Capitulo X: Hacia el Valle de Godric
-Harry.
-Déjame, Ron. Nada de lo que me digas podrá alegrarme.
Harry se sentía pésimo. Hogwarts había sido como su casa esos cuatro años, que no alcanzaron a ser cinco. Allí iba siempre que lograba quitarse de encima a los Dursley, había pasado momentos buenos y malos, había tenido tantas aventuras. y ahora lo habían expulsado. Volvieron a él todas esas viejas preocupaciones que había tenido en tercero. "¿Y que voy a hacer ahora? ¿Largarme para siempre, como había pensado?" Ron, Hermione y Ginny comprendieron que Harry deseaba estar solo un rato, y se marcharon. Dumbledore se acercó a él, y le puso una mano en el hombro, como si supiera lo que estaba pensando.
-Harry. No estés triste, por favor.
-¿Cómo podría no estar triste?- murmuró Harry.
-Bueno, solo quería decirte que no vas a estar expulsado por siempre. Intentaré conseguir que vuelvas, tienes la varita.
-¿Y de que me sirve? No puedo volver al colegio.
-¡Ah! Eso- Contestó Dumbledore con una sonrisa- No te preocupes, te enviaré a otro colegio, en el Valle de Godric. Es la Escuela Humstall de estudios mágicos. Conozco a la directora, y estoy seguro que te darán una vacante. Permanecerás allí hasta que logre revocar la condena.
-No vendrán mis amigos.
-No, no pueden. Estarán castigados un par de días y luego volverán a clase Pero no te preocupes, quizá los verás antes de lo que te imaginas. ¿Quién sabe?
Los siguientes tres días, se vio a Harry aún más melancólico que en los anteriores. Paseaba por todo Hogwarts, casi con la convicción de que no lo volvería a ver en su vida. Cuando fue a la cabaña de Hagrid, este le aconsejó que se reanimara:
-Harry, Dumbledore logrará que vuelvas. No estés triste. Tengo plena confianza en ambos, sé que lograrán resolver el problema.
Aunque las palabras de Hagrid le habían dado una nueva confianza, seguía triste. Recordaba esa memorable vez en que Hagrid lo había ido a buscar a la cabaña de la roca, y le había dicho que era un mago, y todo lo demás. Ni siquiera la carta de Sirius logró animarlo:
Querido Harry:
Supe lo que ocurrió y puedes estar tranquilo. Remus vive ahora conmigo; en el Valle de Godric. Aquí no entran los dementores, y creen en mi inocencia.
Iremos a buscarte a la estación.
Sirius
El viernes siguiente, a las nueve de la mañana, Harry estaba con todas sus cosas en el anden de la estación de Hogsmeade, esperando el Expreso de Hogwarts. Sus amigos habían venido a despedirse, pero ya se habían ido. De repente, Ginny se le acercó por detrás.
-Harry.¿Volveré a verte?
-No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?
-Es que si te vas para siempre.Harry, yo debo decirte algo.
-Claro ¿Qué es?
-Yo.
En ese momento, sonó un silbato, el tren ya estaba en la estación.
-Ginny, apúrate, el tren me va a dejar.
-Tu.
-¡Vamos, dilo ya!
-Tu.me gustas mucho. Desde que te vi esa vez, en el anden 9 3/4, cuando ibas a primero. - Ginny se ruborizó. Harry la miró con sorpresa, en silencio. No sabía que decir, aunque estaba consciente de que se ruborizaba. Al sonar nuevamente el silbato del tren, dijo, un poco incómodo:
-Eh.bueno. tengo que irme, el tren me va a.dejar. Adiós Ginny.
-Adiós- musitó esta con tristeza.
Harry subió con todas sus cosas al tren. Solo iba él, así que resultó ser un viaje muy aburrido. "¿Cómo no me di cuenta antes?" Pensó Harry, recordando a Ginny. Se sentía un idiota, por la falta de madurez con que le había contestado. Definitivamente, no era con las chicas con quienes era más hábil. Pensándolo bien, era obvio; ¿No se lo había demostrado de mil maneras antes? Claro que nunca se lo había dicho en forma tan directa, con palabras, pero.
Era el único en el tren. Durmió casi todo el viaje. Con las ultimas desveladas, le estaba haciendo mucha falta. Así se pasó la tarde. Al llegar a la estación, lo estaban esperando dos personas. O más bien dicho, una persona y un perro: eran Remus y Sirius.
-Hola Remus. Hola Sirius.
-Hola Harry. Parece que el Expreso de Hogwarts venía con retraso, el que va hacia Hummel sale en cinco minutos.
-¿Hummel?
-Claro. El pueblo donde está Humstall. Que pena que ya no pasen geografía mágica ¿no?
-¿Cómo han estado?
-Supongo que Dumbledore te contó que llegaron unos dementores a mi casa.
-Sí. ¿Usó el encantamiento patronus?
-No, yo no. Dumbledore estaba allí en ese momento conmigo. Y fue una suerte que Sirius haya estado fuera en ese momento, aunque apenas tuve tiempo de avisarle. Vamos a tomar el tren. Ya debe haber llegado.
-¿Cómo?
-En el otro anden mágico, el 7 2/3. Ese de allí, avanza.
Subieron a un tren verde agua. Al parecer, Humstall estaba más cerca de Londres que Hogwarts, y viajaba justo en la dirección opuesta. Pero aun así llegaron cerca de la medianoche. Era en realidad, un viaje muy pesado de hacer. Bajaron del tren y un joven les entregó el baúl. Remus susurró "Mobilevalige" y el baúl comenzó a andar pesadamente elevado a unos diez centímetros del suelo.
Comenzaron a caminar alejándose del camino principal, entre hierbas, brezo y piedrecillas. Harry preguntó hacia donde iban, pues las luces del pueblo se veían justo en dirección opuesta.
-Ahora no podrás verlo, pero vamos caminando por el Páramo Sin Nombre. Aunque no lo creas, el Valle de Godric es un lugar increíblemente grande. El pueblo está hacia la derecha, pero mi casa queda por allá.- dijo Remus, al tiempo que Sirius volvía a ser Humano.
-Hola Harry ¿Cómo has estado?
-Ahora, mejor. Gusto de verte Sirius
Tomaron un refrigerio en la casa de Remus y Sirius lo mandó a acostar. Comenzaba a mostrarse como el padrino sobreprotector que siempre había sido, antes, en la distancia. Ahora en vivo y en directo.
Capitulo XI: El páramo, el bosque, la poza
Al día siguiente, Sirius levantó a Harry un par de horas antes de lo que este hubiese querido.
-¡A levantarse flojo! Tenemos mucho que hacer hoy.
Harry miró a Sirius, mas detenidamente que la noche anterior. Si: su padrino se veía bastante mas joven que la última vez. La libertad parecía sentarle bien.
-¿Hacer que, Sirius? Hoy es sábado.
-Primero, a desayunar. Luego, tendrás el honor de recorrer el valle conmigo.
-¿Saldrás a la luz del día? Como perro, querrás decir.
-No, así como me ves. Ya te lo dije, aquí saben que soy inocente. Somos una comunidad casi cerrada al resto de Inglaterra. Además, te diré algo. luego del asesinato de Bertha Jorkins el año pasado, este fue el último lugar donde se vio vivo a Colagusano. ¡Y no fue una persona, fue todo el pueblo! Por supuesto, el ministerio lo tapó todo y tildó las pruebas de "Alucinación colectiva".- Sirius sonrió con tristeza, le dijo por señas que se vistiera, y bajó.
Luego de tomar desayuno, Sirius mostró a Harry todo el valle. A la luz del día, el páramo se veía enorme. Aquí y allá se veían manchas oscuras, que Harry supuso que eran de brezo. Se escuchaba también el murmullo de una corriente de agua, y el canto de muchos pájaros.
-Esto es el páramo. Como todo lugar mágico que se respete.verás, tiene un clima muy especial. En los faldeos de la cordillera que rodea el valle, hay un enorme bosque tropical-frío, ya sabes, Con helechos, coníferas.Y si caminas al oeste, verás el Río Anduin, que nadie ha visto donde nace, excepto yo; allá vamos.
Caminaron durante un buen rato, hasta que llegaron al lindero del bosque. Allí, Sirius se transformó en perro para pasar con menor dificultad entre las enredaderas. Harry atravesó las enredaderas y vio ante sí un sendero abierto.
-Este sendero lo abrí yo. Vengo con frecuencia aquí, cuando quiero pensar y estar solo.-dijo Sirius- Auque no lo creas, a veces me canso en la casa. Será que me he acostumbrado a vivir sin mucha compañía.
Siguiendo el sendero, caminaron durante un par de horas más, hasta que llegaron a un claro en el bosque. Era un paraje hermoso, por cierto. Un arroyo vertía sus aguas en una laguna mediante una pequeña cascada. Estaba rodeada por helechos y líquenes.
