Harry Potter y La Orden del Fénix

Por Daniela Lynx





Capitulo I: Introducción.



Mallorca era una hermosa isla, situada al este de España. Con playas, lugares de interés arqueológico y un montón de pub's, discotecas y vida nocturna. Centro vacacional para muchas personas, entre ellas una familia casi completamente normal. Era un caluroso día de mediados de Julio en Lluchmayor, a 23 kilómetros de la capital de la isla. El sol estaba dando fuerte: El agua de las fuentes se secaba, la gente rezongaba furiosamente contra el calor, y todo el mundo se pasaba el día en la playa. En una calle costanera, con un montón de edificios de departamentos, había uno que había sido alquilado por esa familia casi completamente normal.

El "casi" de esa familia, se debía a Harry. Tío Vernon por fin había logrado cerrar un trato importante, y había alquilado ese departamento en la isla. Llevaban dos semanas allí, y había logrado aprender algunos rudimentos de español, los necesarios como para poder pasar allí un tiempo. A Harry le parecía un bonito lugar, pero no había podido admirarlo mucho, porque había bajado solo a la playa sólo dos veces: una cuando llegaron, y fue por poco tiempo. Y la otra, hacía dos días, a la hora de la siesta, picado por la curiosidad, cuando sus tíos y Dudley estaban durmiendo. La diversión se pagaba cara: esa tarde había salido a recorrer sin avisar, y cuando llegó, su tío le había jurado que no vería más de Mallorca que lo que se podía ver desde la ventana. Y nadie en la familia le había dicho una palabra más desde entonces.

Al principio le había gustado (todo era preferible a atormentar sus oídos escuchando las quejas de sus tíos), pero luego, en realidad, se había vuelto deprimente, sobre todo cuando contemplaba a la gente divirtiéndose afuera. Había pensado en amenazarlos con Sirius para que lo dejaran salir, vamos, que era inhumano que lo tuvieran encerrado estando de vacaciones, pero sus tíos le habían contestado que Mallorca estaba demasiado lejos de Inglaterra como para que Sirius viniera a rescatarlo. Aún no había recibido noticias de sus amigos, aunque conservaba la remotísima esperanza de salir de allí por milagro unos cuantos días e irse a la Madriguera; desde que se había enterado de que era un mago, nunca había pasado un verano entero con los Dursley. En ese momento se encontraba evadiendo el calor en su pieza, semi recostado.

La casa estaba casi vacía. Tío Vernon y Tía Petunia habían ido con Dudley a la playa, abajo. La señora Figg, con quien habían querido dejarlo en Privet Drive, había desaparecido misteriosamente sin dejar rastro; Y allí, en Mallorca una mujer llamada Ivonne, amiga de tía Petunia, había venido a vigilarlo (a pesar de las protestas de Harry con respecto a eso, creía que ya estaba grande como para tener una niñera). Había querido usar el teléfono del departamento, y llamar a Ron (Hermione había escrito hace poco para comunicar que estaría en Bulgaria todo el mes de junio y la primera semana de agosto); pero Ivonne no le había dejado. La verdad, extrañaba a sus amigos. La última vez que había pronunciado alguna palabra sensata con alguien, había sido al despedirse de ellos en la estación de tren, al finalizar su último curso, el cuarto en Hogwarts. Comenzó a recordar el año anterior, ya que no tenía otra cosa que hacer.

El Torneo de los tres magos se había celebrado ese año. La verdad, eso complicó las cosas. No había sido un buen año, Ron se había peleado con él y casi muere al enfrentarse nuevamente a Voldemort.

Tres lechuzas entraron por la ventana abierta, que daba hacia la playa, y lo distrajeron de sus pensamientos; una de ellas era su propia Hedwig, otra era Pig, de Ron y la última no era lechuza, era un halcón. Dejaron caer sendas cartas sobre su cabeza y se alejaron volando fuera de la pieza. Con el calor, no les gustaba estar dentro de las casas. Abrió la primera de las cartas. Reconoció la ordenadísima caligrafía redonda de Hermione:

Querido Harry:

¿Cómo estas? Me han dicho que te encuentras en Mallorca, es un lugar bastante interesante ¿Qué tal los Dursley? Espero que no te traten muy mal, y te dejen salir. Yo estoy bastante bien.

Como ya sabes, estoy pasando las primeras semanas de vacaciones con Viktor en Bulgaria. Es un país muy interesante, la magia de aquí es fantástica. Viktor vive en cierto valle escondido hacia el norte (me pidió que no revelara la ubicación exacta), donde viven varias familias de magos. Tiene una enorme biblioteca llena de libros (¡Casi como la de Hogwarts! ¡En serio!), Y me empezó a enseñar el búlgaro. Todo es estupendo (hasta el clima es soleado, y eso que no es muy frecuente el sol por aquí,) salvo por una cosa. Unos días luego de que llegué, Víctor me llevó a mirar el atardecer a la orilla del mar, en la ciudad de Burnas. Me preguntó si quería ser su novia. Y no supe que contestarle. Le dije que me lo pensaría, pero.Mejor no te agobio con mis problemas personales, creo que nos veremos muy pronto, pero no digo más.

Besos, Hermione.

