenado y los
labios rojos como para parecer que acababa de ser besado hasta el orgasmo. Hugh
tragó, y cambió de posición en el carruaje. Y luego se echó a reír mientras se
apresuraban en la noche hacia Hogsmeade, la cara entre las manos. Es mi hermano,
el maldito bastardo, pero cada vez que lo miro, me…
Oliver observaba a Belial, que parecía distraído, mirando hacia la noche
mientras los carruajes sin caballos devoraban el camino, la música ya
llegándoles. Belial miraba a la noche, y se lamía los labios ausentemente.
Parecía distraído, completamente ido. Y Oliver, que conocía a su Belial, sabía
lo suficiente para saber, por sus pupilas dilatadas, por las manchas de color en
sus mejillas, que estaba salvajemente excitado.
- Belial, qué pasa…?-
- N-nada.- susurró Belial de regreso. Su simple voz temblaba, no de miedo, sino
de tensión. Y de pronto, sonrió.
* - Nos vamos ya profesor. Profesor?- Belial parpadeó. Los esperaban, pero había
querido despedirse de Snape primero, de darle las gracias tácitamente por todo.
De verlo… Belial lo quería tanto. Y lo conocía perfectamente, por lo que se
sorprendió al no verlo en la sala de Pociones, ni en su oficina, aunque aún no
eran las diez.
- Profesor Snape?- preguntó en voz alta junto a la puerta que comunicaba su
oficina con sus habitaciones privadas. Y con sorpresa, vio la puerta apenas
junta.
- Profesor?- repitió. La empujó muy despacio, preguntándose si su pobre profesor
estaría dormido, agotado por tomarle exámenes de Pociones a tanto idiota.
La chimenea rugía. Y la forma negra de su profesor estaba sentada en un sillón
junto al fuego, la cabeza echada atrás, su pelo negro colgando por el respaldo,
su cuello descubierto.
Debe estar dormido…pensó Belial con ternura. Va a despertar con una tortícolis,
añadió para sí. Muy despacio, ojos entrecerrados de amor, se acercó, y se
inclinó sobre su profesor que tenía los ojos cerrados para enderezarle la
cabeza, rozando ese pelo de cuervo. Entonces vio la botella de brandy, y casi
rió. Estaría borracho? Supongo que librarse de nosotros es como para celebrar…
Severus, súbitamente, abrió los ojos. Sus ojos negros parecían no tener pupilas.
Belial se asustó al ver que lo miraba fijamente. Se habría tomado una confianza
demasiado grande? Por favor, que no se enoje…
- Qué haces aquí?- susurró Snape, con una voz ronca que no le conocía.
- Vine a despedirme…-
- Sí. Es lo apropiado.- tan ronca, tan pastosa, y Belial se sentía extraño.
Severus le acarició la mejilla.- Te amo, sabes… es mejor…-
Belial se quedó petrificado cuando esa mano fuerte lo agarró de la nuca y le
bajó la cabeza para besarlo como jamás había sido besado.
Top Ten De Cosas Que Pasaron Por La Mente De Belial En Ese Momento.
Esto es un beso, y el resto son cuentos chinos.
Si yo supiera besar así, recupero a Oliver en 10 segundos.
***EL PROFESOR SNAPE SE ESTA APROVECHANDO DE MI!***
Seguuuuuro que se está aprovechando. No sabe ni quién soy. El que no lo
suelta, seamos honestos, soy yo…
Si cree lo que yo creo que cree, y si cree que soy quien creo, cree que soy mi
papá.
Mi padre tiene una suerte increíble. Si esto no para pronto voy a arruinar mi
túnica de fiesta.
Pero que no pare! Oh por favor por favor por favor por favor por favor por
favor por favor!!
Ya sé porqué la serpiente de Slytherin tiene la lengua afuera en nuestro
pendón.
Dios, cómo hace eso con su lengua? No necesita respirar? Cómo es que este
hombre está soltero??
Y yo preguntándome si hacía algo aparte de Pociones. Vaya hobby.
A Belial se le doblaron las piernas con un gemido ahogado y cayó sentado en el
regazo de Snape cuando el profesor, que no le soltaba la cabeza, y seguía
cambiando sus ángulos como si tuviera todo el tiempo del mundo para que su beso
fuera una obra de arte, movió sus manos pálidas, sensibles, poderosas entre su
pelo, le rozó las orejas – Belial hizo un sonido que era casi un rugido- y
apoyando sus pulgares en la mejillas de Belial en un punto específico le dilató
la boca hasta que pudo lamerle el paladar lentamente. Belial gimió, ronco, sus
muslos agitándose, y engarfió las manos en la ropa de Snape como un alpinista
cayéndose de un acantilado se aferra a la vida. Arañó, agarró, tironeó de cada
asidero con desesperación, del sweater negro, la túnica negra de lana, su pelo
negro, el cuero del sillón… gemía en voz alta, respirando por la nariz a punto
de ahogarse, y aún así con la boca todo lo abierta y entregada que podía a esa
invasión, mientras Snape continuaba su beso sin apuro, sin torpezas, sin
soltarle la cabeza, para dirigir sus caricias a la suave carne tras las
mejillas. Severus tenía la pierna sobre la que Belial había caído montado
firmemente apoyada en el piso, y no la movió ni cuando Belial empezó a agitarse
espasmódicamente, sus caderas respondiendo a una necesidad de fricción
independiente de su cerebro, que de todas formas se había tomado unas
vacaciones. Belial se le aferró con manos ardorosas, arrojando cualquier duda
por la ventana ante ese beso dado con tanta soltura, tanta destreza, deliciosa
maestría y control. No lo sabía hasta ahora, pero ahora estaba consciente que
había anhelado esto desde esa sonrisa en primer año. Había observado por siete
años esos ojos negros tan pronto cálidos como coléricos y fríos, había oído esa
voz sedosa quebrarse y restallar como látigo o volverse ronca como hielo
triturado en el desprecio. Había visto esa elegante toga negra y el pelo de
azabache fundirse como un cuervo de alas grandes que vagaba por los pasillos,
con las sombras. Y había visto esas manos pálidas y diestras manejar con
increíble exactitud y confianza los frágiles instrumentos de pociones para
mezclar la muerte y devolver la vida. Y la idea de ser manejado así por esas
manos expertas hizo que sus muslos se contrajesen contra el muslo de basalto
negro en el que se apoyaba incontrolablemente.
- Lucius…- susurró Severus, confirmando sus sospechas. Pero Belial tenía tal
hambre de sus caricias, tal deseo salvaje mordiéndole las entrañas, que se
limitó a registrar esa voz áspera y a echarle los brazos al cuello para
aferrarse a él en respuesta. Severus bajó una mano para tomarle la barbilla, y
le cambió el ángulo otra vez, haciéndolo breve, para comenzar un lento
movimiento de penetración con su lengua, una y otra vez, en la ardiente caverna
gimiente que era la de Belial. Era lento, calmo, húmedo, tan enloquecedor que
Belial dejó oír un gemido ahogado y pegando sus labios a los de él con furia le
dio un tirón a la túnica de dos piezas que llevaba, hasta que sólo la diáfana
seda de su ropa interior blanca lo separó de la lanilla áspera de la toga que
cubría el muslo de Snape. Al frotarse contra la lana, sus muslos desnudos se
enrojecieron, calor imposible casi quemándolo contra el tejido áspero,
eléctrico. Belial se convulsionaba a cada movimiento, agitándose sin ninguna
inhibición, sus muslos aferrados al de Snape como si su vida estuviera en juego.
Casi lloraba, y de pronto Snape bajó una mano, que le había estado acariciando
castamente el pelo, y le rozó delicadamente el muslo, y la seda mientras
súbitamente atraía su lengua a su boca y la succionaba con violencia.
Belial echó la cabeza atrás y aulló:
- SEVERUS!!-*
Gracias a Dios, estaba dormido. Gracias a Dios no se despertó cuando le limpió
la túnica con una esponjita del baño. Gracias a Dios no se despertó cuando le
besó los labios una última vez antes de volar a su cuarto a cambiarse ropa
interior, aunque, no, increíblemente, la túnica. Gracias a Dios nadie lo vio
corriendo por el pasillo con la túnica en la mano y la cara roja. Gracias a
Dios, nadie le dijo nada por llegar diez minutos tarde. Y nadie se dio cuenta de
nada, excepto Oliver.
Y justo la persona que no quiero que se cuenta es la que más me conoce.
- Seguro que todo está bien, Belial?-
- Sí.- susurró Belial. Y le sonrió, súbita hambre en sus ojos de lobo plateado.
Sólo, por favor, cuando se despierte, que piense que fue un sueño. Que piense
que era mi padre. Que no sepa que era yo.
Belial apoyó la cabeza en el asiento mientras el carruaje se apresuraba. Cerró
los ojos para que Oliver no viese sus ojos, ferales, pero llenos de lágrimas.
Te amo, Oliver. Y te necesito tanto. A pesar de que sé que amas a Bill, o tal
vez por eso, ahora te deseo más violentamente que nunca. Aunque no sólo por ese
poema lo sé. Ahora que sé es fácil ver tu mirada llena de luz y sonrisas para
mí, y tu mirada desesperada y triste para él. La mirada que veo en mi espejo
todas las mañanas mientras duermes.
No te voy a dejar ir porque quiera que seas feliz con él. No porque, Dios me
libre, esté feliz por ustedes.
Te voy a dejar ir porque soy un Malfoy. Y los Malfoy *no* somos la segunda
opción de nadie.
Pero antes, te haré gritar mi nombre, al menos una vez.
Esta noche.
Aerosmith estaba a todo dar cuando entraron al salón, y tuvieron que reconocer
que tanto los elfos, los alumnos de sexto y los propietarios de la Comadreja
Caliente se habían superado esta vez. El salón los recibió con gritos y saludos,
y toda la gente se apiñó a felicitar a los graduados de Hogwarths: el Pub Crawl
era tan legendario y salvaje que cualquier ex graduado que podía venía a
celebrar. El lugar estaba lleno de burbujas mágicas irisadas, globos rojos de
Gryffindor, cintas plateadas de Slytherin, destellos dorados de Hufflepuff, y
brillantes estrellas azules en el techo por Ravenclaw. La luz estaba muy baja,
aunque luces de colores destellaban aquí y allá mientras los conducían el bar a
beber algo. Tradicionalmente empezaban con el CRAWLING HOGGIE ( el tejón
gateante) un brillante trago dorado que los dejaba hablando estupideces para
luego empinarse un Slytherin Pride, un Gryffindor Valour, un Puffie Pixie o un
Ravenwing que acababa de darlos vuelta, según la casa. Oliver y Belial chocaron
sus verde esmeralda, espumosos vasos tallados, y tras cumplir con las
tradiciones, atraparon a sus amigas para irse a la pista de inmediato, mientras
el resto aún seguí bebiendo y picando bocaditos salados en la barra iluminada
con sexy haditas que acarreaban servilletas y pajillas, reflejándose en la
pulida superficie.
Belial, que bailaba con la morena Kirsten, sonrió cruelmente al ver a Bill mirar
con deseo a Oliver girando con la rubia Ari, su dilecta amiga, con los ojos
brillantes de afecto y risa. El licor verde parecía habérsele subido a los ojos
negros, que relucían. Echó atrás a la delicada Kirsten, a la que quería mucho,
mientras le cantaba al oído y la abrazaba.
- Sé cuánto lo quieres.- le susurró ella.- Escucha…-
OH MY LOVE IS YOU THAT I DREAM OF, OH MY LOVE SINCE THAT DAY, SOMEWHERE IN MY
HEART I'M ALWAYS DANCING WITH YOU IN THE SUMMER RAIN…
Belial le sonrió. Kirsten amaba a uno de los prefectos de sexto, pero siempre
había sido su mejor amiga, y por alguna curiosa atracción de opuestos, la fría
Ari lo era del dulce Oliver. Mientras de deslizaban por la pista, Belial le
susurró de regreso:
- Nunca oíste eso de que si amas algo hay que dejarlo ir…?-
Kirsten, que lo comprendía, lo miró con sus ojos líquidos. Y Belial le besó la
frente, mientras la canción cambiaba, y acomodó su rostro en la cabeza de la
pequeña Chaser para observar a Oliver, que hablaba con una sonriente Ari
mientras la canción avanzaba:
But I see your true colors
Shining through
I see your true colors
And that's why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors
True colors are beautiful,
Like a rainbow
Oliver, dulce y brillante, y con ojos tan ingenuos a pesar de todo. Abrazó a
Kirsten como a un peluche, sintiendo que le mojaban los ojos al verlo reír a
algún comentario de Ari. Bello y luminoso en su traje, los strass brillando como
estrellas en la noche, su rostro pálido y dulce mientras le acariciaba con
ternura la melena rubia a su amiga. Se veían preciosos, él de azul oscuro con
estrellas, ella de oro y plata iluminando su rostro.
Bill, mirándolos, como si nunca, nunca fuera a poder dejar de hacerlo.
Un vistazo tan rápido de Oliver con ojos tristes, tan rápido como desesperado,
que si hubiera parpadeado no lo hubiese visto. Un suspiro.
Te dejaré ir. No quiero verte triste. Oliver, mi amor… Quiero verte reír de
verdad. No dejaré que tu afecto por mí se agrie. Estaré allí si me necesitas.
Sólo… por esta noche… ámame una vez, y luego sonríe…
Show me a smile then,
Don't be unhappy, can't remember
When I last saw you laughing
If this world makes you crazy
And you've taken all you can bear
You call me up
Because you know I'll be there
Y Oliver, que había apoyado su frente en la de ella, giró la cabeza como
sintiendo su mirada, y le dirigió una sonrisa amorosa.
Y Belial tuvo que ocultar la cara en el hombro bajo de Kirsten y llorar en su
cuello, rogando por que la canción no acabara hasta que pudiera parar, mientras
su amiga le acariciaba la espalda.
Cause there's a shining through
I see your true colors
And that's why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors, true colors
True colors are beautiful,
Beautiful, like a rainbow
Hugh tenía que haber atrapado al discjockey, porque cuando la siguiente canción
sonó, hasta Stephen, que bailaba con Nadine muy cerca se echó a reír. Tras la
fanfarria de Barry White, y de Hugh saludando a todo el mundo desde el
MagicMicro, con un " No más detenciones * aplausos * No más besitos en secreto *
yes,yes* No más exámenes * YES!* No más acostarnos temprano * No, no! * No más
profes *Oooh…* *no más Filch…*aplausos * Y NUNCA MÁS SNAPE! * HURRAH!*" que
gritó al final, con la fanfarria todos los graduados, incluso Bill, fueron
arrastrados a la pista de baile.
YOU'RE MY FIRST MY LAST, MY EVERYTHING, AND THE ANSWER TO ALL MY DREAMS…
Belial se secó las lágrimas, haciendo a Kirsten girar en sus brazos, riendo,
mientras ella reía también, Hugh muy cerca habiendo atrapado a la bella Ailei
para un improvisado espectáculo. Belial lo miraba con risa en los ojos, y cuando
sus miradas se encontraron, Hugh le sonrió de vuelta. Lo tomó por sorpresa, pero
lo pasado, pisado. Se habían hecho daño, pero Hugh sabía que sufría. Belial le
perdonó de todo corazón ese batazo asesino al verlo imitar a Xanadu mientras
Aile se doblaba de la risa. Y cuando sintió contra su flanco a Oliver, que
bailaba a su lado, su espalda contra la suya, cantando muy suavecito, sintió que
su corazón era feliz, y suave como las burbujas flotando.
Se acabó el jazz cuando – seguramente los Gryffindors- exigieron algo más
agitado y les pusieron el tecno ochentero que tanto amaban. Vio con el rabillo
del ojo a Bill tratando de seguir con cierta torpeza a la sexy Jasmine en el
ritmo sincopado y violento, su melena roja suelta molestándole. Y le calmó el
corazón, tras que le robasen a Kirsten y Ari se fuese con Scott ver a Oliver
cerca suyo, un Slytherin Pride en la mano, riendo y bailando a su lado la música
que a él le gustaba, aunque Belial era más moderno. Y bailó con él,
preguntándose qué tan coqueto se podía ser. Usó todas sus armas, su cuerpo
agitándose a ese ritmo de pulso como si lo llevase un amante, y bebió de la copa
de Oliver con una mirada perversa, antes de echarse el pelo atrás y agitarse con
el perfecto ritmo que los dos habían perfeccionado, bailando juntos. Oliver
suave y sinuoso, Belial violento y poderoso, sin jamás tropezar sin importar qué
tan pegados bailasen ni qué tan violenta y rápida se pusiera la música.
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
Ojos en su nuca. No era Bill. Stephen, mirando a Oliver con su sonrisa, sus
lentes blancos por las luces. Oliver, echando la cabeza al lado con su pelo
flameando y azotándole la cara. Belial le echó una mirada exasperada: no tú
también.
Stephen y su sonrisa maldita. Bailando el ritmo, sin moverse mucho, pero
siguiendo la música con calma destreza. Era que no. Es músico.
Y el turno de los Slytherin. Belial sabía que tenía que haber sido Kirsten. Su
música favorita:
OH MY DARLING, I LOVE YOU, AND THE KISS WHO JUST STANDS TONIGHT
Los Slytherin hicieron grupo, Oliver pegado a él, Scott en el séptimo cielo
entre las chicas, mientras seguían el sexy, violento ritmo, cantando la letra.
Eran Slytherin, vanguardistas, y Belial alzó sus manos y se agitó como si lo
azotaran:
SHY VENUS, CAST ASIDE YOUR MASK PLEASE BE GENTLE IN YOUR CRUELTY...
I WANT TO SEE YOUR UNCOVERED FACE, I HAVE A SECRET THAT'S ONLY FOR YOU!
I WANT TO KISS YOU, SURRENDER TO YOUR HEART;
I AM A BEAST THAT HAS NOWHERE TO RUN, UNTIL THE DAY THAT I PASS AWAY, TRAPPED IN
THE LABYRINTH OF LOVE!
Nada que hacer. Ésta es mi canción.
Oliver abajo, deslizándose, y subiendo de un modo que daba escalofríos. Ari
risueña, echándose atrás. Scott, sus poderosos músculos tensando su camiseta
gris, bailando con los ojos verdes ferales. Kirsten riendo, aferrada a Belial
mientras usaba su delgado cuerpo para enroscársele como una serpiente. Y Belial,
diestro como el demonio del que tomaba su nombre, ondulando, la piel desnuda que
enseñaba brillante bajo las luces, sus labios rojos húmedos invitando…
… abrazado a Oliver, y una mirada a Bill.
MIO.
Nunca lo entenderás como yo…
Aullidos, maullidos, aplausos a su performance. Y les tocaba a los Ravenclaw. La
verdad, Belial, siendo Stephen, se esperaba un vals, por lo que partió al bar a
buscar otro trago – algo helado para ponerse en el regazo, también, fucking
túnica de dos piezas, que en castellano significaba "falda" cuando oyó el ritmo
sedoso, y se volvió con las cejas levantadas.
STEPHEN BAILANDO CON OLIVER.
Será putón o qué?!
No pudo controlarse y le echó una mirada a Bill que le alzó las cejas con la
misma cara de no me la creo.
Santana para Ravenclaw?
…CAUSE YOU'RE SO SMOOTH…
…GINMME YOUR HEART MAKE IT REAL OH LET'S FORGET ABOUT IT…
Stephen con una mano en la cintura de Oliver, esperando que el movimiento de sus
caderas se sincronizara, con todo descaro. Sus ojos azules en los negros de
Oliver, con esa sonrisa suya sabelotodo. Y de pronto acercándosele, y echándolo
atrás como a una mujer, Oliver sorprendido lamiéndose los labios sin aliento.
Stephen tan tranquilo, tan seguro, llevándolo en círculo, hablándole al oído, el
maldito bastardo, y de pronto Oliver con un pie sobre el de él y girando los dos
rápido y seco y…
Belial se tuvo que sentar rápido. Bill tenía la boca abierta. Y Oliver, sus
manos a ambos lados de su cabeza, agitándola, y sonriendo.
Lo voy a matar.
En cuanto acabe de shaggear a Oliver hasta que caiga inconsciente.
Stephen con el cuerpo de Oliver completamente pegado al suyo, moviéndose muy
leve, muy calmo, al ritmo lento y seductor, con pequeños movimientos que debían
sentirse increíbles para Oliver. Un susurro en su oído, entre el pelo negro.
- Eres increíble.- susurró Stephen a Oliver mientras la canción se acababa.
Oliver se sonrojó, y le sonrió con afecto. Y Stephen lo dejó, con un guiño
cómplice.
- Cierra la boca, estás babeando.- Belial casi se sobresaltó al ver a Hugh
sentado a su lado, sorbiendo el burbujeante y dorado Puffie Pixie.
SHAKE YOUR BOMBOM SHAKE YOUR BOMBOM SHAKE YOUR BOMBOM
- Vete a la mierda, Mitchell.- Belial lo miró con mal disimulado afecto. Dos
bailes y Hugh ya parecía el superviviente de una guerra, mientras que Belial
estaba aún más rico. Pero había un brillo semejante en sus ojos, un atractivo
semejante en sus posturas. Belial se preguntó cómo nunca se dio cuenta de que
tenían manos iguales.
- Quería hablar contigo, Belial.-
Belial recibió su trago, le dio un sorbo, y revolviendo con la pajilla a los
hielos en forma de serpientes nadando en su vaso, habló sin mirarlo.
- Qué?-
Hugh estaba mirando la pista mientras hablaba.
- Nos hemos pasado peleando, no?-
- No me digas que viniste a ponerte dulce.-
- Lo vas a extrañar.-
Un silencio. Belial, riendo en su copa.
- Puto.-
- Bastardo.- automático. Eran tan parecidos.
- Bailamos?-
Belial le echó una mirada a Oliver, que bailaba con Kirsten.
ARE YOU JIMMY RAY? WHO HAS TO KNOW? WHO HAS TO KNOW?
- Porqué no?-
Los dos moviéndose tan parecidos, Hugh escandaloso, Belial tan sexy, riéndose.
No se dijeron más. Todo estaba perdonado.
- Prometes olvidarlo de inmediato si te digo que te ves increíble?-
- Lo prometo si te olvidas que dije que te mataré por traer a Bill.-
- Siempre te quedo yo, brother…-
Risas idénticas.
- Tu madre te mataría por decir eso.-
- Tu padre casi me mató, muchas gracias.-
WHO HAS TO KNOW?
Y campanillas, y música brasilera, y aplausos con una lluvia de burbujas:
EH, MAGDALENA…
OYE UN DIA DIXO, ALEGRIA DIXO…
Se miraron. Sonrieron, leyéndose las mentes. Y los dos hermanos arriba de la
barra, agitando sus caderas, espalda con espalda, manos arriba, doblando sus
rodillas lentamente, Hugh salvaje y Belial erótico, pelo de plata y rizos de oro
mezclados…
Foxnotes: weeeeeeee capítulo laaaargo….y todavía falta… y otra vez bitch de
index… weeee…
CAPÍTULO VEINTITRÉS
THE TEARING
Well in case you failed to notice, in case you failed to see,
this is my heart bleeding before you, this is me down on my knees
these foolish games are tearing me apart
HEY HEY HEY! TOUCH OF HIS SKIN FEELING SILKY SMOOTH,
COLOR OF CAFE AU LAIT ALRIGHT
MADE THE SAVAGE BEAST INSIDE ROAR UNTIL HE CRIED, MORE-MORE-MORE
- Qué vas a hacer ahora, Stephen?- los Head Boys se habían reunido en la barra
mientras la música se volvía más suave tras bailar Lady Marmalade. Stephen, que
tenía el deineador corrido del modo más atrayente, sonrió, observando su vaso.
- Me aceptaron en Inverness para estudiar Artes Oscuras. Y tú, Bill? Vas a la
Universidad?-
- No.- Bill le sonrió, su Gryffindor Valour en la mano.- Mi familia no puede
pagarlo, y aunque me den una beca, necesito ayudar a mi papá. Me aceptaron para
trabajar en Gringotts como rompedor de maldiciones. No sé adónde me mandarán,
eso sí.- Bill no mostraba amargura, sino una sonrisa.- Y siempre he querido
conocer otros países.-
- Mitchell?- Belial, sus ojos aún en Bill. Se va del país. Tal vez, si se va
pronto… se esforzó en mirar a Hugh- Y tú qué?-
- Voy a ser Auror. La academia ya me aceptó.-
- El Auror's Guild?- Stephen, impresionado. –Pensé que jugarías Quidditch. En
serio?-
- Claro que lo aceptaron.- Belial añadió, antes de que lo fueran a tomar como
elogio.- Es el único lugar donde cerebro no es requisito.-
- Y tú, presumido? Pajeándote en casa?-
- No. Inverness también: Alta Alquimia. Y Oliver en Teoría de la Magia.-
- Tendremos ramos comunes.- Stephen le sonrió a Oliver. Belial le hubiera dado
vuelta su Ravenwing de gin en la cabeza. Oliver, en cambio, parecía distraído, y
no miraba a los ojos.
- Oliver…-
- Bailamos?- le sonrió.
C'ME HERE BABY
YOU KNOW YOU DRIVE ME UP THE WALL WITH THE WAY YOU DO…
Belial negó con la cabeza, pero sonreía. Ay, mi Oliver. Lo abrazó en el ritmo
lento y cadencioso. Aspiró su aroma, su pelo. Las luces eran bajas y
anaranjadas, mientras se movían abrazados.
Eran una de las muchas parejas abrazados en la oscuridad, y Belial besó su pelo,
sus oídos, su hombro, aferrándolo.
No te vayas…
No me dejes…
CRAZY, CRAZY, CRAZY FOR YOU BABY… WHAT CAN I DO HONEY… I FEEL LIKE THE COLOR
BLUE…
Lo besó, despacio, lentamente. Su respiración, dulce y tierna. La había oído
toda su vida junto a él, día y noche. Sin ella, no podría…
THAT KIND OF LOVING SENDS A MAN RIGHT TO HIS GRAVE.
Un suspiro.
Y de pronto, Oliver, sollozando en su hombro. Belial sintió un puñal en su
corazón, agudo, retorciéndose, destruyéndolo: pero habló tan suave, tan tenue
como un susurro.
- Porqué lloras, mi amor…?-
Otro suspiro. Oliver, negando, tratando de sonreír, y sus ojitos tan tristes.
- Lloras porque Bill se va, verdad?-
Los ojos de Oliver, grandes y negros. Sus labios temblorosos. Belial los besó, y
un sollozo quebró a Oliver, que se echó a llorar abiertamente en sus brazos. Y
Belial lo estrechó, algo dentro de él dando sus últimos latidos.
THAT KIND OF LOVE YEAH I'LL NEVER GONNA BE THE SAME…
Belial siguió besándolo. Y luego, susurró en su oído, lágrimas tibias de Oliver
aún en sus labios:
- Vete con él. Dile que lo amas. Tendría que estar loco para negarse. Sé cuánto
te ama…-
Oliver, su cara pálida y tensa.
- Pero… Belial…-
I'M LOSING MY MIND
BECAUSE I'M GOING CRAZY…
Un beso. Y Belial sonriéndole, una sonrisa pícara y avasalladoramente triste.
- Vente conmigo esta noche. Y mañana… mañana eres libre. Sólo quiero que seas
feliz, mi amor…-
- Lo sabías…- su miedo a que lo odiara impreso en su rostro… como si pudiera… ya
quisiera…
- Siempre, mi amor…-
Oliver, sollozando. Pero Belial no lloró, besándole el pelo. Ya había llorado
suficiente.
