Capítulo XXX: Comienza la revolución
Entraron los cuatro a las cocinas. Dobby fue a saludarlos enseguida, pero Hermione le dijo que estaban allí por una razón, que esperara y lo sabría. Ella le preguntó al elfo que tenía más cerca:
-¿A quien están obligados a obedecer?
-El Prof. Dumbledore nos dijo que a todos ustedes, señorita.
-¿Y si yo les ordenara divertirse, que harían?
-Deberíamos obedecer, señorita.- contestó el elfo, bastante sorprendido.
-¿Y que es para ti la diversión?
-¿Lavar los platos?
-No, eso es una obligación. Tendrías que divertirte si yo te lo ordeno, porque un elfo que no obedece, no es un buen elfo- completó Hermione
-Díganme una cosa.- le dijo Dil a una elfina- Ustedes tienen la obligación de trabajar pase lo que pase. ¿Y si enfermaran? No podrían hacer bien su trabajo, y un elfo que no hace bien su trabajo, no es un buen elfo. ¿Qué harían entonces?
-No lo sé, señorita- contestó una elfina
-Deberían tomarse unos días, para poder recuperarse. Aquí habría suficientes elfos como para reemplazarle hasta que se recuperara. Y podría hacer mejor aún su trabajo, y un elfo que hace bien su trabajo es un buen elfo.
Harry y Ron se miraron, admirados: ¡Era un plan genial! Todo basado en la mentalidad de un elfo domestico, para que estos, de una forma sutil, fueran "tomando conciencia" como decía Hermione. Decidieron seguir el juego:
-Winky- comenzó Ron- el año pasado no trabajaste, porque te sentías mal, y nadie te había ayudado. Una elfina que no trabaja no es buena. Pero cien elfos que no ayudan a su compañera a hacer bien su trabajo, son peores.
-Pero Winky trabaja ahora, señor- contestó Winky
- Si, pero me refiero a que, en vez de ayudarte a trabajar, los demás no hicieron nada. Debieron haberte ayudado, porque ellos saben que una elfina que no trabaja, no es buena.
- Veamos. un elfo cansado no hace bien su trabajo- le dijo Harry a otro elfo- Y un elfo que no hace bien su trabajo, no es un buen elfo. Y un elfo que no es bueno, merece la prenda. ¿Qué harías entonces?
-No lo sé, señor- contestó el elfo, cada vez más sorprendido.
-Descansar un día. Hay suficientes elfos como para cubrir un puesto, y así, el elfo que descansa hace mejor su trabajo. Y es un buen elfo.
-¿Por qué usan esa toga de paño de cocina?- preguntó Hermione, a otro elfo.
-Es el símbolo de esclavitud del elfo doméstico, señorita.
-¿Y es cómoda? Te ordeno que me contestes.
-No, señorita- contestó el elfo. Avergonzado de su atrevimiento, fue a darse cabezazos contra la pared más cercana, pero Hermione lo detuvo.
-Yo te ordené que me contestaras. Así que no te castigues. Un elfo que trabaja incomodo, no trabaja bien y entonces, no es un buen elfo. Un elfo que no trabaja bien no sirve para nada. Con ropa, trabajaría mejor. Y un elfo que hace bien su trabajo, es un buen elfo.
-¿Por qué no aceptan la paga?- preguntó Dil
-Un elfo doméstico no recibe paga, señorita. Es algo malo.
-¿Y por qué es malo?
El elfo no supo que contestar. Dil lo dejó pensando, y le preguntó a los demás
-¿Está todo listo?
-Si, ya lo dijimos todo.
-Bien, vámonos antes de que empiecen a debatir.- contestó Dil.
Se despidieron de Dobby, que les guiñó un ojo en señal de complicidad. Salieron y ella y Hermione comenzaron a morirse de risa:
-¡Resulto! ¡Resultó!
-¡Creo que nadie había podido idear nunca algo así!
-¡Ahora, hay que esperar los efectos!
Ron recordó algo de repente. Preocupado, comentó:
-¿y que haremos si hacen huelga? Nadie en el colegio podrá comer nada.
-Ooops- murmuró Dil- No había pensado en eso.
-No, no creo que hagan huelga. No todavía, seguirán trabajando. Pero un día van a subir al despacho de Dumbledore. Ya verán. Ahora, vamos a cenar. Me muero de hambre.
-Harry, ¿Crees que funcione?- le preguntó Ron
-Conociendo a esas dos, me extrañaría que no funcionara.- contestó Harry.
Subieron la escalera hasta el primer piso. A la entrada del Gran Salón, en el pizarrón de anuncios, había un aviso dirigido a los chicos de quinto, sexto y séptimo curso.
A los alumnos de Quinto, Sexto y Séptimo curso:
La ceremonia, banquete de graduación y entrega de premios especiales se efectuará el día sábado 4 de junio, a partir de las nueve de la noche. Será obligatoria la túnica de gala. Sean puntuales.
atte.
Minerva Mc Gonnagall
Directora Asistente
-¿Por qué a nosotros?- preguntó Harry- no somos de séptimo, así que no nos graduamos.
-Es que a partir del próximo año, formaremos parte de los cursos superiores. El TIMO se llama así, porque a los diecisiete podremos hacer magia afuera sólo si lo poseemos.- contestó Hermione.
-Ah, bueno.
Cenaron y subieron a la Sala Común. Se quedaron un rato conversando sobre lo que acababan de hacer en las cocinas y sus posibles consecuencias. Estuvieron allí hasta que Ron se quedó dormido en uno de los sillones. Entonces, subieron a dormir.