La siguiente carta era de Ron y decía lo siguiente:

Harry:

¿Qué tal? Nosotros por acá estamos bien. Papá tiene mucho trabajo últimamente, y a Percy lo nombraron director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional ¡Es insoportable! ¡Se pasea por toda la casa, con unos aires como si le hubieran nombrado regidor supremo universal, o algo así! Eso, cuando está en casa, porque pasa encerrado en su oficina. Fred y George ya tienen reservado el local para el negocio de artículos de bromas, (¡Es en Hogsmeade!) Y creo que van a empezar el próximo año, cuando tengan suficientes artículos preparados. Lo más curioso es que mamá ya no se opone, incluso los apoya en su idea, porque le ayudan con las cosas de la casa. La verdad, no sé de donde habrán sacado tanto dinero. Incluso me compraron una túnica de gala mucho más aceptable de la que tenía antes.-Al leer esto, Harry se sonrío. Él le había dado a Fred y a George los mil galeones de su premio.- Espero que Dumbledore te permita venir mas adelante. Esta casa está somnífera, me muero de aburrimiento.

Ron.

PD: ¿Qué te apuestas a que a Hermione la han hecho prefecta?

Cogió la tercera carta. Era la que había traído el pequeño halcón. Supuso inmediatamente de quien era, la única persona que no le mandaba a Harry cartas mediante una lechuza era su padrino.

-¡Carta de Sirius!- exclamó. Pero cuando la comenzó a leer, dejó de sonreír. No eran buenas noticias, y era un poco contradictoria:

Querido Harry:

Te estoy escribiendo desde un sótano, escondido. Los dementores han allanado la casa de Remus, donde me encontraba antes de emprender viaje, buscando a Pettigrew para probar mi inocencia. Remus por poco y cae en Azkaban junto conmigo. Eso sí, por favor no te preocupes por mí, que estaré bien. Creo que ya se han ido.

Sólo quería ponerte sobre aviso, porque Arabella Figg, tu vecina, fue atacada hace unas cuantas semanas; ella es en realidad una ex auror que te protegía mientras estabas en Privet Drive. Llegaron veinte mortífagos a su casa y se la llevaron. No sabemos lo que le espera. Y a Mundungus Fletcher también. Creo que habrás oído a Dumbledore hablar del Antiguo grupo. Pues bien, ellos eran profesores en la Academia Superior de Aurores, donde estudiamos tu padre, Remus y Yo hasta el ataque a tu casa y hasta que me llevaron a Azkaban. Aunque Remus continuó, no lo aceptaron en la Liga de Defensa contra las Artes Oscuras, por su estado. Debes ser sacado con urgencia, donde estés te encontrarás en peligro si no hay un mago de confianza cerca. Creo que Dumbledore irá a buscarte. Perdona que te agobie con mis problemas Harry, pero debes estar con los ojos abiertos. Sigo queriendo que me informes de todo lo que te pase. Cuídate.

Sirius.

Harry se sentó sin saber que pensar. Sirius estaba en problemas, pero no quería que se preocupara. Lo animaba la perspectiva de irse de Mallorca, de hecho, moría por largarse de allí de inmediato, nunca le había gustado estar encerrado, pero en esas circunstancias, no le apetecía.

Se sobresaltó cuando escuchó un fuerte portazo en la puesta de entrada. Sus tíos ya debían haber llegado de la playa. Pegó la oreja a la puerta, y escuchó el desagradable vozarrón de su tío despidiéndose de Ivonne. Volvió a recostarse, aburrido. Quizá podría dormir una siesta.

Despertó y salió de la habitación cuando escuchó a Tía Petunia en la habitación de al lado, anunciándole a Dudley, que ya no estaba a dieta (No había bajado un kilo, pero tía Petunia había anunciado jubilosa en el comedor hace algunos días que habían llegado pantalones tamaño extra grande a la fábrica.) que ya era hora de la cena. Tenía que estar atento, porque como a él no le decían nada, lo más probable era que se quedara sin comer.

Harry terminó su cena (un plato de paella, cocinado por tía Petunia) Se había quedado con hambre, y era la primera vez que la tía cocinaba paella, de modo que el sabor no era de lo mejor. Que se le iba a hacer, talvez tendría que mandar de nuevo a Hedwig pidiendo asilo gastronómico mientras la situación durase. Llevaba su plato al fregadero, cuando escuchó a la tele prendida de la cocina, en un canal inglés del cable, anunciar una serie de extraños asesinatos:

"-Todos aparecían fulminados, sin ninguna marca ni señal. Las autopsias lo confirman. Creemos que se relaciona con el caso Bryce, en el que un anciano apareció muerto en casa de sus patrones, la familia Ryddle, asesinados hace cincuenta y un años de la misma manera. Los reportes indican que debe ser un asesino en serie y no sabemos como procede."

A Harry se le resbaló el plato de las manos, y este se rompió en mil pedazos, salpicando de restos de arroz y conchas de marisco en todas direcciones. ¿Era posible que.? Los Dursley suspendieron la "ley del hielo", haciéndole fregar el suelo, y luego, volvieron a ignorarlo, lo que provocó que Harry volviera a su pieza. Pero en ese momento, eso era lo que menos le importaba.

Había dejado la ventana abierta mientras se iba a comer, de modo que no se sorprendió al ver a una lechuza parda parada tranquilamente sobre la cómoda. Al verlo entrar, soltó la carta que tenía en su pata y se alejó volando. Harry se acercó a la cómoda, a la cual había colocado justo bajo la ventana, por si tenía que escapar alguna vez. Recogió la carta, se sentó en la cama y se dispuso a leerla.

-Ah, otra carta ¿De Dumbledore?- Dijo extrañado al ver quien era el remitente. La escritura angosta y llena de vueltas del director le comunicaba sólo un par de líneas, igualmente preocupantes que la larguísima carta de Sirius.