I NEED YOUR LOVE HONEY I NEED YOUR LOVE…
Belial quiso ser tan lento, tan mágico como pudo. Cuando estuvieron solos al
fin, desvistió a Oliver en su cuarto con toda la lentitud que pudo, tan
dulcemente como pudo, sabiendo que era la última y única vez que podría. Lo
besó, y Oliver se le abrazó, entregándose con la dulzura de una baya madura.
Rodaron en el lecho en el que se habían amado tantos años, entre sus sábanas
blancas, afuera ya amaneciendo, compartiendo miles de besos que hablaban de
pena, de adiós, de amor, de afecto. Era un final adecuado.
I can feel it coming in the air tonight
I was waiting for this moment all my life
Can you feel it in the air tonight, oh love?
Despacio, dulce. Belial se tendió sobre Oliver, y lo cubrió de caricias,
descansando su cabeza en sus muslos de miel, aspirando su aroma. En el lecho
blanco parecían dos ángeles, la colcha echada atrás como si hubieran descartado
sus alas. Oliver temblaba, y lo abrazaba, respondiéndole beso por beso, caricia
por caricia, como si quisiera condensar en esos minutos todo el amor, todos los
años de amor que no podía darle. Era suave y tierno, pero a la vez afiebrado
cuando al fin la pasión los arrebató como los adolescentes que eran y Oliver se
halló enredado en Belial de un modo que cada suspiro era una ola de placer
estallándoles en la cabeza. Belial, su rostro hundido en su regazo, besándolo,
lamiéndolo, no dejaba de mirarlo, esforzándose en grabar en su mente cada gesto,
cada brillo diferente en los ojos negros que tanto amaba.
Oliver gritó bajo él, se le aferró, ríos de lágrimas sacudiéndolo en su primera
vez consciente, su primer orgasmo. Lloró abrazado a él, repitiéndole palabras de
amor, temblando entero. Y Belial, los ojos abiertos deslizó su frente por el
torso sedoso, su flequillo acariciándolo, sobre su corazón.
- Te amo, Oliver. Siempre te amaré…-
- Belial…-
I remember, I remember don't worry
How could I ever forget
this first time, the last time we ever met…
- Lo sé, Oliver.- Belial le besó los ojos, tendido allí, blanco contra las
sábanas, y muy despacio, sin dejar de mirarlo, le acarició los muslos, los alzó,
se apoyó su pierna en los hombros, y acarició la tibia carne entre sus piernas.
Oliver se disolvió mientras lo aflojaba, lo acariciaba con aceite de almendras,
lo relajaba. Se había prometido ser el primero en tomar a Oliver aunque lo
tuviera que violar: tendría ese premio al menos, para asegurarse que nunca lo
olvidara. Pero Oliver separó sus muslos con amor para él, sonriéndole con un
dejo de temor en los ojos, pero tanto amor en ellos que si Belial no hubiera
sabido, podría haber sido completamente feliz. Se alzó sobre él en manos y
rodillas, y sin una duda, sus ojos clavados en los suyos, lo penetró con un solo
impulso perfecto.
Yo también soy maestro de Pociones.
Oliver gimió y gritó bajo él, pero no hizo ningún intento de alejarse, de
escapar a la intrusión. Se aferró a las sábanas, las arañó, su cabeza echada
atrás en el nido de seda negra que era su melena, exhibiendo su pálido cuello
pulsante. Belial lo mordió, lo besó, desesperado por marcarlo, y sus dedos le
acariciaron el cálido miembro apoyado en su abdomen suave, oprimiéndolo con
manos que lo amaban. A Oliver le temblaban las piernas, mientras que a cada
empuje Belial lo mordía, lo besaba, lo lamía como si no pudiera saciarse de su
carne. Oliver le suplicó que lo dejase llegar, pero Belial continuó con su ritmo
lento y torturante hasta que dando un grito que contenía su nombre se aferró a
él con la fuerza de una fiera y vació su semilla, su dolor, su desesperación en
un orgasmo que se tardó una eternidad. Y luego se retiró, dejando a Oliver
tembloroso y ardiente, el calor entre sus piernas intolerable mientras su sexo
enrojecido convertía el placer en agonía…
- Tómame. Por favor. Oliver, te necesito…- jadeó Belial, tendiéndose a su lado,
de rodillas, la cabeza en la almohada como una ofrenda.- por favor…-
- B-Belial…- Oliver temblando buscó el aceite con desesperación, pero Belial lo
atrajo, lo besó, lo detuvo.
- No. Así. Hazme daño… hazme… daño…-
- Te lastimaré…-
- Lo quiero así…- susurros en el amanecer, súplicas. Belial sollozaba, y Oliver,
jadeando sin aliento, las manos temblorosas, lo aferró, le besó la frágil
columna, y lo penetró con la violencia del inocente.
Belial dio un aullido de bestia herida, y Oliver se detuvo aterrado al ver
sangre. Pero Belial gimió entre sus lágrimas, su rostro enrojecido contra la
almohada, apoyado en sus codos, que no se detuviera, que si se detenía lo
mataría, que siguiera, que lo hiciera suyo, y el rugir de las venas de Oliver
fue demasiado. Lo tomó con abandono, con torpeza, con hambre, y lloró su alivio
sobre la frágil espalda mientras Belial lloraba en la almohada, el dolor físico
y el placer salvaje borrando por un segundo el dolor de su corazón destrozado.
Largos besos, lentos, exhaustos. Y caricias, tantas…
I can feel it coming in the air tonight
I was waiting for this moment all my life
Can you feel it in the air tonight, oh love?
La luna se había puesto.
Oliver dormía en la claridad gris, hecho una pelotita, su espalda desnuda frágil
y acariciable, su nuca desnuda mientras Belial lo acariciaba, despierto,
abrazándolo por detrás, apoyado en un codo para mirarlo. Tan suave.
- Te va a dejar.-
De pie en la puerta tras él. Belial no se asustó esa vez: estaba demasiado
exhausto.
- Lárgate, Nathan. Tengo mejores cosas que hacer que asustarme de ti.-
- Estás llorando.-
Belial se enderezó y se dio vuelta. Nathan caminó, y con un saltito, se sentó en
el alféizar la ventana.
- VETE, Nathan. Déjame en paz.-
- Yo quería verte llorar.- dijo con extraña suavidad el fantasma. – Quería que
lloraras, como yo, mi Lucius…-
- Si alguien más me confunde con mi padre, gritaré.- suspiró Lucius con cansada
furia.
-… pero ahora que lloras…- Nathan se abrazó las rodillas.-… no lo soporto…-
Nathan. Pelirrojo, sus ojos celestes confusos, tiernos.
- VETE.-
- Lucius, si él ya no te quiere… yo te amo… te amaré siempre…-
Belial lo miró con ira. Contra la luna, Nathan era traslúcido y bello.
- Déjalos y ven conmigo. Ven a caminar conmigo, mi amor…- Nathan flotó,
descendió como una pluma en el aire hasta el lecho. Belial aferró a Oliver, su
mirada con un claro mensaje de amenaza. Pero Nathan sólo se posó en el lecho
revuelto por el amor, y lo miró a los ojos.
- Por favor no sufras… vuelve a mí…-
- Nathan…-
- Él ya no te ama! Yo sí te amo! Porqué nos haces sufrir? Tú me amabas! Yo lo
sé!-
Belial sintió sus ojos llenarse de lágrima oyendo a Nathan chillar lo que él
ansiaba tanto gritar. Acaso pago por lo que le hiciste a este niño, papá?
Su mano fue al talismán que lo protegía de Nathan, una pena súbita y ternura
tibia por el pobre mocoso. Pero no se lo quitó.
- No dejes de amarme! Si me dejas de amar, me mataré!- chilló Nathan furioso.-
Qué te da él que yo no? Yo te dí mi alma, mi cuerpo! Dijsite que me amabas? No
era verdad? NO ERA VERDAD?-
Belial lo hubiera estrangulado si hubiera podido. Pero lo que hizo fue echarse a
llorar, con manos inmateriales acariciándole el pelo.
- No quiero que llores… no llores por él, si yo te amo tanto…
- No pensé que te vestirías tan rápido.- Belial dejó una taza de leche en el
velador, que había bajado al Gran Hall a buscar ese sábado en la mañana. Oliver
estaba vestido, sentado en la cama, peinándose con manos temblorosas: tenía
ojeras profundas, los labios algo hinchados por tantos besos. Y lo miró con sus
ojos grandes y negros, la túnica vieja y calentita verde oscuro que tenía desde
cuarto envolviéndolo.
Belial la conocía. La usaba cada vez que se sentía nervioso por algo. Sin
hablar, le tendió el Vivicus Charm.
- Guárdalo. Aún puedes necesitar hallarme… o quizá quieras saber cómo
estoy…-Brlial hizo un esfuerzo para recuperar una voz tranquila.- Puedo quedarme
con el tuyo?-
Oliver asintió, sin voz. Luego lo miró cruzar la pieza y sentarse en la otra
cama, al frente. No se tocaban.
Oliver había hecho las camas. Estaban estiradas, perfectas.
- Voy a Hogsmeade hoy. Quieres algo?-
Oliver negó.
- No creo haberte mordido tan fuerte como para que no puedas hablar, no?-
Oliver rió muy bajo, sin alegría. - Belial…- dijo lentamente.
- Bill está en la biblioteca. No me preguntes: ya sé que los exámenes acabaron.
Debe estar leyendo.- Belial se mojó los labios en la leche, despacio.- Me lo
sopló Stephen.-
Oliver lo miraba, sus ojos llenos de esperanza, y también dolor. Belial le
acarició la espalda, y luego se la palmeó despacio. Le tocó el pelo. Pero no
había necesidad de arreglarlo: así, suelto como plumas negras era como mejor le
quedaba. Vagamente le tocó la túnica, la cara, como si lo bendijera.
- Bueno… ve por él, tigrecito. Si todo falla, aquí estaré.- añadió con una
sonrisa que quería ser animosa, aunque sus ojos eran traslúcidos.
Oliver dio media vuelta, despacio, y Belial respiró hondo.
Oliver dejó con todo cuidado el vaso de leche en el velador, se le arrojó
encima, lo besó con toda su alma y salió corriendo.
Belial se desmadejó en el lecho. Y suavemente, con una risa triste, puso un
brazo sobre sus ojos húmedos.
Tras un baño y un poco de poción Snape se sentía medio humano otra vez. Estaba
tratando de poder conseguir unas horas de sueño tras llorar hasta dormirse por
Djeri cuando a las dos y media de la mañana le golpearon la puerta.
QUIENQUIERA QUE SEAS, ERES POCIÓN.
Y era Belial, vestido de pies a cabeza con su uniforme arrugado, el pelo
imposible, y el clásico gesto de dolor de alguien a quien acaban de tomar sin
preparación.
- Belial?- su ira desapareció. Ojos tristes, vacíos. Y una sonrisa que trataba
de no ser llanto.
Belial le enseñó una botella de brandy al chocolate.
- Pasa.-
Esa noche los dos se emborracharon como para morirse.
Sometimes I sleep, sometimes it's not for days,
- Mi padre… usted lo amaba, no?-
Un silencio confortable. Belial tendido de lado, los pies sobre el brazo del
sillón, la camisa abierta, la copa balanceada en el pecho. Snape calmo y quieto,
su copa en la mano extendida, sus piernas estiradas cómodamente frente al fuego.
Un suspiro.
- Siempre.-
- Y él?-
- Yo creía que sí… hasta Nathan.-
- Nathan?-
- Sí. Nathan lo amó como yo nunca fui capaz. Lucius trató de alejarlo de
nosotros porque correría peligro cerca de Lord Voldemort. Pero Nathan se mató
tras que Mordaunt… y yo… lo usáramos para completar una poción.-
- Mi padre…-
- Tu padre lo halló colgado en la enfermería, y casi enloqueció. Nunca volvimos
a tener contacto, hasta…hasta ahora.-
- Y el padre de Oliver…?-
Otro suspiro, muy triste.
- Mi Djeri. Lo amábamos. Como a Stefan. Sé que te puede sonar pervertido, pero
nos amábamos, los cuatro, como no te imaginas. Vivimos juntos siete años,
compartimos todo, sin tapujos.- una risa.- Yo tuve que aprender a peinarme y a
despertarme solo después.-
- Me lo imagino.- voz amarga.- De veras.-
- Ahora sólo quedamos tu padre y yo.-
- No deberían separarse.-
- Belial, todo lo que ha pasado fue culpa mía. Yo los metí en esto. No podría
volver a mirar a tu padre a la cara sin pensar en mi Djeri muerto… en mi Stefan
muerto…-
Las llamas, crujiendo. Snape le echó otro palo al fuego, y se bebió el brandy de
un trago.
- Cómo se las arregla para dormir de noche?- Simple pregunta, los ojos vivos con
curiosidad que no era sólo teórica. Belial quería saberlo, lo necesitaba. Snape
le arrojó un pequeño vial del mantel de la chimenea.
- Fácil. Apoyo la cabeza en la almohada, dos gotas de esto, y ronco.-
And the people I meet always go their separate ways
- No se siente solo?-
- Todos los días.- voz igualmente amarga.- En especial, en cada graduación.-
Belial mirándolo. No lo voy a ver más. Ni siquiera lo había pensado…
Ojos húmedos.
- Lo voy a extrañar, Profesor. Usted ha sido…-
Esa sonrisa, triste y calma.
- Ssshh.-
Ambos alzaron sus copas despacio. Y adentro ese ardiente líquido.
Sometimes you tell the day by the bottle that you drink,
Los dos bebiendo en silencio. Belial se sacó los zapatos, y con sus pasos
felinos se acurrucó en el regazo de Snape otra vez, pero esta vez como un pobre
niño herido.
- Profesor…- susurró Belial en su oído. Se movió, inquieto.- Si usted quiere…-
- Duerme, mi niño.-
- Pero… no resista… no… me quiere…?-
Un suspiro. Ojos negros cálidos y comprensivos, amantes, en desesperados ojos de
plata tan familiares.
- No sería un hombre si no quisiera la sombra de lo que fue una vez, mi amor.
Pero no te usaría así. Tampoco tendría derecho a llamarme hombre si tomara de ti
mi propio placer. Pero siempre te amaré como si fueras mi hijo, el hijo que no
tuve, hijo de mi carne, mi Belial…-
Belial le echó los brazos al cuello, y le dio un beso que Snape respondió
suavemente. Luego se acomodó en su regazo como un gato favorito, su cabeza
contra ese corazón que latía tras capas y capas de toga negra, y se durmió,
mientras Snape le acariciaba el pelo, y le cubría las piernas recogidas con una
esquina de su propia toga.
And times when you're alone all you do is think .
Snape lo meció hasta el amanecer, los ojos fijos en el fuego.
Lucius.
No sé si tendré la entereza de verte en la graduación.
Vendrás?
CAPÍTULO VEINTICUATRO
THE DREAM
Talk to me amazing mind, so understanding and so kind
You're everything to me
Oh my life is changing everyday every possible way
Though my dreams, it's never quite as it seems
Because you're a dream to me, dream to me
Bill dio un salto cuando Oliver se materializó en su mesa de la biblioteca,
donde estaba medio oculto leyendo consideraciones previsionales del trabajo
bancario. Como siempre, su rostro estaba perfectamente tranquilo y calmo, pálido
y bello, aunque ojeroso. Y aunque una lluvia de verano amenazaba las flores de
los árboles frutales afuera, su única protección era su pelo en una bufanda
sedosa y negra.
Ojos negros tan perfectamente cerrados como un espejo.
- Bill, necesito hablar contigo.-
Bill bajó la vista a través de sus lentes redondos, mirando la columna de
números en su regazo. Luego alzó ojos celestes y amables, que esta vez estaban
exasperados.
- Oliver, no tengo tiempo para tus juegos. Por favor, déjame solo.- suplicó,
cansadamente. Era la voz de alguien herido donde más dolía: esas semanas de
silencio de Oliver tras su sorprendente confesión, de Oliver esquivándolo donde
él era demasiado discreto, demasiado tímido para presionar, habían sido una
bofetada. Y aunque no chillaba por daños y perjuicios, como habría hecho Hugh,
ni ansiaba venganza, como hubiera hecho Belial, Bill exigía y suplicaba a la vez
que lo dejasen en paz.
- Bill, voy a hablar contigo. Y si crees que no haré una escena aquí, te haré
una obra de tres actos en el medio de la biblioteca.- dijo Oliver con una rara
finalidad en la voz. Bill lo miró sorprendido: Oliver tenía la expresión de
alguien apostando los ahorros de su vida al Magic Lottery. – Así que vamos?-
Whispering my goodbyes, waiting for the train,
I was dancing with my baby in summer rain.
I can hear him saying nothing will changue
cause I dance with my baby in summer rain.
La lluvia empezó a caer suavemente a media tarde. Belial estaba solo en el campo
de Quidditch, su bufanda blanca flotando en el viento sobre su impecable ropa
gris, largo abrigo de gamuza, sweater y jeans de terciopelo fino, todo en el
tono del cielo que lloraba. Si no hubiera sido por el reflejo dorado de su pelo,
podría haber pasado por una fotografía en blanco y negro.
Estaba perfectamente quieto, sus ojos en el difuminado dibujo a tinta que era la
oscura torre de Astronomía, su costado de piedra elevándose en una bella línea
recta ochenta metros hacia el cielo. Donde se había acostumbrado a mirar, en sus
entrenamientos de Quidditch, para ver el banderín negro de la melena de Oliver
al viento, cuando estudiaba allí. Visible.
Algo a lo que alzar los ojos.
Alguna vez, en una noche clara, había visto las estrellas en esa torre, la
silueta de Oliver recortada contra el marco centelleante, una mano cálida en la
suya. Mi pequeño astrólogo. No leíste esto para nosotros, en tus estrellas?
- Belial?-
- Mm?-
- Si tienes una cita aquí, te vas a resfriar.- la amable voz de Stephen. En su
chaqueta azul, sonrisa en los ojos, nunca en los labios. Gotitas de lluvia en
sus lentes.
- Tú que haces aquí?- voz calma, pero no hostil. No tenía fuerzas para ser
hostil ahora.
- Salí a dar una vuelta y me agarró la lluvia. Y al verte, pensé que quizá
querrías ensayar preguntas de la prueba de ingreso a Inverness.-
- Stephen?-
- Mmh?-
- Es eso una invitación medio velada a que nos enamoremos y tengamos sexo?-
- No.- Stephen lo miró sin sorpresa.- Halagado como estoy, y atractivo como
eres, tengo que decirte que estoy interesado en otro Slytherin.-
- No me vengas tú también con lo de Oliver…-
- Podrías pensar en hetero por un segundo? –
- Ari o Kirsten?-
- Ari.-
- Ooh.-
- La verdad es una invitación medio velada a que me invites a tu torre, yo la
enamore y tengamos sexo.-
Belial se echó a reír hasta que tuvo que secarse los ojos.- Ooh, Stephen…-
- Olvida a Oliver, Belial. Es el destino. Siempre me ha consolado eso.-
- Mi padre dice que lo llamas destino cuando no sabes el nombre de la persona
fregándote.-
- Olvídalo. Tienes tu futuro por delante. – Stephen agregó amablemente,
dejándolo para bajar las gradas de dos en dos.- La invitación sigue en pie,
Belial. Después de todo, Snape va a tener una coronaria si después de ser Head
Boy del año por encima de tuyo, encima entro en Inverness y tú no.-
- Aún no se sabe quién es el Head Boy del año, arrogante buitre!- chilló Belial,
recuperando de pronto su energía.
- Oh, lo seré, lo seré.- Stephen se desvaneció en la llovizna con su arrogante
paso. Belial rió y se cobijó bajo el techo de las gradas más altas, estirando
las piernas, aún risueño, aunque con los ojos tristes.
I remember the rain on skin and his kisses harder than the scent on the wind
I remember looking in his eyes.
Estaba sombrío allí. Mientras miraba la lluvia caer, suave y dulce en verano,
recordó como bajo los manzanos blancos él y Oliver habían bailado una vez un
loco vals esperando por un feroz arcoiris al atardecer. Había sido tan intenso.
Ese simple recuerdo de su risa y su aroma suave, y la sensación de su piel bajo
los dedos. Habían bailado hasta caer en el césped empapado y blando como una
esponja. No hacía frío mientras se miraban a los ojos, esos ojos de Oliver que
eran como la noche de verano. Un arcoiris sobre ellos, en el atardecer.
Belial tenía tanto frío que no estaba seguro de no haberlo soñado.
Oh my love, it's you that I dream of
Oh my love since that day,
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
Lo ansiaba tanto que le dolían los dedos de frío. Ansiaba tanto su calor, o
cualquier calor, cualquier abrazo, que temblaba.
- Olvídalo… me tienes a mí…- oyó el susurro. Nathan estaba junto a él, sus
grandes ojos llenos de pena.- Olvídalo…-
- NO PUEDEN ENTENDERLO?!- gritó Belial, de súbito, lanzándose gradas abajo,
huyendo del fantasma, sus gritos resonando coléricos.- NO PUEDO OLVIDARLO! NO LO
OLVIDARÉ, NI AHORA NI NUNCA, JAMÁS!-
Bajó hasta el césped, y se apoyó en el húmedo pasto. Llovía, y el césped mojado
y el cielo gris eran los mismos. Porqué ellos no eran los mismos? Porqué estaba
solo?
Se cubrió la cara con las manos, y lloró. Ni siquiera me amó nunca, no de
verdad. No como a él. Y yo fui feliz con esa mentira. Y ahora no importa lo que
haga, no puedo escapar, no puedo… olvidar… de alguna forma, siempre me quedaré
contigo bailando bajo esos árboles… siempre anhelaré volver, y lo mejor de mí se
quedará allí, congelado contigo…
Miénteme otra vez, déjame vendarme los ojos otra vez. La luz es tan horrible…
cúbreme con nubes protectoras otra vez…
Doesn't matter what I do now, doesn't matter what I say
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
Oh summer rain
- Bailas conmigo?-
Belial alzó los ojos. Entre sus lágrimas, contra el cielo, Nathan era casi
traslúcido, pero podía ver el amor en sus ojos, su sonrisa. Y podía sentir su
mano cálida en la suya cuando lo tomó.
Era más bajo que él, y se sentía cálido y dulce contra su pecho cuando se le
abrazó para bailar, cantándole suavemente una vieja canción bajo la lluvia de
verano. Había tanto amor, tanta ternura que Belial sintió sus labios temblar, y
no se echó atrás cuando Nathan se empinó ingrávido y lo besó con labios
inmateriales pero no por eso menos cálidos.
- Como esa vez en la nieve… te acuerdas?- le susurró tiernamente. Belial no se
resistió cuando Nathan lo tendió en el pasto mojado, para llover caricias y
besos sobre su figura inmóvil, así como el cielo seguía derramando lágrimas
sobre su piel. Cerró los ojos, y trató de soñar: pero seguía viendo a Nathan,
dulce Nathan con su pelo rojo difuminado cada vez más real y corpóreo sobre él,
sintiendo su calor, un calor que no era su imaginación.
Y finalmente, Belial sintió labios, humedad real en su boca, un beso tímido y
apasionado. Y Belial abrió los ojos para mirar esos ojos celestes luminosos
sobre él.
All the nigth I stood there watching and the feel of you is so close
I can feel you when the wind blows close right through my eyes
- Muéstrame.- susurró fieramente.- Muéstrame que me amas. Si me haces olvidarlo,
soy tuyo, Nathan. Sólo llámame Belial…-
- Como quieras, mi amor…- Un susurro y un beso: la niebla lo envolvía, y era tan
tibia que Belial cerró los ojos bajo la lluvia y se dejó acariciar. Sentía manos
frías, pero suaves, en su pecho, su sus brazos, abriéndole la ropa. No se movió.
No se movió ni aún cuando sintió su desnudez acariciada por la lluvia, pulsante
y húmeda.
Despacio, una caricia bajando por su cuerpo, sus propios muslos separados,
cálidos y temblando a cada gota de lluvia. Un beso que casi lo hizo gritar.
- Háblame. Háblame de nuestro amor…- susurró, sintiendo cómo lo penetraban con
cuidado exquisito, con delicadeza perfecta, su mejilla ardiendo contra el pasto
mojado, la lluvia corriéndole por las piernas.
Lluvia súbita y sobresaltadora entre sus piernas, gotas abriéndose camino,
heladas en su carne ardiente. Gimió, consciente de que para cualquier otro que
lo viera parecería un joven solitario acariciándose de un modo muy hedonista.
Pero ese calor dentro suyo no podía ser su imaginación. Esos besos, las
caricias, no lo eran. Si lo eran, definitivamente había enloquecido.
Si dejaba de doler, le bastaba. Belial tragó y apretó los dientes, cerrando los
ojos, las uñas clavadas en la tierra. Pero la caricia era suave, tan poderosa,
tan lenta, que temblaba entero, casi en convulsiones. No podía controlarse, ni
graduar su reacción a ese ritmo, a esa caricia inmaterial.
- Eran tan dulce conmigo. – en la palabras de Nathan había un mundo de ternura,
de devoción: ese era el sentimiento exacto. Devoción ciega, entregada. - Eras un
poema… casi como un dios, y bajaste tu mirada a mí para amarme, para ser amable
conmigo. Nadie nunca lo había sido, jamás. Nunca nadie fue lo que tú fuiste. Te
dije que te amaba y me quisiste! Me quisiste de verdad! … me besaste… te
entregaste a mí y yo te amo más que nadie en el mundo…-
Belial se azotaba contra el lecho verde que era el pasto. Estaba temblando.
- Por favor…-
- Te amo…-
- Nathan, por favor…-
- Te amo, Belial…-
- NO!- Belial estalló con una fuerza que nunca había conocido: el mundo se le
puso negro. Besos en sus sienes, en su rostro, en sus labios… la lluvia seguía
cayendo, y Belial, sus lágrimas mojándole la cara, se quedó allí, temblando.
Estaba solo en el pasto húmedo, el cuerpo mojado por la lluvia y por su propia
explosión. Completamente vestido se quedó tirado allí, los ojos en el cielo
blanco, pálido y exhausto.
Solo.
Belial cerró los ojos, la miseria envolviéndolo, su ansia por Oliver
carcomiéndole los huesos.
Dios … haz que pare… me duele tanto…
Oh my love, it's you that I dream of
Oh my love since that day
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
- Bill.-
Bill estaba inquieto. Oliver lo había medio arrastrado, medio empujado sin
vacilación hasta la Torre Gryffindor, donde habían compartido su primer -y
desastroso- beso. No había nadie a la vista: siendo el último fin de semana del
año todo el mundo había aprovechado para escaparse a Hogsmeade. Sólo los alumnos
de séptimo se habían quedado atrás, ya nostálgicos de su colegio…
- Oliver, no sé qué quieres decirme. Pero crees que sea lo que sea valga la pena
hablarlo? Quizá tú tenías razón, y todo fue un error. Estabas débil, y yo
ansioso y preocupado, y ahora estás trasnochado, y considerando tu relación con
Belial…-
- Eres un absoluto imbécil.-
La frase, dicha con ese exquisito acento francés y con esa delicada rigidez de
Head Boy que distinguía a Oliver fue una incongruencia tal que Bill se quedó con
la boca abierta.