Capítulo XXXI: La profecía
Harry se puso el pijama y se durmió enseguida. Pero, aunque hace meses que no tenía pesadillas, esa noche volvió a tenerlas.
Era el mismo cuarto oscuro, de piedra, que había soñado antes. Ni siquiera estaba iluminado por la chimenea. Solo la escasa luz lunar que entraba por la ventana iluminaba algo aquel sitio. Una figura alta, delgada, que parecía obscurecer aún más el lugar, conversaba con una pequeña y temblorosa.
"-Colagusano, ¿Cómo marcha nuestro plan?"
"-A la perfección, señor. Mc Callan ya lo tiene todo preparado, hasta el último detalle."
"-Excelente. Harry Potter escapó de mí a mitad del año, por pura suerte. Pero quizá vivirá lo suficiente como para sentir.que hubiese sido mejor que hubiese muerto."
Harry no podía ver el rostro de Voldemort, quizá debido a la oscuridad, pero su voz. su voz se escuchaba diferente. En ese momento, un mortífago entró en la sala, y le entregó un informe a Voldemort. Este lo leyó, y variando su expresión a una sonrisa de cruel satisfacción (supuso Harry), anunció:
-"Cambio de planes, Colagusano. Me han traído el informe que esperaba, recién traducido."
-"¿Qué es, maestro?
-"una antiquísima profecía, Colagusano. Si resulta ser cierta, no tendré que matarlo aún, tal como esperaba."
-" ¿Está seguro de que resultará, maestro?"
"-Mi querido Colagusano- contestó Voldemort sonriendo con más ganas.- El Oráculo nunca falla. Y mientras el muchacho no se entere de la profecía, no sabrá nada de la última forma que existe de resistirse a mí."
"-Señor.¿Cómo supo de la profecía?"
"-Colagusano, Colagusano.- volvió a reír Voldemort- En mis años de Hogwarts descubrí muchas más cosas, aparte de la Cámara de los Secretos. Tuve acceso a un cuarto que sólo conocían los directores, la Cámara de Merlín. Allí hay magia muy poderosa, allí encontré el pergamino. No podía interpretarlo, por estar en ese lenguaje insoportable, pero ahora, Mc Callan ha terminado de traducirla... El muchacho está prácticamente en mis manos. Y todos verán lo estúpido que es haber pensado que un niño como ese haya podido ser más fuerte que yo."- terminó con una escalofriante risa, que le hizo a Harry arder la cicatriz a tal punto que despertó como otras veces: gritando.
Estaba bañado en sudor frío. No le importó que fueran las cuatro de la madrugada y despertó a Ron. Él no estaba muy contento, pero en cuanto Harry le explicó, despertó del todo. Por suerte, esa noche estaba Falcore, el fénix del proyecto, en el dormitorio. Lo mandaron a los dormitorios de las chicas para que trajera a Hermione y también a Dil.
Pero Dil ya estaba despierta. La encontraron en la Sala Común, acariciando al fénix que tenía en las rodillas.
-Oye, ¿Estabas despierta?
-No podía dormir. ¿Para qué me buscaban?
-Enseguida te digo, espera a Hermione.- Le contestó Harry. En el momento de decir esto, Falcore emprendió vuelo otra vez y subió las escaleras. En menos de cinco minutos, traía a Hermione tironeándole el pijama.
-¿Que pasa?- comenzó con un gran bostezo- ¿Saben que les puedo quitar puntos por estar fuera de la cama a esta hora?
-Escuchen esto- la cortó Harry. Y les contó todo su sueño. Al terminar, Dil estaba muy preocupada, pero Hermione se lo tomó a broma.
-¡Ah! ¡Y para eso van y me despiertan!- exclamó un poco molesta- Vuelve a dormirte, Harry. Fue sólo una pesadilla.
-No le hagas caso Harry- intervino Dil- Hermione, esta clase de sueños son premonitorios. Creo que lo mejor que podemos hacer es bajar a la cámara, esa, y buscar el pergamino, para salir de dudas. ¿No creen? El problema sería hacerlo sin que nos vean.
-Ah, bueno, ese no es un problema- contestó Ron, al tiempo que Harry subía corriendo la escalera.
-¿Qué saben ustedes tres que yo no sé?- preguntó Dil, intrigada. En ese momento, Harry volvía a bajar la escalera. Traía la capa invisible y su varita mágica.
-Vamos a necesitar las varitas- dijo.- ¡Accio, varitas de Ron, Hermione y Dil!
-Buena idea. ¿Podrá la capa cubrir a cuatro personas?
-Si, es bastante grande. Vamos.
Abrieron el retrato y salieron. Una vez fuera, Dil preguntó:
-¿Y cómo se llega hasta esa cámara?
-Eh.buena pregunta.- admitió Ron. Los tres amigos se quedaron mirando. En verdad, habían entrado y salido de allí mediante el anillo de Fleur, así que no conocían la manera de entrar. La cámara tampoco aparecía en el Mapa del Merodeador.
-¿Saben de alguien que sepa entrar?- preguntó de nuevo Dil
-Sí: Fleur Delacour. La profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Ah. ¿Me esperan un momento?- dijo Dil. Parecía tener un plan en mente.
-¿Le vas a preguntar? ¡Estás loca!
-¡No, no! Prometo que no le preguntaré. Pero espérenme. Vuelvo enseguida.- dicho esto, se alejó corriendo.
-¿Adónde irá?
Dil volvió como a los veinte minutos. Tenía algo en la mano, firmemente agarrado.
-Ya podemos irnos- dijo. Ante el asombro de los chicos, lo que tenía en la mano era el anillo de Ojo de Dragón.