-Lo que estás viendo es la Poza de Godric. Según cuentan las leyendas, aquí nació, hace mas o menos mil años.
Un ligero vapor salía de la Poza. Harry metió la mano y notó que estaba tibia. "Lastima que no he aprendido a nadar" pensó. En el momento en que su mano entró al agua, esta adquirió por una fracción de segundo un leve resplandor. Sirius lo vio, pero no dijo nada. Descansaron conversando ahí un rato. Sirius vio su reloj (Harry instintivamente vio el suyo y recordó que no funcionaba) y dijo que se hacía tarde. Hizo aparecer de la nada unos sandwiches y un par de botellas de cerveza de mantequilla. Se quedaron en el lugar mas o menos hasta las cinco de la tarde y emprendieron el camino de vuelta.
-Sirius ¿Por qué te demoraste tanto? Pensé que podría mostrarle a Harry el nuevo colegio hoy.-Le dijo Remus, medio en serio, medio bromeando, cuando Harry y Sirius llegaron a eso de las seis treinta de la tarde.
-Remus, mostraba a Harry los alrededores. Puedes hacerlo mañana ¿Vale?
-Tendrá que ser- suspiró Remus- Vayan a descansar, si se demoraron tanto, deben haber caminado mucho.
XII: El castillo del valle
-Bien, aquí estamos.-le dijo Remus, al día siguiente. Estaban ante un castillo de piedra, no muy grande, con cuatro torres. El colegio no estaba demasiado lejos del pueblo.
Entraron. Remus hizo a Harry sentarse en unos sillones rojos, a esperar. Una voz detrás de ellos susurró:
-Harry Potter. Dumbledore me dijo que vendrías pronto. Pasa por favor.
Remus se sobresaltó al escuchar esa voz. Dio la media vuelta, y con la suya temblando exclamó:
-Laura.eres tú. Tanto, tanto tiempo sin verte.
-¡Que sorpresa! -replicó sarcásticamente la mujer-Buenas tardes, profesor Lupin.-agregó frunciendo ligeramente el ceño- Debo. debo llevarme a Harry a recorrer el castillo- dicho esto, la mujer cogió a Harry por el hombro y lo sacó rápidamente del lugar.
"¿Qué ocurrirá aquí? se preguntó Harry "algo muy raro pasa con ellos dos" Pero no tuvo tiempo para pensar nada más, por que ya sin el gesto de enojo, la mujer le dedicó una amable sonrisa y se presentó:
-Soy la profesora Laura Poly, directora de la escuela Humstall de estudios mágicos. Te mostraré el castillo ¿Si?
Paseó a Harry por todo el castillo. Tenía unos enormes terrenos, campo de Quidditch y una valla para los animales de cuidado de criaturas mágicas. Entrando al castillo, en la primera planta estaban el comedor, la enfermería y la oficina del conserje; en la segunda planta, los despachos de los profesores y la biblioteca; en la tercera, la Sala Del León, donde se reunían los alumnos a pasar el tiempo luego de las clases y en la cuarta planta las salas de clase. En la Torre Norte, estaba la Lechucería. En la Torre Este la sala de adivinación. En la Torre Oeste, la sala de Astronomía y en la Torre Sur, el despacho de la Prof. Poly.
Al terminar el recorrido, Harry se animó a hacer una pregunta:
-Eh, ¿No tienen a los alumnos agrupados por casa?
-No- contestó ella.-son muy pocos, solo diez por curso. Pero ganamos en espacio.-terminó sonriendo.
Harry estuvo a punto de preguntar como es que jugaban Quidditch, pero se contuvo. La Prof. Poly miró su reloj y exclamó:
-¡Santo cielo! Mira que hora es, debes irte. Mañana debes estar aquí a las ocho en punto, con tu baúl ¿Si? Nos vemos.
Dicho esto, lo dejó solo un par de corredores antes de llegar hasta donde Remus. Sin saber porqué, a Harry le pareció que ella quería evitarlo a toda costa. Se decidió a no meterse más en el asunto. Luego, Remus le acompañó al pueblo, y le compró las túnicas de Humstall. (Negras, con el borde inferior y el de las mangas, rojas.)
A la mañana siguiente, Harry estaba puntualmente a las ocho, fuera del colegio con todas sus cosas. Salieron del castillo a recibirlo, un hombre viejo y flaco, un chico rubio y delgaducho y la Prof. Poly.
-Bienvenido, Harry.-dijo ella.-El es el señor Henry Seward, el conserje y él- dijo señalando al muchacho- es Jean Duboix, es prefecto y te ayudará por hoy, cuando lo necesites. Yo debo irme, doy clase de Defensa Contra las Artes Obscuras.
-Bien muchacho- dijo el conserje- te ayudaré con el equipaje hasta el dormitorio.
-No se moleste, yo puedo con él.
-Bah, para eso estoy.
El conserje se echó el pesado baúl al hombro y atravesó la puerta de entrada. Parecía simpático, definitivamente más que Filch. Se separaron de él, y Jean lo llevó hacia la Sala del León, donde estaban todos los demás alumnos. Lo presentó al resto de los chicos que, como él, iban a quinto grado:
-Chicos, "pgesten" atención. Viene un chico nuevo, Harry Potter-dijo a los otros, con evidente esfuerzo al pronunciar la "R"
-Hola-saludó un muchacho, yo soy Alex Scott. Somos de aquí, ¿verdad que sí Annie?- le preguntó a su prima, una chica pelirroja que le recordó a Ginny.
-Cierto, Alex. Jean es de Francia, pero está acá porque.
-Bueno, ya basta de "hablag" de eso-dijo Jean rápidamente- También ella es del "cugso": Joan Fenton. No habla mucho y es muy estudiosa, "pego" es muy linda.-añadió ruborizado señalando a una muchacha de pelo tan rubio como el de Jean, mientras Alex se reía.
-Hola, ¿Quién es el nuevo? ¡Santo dios! ¡Harry Potter!-exclamó una muchacha morena, de cabello castaño, liso y largo, de aspecto un poco descuidado; apareciendo por detrás.
-No es "coggecto hablag" así de los demás, Pat. Harry, ella es Patrice Henderson, pego la llamamos Pat. La oveja "neggra" del curso: "gevoltosa", "bgomista", algo "gebelde", "pego" al menos saca calificaciones aceptables. Y es muy valiente, cuando es "necesaguio".
-Patrice suena a aburrimiento. Y eres tú el que no debe hablar así de los demás, señor perfección. Me has estado haciendo mala fama con todos los chicos que llegan nuevos.¡Me harás quedar soltera!
-No "impogta", y "debegias pogtagte mejog", ya tienes a los "pgofesoges hagtos".
-¡Mira quien lo dice!
A Harry le recordó a Ron y Hermione cuando estaban en primero. Otro chico lo sacó de su ensimismamiento.
-¿Quién es ese? -preguntó-¡Ah! Harry Potter. ¿Qué hace aquí?
-Cállate Franz, no es "coguecto tgatag" así a los demás, no tienes "pog" qué "seg" así y "cgueegte" el dueño del colegio.
-¡Ah! Ya llegó don Perfecto. Perdón por invadir su metro cuadrado personal.
-"Lággate", y tu Harry, no le hagas caso, a Franz Sellers le gusta "seg"un tanto "desaggadable" con sus "compañegos".
-Oye, Pat, eso de soltera no es verdad. Estás soltera porque quieres, a Paul le gustas.-comentó Annie, con tono de chacota. Pat se ofuscó, le sacó la lengua a Annie, y se fue a conversar con Joan.
-¡¿Qué yo que?!- preguntó otro chico, de cabello castaño claro y muchas pecas.
-Calma, Paul. Saluda "pgimego", tenemos un "compañego" nuevo. Harry, él es Paul Austen.
-Hola.
-Hola. ¿De donde eres? Aquí casi todos vienen de fuera, yo soy de Escocia.
-Yo.me transfirieron de Hogwarts.
-¡Miren la hora!- señaló Alex.-llegaremos tarde a Defensa contra las Artes Oscuras si no se apuran.
-Vamos, si nos "atgasamos" me "echagán" la culpa.
-¡Atrasémonos entonces!- gritó Pat.
Capítulo XIII: Clases y algo más
Harry estaba dentro del aula, preguntándose cuanto tiempo tendría que pasar allí. Lo habían tratado con amabilidad, pero extrañaba a Ron y Hermione. Y a Hogwarts, con sus interminables pasillos, su atmósfera. decididamente, aquello no era igual. ¿Por qué todos esos de la Orden le habían creído a Snape? ¿Por qué lo habían expulsado?
-Oye, "pgesta" atención a la clase, "pagece" que estás a punto de "dogmigte".