If I were an only child I would be a lonely child
but baby we've got nothing to lose: I'm standing tall in my own shoes
I'll take this chance, I'll make this choice
I'll right this wrong, I'll raise my voice
if it means we'll be together for a while
- Perdón?-
- Mi relación con Belial se acabó, por mutuo acuerdo, si es esa tu preocupación:
no vendrá a echarte una maldición prohibida, y si viene, que lo dudo, se las
vería conmigo. – la voz de Oliver era tranquila, casi juguetona, pero cargada de
una decidida electricidad. Había una fuerza, una energía que Bill no recordaba
haberle visto nunca. Fuera de la sombra de Belial, ya no era esa grácil,
perfecta sombra. Era un muchacho con ojos de carbón encendido y sonrisa
desafiante. Era fuerte, y poderoso: y toda su adoración por el frágil poema de
niebla francesa que pensaba que era Oliver Lestrangue se desvaneció inseguro,
para impresionarse con ese Oliver que pisaba fuerte y hablaba claro.
I have never had a doubt but for you I'll take time out
I'll push his love far away from me and then you'll be completely free
I'll give up my security for just the possibility
that we could be together for a while
- Oliver, no… de veras acabaron con Belial…? Que pasó? Ustedes se querían
tanto…- su voz bajó, impresionada.- …o pensé que se querían.-
- Nos queremos. Pero no vine a hablarte de Belial. Vine a hablar de nosotros.-
Bill tomó aire.- Noso-nosotros?-
Oliver se volvió con su calma, nueva seguridad. Avanzó hasta él, y echándole los
brazos al cuello, lo besó.
Bill se quedó con la boca abierta, en ambos sentidos.
- Ahora si quieres me voy. Pero supongo que fui bastante claro.- Oliver sonrió,
una sonrisa algo húmeda y temblorosa. Bill se quedó allí mirándolo un momento, y
luego fue a apoyarse en silla de madera que era su trono en la sala común de
Gryffindor.
- Dices que… querrías… estar con…-
- Contigo. Juntos. – Oliver respiró.- Me quedo o me voy?-
Bill se apoyó allí, voz muy baja.- Hablas en serio?-
- Te lo firmo?-
- Oliver, podrías por un momento dejar de ser tan…? - Bill se sentó, se quitó
los lentes, y sonrió tímidamente.- … Estoy confuso. No puedo creer todo esto…-
- Qué tengo que hacer para que lo creas?.- Oliver se sentó en una silla cercana,
frente a él. La túnica le envolvía las piernas, marcando las delicadas líneas
como si estuvieran desnudas: pero estaban tensas, y Oliver tenía los ojos negros
llenos de esa energía nerviosa con la que la gente salta al río.
- Convénceme.- susurró Bill, sus ojos celestes incapaces de creer, sus labios
húmedos aún, una expresión iluminada pero temerosa en su rostro.
If you said "Jump!" I'd say "How high?"
If you said "Run!" I'd run and fly
Just for the chance
Just for the moment
Should the moment pass us by
- Sabes que has recogido mis libros cuarenta y tres veces?-
- Qué?-
- Siempre que Hugh me asusta y los dejo caer, siempre me los recoges.-
- En todos estos años, cuarenta y tres veces?-
- Belial te ganaba a veces.-
- En la sala de Head Boys?-
- Diferentes locaciones.-
Bill rió para sí, suavemente.
- No lo puedo creer. Numeras esas cosas?-
- Sólo las tuyas, Bill. Eran importantes para mí.
Bill se quedó mirándolo con asombro, sonriendo de pronto.
- Qué otras cosas has numerado?-
Oliver se levantó para caminar por la alfombra rojiza contra la que su túnica
verde contrastaba brillante. La tarde lo iluminaba mientras su rostro se llenaba
de animación, y sus ojos se oscurecían al recordar.
- Me he tropezado contigo en los pasillos a solas ciento once veces: le has
puesto azúcar a mi té quince veces en las reuniones: y me has dado una palmada
en la espalda para felicitarme tras Quidditch noventa y siete veces.-
- Qué más?-
- Me has dado caramelos trescientas dieciocho veces: tu postre, 53, ayuda en
Herbología, 12, bajar las cosas de donde yo no alcanzo, 83, y me has besado 3
veces.-
Bill parpadeó, su mirada baja.
And if you ask once I'll tell you twice
I'll ignore the world's advice
if we could be together
for a while
- Oliver, yo…- suspiró.- Es que no me lo creo. Han sido demasiados años
esperando, y tras esa decepción… no sé si sería bueno arriesgarnos otra vez.
Somos muy diferentes, sabes? Yo Gryffindor, tú Slytherin, con todo lo que eso
conlleva. Tú calculas las cosas, yo me dejo llevar… y la verdad, todo esto es un
poco anticlimático.-
- Vamos a tu dormitorio y te mostraré "anticlimático"-
- OLIVER!- Bill estaba tan rojo como su pelo. Y Oliver, de pronto, riendo como
si ya no tuviera ninguna paciencia, se sentó en su regazo, le quitó la banda del
pelo y los lentes y dijo con voz segura:
- A tu dormitorio. No te estaba invitando, te estaba diciendo. Moverse,
Weasley.-
Bill se resistía, aunque se había puesto de pie, tirando de su mano.
- No me harás lo de Belial a Hugh… Oliver, tenemos que hablar…-
Oliver saltó como un gatito y se le agarró con brazos y piernas, casi haciéndolo
perder el equilibrio, mientras lo besaba con tal entusiasmo que no podía
respirar.
- Ya está todo pensado. Ahora, me dices que me amas otra vez, o te tengo que
amarrar?-
I am taken by your strength
I've thought about it at great length
I thought that I was happy now
but there are things that I found out
Ése era su Oliver? Tímido, quieto, educado Oliver? El Oliver a cuyos secretos
ojos negros le bastaba echar una mirada secreta, robada en alguna clase o con
decirle buenos días para quedar atrapado en esa negrura por días? Oliver había
sido inalcanzable, misterioso, un secreto indevelable que lo hacía observarlo a
través de los días, tratando de entender a ese misterio que caminaba, respiraba
y atendía en clase con voz suave. Cada gesto de Oliver era un delicado enigma
que lo había mantenido noches enteras en vela, su piel, su pelo, sus ropas otros
tantos misterios que el sólo tocarlos le dejaba una sensación eléctrica. Y ahora
que tenía a Oliver aferrado a él, sonriendo, no podía sacudirse una sensación de
irrealidad. Todas las barreras caídas demasiado de pronto? Todo lo que los
detenía, desvanecido como humo por un gesto elegante de su mano pálida?
- Pero y Belial…-
Oliver se las arregló para maniobrarlo hasta arrojarlo de bruces a la cama y
cerrar la puerta. Luego se sentó en su espalda para quitarle los zapatos, con un
suspiro.
- Oh, Bill… quiero a Belial, lo querré siempre. Pero me tomó siete años y
lastimar a mi Belial el darme cuanta que te amo como a nadie, y no voy a perder
un minuto más.- lo volvió y tironeó sus pantalones, apartando las manos que
trataban de detenerlo.- Fuera las manos. Esto es lo primero que hago por mí
mismo y voy a averiguar cómo es, pero ya.-
- Oliver…-
Oliver le echó una mirada como si considerara detenerse. Luego, lo amordazó con
los pantalones.
- Te caíste de las gradas?-
- A ti qué te parece, Mitchell?- Belial abrió los ojos medio atontado,
observando que había parado de llover y que el cielo nublado se volvía noche
rápido. Estaba tendido en el pasto mojado, a medio vestir, y su cuerpo aún
dormitaba en los efectos de la pasión. Nathan había sido bello y aterrador. Y
sin embargo, en sus brazos, Belial no había tenido miedo. Ni dolor.
Era así que se sentía estar muerto?
Nada mal.
- Estás bien?- Hugh se quedó callado e incómodo al ver lágrimas frescas en la
cara de Belial.- Oh, mira, es mejor que lo olvides, yo me alegro por ellos…-
*THUD*
- y a qué vino eso?!- Hugh se frotó la mandíbula, despatarrado en el pasto.
- Alguien más me repite esa línea, LO ASESINO.-
- Belial…- Hugh trotó detrás, inquieto, para finalmente verlo alejarse.- Te veré
esta noche en la sala de esgrima, Ok? Necesito hablar contigo! …Belial…-
Belial le enseñó la mano sin volverse, un dedo en particular.
Demonios. Sí que hace difícil tenerle pena…
- Miaw?-
- No, nada de Miaw. – Bill gimoteó echado en el lecho.- Pensar que he compartido
mi infancia con un maníaco sexual como tú…!-
- Miaw?- Oliver, echado en la almohada, desnudo y cómodo, su piel pálida
sonrosada, de espaldas apartándose la melena negra de la cara tenía la cara más
satisfecha que nunca hubiera lucido. Bill, por el otro lado estaba echado de
bruces como una estrella de mar en la mitad de la cama deshecha, su pelo
cayéndole en la cara y la expresión de que alzar un espagueti sería mucho para
él. Uno crudo.
Oliver se frotó la cara igual que un gato grande, blanco y negro.
Bill rodó sin ningún estilo para enfrentarlo cara a cara.
- Oliver…-
- Otra queja y te spank. Y no creas que no lo haré.- Oliver tenía ganas de reír,
aunque no sabía porqué. Pero se le pasaron cuando Bill no dijo nada, nada de "
somos muy jóvenes" o " alguien puede vernos" o " qué le diré a mis padres" ni
ninguna otra estupidez - típica – de - Bill.
No, lo que Bill hacía era mirarlo a los ojos, apoyado en los codos, despeinado,
para acariciarle la cara.
- Promesas, promesas.-
Oliver sonrió. Y Bill lo besó con tierna seguridad, con hambre y ternura, y
Oliver de pronto se tensó y dio un grito al sentir la mano suave de Bill en él.
Se aferró a la colcha, mientras los besos bajaban hasta devorarlo, y Oliver se
puso la almohada en la cara y la mordió, incapaz de soportar más sin ponerse a
chillar, incapaz de soportar ver a Bill – el perfecto, responsable, calmo,
maduro Bill Weasley, Head Boy Extraordinario, - *su* Bill, que siempre parecía
caminar por planos más elevados que los mortales, con su melena roja hundida
entre sus muslos temblorosos, lamiéndolo, masajeándolo con manos increíblemente
talentosas. Bill lo amaba, aunque sonara increíble.
- Bill…- jadeó.- Bill, voy… BILL! No puedo más! BILL!- Bill s elimitó a
profundizar más sus caricias, a hacerlas más violentas y rápidas. Y Oliver gimió
y se aferró a los hombros de Bill, hasta caer de espaldas en el lecho,
tembloroso y satisfecho, vagando entre una niebla cálida.
-…Bill…-
Ni una respuesta. Bill estaba ocupado besándole el pecho.
- Bill… dónde aprendiste a… casi me matas…- más insistente. Oliver tironeó sin
fuerza la melena roja, para encontrarse con ojos celestes pícaros.
- Miaw?-
-…-
Cuando Belial llegó, Hugh ya estaba allí, espada de esgrima, dorada y negra de
los 'Puffies en la mano.
- Llevo esperándote como una hora.-
- Y eso me debería preocupar exactamente cuánto?- Belial se quitó el sweater
negro y se quedó con un beatle blanco y jeans, su espada de esgrima firme en la
mano. Se echó el pelo atrás, saludó, y atacó a Hugh como un tigre.
- OyEE!- Hugh saltó atrás y lo paró, para mirarlo exasperado.- Yo quería HABLAR
contigo!-
- Seguro que no me hiciste venir a las once de la noche con mi espada, a la sala
de esgrima, para chacharear un rato, no?-
- La última vez que vinimos, combatimos y te derroté, te acuerdas?- Belial
estaba insoportable. Cuando se echó atrás y palpó la punta de su espada para
asegurarse del filo, y luego se lamió el corte delicadamente, su pelo en hilos
cayéndole en la cara, era imposible no desearlo.
Hugh bufó.
- Belial, Slytherin de mierda. No me hinches. Dije que simplemente quería
*hablar * contigo.-
- Habla y combate. O es hacer demasiadas sinapsis para ti?-
Hugh gruñó, y lo atacó. Eran de la misma estatura, y aunque Belial fuera mucho
más rápido, Hugh tenía músculos de acero. Pero la esgrima de Belial era la de un
maestro: la de Hugh, en cambio, era rudimentaria. Era bueno para aprender, de
todas formas: pero era obvio que aunque Belial paraba, giraba, fintaba y
pinchaba con tal desinterés que sugería que podría haberse leído un libro y
cantado Me gusta pulir mi varita, oh , oh, y mis calderos, sin desconcentrarse,
Hugh transpiraba, giraba y sufría para poder bloquear a esa gracia diáfana.
- Belial…?-
- Mmm?-
- Quiero que me entrenes…OW!-
- Cuidado con tus pies. Un pollo razonablemente inteligente podría haberme
esquivado, Mitchell. Uno asado.-
- Infeliz…- Hugh cargó, irritado.
- En qué quieres que te entrene? Si es en espadas, me niego desde ya, no tengo
dos milenio para perder.- Belial lo rechazó, se movió al lado y lo mandó al otro
lado del cuarto al hacerlo perder su equilibrio. Hugh no cayó, y se giró como un
leopardo, pero uno con muy poca gracia. Se sopló los rizos fuera de la cara
roja, y acezando, le echó una mirada asesina a Belial.
- Qué miras, Mitchelín?-
- Quiero que me enseñes las maldiciones prohibidas.-
Belial no pareció sorprendido, sino más bien aburrido.
- Y qué te hace pensar que yo…-
- Oh, vamos, Belial! Tu padre tiraba Avadas como quien tira caramelos. Apestas a
magia oscura, está en tu sangre! Si yo voy a estar a un lado del mostrador y yo
del otro, trabajar juntos nos beneficiaría a ambos…-
- Trabajar?- Belial hizo un floreo y atacó.
- Trabajar. Tu padre trabajaba para Quien Tú Sabes…- Hugh se retrajo, la espada
de Belial súbitamente amenazadora: Belial ya no parecía nada aburrido, tampoco.-
… yo voy a ser un Auror. Cuando al fin caigan todos los magos oscuros, tu padre
caerá… pero si me has ayudado, yo podría protegerte…-
Belial lo pinchó en el hombro, y le dio con toda su fuerza un empellón que lo
hizo perder la espada y caer de espalda.
Deja Vu.
Belial sonreía. Las velas que iluminaban la sala de esgrima auroleaban su pelo.
- Qué te hace pensar que los magos oscuros caeremos, Hugh?-
Hugh lo miró desde el piso.
- El que nosotros estamos dispuestos a empujar.-
Belial rió. Luego, le tendió la mano.
- Arriba, mitchell. Para corresponder a tu amabilidad, te diré que si las cosas
salen al revés, te devolveré el favor. Y ahora agarra tu espada y vamos…-
Practicaron un rato: siendo de la misma estatura, no era difícil copiar sus
movidas. Belial insistió en que Hugh primero aprendiese esgrima antes de duelo:
pero cuando en la mitad de una finta le disparó un Stunning charm y el 'puffie
se azotó contra el piso, se echó a reír.
- Hughie hughie. El duelo de magos se trata de eso. Esgrima, y magia.-
Hugh parpadeaba, desorientado. Belial rió, e iba a hablar, cuando una voz
profunda lo interrumpió.
- Belial, no es un duelo justo en lo absoluto. Enfréntate a un enemigo con
conocimientos de duelo mágico, si deseas combatir.-
Y Belial se quedó con la boca abierta al ver al profesor Snape con una larga
espada negra en la mano, observándolos desde la puerta. Su túnica negra se
reflejaba en el brillo broncíneo del mármol en el piso.
- Usted… combate?-
- Hace mucho tiempo, sí.-
Hugh se echó atrás, sorprendido. A la luz de las velas, eran un nocturno: negro
manto, fría plata.
- Me haría el honor?- pidió Belial, con una sonrisa anticipada, ansiosa.
Snape asintió. Luego para su sorpresa se volvió a él, y dijo:
- Preste atención, Mr. Mitchell. Un duelo de magos… es así.-
Belial era un brillante duelista y hábil esgrimista, pero nunca había visto ni
la mitad de los movimientos de Snape. Era como enfrentarse a dos hombres a la
vez: un maestro de espadas, y un mago poderoso: la mano de la espada y la de la
varita eran completamente independientes, excepto cuando se sincronizaban para
golpear. Eso ya era bastante malo: pero ni siquiera podía distinguir sus
movimientos por la túnica amplia y oscura, que un par de veces Snape le arrojó a
la cara, despistándolo. Sólo instinto lo salvó, reducido a sólo defenderse, pero
la marea negro no le dejaba espacio ni para meter la espada. Y cuando sintió la
pared a su espalda, supo que estaba perdido.
La varita y la espada juntas, en su cuello. Los ojos negros de Snape muy cerca,
su pelo en la cara, aunque su respiración no estaba ni agitada.
Negro, poderoso, y pétreo.
- Te rindes?-
- No.- Belial parpadeó. No era su voz, aunque muy, muy parecida. Snape se volvió
en un revolear de alas negras, y vio a su padre, espada en la mano, capa negra
descartada cayendo al piso, con un estrecha túnica de gala negra y plata.
Sonreía.
- Métete con uno de tu tamaño, Severus.- rió. Tenía ojos pícaros, y a la vez muy
intensos. Y cuando Belial los vio enfrentarse, una pantera y un halcón blanco,
pensó que nunca había sabido el significado de un duelo de magos. Violencia, y
belleza, y destreza, las luces de magia estallando e iluminándoles las caras en
una miríada de colores, los aceros reflejándolos, chocando, separándose. Tanta
habilidad. Tanta.
Eran hijos de una guerra.
El viento de la puerta que Lucius dejase abierta se robó las llamas de las
velas. En la penumbra, Belial vio a su padre alzar la espada con ambas manos,
trazar un círculo, y de pronto clavársela a Snape en la toga a la altura del
pecho. Hubiera gritado, pero Snape se quedó quieto, mirándolo, mientras Lucius
también se quedaba en silencio, sonriendo.
Un hilo de deseo, derrota y furia. Negro y plata, otra vez.
- Te tengo, Severus.- susurró Lucius.
La espada de Lucius se desvaneció. Era una ilusión.
- Hablaremos mañana.- gruñó Snape, antes de irse como un gran murciélago negro.
Belial se quedó mirando la sonrisa feral de su padre.
Era amor, y hambre.
Y yo sigo solo.
Cómo pudiste lastimar tanto a Nathan, padre? Fue por amor a él?
Yo pagaré tu deuda. Tú cuida a mi profesor, por favor…
CAPÍTULO VEINTICINCO
SECRET WITH ME.
Things haven't been the same since you came into my life
You find a way to touch my soul
And I never never ever gonna let it go.
Happiness lies in your own hands
It took me much to long to understand how it could be
Until you share your secret with me…
El día de la graduación apareció despejado y hermoso, masas de nubes blancas en
todo el horizonte. El cielo era tan azul que era irreal, brillante, tanto, que
lastimaba los ojos.
Oliver entró al cuarto que era suyo de puntillas.
- Belial…?-
Ni una respuesta. Entre sábanas revueltas, Belial dormía de bruces, las sábanas
de lino arrolladas en cintura, sus piernas desnudas separadas e igualmente
enredadas en la tela. Tenía la cara apoyada contra la almohada, sonrosada pero
ojerosa, su pelo un desastre de mechitas doradas confusas.
Oliver se apoyó en la cabecera, y le tocó la espalda.
-… Belial…?-
- mmmhf?-
- Belial, que son las dos y media de la tarde.-
- Mmm.-
- Y nos graduamos en cuarenta y cinco minutos.-
Belial abrió los ojos de golpe, para mirarlo cerca, muy cerca. Oliver, aunque
trasnochado por sus noches con Bill, y aunque ahora sólo venía a cambiarse de
ropa y peinarse a este cuarto, estaba sentado allí, sacudiéndolo como en sus
viejos tiempos.
- Oh Dios, oh Dios!- Belial voló de la cama a la ducha como un tornado mientras
Oliver empezaba a cambiarse su ropa civil por su uniforme, lavado y planchado.
Era la última vez que lo usaba: en la ceremonia, eran destruidos, y lo acarició
con ternura.
Belial se escobillaba mientras, puteando con bastante imaginación. Oliver sonrió
para sí, mientras decidía dejarse el pelo suelto. Si no, se le iban a notar las
dos o tres señales que Bill le dejase…
Belial salió con el pelo estilando, una toalla en la cintura. Y Oliver lo miró
de pies a cabeza, sus cejas alzándose.
Belial estaba literalmente cubierto de marcas de pasión.
- Estás…- decidiendo que no era de su incumbencia, Oliver movió la cabeza y se
quedó callado. Se terminó de vestir, sintiendo a Belial apresurarse, tanto que
acabaron por ponerse el sombrero de mago al mismo tiempo sobre pelo
perfectamente peinado.
Belial estaba bellísimo. Oliver, también. Pero mientras el rostro de Oliver
irradiaba felicidad, el de Belial mostraba una extraña paz, y cierta
trasparencia que antes no tenía. Era como si la luz de sus ojos brillase,
intensa, consumiendo su energía. Traslúcido, y delicado, como un cristal.
- Monsieur Lestrangue desea expresar sus felicidades a Mr. Malfoy, que sin lugar
a dudas ha ganado el premio por las notas más altas registradas en un ramo,
Pociones.-
- Mr. Malfoy le indica a Monsieur Lestrangue que se puede meter sus
felicitaciones en el traste, considerando que Mr. Malfoy es un pajerísimo
estudiante que tuvo la suerte de ser enseñado por un verdadero maestro. Pero las
agradece igual, y en turno, felicita a Monsieur Lestrangue por sus estupendas
notas en Astronomía, que seguramente le garantizarán un lugar, aunque la opinión
privada de Mr. Malfoy es que no reconocen ni la mitad de lo que han validos sus
desvelos. Y los subsecuentes resfríos por sus guardias en la Torre de
Astronomía.-
- Monsieur Lestrangue insiste en sus felicitaciones, y añade que Mr. Malfoy es
demasiado modesto.-
- Mr. Malfoy declara que la modestia le importa un comino, y añade el que le
gustaría saber cuál de todas las ofertas que el brillante Monsieur Lestrangue ha
recibido va a elegir para su futuro inmediato.-
- Monsieur Lestrangue responde que sus planes no han cambiado, y piensa
dedicarse a convertirse en Star Mage, astrónomo especializado, tal como
planease…-
- Mr. Malfoy…-
-… pero no en la Universidad Mágica De Inverness, sino que probablemente fuera
del país, en donde destaquen al beau de Monsieur Lestrangue, por nombre Mr.
William Weasley.-
Belial se quedó mirándolo, parado en seco. Sus ojos acusaron intenso dolor, y
los cerró, mientras le sonreía.
- Mr. Malfoy le desea la mejor de las suertes, y que ojalá sea un lugar bonito.-
- Monsieur Lestrangue lo agradece de todo corazón, y añade sus mejores deseos
para Mr. Malfoy.- Se giró y caminó hasta su lado.- Pero quisiera recordarle a
Mr. Malfoy que se les hace tarde. Vamos?- Oliver le ofreció una mano, y una
sonrisa. Y Belial avanzó, le tomó la mano, y le besó la frente. Era la última
vez que estaban juntos en ese cuartito, que había visto su amor, sus lágrimas,
sus risas, sus ambiciones. La muerte de su amor, y el nacimiento de algo nuevo.
Y mientras salían, dejándolo atrás, dos pequeños de once años que entraron
igualmente de la mano, con grandes ojos inseguros, se desvanecieron.
- Oliver…- susurró Belial, ya en el dintel.- Sé feliz con él, te lo ruego.-
Oliver asintió. Tenía la garganta apretada.
- Me alegro tanto por ti, mi amor.- continuó Belial. Y Oliver supo que lo decía
de corazón. Le echó los brazos al cuello, y susurró con voz quebrada:
- …puedo?-
- Cuando quieras, mi amor…- le sonrió Belial, ojos traslúcidos y tranquilos,
amantes. Oliver lo besó con todo su corazón, una lágrima suya en la mejilla de
Belial, y una sonrisa. Belial lo aferró en sus brazos, en un beso que no era
pasión, ni amor, ni ternura, tanto como era una despedida, no sólo a su amor,
sino a quienes habían sido hasta entonces. Ahora eran algo diferente. Pero de
alguna forma, algo de ellos quedaría siempre atrás, enamorado y adolescente,
juntos.
- No llores…- suplicó Belial, y le sonrió.- Tienes que cantar para todos…-
- Voy a estar cantando para ti…- Oliver le acarició la cara.- Es para ti, mon
demon…-
Costaba creer que no fueran amantes, tanto amor en sus rostros. Pero Belial
sabía que la felicidad que había hecho florecer a Oliver no era obra suya. Él
había sido primavera: el verano fue Bill, que con su pelo ardiente y su sonrisa
tímida había abrazado a Oliver como el sol a las semillas. Oliver no lo
necesitaba: no volvería a él. Pero verlo feliz lo liberaba, de algún modo.
Paz.
No felicidad, pero no es paz suficiente?
Dale tu amor.
Dale la mano y caminen bajo árboles cargados de frutas que una vez nos vieron
pasar, cuando estaban cargados de flores.
Nuestro amor era un poema.
Pero el de ustedes es real.
Llegaron a tiempo, para ubicarse en un estrado blanco sobre el césped verde,
quince muchachos y ocho muchachas vestidos uniformemente de negro. Hugh los
saludó, sus rizos salvajes al viento: Stephen, su pelo pulcramente sujeto, les
hizo una seña para indicarles donde sentarse. Bill, que estaba en un costado
hablando con sus padres, alzó la vista a Oliver y su rostro se iluminó al sol.
Belial buscó con la mirada a su padre: allí estaba, pulcramente de exquisito
gris pizarra, un delicioso manto negro de gala flotando en el viento. El
profesor Snape, sentado entre los profesores, también iba de negro: era el
único, ya que la túnica negra pero sembrada de estrellas grandes y pequeñas de
la profesora Sinistra no contaba. Tras el estrado, los cuatro pendones de
Hogwarths flotaban al viento.
Slytherin
Hufflepuff
Ravenclaw
Gryffindor.
Los futuros graduados tomaron asiento frente a sus pendones, los chicos atrás,
la niñas adelante. la ceremonia la habló Dumbledore, que habló de su orgullo de
verlos crecidos, de su pena de dejarlos ir, de su esperanza de haberlos armado
bien contra el mundo, de tener corazones amables y fuertes, mentes ágiles,
espíritus compasivos. Dijo una palabra sobre cada uno, y llamó a Hugh alegre, a
Bill modesto, a Belial sincero, a Oliver compasivo, a Stephen gentil, una
palabra que hablaba no de habilidades ni de conocimientos, sino de corazones.
Mientras Dumbledore hablaba, una ráfaga de viento los bañó con pétalos de
flores, el aroma inolvidable y dulce. Y cuando acabó su discurso deseándoles lo
mejor, las niñas se secaban los ojos: Hugh y Oliver, también.
La Profesora Hooch, la maestra de Quidditch, le entregó el premio al jugador más
valioso de Quidditch, por encima del hábil Marcus, el diestro Oliver o el
brillante Benjamin, a Hugh, que por una vez se quedó sin palabras, y miró al
público asombrado.
Lucius aplaudió, discretamente.
Stephen se llevó el Historia y el de Leyes: no era sorpresa. Snape abrazó a
Belial como un padre al entregarle su medalla por Pociones, en la cual había
alcanzado notas perfectas. La profesora Sinistra, habitualmente inexpresiva,
moqueó como una adolescente sobre el pelo negro de Oliver al prenderle su
medalla por Astronomía.