Querido Harry:

Lamento interrumpir tus vacaciones, pero deberás estar con tu baúl y todas tus cosas empacadas en una hora. Tendré que pasar a buscarte. La casa de los Dursley ya no es un lugar seguro para ti. Iras a la casa de los Weasley.

Dumbledore.

Harry cogió la jaula de Hedwig y su baúl, metió en él sus cosas del colegio (furtivamente traídas, tía Petunia se habría muerto de histeria sí hubiese sabido que había una varita mágica y una escoba en la cajuela del auto), las cartas de sus amigos y algo de ropa. No quiso avisarle a sus tíos, probablemente un susto les haría bien. Era una especie de venganza tardía. Dumbledore llegó puntualmente. Todos dormían en el departamento, excepto Harry.

-¿Cómo entró profesor? -Alohomora- dijo este, señalando su varita- el hechizo llave, Harry. Date prisa. -Pero mis tíos despertarán. Tienen el sueño ligero, ya lo he comprobado. -Ah- dijo el director sonriendo- Están hechizados. No despertarán sino hasta mañana bien tarde. -¿Han sabido algo sobre la Señora Figg? -No- contestó Dumbledore, mientras una nube de preocupación pasaba por su rostro- te enteraste ¿Eh? Sirius te manda saludos. Casi lo atrapan los dementores en casa de Remus. -Si, ¿No volverá a Azkaban, verdad?- preguntó Harry, preocupado. -No. Los dementores ya no custodian Azkaban. Se pasaron al lado Tenebroso.

Harry tragó saliva. Si los dementores se habían pasado al otro lado.Tiempos oscuros estaban recién comenzando, y recordaba demasiado bien el efecto que producían los dementores en los seres humanos, en especial en él. Sirius. pobre Sirius. Tenía que andar arrancando de esos monstruos. Decidió no preocuparse en exceso. Su padrino había salido de situaciones peores.

Se encaminaron a un carro blanco tirado por caballos invisibles. Había varios muggles en la acera. Harry supuso que no podían verlos. No se animó a preguntar como diablos llegarían a Inglaterra, a varios cientos, o miles incluso, kilómetros de donde se encontraban. Partieron cuando todavía no era muy tarde; y luego de un rato, al mirar sobre su ventana, se dio cuenta de que el carro flotaba levemente a un metro, más o menos sobre el nivel del mar. Sin embargo, al llegar a la Madriguera, eran pasadas las dos de la mañana. La Señora Weasley lo instaló en un cuarto de visitas y le aconsejó que durmiera, porque ya era muy tarde. Pero Harry no podía hacerlo. En sus noches de insomnio le bajaban todos sus nervios, preocupaciones, y otros; y sabía que en ese momento, había alguien que removía cielo, mar y tierra para encontrarle.

Capitulo II: En la Madriguera

A la mañana siguiente, Harry se despertó bastante tarde. Al principio, no recordaba donde estaba, pero luego de unos segundos cayó en la cuenta. Le parecía increíble que hace solo un día, se encontraba a más de mil kilómetros de la Madriguera. Se vistió, y salió de la habitación, encontrándose de inmediato con Ron en la escalera:

-¡Hola Harry! Mamá nos contó todo, no te preocupes, aquí vas a estar bien.- y siguió subiendo. Parecía ir con prisa.

Ginny también venía subiendo. Se ruborizó al ver a Harry, pero le dijo:

-Hola, mamá salió, pero dejó dicho que bajaras a desayunar, Harry.

Este bajó a la cocina. Estaba vacía salvo por un tazón de leche y una fuente con sandwichs. Tenía bastante hambre, así que apuró el desayuno.

Los siguientes días fueron bastante más agradables que su anterior encierro: practicaban Quidditch en la loma (Ginny tenía una Cassiopea 350, nuevo modelo y Ron había conseguido su anhelada Nimbus 2002. A Harry le bajó nostalgia por su Nimbus 2000 al verla.)Y, a veces, se iban a dar una vuelta por los alrededores o hasta el pueblo. Un día, se habían ido a dar una vuelta al pueblo por la noche, acompañados de los gemelos (sorprendentemente, mejores conocedores del mundo muggle que Harry); y estuvieron un par de horas en la discoteca. Harry nunca había estado en una, y cuando salió, muerto de cansado, y algo mareado debido a la atmósfera de encierro, le zumbaban los oídos.

Como una semana después, la Señora Weasley los levantó muy temprano:

-¡Arriba todo el mundo!- ordenó.

Ron se levantó mal humorado. Lo del levantarse "temprano" no le hacía ni pizca de gracia.

-¿Qué pasa? No son ni las diez de la mañana.- dijo mientas bajaba al comedor con Harry y Ginny, restregándose un ojo. -¿Las diez de la mañana? ¡Que descaro! ¿Te parece esa hora para levantarse? ¡Vamos, arriba!- ordenó la Señora Weasley, atareada preparando el desayuno, y haciendo malabares con las sartenes. -¿Pero por qué?- insistió Ron -Ya lo sabrán.tienen un pequeño paseo por delante, chicos.- contestó la Señora Weasley, sirviendo el desayuno, dejando las sartenes vacías en el fregadero y sentándose a descansar.

El Señor Weasley entró a la casa, con el periódico en la mano, los saludó y, luego de desayunar, los hizo subir a un automóvil prestado por el ministerio, sin dar mayores explicaciones. Pasaron por campos verdes, amarillos, e interminables, y luego de varias horas, llegaron a Londres. Esperaron cerca de media hora en la estación King's cross, hasta que, de un tren azul, bajó Hermione, sujetando una pesada maleta y el canasto de Crookshanks. Apenas los vio, puso las cosas en uno de los numerosos carritos y se acercó rápidamente; algo nerviosa, al parecer, porque hablaba atropellando las palabras.