Jean había insistido en sentarse al lado de él, para vigilarlo por encargo de la Profesora Poly, al parecer. Harry miró hacia delante y vio a la profesora enseñar al resto de la clase un objeto que el conocía muy bien, al menos de vista.
-¿Quién puede decirme como se llama esto?- Preguntó la Prof. Poly, levantando en el aire el objeto.
Harry levantó la mano algo incómodo, sintiéndose Hermione de repente. La profesora lo miró fijamente, como esperando la respuesta.
-Draconis Crystalix
-Muy bien. Pero tiene otro nombre más común: Ojo de dragón.
"Ojo de dragón" pensó Harry "¿Dónde escuché eso antes?" Intentó recordar, pero por alguna razón no pudo.
Al final del día, Jean condujo a Harry hasta la habitación de los muchachos de quinto. Le señaló una cama y le dijo:
-Puedes "dogmig" en esa cama, está desocupada. Deja tu baúl en esta esquina, aquí las "gueglas" son.
-Jean se da mucha importancia porque es prefecto.-susurró Alex a Harry- Nadie sabe como es que lo es, si en su colegio lo echaron por disturbista.
-¿Por qué? ¿Qué hizo?- inquirió Harry, en el mismo tono de voz, ligeramente intrigado.
Jean escuchó lo que dijo Alex y exclamó:
-¡¿Quién, "moi"?! ¡No es "vegdad", fue Juliet Cousteau la que incitó a los elfos domésticos a la "gevolución"! ¡Y me echó la culpa!
-¿Una revolución de elfos domésticos?- inquirió Harry, pensando que si Hermione hubiese estado allí, habría realizado su sueño.- ¿Intentaste decir que Juliet era la culpable?
-Sí, "clago". Pero su "madge", la "pgofesoga" Cousteau, lo impidió. ¡Y Madame Máxime hizo todo lo que ella indicó!- Se sentó en la cama. Se le veía abatido.
A Harry le parecía una historia conocida. No supo que decir, se acostó en la cama y se durmió.
Ron la estaba pasando peor que él, bastante lejos de allí. Había peleado con Hermione otra vez, y Ginny, harta de verlos, les había gritado:
-¡Basta ya, ustedes dos! ¿Cuándo irán a aceptar que se quieren?
¡Que vergüenza! Ron, luego de sacar del lugar a su "Querida hermanita" subió las escaleras hasta el dormitorio de los chicos y se encerró ahí, mientras Hermione hacía otro tanto.
Subió las escaleras rapidísimo y decidió pedir consejo a Lavender. En realidad, nunca se había juntado con ella, pero quizá podría ayudarle.
-Lavender.¿Qué harías tú si te gustara alguien y tu le gustaras a su mejor amigo? ¡Digo, no soy yo! ¡Fue una chica muggle que conocí en vacaciones, pero no soy yo!-dijo roja de vergüenza. Lavender le echó una mirad evaluadora y le dijo:
-Tú, Harry y Ron ¿No? Hay que ser ciego para no darse cuenta.
Hermione se tapó la boca con las manos. Quiso salir corriendo, pero no pudo. Lavender la tranquilizó diciéndole:
-No te preocupes, yo no le diré a nadie.
-Gracias- dijo Hermione con un suspiro de alivio- Digo.no soy yo, pero gracias.
Al mismo tiempo, en la oscuridad de su pieza, Ron había tomado una decisión: Iría abajo, cogería del cuello a su adorable hermana y tendría una pequeña charla con ella.
-¿Se podría saber por qué dijiste eso?- dijo Ron, enojado y con la cara aún roja.
-¿Qué cosa?- preguntó Ginny, con un brillo burlesco en su mirada
-Eso, tu ya sabes, lo que recien dijiste sobre.Hermione y yo-Contestó Ron, poniéndose aún mas rojo.
-¡Ah! Eso. Hermanito, ¿Por qué te pones tan rojo?
-Eh. porque.¿Qué te importa?
-Si me importa, y no me trates como a una niña. Sólo eres un año mayor que yo. Lo que dije es verdad, y sus peleas ya me tienen mas que harta. Sobre todo, porque pelean por cosas que no tienen ningún sentido.
-Ah, ¿Y como es que yo no le digo nada a Harry?
-¿A.a que te refieres?
-¿Cómo que a qué? Tu sabes perfectamente a que me refiero. No soy tonto ¿Sabes? Yo sé que a ti te gusta.
Ron dijo la última frase lentamente y se quedó disfrutando del efecto que producía. Ginny se había quedado pasmada de pronto. Probablemente recordaba todo lo que le había dicho a Harry antes de que se fuera.
-¡Mentira!- gritó, más roja de lo que estaba su hermano- ¿De donde sacas esas ideas?
Ginny subió corriendo las escaleras hasta su cuarto, tal como lo hiciera antes Hermione y se encerró en su pieza. Ron sabía que no estaba bien chantajear emocionalmente así a su hermana, pero comentó para sus adentros:
-Bueno, eso bastará para que se quede callada
Capitulo XIV: La llamada de auxilio
Con tanto tiempo solo, podía por fin pensar en sí mismo, cosa que no hacía muy a menudo. Se encontró con que ya no era el mismo de antes, ni con mucho era parecido a lo que era el año pasado. Sabía que estaba más alto, (se suponía) más crecido. En todo caso, la avalancha de cambios que lo hacían sentirse un poco fuera de sitio (y no se debía al hecho de estar en un colegio que no era el suyo), no tenían nada que ver con Voldemort. Le dolía frecuentemente la espalda, como si hubiese realizado labores pesadas, y últimamente había tenido sueños muy extraños.
Eso si comenzaba a preocuparlo, porque estaba empezando a presentarse muy seguido. En ellos, sentía un calor y un hormigueo que le recorría la piel y se extendía por todo su cuerpo. Cuando despertaba en mitad de uno, se sentía tan cansado como si no hubiese dormido nada, y respiraba como si hubiese corrido.
-¿Molesto?- preguntó Pat, haciéndole volver a la realidad. Se hallaba en una banca, en los terrenos de Humstall, y el descanso estaba por terminar.
-No, Pat. Solo tengo algo de nostalgia. Ya sabes, Hogwarts. mis viejos amigos.-no sabía por qué decía esa verdad a medias, simplemente lo dijo, aunque quizá también había algo de eso.
-Ah, no, entonces no puedo hacer nada para animarte. Ni una tonelada de chistes podría levantarte ese ánimo; aunque si quieres, puedo traerte unos payasos.
Harry sonrió, y contestó:
-Vale, les escribiré. y bueno, creo que necesitaré los payasos. Vamos, volvamos al castillo.
El tiempo pasaba. Harry dormía intranquilo. Las pesadillas, que ya casi nunca tenía (habían sido desplazadas por esos agradables sueños), volvieron a atormentarlo esa noche:
"-¿Lo ves, Mc Callan? Si me obedeces, triunfarás. Tu y ese idiota de Colagusano lograron por fin sacar al muchacho del colegio. En una semana más estaremos listos para ir hasta él ¡Y matarlo! Y mi venganza estará completa."
"-Sí señor. Pero.¿Si el chico supiera.?"
"-No sabrá si nadie se lo dice, Mc Callan. A propósito, ¿Donde pusiste el Ojo de Dragón que te di?"
"-En un objeto que podía llevar todo el tiempo, un.¿Qué fue eso?"
"-Alguien quiere entrar a tu despacho. Vuelve a él, profesor de Hogwarts, y comienza a alistarte."
Una risa aguda y fría finalizó el sueño de Harry, debido al dolor que le provocaba en la cicatriz. Despertó gritando. Paul prendió la luz y le preguntó:
-¿Qué pasa Harry? Es terriblemente tarde ¿Sabes?
-No, nada. Solo fue una pesadilla.
En realidad, lo que más deseaba Harry en ese momento, era que de verdad fuese un sueño. Sabía que ahora Voldemort podía dañarlo, y hasta matarlo. "¡Ojo de Dragón!" Pensó Harry, recordando "¡Debo decirle a Dumbledore ahora mismo!" Pasaron unos minutos y Harry pregunto:
-Paul.
-¿Mmmnnsque, Harry?
-¿Dónde están las lechucerías? Tengo que enviar algo urgente.
-Es muy tarde, está prohibido. Déjame dormir.
-¡Es una emergencia! ¡Por favor!
Paul se levantó bostezando. Se calzó la bata y las pantuflas y contestó:
-Ok, te llevaré hasta allá. Pero por favor, con cuidado. Si nos ven fuera a esta hora, nos matarán. Seward es muy amable, pero cuando se enoja.
-¡Ah! Si que nos vean es el problema. Pero debes jurar que no le dirás a nadie, ¿eh?