Bill aplaudía.
Pero se quedó mudo cuando le dieron el premio al mejor Head Boy del año y el
colegio lo vitoreó a rabiar, pataleando y gritando.
Bill alzó la vista, los ojos húmedos, y se dio cuenta que por su silencio, por
su timidez, por su eficacia, por su amable corazón, era amado, amado sin
reservas. Y casi lloró en el hombro de Dumbledore, mientras el colegio lo
ovacionaba.
Y miró a los ojos de Oliver, que lo aplaudía feliz, y vio a Belial vitorear.
Bajo el quieto cielo azul, Bill sonrió, y su timidez, su inseguridad cayeron
como un pesado manto, al saberse amado.
Era amado, y apreciado. Pero también, y más importante, comprendió al mirar a
Oliver a los ojos, era amado con A mayúscula, no por sus notas, no por sus
destrezas o sus habilidades, sino por ser él, Bill Weasley.
Cuando volvió a su asiento, se limpiaba los ojos, pero tenía una sonrisa
diferente.
Dumbledore les entregó luego premios por Servicios especiales, que nadie
preguntó: eran brillantes broches de gemas, esmeraldas para Belial, turquesas
para Oliver, rubíes para Bill, topacios para Hugh, una brillante amatista azul
para Stephen. Dumbledore habló de su valor, y de su coraje e inteligencia. Y
entonces los cuatro jefes de casa, McGonagall, Flitwick, Sprout y Snape, se
levantaron con el director para lanzar el poderoso hechizo de
transfiguración/adivinación que era tradicional mientras bajaban del estrado,
que transformaría sus ropas en aquellas que llevarían el resto de sus días, más
probablemente. A veces eran sorpresas: a veces, esperadas: a veces, esa profecía
cambiaba el destino de alguien. Y mientras ellos entonaban el ritual, la
profesora McGonagall sonándose la nariz por la pena de dejar ir a su Bill
mientras la luz roja de su varita se unía a la verde, azul, amarilla y violeta
de Dumbledore, Oliver y Stephen bajaron primero, y mientras él se sentaba al
piano al que la profesora Loreley había acompañado la ceremonia, Oliver se quedó
de pie junto a la escalinata y empezó a cantar la canción que eligiese como
despedida.
Atardecía: el cielo se volvía lila.
Y la voz de Oliver, insoportablemente bella y dulce, tierna y nostálgica, los
llenó a todos de felicidad a la vez que inundaba los ojos de lágrimas. Era una
pena bella, amorosa la que latía en sus palabras: la despedida a algo hermoso y
amado.
Lucius miró a Severus, que sólo se distrajo un segundo del complicado hechizo
para mirarlo. Los dos tenían los ojos llenos de lágrimas, en tranquilo silencio.
Su voz… era la voz de Djeri, sin ese acento hindú, sino un francés perfecto.
Pero era su voz, que a través del tiempo, a través de la muerte y el horror, les
cantaba canciones de amor…
La lune trop bleme
Pose un diademe
Sur tes cheveux roux
Un baño de chispas de colores, y Stephen estaba de pie, ya no con uniforme, sino
con un brillante traje púrpura, azul y rojo, de Juez dela corte Mágica.
Jasmine, de cuidadora de wizgarden.
Ari, de Alta Alquimista, plateado y gris.
Kirsten, de jugadora de Quidditch
Karel, también.
Las chispas, como un enjambre de abejas, cubrieron a Bill…
La lune trop rousse
De gloire e clabousse
Ton jupon plein trous
… y se sobresaltaron al verlo con pantalones de cuero, camisa suelta, una túnica
de cuero descuidada y castaña, látigo, varita y todo lo necesario para ser un
verdadero Indiana Jones mágico.
Oliver le dirigió una brillante sonrisa sin dejar de cantar, mientras Bill se
miraba las botas de cuero de dragón con una cara que era toda incredulidad. Las
chicas de grados menores lo ovacionaron otra vez, mientras Hugh se transformaba
en un Auror de traje azul y blanco, el pelo recogido, los ojos resplandecientes,
el cuello alto y la túnica con la insignia del Auror's Guild estampada en el
pecho haciéndolo súbitamente mayor.
Chillidos.
Ovaciones.
Lucius se frotó la sien mientras Snape le dirigía una sonrisa perversa. Que tú,
que eres ilegal hasta dormido tengas un hijo Auror es, simplemente, un acto de
justicia poética, muy poética y muy copante... Mariah Mitchell aplaudía, los
ojos húmedos, con sus colegas, y Hugh hizo una reverencia.
La lune trop pâle
Caresse l'opale
De tes yeux blaseus…
Oliver cerró los ojos cuando las chispas lo envolvieron, sus brazos extendidos,
sonriendo. Y sus larga túnica negra se volvió azul oscuro, y se llenó de
estrellas a la vez que el cielo del anochecer, mientras el pendiente de la luna
creciente se formaba en su pecho, su símbolo en su frente. Un Star Mage, un
Astrónomo bello y oscuro con ojos como lunas gemelas. Cuando abrió los ojos,
eran negros, como antes, pero brillaban como nunca habían brillado.
Y cantaba con una voz tan dulce que no era de este mundo.
- Oliver…- Belial parpadeó, y entonces las chispas lo envolvieron.
The stairways up to la butte
Can make the wretched sigh
While windmill wings
Of the moulin
Shelter you and I
Las chispas bañaron a Belial de pies a cabeza como una ducha de estrellas. Pero
cuando se fueron, entre todos los egresados con trajes nuevos y coloridos, él
seguía de negro.
Fue el único que se quedó con el uniforme, el mismo, sin ningún cambio.
Snape maldijo, sorprendido, sus cejas alzadas. Dumbledore inclinó la cabeza,
como queriendo leer los ojos de Belial.
Y Lucius cerró los ojos, una sonrisa.
Nunca sería nada más.
Belial sonreía como si supiera un secreto que nadie más sabía. Y fue con esa
sonrisa, que tras el primer momento de desconcierto en el que todo el mundo lo
miraba, hizo una reverencia.
La noche había caído.
Las estrellas se reflejaban en el lago, brillantes y maravillosas, y hechizos
las hacían vagar como luciérnagas blancas entre los árboles, la piedra de
Hogwarths, las altas varas con antorchas de colores clavadas aquí y allá. Era
una fiesta para todos, la más triste y alegre a la vez, la última, y Snape
dejaba que su máscara de frialdad se borrase un poco al decir palabras de
despedida a sus niños, aquellos que recibió bebitos y despedía hombre y mujeres:
Kirsten, Ari, Scott, y Oliver…
Fue él quien acompañó a un nervioso y solitario Oliver a presentarse a la
familia de Bill, y con él soportó el chaparrón de veladas asperezas en relación
a su casa, su padre, y al obvio amor que Bill le profesaba. Fue incómodo, y eso
lo preocupó, porque era obvio que si los Weasley no miraban bien una relación de
amistad de Bill y Oliver se iban a horrorizar cuando supieran que se amaban…
Intercambiaba comentarios con veladas púas con la madre de Bill cuando Lucius le
tomó el brazo.
- Profesor Snape, me permite? Necesito hablar un momento con usted.- dijo con su
característica frialdad. A la luz de las antorchas, su pelo era casi blanco.
- Un momento, Mr. Malfoy.- Snape se inclinó lo mínimo posible, y siguió a Lucius
a un costado cerca del lago. Eran conscientes de las miradas de los padres de
Bill, y Severus supo sin género de duda que rechazarían a Oliver a gritos.
Mi pobrecito ángel.
Deberías haberte quedado con mi Belial… te van a lastimar, y a mí me van a dar
ganas de matarlos…
Lucius les echó una mirada despectiva.
- Y esos pobretones?-
- Son los padres de Bill Weasley, Lucius. Y Oliver lo ama.-
- El hijo de Djeri, unirse a uno de esos muertos de hambre?- Lucius casi
arriscaba la nariz. A Severus le costó quedarse serio.- Qué espanto. Se merece
algo mucho mejor… Es como cuando ese maldito Lupin anda todo baba baba con él…
infelices, qué se han creído, mi Djeri no era para que ellos…-
- Me llamaste para algo?-
- Si, Profesor… me dijiste que hablaríamos en la mañana, pero no sé dónde te
fuiste a esconder, me eché la mañana buscándote arriba y abajo del fucking
castillo, me duele el trasero de tanto subir escaleras…-
Severus se volvió de espaldas a la multitud, para que no lo vieran reírse.
- Y?-
- No es obvio?-
- No es obvio qué?-
Lucius respiró por la nariz. Luego, habló con voz muy serena.
- Quiero que dejes todo este trabajo atrás y te vengas conmigo.-
Snape tomó aire, boquiabierto.
- De todas las cosas presumidasy egoístas que te he visto hacer a través de los
años, ésta es lejos la más…-
- Sev, es en serio. He perdido a Djeri y a mi Stefan, y si crees que voy a dejar
pasar mi última chance de amor estás muy equivocado.-
Los ojos de Lucius brillaban con ferocidad, aunque su rostro estaba
perfectamente compuesto. Y Snape, el comienzo de una risa naciéndole en la
garganta, agitó la cabeza, las estrellas en sus ojos negros.
-…eres un…cursi…-
Bill la soltó en la mitad de la conversación familiar sobre copas de champaña.
A su madre se le cayó la copa.
Su padre se horrorizó.
Y tras una fila de epítetos hirientes de lo has corrompido, monstruo, innatural,
maldito Slytherin, anormal, homosexual, lo has hechizado, y peor, un bofetón de
la madre de Bill, Oliver se soltó de Bill que lo retenía y escapó corriendo a su
eterno refugio, la Torre de Astronomía. Sollozaba.
Snape lo llamó, y lo siguió, y oyó al padre de Belial insultando a los Weasley,
y los gritos de regreso. Y se armó un despelote que no pudo soportar: escapó.
No se lo había esperado.
Había creído que amar a Bill y ser correspondido iba a ser fácil.
Pero nunca nada lo es.
A tropezones con su túnica de Star Mage nuevecita, llegó a lo alto, para salir
con pasos inseguros a la almena donde las estrellas cubrían el cielo como un
domo de encaje. Se secó los ojos, tratando de calmarse. Y cuando alzó la vista,
se le paró el corazón.
Bello, y aterrador.
Contra la luna, traslúcido y plateado, Belial de pie en la precaria almena, sus
brazos enlazados a una figura que transparente contra la luna flotaba y lo
besaba. Ingrávido y frágil como un tul, un niño fantasmal lo besaba aferrado a
él con amor, con dulce abandono. Y oyó sus palabras susurradas, un mantra lento
y envolvente:
No duele… no duele nada… un momento y nada más te dolerá nunca… ven, mi amor,
ven…
- BELIAL!- gritó Oliver, horrorizado.- BELIAL, NO!-
Belial se volvió y lo miró, ojos amables y dulces, llenos de amor.
- Él me ama, Oliver. Y yo a él…- dijo suavemente. El muchacho traslúcido le
abrazaba el cuello, le besaba el pelo. Y Belial sonreía, lúcido y tranquilo.
La túnica… nunca será nada más… él lo sabía! Lo planeó!
- No, Belial, por favor!-
- Si me quedo, nunca te irás de verdad con él… - Belial se volvió a él, su
túnica agitándose en la brisa nocturna, la luna en su pelo de plata, sus ojos
inmensos.- No te sientas culpable. Vive por mí… yo viviré a través de ti… mon
amour…-
- BELIAL!- era Snape, Lucius tras él, y Bill. Y un paso, y una sonrisa, y Belial
se desvaneció en la noche.
Bill alcanzó a aferrar a Oliver, que se lanzó tras él como un tigre herido.
- NOOO!- chilló Oliver.- BELIAL! BELIAL!- Bill lo arrancó a viva fuerza de la
almena, para que no viera lo inevitable, y lo atrapó en sus brazos, mientras
lloraba y gritaba. Pero Snape se lanzó con la varita hacia la almena, con
desesperación, con ira, y llegó un segundo demasiado tarde.
Se derrumbó. Se derrumbó de rodillas junto a la almena, y lloró.
Lucius, muy despacio avanzó hasta la almena y miró abajo. Veinte pisos abajo,
junto a un maltrecho cuerpo, un fantasma de pelo rojizo y uno de pelo de plata
se desvanecieron juntos en un abrazo. Nathan, al fin, descansaba en paz.
Lucius cerró los ojos.
- Dejad pasar a la justicia de Dios…-
Someone told me love will all save us but how can that be?
Look what love gave us a world full of killing and blood spilling
That would never have came
…y despacio, muy despacio puso una mano en los hombros de Snape, que se
sacudían, mientras lloraba como nunca lo había hecho, con sollozos espasmódicos,
horrorosos.
And they say that a hero would save us
I'm not going to stand here and wait
I'll hold on to the wings of the eagles watch as they all fly away
- Esta vez – le susurró en el oído.- Esta vez no tu culpa, mi amor. Esta vez, es
la mía…-
And now that the world is at an ending
It's not that I'm standing to you
Is in the love of a hero
And that's why I fear it won't do
Lucius lo miró, despacio, con dulzura. Pero nada era suficiente: nada podría
consolar a Severus, jamás, no de esa pérdida. Había sido fuerte tanto tiempo,
tanto tiempo: pero Belial era su verdadero hijo, el niño que le había devuelto
su corazón. Ahora que se había ido, se lo había llevado todo…
And they say that a hero would save us
I'm not going to stand here and wait
Severus nunca lo perdonaría. En las sombras, Lucius bajó la escalera de la
Torre. Y sólo entonces, al arrodillarse junto lo que quedaba de su hijo, lo
cubrió con su manto, y lloró.
I'LL HOLD ON TO THE WINGS OF THE EAGLES WATCH AS THEY ALL FLY AWAY
AND THEY'RE WATCHING US (THEY'RE WATCHING US)
THEY'RE WATCHING US (WATCHING US) AS WE ALL FLY AWAY
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by The Fox
Una vez hubo una historia de amor que se volvió pesadilla.
Una historia de amor que fue más fuerte que el horror, la muerte, y la locura.
Y a pesar de los años transcurridos, alguien aún vela, y piensa.
Esta es la historia de cuatro adolescentes a punto de volverse hombres, y de
pagar deudas que se escriben con sangre, lágrimas, y magia.
Y de cómo puedes perdonar, pero nunca olvidar
CAPÍTULO VEINTIUNO.
THE PRIZE.
He may be the face I can't forget, the trace of pleasure or regret
Maybe my treasure or the prize I have to pay
He may be the reason I survive
Me, I'll take the laughter and your tears
And make them all my souvenirs…
Enterraron a Djeri en Montrose, junto a Stefan. La tumba estaba removida por la
huida de Ewan, así como la lápida: pero amorosamente, una tarde gris los dos
cargaron a Djeri envuelto en un chal de la India que olía a sándalo, peinado y
vestido, y acomodaron los restos de Stefan con la misma ternura que si los
acostasen en la tierra húmeda para dormir. Severus bañó los restos con una
poción que los conservaría intactos por años, esperando a que se les reunieran,
como había bañado a Stefan antes: los dos los esperarían, para que un día se
desvaneciesen juntos en el polvo. Los manejaron con tierno cuidado: no importaba
que los llenase el olor a tumba, o lo que pareciesen. Eran dulces aún para
ellos: era su amor. Los tendieron juntos, y los cubrieron con la losa tras
besarlos para cubrir con tierra tibia su refugio, y cuando acabaron, se
abrazaron como dos viejos.
- Casi me dan tentaciones de meterme ahí y quedarme con ellos, Sev.-
- Y los niños, Lucius?-
Lucius suspiró. Fijaron de nuevo la lápida, donde habían borrado el nombre de
Ewan.
Stefan Wilkes, 1957-1979
Octavius Lestrangue, 1958-1999
Wait for us in the deepest valley.
Y el soneto que Djeri amase:
With arms wide open
Under the sunlight
Welcome to this place
- Espérenos…-
Una acacia, sobre ellos, liberó sus flores y su aroma. Severus siguió con la
vista el capullo en el viento, su pelo en la cara, y una lágrima le rozó la
mejilla. Y vio a Lucius solo, mirándolo de pie junto a la tumba, su abrigo
flotando, y supo que no podía consolarlo.
Él trató de salvarlo. Yo los maté, los he matado a todos.
Despacio, le dio la espalda, y se alejó.
- Severus…-
No pudo volverse. Lloraba, y sabía que si miraba a Lucius, se quebraría.
Dos bajo tierra. Dulce Djeri, amado Stefan. Y luego, algún día, supo con
horrible certeza que acostaría a Lucius junto a ellos, y luego se tendería a su
lado con veneno en la boca para dormir en la oscuridad.
- Severus, no me dejes, por favor…-
*I know, I know I've let you down I've been a fool to myself
I thought I could live for no one else but not through all the hurt and pain
Its time for me to respect the ones you love mean more than anything
So with sadness in my heart I feel the best thing I could do is end it all and
leave forever
whats done is done, it feels so bad what once was happy now is sad
I'll never love again: my world is ending*
- Adiós, Lucius.-
- Prométeme que si… prométeme que me llevarás con ellos.-
- Te lo prometo.-
- Si me toca a mí, te lo prometo… y te acompañaré…-
No puedo mirarte la cara.
La acacia, callada y quieta como ellos. El viento ya no soplaba.
*I wish that I could turn back time cause now the guilt is all mine
can't live without the trust from the ones you love.
I know we can't forget the past, you cant forget love and pride
because of that its killing me inside*
No me dejes ahora. Traicióname y mátame si quieres todas las veces que se te
antoje, pero no me abandones.
No puedo quedarme. Duele demasiado. No podemos abrazarnos. Nos falta un brazo, a
cada uno…
*It all returns to nothing, it all comes tumbling down.
it all returns to nothing, I just keep letting me down.
in my heart of hearts, I know that I called never love again
I've lost everything that matters to me, matter in this world…*
Los niños. Tenemos que volver a ellos. La venganza me ha dejado tan vacío, pero
Oliver y Stephen me esperan. Mi Belial, pequeño Hugh, y ese mocoso Weasley… voy
a recoger mi amor destrozado y se los daré a ellos. Es todo lo que me importa,
todo lo que realmente importa ahora.
Oliver.
Stephen.
Les prometo que seré un padre para ellos, mis pobres amores. Y para tu Belial,
mi Lucius…
- SEVERUS!-
Adiós…
Habían pasado ocho días, y Oliver seguía en coma en la enfermería. El invierno
estaba empezando a dar lugar a una fría primavera, y los pájaros se atrevían a
ir a posarse en su velador, mordisquear los bizcochitos que le mandaban los
alumnos de grados menores, e incluso se atrevían a posarse en el marco de la
cama y observarlo curiosamente, piando. Sería un huevo, que siempre estaba tan
quieto y siempre había alguien a su lado? Lo estarían empollando?
La ventana abierta dejaba entrar el pálido sol sobre su lecho blanco, y
perfumaba el ambiente con el pasto recién brotado y los pequeños capullos en los
árboles. Aunque aún habían manchones de nieve aquí y allá en la sombra, el cielo
estaba azul y blanco.
Belial estaba sentado junto a la cama, los codos en las rodillas, mirándolo sin
parpadear. Se había bañado y cambiado ropa, pero no se había pasado un peine por
la cabeza desde esa noche, y se quedaba allí en turnos de diez horas, mojándole
los labios con algodones, peinándole la melena negra que Madam Pomfrey y Snape
le habían recortado al cuello, cabello que Belial había recogido y puesto en una
bolsita en su propia almohada para cuando lo echaban a dormir a su pieza, ya que
ese olor era lo único que lo hacía dormir. Fuerza de la costumbre. Lo trágico
era soñar que dormía su lado, y que todo estaba bien, para despertarse solo con
la bolsita de pelo aferrada. Así que prefería pasarse las noches tirado en un
catre al lado, para cuidar a su Oliver. Y en el día ayudaba a la enfermera a
cambiarlo, bañarlo, lavarle la cara, alimentarlo. Y Oliver dormía quieto y dulce
en el aire de la primavera, su piel pálida haciendo que el blanco del lecho se
viese gris al contraste.
Stephen se acababa de ir, y su música aún resonaba dulce en el aire. Siempre
acababa sus interpretaciones al clavicordio de Madam Pomfrey, en la salita
adyacente, con La mañana, de Grieg, tras dulces variaciones de los temas
favoritos de Oliver que se oían en suave sordina. Luego, siempre pasaba a
besarle la frente y dirigirle un comentario a Belial, su calma mágica dejando
que el corazón cansado de Belial respirase. Lo miraba, tan serio y preocupado, y
sonreía levemente, esa sonrisa suya de reconocimiento, leve y sin embargo tan
preciosa. Y lo dejaba.
Bill venía siempre a media tarde, y siempre venía con un libro. Los primeros
tres días le leyó la última mitad del libro que Oliver había dejado a medio
terminar, una versión en francés de Lord Dunsany: había empezado y terminado un
libro de poemas de Chauntebriand, y ahora le estaba leyendo Corazones Atrapados,
el libro favorito de Oliver, su copia, también en francés: Belial lo había
traído de su pieza. Bill leía por horas: su voz bien timbrada, suave y masculina
no flaqueaba nunca, impecable y cálida en sus sutiles inflexiones, delicada y
dulce. Y así como la música de Stephen calmaba sus nervios, amansaba su ira y su
dolor, la voz de Bill también tenía la virtud de calmarlo, tan íntimo como si le
masajearan el mismo corazón con los dedos. Y Belial, aunque no decía ni una
palabra, se los agradecía tanto, tanto.
Habían pasado ocho días, y Belial hubiera estado seguro de que iba a enloquecer,
si no fuera por esas sesiones diarias. Tenía una belleza triste, indeciblemente
triste el cuidar de Oliver caído. Sabía que sólo la magia de Snape y la de
Prewett mantenía su frágil cuerpecito respirando. Y ni un beso, ni una súplica,
ni una oración habían sido capaces de traerlo de vuelta del país de sueños donde
caminaba.
Ni la mañana.
Belial sabía que tras diez días así, probablemente lo dejarían dormir para
siempre, y ocultó la cara en las manos mientras Bill leía con su voz calma las
aventuras de Eleonora y su amado Gavin en Francia contra el malvado Lord Noire,
la perversa Ursula y la vengativa Rebecca, y de las aventuras del arrojado
Elroy, el dulce Jan de Leyden y el astuto sacerdote DeFarge. Y justo cuando
Elroy rescataba de la esclavitud a las gemelas Joanne y Rianne en el capítulo
sesenta y ocho, Bill giró una página y respiró fuertemente.
Belial, que lo escuchaba con los brazos cruzados y la cara baja, alzó la cabeza.
- Qué pasa?-
- N-nada.- susurró Bill. Hablaban en voz baja, como si temieran despertar a
Oliver, aunque bien sabía Dios que no ansiaban nada con más fuerza.
- Qué?-
-…hay una nota marcando la página.- Bill hablaba muy bajo: su voz sonaba
extraña, contenida.- No es nada.-
- Déjame verla.- Belial mismo le había comprado esta versión forrada en cuero
verde y con una firme encuadernación, porque Oliver había destrozado las tres
copias de la biblioteca del colegio de tanto releer la apasionada historia de
amor medieval. Belial nunca la había leído, aunque lo había intentado numerosas
veces para complacer a Oliver. Pero ahora, en la voz de Bill, estaba algo
curioso para saber cómo acababa la historia de Gavin y Eleonora, si bien pensaba
privadamente que Eleonora era tarada y debía ver la luz y quedarse con el amable
y sufrido Elroy. Y que Gavin debía caerse al foso de los caimanes con armadura
completa.
Bill le pasó el libro, con un gesto reluctante que hizo que Belial quisiera
sacárselo de las manos. Y escrito al margen con la precisa caligrafía de Oliver,
en su característica tinta verde oscuro, habían unos versos, en la página de la
derecha.
Justo sobre las (inmortales?) palabras de Elroy a Rianne, que le pide su amor,
la nota con tinta.
"- Sólo os pido amor. No me importa que no me améis. Sé que vuestro corazón le
pertenece a Eleonora. Sé que la habéis amado, y que vuestro amor ha crecido a
través de las estaciones. Pero, mi amado señor, yo podría amaros como ella no os
ama. Decid una palabra, y os entregaré mi cuerpo y alma por completo. Dejadme
amaros, es todo lo que os pido. Si tenéis una sonrisa de gratitud para mí cada
anochecer, me daré por satisfecha…- la bella Rianne sollozó, sus brazos morenos
rodeando las rodillas de Elroy. Y Elroy, sus ojos perdidos en lontananza donde
el sol se ponía, en fuego que envolvía los montes como la cabellera de Eleonora
caía alrededor de sus hombros como líquido fuego, habló con voz suave:
- Mi dulce Rianne. No puedo amarte como te mereces, y es un dolor no poder
hacerlo. No elegimos quien nos roba la razón. Y mi corazón fue robado hace ya
tanto… Déjame, pequeña. Puedo aceptar tu amor, y amarte por él: puedo
agradecértelo con mi corazón, y ofrecerte ternura a cambio: pero no podría darte
amor. Y amar sin ser amado es menos horrible que ser amado y no poder entregar
amor de regreso. Déjame, niña, antes de que tu amor se amargue y mi corazón te
envenene. Déjame sufrir sin mentir. Déjame llorar sin fingir. No me obligues a
intentar parchar mi corazón para dártelo. Déjalo sangrar…-
- Pero mi corazón sangra por vos!- gritó Rianne.- Cómo podéis ser tan cruel?!-
- Niña, ángel. Ya es cruel la vida con nosotros. Pero tienes mi simpatía, y mi
amistad. No me obligues a odiarte y a odiarme…-"
Y sobre esas palabras, en suave francés. Belial sabía que Elroy era el héroe de
Oliver.
Amour non te ofrezco
Non te abro mi cuore
Porque es amarga merci
Un amour de solo une.
Deja ese amour volare antes que se amargue
Porque estoy envuelto en hilos de sangre
Cuore envuelto en el recuerdo rouge
Como el de tu Eleonore.
… Como el de tu Eleonora… los labios de Belial temblaron, mirando la melena roja
de Bill inclinado sobre Oliver, su rostro oculto en sus manos, los lentes en el
cuello de su sweater. Oliver dormido, quieto y culpable, tenía su mano
abandonada a centímetros de una guedeja roja, y Belial quiso quitarla de un
manotón.
Es mío! Yo lo amo…lo he amado tanto… y él me ama, verdad? Me ama…
Sueno como el patético de Ewan Rosier.
- Belial.-
- Cállate, Bill. No quiero oírte. No quiero oír nada. Sólo… cállate.-
Belial se puso de pie y dejó la enfermería, incapaz de mirar ese Oliver dormido,
de mirar los ojos tristes de Bill.
- Belial, yo lo amo.- Bill, muy despacio, de pie, allí cerca. Y Belial le dio
una bofetada con todas sus ganas: lo dejó sentado en el suelo, y huyó, corriendo
por los pasillos medio vacíos de Hogwarths.
Nunca te obligué a que me amaras. Nunca te obligaría a nada. Cómo puedes amarlo
a él? Creía que amabas! Nunca quise compasión… nunca te habría forzado… Me
tenías lástima? o me engañabas mientras yo te amaba de rodillas? Oliver, porqué?
porqué? Creí que no habían secretos entre nosotros, y me has guardado este desde
cuanto? Desde cuarto, segundo, o te enamoraste en primero? Cómo pudiste
guardarme ese secreto dentro tuyo? Cómo?