-¡Hola chicos! Viene "Expresamente" para. -Luego les dices- la atajó el Señor Weasley, mirando a los chicos de reojo; que se encogieron de hombros. -¿Qué demonios nos ocultan?- susurró Ron -No lo sé- contestó Harry.

Era ya la hora de almorzar. El Señor Weasley se sentía emocionado cuando entraron a un restaurante muggle cerca de la estación y pidieron una pizza para los cuatro. Luego de almorzar, subieron al auto. Cruzaron nuevamente la campiña inglesa hasta llegar a Ottery Saint Catchpole, Hermione con Crookshanks en brazos. El gato se engrifó con un frenazo brusco que el Señor Weasley debió dar por culpa de un furgón que se atravesó sin avisar, y los tres chicos, atrás, quedaron llenos de arañazos. Llegaron a la Madriguera como a las cuatro y media de la tarde. De pronto, vieron algo que hizo palidecer a todos:

-¡La Marca Tenebrosa!- Gritó el Señor Weasley, dando un nuevo frenazo y atropellándose para bajar.

Los chicos se asomaron por la ventanilla. Era cierto. Una calavera verde hecha de chispas, con una serpiente por lengua, flotaba sobre la casa. Bajaron a toda velocidad del vehículo, y corrieron detrás del Señor Weasley. Este entró como un vendaval en la cocina. En ella se veía claramente los restos de lo que iba a ser una fiesta de cumpleaños.

Caminaron por el living desordenado y encontraron una figura alta, de anteojos, tendida en el suelo. Era Percy. Le manaba un hilo de sangre de la cabeza, y los anteojos estaban quebrados. Poco a poco, de debajo de la mesa, y de atrás del sofá fueron apareciendo el resto de los integrantes de la familia: Fred, George, la Señora Weasley.faltaba alguien.

-¡Ginny! ¿Dónde está Ginny?- gritó el Señor Weasley, mirando para todos lados. Los chicos atrás de él no decían nada, ni se movían. Nadie dijo nada. Fred rompió el silencio. -Se la llevaron- murmuró- Percy intentó impedirlo -Ellos, los mortífagos. lo cogieron. Y luego.

La Señora Weasley no decía ni palabra. Solo sollozaba, mirando alternativamente a Percy, a su marido y a la puerta. Estaba desconsolada, tenía los ojos rojos.

-Eso es culpa mía- dijo Harry, retrocediendo hasta la escalera.- me buscaban a mí. No hubiera pasado sí. -No, querido. No te eches la culpa- dijo la Señora Weasley, hablando por primera vez. La voz le temblaba.

Harry no dijo nada. Ya había causado suficientes problemas a esa familia. Subió las escaleras, cogió la escoba y la capa invisible y salió sin que lo vieran.

Capitulo III: En el Caldero Chorreante

Harry montó en la Saeta de Fuego, conduciendo bajo y lento, por si podía ver algo, hasta que se cansó. Descansó un rato y luego continuó a pie, siempre hacia el norte, esperando encontrar algún rastro de Ginny. Llegó a un bosque, cuando comenzaban a salir las estrellas, y cansadísimo, se recostó debajo de un árbol y se durmió.

Despertó cuando sintió que lo remecían bruscamente. Abrió de sopetón los ojos, y vio a Ron y Hermione parados al lado de él:

-¿Por qué me siguieron?- les preguntó enojado. Hermione le lanzó una mirada indefinida, pero Ron respiró hondo y contestó: -Nosotros no te dejaremos nunca solo. -¿Tu crees que permitiríamos que te perdieras aquí?- preguntó Hermione, recuperando su aplomo habitual-Vamos, vuelve con nosotros. -No.- respondió Harry cortante, poniéndose de nuevo la capa invisible, menos la capucha, por lo que parecía una cabeza flotante. -¿No? -No. Ustedes- dijo a Ron- me recibieron muy bien en la Madriguera ¡Pero a cambio sólo han recibido males! ¡No volveré! Déjenme solo los dos, no traigo mas que problemas.

En ese momento, Hedwig se posó con dificultad en el hombro de Harry, luego de dejar caer en sus manos una piedra cristalizada y redonda, del tamaño de un huevo de dragón, que había traído.

-¿Qué es esto?

Ron examinó la piedra unos minutos, le dio vueltas, la sopesó y le contestó con tono solemne:

-Harry, creo que es una piedra Elkhemir. -¿Qué es eso, si puede saberse?- Harry miró ansiosamente hacia el norte, hacia donde habían escapado los mortífagos: estaba perdiendo el tiempo. -Una piedra mágica.- explicó Ron, al ver la cara de desconcierto de Harry- A través de ella, conversas con cualquier persona que tenga una igual. ¡Son rarísimos! Tenían otro nombre, y antes eran siete, pero se perdieron todas menos dos ¡Tu tienes la penúltima! ¿Quién pudo habértelo mandado?

En ese momento, la piedra brilló, y apareció un rostro reflejado en su interior transparente. El rostro de Dumbledore. Se oía su también su voz:

-Harry, la piedra Elkhemir se usa así: asómate a él sin miedo, y conversa normalmente.

Harry hizo lo que le pedía.

-Profesor Dumbledore ¿Qué ocurre? -Debes venir a Hogwarts. No fue una buena idea enviarte a la Madriguera. -Supo lo que pasó ¿No? -Las noticias vuelan. Viaja a Londres. Mañana comprarás los materiales, pasado mañana tomarás el expreso a Hogwarts. -¿Cómo viajo a Londres? ¿Qué pasará con Ginny?

