NA: aveces pienso que mi sentido del humor es un poco medio extraño, pero bueno, me alegro que al menos a tres personas les haya causado gracia.
Choichi: la parte donde se menciona el patito de goma, va dedicada para ti, porque se me ocurrió que podía hacer algo con el cuando leí tu review. Gracias!
Polgara: ok, mis disculpas por haber insultado a LM, aunque no puedo prometer que no lo volveré a hacer, jiji ^_^ Ya en serio, muchas gracias por tu review! Por cierto, ¿qué significa "tb"?
Ana Black: Que bueno que pienses que si tengo imaginación, de hecho a veces creo que la tengo en exceso, pero me es difícil expresar todo lo que se me ocurre. Ah y que crees, hace como un mes empecé a escribir un fic que tiene muchas cosas en común con el tuyo, aunque todavía no decidía si lo subía o no, ahora me has puesto a pensar... de todas formas estoy disfrutando mucho el tuyo, espero que lo sigas.
Lucius Malfoy y el Día
Perfecto...
Parte 2
"Esta se está convirtiendo en una mañana muy larga y muy, muy desagradable." – pensó Lucius Malfoy mientras terminaba de vestirse, después de pasar media hora rebuscando en su guardarropa, tratando de decidir que ponerse. (Lo bueno es que somos las mujeres las indecisas y vanidosas, ¡Ja, ja!)
En ese momento un elfo doméstico apareció, cepillo y cinta en mano, para arreglar el aristocrático cabello de su más aristocrático señor.
"¡Ya era hora de que aparecieras, sirviente inútil!" – exclamó Lucius al asustado elfo.
El elfo comenzó a hacer su trabajo, mientras su amo leía las noticias en el Profeta. Un encabezado en particular: "Asesinatos en Hogsmeade", llamó su atención y no pudo evitar sonreír mientras leía el artículo, pensando en lo mucho que se habían divertido torturando a esa familia de magos sangre sucia.
El elfo cepilló con mucho cuidado el cabello de su amo, sin estirarlo porque sabía que eso le acarrearía una tunda. Finalmente, lo recogió en una cola sujetándolo con una elegante cinta verde oscuro, que hacía juego con la capa.
"Listo Amo Malfoy" – dijo el pequeño elfo cuando terminó, entregando un espejo a Lucius con mano temblorosa.
Lucius arregló un imaginario cabello suelto y entregó el espejo a su sirviente, luego llamó a su esposa para ver si estaba lista porque el desayuno sería en menos de una hora.
Quince minutos más tarde, mientras Narcisa, como buena ama de casa, revisaba que los elfos domésticos tuvieran todo listo, Lucius se encargaba de enviar una carta urgente. Sin embargo, justo cuando ya la estaba firmando, por alguna extraña casualidad del destino, la tinta se chorreó, arruinando la fina caligrafía.
"¡Qué demonios!" – exclamó el hombre, frustrado por no tener a nadie a quien culpar, aunque pensando que tal vez podría culpar a los sirvientes por haber comprado plumas y tinta de mala calidad. Claro que esa pluma en particular la había comprado él mismo...
Lucius volvió a escribir toda la carta con otra pluma, y la firmó con cuidado. El siguiente paso era sellar la carta, sin embargo, cuando estaba derritiendo la cera de color verde esmeralda, una gota le cayó en un dedo, quemándolo.
"¡Aaaarrgg!"
Sacando su varita mágica, conjuró un pequeño hechizo para quitarse el ardor, pero ahora en su dedo había una pequeña ampolla. Luego, al voltear de nuevo a ver la carta para sellarla, descubrió que al retirar la mano en el momento en que se quemó, había volcado el tintero y ahora la tinta se desparramaba rápidamente por todo el escritorio y por sobre la carta terminada.
"¡Maldición!" – exclamó, llegando al límite de su paciencia. Con gran rapidez se paró de la silla y se retiró del escritorio para no mancharse de tinta el también. Luego, exasperado llamó a uno de los elfos para que arreglara todo, lo cual el pequeño hizo con asombrosa diligencia.
Por tercera vez, Lucius escribió la susodicha carta y finalmente pudo tenerla firmada y sellada en sus manos. Después de llamar otro elfo para que la enviara, amenazándolo de muerte si es que la carta no llegaba a su destino esa misma mañana, miró el reloj: "Las 9:15, ya casi es hora" – pensó.