Mi Oliver, te hice llorar? Te angustié, como Rianne a Elroy? Mi amor te
molestaba? Oh, mi Oliver… tienes que volver… si vuelves te perdonaré, pero si te
mueres sin… si te mueres…
- NUNCA TE LO VOY A PERDONAR!- gritó de pronto, para derrumbarse sollozando en
la sala de pociones, su refugio, adonde había corrido a esconderse. Un susurro,
y pasos: Snape estaba de vuelta. Lo sintió venir, pero ya no le importaba lo que
pensara. Sólo quería llorar hasta morirse. Sólo quería que Oliver despertara, y
le dijera que lo amaba.
Aunque fuera mentira.
- Belial…- Snape, dulce, alzándolo, sentándose con Belial en sus rodillas como
si fuera un niño.
-No llores, hijo… o llora si quieres, pero no te hagas más daño…-Belial se
aferró a su profesor, a su maestro, y ahogó su frustración y su dolor en la
oscura túnica que era capaz de cubrir todos los miedos y pesadillas de la Casa
de Slytherin. Severus, vestido de confesiones, meciéndolo, hasta que la cabeza
de Belial descansó en su hombro, cansada de llorar.
- No puedo vivir sin él…- gimió, lágrimas que ya no se molestaba en ocultar ni
secar empapándole las mejillas. Y Severus se inclinó, y apoyó sus labios secos
en la afiebrada frente.
Y susurró, sus ojos negros insondables, llenos de penas secretas.
- Perdóname
Si no vives
Si tú, mi amado, te has muerto…-
- No. No…- gimió Belial, sollozos silenciosos sacudiéndolo.- No, por favor, no
se puede morir, nooo…-
- Todas las hojas caerán sobre mi pecho
Lloverá sobre mi alma noche y día
La nieve quemará mi corazón.
Caminaré con frío y fuego y muerte y nieve
Mis pasos querrán marchar adonde te has ido - Severus hizo una pausa, y lo miró
a los ojos, sus ojos de superviviente, de fuerza en los de Belial, destrozados y
angustiosos. Habló con voz suave, pero profunda, que llegó al fondo del alma de
Belial. Era una orden, y una amenaza: el lema de la casa de Slytherin. Y Belial
musitó entre sus lágrimas con él:
- Pero… seguiré… viviendo…-
Y mientras Snape secaba las lágrimas de Belial, y las absorbía tanto en su
túnica como en su corazón, en confortable, consoladora negrura, Oliver abrió los
suyos lentamente, para ver junto a su lecho unos amables ojos celestes sin
lentes que lo miraban llenándose de lágrimas.
Belial… No… Bill…
- Oliver…- Bill se echó a llorar como un niño, sus lágrimas cálidas cayendo
sobre la mano quieta de Oliver, que tembló en respuesta, y se movió, débil, ojos
negros llenos de sueños aún, aún observando el paisaje de sus viajes dormido,
aún desorientado.- Gracias a Dios, gracias a Dios…-
Bill de rodillas junto a la cama, Oliver girando la cabeza para mirarlo, su
sonrisa suave y débil aún soñadora, sus cabellos como una nube sombría en la
blanca almohada.
- Porqué lloras…?- musitó, con voz temblorosa. Bill lo miró, su rostro desnudo
de toda pretensión así como de sus lentes.- No… llores…-
- No puedo evitarlo…- Bill sonrió entre sus lágrimas, su mano yendo a tomar la
suya.- Pero es porque estoy… feliz…- Bill sollozó incontrolablemente, y Oliver
lo tiró, débil, para que se sentase en el lecho. Su sorpresa fue enorme cuando
Bill se sentó a su lado y lo tomó en sus brazos para mecerlo como a un hijo,
como si temiese que se lo fueran a quitar, llorando. Y Oliver, perdido en su
calidez, apenas se dio cuenta de cuando Bill halló sus labios y lo besó, dulce,
tierno, hambriento y desesperado de amor y alivio.
No… Belial… demonio de tierna plata en su memoria, Oliver volvió a sus sentidos,
y apartó a Bill con sus dedos aún insensibles. Bill lo miró, su aliento aún
agitado por sus besos, labios húmedos y enrojecidos casi en los suyos.
- Te amo, Oliver. Te amo, te he amado siempre. Por favor…- jadeó sin aliento.
Era ése su controlado, perfecto Head Boy? Bill parecía libre de todo temor, de
toda atadura, y Oliver tembló en sus brazos tratando de apartar su mirada,
tratando de conjurar la imagen de su plateado Belial, que tanto amaba, que tanto
lo amaba, mientras su interior, su viejo, incontrolable amor por Bill se agitaba
en su corazón.
Una súplica. Y tanta esperanza en sus ojos, celestes y amados. - Oliver…-
Must there be a secret me I'm forced to hide?
I won't pretend that I'm someone else
For all time
When will my reflections show who I am inside?
Lo había amado tanto, de lejos tanto tiempo. Pero ya no podía recordar porqué
ese secreto. No podía seguir guardándolo, no tan débil, no tan vulnerable. La
mano de Oliver tembló al apartarse el pelo de la cara. Una sola lágrima. Y su
mirada negra y luminosa, en la de Bill, sus labios temblando, mientras musitaba
casi sin voz, simple, y a la vez tan inocente:
- Yo te he amado siempre…-
- Oliver…-
Tras ellos, y su inocente primer beso, Nathan, en la ventana, con su sonrisa
demoníaca.
Foxnotes: Ju… gran cantidad de lyrics y poemitas aquí. Orthanc para Belial.
Hacer el index va a ser la bitch… ya era hora de azúcar. Ya viene la spice…
CAPÍTULO VEINTIDÓS.
THE PROUD
We need a change, do it today
I can feel my spirit rising, we need a change
So do it today 'cause I can see a clear horizon
What have you done today to make you feel proud?
- Te gusta?- Belial se giró, su ajustada túnica a la cintura moviéndose. Amaba
ver esa sonrisa de Oliver, que le decía que estaba comestible. Acababa de
terminar con su arreglo mientras Oliver lo esperaba en la cama, sentado,
limpiando imaginarias pelusas de la deliciosa túnica azul noche que Belial le
ayudase a elegir, su pelo peinado al costado como plumas negras abanicándole el
hombro. Oliver, que era un tradicionalista, se había demorado tres horas en ser
convencido de comprar los ajustados pantalones de cuero azul acero y la túnica
media trasparente de cuello Mao y mangas flotantes, azul marino, tachonada de
constelaciones de strass. Belial mismo le había aplicado a pesar de sus
protestas, rímel negro y un toquecito de sombra plateada a los ojos negros, y le
había arremangado los pantalones para que enseñase una línea de piel entre la
basta y los bajos botines negros.
- Me encanta. Siempre he pensado que eres la única persona que conozco que se ve
genial de plata.-
Y era cierto. Belial estaba increíble, y aunque ya presumido de por sí, esa
noche había llegado a un extremo que había hecho hasta Oliver se riese. Su pelo
rubio estaba cuidadosamente peinado en un desorden erótico, brillante y con
mechitas pintadas de negro, su rostro resplandecía con sus ojos delineados de
negro que enfatizaba los irises casi blancos, labios rojos e húmedos, y la piel
desnuda parecía tener luz propia, mientras la túnica gris plata cortada como una
falda le envolvía las caderas en su cuero suave, y la larga chaqueta que
correspondía estaba abandonada en un rincón para que Belial la combinase con una
ajustada camiseta negra de mangas ajustadas y arremangadas, enseñando su suave
abdomen al descuido, y el diminuto ópalo negro enganchado allí. Parecía sacado
de una revista pornográfica, en particular cuando se lamió los labios, y tomando
impulso le saltó encima a Oliver como un tigre.
- Belial! No! Tu maquillaje!- protestó Oliver cuando Belial bajó la cabeza para
besarlo, esquivándolo risueño.- Nos esperan abajo, y aún no vamos por las
chicas!-
Belial no dijo nada, sólo apoyó el peso de su cuerpo sobre Oliver, despatarrado
bajo él, e inhaló su pelo.
- Qué pasa, mon demon?- susurró Oliver, acariciándole la espalda, que temblaba
bajo su camiseta.
- Prométeme algo.- Oliver no podía verle los ojos, un momento antes risueños, de
pronto desesperados, ocultos en los hilos de ébano suelto.
- Lo que quieras, Belial…- respondió Oliver dulcemente.
- Prométeme que te volverás conmigo esta noche, y que me amarás…-
- Je t'e aime. One jour, toujours, mon amour…-
El Pub Crawl era una institución en Hogwarths, probablemente la más pícara. En
el banquete de final de exámenes, una semana antes de su graduación, los alumnos
de séptimo, tras rendir sus NEWTS, tenían derecho a irse una noche de farra
salvaje en Hogsmeade, siempre decorada para esperarlos, y no en el tranquilo
establecimiento de las Tres Escobas, sino que en su infame establecimiento
hermano, el pub-cabaret-bar-disco la Comadreja Caliente. Esa noche hasta tenían
quien los fuese a buscar: era tradición acabar tan borracho que no te podías
parar y tan sin ropa como se te antojase. Era la noche de ser salvajes. Y era la
noche en que hasta Head Boys angelitos se ponía rímel negro y fingían ser
peligrosas fieras.
Excepto Bill, claro.
Hugh, con jeans a la cadera negros, una camiseta brillante y dorada y los rizos
sueltos y pícaros se puso las manos en las caderas y pateó la cama en la que
Bill se refugiaba cada vez que podía.
- LEVÁNTATE! NO SEAS PATÉTICO!-
-…no…- una mechita roja era todo lo que se asomaba.- No tengo ganas. Vete,
Hugh.-
- NO! NO ME DEJASTE DEPRIMIRME POR BELIAL, NO TE VOY A DEJAR LLORIQUEAR POR
OLIVER Y PERDERTE TU PUB CRAWL!!-
Un ojo apareció, celeste y enrojecido.-…lo sabías…?-
- Tengo ojos.- Hugh lo abandonó y Bill iba a dar gracias cuando sintió ruido y
vio a ese impío Puffie con medio cuerpo dentro de su modesto closet.
- HUGH! No voy a ir, así que deja de desordenar mi ropa…- tarde. A Bill le cayó
encima la camisa negra que usaba bajo su túnica de funerales y matrimonios.-
Hugh, no voy y es mi última palabra!-
Las chicas de Gryffindor, las que jamás, jamás le habían prestado ninguna
atención, a una palabra de Hugh se aplicaron a peinarlo, pintarle las pestañas y
le habrían puesto labial si Bill no se hubiera opuesto. Le quitaron los lentes,
le disimularon los ojos rojos lo mejor que pudieron, y le alborotaron las
guedejas rojas, por una vez fuera de su colita. Y cuando la pícara Judy Abbot le
echó encima una camisa de terciopelo rojo tres tallas más chica, y el regordete
Karel Karolyi se mostró con unos jeans casi blancos con hilos brillantes
entremedio del tejido, Bill estaba irreconocible.
Hugh le escondió los lentes y lo apresuró a bajar del brazo de las alegres
Gryffindor, que llevaban a su Head Boy con el orgullo del hada presentando a
Cenicienta. Judy, Freya, Jasmine, Caroline y Beth lo arrastraron escaleras abajo
mientras Karel y Benjamin los seguían, riendo compasivos y comentando que era
bueno que los dejasen en paz un rato. Y Hugh que había partido a buscar a sus
compañeros, los increíblemente aficionados a la fiesta 'Puffies, pensaba para
sus adentros que si no le devolvía a Belial la mano esta noche y Oliver no caía
a los pies de ese sexy Bill en quince minutos, iba a renunciar al alcohol para
siempre.
*PLAF *
- Sorry. No iba mirando… STEPHEN?-
- Hugh, no puedes mirar por donde caminas?- los Ravenclaw, que sólo eran cinco,
ya habían bajado. Las dos chicas, Nadine y Elizabetta estaban hermosas, y
Chester y Epyone estaban muy guapos, pero el sueño húmedo al que había botado al
suelo, por eliminación, sólo podía ser…
…STEPHEN?-
Stephen se caló sus lentes y lo miró con su sonrisita de tú qué miras?
Hugh soltó una risa sin pararse, la mandíbula colgando. Hoy es la noche de las
transformaciones? Qué hay en el agua? Tengo que tomar un poquito…
Stephen estaba irreconocible también. Aparte de los pantalones de cuero negro,
los ojos delineados y el polerón ajustado, escotado, que mostraba sus hombros y
las bien formadas clavículas, tenía el pelo suelto y negro en hilos alrededor de
la cara, con brillos azules aquí y a allá.
Tenía los ojos azules, más azules que nunca. Y su expresión de pantera lista
para saltar era…
- Hugh, puedes apurarte? Échame una buena y caliente mirada. Listo? Ahora,
podríamos tal vez apresurarnos?-
Los y las 'Puffies, que nunca se perdían una buena farra, estaban listos y
esperándolo, Ailei preciosa, Sue animada, Rosalie tímida y Kurt guapísimo.
Bajaron de regreso al gran Salón, donde los esperaban los carruajes, y todo el
colegio salió antes de acostarse a arrojarles papel picado brillante, hechizado
para que cayese muy lento, plateado, oro, bronce y negro, mientras se subían a
los carruajes. Y los Slytherin fueron como siempre los últimos en acomodarse, la
risueña Kirsten, la seria Ari, el amable Scott, todo de verde para honrar su
casa, y Oliver, y Belial que se veían…
Belial, sonrojado, los ojos luminosos, el pelo artísticamente desordenado y los
labios rojos como para parecer que acababa de ser besado hasta el orgasmo. Hugh
tragó, y cambió de posición en el carruaje. Y luego se echó a reír mientras se
apresuraban en la noche hacia Hogsmeade, la cara entre las manos. Es mi hermano,
el maldito bastardo, pero cada vez que lo miro, me…
Oliver observaba a Belial, que parecía distraído, mirando hacia la noche
mientras los carruajes sin caballos devoraban el camino, la música ya
llegándoles. Belial miraba a la noche, y se lamía los labios ausentemente.
Parecía distraído, completamente ido. Y Oliver, que conocía a su Belial, sabía
lo suficiente para saber, por sus pupilas dilatadas, por las manchas de color en
sus mejillas, que estaba salvajemente excitado.
- Belial, qué pasa…?-
- N-nada.- susurró Belial de regreso. Su simple voz temblaba, no de miedo, sino
de tensión. Y de pronto, sonrió.
* - Nos vamos ya profesor. Profesor?- Belial parpadeó. Los esperaban, pero había
querido despedirse de Snape primero, de darle las gracias tácitamente por todo.
De verlo… Belial lo quería tanto. Y lo conocía perfectamente, por lo que se
sorprendió al no verlo en la sala de Pociones, ni en su oficina, aunque aún no
eran las diez.
- Profesor Snape?- preguntó en voz alta junto a la puerta que comunicaba su
oficina con sus habitaciones privadas. Y con sorpresa, vio la puerta apenas
junta.
- Profesor?- repitió. La empujó muy despacio, preguntándose si su pobre profesor
estaría dormido, agotado por tomarle exámenes de Pociones a tanto idiota.
La chimenea rugía. Y la forma negra de su profesor estaba sentada en un sillón
junto al fuego, la cabeza echada atrás, su pelo negro colgando por el respaldo,
su cuello descubierto.
Debe estar dormido…pensó Belial con ternura. Va a despertar con una tortícolis,
añadió para sí. Muy despacio, ojos entrecerrados de amor, se acercó, y se
inclinó sobre su profesor que tenía los ojos cerrados para enderezarle la
cabeza, rozando ese pelo de cuervo. Entonces vio la botella de brandy, y casi
rió. Estaría borracho? Supongo que librarse de nosotros es como para celebrar…
Severus, súbitamente, abrió los ojos. Sus ojos negros parecían no tener pupilas.
Belial se asustó al ver que lo miraba fijamente. Se habría tomado una confianza
demasiado grande? Por favor, que no se enoje…
- Qué haces aquí?- susurró Snape, con una voz ronca que no le conocía.
- Vine a despedirme…-
- Sí. Es lo apropiado.- tan ronca, tan pastosa, y Belial se sentía extraño.
Severus le acarició la mejilla.- Te amo, sabes… es mejor…-
Belial se quedó petrificado cuando esa mano fuerte lo agarró de la nuca y le
bajó la cabeza para besarlo como jamás había sido besado.
Top Ten De Cosas Que Pasaron Por La Mente De Belial En Ese Momento.
Esto es un beso, y el resto son cuentos chinos.
Si yo supiera besar así, recupero a Oliver en 10 segundos.
***EL PROFESOR SNAPE SE ESTA APROVECHANDO DE MI!***
Seguuuuuro que se está aprovechando. No sabe ni quién soy. El que no lo
suelta, seamos honestos, soy yo…
Si cree lo que yo creo que cree, y si cree que soy quien creo, cree que soy mi
papá.
Mi padre tiene una suerte increíble. Si esto no para pronto voy a arruinar mi
túnica de fiesta.
Pero que no pare! Oh por favor por favor por favor por favor por favor por
favor por favor!!
Ya sé porqué la serpiente de Slytherin tiene la lengua afuera en nuestro
pendón.
Dios, cómo hace eso con su lengua? No necesita respirar? Cómo es que este
hombre está soltero??
Y yo preguntándome si hacía algo aparte de Pociones. Vaya hobby.
A Belial se le doblaron las piernas con un gemido ahogado y cayó sentado en el
regazo de Snape cuando el profesor, que no le soltaba la cabeza, y seguía
cambiando sus ángulos como si tuviera todo el tiempo del mundo para que su beso
fuera una obra de arte, movió sus manos pálidas, sensibles, poderosas entre su
pelo, le rozó las orejas – Belial hizo un sonido que era casi un rugido- y
apoyando sus pulgares en la mejillas de Belial en un punto específico le dilató
la boca hasta que pudo lamerle el paladar lentamente. Belial gimió, ronco, sus
muslos agitándose, y engarfió las manos en la ropa de Snape como un alpinista
cayéndose de un acantilado se aferra a la vida. Arañó, agarró, tironeó de cada
asidero con desesperación, del sweater negro, la túnica negra de lana, su pelo
negro, el cuero del sillón… gemía en voz alta, respirando por la nariz a punto
de ahogarse, y aún así con la boca todo lo abierta y entregada que podía a esa
invasión, mientras Snape continuaba su beso sin apuro, sin torpezas, sin
soltarle la cabeza, para dirigir sus caricias a la suave carne tras las
mejillas. Severus tenía la pierna sobre la que Belial había caído montado
firmemente apoyada en el piso, y no la movió ni cuando Belial empezó a agitarse
espasmódicamente, sus caderas respondiendo a una necesidad de fricción
independiente de su cerebro, que de todas formas se había tomado unas
vacaciones. Belial se le aferró con manos ardorosas, arrojando cualquier duda
por la ventana ante ese beso dado con tanta soltura, tanta destreza, deliciosa
maestría y control. No lo sabía hasta ahora, pero ahora estaba consciente que
había anhelado esto desde esa sonrisa en primer año. Había observado por siete
años esos ojos negros tan pronto cálidos como coléricos y fríos, había oído esa
voz sedosa quebrarse y restallar como látigo o volverse ronca como hielo
triturado en el desprecio. Había visto esa elegante toga negra y el pelo de
azabache fundirse como un cuervo de alas grandes que vagaba por los pasillos,
con las sombras. Y había visto esas manos pálidas y diestras manejar con
increíble exactitud y confianza los frágiles instrumentos de pociones para
mezclar la muerte y devolver la vida. Y la idea de ser manejado así por esas
manos expertas hizo que sus muslos se contrajesen contra el muslo de basalto
negro en el que se apoyaba incontrolablemente.
- Lucius…- susurró Severus, confirmando sus sospechas. Pero Belial tenía tal
hambre de sus caricias, tal deseo salvaje mordiéndole las entrañas, que se
limitó a registrar esa voz áspera y a echarle los brazos al cuello para
aferrarse a él en respuesta. Severus bajó una mano para tomarle la barbilla, y
le cambió el ángulo otra vez, haciéndolo breve, para comenzar un lento
movimiento de penetración con su lengua, una y otra vez, en la ardiente caverna
gimiente que era la de Belial. Era lento, calmo, húmedo, tan enloquecedor que
Belial dejó oír un gemido ahogado y pegando sus labios a los de él con furia le
dio un tirón a la túnica de dos piezas que llevaba, hasta que sólo la diáfana
seda de su ropa interior blanca lo separó de la lanilla áspera de la toga que
cubría el muslo de Snape. Al frotarse contra la lana, sus muslos desnudos se
enrojecieron, calor imposible casi quemándolo contra el tejido áspero,
eléctrico. Belial se convulsionaba a cada movimiento, agitándose sin ninguna
inhibición, sus muslos aferrados al de Snape como si su vida estuviera en juego.
Casi lloraba, y de pronto Snape bajó una mano, que le había estado acariciando
castamente el pelo, y le rozó delicadamente el muslo, y la seda mientras
súbitamente atraía su lengua a su boca y la succionaba con violencia.
Belial echó la cabeza atrás y aulló:
- SEVERUS!!-*
Gracias a Dios, estaba dormido. Gracias a Dios no se despertó cuando le limpió
la túnica con una esponjita del baño. Gracias a Dios no se despertó cuando le
besó los labios una última vez antes de volar a su cuarto a cambiarse ropa
interior, aunque, no, increíblemente, la túnica. Gracias a Dios nadie lo vio
corriendo por el pasillo con la túnica en la mano y la cara roja. Gracias a
Dios, nadie le dijo nada por llegar diez minutos tarde. Y nadie se dio cuenta de
nada, excepto Oliver.
Y justo la persona que no quiero que se cuenta es la que más me conoce.
- Seguro que todo está bien, Belial?-
- Sí.- susurró Belial. Y le sonrió, súbita hambre en sus ojos de lobo plateado.
Sólo, por favor, cuando se despierte, que piense que fue un sueño. Que piense
que era mi padre. Que no sepa que era yo.
Belial apoyó la cabeza en el asiento mientras el carruaje se apresuraba. Cerró
los ojos para que Oliver no viese sus ojos, ferales, pero llenos de lágrimas.
Te amo, Oliver. Y te necesito tanto. A pesar de que sé que amas a Bill, o tal
vez por eso, ahora te deseo más violentamente que nunca. Aunque no sólo por ese
poema lo sé. Ahora que sé es fácil ver tu mirada llena de luz y sonrisas para
mí, y tu mirada desesperada y triste para él. La mirada que veo en mi espejo
todas las mañanas mientras duermes.
No te voy a dejar ir porque quiera que seas feliz con él. No porque, Dios me
libre, esté feliz por ustedes.
Te voy a dejar ir porque soy un Malfoy. Y los Malfoy *no* somos la segunda
opción de nadie.
Pero antes, te haré gritar mi nombre, al menos una vez.
Esta noche.
Aerosmith estaba a todo dar cuando entraron al salón, y tuvieron que reconocer
que tanto los elfos, los alumnos de sexto y los propietarios de la Comadreja
Caliente se habían superado esta vez. El salón los recibió con gritos y saludos,
y toda la gente se apiñó a felicitar a los graduados de Hogwarths: el Pub Crawl
era tan legendario y salvaje que cualquier ex graduado que podía venía a
celebrar. El lugar estaba lleno de burbujas mágicas irisadas, globos rojos de
Gryffindor, cintas plateadas de Slytherin, destellos dorados de Hufflepuff, y
brillantes estrellas azules en el techo por Ravenclaw. La luz estaba muy baja,
aunque luces de colores destellaban aquí y allá mientras los conducían el bar a
beber algo. Tradicionalmente empezaban con el CRAWLING HOGGIE ( el tejón
gateante) un brillante trago dorado que los dejaba hablando estupideces para
luego empinarse un Slytherin Pride, un Gryffindor Valour, un Puffie Pixie o un
Ravenwing que acababa de darlos vuelta, según la casa. Oliver y Belial chocaron
sus verde esmeralda, espumosos vasos tallados, y tras cumplir con las
tradiciones, atraparon a sus amigas para irse a la pista de inmediato, mientras
el resto aún seguí bebiendo y picando bocaditos salados en la barra iluminada
con sexy haditas que acarreaban servilletas y pajillas, reflejándose en la
pulida superficie.
Belial, que bailaba con la morena Kirsten, sonrió cruelmente al ver a Bill mirar
con deseo a Oliver girando con la rubia Ari, su dilecta amiga, con los ojos
brillantes de afecto y risa. El licor verde parecía habérsele subido a los ojos
negros, que relucían. Echó atrás a la delicada Kirsten, a la que quería mucho,
mientras le cantaba al oído y la abrazaba.
- Sé cuánto lo quieres.- le susurró ella.- Escucha…-
OH MY LOVE IS YOU THAT I DREAM OF, OH MY LOVE SINCE THAT DAY, SOMEWHERE IN MY
HEART I'M ALWAYS DANCING WITH YOU IN THE SUMMER RAIN…
Belial le sonrió. Kirsten amaba a uno de los prefectos de sexto, pero siempre
había sido su mejor amiga, y por alguna curiosa atracción de opuestos, la fría
Ari lo era del dulce Oliver. Mientras de deslizaban por la pista, Belial le
susurró de regreso:
- Nunca oíste eso de que si amas algo hay que dejarlo ir…?-
Kirsten, que lo comprendía, lo miró con sus ojos líquidos. Y Belial le besó la
frente, mientras la canción cambiaba, y acomodó su rostro en la cabeza de la
pequeña Chaser para observar a Oliver, que hablaba con una sonriente Ari
mientras la canción avanzaba:
But I see your true colors
Shining through
I see your true colors
And that's why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors
True colors are beautiful,
Like a rainbow
Oliver, dulce y brillante, y con ojos tan ingenuos a pesar de todo. Abrazó a
Kirsten como a un peluche, sintiendo que le mojaban los ojos al verlo reír a
algún comentario de Ari. Bello y luminoso en su traje, los strass brillando como
estrellas en la noche, su rostro pálido y dulce mientras le acariciaba con
ternura la melena rubia a su amiga. Se veían preciosos, él de azul oscuro con
estrellas, ella de oro y plata iluminando su rostro.
Bill, mirándolos, como si nunca, nunca fuera a poder dejar de hacerlo.
Un vistazo tan rápido de Oliver con ojos tristes, tan rápido como desesperado,
que si hubiera parpadeado no lo hubiese visto. Un suspiro.
Te dejaré ir. No quiero verte triste. Oliver, mi amor… Quiero verte reír de
verdad. No dejaré que tu afecto por mí se agrie. Estaré allí si me necesitas.
Sólo… por esta noche… ámame una vez, y luego sonríe…
Show me a smile then,
Don't be unhappy, can't remember
When I last saw you laughing
If this world makes you crazy
And you've taken all you can bear
You call me up
Because you know I'll be there
Y Oliver, que había apoyado su frente en la de ella, giró la cabeza como
sintiendo su mirada, y le dirigió una sonrisa amorosa.
Y Belial tuvo que ocultar la cara en el hombro bajo de Kirsten y llorar en su
cuello, rogando por que la canción no acabara hasta que pudiera parar, mientras
su amiga le acariciaba la espalda.