Pero el rostro de Dumbledore había desaparecido ya de la piedra. Harry volvió a ponerse su capa invisible y montó en la Saeta de Fuego. Iba a irse cuando.

-¿Qué crees que haces?- le preguntaron Ron y Hermione -Me voy ¿Qué creían?- se extrañó Harry, con un tono algo huraño. -¿Sin nosotros?- Hermione sonrió irónicamente -La Saeta de Fuego no aguantará el peso de tres. Menos en un viaje tan largo.- dijo Harry, poniéndose serio. -¿Y tus cosas? -No las necesitaré.espero. -¿Tu crees? Yo no. ¿Cómo cargarías un baúl? -Eh.- dudó Harry. -¿Realmente no te importa irte sin nosotros? -...Ok, vamos.- cedió Harry- Pero la Madriguera está muy lejos. -Bah, eso no es un problema- dijo Ron. Ante la sorpresa de Harry y Hermione, silbó y vieron a un viejo Ford Anglia turquesa avanzar entre los matorrales.- ¿Dónde creen que estamos? -No en Hogwarts ¿o sí? -No. Se nota que la geografía no es tu fuerte, Hermione- se burló Ron.- En el limite sur del Bosque Prohibido. Y no me pregunten a cuanta distancia al sur de Hogwarts, pero es un bosque enorme ¿No es cierto?

Subieron todos. Al atardecer, ya estaban en la Madriguera. Harry les contó lo que le dijera Dumbledore y ellos comprendieron. Cogieron el Autobús Noctángulo y luego, cada uno tomó una habitación en el Caldero Chorreante.

Harry se recostó en su habitación, se quitó los lentes y pensó: "Vaya una forma de pasar mi cumpleaños". Se quedó dormido sobre la colcha, sin taparse.

A la mañana siguiente, cuando Harry bajó con sus amigos a desayunar, había un gran alboroto en el comedor. Pero al ver a Ron, se instaló un silencio de muerte entre todos los presentes. Tom, el cantinero, se acercó a este tendiéndole un recorte de diario.

-Tenga señor. Y, por favor, no se asombre.

Ron se quedó pasmado al terminar de leer lo siguiente:

LAS NUEVAS DESAPARICIONES

Al parecer, Cornelius Fudge, Ministro de Magia, sigue cometiendo errores, empecinado como está en no creer los cada vez más frecuentes rumores que alertan sobre el retorno de Quien-No-Debe-Ser-Nombrado. O al menos, de la reactivación presente en los grupos de mortífagos, quienes, con total impunidad, se mueven cometiendo espantosos crímenes dentro y fuera del mundo mágico. Citamos, por ejemplo:

Arabella Figg y Mundungus Fletcher: estos ex profesores de la Academia Superior de Aurores fueron atacados hace pocos días. Sus casas fueron allanadas por grupos de quince y veinte mortífagos, respectivamente. Se desconoce su actual paradero y situación.

Ginny Weasley: Esta niña de catorce años fue secuestrada ayer. Fue encontrada hoy en la madrugada en un basural muggle de Brighton. Se ignora como llegó hasta allá, pues se encuentra sumida en un profundo estado de coma. Actualmente, está siendo tratada en el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas.

Phoebe Martí: La célebre medimaga cubana, radicada en Londres desde 1988. Ha tenido excelentes resultados con pócimas curativas, y que retrasan el envejecimiento. Los mortífagos allanaron su laboratorio, y luego de saquearlo, la secuestraron.

Y la lista sigue. Esperamos dentro de poco, tener un ministro que se preocupe de verdad por la seguridad en el mundo mágico. Sin duda, el Consejo de Magos convocará pronto a elecciones internas para designar un nuevo ministro.

Tary Reeteks

Ron estaba blanco como un tazón de leche con cereales, debido a sus pecas. Subió corriendo las escaleras con Hermione pisándole los talones ("Por favor Ron, debes ser fuerte ahora") y se encerraron en la habitación a conversar. Harry suspiró; por lo visto ese año no iba a ser nada fácil. Subió a la pieza, sacó la piedra Elkhemir y se puso a hablar. Aunque no había ninguna imagen en la piedra, ésta apareció al cabo de unos segundos.

- Prof. Dumbledore, ¿está por ahí? Me preguntaba si podía aplazar para pasado mañana mi viaje. Quisiera visitar a Ginny. Estoy seguro que sabe lo que pasó ¿No? -Harry, es terrible. Te autorizo, pero yo los acompañaré. No podemos arriesgarnos. -Sí profesor; sin embargo, no puedo dejar de pensar que todo lo que ha pasado es mi culpa -No Harry, no es tu culpa. Pero ¿Puedo pedirte que te mantengas alejado de los problemas? -Puede. Pero esto no debe quedarse así -Harry, sé que estimas a Ginny y que tu amigo Ron no la está pasando bien. Pero no debes arriesgarte; recuérdalo: No debes arriesgarte.

Y colgó. Harry se sentó en la cama, molesto: -¡Ahí va! ¡Otro más con lo de ALERTA PERMANENTE! ¡Cómo si no supiera cuidarme!-recordó entonces su último encuentro con Voldemort. Cedric Diggory había sido asesinado. "Dumbledore tiene razón" pensó. "No tiene caso seguir arriesgándome si causo sufrimiento a los demás"

Una lechuza rojiza entró volando por la ventana. Traía la lista de útiles:

Estimado Señor Potter:

Dada su situación, su ingreso a Hogwarts se realizará antes del 1° de septiembre. Adjunto la lista de útiles que necesitará para este año. Atentamente.

