Bueno. ya es la tercera vez que subo el segundo capítulo. . . Sale que está ya subido, pero yo no lo veo, y creo que vosotros tampoco. mierda!!!!!!!!!!!! .

El caso es que a la tercera va la vencida. . . eso dicen, y eso espero. Este capítulo, es solo una transición hacia el tercero, que supongo, si no se me ocurre algo, será el que me haga subir el rating del fic hehehe

Espero que os guste!! R&R!!

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- No sé por donde empezar. . .

Una voz hablaba desde el fondo de la habitación. Oculto en las sobras, se hallaba Sirius Black. Su largo cabello negro cubría su rostro casi por completo. En el otro extremo de la habitación, estaba Remus Lupin. Su amigo. El que creyó traidor. Su. . .

- Pues empieza por alguna parte - dijo Remus - La carta, por ejemplo. . .

Hacía sólo unas semanas, se habían vuelto a encontrar en la Casa de los Gritos. Aquel lugar le traía tantos recuerdos. . . y todos tenían el mismo protagonista: Remus. . . aquel que ahora le pedía explicaciones sobre una carta, que había dejado escondida en un cajón, como último recurso para confesar su. . .

- La carta. . . - murmuró - Sí, claro. . .

Quiso levantarse, pero no pudo. Sabía que volvería a encontrarse con aquellos ojos ámbar, tan extraños como hermosos, y no podría resistirlo. No ahora, no cuando ambos sabían por qué estaban ahí.

- No creo que haya nada que añadir - dijo Sirius al fin - La carta lo dice todo. . .

- La carta. . . - dio Remus - pero no tú. Sólo lo has escrito. No tienes el valor de decirlo, ¿Es eso?

Sirius levantó la vista. ¿Había oído lo que creía que había escuchado? Se incorporó lentamente, pero permaneció escondido en la penumbra de aquel rincón.

- ¿Qué quieres decir?

- Que si lo que dice tu carta es cierto. . .

- Es porque viniste aquí, y la encontraste. Lo cual quiere decir que. . .

- Sí. - lo interrumpió Remus - Eso es lo que quiere decir. Pero parece que ninguno de los dos tenemos el suficiente valor como para decirlo a la cara, ¿verdad? - añadió, con una sonrisa.

- Pero ambos lo sabemos. . .

- Pero no es lo mismo.

No los veía, pero Sirius sentía los grandes ojos de Remus fijados en los suyos. Sentía un nudo en el estómago. Había una gran lucha en su interior. Quería decírselo, pero algo dentro de él se lo impedía. Y no entendía porqué. Remus acababa de decir que sentía lo mismo, ¿qué podía pasar? Nada. Ya no podía pasar nada.

- Miedo al rechazo, ¿no es así? - preguntó Remus.

Sirius asintió con la cabeza.

- Nadie tiene porqué saberlo.

- Lo sé - contestó Sirius - Pero aún así. . . Harry. . .

- Tampoco tiene por qué.

Pero ambos sabían que no era por Harry. Sirius siempre había sido bastante impulsivo, y le había dado igual todo. Pero no ahora. Ya no. Porque ahora estaba delante de quien realmente amaba. Y no encontraba el valor suficiente para decírselo. Ya no era sólo cuestión de que Remus se lo hubiese pedido. Quería decirlo. Era cuestión de orgullo. Pero no le salían las palabras.

- Oye. . . - dijo - Cuando entraste en la Casa de los Gritos la otra noche. . . y me abrazaste. . .

- Fue un acto de amistad. Aunque creyeses que yo era el espía.

- Lo siento.

- Yo creí que eras tú.

- Algo muy lógico - dijo Sirius, con una sonrisa triste en su rostro. Al fin se decidió a salir del rincón. Vio aquellos grandes ojos fijos en los suyos, tal y como había adivinado, y no pudo resistirlo más. - Te quiero, Remus.