Cause there's a shining through
I see your true colors
And that's why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors, true colors
True colors are beautiful,
Beautiful, like a rainbow
Hugh tenía que haber atrapado al discjockey, porque cuando la siguiente canción
sonó, hasta Stephen, que bailaba con Nadine muy cerca se echó a reír. Tras la
fanfarria de Barry White, y de Hugh saludando a todo el mundo desde el
MagicMicro, con un " No más detenciones * aplausos * No más besitos en secreto *
yes,yes* No más exámenes * YES!* No más acostarnos temprano * No, no! * No más
profes *Oooh…* *no más Filch…*aplausos * Y NUNCA MÁS SNAPE! * HURRAH!*" que
gritó al final, con la fanfarria todos los graduados, incluso Bill, fueron
arrastrados a la pista de baile.
YOU'RE MY FIRST MY LAST, MY EVERYTHING, AND THE ANSWER TO ALL MY DREAMS…
Belial se secó las lágrimas, haciendo a Kirsten girar en sus brazos, riendo,
mientras ella reía también, Hugh muy cerca habiendo atrapado a la bella Ailei
para un improvisado espectáculo. Belial lo miraba con risa en los ojos, y cuando
sus miradas se encontraron, Hugh le sonrió de vuelta. Lo tomó por sorpresa, pero
lo pasado, pisado. Se habían hecho daño, pero Hugh sabía que sufría. Belial le
perdonó de todo corazón ese batazo asesino al verlo imitar a Xanadu mientras
Aile se doblaba de la risa. Y cuando sintió contra su flanco a Oliver, que
bailaba a su lado, su espalda contra la suya, cantando muy suavecito, sintió que
su corazón era feliz, y suave como las burbujas flotando.
Se acabó el jazz cuando – seguramente los Gryffindors- exigieron algo más
agitado y les pusieron el tecno ochentero que tanto amaban. Vio con el rabillo
del ojo a Bill tratando de seguir con cierta torpeza a la sexy Jasmine en el
ritmo sincopado y violento, su melena roja suelta molestándole. Y le calmó el
corazón, tras que le robasen a Kirsten y Ari se fuese con Scott ver a Oliver
cerca suyo, un Slytherin Pride en la mano, riendo y bailando a su lado la música
que a él le gustaba, aunque Belial era más moderno. Y bailó con él,
preguntándose qué tan coqueto se podía ser. Usó todas sus armas, su cuerpo
agitándose a ese ritmo de pulso como si lo llevase un amante, y bebió de la copa
de Oliver con una mirada perversa, antes de echarse el pelo atrás y agitarse con
el perfecto ritmo que los dos habían perfeccionado, bailando juntos. Oliver
suave y sinuoso, Belial violento y poderoso, sin jamás tropezar sin importar qué
tan pegados bailasen ni qué tan violenta y rápida se pusiera la música.
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
GOD'S SPEED SPEEDING SOMEWHERE… AND GOING NOWHERE FAST!
Ojos en su nuca. No era Bill. Stephen, mirando a Oliver con su sonrisa, sus
lentes blancos por las luces. Oliver, echando la cabeza al lado con su pelo
flameando y azotándole la cara. Belial le echó una mirada exasperada: no tú
también.
Stephen y su sonrisa maldita. Bailando el ritmo, sin moverse mucho, pero
siguiendo la música con calma destreza. Era que no. Es músico.
Y el turno de los Slytherin. Belial sabía que tenía que haber sido Kirsten. Su
música favorita:
OH MY DARLING, I LOVE YOU, AND THE KISS WHO JUST STANDS TONIGHT
Los Slytherin hicieron grupo, Oliver pegado a él, Scott en el séptimo cielo
entre las chicas, mientras seguían el sexy, violento ritmo, cantando la letra.
Eran Slytherin, vanguardistas, y Belial alzó sus manos y se agitó como si lo
azotaran:
SHY VENUS, CAST ASIDE YOUR MASK PLEASE BE GENTLE IN YOUR CRUELTY...
I WANT TO SEE YOUR UNCOVERED FACE, I HAVE A SECRET THAT'S ONLY FOR YOU!
I WANT TO KISS YOU, SURRENDER TO YOUR HEART;
I AM A BEAST THAT HAS NOWHERE TO RUN, UNTIL THE DAY THAT I PASS AWAY, TRAPPED IN
THE LABYRINTH OF LOVE!
Nada que hacer. Ésta es mi canción.
Oliver abajo, deslizándose, y subiendo de un modo que daba escalofríos. Ari
risueña, echándose atrás. Scott, sus poderosos músculos tensando su camiseta
gris, bailando con los ojos verdes ferales. Kirsten riendo, aferrada a Belial
mientras usaba su delgado cuerpo para enroscársele como una serpiente. Y Belial,
diestro como el demonio del que tomaba su nombre, ondulando, la piel desnuda que
enseñaba brillante bajo las luces, sus labios rojos húmedos invitando…
… abrazado a Oliver, y una mirada a Bill.
MIO.
Nunca lo entenderás como yo…
Aullidos, maullidos, aplausos a su performance. Y les tocaba a los Ravenclaw. La
verdad, Belial, siendo Stephen, se esperaba un vals, por lo que partió al bar a
buscar otro trago – algo helado para ponerse en el regazo, también, fucking
túnica de dos piezas, que en castellano significaba "falda" cuando oyó el ritmo
sedoso, y se volvió con las cejas levantadas.
STEPHEN BAILANDO CON OLIVER.
Será putón o qué?!
No pudo controlarse y le echó una mirada a Bill que le alzó las cejas con la
misma cara de no me la creo.
Santana para Ravenclaw?
…CAUSE YOU'RE SO SMOOTH…
…GINMME YOUR HEART MAKE IT REAL OH LET'S FORGET ABOUT IT…
Stephen con una mano en la cintura de Oliver, esperando que el movimiento de sus
caderas se sincronizara, con todo descaro. Sus ojos azules en los negros de
Oliver, con esa sonrisa suya sabelotodo. Y de pronto acercándosele, y echándolo
atrás como a una mujer, Oliver sorprendido lamiéndose los labios sin aliento.
Stephen tan tranquilo, tan seguro, llevándolo en círculo, hablándole al oído, el
maldito bastardo, y de pronto Oliver con un pie sobre el de él y girando los dos
rápido y seco y…
Belial se tuvo que sentar rápido. Bill tenía la boca abierta. Y Oliver, sus
manos a ambos lados de su cabeza, agitándola, y sonriendo.
Lo voy a matar.
En cuanto acabe de shaggear a Oliver hasta que caiga inconsciente.
Stephen con el cuerpo de Oliver completamente pegado al suyo, moviéndose muy
leve, muy calmo, al ritmo lento y seductor, con pequeños movimientos que debían
sentirse increíbles para Oliver. Un susurro en su oído, entre el pelo negro.
- Eres increíble.- susurró Stephen a Oliver mientras la canción se acababa.
Oliver se sonrojó, y le sonrió con afecto. Y Stephen lo dejó, con un guiño
cómplice.
- Cierra la boca, estás babeando.- Belial casi se sobresaltó al ver a Hugh
sentado a su lado, sorbiendo el burbujeante y dorado Puffie Pixie.
SHAKE YOUR BOMBOM SHAKE YOUR BOMBOM SHAKE YOUR BOMBOM
- Vete a la mierda, Mitchell.- Belial lo miró con mal disimulado afecto. Dos
bailes y Hugh ya parecía el superviviente de una guerra, mientras que Belial
estaba aún más rico. Pero había un brillo semejante en sus ojos, un atractivo
semejante en sus posturas. Belial se preguntó cómo nunca se dio cuenta de que
tenían manos iguales.
- Quería hablar contigo, Belial.-
Belial recibió su trago, le dio un sorbo, y revolviendo con la pajilla a los
hielos en forma de serpientes nadando en su vaso, habló sin mirarlo.
- Qué?-
Hugh estaba mirando la pista mientras hablaba.
- Nos hemos pasado peleando, no?-
- No me digas que viniste a ponerte dulce.-
- Lo vas a extrañar.-
Un silencio. Belial, riendo en su copa.
- Puto.-
- Bastardo.- automático. Eran tan parecidos.
- Bailamos?-
Belial le echó una mirada a Oliver, que bailaba con Kirsten.
ARE YOU JIMMY RAY? WHO HAS TO KNOW? WHO HAS TO KNOW?
- Porqué no?-
Los dos moviéndose tan parecidos, Hugh escandaloso, Belial tan sexy, riéndose.
No se dijeron más. Todo estaba perdonado.
- Prometes olvidarlo de inmediato si te digo que te ves increíble?-
- Lo prometo si te olvidas que dije que te mataré por traer a Bill.-
- Siempre te quedo yo, brother…-
Risas idénticas.
- Tu madre te mataría por decir eso.-
- Tu padre casi me mató, muchas gracias.-
WHO HAS TO KNOW?
Y campanillas, y música brasilera, y aplausos con una lluvia de burbujas:
EH, MAGDALENA…
OYE UN DIA DIXO, ALEGRIA DIXO…
Se miraron. Sonrieron, leyéndose las mentes. Y los dos hermanos arriba de la
barra, agitando sus caderas, espalda con espalda, manos arriba, doblando sus
rodillas lentamente, Hugh salvaje y Belial erótico, pelo de plata y rizos de oro
mezclados…
Foxnotes: weeeeeeee capítulo laaaargo….y todavía falta… y otra vez bitch de
index… weeee…
CAPÍTULO VEINTITRÉS
THE TEARING
Well in case you failed to notice, in case you failed to see,
this is my heart bleeding before you, this is me down on my knees
these foolish games are tearing me apart
HEY HEY HEY! TOUCH OF HIS SKIN FEELING SILKY SMOOTH,
COLOR OF CAFE AU LAIT ALRIGHT
MADE THE SAVAGE BEAST INSIDE ROAR UNTIL HE CRIED, MORE-MORE-MORE
- Qué vas a hacer ahora, Stephen?- los Head Boys se habían reunido en la barra
mientras la música se volvía más suave tras bailar Lady Marmalade. Stephen, que
tenía el deineador corrido del modo más atrayente, sonrió, observando su vaso.
- Me aceptaron en Inverness para estudiar Artes Oscuras. Y tú, Bill? Vas a la
Universidad?-
- No.- Bill le sonrió, su Gryffindor Valour en la mano.- Mi familia no puede
pagarlo, y aunque me den una beca, necesito ayudar a mi papá. Me aceptaron para
trabajar en Gringotts como rompedor de maldiciones. No sé adónde me mandarán,
eso sí.- Bill no mostraba amargura, sino una sonrisa.- Y siempre he querido
conocer otros países.-
- Mitchell?- Belial, sus ojos aún en Bill. Se va del país. Tal vez, si se va
pronto… se esforzó en mirar a Hugh- Y tú qué?-
- Voy a ser Auror. La academia ya me aceptó.-
- El Auror's Guild?- Stephen, impresionado. –Pensé que jugarías Quidditch. En
serio?-
- Claro que lo aceptaron.- Belial añadió, antes de que lo fueran a tomar como
elogio.- Es el único lugar donde cerebro no es requisito.-
- Y tú, presumido? Pajeándote en casa?-
- No. Inverness también: Alta Alquimia. Y Oliver en Teoría de la Magia.-
- Tendremos ramos comunes.- Stephen le sonrió a Oliver. Belial le hubiera dado
vuelta su Ravenwing de gin en la cabeza. Oliver, en cambio, parecía distraído, y
no miraba a los ojos.
- Oliver…-
- Bailamos?- le sonrió.
C'ME HERE BABY
YOU KNOW YOU DRIVE ME UP THE WALL WITH THE WAY YOU DO…
Belial negó con la cabeza, pero sonreía. Ay, mi Oliver. Lo abrazó en el ritmo
lento y cadencioso. Aspiró su aroma, su pelo. Las luces eran bajas y
anaranjadas, mientras se movían abrazados.
Eran una de las muchas parejas abrazados en la oscuridad, y Belial besó su pelo,
sus oídos, su hombro, aferrándolo.
No te vayas…
No me dejes…
CRAZY, CRAZY, CRAZY FOR YOU BABY… WHAT CAN I DO HONEY… I FEEL LIKE THE COLOR
BLUE…
Lo besó, despacio, lentamente. Su respiración, dulce y tierna. La había oído
toda su vida junto a él, día y noche. Sin ella, no podría…
THAT KIND OF LOVING SENDS A MAN RIGHT TO HIS GRAVE.
Un suspiro.
Y de pronto, Oliver, sollozando en su hombro. Belial sintió un puñal en su
corazón, agudo, retorciéndose, destruyéndolo: pero habló tan suave, tan tenue
como un susurro.
- Porqué lloras, mi amor…?-
Otro suspiro. Oliver, negando, tratando de sonreír, y sus ojitos tan tristes.
- Lloras porque Bill se va, verdad?-
Los ojos de Oliver, grandes y negros. Sus labios temblorosos. Belial los besó, y
un sollozo quebró a Oliver, que se echó a llorar abiertamente en sus brazos. Y
Belial lo estrechó, algo dentro de él dando sus últimos latidos.
THAT KIND OF LOVE YEAH I'LL NEVER GONNA BE THE SAME…
Belial siguió besándolo. Y luego, susurró en su oído, lágrimas tibias de Oliver
aún en sus labios:
- Vete con él. Dile que lo amas. Tendría que estar loco para negarse. Sé cuánto
te ama…-
Oliver, su cara pálida y tensa.
- Pero… Belial…-
I'M LOSING MY MIND
BECAUSE I'M GOING CRAZY…
Un beso. Y Belial sonriéndole, una sonrisa pícara y avasalladoramente triste.
- Vente conmigo esta noche. Y mañana… mañana eres libre. Sólo quiero que seas
feliz, mi amor…-
- Lo sabías…- su miedo a que lo odiara impreso en su rostro… como si pudiera… ya
quisiera…
- Siempre, mi amor…-
Oliver, sollozando. Pero Belial no lloró, besándole el pelo. Ya había llorado
suficiente.
I NEED YOUR LOVE HONEY I NEED YOUR LOVE…
Belial quiso ser tan lento, tan mágico como pudo. Cuando estuvieron solos al
fin, desvistió a Oliver en su cuarto con toda la lentitud que pudo, tan
dulcemente como pudo, sabiendo que era la última y única vez que podría. Lo
besó, y Oliver se le abrazó, entregándose con la dulzura de una baya madura.
Rodaron en el lecho en el que se habían amado tantos años, entre sus sábanas
blancas, afuera ya amaneciendo, compartiendo miles de besos que hablaban de
pena, de adiós, de amor, de afecto. Era un final adecuado.
I can feel it coming in the air tonight
I was waiting for this moment all my life
Can you feel it in the air tonight, oh love?
Despacio, dulce. Belial se tendió sobre Oliver, y lo cubrió de caricias,
descansando su cabeza en sus muslos de miel, aspirando su aroma. En el lecho
blanco parecían dos ángeles, la colcha echada atrás como si hubieran descartado
sus alas. Oliver temblaba, y lo abrazaba, respondiéndole beso por beso, caricia
por caricia, como si quisiera condensar en esos minutos todo el amor, todos los
años de amor que no podía darle. Era suave y tierno, pero a la vez afiebrado
cuando al fin la pasión los arrebató como los adolescentes que eran y Oliver se
halló enredado en Belial de un modo que cada suspiro era una ola de placer
estallándoles en la cabeza. Belial, su rostro hundido en su regazo, besándolo,
lamiéndolo, no dejaba de mirarlo, esforzándose en grabar en su mente cada gesto,
cada brillo diferente en los ojos negros que tanto amaba.
Oliver gritó bajo él, se le aferró, ríos de lágrimas sacudiéndolo en su primera
vez consciente, su primer orgasmo. Lloró abrazado a él, repitiéndole palabras de
amor, temblando entero. Y Belial, los ojos abiertos deslizó su frente por el
torso sedoso, su flequillo acariciándolo, sobre su corazón.
- Te amo, Oliver. Siempre te amaré…-
- Belial…-
I remember, I remember don't worry
How could I ever forget
this first time, the last time we ever met…
- Lo sé, Oliver.- Belial le besó los ojos, tendido allí, blanco contra las
sábanas, y muy despacio, sin dejar de mirarlo, le acarició los muslos, los alzó,
se apoyó su pierna en los hombros, y acarició la tibia carne entre sus piernas.
Oliver se disolvió mientras lo aflojaba, lo acariciaba con aceite de almendras,
lo relajaba. Se había prometido ser el primero en tomar a Oliver aunque lo
tuviera que violar: tendría ese premio al menos, para asegurarse que nunca lo
olvidara. Pero Oliver separó sus muslos con amor para él, sonriéndole con un
dejo de temor en los ojos, pero tanto amor en ellos que si Belial no hubiera
sabido, podría haber sido completamente feliz. Se alzó sobre él en manos y
rodillas, y sin una duda, sus ojos clavados en los suyos, lo penetró con un solo
impulso perfecto.
Yo también soy maestro de Pociones.
Oliver gimió y gritó bajo él, pero no hizo ningún intento de alejarse, de
escapar a la intrusión. Se aferró a las sábanas, las arañó, su cabeza echada
atrás en el nido de seda negra que era su melena, exhibiendo su pálido cuello
pulsante. Belial lo mordió, lo besó, desesperado por marcarlo, y sus dedos le
acariciaron el cálido miembro apoyado en su abdomen suave, oprimiéndolo con
manos que lo amaban. A Oliver le temblaban las piernas, mientras que a cada
empuje Belial lo mordía, lo besaba, lo lamía como si no pudiera saciarse de su
carne. Oliver le suplicó que lo dejase llegar, pero Belial continuó con su ritmo
lento y torturante hasta que dando un grito que contenía su nombre se aferró a
él con la fuerza de una fiera y vació su semilla, su dolor, su desesperación en
un orgasmo que se tardó una eternidad. Y luego se retiró, dejando a Oliver
tembloroso y ardiente, el calor entre sus piernas intolerable mientras su sexo
enrojecido convertía el placer en agonía…
- Tómame. Por favor. Oliver, te necesito…- jadeó Belial, tendiéndose a su lado,
de rodillas, la cabeza en la almohada como una ofrenda.- por favor…-
- B-Belial…- Oliver temblando buscó el aceite con desesperación, pero Belial lo
atrajo, lo besó, lo detuvo.
- No. Así. Hazme daño… hazme… daño…-
- Te lastimaré…-
- Lo quiero así…- susurros en el amanecer, súplicas. Belial sollozaba, y Oliver,
jadeando sin aliento, las manos temblorosas, lo aferró, le besó la frágil
columna, y lo penetró con la violencia del inocente.
Belial dio un aullido de bestia herida, y Oliver se detuvo aterrado al ver
sangre. Pero Belial gimió entre sus lágrimas, su rostro enrojecido contra la
almohada, apoyado en sus codos, que no se detuviera, que si se detenía lo
mataría, que siguiera, que lo hiciera suyo, y el rugir de las venas de Oliver
fue demasiado. Lo tomó con abandono, con torpeza, con hambre, y lloró su alivio
sobre la frágil espalda mientras Belial lloraba en la almohada, el dolor físico
y el placer salvaje borrando por un segundo el dolor de su corazón destrozado.
Largos besos, lentos, exhaustos. Y caricias, tantas…
I can feel it coming in the air tonight
I was waiting for this moment all my life
Can you feel it in the air tonight, oh love?
La luna se había puesto.
Oliver dormía en la claridad gris, hecho una pelotita, su espalda desnuda frágil
y acariciable, su nuca desnuda mientras Belial lo acariciaba, despierto,
abrazándolo por detrás, apoyado en un codo para mirarlo. Tan suave.
- Te va a dejar.-
De pie en la puerta tras él. Belial no se asustó esa vez: estaba demasiado
exhausto.
- Lárgate, Nathan. Tengo mejores cosas que hacer que asustarme de ti.-
- Estás llorando.-
Belial se enderezó y se dio vuelta. Nathan caminó, y con un saltito, se sentó en
el alféizar la ventana.
- VETE, Nathan. Déjame en paz.-
- Yo quería verte llorar.- dijo con extraña suavidad el fantasma. – Quería que
lloraras, como yo, mi Lucius…-
- Si alguien más me confunde con mi padre, gritaré.- suspiró Lucius con cansada
furia.
-… pero ahora que lloras…- Nathan se abrazó las rodillas.-… no lo soporto…-
Nathan. Pelirrojo, sus ojos celestes confusos, tiernos.
- VETE.-
- Lucius, si él ya no te quiere… yo te amo… te amaré siempre…-
Belial lo miró con ira. Contra la luna, Nathan era traslúcido y bello.
- Déjalos y ven conmigo. Ven a caminar conmigo, mi amor…- Nathan flotó,
descendió como una pluma en el aire hasta el lecho. Belial aferró a Oliver, su
mirada con un claro mensaje de amenaza. Pero Nathan sólo se posó en el lecho
revuelto por el amor, y lo miró a los ojos.
- Por favor no sufras… vuelve a mí…-
- Nathan…-
- Él ya no te ama! Yo sí te amo! Porqué nos haces sufrir? Tú me amabas! Yo lo
sé!-
Belial sintió sus ojos llenarse de lágrima oyendo a Nathan chillar lo que él
ansiaba tanto gritar. Acaso pago por lo que le hiciste a este niño, papá?
Su mano fue al talismán que lo protegía de Nathan, una pena súbita y ternura
tibia por el pobre mocoso. Pero no se lo quitó.
- No dejes de amarme! Si me dejas de amar, me mataré!- chilló Nathan furioso.-
Qué te da él que yo no? Yo te dí mi alma, mi cuerpo! Dijsite que me amabas? No
era verdad? NO ERA VERDAD?-
Belial lo hubiera estrangulado si hubiera podido. Pero lo que hizo fue echarse a
llorar, con manos inmateriales acariciándole el pelo.
- No quiero que llores… no llores por él, si yo te amo tanto…
- No pensé que te vestirías tan rápido.- Belial dejó una taza de leche en el
velador, que había bajado al Gran Hall a buscar ese sábado en la mañana. Oliver
estaba vestido, sentado en la cama, peinándose con manos temblorosas: tenía
ojeras profundas, los labios algo hinchados por tantos besos. Y lo miró con sus
ojos grandes y negros, la túnica vieja y calentita verde oscuro que tenía desde
cuarto envolviéndolo.
Belial la conocía. La usaba cada vez que se sentía nervioso por algo. Sin
hablar, le tendió el Vivicus Charm.
- Guárdalo. Aún puedes necesitar hallarme… o quizá quieras saber cómo
estoy…-Brlial hizo un esfuerzo para recuperar una voz tranquila.- Puedo quedarme
con el tuyo?-
Oliver asintió, sin voz. Luego lo miró cruzar la pieza y sentarse en la otra
cama, al frente. No se tocaban.
Oliver había hecho las camas. Estaban estiradas, perfectas.
- Voy a Hogsmeade hoy. Quieres algo?-
Oliver negó.
- No creo haberte mordido tan fuerte como para que no puedas hablar, no?-
Oliver rió muy bajo, sin alegría. - Belial…- dijo lentamente.
- Bill está en la biblioteca. No me preguntes: ya sé que los exámenes acabaron.
Debe estar leyendo.- Belial se mojó los labios en la leche, despacio.- Me lo
sopló Stephen.-
Oliver lo miraba, sus ojos llenos de esperanza, y también dolor. Belial le
acarició la espalda, y luego se la palmeó despacio. Le tocó el pelo. Pero no
había necesidad de arreglarlo: así, suelto como plumas negras era como mejor le
quedaba. Vagamente le tocó la túnica, la cara, como si lo bendijera.
- Bueno… ve por él, tigrecito. Si todo falla, aquí estaré.- añadió con una
sonrisa que quería ser animosa, aunque sus ojos eran traslúcidos.
Oliver dio media vuelta, despacio, y Belial respiró hondo.
Oliver dejó con todo cuidado el vaso de leche en el velador, se le arrojó
encima, lo besó con toda su alma y salió corriendo.
Belial se desmadejó en el lecho. Y suavemente, con una risa triste, puso un
brazo sobre sus ojos húmedos.
Tras un baño y un poco de poción Snape se sentía medio humano otra vez. Estaba
tratando de poder conseguir unas horas de sueño tras llorar hasta dormirse por
Djeri cuando a las dos y media de la mañana le golpearon la puerta.
QUIENQUIERA QUE SEAS, ERES POCIÓN.
Y era Belial, vestido de pies a cabeza con su uniforme arrugado, el pelo
imposible, y el clásico gesto de dolor de alguien a quien acaban de tomar sin
preparación.
- Belial?- su ira desapareció. Ojos tristes, vacíos. Y una sonrisa que trataba
de no ser llanto.
Belial le enseñó una botella de brandy al chocolate.
- Pasa.-
Esa noche los dos se emborracharon como para morirse.
Sometimes I sleep, sometimes it's not for days,
- Mi padre… usted lo amaba, no?-
Un silencio confortable. Belial tendido de lado, los pies sobre el brazo del
sillón, la camisa abierta, la copa balanceada en el pecho. Snape calmo y quieto,
su copa en la mano extendida, sus piernas estiradas cómodamente frente al fuego.
Un suspiro.
- Siempre.-
- Y él?-
- Yo creía que sí… hasta Nathan.-
- Nathan?-
- Sí. Nathan lo amó como yo nunca fui capaz. Lucius trató de alejarlo de
nosotros porque correría peligro cerca de Lord Voldemort. Pero Nathan se mató
tras que Mordaunt… y yo… lo usáramos para completar una poción.-
- Mi padre…-
- Tu padre lo halló colgado en la enfermería, y casi enloqueció. Nunca volvimos
a tener contacto, hasta…hasta ahora.-
- Y el padre de Oliver…?-
Otro suspiro, muy triste.
- Mi Djeri. Lo amábamos. Como a Stefan. Sé que te puede sonar pervertido, pero
nos amábamos, los cuatro, como no te imaginas. Vivimos juntos siete años,
compartimos todo, sin tapujos.- una risa.- Yo tuve que aprender a peinarme y a
despertarme solo después.-
- Me lo imagino.- voz amarga.- De veras.-
- Ahora sólo quedamos tu padre y yo.-
- No deberían separarse.-
- Belial, todo lo que ha pasado fue culpa mía. Yo los metí en esto. No podría
volver a mirar a tu padre a la cara sin pensar en mi Djeri muerto… en mi Stefan
muerto…-
Las llamas, crujiendo. Snape le echó otro palo al fuego, y se bebió el brandy de
un trago.
- Cómo se las arregla para dormir de noche?- Simple pregunta, los ojos vivos con
curiosidad que no era sólo teórica. Belial quería saberlo, lo necesitaba. Snape
le arrojó un pequeño vial del mantel de la chimenea.
- Fácil. Apoyo la cabeza en la almohada, dos gotas de esto, y ronco.-
And the people I meet always go their separate ways
- No se siente solo?-
- Todos los días.- voz igualmente amarga.- En especial, en cada graduación.-
Belial mirándolo. No lo voy a ver más. Ni siquiera lo había pensado…
Ojos húmedos.
- Lo voy a extrañar, Profesor. Usted ha sido…-
Esa sonrisa, triste y calma.
- Ssshh.-
Ambos alzaron sus copas despacio. Y adentro ese ardiente líquido.
Sometimes you tell the day by the bottle that you drink,
Los dos bebiendo en silencio. Belial se sacó los zapatos, y con sus pasos
felinos se acurrucó en el regazo de Snape otra vez, pero esta vez como un pobre
niño herido.
- Profesor…- susurró Belial en su oído. Se movió, inquieto.- Si usted quiere…-
- Duerme, mi niño.-
- Pero… no resista… no… me quiere…?-
Un suspiro. Ojos negros cálidos y comprensivos, amantes, en desesperados ojos de
plata tan familiares.