-¡¿Lo robaste?!- preguntó Hermione incrédula.
-Eh.lo pedí prestado.- la contradijo Dil, visiblemente incomoda.
-¿Cómo lo conseguiste? ¿Sabes que tiene su despacho lleno de detectores?
Dil frunció el ceño, y, algo incómoda, contestó:
-Eso si que no se los voy a decir. Vamos, que estamos perdiendo el tiempo aquí- contestó, mientras se metía bajo la capa invisible. Se puso el anillo y murmuró "A la Cámara de Merlín". Casi automáticamente, aparecieron allí. El lugar estaba igual que en febrero: lleno de cofres, instrumentos extraños, pociones prohibidas. La oscuridad era total, ni siquiera había una miserable ventana por la que entrara una luz. Se pusieron a buscar entre los pergaminos, a la débil luz que proyectaba el lumos, sin ningún resultado. Harry reparó en un cofre partido en dos que estaba arrumbado en una esquina. Finalmente, a Hermione se le ocurrió decir:
-¡Accio, profecías!- de diversos cajones y cofres, salieron decenas de pergaminos, que se depositaron sobre una mesita cercana.
-¿Y como sabremos cual es? ¿Dijo Quien Tú Ya Sabes de qué oráculo se trataba?
-No, no lo dijo.- contestó Harry- Creo que lo mejor que podemos hacer es llevarnos el montón de papeles, leerlos y ver cuales tienen más relación con todo esto.
-Bien. Vámonos.- dijo Dil. Por lo menos, ya sabían donde quedaba la Cámara de Merlín. Había una larga escalera que llegaba hasta una puerta trampa dentro de un armario de la limpieza, en las mazmorras. De ahí, subieron hasta la torre de Gryffindor. Dil les dijo que entraran a la Sala Común, que no se preocuparan por ella, y que le dejaran la capa invisible. Así lo hicieron, y como a la media hora, ya estaba con ellos. Luego, aprovechando que faltaba poco para el amanecer, se pusieron a revisar el montón de pergaminos y llegar hasta la profecía por el método del descarte. Tomó cada uno unas veinte y empezaron a leer. Había profecías de Nostradamus (Casi todas alusivas al fin del mundo, pero sin relación a Voldemort), del Oráculo de Delfos, (No valían, predecían cosas que ya habían ocurrido) I- Ching, Islámicas, Judías, Aztecas, Mayas, Incas, unas cuantas Vikingas (el Ragnarok y el Völuspa) y Celtitas.cuando salió el sol, quedaban sólo treinta pergaminos por revisar.
-Mejor vamos a ponernos el uniforme- dijo Hermione- los demás no tardarán en bajar, y debemos disimular un poco que anduvimos por ahí.- agregó en tono crítico, mirando las ojeras de Harry, Ron y Dil.
-Vale. Ya nos vemos, muchachos- dijo Dil subiendo con ella.
Las clases se habían relajado un poco, terminados los TIMOS, aunque aún quedaban cuatro semanas en Hogwarts. Flitwick, Sprout y Fleur, por ejemplo, los dejaban divertirse un poco dado que no había nada más que hacer. Mc Gonnagall y Snape los agobiaron hasta el último momento con repasos. Las clases optativas habían acabado y tenían esas horas libres.
-¡Este si es un buen sistema!, ¿No, Hermione?- comentó Dil, saliendo de la sala de encantamientos. Usualmente, hubiesen tenido Adivinación y Aritmancia cada una, pero ahora podían irse a la Sala Común hasta tres horas más tarde. (Adivinación o Aritmancia, Runas, Cuidado de Seres Mágicos y luego tenían pociones)
-No te engañes- contestó Hermione, sujetando sus libros y apuntes, más de los normales, había insistido en estudiar pociones durante esa hora.- Es sólo por este año, el próximo volveremos a los exámenes normales.
-En esto, Hermione, -repuso Ron- si que te has equivocado. Seguimos así, porque el próximo año tenemos el examen de las MHB (matrículas de honor en brujería) y en séptimo, el ÉXTASIS.
-¿Y ahora? ¿Qué hacemos en esta hora?
-Propongo que le echemos un vistazo a las profecías que nos quedan.- dijo Harry.
-Está bien, vamos. Pero tengo una pregunta.¿Cómo las vamos a devolver después? El otro día intenté bajar de nuevo y me pedía una contraseña.- comentó Hermione.- y yo creo que hay que devolverlas, ¿no?
Los tres amigos se miraron. Ella tenía razón, no podían quedarse el montón de pergaminos, porque eran del colegio. Además, si Dumbledore o alguien más bajaba, y por casualidad llegaba a buscarlas, se sabría enseguida quien las había sacado. Sólo quedaba como alternativa usar el recurso menos recomendable: "Tomar prestado" (como decía Dil) el anillo de Fleur.
La Sala Común estaba desierta. Por lo visto, todos los demás preferían estar afuera que asfixiarse ahí por el calor. De modo que dejaron aparte las que ya habían descartado y cogieron las otras. Todas las profecías estaban traducidas, salvo unas pocas que estaban en latín; en yiddish, el dialecto hebreo; o escritas en runas. Estás últimas fueron traducidas por Hermione y Dil. Al final, sólo quedaban dos.
-".Y ha logrado, asimismo, que a todos: grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, les pongan una marca. Y ya nadie podrá vender ni comprar, ni realizar actividad alguna, si no está marcado con el nombre de la bestia, o con la señal de su nombre."- Leyó Hermione con dificultad, de un pergamino en yiddish- ¿Será esto?