No le hacía gracia mostrarle aquello a alguien a quien apenas conocía, pero ¿Qué mas podía hacer? Laura Poly se las había mostrado, pero no recordaba donde se encontraban las lechucerías: tendría que confiar en Paul. Harry fue hasta su baúl, y sacó la capa invisible; luego de que Paul jurara no decir nada a nadie. Paul, una vez dentro de la capa, no-observó admirado su reflejo.
-¡Uh! ¡Que no haría yo si tuviera una de estas!-Harry se acordó de Pat.
La Lechucería se encontraba en la Torre Norte, y Harry iba intentando memorizar el camino por si necesitaba regresar otra vez. Entre el susurro de los aleteos de lechuzas y el suave ulular de los búhos, Harry buscó a Hedwig hasta que dio con ella. Con la escasa luz que había, Harry garabateó lo mejor que pudo la siguiente nota a Dumbledore:
Querido Profesor Dumbledore:
Tuve una nueva pesadilla. Tal como usted me dijo hace un tiempo, hay alguien infiltrado entre los profesores. Y Posee un Ojo de Dragón. Por eso fue que no pude resistirme, salvo un poco, la primera vez. Estaba Él, en mi sueño. Le decía a un tal Mc Callan que la próxima semana atacarían Humstall.
Harry
-Supongo que con eso basta.-comentó en voz alta, mientras veía a Hedwig alejarse.
-¿Qué cosa? Digo, no es por ser chismoso, pero.
-No.no tiene importancia. Volvamos a la habitación.
-Tienes razón, son las dos de la madrugada.
Fueron a dormir. Harry esperó a que Paul se durmiera y le lenzó un encantamiento desmemorizante, pero no estaba seguro de que hubiese funcionado. Odiaba no poder confiar en nadie en aquel lugar; quizá en Pat. pero ni siquiera ella reemplazaba a Ron y Hermione. Se acostó de nuevo, y se quedó despierto unos minutos mas, pensando. Extrañaba a Ron, a Hermione.y a Ginny. Ya llevaba casi un mes en ese lugar, y desde que se había ido, no podía dejar de pensar en ella a toda hora. La extrañaba mucho. Pero no quería creer que., no ¡¿Cómo podía ocurrírsele esas cosas?! "Quizá sea por eso tan chocante que me dijo" pensó. Y se durmió.
Al día siguiente, un sábado, se puso a conversar de ello con Pat. Lo preocupaba el hecho de no podérsela sacar de la cabeza. Ella pidió más detalles, y luego de mucho rato escuchándole, le dijo:
-¡Niño, no te preocupes! Lo tuyo se llama amor, y del bueno. Te tiene agarrado demasiado firme como para sólo ser reflexiones en torno a una confesión.
-¿Qué? ¡No, eso es imposible! -gritó Harry, incrédulo.
-Bueno, si no me crees, ¿para que me preguntas?. Cuando vuelvas a Hogwarts. habla con ella. En todo caso- Pat cambió el tema- se te echará de menos por aquí. Le caes bien a todo el mundo.
Pasaron dos, tres, cuatro días. El plazo se cumplía y Dumbledore no daba ni señales de vida, a pesar de que Harry escribió el mensaje con toda la urgencia de la que fue capaz.
La clase del quinto día, Harry, que no había podido pegar pestaña la noche anterior, sintió un fuerte dolor en su cicatriz. A medida de que le dolía cada vez más, imágenes y voces comenzaban a entrar en su mente: Los gritos ahogados de un hombre, la risa fría y aguda de otro.hasta que de repente, vio todo tan claro como en una película:
"-¡Confiesa! ¡Fuiste tú el que a mandado al chico todas esas visiones! ¡Vamos! ¡Crucio!"
Un hombre llamado Peter, apodado Colagusano, se retorcía y revolcaba por el suelo de una sala de piedra.
"-Yo.yo no fui, Maestro- dijo lloriqueando.- Juro que no fui yo."
"-Sí, claro.-contestó Voldemort- ¿Piensas que te creo? 'Cuándo un mago le salva la vida a otro, se crea un vinculo indisoluble' ¡Lo que tu quieres es devolverle el favor al muchacho! ¡Confiesa!- El impacto de la maldición cruciatus le dio de lleno a Colagusano. Harry escuchó mas gritos de dolor, amplificados cien veces, hasta que sintió que la cabeza le iba a estallar. Murmurando algo ininteligible, Voldemort se acercó a Colagusano, que seguía retorciéndose, y tocó su marca del antebrazo izquierdo. Al instante, 35 mortífagos aparecieron en el salón. Había muchos más que antes, pues más de la mitad había estado en Azkaban, y otros se les habían unido.
"-¡Mortífagos! Os he reunido pues ha habido un cambio de planes: ayer interceptamos una lechuza, que indica que el muchacho sabe nuestros planes. Para que nadie más sepa, la próxima vez que os convoque, será la del ataque ¡Estad atentos!
"-¡Sí maestro!"
-¿Harry?- preguntó la Prof. Poly, luego de haberlo observado detenidamente un momento.- Por favor, acompáñame a mi despacho.
Hubo murmullos de desaprobación entre los alumnos: No entendían por qué la Prof. Llevaba a Harry al despacho solo por que se había quedado dormido. Usualmente, cuando la profesora llevaba a su despacho a un alumno, era porque este había atacado a alguien, o usado magia en el pasillo, cosas así.
La profesora Poly le condujo por corredores que iban siempre en ascenso en espiral, hasta llegar a lo alto de la Torre Sur. Al final de la escalera, sólo había un estandarte, curiosamente parecido al de la casa de Gryffindor, en Hogwarts.
-¡Leo vincit!- le dijo la profesora al estandarte. El león dorado de este revivió y se corrió a un lado, dejando un agujero por el que pudieron pasar.
Harry dio un respingo. El despacho al que acababa de entrar era exactamente igual al del Prof. Dumbledore, salvo que allí no había ningún fénix, ni artefactos de plata que hacían ruiditos.
-Siéntate. Ahora me vas a contar como es que te llegan esas visiones.
"¿Cómo sabría ella? Se preguntó Harry. La respuesta le llegó casi enseguida.
-Soy telépata: adivino el pensamiento. ¿Sabes que soy descendiente de Rowena Ravenclaw? El águila de su escudo no solo significa la visión a través del conocimiento, sino que también del pensamiento. No soy muy buena, quizá. Siempre intento respetar la privacidad de los pensamientos ajenos. pero tu vibrabas muy fuerte.
-Entonces lo supo todo ¿No?
-Sí. Voldemort te busca. Intentaste pedir ayuda, pero Dumbledore no contestó. ¿Probaste usar el piedra Elkhemir?
"Pensándolo bien, es lo que más lógicamente tendría que haber hecho." Pensó Harry.
-No te preocupes, acá vas a estar seguro.
-He oído cosas parecidas antes.- contestó Harry, recordando su desastrosa estadía en la Madriguera.
-¡No seas pesimista!- exclamó la profesora Poly, riendo.-Ven, volvamos a clases. ¡Ah! Se me olvidaba. Hoy llegó esto para ti.
-¡Hedwig!
-Regresó hoy en la mañana. Algo maltratada, claro está, pero ya se repuso.
Volvieron a clase. Pero Harry sentía una sensación de evidente intranquilidad, que crecía día a día. Y así, legó el día de Halloween.
Fue una fiesta bastante buena. Harry se sintió casi como en casa. El "casi" eran sus amigos. Los chicos de Humstall eran muy amables con él, sobre todo Pat, con la que tenía más confianza que con cualquier otro. Pero no era lo mismo sin ellos. Y extrañaba a Ginny.
Ya les había escrito dos veces sin ningún resultado. No le contestaban. Así que decidió intentarlo una tercera vez. "¿Será posible que me hayan olvidado?" Pensó, mientras en su estomago se hacía el mismo nudo olvidado, de cuando finalizó primero y no le llegaba ninguna carta de ellos.
Si había algo que Harry no sabía, era que su lechuza estaba siendo rastreada e interceptada. Todo cuanto había escrito iba a parar directamente al fuego.
Luego de volver de la Lechucería, subió al dormitorio. Nadie más estaba ahí. La fiesta de Halloween continuaba abajo y allí se quedarían hasta que esta terminara.
Una risa fría y aguda se escuchó por toda la escalera. A Harry le empezó a doler la cicatriz. Sabiendo lo que significaba, comenzó a buscar frenéticamente el piedra Elkhemir en el baúl. No lo encontró.
-¡Maldición!-Harry se detestó a sí mismo por haber dejado la piedra en Hogwarts. Y nadie iba a ayudarlo, pues Dumbledore no había recibido su carta.
Una figura alta y oscura entró a la habitación. Voldemort se aproximó a él. Harry sintió a tres voces diferentes gritar al mismo tiempo "¡Harry, Harry!" Y no supo más.