Minerva Mc Gonnagall Directora asistente

+ Libro reglamentario de hechizos, curso cinco + Transformación, nivel avanzado + Líquidos Mágicos, de Charles Schulz + Adivinación: pasado, presente y futuro, de Morgane Loch + Extraños seres mágicos del mundo, de Icarus Kramer + Guía de la Autoprotección contra el Mal, Anónimo + La magia de las plantas, de Moon Le Noux

Harry leyó la lista de útiles y salió de su habitación. Quizá Ron quisiera salir a tomar aire fresco. Golpeó la puerta y no le contestó nadie. Entró y .¡Estaba vacía! Harry temió otro ataque y salió corriendo del Caldero Chorreante. Recorrió la mitad del Callejón Diagon y tropezó con alguien, no se detuvo ni a pedir disculpas y volvió desalentado al pub. De repente, tuvo la genial ocurrencia de preguntarle a Tom, el cantinero, si los había visto salir:

-¡Ah, sí! Los vi salir hace un rato. Deben estar en el Callejón Diagon. -¡Pero si yo vengo de allá! -Bueno, no creo que hayan ido al Londres muggle -¡Hola Harry!- eran Ron y Hermione. -¿Dónde se habían metido? ¿Están bien? Me preocupé, pensé que alguien los había atacado. -¡Cómo crees!- Exclamó Ron. -Además, buscábamos esto- dijo Hermione tendiéndole un paquete cuadrado- ayer fue tu cumpleaños ¿No?

Harry abrió el paquete y una sonrisa le iluminó la cara.

-Muchachos, no tendrían que haberse molestado.

La caja tenía la inscripción "Set del imprescindible para el Jugador de Quidditch. Posición: buscador" Harry agregó:

-¡Ah! Se me olvidaba. Dumbledore se comunicó, mañana podremos ver a Ginny.

Si creía que esto animaría a Ron, se equivocaba; su mirada se volvió sombría y una expresión de preocupación apareció en su rostro.

-Parece que no debí haber dicho eso- susurró Harry a Hermione. -No- dijo Ron- Sólo estoy preocupado, no se como estará.

Esa noche, cenaron los tres alegremente, como si estuvieran en Hogwarts, e incluso Harry logró olvidarse de las desgracias de los días anteriores. Por suerte, esa noche no le atacó el habitual insomnio.



-¡Despierta Harry, ya son las ocho!

Una mano remeció a Harry mientras este dormía aún. Harry abrió los ojos, y no distinguió más que formas borrosas. Como todas las mañanas, dirigió su mano derecha a la mesita de noche, encontró los anteojos y se los puso. Era Dumbledore el que lo despertaba a horas antinaturales para las vacaciones. Cuando bajó al comedor, Ron y Hermione estaban esperándolo allí. Dumbledore los reunió frente a la chimenea y, sacando una bolsita de cuero del bolsillo, les dijo:

-Tomará cada uno una pizca y me seguirán.-Acto seguido arrojó los polvos Flú, entró en la chimenea desapareció diciendo-¡Hospital San Mungo!

Capitulo IV: Del hospital, directo a casa







En un minuto estaban todos quitándose las cenizas de la ropa. Dumbledore los guió por pasillos interminables, hasta que llegaron a una habitación particularmente llena de extraños objetos, con una sola cama. En ella estaba Ginny.

Se encontraba en un estado lamentable, llena de moretones y magulladuras. Y no mostraba mas signos de vida que su respiración. Hermione estrechó los hombros de Ron con fuerza.

-Lamentamos profundamente habernos atrasado señores y señorita.- dijo un elfo domestico, con una vocecita aguda que los sobresaltó.- Les prometemos que no volverá a suceder, señores y señorita.

Todos pensaron que Hermione empezaría otra vez con lo de la P.E.D.D.O., pero se equivocaron. El elfo domestico salió de la habitación y regresó trayendo un tazón con extraños grabados rúnicos. Luego acercó el tazón a la boca de Ginny y le hizo beber un liquido de un color blanco cegador. Al instante, las heridas desaparecieron y ella abrió sus ojos.

-¿Dónde estoy?- musitó -Aún se encuentra algo débil, señorita- dijo el elfo, haciendo una profunda reverencia antes de salir de la habitación. -Esperemos que con la poción de lágrimas de fénix se restablezca pronto.- Contestó Dumbledore. -¿Lagrimas de fénix?- preguntó Ron extrañado. -Si.- le contestó Dumbledore- Quizá este año tenga oportunidad de conocerlos mas a fondo, Señor Weasley. Ahora, es tiempo de que volvamos al Caldero Chorreante. Y por el bien de todos, irán los cuatro antes del primero de septiembre. Andando. -Si sigo viajando así- dijo Harry al volver al Caldero Chorreante- creo que terminaré enfermándome.

Al día siguiente, todos estaban subiendo al tren en King's Cross. Pero había algo que Harry no decía al resto: Últimamente, se estaba generando en el una especie de obsesión por vengarse de los mortífagos; Demasiadas cosas habían pasado, demasiadas personas habían sido dañadas. Eso no podía quedarse así.

-¿Harry?-le preguntó Ginny. Sus miradas se cruzaron un instante y ella se ruborizó. -¿Qué pasa? -¿Qué te pasa a ti? Estabas como ido y. -¡Ah! No, nada. Solo estaba.pensando. -Bueno. -Eh, Harry, ¿Juegas ajedrez?- Preguntó Ron haciendo sonar las piezas en el interior de la caja. -Ok.