-Puede ser- contestó Ron- pero fíjate, que según Harry, la profecía decía como podría Harry resistirse a Ya -sabes -Quien. ¿Qué dice la otra? Está escrita en runas, léanla ustedes, chicas.
-"Enned Leth istä rim deth gaür
Eth arineth gurthë ale gwathó
Miriel ó aglar perianneth
Hamröd estel iuvé edäin.
Et eärello ringarë rimethe at lempëthin
Ar tennër ringare maelaurë edäin
Ruthem valanë aglar estë
Ne gurthë atel gwathó guldur bele
Ne estel istari, mayth duspellen.
E Amarth ainurei ithe mär.
Linnod ele lastho beth lamen
Ale Quendi rinvalanë ne guldur
Eru edäin anyare iuvé
Ale valane ata beleg istari
Amarth dör remmen atë eru edäin
Hemressea atani anyä, eru edäin celeb ó tintallé."- Leyó Dil.- ¡¿Qué demonios es esto?! Está escrito en runas, pero no se puede leer.
-¡Debe ser esa!- estalló Harry perdiendo la paciencia- ¡Maldita sea! ¡Igual que con el diario, el cajón que no se abre, es el que corresponde!- no parecía haberse dado cuenta de que lo que acababa de decir, para lo demás no tenía ningún sentido, porque sólo él conocía la existencia del diario de su madre, y como lo había encontrado.
-Ley de Murphy- comentó Hermione.
-¡¿Ley de qué?!- preguntó Ron, extrañado- en mi vida he escuchado sobre eso.
-¿No? ¿Nunca has oído eso de que "El pan siempre cae con la mermelada hacia abajo"? O ¿Si algo puede salir mal, saldrá mal?
-Eh.. No.
-No importa, Ron. Bueno, descartamos la otra. Demos intentar averiguar que es lo que dice esta. Además, miren la hora. Vamos a llegar tarde a pociones.
-¿Es obligatorio ir? Digo, porque ganas no me faltan, pero nuestro profe ¡Es tan adorable!- comentó Dil - ¡Una auténtica ternura!
-Hay que ir, Dil- contestó Hermione, perdiendo la paciencia.- Por "simpático" que te parezca Snape.
-¡Lástima! Bueno, vamos.
Capítulo XXXII: Fin de la búsqueda
Pasaron antes a comer algo al Gran Comedor. A la entrada, el tablón de anuncios avisaba que el veintiocho de mayo había una salida a Hogsmeade para todos los chicos de tercero hacia arriba.
La mazmorra habitual se encontraba llena. Los alumnos se tomaron como una bendición el estar a la sombra, pues afuera hacía un calor insoportable, extraño incluso para el verano. Snape les entregó una guía de repasos muy gruesa, y les ordenó que trabajaran en ella durante la clase.
-¿Se han fijado en el calor que hace afuera? ¿Creen que tiene relación con el calentamiento global y el hoyo en la capa de ozono?- comentó Dil. Los chicos reprimieron una risita. Snape la miró con una expresión que Harry conocía muy bien: era idéntica a la que ponía cada vez que le veía a él.
-¡Señorita Sadjib, por interesante que sea la actual situación mundial, la suya será peor si no se calla!- gruñó Snape- Recuerde que reprobó pociones.- desde ese momento, Snape no dejó de sacar en cara los defectos de Dil, mientras daba el espacio para que los de Slytherin se rieran.
A la salida de la clase, Snape anunció que los reprobados tendrían que intentar salvar sus calificaciones dando un segundo examen el 29 de mayo. Dil sabía lo que le esperaba: Snape le pondría un examen ultra-difícil sólo a ella, para que reprobara de nuevo y pudieran expulsarla. Pero esto no la acomplejó en lo más mínimo. "Bien, si cree que puede vencerme, Snape no sabe con quién se metió." Pensó.
-¡Ah! Sadjib.¿Es cierto lo que dice Snape? ¿Reprobaste el examen más fácil en la historia de Hogwarts?- preguntó una voz cargada de malicia, cuando iban subiendo la escalera. Dil, sin voltear siquiera, contestó:
-Ese, Sellers, es mi problema.
-Ah, entonces lo admites.
-Si, sólo que opino que es mejor reprobar a aprobar por predilección de parte del profe. ¿Sabes? Yo nunca caería tan bajo como tú. Tengo dignidad, a diferencia tuya.- contestó Dil, comenzando a enojarse.
-Tu no tienes dignidad alguna, Sadjib. Alguien que miente y se disfraza por conseguir algo, no la tiene. ¿Sabes lo que le digo a tu dignidad? Tú y tu madre son solamente un par de asquerosas inmigrantes.- repuso Sellers.
Algo se quebró en ese instante, y ni para Harry, ni para ninguno de los demás había pasado más de un segundo, cuando Dil estaba sobre Sellers, golpeándole. La tuvieron que separar de Franz, de lo contrario, no lo habría soltado.
-¡Dil, déjalo, o tendrás problemas!- exclamó Hermione
-¡Se lo merece!- gritó Dil, trastornada, luchando por zafarse de Harry, que la sujetaba.- ¡Suéltame Harry!
Un Sellers completamente pasmado se levantaba en ese momento del suelo. Miró a Dil, histérica en sus intentos por zafarse y gritó:
-¡Estás loca!
-¡¿Loca yo?!- gritó Dil
-¡Si! ¡Y bien loca!
Lograron tranquilizar a Dil, lo que llevó un montón de tiempo. Sellers seguía allí, sin saber por que no se iba. Una vez que Dil se hubo calmado y que la dejaron de detener; Franz musitó un vago "Eh.yo me voy ahora" A lo que Dil contestó:
-Tu no te vas a ninguna parte, Sellers, no te lo he dicho todo aún. Sigo pensando que eres un maldito desgraciado, igual que en mi primer día en Humstall. Ahora, ¡Lárgate!