-Harry.
-Déjame, Ron. Nada de lo que me digas podrá alegrarme.
Harry se sentía pésimo. Hogwarts había sido como su casa esos cuatro años, que no alcanzaron a ser cinco. Allí iba siempre que lograba quitarse de encima a los Dursley, había pasado momentos buenos y malos, había tenido tantas aventuras. y ahora lo habían expulsado. Volvieron a él todas esas viejas preocupaciones que había tenido en tercero. "¿Y que voy a hacer ahora? ¿Largarme para siempre, como había pensado?" Ron, Hermione y Ginny comprendieron que Harry deseaba estar solo un rato, y se marcharon. Dumbledore se acercó a él, y le puso una mano en el hombro, como si supiera lo que estaba pensando.
-Harry. No estés triste, por favor.
-¿Cómo podría no estar triste?- murmuró Harry.
-Bueno, solo quería decirte que no vas a estar expulsado por siempre. Intentaré conseguir que vuelvas, tienes la varita.
-¿Y de que me sirve? No puedo volver al colegio.
-¡Ah! Eso- Contestó Dumbledore con una sonrisa- No te preocupes, te enviaré a otro colegio, en el Valle de Godric. Es la Escuela Humstall de estudios mágicos. Conozco a la directora, y estoy seguro que te darán una vacante. Permanecerás allí hasta que logre revocar la condena.
-No vendrán mis amigos.
-No, no pueden. Estarán castigados un par de días y luego volverán a clase Pero no te preocupes, quizá los verás antes de lo que te imaginas. ¿Quién sabe?
Los siguientes tres días, se vio a Harry aún más melancólico que en los anteriores. Paseaba por todo Hogwarts, casi con la convicción de que no lo volvería a ver en su vida. Cuando fue a la cabaña de Hagrid, este le aconsejó que se reanimara:
-Harry, Dumbledore logrará que vuelvas. No estés triste. Tengo plena confianza en ambos, sé que lograrán resolver el problema.
Aunque las palabras de Hagrid le habían dado una nueva confianza, seguía triste. Recordaba esa memorable vez en que Hagrid lo había ido a buscar a la cabaña de la roca, y le había dicho que era un mago, y todo lo demás. Ni siquiera la carta de Sirius logró animarlo:
Querido Harry:
Supe lo que ocurrió y puedes estar tranquilo. Remus vive ahora conmigo; en el Valle de Godric. Aquí no entran los dementores, y creen en mi inocencia.
Iremos a buscarte a la estación.
Sirius
El viernes siguiente, a las nueve de la mañana, Harry estaba con todas sus cosas en el anden de la estación de Hogsmeade, esperando el Expreso de Hogwarts. Sus amigos habían venido a despedirse, pero ya se habían ido. De repente, Ginny se le acercó por detrás.
-Harry.¿Volveré a verte?
-No lo sé. ¿Por qué lo preguntas?
-Es que si te vas para siempre.Harry, yo debo decirte algo.
-Claro ¿Qué es?
-Yo.
En ese momento, sonó un silbato, el tren ya estaba en la estación.
-Ginny, apúrate, el tren me va a dejar.
-Tu.
-¡Vamos, dilo ya!
-Tu.me gustas mucho. Desde que te vi esa vez, en el anden 9 3/4, cuando ibas a primero. - Ginny se ruborizó. Harry la miró con sorpresa, en silencio. No sabía que decir, aunque estaba consciente de que se ruborizaba. Al sonar nuevamente el silbato del tren, dijo, un poco incómodo:
-Eh.bueno. tengo que irme, el tren me va a.dejar. Adiós Ginny.
-Adiós- musitó esta con tristeza.
Harry subió con todas sus cosas al tren. Solo iba él, así que resultó ser un viaje muy aburrido. "¿Cómo no me di cuenta antes?" Pensó Harry, recordando a Ginny. Se sentía un idiota, por la falta de madurez con que le había contestado. Definitivamente, no era con las chicas con quienes era más hábil. Pensándolo bien, era obvio; ¿No se lo había demostrado de mil maneras antes? Claro que nunca se lo había dicho en forma tan directa, con palabras, pero.
Era el único en el tren. Durmió casi todo el viaje. Con las ultimas desveladas, le estaba haciendo mucha falta. Así se pasó la tarde. Al llegar a la estación, lo estaban esperando dos personas. O más bien dicho, una persona y un perro: eran Remus y Sirius.
-Hola Remus. Hola Sirius.
-Hola Harry. Parece que el Expreso de Hogwarts venía con retraso, el que va hacia Hummel sale en cinco minutos.
-¿Hummel?
-Claro. El pueblo donde está Humstall. Que pena que ya no pasen geografía mágica ¿no?
-¿Cómo han estado?
-Supongo que Dumbledore te contó que llegaron unos dementores a mi casa.
-Sí. ¿Usó el encantamiento patronus?
-No, yo no. Dumbledore estaba allí en ese momento conmigo. Y fue una suerte que Sirius haya estado fuera en ese momento, aunque apenas tuve tiempo de avisarle. Vamos a tomar el tren. Ya debe haber llegado.
-¿Cómo?
-En el otro anden mágico, el 7 2/3. Ese de allí, avanza.
Subieron a un tren verde agua. Al parecer, Humstall estaba más cerca de Londres que Hogwarts, y viajaba justo en la dirección opuesta. Pero aun así llegaron cerca de la medianoche. Era en realidad, un viaje muy pesado de hacer. Bajaron del tren y un joven les entregó el baúl. Remus susurró "Mobilevalige" y el baúl comenzó a andar pesadamente elevado a unos diez centímetros del suelo.
Comenzaron a caminar alejándose del camino principal, entre hierbas, brezo y piedrecillas. Harry preguntó hacia donde iban, pues las luces del pueblo se veían justo en dirección opuesta.
-Ahora no podrás verlo, pero vamos caminando por el Páramo Sin Nombre. Aunque no lo creas, el Valle de Godric es un lugar increíblemente grande. El pueblo está hacia la derecha, pero mi casa queda por allá.- dijo Remus, al tiempo que Sirius volvía a ser Humano.
-Hola Harry ¿Cómo has estado?
-Ahora, mejor. Gusto de verte Sirius
Tomaron un refrigerio en la casa de Remus y Sirius lo mandó a acostar. Comenzaba a mostrarse como el padrino sobreprotector que siempre había sido, antes, en la distancia. Ahora en vivo y en directo.
Capitulo XI: El páramo, el bosque, la poza
Al día siguiente, Sirius levantó a Harry un par de horas antes de lo que este hubiese querido.
-¡A levantarse flojo! Tenemos mucho que hacer hoy.
Harry miró a Sirius, mas detenidamente que la noche anterior. Si: su padrino se veía bastante mas joven que la última vez. La libertad parecía sentarle bien.
-¿Hacer que, Sirius? Hoy es sábado.
-Primero, a desayunar. Luego, tendrás el honor de recorrer el valle conmigo.
-¿Saldrás a la luz del día? Como perro, querrás decir.
-No, así como me ves. Ya te lo dije, aquí saben que soy inocente. Somos una comunidad casi cerrada al resto de Inglaterra. Además, te diré algo. luego del asesinato de Bertha Jorkins el año pasado, este fue el último lugar donde se vio vivo a Colagusano. ¡Y no fue una persona, fue todo el pueblo! Por supuesto, el ministerio lo tapó todo y tildó las pruebas de "Alucinación colectiva".- Sirius sonrió con tristeza, le dijo por señas que se vistiera, y bajó.
Luego de tomar desayuno, Sirius mostró a Harry todo el valle. A la luz del día, el páramo se veía enorme. Aquí y allá se veían manchas oscuras, que Harry supuso que eran de brezo. Se escuchaba también el murmullo de una corriente de agua, y el canto de muchos pájaros.
-Esto es el páramo. Como todo lugar mágico que se respete.verás, tiene un clima muy especial. En los faldeos de la cordillera que rodea el valle, hay un enorme bosque tropical-frío, ya sabes, Con helechos, coníferas.Y si caminas al oeste, verás el Río Anduin, que nadie ha visto donde nace, excepto yo; allá vamos.
Caminaron durante un buen rato, hasta que llegaron al lindero del bosque. Allí, Sirius se transformó en perro para pasar con menor dificultad entre las enredaderas. Harry atravesó las enredaderas y vio ante sí un sendero abierto.
-Este sendero lo abrí yo. Vengo con frecuencia aquí, cuando quiero pensar y estar solo.-dijo Sirius- Auque no lo creas, a veces me canso en la casa. Será que me he acostumbrado a vivir sin mucha compañía.
Siguiendo el sendero, caminaron durante un par de horas más, hasta que llegaron a un claro en el bosque. Era un paraje hermoso, por cierto. Un arroyo vertía sus aguas en una laguna mediante una pequeña cascada. Estaba rodeada por helechos y líquenes.
