Capítulo dieciséis
Un reencuentro sorprendente
La mañana del sábado, Harry se levantó con una sensación de ansiedad que le recorría todo el cuerpo. Ron y él ya se habían arreglado con Hermione y Annie. Comieron su desayuno en completo silencio. Faltaban las bromas de Fred y George y la risa de Ginny. También faltaban los cordiales saludos de Justin, Ernie, Hannah y Cho. Estaban investigando la nota cuando de repente: - ¡Mira, Harry! - murmuró Hermione - ¡El atacante! - - ¿Qué? - - ¡Dice "El Atacante"! ¡Está firmada! ¡La carta! - Le mostró donde. Ahí, en letra diminuta, estaba escrito. - ¡Lo veremos! ¡Hoy! - exclamó Harry A Ron el simple hecho de pensarlo le revolvía el estómago. Pasaron todo el día en el parque, esperando ver señales del atacante. Nada aparecía. A la hora de la cena, Hermione estaba dudosa. - ¡Dile a Dumbledore! ¡Quebraremos un montón de normas! ¡Nos expulsarán! - decía - ¡Atraparemos al atacante o moriremos en el intento! - contestó Harry Comieron en silencio y trataron de disfrutar, por que por ahí, sería su última cena. Subieron a la torre Gryffindor y cuando todos se fueron a dormir, diez minutos antes de la medianoche, Harry, Ron, Hermione y Annie se apretujaron en la capa invisible. - Yo me presentaré con la capa invisible. Ustedes se esconden. Si me pasa algo, avisan. ¿OK? - explicó Harry Todos asintieron. Al llegar a la entrada del bosque prohibido, Ron, Hermione y Annie, se escondieron entre los arbustos. Harry llegó y se quitó la capa de encima. Había un hombre esperando. Estaba dado vuelta todo cubierto por una capa y una capucha. Se dio vuelta. Se sacó la capucha. Harry pudo ver su rostro. Era un señor muy buen mozo, de ojos celestes, pelo ondulado y rubio y perfectos dientes blancos. Hermione y Annie estaban atónitas. - ¡Lockhart! - gritó Ron Annie le dio un codazo. - No-no-pu-pu-e-d-d-e-e-e-s-e-r - tartamudeó Hermione - Potter - murmuró Lockhart - ¡Así que es usted! ¡Usted es el atacante! - gritó Harry - ¿Cómo sabes? - inquirió - Se te fue la memoria pero eso no afecto nada tu idiotez ¿Verdad? Escribiste "El atacante" bien chiquito debajo de la carta. Mi vista sigue funcionando - - Muy inteligente - - Muy estúpido - murmuró Ron - ¿Por qué lo hiciste? - quiso saber Harry - Muy simple. Porque estoy sirviendo a mi amo. Él me encontró cuando estaba recuperando mi memoria y me llevó hacia el lado oscuro. Mi amo me dijo que tú, Harry Potter, te haces el detective, entonces decidí atacar a la gente que tu quieres, así buscarías al culpable. Luego para asegurarme que lo hicieras, te mandé la invitación. Como sabía que ibas a venir, porque me enteré de lo de la "Orden del Fénix", le dije a mi amo todo lo que había hecho. Me dijo que me iba a recompensar. Mi plan funcionó a la perfección, y ahora él amo acabará contigo - - ¿Quién es tu amo? - De las sombras apareció una persona: Tenía el rostro lívido, los ojos rojos, la nariz chata. Era horrible, era lord Voldemort y a su lado había un hombre petisito sonriendo, Colagusano. Ron, Hermione, y Annie ahogaron un grito. - ¡Entrégate, Harry Potter! - dijo - ¡NUNCA! - gritó, el cuerpo le temblaba. Voldemort hizo un movimiento de varita y un remolino negro y violeta envolvió a Harry. Cayó al suelo y se levantó. - Cudosa! - dijo Voldemort - Impedimenta! - El hechizo se frenó en el aire. - Crucio! - Una luz salió. Harry no tuvo tiempo de frenarla. Se retorcía del dolor. No se podía mover. - ¿Rendido? ¡Es fácil acabar contigo! Te crees muy listo como para enfrentarte a lord Voldemort, ¿Eh? - Harry cerró los ojos. Los volvió a abrir. Una luz blanca apareció y Hedwig volaba hacia él con una carta en la mano. - No es momento para correspondencia, Hedwig - dijo Hedwig insistió y Harry agarró la carta: Blancus Luminatus Maldadus Acabarus No entendía el significado de esas palabras. - ¡Deja eso! - ordenó Voldemort - Crucio! - Harry hubiese deseado que deje de hacer ese hechizo, era muy doloroso. Ya casi no tenía esperanzas ni fuerzas, pero no quería morir a sus pies. De repente entendió la carta, era un hechizo. Se levantó y con sus últimas fuerzas dijo: - Blancus Luminatus Maldadus Acabarus! - Una luz blanca salió de la varita de Harry e iluminó todo el lugar. Voldemort gritó y desapareció y Harry seguía sin entender como. Un remolino blanco lo envolvió y al chocar contra el piso se desmayó.