Sellers no tuvo que escuchar la orden dos veces, salió corriendo a toda pastilla. Los chicos le preguntaron a Dil por qué se había descontrolado así, a lo que ella contestó:
-Cuatro años de humillaciones no se quedan así. Más le vale que le sirva de lección, nadie insulta a mi madre.
-¡Espera Dil!- exclamó Hermione- Sellers le dirá a Snape y te expulsarán.
-Yo estoy con Dil- manifestó Ron- ¡Hizo todo lo que quise hacerle durante todo este tiempo a Malfoy! Eh.¿A dónde se fue Hermione?
Dicho esto, se oyó un pequeño estallido en la escalera, precedido por un embrujo: "¡Obliviate!". Se oyó la voz de Sellers, preguntando en que lugar se encontraba. Los chicos bajaron la escalera.
-¿Qué hacen acá afuera, tarados?- exclamó Sellers, al verlos- ¿Qué no saben que la clase de Snape comienza en cinco minutos?
-Ya te lo expliqué, Franz- contestó Hermione, muy tranquila- se suspendió la clase. Debes subir a tu Sala Común ahora. ¡Ah! Y deja de molestar a Dil.
Franz volvió a salir corriendo, esta vez en dirección opuesta. Tenía una expresión de embotado, que acentuaba la normal, de antipatía para con el mundo. Dil parecía no creerlo:
-¿Por qué lo hiciste? Yo le había dado una lección, y no quería que se le olvidara.
-Lo siento Dil- comenzó Hermione- pero tendrá que ser para otra vez. Este es el favorito de Snape, y no tienes ninguna necesidad de pasar el resto de tu vida limpiando frascos. ¿Y cómo sabía lo de tu. lo tuyo?
-Yo se la conté- contestó Dil, con amargura
-¿Cómo?
-¡Imposible!
-Sí, yo. El primer día de clase, y creo que fue lo peor que he hecho en estos últimos cuatro años. ¿Cómo podía saber que era uno de esos que.?
-¿Y por qué?
-Quería tener alguien en quien confiar, un amigo. En realidad, no tenía amigos de verdad. Los chicos de Humstall eran divertidos, y me agradaba conversar con ellos, pero no eran personas en las que confiara. Me sentía muy sola, hasta ahora.- terminó algo triste.
-¡Pero Dil, no estés triste!- Exclamó Hermione, sorprendida.
-Claro, nos encanta ser amigos tuyos. Eres la cuarta que le faltaba al grupo.- la apoyó Ron.
- Gracias chicos. Ahora- continuó, recuperando el animo habitual en ella- ¿Qué les parece si le damos un vistazo a ese pergamino espantoso, en quien- sabe- que idioma?
Unos minutos más tarde, se encontraban ya en la Sala Común vacía, cada uno con un vaso enorme de jugo de calabaza frío, revisando de nuevo el pergamino. Hermione, que generalmente tenía ideas para todo, se encontraba en un estado de crisis nerviosa debido a la frustración que le producía no poder descifrar la incomprensible profecía.
-¡No es posible! Se supone que en clase de Runas nos enseñaron la forma de traducir todo esto. tiene que haber una manera- exclamaba releyendo en voz alta una y otra vez la profecía.
-Cálmate, Hermione.
-¡¿Qué me calme?! ¡No! ¡Tiene que haber una forma! "Linnod ele lastho beth lamen. Ale Quendi rinvalanë ne guldur"- De repente, algo le iluminó el rostro y comenzó a repetir una palabra cada vez más alto.- ¡Quendi! ¡Quendi!
-¿Que pasa ahora? Porque...¡Ah! ¡Ya entendí! ¡Quendi! ¿Crees tu que...?- Continuó Dil
-¡Estoy segura! ¡Rápido, ve a buscar el libro!- Al decir esto, Dil salió disparada hacia el cuarto de las chicas. Ron miró a Harry con cara de no entender nada, y Harry hizo lo mismo.
-¿Qué les pasa a ustedes dos?
-Oh, ya lo verás, esperen y sabrán. Nunca pensé que.- no dijo más, porque Dil ya estaba allí con el libro. Hermione comenzó a pasar febrilmente las paginas.
-¿Qué libro es?
-"Historia de la tierra media y su legado. Tomo siete: diccionario de idiomas"- contestó Dil- Hermione me lo prestó cuando acabé el tomo tres.
-¡Lo encontré!- interrumpió Hermione.- ¡Esta profecía está en élfico! ¿Cómo empieza?
-" Enned Leth istä rim deth gaür. Eth arineth-istari gurthë ale gwathó. Miriel ó aglar perianneth. Hamröd estel iuvé edäin."- repitió Dil, alcanzandole el pergamino a Hermione.
-¿Como lo supieron?- preguntó Ron
-"Quendi". El pueblo de los elfos en élfico.-Y "Calaquendi", Altos Elfos, o "Elfos de la luz". explicó Hermione, alzando la vista del pergamino.- nos dió la clave. Leth: Número. Gaur: Bestia. Gurthé: muerte. Gwathó: Oscuridad. Arineth-istari: Gran mago.- comenzó Hermione traduciendo las palabras clave de los dos primeros versos.- Perianneth: gente pequeña, puede ser que niños. Edäin: humanidad.