-Lo que estás viendo es la Poza de Godric. Según cuentan las leyendas, aquí nació, hace mas o menos mil años.
Un ligero vapor salía de la Poza. Harry metió la mano y notó que estaba tibia. "Lastima que no he aprendido a nadar" pensó. En el momento en que su mano entró al agua, esta adquirió por una fracción de segundo un leve resplandor. Sirius lo vio, pero no dijo nada. Descansaron conversando ahí un rato. Sirius vio su reloj (Harry instintivamente vio el suyo y recordó que no funcionaba) y dijo que se hacía tarde. Hizo aparecer de la nada unos sandwiches y un par de botellas de cerveza de mantequilla. Se quedaron en el lugar mas o menos hasta las cinco de la tarde y emprendieron el camino de vuelta.
-Sirius ¿Por qué te demoraste tanto? Pensé que podría mostrarle a Harry el nuevo colegio hoy.-Le dijo Remus, medio en serio, medio bromeando, cuando Harry y Sirius llegaron a eso de las seis treinta de la tarde.
-Remus, mostraba a Harry los alrededores. Puedes hacerlo mañana ¿Vale?
-Tendrá que ser- suspiró Remus- Vayan a descansar, si se demoraron tanto, deben haber caminado mucho.
XII: El castillo del valle
-Bien, aquí estamos.-le dijo Remus, al día siguiente. Estaban ante un castillo de piedra, no muy grande, con cuatro torres. El colegio no estaba demasiado lejos del pueblo.
Entraron. Remus hizo a Harry sentarse en unos sillones rojos, a esperar. Una voz detrás de ellos susurró:
-Harry Potter. Dumbledore me dijo que vendrías pronto. Pasa por favor.
Remus se sobresaltó al escuchar esa voz. Dio la media vuelta, y con la suya temblando exclamó:
-Laura.eres tú. Tanto, tanto tiempo sin verte.
-¡Que sorpresa! -replicó sarcásticamente la mujer-Buenas tardes, profesor Lupin.-agregó frunciendo ligeramente el ceño- Debo. debo llevarme a Harry a recorrer el castillo- dicho esto, la mujer cogió a Harry por el hombro y lo sacó rápidamente del lugar.
"¿Qué ocurrirá aquí? se preguntó Harry "algo muy raro pasa con ellos dos" Pero no tuvo tiempo para pensar nada más, por que ya sin el gesto de enojo, la mujer le dedicó una amable sonrisa y se presentó:
-Soy la profesora Laura Poly, directora de la escuela Humstall de estudios mágicos. Te mostraré el castillo ¿Si?
Paseó a Harry por todo el castillo. Tenía unos enormes terrenos, campo de Quidditch y una valla para los animales de cuidado de criaturas mágicas. Entrando al castillo, en la primera planta estaban el comedor, la enfermería y la oficina del conserje; en la segunda planta, los despachos de los profesores y la biblioteca; en la tercera, la Sala Del León, donde se reunían los alumnos a pasar el tiempo luego de las clases y en la cuarta planta las salas de clase. En la Torre Norte, estaba la Lechucería. En la Torre Este la sala de adivinación. En la Torre Oeste, la sala de Astronomía y en la Torre Sur, el despacho de la Prof. Poly.
Al terminar el recorrido, Harry se animó a hacer una pregunta:
-Eh, ¿No tienen a los alumnos agrupados por casa?
-No- contestó ella.-son muy pocos, solo diez por curso. Pero ganamos en espacio.-terminó sonriendo.
Harry estuvo a punto de preguntar como es que jugaban Quidditch, pero se contuvo. La Prof. Poly miró su reloj y exclamó:
-¡Santo cielo! Mira que hora es, debes irte. Mañana debes estar aquí a las ocho en punto, con tu baúl ¿Si? Nos vemos.
Dicho esto, lo dejó solo un par de corredores antes de llegar hasta donde Remus. Sin saber porqué, a Harry le pareció que ella quería evitarlo a toda costa. Se decidió a no meterse más en el asunto. Luego, Remus le acompañó al pueblo, y le compró las túnicas de Humstall. (Negras, con el borde inferior y el de las mangas, rojas.)
A la mañana siguiente, Harry estaba puntualmente a las ocho, fuera del colegio con todas sus cosas. Salieron del castillo a recibirlo, un hombre viejo y flaco, un chico rubio y delgaducho y la Prof. Poly.
-Bienvenido, Harry.-dijo ella.-El es el señor Henry Seward, el conserje y él- dijo señalando al muchacho- es Jean Duboix, es prefecto y te ayudará por hoy, cuando lo necesites. Yo debo irme, doy clase de Defensa Contra las Artes Obscuras.
-Bien muchacho- dijo el conserje- te ayudaré con el equipaje hasta el dormitorio.
-No se moleste, yo puedo con él.
-Bah, para eso estoy.
El conserje se echó el pesado baúl al hombro y atravesó la puerta de entrada. Parecía simpático, definitivamente más que Filch. Se separaron de él, y Jean lo llevó hacia la Sala del León, donde estaban todos los demás alumnos. Lo presentó al resto de los chicos que, como él, iban a quinto grado:
-Chicos, "pgesten" atención. Viene un chico nuevo, Harry Potter-dijo a los otros, con evidente esfuerzo al pronunciar la "R"
-Hola-saludó un muchacho, yo soy Alex Scott. Somos de aquí, ¿verdad que sí Annie?- le preguntó a su prima, una chica pelirroja que le recordó a Ginny.
-Cierto, Alex. Jean es de Francia, pero está acá porque.
-Bueno, ya basta de "hablag" de eso-dijo Jean rápidamente- También ella es del "cugso": Joan Fenton. No habla mucho y es muy estudiosa, "pego" es muy linda.-añadió ruborizado señalando a una muchacha de pelo tan rubio como el de Jean, mientras Alex se reía.
-Hola, ¿Quién es el nuevo? ¡Santo dios! ¡Harry Potter!-exclamó una muchacha morena, de cabello castaño, liso y largo, de aspecto un poco descuidado; apareciendo por detrás.
-No es "coggecto hablag" así de los demás, Pat. Harry, ella es Patrice Henderson, pego la llamamos Pat. La oveja "neggra" del curso: "gevoltosa", "bgomista", algo "gebelde", "pego" al menos saca calificaciones aceptables. Y es muy valiente, cuando es "necesaguio".
-Patrice suena a aburrimiento. Y eres tú el que no debe hablar así de los demás, señor perfección. Me has estado haciendo mala fama con todos los chicos que llegan nuevos.¡Me harás quedar soltera!
-No "impogta", y "debegias pogtagte mejog", ya tienes a los "pgofesoges hagtos".
-¡Mira quien lo dice!
A Harry le recordó a Ron y Hermione cuando estaban en primero. Otro chico lo sacó de su ensimismamiento.
-¿Quién es ese? -preguntó-¡Ah! Harry Potter. ¿Qué hace aquí?
-Cállate Franz, no es "coguecto tgatag" así a los demás, no tienes "pog" qué "seg" así y "cgueegte" el dueño del colegio.
-¡Ah! Ya llegó don Perfecto. Perdón por invadir su metro cuadrado personal.
-"Lággate", y tu Harry, no le hagas caso, a Franz Sellers le gusta "seg"un tanto "desaggadable" con sus "compañegos".
-Oye, Pat, eso de soltera no es verdad. Estás soltera porque quieres, a Paul le gustas.-comentó Annie, con tono de chacota. Pat se ofuscó, le sacó la lengua a Annie, y se fue a conversar con Joan.
-¡¿Qué yo que?!- preguntó otro chico, de cabello castaño claro y muchas pecas.
-Calma, Paul. Saluda "pgimego", tenemos un "compañego" nuevo. Harry, él es Paul Austen.
-Hola.
-Hola. ¿De donde eres? Aquí casi todos vienen de fuera, yo soy de Escocia.
-Yo.me transfirieron de Hogwarts.
-¡Miren la hora!- señaló Alex.-llegaremos tarde a Defensa contra las Artes Oscuras si no se apuran.
-Vamos, si nos "atgasamos" me "echagán" la culpa.
-¡Atrasémonos entonces!- gritó Pat.
Capítulo XIII: Clases y algo más
Harry estaba dentro del aula, preguntándose cuanto tiempo tendría que pasar allí. Lo habían tratado con amabilidad, pero extrañaba a Ron y Hermione. Y a Hogwarts, con sus interminables pasillos, su atmósfera. decididamente, aquello no era igual. ¿Por qué todos esos de la Orden le habían creído a Snape? ¿Por qué lo habían expulsado?
-Oye, "pgesta" atención a la clase, "pagece" que estás a punto de "dogmigte".