- No sería un hombre si no quisiera la sombra de lo que fue una vez, mi amor.
Pero no te usaría así. Tampoco tendría derecho a llamarme hombre si tomara de ti
mi propio placer. Pero siempre te amaré como si fueras mi hijo, el hijo que no
tuve, hijo de mi carne, mi Belial…-
Belial le echó los brazos al cuello, y le dio un beso que Snape respondió
suavemente. Luego se acomodó en su regazo como un gato favorito, su cabeza
contra ese corazón que latía tras capas y capas de toga negra, y se durmió,
mientras Snape le acariciaba el pelo, y le cubría las piernas recogidas con una
esquina de su propia toga.
And times when you're alone all you do is think .
Snape lo meció hasta el amanecer, los ojos fijos en el fuego.
Lucius.
No sé si tendré la entereza de verte en la graduación.
Vendrás?
CAPÍTULO VEINTICUATRO
THE DREAM
Talk to me amazing mind, so understanding and so kind
You're everything to me
Oh my life is changing everyday every possible way
Though my dreams, it's never quite as it seems
Because you're a dream to me, dream to me
Bill dio un salto cuando Oliver se materializó en su mesa de la biblioteca,
donde estaba medio oculto leyendo consideraciones previsionales del trabajo
bancario. Como siempre, su rostro estaba perfectamente tranquilo y calmo, pálido
y bello, aunque ojeroso. Y aunque una lluvia de verano amenazaba las flores de
los árboles frutales afuera, su única protección era su pelo en una bufanda
sedosa y negra.
Ojos negros tan perfectamente cerrados como un espejo.
- Bill, necesito hablar contigo.-
Bill bajó la vista a través de sus lentes redondos, mirando la columna de
números en su regazo. Luego alzó ojos celestes y amables, que esta vez estaban
exasperados.
- Oliver, no tengo tiempo para tus juegos. Por favor, déjame solo.- suplicó,
cansadamente. Era la voz de alguien herido donde más dolía: esas semanas de
silencio de Oliver tras su sorprendente confesión, de Oliver esquivándolo donde
él era demasiado discreto, demasiado tímido para presionar, habían sido una
bofetada. Y aunque no chillaba por daños y perjuicios, como habría hecho Hugh,
ni ansiaba venganza, como hubiera hecho Belial, Bill exigía y suplicaba a la vez
que lo dejasen en paz.
- Bill, voy a hablar contigo. Y si crees que no haré una escena aquí, te haré
una obra de tres actos en el medio de la biblioteca.- dijo Oliver con una rara
finalidad en la voz. Bill lo miró sorprendido: Oliver tenía la expresión de
alguien apostando los ahorros de su vida al Magic Lottery. – Así que vamos?-
Whispering my goodbyes, waiting for the train,
I was dancing with my baby in summer rain.
I can hear him saying nothing will changue
cause I dance with my baby in summer rain.
La lluvia empezó a caer suavemente a media tarde. Belial estaba solo en el campo
de Quidditch, su bufanda blanca flotando en el viento sobre su impecable ropa
gris, largo abrigo de gamuza, sweater y jeans de terciopelo fino, todo en el
tono del cielo que lloraba. Si no hubiera sido por el reflejo dorado de su pelo,
podría haber pasado por una fotografía en blanco y negro.
Estaba perfectamente quieto, sus ojos en el difuminado dibujo a tinta que era la
oscura torre de Astronomía, su costado de piedra elevándose en una bella línea
recta ochenta metros hacia el cielo. Donde se había acostumbrado a mirar, en sus
entrenamientos de Quidditch, para ver el banderín negro de la melena de Oliver
al viento, cuando estudiaba allí. Visible.
Algo a lo que alzar los ojos.
Alguna vez, en una noche clara, había visto las estrellas en esa torre, la
silueta de Oliver recortada contra el marco centelleante, una mano cálida en la
suya. Mi pequeño astrólogo. No leíste esto para nosotros, en tus estrellas?
- Belial?-
- Mm?-
- Si tienes una cita aquí, te vas a resfriar.- la amable voz de Stephen. En su
chaqueta azul, sonrisa en los ojos, nunca en los labios. Gotitas de lluvia en
sus lentes.
- Tú que haces aquí?- voz calma, pero no hostil. No tenía fuerzas para ser
hostil ahora.
- Salí a dar una vuelta y me agarró la lluvia. Y al verte, pensé que quizá
querrías ensayar preguntas de la prueba de ingreso a Inverness.-
- Stephen?-
- Mmh?-
- Es eso una invitación medio velada a que nos enamoremos y tengamos sexo?-
- No.- Stephen lo miró sin sorpresa.- Halagado como estoy, y atractivo como
eres, tengo que decirte que estoy interesado en otro Slytherin.-
- No me vengas tú también con lo de Oliver…-
- Podrías pensar en hetero por un segundo? –
- Ari o Kirsten?-
- Ari.-
- Ooh.-
- La verdad es una invitación medio velada a que me invites a tu torre, yo la
enamore y tengamos sexo.-
Belial se echó a reír hasta que tuvo que secarse los ojos.- Ooh, Stephen…-
- Olvida a Oliver, Belial. Es el destino. Siempre me ha consolado eso.-
- Mi padre dice que lo llamas destino cuando no sabes el nombre de la persona
fregándote.-
- Olvídalo. Tienes tu futuro por delante. – Stephen agregó amablemente,
dejándolo para bajar las gradas de dos en dos.- La invitación sigue en pie,
Belial. Después de todo, Snape va a tener una coronaria si después de ser Head
Boy del año por encima de tuyo, encima entro en Inverness y tú no.-
- Aún no se sabe quién es el Head Boy del año, arrogante buitre!- chilló Belial,
recuperando de pronto su energía.
- Oh, lo seré, lo seré.- Stephen se desvaneció en la llovizna con su arrogante
paso. Belial rió y se cobijó bajo el techo de las gradas más altas, estirando
las piernas, aún risueño, aunque con los ojos tristes.
I remember the rain on skin and his kisses harder than the scent on the wind
I remember looking in his eyes.
Estaba sombrío allí. Mientras miraba la lluvia caer, suave y dulce en verano,
recordó como bajo los manzanos blancos él y Oliver habían bailado una vez un
loco vals esperando por un feroz arcoiris al atardecer. Había sido tan intenso.
Ese simple recuerdo de su risa y su aroma suave, y la sensación de su piel bajo
los dedos. Habían bailado hasta caer en el césped empapado y blando como una
esponja. No hacía frío mientras se miraban a los ojos, esos ojos de Oliver que
eran como la noche de verano. Un arcoiris sobre ellos, en el atardecer.
Belial tenía tanto frío que no estaba seguro de no haberlo soñado.
Oh my love, it's you that I dream of
Oh my love since that day,
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
Lo ansiaba tanto que le dolían los dedos de frío. Ansiaba tanto su calor, o
cualquier calor, cualquier abrazo, que temblaba.
- Olvídalo… me tienes a mí…- oyó el susurro. Nathan estaba junto a él, sus
grandes ojos llenos de pena.- Olvídalo…-
- NO PUEDEN ENTENDERLO?!- gritó Belial, de súbito, lanzándose gradas abajo,
huyendo del fantasma, sus gritos resonando coléricos.- NO PUEDO OLVIDARLO! NO LO
OLVIDARÉ, NI AHORA NI NUNCA, JAMÁS!-
Bajó hasta el césped, y se apoyó en el húmedo pasto. Llovía, y el césped mojado
y el cielo gris eran los mismos. Porqué ellos no eran los mismos? Porqué estaba
solo?
Se cubrió la cara con las manos, y lloró. Ni siquiera me amó nunca, no de
verdad. No como a él. Y yo fui feliz con esa mentira. Y ahora no importa lo que
haga, no puedo escapar, no puedo… olvidar… de alguna forma, siempre me quedaré
contigo bailando bajo esos árboles… siempre anhelaré volver, y lo mejor de mí se
quedará allí, congelado contigo…
Miénteme otra vez, déjame vendarme los ojos otra vez. La luz es tan horrible…
cúbreme con nubes protectoras otra vez…
Doesn't matter what I do now, doesn't matter what I say
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
Oh summer rain
- Bailas conmigo?-
Belial alzó los ojos. Entre sus lágrimas, contra el cielo, Nathan era casi
traslúcido, pero podía ver el amor en sus ojos, su sonrisa. Y podía sentir su
mano cálida en la suya cuando lo tomó.
Era más bajo que él, y se sentía cálido y dulce contra su pecho cuando se le
abrazó para bailar, cantándole suavemente una vieja canción bajo la lluvia de
verano. Había tanto amor, tanta ternura que Belial sintió sus labios temblar, y
no se echó atrás cuando Nathan se empinó ingrávido y lo besó con labios
inmateriales pero no por eso menos cálidos.
- Como esa vez en la nieve… te acuerdas?- le susurró tiernamente. Belial no se
resistió cuando Nathan lo tendió en el pasto mojado, para llover caricias y
besos sobre su figura inmóvil, así como el cielo seguía derramando lágrimas
sobre su piel. Cerró los ojos, y trató de soñar: pero seguía viendo a Nathan,
dulce Nathan con su pelo rojo difuminado cada vez más real y corpóreo sobre él,
sintiendo su calor, un calor que no era su imaginación.
Y finalmente, Belial sintió labios, humedad real en su boca, un beso tímido y
apasionado. Y Belial abrió los ojos para mirar esos ojos celestes luminosos
sobre él.
All the nigth I stood there watching and the feel of you is so close
I can feel you when the wind blows close right through my eyes
- Muéstrame.- susurró fieramente.- Muéstrame que me amas. Si me haces olvidarlo,
soy tuyo, Nathan. Sólo llámame Belial…-
- Como quieras, mi amor…- Un susurro y un beso: la niebla lo envolvía, y era tan
tibia que Belial cerró los ojos bajo la lluvia y se dejó acariciar. Sentía manos
frías, pero suaves, en su pecho, su sus brazos, abriéndole la ropa. No se movió.
No se movió ni aún cuando sintió su desnudez acariciada por la lluvia, pulsante
y húmeda.
Despacio, una caricia bajando por su cuerpo, sus propios muslos separados,
cálidos y temblando a cada gota de lluvia. Un beso que casi lo hizo gritar.
- Háblame. Háblame de nuestro amor…- susurró, sintiendo cómo lo penetraban con
cuidado exquisito, con delicadeza perfecta, su mejilla ardiendo contra el pasto
mojado, la lluvia corriéndole por las piernas.
Lluvia súbita y sobresaltadora entre sus piernas, gotas abriéndose camino,
heladas en su carne ardiente. Gimió, consciente de que para cualquier otro que
lo viera parecería un joven solitario acariciándose de un modo muy hedonista.
Pero ese calor dentro suyo no podía ser su imaginación. Esos besos, las
caricias, no lo eran. Si lo eran, definitivamente había enloquecido.
Si dejaba de doler, le bastaba. Belial tragó y apretó los dientes, cerrando los
ojos, las uñas clavadas en la tierra. Pero la caricia era suave, tan poderosa,
tan lenta, que temblaba entero, casi en convulsiones. No podía controlarse, ni
graduar su reacción a ese ritmo, a esa caricia inmaterial.
- Eran tan dulce conmigo. – en la palabras de Nathan había un mundo de ternura,
de devoción: ese era el sentimiento exacto. Devoción ciega, entregada. - Eras un
poema… casi como un dios, y bajaste tu mirada a mí para amarme, para ser amable
conmigo. Nadie nunca lo había sido, jamás. Nunca nadie fue lo que tú fuiste. Te
dije que te amaba y me quisiste! Me quisiste de verdad! … me besaste… te
entregaste a mí y yo te amo más que nadie en el mundo…-
Belial se azotaba contra el lecho verde que era el pasto. Estaba temblando.
- Por favor…-
- Te amo…-
- Nathan, por favor…-
- Te amo, Belial…-
- NO!- Belial estalló con una fuerza que nunca había conocido: el mundo se le
puso negro. Besos en sus sienes, en su rostro, en sus labios… la lluvia seguía
cayendo, y Belial, sus lágrimas mojándole la cara, se quedó allí, temblando.
Estaba solo en el pasto húmedo, el cuerpo mojado por la lluvia y por su propia
explosión. Completamente vestido se quedó tirado allí, los ojos en el cielo
blanco, pálido y exhausto.
Solo.
Belial cerró los ojos, la miseria envolviéndolo, su ansia por Oliver
carcomiéndole los huesos.
Dios … haz que pare… me duele tanto…
Oh my love, it's you that I dream of
Oh my love since that day
Somewhere in my heart I'm always dancing with you in the summer rain
- Bill.-
Bill estaba inquieto. Oliver lo había medio arrastrado, medio empujado sin
vacilación hasta la Torre Gryffindor, donde habían compartido su primer -y
desastroso- beso. No había nadie a la vista: siendo el último fin de semana del
año todo el mundo había aprovechado para escaparse a Hogsmeade. Sólo los alumnos
de séptimo se habían quedado atrás, ya nostálgicos de su colegio…
- Oliver, no sé qué quieres decirme. Pero crees que sea lo que sea valga la pena
hablarlo? Quizá tú tenías razón, y todo fue un error. Estabas débil, y yo
ansioso y preocupado, y ahora estás trasnochado, y considerando tu relación con
Belial…-
- Eres un absoluto imbécil.-
La frase, dicha con ese exquisito acento francés y con esa delicada rigidez de
Head Boy que distinguía a Oliver fue una incongruencia tal que Bill se quedó con
la boca abierta.
If I were an only child I would be a lonely child
but baby we've got nothing to lose: I'm standing tall in my own shoes
I'll take this chance, I'll make this choice
I'll right this wrong, I'll raise my voice
if it means we'll be together for a while
- Perdón?-
- Mi relación con Belial se acabó, por mutuo acuerdo, si es esa tu preocupación:
no vendrá a echarte una maldición prohibida, y si viene, que lo dudo, se las
vería conmigo. – la voz de Oliver era tranquila, casi juguetona, pero cargada de
una decidida electricidad. Había una fuerza, una energía que Bill no recordaba
haberle visto nunca. Fuera de la sombra de Belial, ya no era esa grácil,
perfecta sombra. Era un muchacho con ojos de carbón encendido y sonrisa
desafiante. Era fuerte, y poderoso: y toda su adoración por el frágil poema de
niebla francesa que pensaba que era Oliver Lestrangue se desvaneció inseguro,
para impresionarse con ese Oliver que pisaba fuerte y hablaba claro.
I have never had a doubt but for you I'll take time out
I'll push his love far away from me and then you'll be completely free
I'll give up my security for just the possibility
that we could be together for a while
- Oliver, no… de veras acabaron con Belial…? Que pasó? Ustedes se querían
tanto…- su voz bajó, impresionada.- …o pensé que se querían.-
- Nos queremos. Pero no vine a hablarte de Belial. Vine a hablar de nosotros.-
Bill tomó aire.- Noso-nosotros?-
Oliver se volvió con su calma, nueva seguridad. Avanzó hasta él, y echándole los
brazos al cuello, lo besó.
Bill se quedó con la boca abierta, en ambos sentidos.
- Ahora si quieres me voy. Pero supongo que fui bastante claro.- Oliver sonrió,
una sonrisa algo húmeda y temblorosa. Bill se quedó allí mirándolo un momento, y
luego fue a apoyarse en silla de madera que era su trono en la sala común de
Gryffindor.
- Dices que… querrías… estar con…-
- Contigo. Juntos. – Oliver respiró.- Me quedo o me voy?-
Bill se apoyó allí, voz muy baja.- Hablas en serio?-
- Te lo firmo?-
- Oliver, podrías por un momento dejar de ser tan…? - Bill se sentó, se quitó
los lentes, y sonrió tímidamente.- … Estoy confuso. No puedo creer todo esto…-
- Qué tengo que hacer para que lo creas?.- Oliver se sentó en una silla cercana,
frente a él. La túnica le envolvía las piernas, marcando las delicadas líneas
como si estuvieran desnudas: pero estaban tensas, y Oliver tenía los ojos negros
llenos de esa energía nerviosa con la que la gente salta al río.
- Convénceme.- susurró Bill, sus ojos celestes incapaces de creer, sus labios
húmedos aún, una expresión iluminada pero temerosa en su rostro.
If you said "Jump!" I'd say "How high?"
If you said "Run!" I'd run and fly
Just for the chance
Just for the moment
Should the moment pass us by
- Sabes que has recogido mis libros cuarenta y tres veces?-
- Qué?-
- Siempre que Hugh me asusta y los dejo caer, siempre me los recoges.-
- En todos estos años, cuarenta y tres veces?-
- Belial te ganaba a veces.-
- En la sala de Head Boys?-
- Diferentes locaciones.-
Bill rió para sí, suavemente.
- No lo puedo creer. Numeras esas cosas?-
- Sólo las tuyas, Bill. Eran importantes para mí.
Bill se quedó mirándolo con asombro, sonriendo de pronto.
- Qué otras cosas has numerado?-
Oliver se levantó para caminar por la alfombra rojiza contra la que su túnica
verde contrastaba brillante. La tarde lo iluminaba mientras su rostro se llenaba
de animación, y sus ojos se oscurecían al recordar.
- Me he tropezado contigo en los pasillos a solas ciento once veces: le has
puesto azúcar a mi té quince veces en las reuniones: y me has dado una palmada
en la espalda para felicitarme tras Quidditch noventa y siete veces.-
- Qué más?-
- Me has dado caramelos trescientas dieciocho veces: tu postre, 53, ayuda en
Herbología, 12, bajar las cosas de donde yo no alcanzo, 83, y me has besado 3
veces.-
Bill parpadeó, su mirada baja.
And if you ask once I'll tell you twice
I'll ignore the world's advice
if we could be together
for a while
- Oliver, yo…- suspiró.- Es que no me lo creo. Han sido demasiados años
esperando, y tras esa decepción… no sé si sería bueno arriesgarnos otra vez.
Somos muy diferentes, sabes? Yo Gryffindor, tú Slytherin, con todo lo que eso
conlleva. Tú calculas las cosas, yo me dejo llevar… y la verdad, todo esto es un
poco anticlimático.-
- Vamos a tu dormitorio y te mostraré "anticlimático"-
- OLIVER!- Bill estaba tan rojo como su pelo. Y Oliver, de pronto, riendo como
si ya no tuviera ninguna paciencia, se sentó en su regazo, le quitó la banda del
pelo y los lentes y dijo con voz segura:
- A tu dormitorio. No te estaba invitando, te estaba diciendo. Moverse,
Weasley.-
Bill se resistía, aunque se había puesto de pie, tirando de su mano.
- No me harás lo de Belial a Hugh… Oliver, tenemos que hablar…-
Oliver saltó como un gatito y se le agarró con brazos y piernas, casi haciéndolo
perder el equilibrio, mientras lo besaba con tal entusiasmo que no podía
respirar.
- Ya está todo pensado. Ahora, me dices que me amas otra vez, o te tengo que
amarrar?-
I am taken by your strength
I've thought about it at great length
I thought that I was happy now
but there are things that I found out
Ése era su Oliver? Tímido, quieto, educado Oliver? El Oliver a cuyos secretos
ojos negros le bastaba echar una mirada secreta, robada en alguna clase o con
decirle buenos días para quedar atrapado en esa negrura por días? Oliver había
sido inalcanzable, misterioso, un secreto indevelable que lo hacía observarlo a
través de los días, tratando de entender a ese misterio que caminaba, respiraba
y atendía en clase con voz suave. Cada gesto de Oliver era un delicado enigma
que lo había mantenido noches enteras en vela, su piel, su pelo, sus ropas otros
tantos misterios que el sólo tocarlos le dejaba una sensación eléctrica. Y ahora
que tenía a Oliver aferrado a él, sonriendo, no podía sacudirse una sensación de
irrealidad. Todas las barreras caídas demasiado de pronto? Todo lo que los
detenía, desvanecido como humo por un gesto elegante de su mano pálida?
- Pero y Belial…-
Oliver se las arregló para maniobrarlo hasta arrojarlo de bruces a la cama y
cerrar la puerta. Luego se sentó en su espalda para quitarle los zapatos, con un
suspiro.
- Oh, Bill… quiero a Belial, lo querré siempre. Pero me tomó siete años y
lastimar a mi Belial el darme cuanta que te amo como a nadie, y no voy a perder
un minuto más.- lo volvió y tironeó sus pantalones, apartando las manos que
trataban de detenerlo.- Fuera las manos. Esto es lo primero que hago por mí
mismo y voy a averiguar cómo es, pero ya.-
- Oliver…-
Oliver le echó una mirada como si considerara detenerse. Luego, lo amordazó con
los pantalones.
- Te caíste de las gradas?-
- A ti qué te parece, Mitchell?- Belial abrió los ojos medio atontado,
observando que había parado de llover y que el cielo nublado se volvía noche
rápido. Estaba tendido en el pasto mojado, a medio vestir, y su cuerpo aún
dormitaba en los efectos de la pasión. Nathan había sido bello y aterrador. Y
sin embargo, en sus brazos, Belial no había tenido miedo. Ni dolor.
Era así que se sentía estar muerto?
Nada mal.
- Estás bien?- Hugh se quedó callado e incómodo al ver lágrimas frescas en la
cara de Belial.- Oh, mira, es mejor que lo olvides, yo me alegro por ellos…-
*THUD*
- y a qué vino eso?!- Hugh se frotó la mandíbula, despatarrado en el pasto.
- Alguien más me repite esa línea, LO ASESINO.-
- Belial…- Hugh trotó detrás, inquieto, para finalmente verlo alejarse.- Te veré
esta noche en la sala de esgrima, Ok? Necesito hablar contigo! …Belial…-
Belial le enseñó la mano sin volverse, un dedo en particular.
Demonios. Sí que hace difícil tenerle pena…
- Miaw?-
- No, nada de Miaw. – Bill gimoteó echado en el lecho.- Pensar que he compartido
mi infancia con un maníaco sexual como tú…!-
- Miaw?- Oliver, echado en la almohada, desnudo y cómodo, su piel pálida
sonrosada, de espaldas apartándose la melena negra de la cara tenía la cara más
satisfecha que nunca hubiera lucido. Bill, por el otro lado estaba echado de
bruces como una estrella de mar en la mitad de la cama deshecha, su pelo
cayéndole en la cara y la expresión de que alzar un espagueti sería mucho para
él. Uno crudo.
Oliver se frotó la cara igual que un gato grande, blanco y negro.
Bill rodó sin ningún estilo para enfrentarlo cara a cara.
- Oliver…-
- Otra queja y te spank. Y no creas que no lo haré.- Oliver tenía ganas de reír,
aunque no sabía porqué. Pero se le pasaron cuando Bill no dijo nada, nada de "
somos muy jóvenes" o " alguien puede vernos" o " qué le diré a mis padres" ni
ninguna otra estupidez - típica – de - Bill.
No, lo que Bill hacía era mirarlo a los ojos, apoyado en los codos, despeinado,
para acariciarle la cara.
- Promesas, promesas.-
Oliver sonrió. Y Bill lo besó con tierna seguridad, con hambre y ternura, y
Oliver de pronto se tensó y dio un grito al sentir la mano suave de Bill en él.
Se aferró a la colcha, mientras los besos bajaban hasta devorarlo, y Oliver se
puso la almohada en la cara y la mordió, incapaz de soportar más sin ponerse a
chillar, incapaz de soportar ver a Bill – el perfecto, responsable, calmo,
maduro Bill Weasley, Head Boy Extraordinario, - *su* Bill, que siempre parecía
caminar por planos más elevados que los mortales, con su melena roja hundida
entre sus muslos temblorosos, lamiéndolo, masajeándolo con manos increíblemente
talentosas. Bill lo amaba, aunque sonara increíble.
- Bill…- jadeó.- Bill, voy… BILL! No puedo más! BILL!- Bill s elimitó a
profundizar más sus caricias, a hacerlas más violentas y rápidas. Y Oliver gimió
y se aferró a los hombros de Bill, hasta caer de espaldas en el lecho,
tembloroso y satisfecho, vagando entre una niebla cálida.
-…Bill…-
Ni una respuesta. Bill estaba ocupado besándole el pecho.
- Bill… dónde aprendiste a… casi me matas…- más insistente. Oliver tironeó sin
fuerza la melena roja, para encontrarse con ojos celestes pícaros.
- Miaw?-
-…-
Cuando Belial llegó, Hugh ya estaba allí, espada de esgrima, dorada y negra de
los 'Puffies en la mano.
- Llevo esperándote como una hora.-
- Y eso me debería preocupar exactamente cuánto?- Belial se quitó el sweater
negro y se quedó con un beatle blanco y jeans, su espada de esgrima firme en la
mano. Se echó el pelo atrás, saludó, y atacó a Hugh como un tigre.
- OyEE!- Hugh saltó atrás y lo paró, para mirarlo exasperado.- Yo quería HABLAR
contigo!-
- Seguro que no me hiciste venir a las once de la noche con mi espada, a la sala
de esgrima, para chacharear un rato, no?-
- La última vez que vinimos, combatimos y te derroté, te acuerdas?- Belial
estaba insoportable. Cuando se echó atrás y palpó la punta de su espada para
asegurarse del filo, y luego se lamió el corte delicadamente, su pelo en hilos
cayéndole en la cara, era imposible no desearlo.
Hugh bufó.
- Belial, Slytherin de mierda. No me hinches. Dije que simplemente quería
*hablar * contigo.-
- Habla y combate. O es hacer demasiadas sinapsis para ti?-
Hugh gruñó, y lo atacó. Eran de la misma estatura, y aunque Belial fuera mucho
más rápido, Hugh tenía músculos de acero. Pero la esgrima de Belial era la de un
maestro: la de Hugh, en cambio, era rudimentaria. Era bueno para aprender, de
todas formas: pero era obvio que aunque Belial paraba, giraba, fintaba y
pinchaba con tal desinterés que sugería que podría haberse leído un libro y
cantado Me gusta pulir mi varita, oh , oh, y mis calderos, sin desconcentrarse,
Hugh transpiraba, giraba y sufría para poder bloquear a esa gracia diáfana.
- Belial…?-
- Mmm?-
- Quiero que me entrenes…OW!-
- Cuidado con tus pies. Un pollo razonablemente inteligente podría haberme
esquivado, Mitchell. Uno asado.-
- Infeliz…- Hugh cargó, irritado.
- En qué quieres que te entrene? Si es en espadas, me niego desde ya, no tengo
dos milenio para perder.- Belial lo rechazó, se movió al lado y lo mandó al otro
lado del cuarto al hacerlo perder su equilibrio. Hugh no cayó, y se giró como un
leopardo, pero uno con muy poca gracia. Se sopló los rizos fuera de la cara
roja, y acezando, le echó una mirada asesina a Belial.
- Qué miras, Mitchelín?-
- Quiero que me enseñes las maldiciones prohibidas.-
Belial no pareció sorprendido, sino más bien aburrido.
- Y qué te hace pensar que yo…-
- Oh, vamos, Belial! Tu padre tiraba Avadas como quien tira caramelos. Apestas a
magia oscura, está en tu sangre! Si yo voy a estar a un lado del mostrador y yo
del otro, trabajar juntos nos beneficiaría a ambos…-
- Trabajar?- Belial hizo un floreo y atacó.