-¿Como pones el resto entonces?- preguntó Harry
-Déjame ver- dijo Hermione consultando el diccionario.- "El número de la bestia se ¿cumple?. La oscuridad ¿avanza?, El grande (o gran mago) sucumbe. El ¿Turno? Sí. Turno, estoy segura, de los impensables, la gente pequeña (o niños) Se acerca para asombrar a la humanidad, o para asombrarlos a todos.
-¡Genial! Ya casi la tienen.
-Si, bueno Ron, ya ves que servía para algo el libraco que me prestó Hermione la otra vez.- comentó Dil, con sorna.
Siguieron traduciendo esa tarde, hasta que les quedó lo siguiente:
"El número de la bestia se (¿cumple?)
La oscuridad (¿avanza?) el gran mago sucumbe.
El turno de los impensables, la gente pequeña
Se (.) para a todos asombrar.
El (.) trío desde hace (.) años
De la (.) generación de (.)
De un (.) poder recibirán (.)
Mas no (.) para al rey (.) destronar.
El (.) está (.), quizá (.)
Pero eso(.)"
La verdad, no se entendía mucho de todo eso: o bien, Hermione se conseguía un mejor diccionario, o continuaban mal con ese. Aún les faltaba una estrofa, y casi nada de lo que Hermione tenía en su libro les servía para traducirla. Los chicos averiguaron por todos los medios si había otro diccionario en la biblioteca. Le pidieron un permiso especial a Fleur para hurgar en la sección prohibida, pidieron ayuda a Madame Pince, se dedicaron durante casi todos sus ratos libres a buscar entre los estantes. Sin ningún resultado. Pasó una semana, y el enigma los traía de cabeza a los cuatro. Harry se decidió a contarle todo a Ginny, mal que mal, no la había visto en todos esos días y debía estar preocupada. Le pidió estar en los terrenos, bajo el sauce a la orilla del lago, a las seis de la tarde del sábado. Ella acudió puntualmente, furiosa.
-Hola Ginny- dijo Harry, intentando besarla, pero ella lo evitó.
-¡Me encantaría saber en que andas, Harry! ¡Dos semanas y no te he visto ni la sombra! ¿Con quién andas, eh?
-No, Ginny. Con nadie, sólo que.
-¡Ah! ¡Apuesto que es Dil! ¿Es ella? ¡Contesta!
-No, Ginny.- repitió Harry, comenzando a exasperarse- No me armes una escena, por favor. No te.
-¿¡Que no te arme una escena!? ¿Qué ibas a decir? ¿Qué ya no me quieres?
-¡No! ¡No es eso! ¡Sólo quería contarte que tuve un sueño muy extraño, y de una profecía en runas! Y Hermione.
-¡¿Hermione?! ¡Así que es Hermione! ¡¿Y dónde dejas a mi hermano?! ¡Eres un cínico, Harry! ¡Largo!- y le dio un bofetón, antes de salir corriendo y perderse de vista.
-¿Pero que bicho le ha picado?- exclamó Harry. Se llevó la mano a la mejilla, que le ardía. Se le hizo un nudo en la garganta, y sentía algo como una tristeza, pero no quiso prestarle atención a eso. Luego, volvió a la Sala Común. No entendía el comportamiento de Ginny, mejor sería preguntarle a Ron, que llevaba toda una vida con ella.
Capítulo XXXIII: el traductor de todos los idiomas
-Esto no tiene caso- suspiró Dil, mientras, contra toda esperanza, hacía la última pesquisa por la biblioteca. Sacó un libro cualquiera, titulado "El libro Rojo", de dos autores de los que se alcanzaba a ver sólo las iniciales de los apellidos: B. y B. Era un tomo grueso y ajado, manchado en muchas partes y con unas cuantas páginas rotas. Al final, una nota del editor, o algo parecido:
"Pude continuar este libro gracias a un extraño descubrimiento de esta época. La sustancia Bab." Aquí se interrumpía, debido a una mancha que lo hacía ilegible. Firmaba un tal S. G.
-Demasiado misterio por aquí- murmuró Dil en voz baja- y no estoy con el ánimo como para intentar sacar algo en limpio de este libro.- y lo dejó de nuevo en la estantería. Quizá esa noche, podrían ir a la Cámara de Merlín de nuevo, aunque ella no quería volver a sacarle el anillo a Fleur "¡Quizá ya se dio cuenta!" pensó. Se le ocurrió una idea que pondría en práctica: así no arriesgaba ni su colegiatura, ni su secreto. Su padre moribundo le había hecho prometer que, a menos que estuviera en peligro de muerte, no revelaría el secreto. y ella tenía unos nueve años.
-Mejor me voy a la Sala Común.- se dijo en voz alta. Allí se encontró con una escena peculiar, por decir lo menos. Harry estaba con cara de sentirse pésimo, mientras Ron intentaba levantarle el ánimo.
-¿Qué pasó aquí?- preguntó.
-Este.- comenzó Ron- bueno, es que tuvo una pelea con mi hermana, y.
-No le di mucha importancia.-continuó Harry, con desgana.- Pero llegué aquí y le pregunté a Ron el significado real de lo que me dijo y.
-Resulta que Ginny terminó con él.- finalizó Ron. Harry bajó la cabeza.
-Vamos, Harry.- lo animó Dil- No es más que una pelea de pareja. Ya se pondrán bien.
-Pero.lo que me dijo.
-¿Qué te dijo?
-Me llamó cínico. Parecía creer que la engañaba o algo así.- no quiso puntualizar "con Hermione", o quizá Ron también se enojaría con él.
-Oh, no. ¿Tuvo un ataque de celos?- preguntó Dil, preocupada.
-Sí.
-mmm.Si no hubiese sido eso, sería más fácil. No te preocupes, trataré de convencerla.