Jean había insistido en sentarse al lado de él, para vigilarlo por encargo de la Profesora Poly, al parecer. Harry miró hacia delante y vio a la profesora enseñar al resto de la clase un objeto que el conocía muy bien, al menos de vista.
-¿Quién puede decirme como se llama esto?- Preguntó la Prof. Poly, levantando en el aire el objeto.
Harry levantó la mano algo incómodo, sintiéndose Hermione de repente. La profesora lo miró fijamente, como esperando la respuesta.
-Draconis Crystalix
-Muy bien. Pero tiene otro nombre más común: Ojo de dragón.
"Ojo de dragón" pensó Harry "¿Dónde escuché eso antes?" Intentó recordar, pero por alguna razón no pudo.
Al final del día, Jean condujo a Harry hasta la habitación de los muchachos de quinto. Le señaló una cama y le dijo:
-Puedes "dogmig" en esa cama, está desocupada. Deja tu baúl en esta esquina, aquí las "gueglas" son.
-Jean se da mucha importancia porque es prefecto.-susurró Alex a Harry- Nadie sabe como es que lo es, si en su colegio lo echaron por disturbista.
-¿Por qué? ¿Qué hizo?- inquirió Harry, en el mismo tono de voz, ligeramente intrigado.
Jean escuchó lo que dijo Alex y exclamó:
-¡¿Quién, "moi"?! ¡No es "vegdad", fue Juliet Cousteau la que incitó a los elfos domésticos a la "gevolución"! ¡Y me echó la culpa!
-¿Una revolución de elfos domésticos?- inquirió Harry, pensando que si Hermione hubiese estado allí, habría realizado su sueño.- ¿Intentaste decir que Juliet era la culpable?
-Sí, "clago". Pero su "madge", la "pgofesoga" Cousteau, lo impidió. ¡Y Madame Máxime hizo todo lo que ella indicó!- Se sentó en la cama. Se le veía abatido.
A Harry le parecía una historia conocida. No supo que decir, se acostó en la cama y se durmió.
Ron la estaba pasando peor que él, bastante lejos de allí. Había peleado con Hermione otra vez, y Ginny, harta de verlos, les había gritado:
-¡Basta ya, ustedes dos! ¿Cuándo irán a aceptar que se quieren?
¡Que vergüenza! Ron, luego de sacar del lugar a su "Querida hermanita" subió las escaleras hasta el dormitorio de los chicos y se encerró ahí, mientras Hermione hacía otro tanto.
Subió las escaleras rapidísimo y decidió pedir consejo a Lavender. En realidad, nunca se había juntado con ella, pero quizá podría ayudarle.
-Lavender.¿Qué harías tú si te gustara alguien y tu le gustaras a su mejor amigo? ¡Digo, no soy yo! ¡Fue una chica muggle que conocí en vacaciones, pero no soy yo!-dijo roja de vergüenza. Lavender le echó una mirad evaluadora y le dijo:
-Tú, Harry y Ron ¿No? Hay que ser ciego para no darse cuenta.
Hermione se tapó la boca con las manos. Quiso salir corriendo, pero no pudo. Lavender la tranquilizó diciéndole:
-No te preocupes, yo no le diré a nadie.
-Gracias- dijo Hermione con un suspiro de alivio- Digo.no soy yo, pero gracias.
Al mismo tiempo, en la oscuridad de su pieza, Ron había tomado una decisión: Iría abajo, cogería del cuello a su adorable hermana y tendría una pequeña charla con ella.
-¿Se podría saber por qué dijiste eso?- dijo Ron, enojado y con la cara aún roja.
-¿Qué cosa?- preguntó Ginny, con un brillo burlesco en su mirada
-Eso, tu ya sabes, lo que recien dijiste sobre.Hermione y yo-Contestó Ron, poniéndose aún mas rojo.
-¡Ah! Eso. Hermanito, ¿Por qué te pones tan rojo?
-Eh. porque.¿Qué te importa?
-Si me importa, y no me trates como a una niña. Sólo eres un año mayor que yo. Lo que dije es verdad, y sus peleas ya me tienen mas que harta. Sobre todo, porque pelean por cosas que no tienen ningún sentido.
-Ah, ¿Y como es que yo no le digo nada a Harry?
-¿A.a que te refieres?
-¿Cómo que a qué? Tu sabes perfectamente a que me refiero. No soy tonto ¿Sabes? Yo sé que a ti te gusta.
Ron dijo la última frase lentamente y se quedó disfrutando del efecto que producía. Ginny se había quedado pasmada de pronto. Probablemente recordaba todo lo que le había dicho a Harry antes de que se fuera.
-¡Mentira!- gritó, más roja de lo que estaba su hermano- ¿De donde sacas esas ideas?
Ginny subió corriendo las escaleras hasta su cuarto, tal como lo hiciera antes Hermione y se encerró en su pieza. Ron sabía que no estaba bien chantajear emocionalmente así a su hermana, pero comentó para sus adentros:
-Bueno, eso bastará para que se quede callada
Capitulo XIV: La llamada de auxilio
Con tanto tiempo solo, podía por fin pensar en sí mismo, cosa que no hacía muy a menudo. Se encontró con que ya no era el mismo de antes, ni con mucho era parecido a lo que era el año pasado. Sabía que estaba más alto, (se suponía) más crecido. En todo caso, la avalancha de cambios que lo hacían sentirse un poco fuera de sitio (y no se debía al hecho de estar en un colegio que no era el suyo), no tenían nada que ver con Voldemort. Le dolía frecuentemente la espalda, como si hubiese realizado labores pesadas, y últimamente había tenido sueños muy extraños.
Eso si comenzaba a preocuparlo, porque estaba empezando a presentarse muy seguido. En ellos, sentía un calor y un hormigueo que le recorría la piel y se extendía por todo su cuerpo. Cuando despertaba en mitad de uno, se sentía tan cansado como si no hubiese dormido nada, y respiraba como si hubiese corrido.
-¿Molesto?- preguntó Pat, haciéndole volver a la realidad. Se hallaba en una banca, en los terrenos de Humstall, y el descanso estaba por terminar.
-No, Pat. Solo tengo algo de nostalgia. Ya sabes, Hogwarts. mis viejos amigos.-no sabía por qué decía esa verdad a medias, simplemente lo dijo, aunque quizá también había algo de eso.
-Ah, no, entonces no puedo hacer nada para animarte. Ni una tonelada de chistes podría levantarte ese ánimo; aunque si quieres, puedo traerte unos payasos.
Harry sonrió, y contestó:
-Vale, les escribiré. y bueno, creo que necesitaré los payasos. Vamos, volvamos al castillo.
El tiempo pasaba. Harry dormía intranquilo. Las pesadillas, que ya casi nunca tenía (habían sido desplazadas por esos agradables sueños), volvieron a atormentarlo esa noche:
"-¿Lo ves, Mc Callan? Si me obedeces, triunfarás. Tu y ese idiota de Colagusano lograron por fin sacar al muchacho del colegio. En una semana más estaremos listos para ir hasta él ¡Y matarlo! Y mi venganza estará completa."
"-Sí señor. Pero.¿Si el chico supiera.?"
"-No sabrá si nadie se lo dice, Mc Callan. A propósito, ¿Donde pusiste el Ojo de Dragón que te di?"
"-En un objeto que podía llevar todo el tiempo, un.¿Qué fue eso?"
"-Alguien quiere entrar a tu despacho. Vuelve a él, profesor de Hogwarts, y comienza a alistarte."
Una risa aguda y fría finalizó el sueño de Harry, debido al dolor que le provocaba en la cicatriz. Despertó gritando. Paul prendió la luz y le preguntó:
-¿Qué pasa Harry? Es terriblemente tarde ¿Sabes?
-No, nada. Solo fue una pesadilla.
En realidad, lo que más deseaba Harry en ese momento, era que de verdad fuese un sueño. Sabía que ahora Voldemort podía dañarlo, y hasta matarlo. "¡Ojo de Dragón!" Pensó Harry, recordando "¡Debo decirle a Dumbledore ahora mismo!" Pasaron unos minutos y Harry pregunto:
-Paul.
-¿Mmmnnsque, Harry?
-¿Dónde están las lechucerías? Tengo que enviar algo urgente.
-Es muy tarde, está prohibido. Déjame dormir.
-¡Es una emergencia! ¡Por favor!
Paul se levantó bostezando. Se calzó la bata y las pantuflas y contestó:
-Ok, te llevaré hasta allá. Pero por favor, con cuidado. Si nos ven fuera a esta hora, nos matarán. Seward es muy amable, pero cuando se enoja.
-¡Ah! Si que nos vean es el problema. Pero debes jurar que no le dirás a nadie, ¿eh?