La partida finalizó con un espectacular Jaque Mate de Ron, ejecutado por un peón y dos torres.

-Harry, progresas, cada vez me cuesta mas ganarte. -Genial- contestó este, algo desanimado.

Esa noche cenaron solos con Dumbledore. Los otros profesores seguían de vacaciones.

La verdad, las tres semanas siguientes no fueron movidas para nada. Así que todos (hasta Ron) se alegraron cuando el primero de septiembre marcó el inicio de clases.

La noche del banquete, luego de la selección, Dumbledore dio los típicos comunicados del inicio de curso:

-Ejem, un par de asuntitos por tratar antes del banquete: primero que nada, vuelve el campeonato de Quidditch.- hizo una pausa para que los alumnos ovacionasen. -¡¡¡Bien!!!- gritaron todos. -Si, me alegro que lo tomen con agrado.- Prosiguió Dumbledore- segundo: todos los alumnos de sexto curso podrán postular a la gira de estudiantes de intercambio. Este año se va una promoción de diez y el próximo regresan con otros diez de otro colegio. Esto va con el fin de reforzar los ya maltratadísimos lazos internacionales.

Nueva ovación. En ese instante, Harry miró a la mesa de Ravenclaw y vio a Cho Chang. Ella estaba triste y pálida, no había sonreído ni una vez. Escuchó que una chica de cabello claro le decía:

-¿Por qué no postulas, Cho? -No sé, Clarisse. -Vamos, un cambio de aire te ayudará a olvidarlo.-La chica se tapó la boca con las manos, considerando que había hablado de más. Cho rompió a llorar. La chica, Clarisse, la calmó diciendo: -Ok, lo siento, pero no pierdes nada, ¿No crees? -Los que deseen postular- continuó el director- deben echar su nombre en un buzón que dispondremos a la entrada del Gran Salón. Tercero, para variar, tenemos este año un nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras ¿O debería decir profesora? Casi todos la conocen, ¡Fleur Delacour!

La chica Veela avanzó entre el mar de alumnos varones que la aclamaban, saludando y sonriendo, y, muy ruborizada, se sentó al lado de la profesora Sprout. Harry notó que faltaba alguien: Snape. ¿Pero que.?

-Y un nuevo profesor de pociones: Michael Camus, de Estados Unidos. Será él quien dé clases generalmente, aunque el profesor Snape volverá de tanto en tanto, para comprobar que su plan de estudio está siendo cumplido.

Todos aplaudieron, excepto los de Slytherin. Éstos miraban con desdén al profesor Camus, y comenzaban a murmurar que debía ser un repugnante "sangre sucia", como llamaban ellos a los nacidos de muggle.

-¡Ojalá sea mejor que Snape!- murmuró Ron.

Al parecer, sí. El nuevo profesor, sin ser guapo, irradiaba simpatía. Al sentarse él, Hermione les preguntó:

-¿Qué creen que haya pasado con Snape? -Hermione, no te quejes. -Claro, ¿A quien le importa Snape? -A los de Slytherin. Pero bueno.

Fue un gran banquete. Harry y Ron se atiborraron con comida; últimamente, tenían siempre mucha hambre. Al terminar, todos los de Gryffindor comentaban sobre el nuevo profesor, con la esperanza de que fuera más justo, y le deseaban toda la mala suerte posible a Snape.

Al menos en lo primero, tenían razón: el nuevo profesor era tan diferente a Snape como cabía esperar. No debía tener más de veinticinco años, y era muy jovial. Llamaba siempre a los alumnos por su nombre (según sus propias palabras, detestaba las formalidades, así que pedía el mismo trato para él), llevaba siempre una túnica color azul eléctrico y un pendiente en la oreja izquierda. -Llámenme Mike, y yo los llamaré por su nombre. Hoy estudiaremos los antídotos más potentes en el mundo mágico. Por ejemplo, el que está hecho con lágrimas de fénix, es uno de los más fuertes. Puede incluso salvar gente al borde de la muerte.- Mike anotó unos ingredientes en la pizarra, y agrupó al curso por parejas en vez de tríos.- Esa la haremos más adelante, el nombre de esta es "Atropina", y ese es su ingrediente principal, junto con el muérdago y la belladona. ¡Vamos, chicos, a trabajar!

Los chicos se pusieron de inmediato a preparar la poción. No habían pasado ni cinco minutos cuando un estruendo sonó en la sala, precedido de un destello de luz. Neville, para variar, había hecho estallar su caldero, aunque no por culpa suya: Draco Malfoy le había echado media docena de crisopos en el caldero. Mike le descontó veinte puntos a Slytherin por la gracia.

-¡Guau! ¡Esta era la clase de profe que necesitábamos! ¿No?- comentó Neville a la salida. El profesor nuevo le había ayudado con la poción hasta que le había resultado.

-Parece un buen profesor- contestó Hermione- claro, un poco despreocupado, pero.

-¡Ja! ¡Hermione prefiere a Snape!- se burló Ron.- bueno, vamos, o llegaremos tarde a la clase de la bella Fleur.



Hermione frunció el entrecejo frente al comentario. No parecía hacerle gracia. En todo caso, llegaron al tercer piso sin ninguna discusión, ni pelea entre Ron y Hermione, lo que ya es decir.

Fleur Delacour daba unas clases muy interesantes, aunque la mayoría de las chicas se sentían algo incómodas con ella y la mayoría de los chicos se quedaban embelesados viéndola.