-Creo que no lo lograrás. No te quiere ver ni en pintura.- contestó Harry, sonriendo irónicamente.
-¿Y por qué?
-¡Porque cree que la engaño contigo!- le soltó a bocajarro
-¡¿Eso cree?!- Exclamó Dil. Se había ruborizado de golpe, pero se rió, intentando restarle importancia- ¿Acaso se desquició? No te preocupes.déjamelo a mí.
Honestamente, a Harry no le agradaba la idea de dejárselo a Dil. Después de todo, conocía de la falta de tacto de su amiga; como cuando le dijo esa sarta de cosas a Snape. Pero no tenía más remedio, Ginny le había dicho que no lo quería ver más. Eso sí, Dil lo calmó diciéndole:
-Ya veré como lo hago, lo pensaré un poco. No quiero empeorarlo más de lo que está.
-¡Hola chicos!- saludó Hermione, entrando. Venía de muy buen humor.
-Hola Hermione.- contestaron. Ron se preguntaba por qué estaba de ese animo, si los últimos días había estado nerviosisima, debido a la imposibilidad aparente de seguir traduciendo. Y es que Hermione nunca hacía las cosas a medias.
-¡Adivinen qué!- Exclamó- ¡Ya sé como terminar de traducir!
-¿En serio?- Harry levantó un poco la cabeza- ¿cómo?
-Existe una sustancia legendaria que permite traducir cualquier cosa al idioma de quien la utiliza. Se llama "Babylonnium", o algo así. Tengo la receta aquí, pero deberemos bajar, porque los ingredientes son muy difíciles.
-Por mí, ningún problema.- dijo Dil.- con tal que los chicos estén dispuestos a trasnochar.
Esa noche, bajaron hasta el armario de la limpieza de las mazmorras. Hermione preguntó:
-¿Cómo vamos a entrar? No tenemos el anillo, no conocemos la contraseña.
-Espérenme afuera.- contestó Dil- les avisaré cuando puedan pasar.- dicho esto, se metió dentro del armario y cerró la puerta.
-¿Qué nos ocultará?- se preguntó Hermione.- ¿No creen que está demasiado misteriosa?
Los chicos asintieron en silencio. Se oyeron unos golpes por dentro del armario, Dil les avisaba que ya podían entrar.
-Nunca habíamos entrado por aquí- comentó Ron.
-Se levanta la cubeta de allá de la esquina, se llena con quitamanchas y aparece una puerta trampa, la que ven allá al fondo, en el piso. Entonces, se dice la contraseña.
La puerta trampa estaba abierta. Daba la impresión de ser viejísima, y tenía una argolla que la abría. Hermione se lo pensó un poco, y preguntó:
-¿Y cual es la contraseña?
-Eh.buena pregunta- reconoció Dil.
-¿Y como abriste la puerta trampa?- inquirió Hermione, intentando sonsacarle a Dil la respuesta.
-No. no lo diré, lo siento. Ahora. ¿qué les parece si bajamos? Estamos perdiendo el tiempo aquí.- contestó Dil, algo picada. Los chicos bajaron la larguísima escalera existente bajo la puerta trampa; y la Cámara de Merlín se iluminó con una luz tenue y plateada. Miraron hacia arriba: No había ninguna vela, pero el techo tenía la imagen del cielo exterior, tal como el gran comedor.
-Que raro- comentó Ron.- Las otras veces que hemos entrado, no se encendía el techo.
-Supongo que hay que entrar por la puerta para que se encienda.- contestó Hermione. Harry no decía ni una palabra. No se encontraba con el ánimo como para comentar nada. El recuerdo de Ginny cortando con él lo hacía sufrir.
-Bueno, a trabajar- dijo Dil.- necesitaremos un caldero, y. ¿cuál es la receta, Hermione?
Hermione sacó la profecía y una hoja de papel muy doblada de su bolsillo. Las dejó sobre la mesa, encendió su varita, y comenzó a leer:
-Receta del Babylonnium:
Una pluma de la cola de fénix centroamericano. ( quetzal)
100 gr de escamas de dragón asiático.
1 cuerno de unicornio europeo hecho polvo.
10 gotas de sangre de tortuga africana.
100 ml de veneno de basilisco australiano.
Un cuarto de litro de hidroplata.
Una ramita de muérdago.
5 litros de agua de la poza de Godric.
-Oh, genial Hermione, ¡Esos ingredientes son taaan fáciles de conseguir! Me encantaría saber como vamos a conseguir todo esto.- dijo Ron, ironizando.
-Está aquí- contestó Hermione, echándole una mirada al armario. Recogió un caldero y le indicó a los demás que le trajeran todo lo que encontrasen allí. Los demás obedecieron, vaciaron el armario, y depositaron los frascos sobre la mesa, mientras Hermione hacía aparecer un fuego azul bajo el caldero.
-Bueno, ¿por donde empezamos?- preguntó Dil-Se supone que tú eres la de la receta.
-A eso voy- dijo Hermione. A ver. aquí dice que hay que depositar cuatro litros de agua con muérdago en el caldero hasta que hierva. Medio litro de la restante se mezcla con el polvo de cuerno de unicornio, el otro medio disuelve la sangre de tortuga, y se echan las escamas de dragón en la hidroplata. Ron, alcánzame la hidroplata, por favor.
Ron estiró el brazo para alcanzar el matraz con el líquido plateado, y pasó a llevar otra, volcando su contenido. justo encima del pergamino con la profecía. El pergamino se borró completamente.
-Ooops.- murmuró incomodo.