No le hacía gracia mostrarle aquello a alguien a quien apenas conocía, pero ¿Qué mas podía hacer? Laura Poly se las había mostrado, pero no recordaba donde se encontraban las lechucerías: tendría que confiar en Paul. Harry fue hasta su baúl, y sacó la capa invisible; luego de que Paul jurara no decir nada a nadie. Paul, una vez dentro de la capa, no-observó admirado su reflejo.
-¡Uh! ¡Que no haría yo si tuviera una de estas!-Harry se acordó de Pat.
La Lechucería se encontraba en la Torre Norte, y Harry iba intentando memorizar el camino por si necesitaba regresar otra vez. Entre el susurro de los aleteos de lechuzas y el suave ulular de los búhos, Harry buscó a Hedwig hasta que dio con ella. Con la escasa luz que había, Harry garabateó lo mejor que pudo la siguiente nota a Dumbledore:
Querido Profesor Dumbledore:
Tuve una nueva pesadilla. Tal como usted me dijo hace un tiempo, hay alguien infiltrado entre los profesores. Y Posee un Ojo de Dragón. Por eso fue que no pude resistirme, salvo un poco, la primera vez. Estaba Él, en mi sueño. Le decía a un tal Mc Callan que la próxima semana atacarían Humstall.
Harry
-Supongo que con eso basta.-comentó en voz alta, mientras veía a Hedwig alejarse.
-¿Qué cosa? Digo, no es por ser chismoso, pero.
-No.no tiene importancia. Volvamos a la habitación.
-Tienes razón, son las dos de la madrugada.
Fueron a dormir. Harry esperó a que Paul se durmiera y le lenzó un encantamiento desmemorizante, pero no estaba seguro de que hubiese funcionado. Odiaba no poder confiar en nadie en aquel lugar; quizá en Pat. pero ni siquiera ella reemplazaba a Ron y Hermione. Se acostó de nuevo, y se quedó despierto unos minutos mas, pensando. Extrañaba a Ron, a Hermione.y a Ginny. Ya llevaba casi un mes en ese lugar, y desde que se había ido, no podía dejar de pensar en ella a toda hora. La extrañaba mucho. Pero no quería creer que., no ¡¿Cómo podía ocurrírsele esas cosas?! "Quizá sea por eso tan chocante que me dijo" pensó. Y se durmió.
Al día siguiente, un sábado, se puso a conversar de ello con Pat. Lo preocupaba el hecho de no podérsela sacar de la cabeza. Ella pidió más detalles, y luego de mucho rato escuchándole, le dijo:
-¡Niño, no te preocupes! Lo tuyo se llama amor, y del bueno. Te tiene agarrado demasiado firme como para sólo ser reflexiones en torno a una confesión.
-¿Qué? ¡No, eso es imposible! -gritó Harry, incrédulo.
-Bueno, si no me crees, ¿para que me preguntas?. Cuando vuelvas a Hogwarts. habla con ella. En todo caso- Pat cambió el tema- se te echará de menos por aquí. Le caes bien a todo el mundo.
Pasaron dos, tres, cuatro días. El plazo se cumplía y Dumbledore no daba ni señales de vida, a pesar de que Harry escribió el mensaje con toda la urgencia de la que fue capaz.
La clase del quinto día, Harry, que no había podido pegar pestaña la noche anterior, sintió un fuerte dolor en su cicatriz. A medida de que le dolía cada vez más, imágenes y voces comenzaban a entrar en su mente: Los gritos ahogados de un hombre, la risa fría y aguda de otro.hasta que de repente, vio todo tan claro como en una película:
"-¡Confiesa! ¡Fuiste tú el que a mandado al chico todas esas visiones! ¡Vamos! ¡Crucio!"
Un hombre llamado Peter, apodado Colagusano, se retorcía y revolcaba por el suelo de una sala de piedra.
"-Yo.yo no fui, Maestro- dijo lloriqueando.- Juro que no fui yo."
"-Sí, claro.-contestó Voldemort- ¿Piensas que te creo? 'Cuándo un mago le salva la vida a otro, se crea un vinculo indisoluble' ¡Lo que tu quieres es devolverle el favor al muchacho! ¡Confiesa!- El impacto de la maldición cruciatus le dio de lleno a Colagusano. Harry escuchó mas gritos de dolor, amplificados cien veces, hasta que sintió que la cabeza le iba a estallar. Murmurando algo ininteligible, Voldemort se acercó a Colagusano, que seguía retorciéndose, y tocó su marca del antebrazo izquierdo. Al instante, 35 mortífagos aparecieron en el salón. Había muchos más que antes, pues más de la mitad había estado en Azkaban, y otros se les habían unido.
"-¡Mortífagos! Os he reunido pues ha habido un cambio de planes: ayer interceptamos una lechuza, que indica que el muchacho sabe nuestros planes. Para que nadie más sepa, la próxima vez que os convoque, será la del ataque ¡Estad atentos!
"-¡Sí maestro!"
-¿Harry?- preguntó la Prof. Poly, luego de haberlo observado detenidamente un momento.- Por favor, acompáñame a mi despacho.
Hubo murmullos de desaprobación entre los alumnos: No entendían por qué la Prof. Llevaba a Harry al despacho solo por que se había quedado dormido. Usualmente, cuando la profesora llevaba a su despacho a un alumno, era porque este había atacado a alguien, o usado magia en el pasillo, cosas así.
La profesora Poly le condujo por corredores que iban siempre en ascenso en espiral, hasta llegar a lo alto de la Torre Sur. Al final de la escalera, sólo había un estandarte, curiosamente parecido al de la casa de Gryffindor, en Hogwarts.
-¡Leo vincit!- le dijo la profesora al estandarte. El león dorado de este revivió y se corrió a un lado, dejando un agujero por el que pudieron pasar.
Harry dio un respingo. El despacho al que acababa de entrar era exactamente igual al del Prof. Dumbledore, salvo que allí no había ningún fénix, ni artefactos de plata que hacían ruiditos.
-Siéntate. Ahora me vas a contar como es que te llegan esas visiones.
"¿Cómo sabría ella? Se preguntó Harry. La respuesta le llegó casi enseguida.
-Soy telépata: adivino el pensamiento. ¿Sabes que soy descendiente de Rowena Ravenclaw? El águila de su escudo no solo significa la visión a través del conocimiento, sino que también del pensamiento. No soy muy buena, quizá. Siempre intento respetar la privacidad de los pensamientos ajenos. pero tu vibrabas muy fuerte.
-Entonces lo supo todo ¿No?
-Sí. Voldemort te busca. Intentaste pedir ayuda, pero Dumbledore no contestó. ¿Probaste usar el piedra Elkhemir?
"Pensándolo bien, es lo que más lógicamente tendría que haber hecho." Pensó Harry.
-No te preocupes, acá vas a estar seguro.
-He oído cosas parecidas antes.- contestó Harry, recordando su desastrosa estadía en la Madriguera.
-¡No seas pesimista!- exclamó la profesora Poly, riendo.-Ven, volvamos a clases. ¡Ah! Se me olvidaba. Hoy llegó esto para ti.
-¡Hedwig!
-Regresó hoy en la mañana. Algo maltratada, claro está, pero ya se repuso.
Volvieron a clase. Pero Harry sentía una sensación de evidente intranquilidad, que crecía día a día. Y así, legó el día de Halloween.
Fue una fiesta bastante buena. Harry se sintió casi como en casa. El "casi" eran sus amigos. Los chicos de Humstall eran muy amables con él, sobre todo Pat, con la que tenía más confianza que con cualquier otro. Pero no era lo mismo sin ellos. Y extrañaba a Ginny.
Ya les había escrito dos veces sin ningún resultado. No le contestaban. Así que decidió intentarlo una tercera vez. "¿Será posible que me hayan olvidado?" Pensó, mientras en su estomago se hacía el mismo nudo olvidado, de cuando finalizó primero y no le llegaba ninguna carta de ellos.
Si había algo que Harry no sabía, era que su lechuza estaba siendo rastreada e interceptada. Todo cuanto había escrito iba a parar directamente al fuego.
Luego de volver de la Lechucería, subió al dormitorio. Nadie más estaba ahí. La fiesta de Halloween continuaba abajo y allí se quedarían hasta que esta terminara.
Una risa fría y aguda se escuchó por toda la escalera. A Harry le empezó a doler la cicatriz. Sabiendo lo que significaba, comenzó a buscar frenéticamente el piedra Elkhemir en el baúl. No lo encontró.
-¡Maldición!-Harry se detestó a sí mismo por haber dejado la piedra en Hogwarts. Y nadie iba a ayudarlo, pues Dumbledore no había recibido su carta.
Una figura alta y oscura entró a la habitación. Voldemort se aproximó a él. Harry sintió a tres voces diferentes gritar al mismo tiempo "¡Harry, Harry!" Y no supo más.