Regresó a la habitación y se encontró con su esposa que regresaba del comedor. Narcisa entró al cuarto de baño para... bueno, para hacer lo que se hace en el cuarto de baño... pero antes de que pudiera hacer nada, pisó algo mojado y de color amarillo que había tirado en el suelo y resbaló...
¡Aaaaayyy!
Lucius alcanzó a escuchar un grito agudo proveniente del cuarto de baño y se preguntó que estaría ocurriendo con su mujer, sin embargo, no se molestó en dejar lo que fuera que estaba haciendo para ver que sucedía, hasta que escuchó a su esposa que lo llamaba con voz débil. Cuál no sería su sorpresa al abrir la puerta del baño y encontrar a su esposa tirada en el suelo y gimiendo de dolor.
"¡Lucius Malfoy!" – exclamó ella furiosa e indignada. "¡Tu maldito pato de goma estaba tirado en el suelo y me resbalé con él! ¡Ahora mi vestido está arruinado y cierta parte de mi anatomía también!".
"Deberías fijarte donde pones los pies Narcisa" – dijo Lucius por toda respuesta, mientras ayudaba a su esposa a ponerse de pie. Luego pensó que ella no podría estar lista en tan sólo 10 minutos para el desayuno. "Creo que será mejor que te quedes aquí, yo te disculparé" – dijo molesto por el inoportuno cambio de planes.
10 minutos más tarde, en el momento en que Lucius bajaba los primeros peldaños de la enorme escalera de mármol, un sirviente anunció la llegada del primer miembro del ministerio...
El resto de los invitados no tardaron en llegar, y pronto estuvieron todos sentados en el comedor, tomando café y compartiendo los últimos chismes del ministerio (por más que lo nieguen, los hombres también son unos chismosos) mientras esperaban el desayuno.
"¿Y dónde está su adorable esposa, Señor Malfoy?" – preguntó uno de los hombres que en ese momento encendía una lujosa pipa.
"Les ruego que la disculpen" dijo Lucius poniendo cara de acongojado. – "Alguno de esos ineficientes elfos domésticos dejó el suelo mojado y la pobrecita de Narcisa resbaló. Fue una suerte que no se quebrara la columna. Aunque ella dijo que no era nada, el golpe estuvo fuerte y preferí que se quedara en cama".
"Oh, lo siento mucho. Espero que se encuentre bien muy pronto" – dijo otro hombre.
El desayuno continuó con tranquilidad, mientras los hombres hablaban de política, deatheaters, política, quidditch, política, chismes y política. Por cierto, ¿ya dije que hablaban de política?
Una hora después, todos estaban satisfechos y pasaron a la estancia para seguir hablando de asuntos del ministerio. Lucius estaba especialmente interesado en escuchar quien había sido elegido para ser el nuevo Ministro de Magia, ya que el se había propuesto a sí mismo como candidato, después de la deserción de Cornelius Fudge unos días atrás. Sin embargo, aunque estaba ansioso por saber el resultado, hasta ese momento había hecho un esfuerzo supremo por ocultarlo bajo una máscara de fría indiferencia.
"... Por cierto Malfoy" – dijo uno de los hombres con una leve y enigmática sonrisa en los labios. – "Supongo que estarás ansioso por saber quien fue elegido para Ministro de Magia..."
"Ah, pues claro que me interesa saber. Ustedes saben que me preocupa el futuro del ministerio, sobre todo ahora que Ustedes-ya-saben-quien ha vuelto y que quiero hacer todo lo que esté en mi poder para ayudar..." – dijo con voz neutral.
(Ustedes no se dejen engañar, eh)
" Sí, comprendemos" – dijo otro hombre. "Sin embargo, puede que las noticias que traemos no sean de tu total agrado...".
Lucius se limitó a alzar una ceja, pensando que ninguna noticia podría empeorar su día... sin embargo no tuvo tiempo de pensar mucho en las posibilidades, ya que en ese momento su interlocutor hablaba de nuevo:
"El nuevo Ministro de Magia es Artur Wesley"
Plop...
En ese momento, Lucius Malfoy cayó desmayado al suelo.
~ FIN ~