-Buenas tagdes chicos. digo, alumnos ¿cómo están? Este año, estudiaguemos contgamaldiciones y también los objetos que potencian esas maldiciones.

Harry se fijó que Ron, a pesar de lo que decía, ya no se quedaba atontado mirando a Fleur. Iba a comentárselo a Hermione, pero en ese momento, Fleur siguió la clase y Hermione le susurró "cállate y pon atención"

-Este es un objeto "guelativamente" nuevo en el mundo mágico: fue "descubiegto" hace siete años, solamente. "Pagece" inofensivo, "pego" si su dueño lanza una maldición, canaliza la magia y la potencia "pog" diez. "Mientgas" menor sea el pedazo, mas "podegoso". Y si el dueño "contggola" a alguien con la "impeggius" la hace tan "fueggte" que es imposible "gesistigse", aunque la "pgimega" vez uno puede "disminuig" el efecto. Y "otogga podegues" especiales, como la "desapagición", y "volvegse" invisible. También, si posees uno, diciendo "morphus" puedes "tgansformagte" en "otgga pegsona" sin la poción multijugos, aunque solo "pog" veinte minutos "diaguios". Su "nombge" es "Dgaconis Cgistalix", y está seriamente "contgolado" por la "nogmativa ministeguial" debido a su gran "podeg". Así se activa.

La clase entera miró el objeto con atención. Parecía el material del que estaba hecha una bola de cristal. Fleur les mostró de que forma podía uno transformarse, convirtiéndose en una copia calca de la profesora Mc Gonnagall, con sus mismos poderes, aparte los suyos propios (Se transformó ante los ojos de la clase en una gata atigrada, con marcas de anteojos en los ojos.)



Hagrid no volvió si no hasta el 17. tenían pues, la hora libre para. hacer la tarea. Tenían miles, porque los exámenes del TIMO eran ese año; y Hermione apareció una mañana con la insignia de prefecto en la túnica. Esta de más decir que estaba nerviosisima, por lo tanto, reñía severamente a cualquiera que interrumpiera el silencio en la Sala Común.

El viernes, Harry vio a Cho Chang (que seguía de luto) echar su nombre en el buzón y se le fue el alma a los pies. No quería que se fuera, pero.El tren hasta Beuxbatons salía en dos días y decidió que, si salía sorteada, iba a seguirla para verla por última vez. Volvió a la Sala Común y todo el mundo le hizo notar su ánimo desinflado. Y se acostó temprano, pensando en lo que podía hacer.

Ese sábado, Cho paseaba sola por los terrenos. Harry le dio alcance. El saber que Cho se iría (ni siquiera estaba seguro, pero no pensó en eso) le había dado valor, y muy nervioso, comenzó:

-Verás, Cho. yo tenía que decirte algo.

-¿Sí, Harry?- preguntó Cho, desconcertada. Pasaron treinta, cuarenta, sesenta segundos y Harry no había pronunciado ni una sola sílaba. Cho repitió,.- ¿qué es lo que tenías que decirme?

-Es que. tumegustasmucho- pronunció Harry, trabándose. ¡Maldita sea! Estaba poniéndose rojo otra vez, y Cho le miraba como si fuera un escreguto.

-Lo siento, Harry. ¿No crees que te estás confundiendo? No es el lugar, ni el momento. Aún me gusta Cedric.aunque esté muerto. ¡Ahora déjame!- se fue corriendo, dejándole allí plantado. Harry no podía entender la reacción de Cho, y se sentía como un tonto. O si, la entendía: Cho tenía razón: no era ni el lugar, ni el momento como para decir algo así. Volvió lentamente a la Sala Común, y no quiso contarle a nadie.

El domingo, todo el colegio presenció el sorteo de los diez estudiantes que irían de gira, Cho entre ellos. Parecía algo más contenta. Harry suspiró: entonces la seguiría con la capa invisible.

Bordeando por la orilla del bosque prohibido, Harry siguió el carruaje que conducía a Cho hasta la estación de Hogsmeade. De pronto, la carroza comenzó a quedarse cada vez más atrás hasta que se detuvo. Harry vio un destelo de luz verde salir por las ventanas; y como si también la luz le hubiera iluminado el cerebro, comprendió: la habían matado. Era una emboscada.

Se acercó a la carroza y vio salir de ella a Clarisse, la amiga de Cho. Esta se transformó en alguien vestido de capucha negra, y luego, desapareció. Harry abrió la puerta. Ese rostro, que él consideraba tan hermoso, tenía los ojos abiertos por la sorpresa. Y sintió un acceso de ira tan grande, que eso de inflar a tía Marge era una nimiedad comparada con lo que sentía en ese momento. Justo cuando había tomado la decisión de rastrear el bosque, encontrar al asesino y acabar con él, oyó una voz tras el que le decía:

-Volvamos al castillo, Harry.-Era Dumbledore.- Hay alguien muy peligroso en este bosque, alguien que quería hacerte venir. No te vieron y la mataron.

Llegaron al castillo; Dumbledore lo dejó frente a la señora gorda:

-Entra a la Sala Común y no salgas, ni siquiera para escribirle a Sirius. Te mandaré a llamar luego de la cena, ¿Está bien?

Una vez dentro, Harry no le habló a nadie. En un intento desesperado por animarlo, Ron lo invitó a jugar ajedrez, pero no consiguió nada. Harry incluso se alegró cuando la Prof. Mc Gonnagall lo fue a buscar para decirle que Dumbledore lo estaba esperando. Lo condujo hasta la conocida gárgola, murmuró "Pluma de azúcar" y lo dejó ahí.