- Trabajar. Tu padre trabajaba para Quien Tú Sabes…- Hugh se retrajo, la espada
de Belial súbitamente amenazadora: Belial ya no parecía nada aburrido, tampoco.-
… yo voy a ser un Auror. Cuando al fin caigan todos los magos oscuros, tu padre
caerá… pero si me has ayudado, yo podría protegerte…-
Belial lo pinchó en el hombro, y le dio con toda su fuerza un empellón que lo
hizo perder la espada y caer de espalda.
Deja Vu.
Belial sonreía. Las velas que iluminaban la sala de esgrima auroleaban su pelo.
- Qué te hace pensar que los magos oscuros caeremos, Hugh?-
Hugh lo miró desde el piso.
- El que nosotros estamos dispuestos a empujar.-
Belial rió. Luego, le tendió la mano.
- Arriba, mitchell. Para corresponder a tu amabilidad, te diré que si las cosas
salen al revés, te devolveré el favor. Y ahora agarra tu espada y vamos…-
Practicaron un rato: siendo de la misma estatura, no era difícil copiar sus
movidas. Belial insistió en que Hugh primero aprendiese esgrima antes de duelo:
pero cuando en la mitad de una finta le disparó un Stunning charm y el 'puffie
se azotó contra el piso, se echó a reír.
- Hughie hughie. El duelo de magos se trata de eso. Esgrima, y magia.-
Hugh parpadeaba, desorientado. Belial rió, e iba a hablar, cuando una voz
profunda lo interrumpió.
- Belial, no es un duelo justo en lo absoluto. Enfréntate a un enemigo con
conocimientos de duelo mágico, si deseas combatir.-
Y Belial se quedó con la boca abierta al ver al profesor Snape con una larga
espada negra en la mano, observándolos desde la puerta. Su túnica negra se
reflejaba en el brillo broncíneo del mármol en el piso.
- Usted… combate?-
- Hace mucho tiempo, sí.-
Hugh se echó atrás, sorprendido. A la luz de las velas, eran un nocturno: negro
manto, fría plata.
- Me haría el honor?- pidió Belial, con una sonrisa anticipada, ansiosa.
Snape asintió. Luego para su sorpresa se volvió a él, y dijo:
- Preste atención, Mr. Mitchell. Un duelo de magos… es así.-
Belial era un brillante duelista y hábil esgrimista, pero nunca había visto ni
la mitad de los movimientos de Snape. Era como enfrentarse a dos hombres a la
vez: un maestro de espadas, y un mago poderoso: la mano de la espada y la de la
varita eran completamente independientes, excepto cuando se sincronizaban para
golpear. Eso ya era bastante malo: pero ni siquiera podía distinguir sus
movimientos por la túnica amplia y oscura, que un par de veces Snape le arrojó a
la cara, despistándolo. Sólo instinto lo salvó, reducido a sólo defenderse, pero
la marea negro no le dejaba espacio ni para meter la espada. Y cuando sintió la
pared a su espalda, supo que estaba perdido.
La varita y la espada juntas, en su cuello. Los ojos negros de Snape muy cerca,
su pelo en la cara, aunque su respiración no estaba ni agitada.
Negro, poderoso, y pétreo.
- Te rindes?-
- No.- Belial parpadeó. No era su voz, aunque muy, muy parecida. Snape se volvió
en un revolear de alas negras, y vio a su padre, espada en la mano, capa negra
descartada cayendo al piso, con un estrecha túnica de gala negra y plata.
Sonreía.
- Métete con uno de tu tamaño, Severus.- rió. Tenía ojos pícaros, y a la vez muy
intensos. Y cuando Belial los vio enfrentarse, una pantera y un halcón blanco,
pensó que nunca había sabido el significado de un duelo de magos. Violencia, y
belleza, y destreza, las luces de magia estallando e iluminándoles las caras en
una miríada de colores, los aceros reflejándolos, chocando, separándose. Tanta
habilidad. Tanta.
Eran hijos de una guerra.
El viento de la puerta que Lucius dejase abierta se robó las llamas de las
velas. En la penumbra, Belial vio a su padre alzar la espada con ambas manos,
trazar un círculo, y de pronto clavársela a Snape en la toga a la altura del
pecho. Hubiera gritado, pero Snape se quedó quieto, mirándolo, mientras Lucius
también se quedaba en silencio, sonriendo.
Un hilo de deseo, derrota y furia. Negro y plata, otra vez.
- Te tengo, Severus.- susurró Lucius.
La espada de Lucius se desvaneció. Era una ilusión.
- Hablaremos mañana.- gruñó Snape, antes de irse como un gran murciélago negro.
Belial se quedó mirando la sonrisa feral de su padre.
Era amor, y hambre.
Y yo sigo solo.
Cómo pudiste lastimar tanto a Nathan, padre? Fue por amor a él?
Yo pagaré tu deuda. Tú cuida a mi profesor, por favor…
CAPÍTULO VEINTICINCO
SECRET WITH ME.
Things haven't been the same since you came into my life
You find a way to touch my soul
And I never never ever gonna let it go.
Happiness lies in your own hands
It took me much to long to understand how it could be
Until you share your secret with me…
El día de la graduación apareció despejado y hermoso, masas de nubes blancas en
todo el horizonte. El cielo era tan azul que era irreal, brillante, tanto, que
lastimaba los ojos.
Oliver entró al cuarto que era suyo de puntillas.
- Belial…?-
Ni una respuesta. Entre sábanas revueltas, Belial dormía de bruces, las sábanas
de lino arrolladas en cintura, sus piernas desnudas separadas e igualmente
enredadas en la tela. Tenía la cara apoyada contra la almohada, sonrosada pero
ojerosa, su pelo un desastre de mechitas doradas confusas.
Oliver se apoyó en la cabecera, y le tocó la espalda.
-… Belial…?-
- mmmhf?-
- Belial, que son las dos y media de la tarde.-
- Mmm.-
- Y nos graduamos en cuarenta y cinco minutos.-
Belial abrió los ojos de golpe, para mirarlo cerca, muy cerca. Oliver, aunque
trasnochado por sus noches con Bill, y aunque ahora sólo venía a cambiarse de
ropa y peinarse a este cuarto, estaba sentado allí, sacudiéndolo como en sus
viejos tiempos.
- Oh Dios, oh Dios!- Belial voló de la cama a la ducha como un tornado mientras
Oliver empezaba a cambiarse su ropa civil por su uniforme, lavado y planchado.
Era la última vez que lo usaba: en la ceremonia, eran destruidos, y lo acarició
con ternura.
Belial se escobillaba mientras, puteando con bastante imaginación. Oliver sonrió
para sí, mientras decidía dejarse el pelo suelto. Si no, se le iban a notar las
dos o tres señales que Bill le dejase…
Belial salió con el pelo estilando, una toalla en la cintura. Y Oliver lo miró
de pies a cabeza, sus cejas alzándose.
Belial estaba literalmente cubierto de marcas de pasión.
- Estás…- decidiendo que no era de su incumbencia, Oliver movió la cabeza y se
quedó callado. Se terminó de vestir, sintiendo a Belial apresurarse, tanto que
acabaron por ponerse el sombrero de mago al mismo tiempo sobre pelo
perfectamente peinado.
Belial estaba bellísimo. Oliver, también. Pero mientras el rostro de Oliver
irradiaba felicidad, el de Belial mostraba una extraña paz, y cierta
trasparencia que antes no tenía. Era como si la luz de sus ojos brillase,
intensa, consumiendo su energía. Traslúcido, y delicado, como un cristal.
- Monsieur Lestrangue desea expresar sus felicidades a Mr. Malfoy, que sin lugar
a dudas ha ganado el premio por las notas más altas registradas en un ramo,
Pociones.-
- Mr. Malfoy le indica a Monsieur Lestrangue que se puede meter sus
felicitaciones en el traste, considerando que Mr. Malfoy es un pajerísimo
estudiante que tuvo la suerte de ser enseñado por un verdadero maestro. Pero las
agradece igual, y en turno, felicita a Monsieur Lestrangue por sus estupendas
notas en Astronomía, que seguramente le garantizarán un lugar, aunque la opinión
privada de Mr. Malfoy es que no reconocen ni la mitad de lo que han validos sus
desvelos. Y los subsecuentes resfríos por sus guardias en la Torre de
Astronomía.-
- Monsieur Lestrangue insiste en sus felicitaciones, y añade que Mr. Malfoy es
demasiado modesto.-
- Mr. Malfoy declara que la modestia le importa un comino, y añade el que le
gustaría saber cuál de todas las ofertas que el brillante Monsieur Lestrangue ha
recibido va a elegir para su futuro inmediato.-
- Monsieur Lestrangue responde que sus planes no han cambiado, y piensa
dedicarse a convertirse en Star Mage, astrónomo especializado, tal como
planease…-
- Mr. Malfoy…-
-… pero no en la Universidad Mágica De Inverness, sino que probablemente fuera
del país, en donde destaquen al beau de Monsieur Lestrangue, por nombre Mr.
William Weasley.-
Belial se quedó mirándolo, parado en seco. Sus ojos acusaron intenso dolor, y
los cerró, mientras le sonreía.
- Mr. Malfoy le desea la mejor de las suertes, y que ojalá sea un lugar bonito.-
- Monsieur Lestrangue lo agradece de todo corazón, y añade sus mejores deseos
para Mr. Malfoy.- Se giró y caminó hasta su lado.- Pero quisiera recordarle a
Mr. Malfoy que se les hace tarde. Vamos?- Oliver le ofreció una mano, y una
sonrisa. Y Belial avanzó, le tomó la mano, y le besó la frente. Era la última
vez que estaban juntos en ese cuartito, que había visto su amor, sus lágrimas,
sus risas, sus ambiciones. La muerte de su amor, y el nacimiento de algo nuevo.
Y mientras salían, dejándolo atrás, dos pequeños de once años que entraron
igualmente de la mano, con grandes ojos inseguros, se desvanecieron.
- Oliver…- susurró Belial, ya en el dintel.- Sé feliz con él, te lo ruego.-
Oliver asintió. Tenía la garganta apretada.
- Me alegro tanto por ti, mi amor.- continuó Belial. Y Oliver supo que lo decía
de corazón. Le echó los brazos al cuello, y susurró con voz quebrada:
- …puedo?-
- Cuando quieras, mi amor…- le sonrió Belial, ojos traslúcidos y tranquilos,
amantes. Oliver lo besó con todo su corazón, una lágrima suya en la mejilla de
Belial, y una sonrisa. Belial lo aferró en sus brazos, en un beso que no era
pasión, ni amor, ni ternura, tanto como era una despedida, no sólo a su amor,
sino a quienes habían sido hasta entonces. Ahora eran algo diferente. Pero de
alguna forma, algo de ellos quedaría siempre atrás, enamorado y adolescente,
juntos.
- No llores…- suplicó Belial, y le sonrió.- Tienes que cantar para todos…-
- Voy a estar cantando para ti…- Oliver le acarició la cara.- Es para ti, mon
demon…-
Costaba creer que no fueran amantes, tanto amor en sus rostros. Pero Belial
sabía que la felicidad que había hecho florecer a Oliver no era obra suya. Él
había sido primavera: el verano fue Bill, que con su pelo ardiente y su sonrisa
tímida había abrazado a Oliver como el sol a las semillas. Oliver no lo
necesitaba: no volvería a él. Pero verlo feliz lo liberaba, de algún modo.
Paz.
No felicidad, pero no es paz suficiente?
Dale tu amor.
Dale la mano y caminen bajo árboles cargados de frutas que una vez nos vieron
pasar, cuando estaban cargados de flores.
Nuestro amor era un poema.
Pero el de ustedes es real.
Llegaron a tiempo, para ubicarse en un estrado blanco sobre el césped verde,
quince muchachos y ocho muchachas vestidos uniformemente de negro. Hugh los
saludó, sus rizos salvajes al viento: Stephen, su pelo pulcramente sujeto, les
hizo una seña para indicarles donde sentarse. Bill, que estaba en un costado
hablando con sus padres, alzó la vista a Oliver y su rostro se iluminó al sol.
Belial buscó con la mirada a su padre: allí estaba, pulcramente de exquisito
gris pizarra, un delicioso manto negro de gala flotando en el viento. El
profesor Snape, sentado entre los profesores, también iba de negro: era el
único, ya que la túnica negra pero sembrada de estrellas grandes y pequeñas de
la profesora Sinistra no contaba. Tras el estrado, los cuatro pendones de
Hogwarths flotaban al viento.
Slytherin
Hufflepuff
Ravenclaw
Gryffindor.
Los futuros graduados tomaron asiento frente a sus pendones, los chicos atrás,
la niñas adelante. la ceremonia la habló Dumbledore, que habló de su orgullo de
verlos crecidos, de su pena de dejarlos ir, de su esperanza de haberlos armado
bien contra el mundo, de tener corazones amables y fuertes, mentes ágiles,
espíritus compasivos. Dijo una palabra sobre cada uno, y llamó a Hugh alegre, a
Bill modesto, a Belial sincero, a Oliver compasivo, a Stephen gentil, una
palabra que hablaba no de habilidades ni de conocimientos, sino de corazones.
Mientras Dumbledore hablaba, una ráfaga de viento los bañó con pétalos de
flores, el aroma inolvidable y dulce. Y cuando acabó su discurso deseándoles lo
mejor, las niñas se secaban los ojos: Hugh y Oliver, también.
La Profesora Hooch, la maestra de Quidditch, le entregó el premio al jugador más
valioso de Quidditch, por encima del hábil Marcus, el diestro Oliver o el
brillante Benjamin, a Hugh, que por una vez se quedó sin palabras, y miró al
público asombrado.
Lucius aplaudió, discretamente.
Stephen se llevó el Historia y el de Leyes: no era sorpresa. Snape abrazó a
Belial como un padre al entregarle su medalla por Pociones, en la cual había
alcanzado notas perfectas. La profesora Sinistra, habitualmente inexpresiva,
moqueó como una adolescente sobre el pelo negro de Oliver al prenderle su
medalla por Astronomía.
Bill aplaudía.
Pero se quedó mudo cuando le dieron el premio al mejor Head Boy del año y el
colegio lo vitoreó a rabiar, pataleando y gritando.
Bill alzó la vista, los ojos húmedos, y se dio cuenta que por su silencio, por
su timidez, por su eficacia, por su amable corazón, era amado, amado sin
reservas. Y casi lloró en el hombro de Dumbledore, mientras el colegio lo
ovacionaba.
Y miró a los ojos de Oliver, que lo aplaudía feliz, y vio a Belial vitorear.
Bajo el quieto cielo azul, Bill sonrió, y su timidez, su inseguridad cayeron
como un pesado manto, al saberse amado.
Era amado, y apreciado. Pero también, y más importante, comprendió al mirar a
Oliver a los ojos, era amado con A mayúscula, no por sus notas, no por sus
destrezas o sus habilidades, sino por ser él, Bill Weasley.
Cuando volvió a su asiento, se limpiaba los ojos, pero tenía una sonrisa
diferente.
Dumbledore les entregó luego premios por Servicios especiales, que nadie
preguntó: eran brillantes broches de gemas, esmeraldas para Belial, turquesas
para Oliver, rubíes para Bill, topacios para Hugh, una brillante amatista azul
para Stephen. Dumbledore habló de su valor, y de su coraje e inteligencia. Y
entonces los cuatro jefes de casa, McGonagall, Flitwick, Sprout y Snape, se
levantaron con el director para lanzar el poderoso hechizo de
transfiguración/adivinación que era tradicional mientras bajaban del estrado,
que transformaría sus ropas en aquellas que llevarían el resto de sus días, más
probablemente. A veces eran sorpresas: a veces, esperadas: a veces, esa profecía
cambiaba el destino de alguien. Y mientras ellos entonaban el ritual, la
profesora McGonagall sonándose la nariz por la pena de dejar ir a su Bill
mientras la luz roja de su varita se unía a la verde, azul, amarilla y violeta
de Dumbledore, Oliver y Stephen bajaron primero, y mientras él se sentaba al
piano al que la profesora Loreley había acompañado la ceremonia, Oliver se quedó
de pie junto a la escalinata y empezó a cantar la canción que eligiese como
despedida.
Atardecía: el cielo se volvía lila.
Y la voz de Oliver, insoportablemente bella y dulce, tierna y nostálgica, los
llenó a todos de felicidad a la vez que inundaba los ojos de lágrimas. Era una
pena bella, amorosa la que latía en sus palabras: la despedida a algo hermoso y
amado.
Lucius miró a Severus, que sólo se distrajo un segundo del complicado hechizo
para mirarlo. Los dos tenían los ojos llenos de lágrimas, en tranquilo silencio.
Su voz… era la voz de Djeri, sin ese acento hindú, sino un francés perfecto.
Pero era su voz, que a través del tiempo, a través de la muerte y el horror, les
cantaba canciones de amor…
La lune trop bleme
Pose un diademe
Sur tes cheveux roux
Un baño de chispas de colores, y Stephen estaba de pie, ya no con uniforme, sino
con un brillante traje púrpura, azul y rojo, de Juez dela corte Mágica.
Jasmine, de cuidadora de wizgarden.
Ari, de Alta Alquimista, plateado y gris.
Kirsten, de jugadora de Quidditch
Karel, también.
Las chispas, como un enjambre de abejas, cubrieron a Bill…
La lune trop rousse
De gloire e clabousse
Ton jupon plein trous
… y se sobresaltaron al verlo con pantalones de cuero, camisa suelta, una túnica
de cuero descuidada y castaña, látigo, varita y todo lo necesario para ser un
verdadero Indiana Jones mágico.
Oliver le dirigió una brillante sonrisa sin dejar de cantar, mientras Bill se
miraba las botas de cuero de dragón con una cara que era toda incredulidad. Las
chicas de grados menores lo ovacionaron otra vez, mientras Hugh se transformaba
en un Auror de traje azul y blanco, el pelo recogido, los ojos resplandecientes,
el cuello alto y la túnica con la insignia del Auror's Guild estampada en el
pecho haciéndolo súbitamente mayor.
Chillidos.
Ovaciones.
Lucius se frotó la sien mientras Snape le dirigía una sonrisa perversa. Que tú,
que eres ilegal hasta dormido tengas un hijo Auror es, simplemente, un acto de
justicia poética, muy poética y muy copante... Mariah Mitchell aplaudía, los
ojos húmedos, con sus colegas, y Hugh hizo una reverencia.
La lune trop pâle
Caresse l'opale
De tes yeux blaseus…
Oliver cerró los ojos cuando las chispas lo envolvieron, sus brazos extendidos,
sonriendo. Y sus larga túnica negra se volvió azul oscuro, y se llenó de
estrellas a la vez que el cielo del anochecer, mientras el pendiente de la luna
creciente se formaba en su pecho, su símbolo en su frente. Un Star Mage, un
Astrónomo bello y oscuro con ojos como lunas gemelas. Cuando abrió los ojos,
eran negros, como antes, pero brillaban como nunca habían brillado.
Y cantaba con una voz tan dulce que no era de este mundo.
- Oliver…- Belial parpadeó, y entonces las chispas lo envolvieron.
The stairways up to la butte
Can make the wretched sigh
While windmill wings
Of the moulin
Shelter you and I
Las chispas bañaron a Belial de pies a cabeza como una ducha de estrellas. Pero
cuando se fueron, entre todos los egresados con trajes nuevos y coloridos, él
seguía de negro.
Fue el único que se quedó con el uniforme, el mismo, sin ningún cambio.
Snape maldijo, sorprendido, sus cejas alzadas. Dumbledore inclinó la cabeza,
como queriendo leer los ojos de Belial.
Y Lucius cerró los ojos, una sonrisa.
Nunca sería nada más.
Belial sonreía como si supiera un secreto que nadie más sabía. Y fue con esa
sonrisa, que tras el primer momento de desconcierto en el que todo el mundo lo
miraba, hizo una reverencia.
La noche había caído.
Las estrellas se reflejaban en el lago, brillantes y maravillosas, y hechizos
las hacían vagar como luciérnagas blancas entre los árboles, la piedra de
Hogwarths, las altas varas con antorchas de colores clavadas aquí y allá. Era
una fiesta para todos, la más triste y alegre a la vez, la última, y Snape
dejaba que su máscara de frialdad se borrase un poco al decir palabras de
despedida a sus niños, aquellos que recibió bebitos y despedía hombre y mujeres:
Kirsten, Ari, Scott, y Oliver…
Fue él quien acompañó a un nervioso y solitario Oliver a presentarse a la
familia de Bill, y con él soportó el chaparrón de veladas asperezas en relación
a su casa, su padre, y al obvio amor que Bill le profesaba. Fue incómodo, y eso
lo preocupó, porque era obvio que si los Weasley no miraban bien una relación de
amistad de Bill y Oliver se iban a horrorizar cuando supieran que se amaban…
Intercambiaba comentarios con veladas púas con la madre de Bill cuando Lucius le
tomó el brazo.
- Profesor Snape, me permite? Necesito hablar un momento con usted.- dijo con su
característica frialdad. A la luz de las antorchas, su pelo era casi blanco.
- Un momento, Mr. Malfoy.- Snape se inclinó lo mínimo posible, y siguió a Lucius
a un costado cerca del lago. Eran conscientes de las miradas de los padres de
Bill, y Severus supo sin género de duda que rechazarían a Oliver a gritos.
Mi pobrecito ángel.
Deberías haberte quedado con mi Belial… te van a lastimar, y a mí me van a dar
ganas de matarlos…
Lucius les echó una mirada despectiva.
- Y esos pobretones?-
- Son los padres de Bill Weasley, Lucius. Y Oliver lo ama.-
- El hijo de Djeri, unirse a uno de esos muertos de hambre?- Lucius casi
arriscaba la nariz. A Severus le costó quedarse serio.- Qué espanto. Se merece
algo mucho mejor… Es como cuando ese maldito Lupin anda todo baba baba con él…
infelices, qué se han creído, mi Djeri no era para que ellos…-
- Me llamaste para algo?-
- Si, Profesor… me dijiste que hablaríamos en la mañana, pero no sé dónde te
fuiste a esconder, me eché la mañana buscándote arriba y abajo del fucking
castillo, me duele el trasero de tanto subir escaleras…-
Severus se volvió de espaldas a la multitud, para que no lo vieran reírse.
- Y?-
- No es obvio?-
- No es obvio qué?-
Lucius respiró por la nariz. Luego, habló con voz muy serena.
- Quiero que dejes todo este trabajo atrás y te vengas conmigo.-
Snape tomó aire, boquiabierto.
- De todas las cosas presumidasy egoístas que te he visto hacer a través de los
años, ésta es lejos la más…-
- Sev, es en serio. He perdido a Djeri y a mi Stefan, y si crees que voy a dejar
pasar mi última chance de amor estás muy equivocado.-
Los ojos de Lucius brillaban con ferocidad, aunque su rostro estaba
perfectamente compuesto. Y Snape, el comienzo de una risa naciéndole en la
garganta, agitó la cabeza, las estrellas en sus ojos negros.
-…eres un…cursi…-
Bill la soltó en la mitad de la conversación familiar sobre copas de champaña.
A su madre se le cayó la copa.
Su padre se horrorizó.
Y tras una fila de epítetos hirientes de lo has corrompido, monstruo, innatural,
maldito Slytherin, anormal, homosexual, lo has hechizado, y peor, un bofetón de
la madre de Bill, Oliver se soltó de Bill que lo retenía y escapó corriendo a su
eterno refugio, la Torre de Astronomía. Sollozaba.
Snape lo llamó, y lo siguió, y oyó al padre de Belial insultando a los Weasley,
y los gritos de regreso. Y se armó un despelote que no pudo soportar: escapó.
No se lo había esperado.
Había creído que amar a Bill y ser correspondido iba a ser fácil.
Pero nunca nada lo es.
A tropezones con su túnica de Star Mage nuevecita, llegó a lo alto, para salir
con pasos inseguros a la almena donde las estrellas cubrían el cielo como un
domo de encaje. Se secó los ojos, tratando de calmarse. Y cuando alzó la vista,
se le paró el corazón.
Bello, y aterrador.
Contra la luna, traslúcido y plateado, Belial de pie en la precaria almena, sus
brazos enlazados a una figura que transparente contra la luna flotaba y lo
besaba. Ingrávido y frágil como un tul, un niño fantasmal lo besaba aferrado a
él con amor, con dulce abandono. Y oyó sus palabras susurradas, un mantra lento
y envolvente:
No duele… no duele nada… un momento y nada más te dolerá nunca… ven, mi amor,
ven…
- BELIAL!- gritó Oliver, horrorizado.- BELIAL, NO!-
Belial se volvió y lo miró, ojos amables y dulces, llenos de amor.
- Él me ama, Oliver. Y yo a él…- dijo suavemente. El muchacho traslúcido le
abrazaba el cuello, le besaba el pelo. Y Belial sonreía, lúcido y tranquilo.
La túnica… nunca será nada más… él lo sabía! Lo planeó!
- No, Belial, por favor!-
- Si me quedo, nunca te irás de verdad con él… - Belial se volvió a él, su
túnica agitándose en la brisa nocturna, la luna en su pelo de plata, sus ojos
inmensos.- No te sientas culpable. Vive por mí… yo viviré a través de ti… mon
amour…-
- BELIAL!- era Snape, Lucius tras él, y Bill. Y un paso, y una sonrisa, y Belial
se desvaneció en la noche.
Bill alcanzó a aferrar a Oliver, que se lanzó tras él como un tigre herido.
- NOOO!- chilló Oliver.- BELIAL! BELIAL!- Bill lo arrancó a viva fuerza de la
almena, para que no viera lo inevitable, y lo atrapó en sus brazos, mientras
lloraba y gritaba. Pero Snape se lanzó con la varita hacia la almena, con
desesperación, con ira, y llegó un segundo demasiado tarde.
Se derrumbó. Se derrumbó de rodillas junto a la almena, y lloró.
Lucius, muy despacio avanzó hasta la almena y miró abajo. Veinte pisos abajo,
junto a un maltrecho cuerpo, un fantasma de pelo rojizo y uno de pelo de plata
se desvanecieron juntos en un abrazo. Nathan, al fin, descansaba en paz.
Lucius cerró los ojos.
- Dejad pasar a la justicia de Dios…-
Someone told me love will all save us but how can that be?
Look what love gave us a world full of killing and blood spilling
That would never have came
…y despacio, muy despacio puso una mano en los hombros de Snape, que se
sacudían, mientras lloraba como nunca lo había hecho, con sollozos espasmódicos,
horrorosos.
And they say that a hero would save us
I'm not going to stand here and wait
I'll hold on to the wings of the eagles watch as they all fly away
- Esta vez – le susurró en el oído.- Esta vez no tu culpa, mi amor. Esta vez, es
la mía…-
And now that the world is at an ending
It's not that I'm standing to you
Is in the love of a hero
And that's why I fear it won't do
Lucius lo miró, despacio, con dulzura. Pero nada era suficiente: nada podría
consolar a Severus, jamás, no de esa pérdida. Había sido fuerte tanto tiempo,
tanto tiempo: pero Belial era su verdadero hijo, el niño que le había devuelto
su corazón. Ahora que se había ido, se lo había llevado todo…
And they say that a hero would save us
I'm not going to stand here and wait
Severus nunca lo perdonaría. En las sombras, Lucius bajó la escalera de la
Torre. Y sólo entonces, al arrodillarse junto lo que quedaba de su hijo, lo
cubrió con su manto, y lloró.
I'LL HOLD ON TO THE WINGS OF THE EAGLES WATCH AS THEY ALL FLY AWAY
AND THEY'RE WATCHING US (THEY'RE WATCHING US)
THEY'RE WATCHING US (WATCHING US) AS WE ALL FLY AWAY
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