La mañana del sábado, Harry se levantó con una sensación de ansiedad que le recorría todo el cuerpo. Ron y él ya se habían arreglado con Hermione y Annie. Comieron su desayuno en completo silencio. Faltaban las bromas de Fred y George y la risa de Ginny. También faltaban los cordiales saludos de Justin, Ernie, Hannah y Cho. Estaban investigando la nota cuando de repente: - ¡Mira, Harry! - murmuró Hermione - ¡El atacante! - - ¿Qué? - - ¡Dice "El Atacante"! ¡Está firmada! ¡La carta! - Le mostró donde. Ahí, en letra diminuta, estaba escrito. - ¡Lo veremos! ¡Hoy! - exclamó Harry A Ron el simple hecho de pensarlo le revolvía el estómago. Pasaron todo el día en el parque, esperando ver señales del atacante. Nada aparecía. A la hora de la cena, Hermione estaba dudosa. - ¡Dile a Dumbledore! ¡Quebraremos un montón de normas! ¡Nos expulsarán! - decía - ¡Atraparemos al atacante o moriremos en el intento! - contestó Harry Comieron en silencio y trataron de disfrutar, por que por ahí, sería su última cena. Subieron a la torre Gryffindor y cuando todos se fueron a dormir, diez minutos antes de la medianoche, Harry, Ron, Hermione y Annie se apretujaron en la capa invisible. - Yo me presentaré con la capa invisible. Ustedes se esconden. Si me pasa algo, avisan. ¿OK? - explicó Harry Todos asintieron. Al llegar a la entrada del bosque prohibido, Ron, Hermione y Annie, se escondieron entre los arbustos. Harry llegó y se quitó la capa de encima. Había un hombre esperando. Estaba dado vuelta todo cubierto por una capa y una capucha. Se dio vuelta. Se sacó la capucha. Harry pudo ver su rostro. Era un señor muy buen mozo, de ojos celestes, pelo ondulado y rubio y perfectos dientes blancos. Hermione y Annie estaban atónitas. - ¡Lockhart! - gritó Ron Annie le dio un codazo. - No-no-pu-pu-e-d-d-e-e-e-s-e-r - tartamudeó Hermione - Potter - murmuró Lockhart - ¡Así que es usted! ¡Usted es el atacante! - gritó Harry - ¿Cómo sabes? - inquirió - Se te fue la memoria pero eso no afecto nada tu idiotez ¿Verdad? Escribiste "El atacante" bien chiquito debajo de la carta. Mi vista sigue funcionando - - Muy inteligente - - Muy estúpido - murmuró Ron - ¿Por qué lo hiciste? - quiso saber Harry - Muy simple. Porque estoy sirviendo a mi amo. Él me encontró cuando estaba recuperando mi memoria y me llevó hacia el lado oscuro. Mi amo me dijo que tú, Harry Potter, te haces el detective, entonces decidí atacar a la gente que tu quieres, así buscarías al culpable. Luego para asegurarme que lo hicieras, te mandé la invitación. Como sabía que ibas a venir, porque me enteré de lo de la "Orden del Fénix", le dije a mi amo todo lo que había hecho. Me dijo que me iba a recompensar. Mi plan funcionó a la perfección, y ahora él amo acabará contigo - - ¿Quién es tu amo? - De las sombras apareció una persona: Tenía el rostro lívido, los ojos rojos, la nariz chata. Era horrible, era lord Voldemort y a su lado había un hombre petisito sonriendo, Colagusano. Ron, Hermione, y Annie ahogaron un grito. - ¡Entrégate, Harry Potter! - dijo - ¡NUNCA! - gritó, el cuerpo le temblaba. Voldemort hizo un movimiento de varita y un remolino negro y violeta envolvió a Harry. Cayó al suelo y se levantó. - Cudosa! - dijo Voldemort - Impedimenta! - El hechizo se frenó en el aire. - Crucio! - Una luz salió. Harry no tuvo tiempo de frenarla. Se retorcía del dolor. No se podía mover. - ¿Rendido? ¡Es fácil acabar contigo! Te crees muy listo como para enfrentarte a lord Voldemort, ¿Eh? - Harry cerró los ojos. Los volvió a abrir. Una luz blanca apareció y Hedwig volaba hacia él con una carta en la mano. - No es momento para correspondencia, Hedwig - dijo Hedwig insistió y Harry agarró la carta: Blancus Luminatus Maldadus Acabarus No entendía el significado de esas palabras. - ¡Deja eso! - ordenó Voldemort - Crucio! - Harry hubiese deseado que deje de hacer ese hechizo, era muy doloroso. Ya casi no tenía esperanzas ni fuerzas, pero no quería morir a sus pies. De repente entendió la carta, era un hechizo. Se levantó y con sus últimas fuerzas dijo: - Blancus Luminatus Maldadus Acabarus! - Una luz blanca salió de la varita de Harry e iluminó todo el lugar. Voldemort gritó y desapareció y Harry seguía sin entender como. Un remolino blanco lo envolvió y al chocar contra el piso se desmayó.