-¡Ron! ¡Mira lo que hiciste!- exclamó Hermione furiosa, pateando el suelo. Levantó el pergamino empapado, para observarlo mejor. No quedaba ni rastro de las runas.
-Te felicito, amigo mío. Has encontrado el borrador universal.
-Dil, no es momento para bromas- susurró Harry. Hermione estaba furiosa. En ese momento, el frágil pergamino hizo un ruido algo así como "¡Whist!" Y se desintegró, dejando sólo un montoncito de polvo amarillento en la palma de Hermione.
-Hermione, no entiendo por que te pones así. Después de todo, ya todos la sabemos de memoria. Seguro que podemos volver a escribirla.- murmuró Dil, tironeándole la ropa- Deja en paz a Ron.
-¡Que lo deje en paz!- repitió Hermione, incrédula- ¡Tres semanas traduciendo la maldita profecía y él lo echa a perder todo!
-Lo siento.- dijo Ron, con un hilo de voz.
-¡Pues con sentirlo, no lo vas a arreglar!
-¡Y con pelear tampoco! ¡No se peleen!- exclamó Harry. Dil tiene razón, podemos volver a escribirla.
-¡No es necesario! ¡Me voy, ya que les estorbo tanto!- exclamó Ron. Sin coger ni la capa invisible, salió de la Cámara dando un portazo y desapareció.
-Hermione, no tendrías que haberle gritado- dijo Harry.- ¿Qué te pasó? Casi nunca te enfadas así.
-Yo.no lo sé, de repente me dio tanta rabia. lo siento- balbuceó Hermione.- mejor vámonos. Ya no tiene caso.
-Esperen. ¡Ron se meterá en problemas!- exclamó Dil- ¡No se ha llevado la capa, Filch lo pescará!
-Yo voy por él- dijo Harry.- Ustedes vuelvan a la Sala Común. Sacó el mapa y ubicó la conserjería. En efecto, allí estaba Ron. Corrió por los pasillos hasta el despacho de Filch. Este rebuscaba en sus cajones por una pluma. Harry sacó la cabeza de la capa y le hizo señas de que se acercara, aprovechando la distracción de Filch.
-Vagando fuera de la cama a las dos de la mañana. ya verás lo que te va a suceder, espera a que encuentre mi pluma- rezongaba Filch, con la vista fija en sus cajones.
-Psst.Ron, bajo la capa, rápido.- Ron hizo caso, pero le dijo a Harry:
-Pero Filch sabrá que me escapé.
-No, no sabrá nada. Pero tengo que ver si me da resultado. ¡Obliviate!- dijo apuntando a Filch. Este dejó de revolver en los cajones, y se preguntó en voz alta:
-¿Qué era lo que buscaba? Ah, una pluma para llenar la detención; tenía un alumno aquí. ¿cómo se llamaba? Debe haber escapado, bueno, no puede estar muy lejos. Vigila por esos corredores de allá, mi tesoro.
Al parecer, el conjuro no había funcionado del todo. La señora Norris, que se encontraba en la oficina, maulló mirando justo en la dirección en que se encontraban Harry y Ron cubiertos por la capa. No era la primera vez que estos se preguntaban si la capa funcionaba con los gatos, y en ese momento, tenían casi la convicción de que no. Estaban en el umbral de la puerta, cuando en ese momento, alguien invisible (ni Harry, ni Ron) la cerró y taponó con chicle la cerradura. Peeves se volvió visible, y con una risa maliciosa, desapareció zumbando por los corredores.
-Creo que, por primera vez, tengo razones para agradecerle a Peeves- murmuró Ron.
-Vámonos, antes de que logre salir- murmuró a su vez Harry. La cerradura giraba, pero se atascó y no abría, la puerta se movía, y una voz furiosa gritaba dentro:
-¡Ya te voy a atrapar, Peeves! ¡Espera a que salga de aquí!
-De buena me salvaste, Harry. Gracias.
-De nada, Ron. Vámonos, me muero de sueño.- contestó Harry, con un bostezo. Desde que había tenido esa pesadilla, y encontrado la profecía, no había dormido como correspondía. Volvieron a la Sala Común cubiertos con la capa. La Señora Gorda estaba muy molesta:
-Bueno, ¿Se creen que esto es Diagon Alley? Entran y salen sin ninguna considera.
-"Claroscuro Corintio"- la cortó Harry. El retrato se abrió de mala gana y pudieron entrar. El fuego, como había podido comprobar Harry hace algún tiempo, ardía toda la noche en la chimenea. Dil y Hermione los esperaban en la Sala Común.
-¿Cómo les fue?- preguntó Hermione.
-Bien. No alcanzaron a ponerle la detención a Ron.- contestó Harry, saliendo de la capa invisible. Ron no se la sacó.
-Ron, sal de ahí.- pidió Dil, pero Ron no se inmutó. Vieron abrirse la puerta que conducía a los dormitorios de los chicos. Hermione dijo:
-Ron, siento mucho haberte gritado. Ven, hagamos las paces, ¿sí?- Por toda respuesta, Ron dio un portazo. Harry meneó la cabeza, y comentó:
-Lo que faltaba. otra vez
-¡Dije que lo sentía!- exclamó Hermione, exasperada- ¿Qué más quiere?
-No lo sé.
-Vamos a dormir todos, chicos- dijo Dil, bostezando.- Mañana tendremos un día largo. Vamos a tener que volver a escribir esa cosa. Y hay paseo a Hogsmeade, nunca he estado allí. Buenas noches.- dicho esto, subió por las escaleras hacia los dormitorios de las chicas. Hermione subió también, con un poco de remordimiento. Harry subió la otra escalera y entró a su dormitorio. Ron tenía las cortinas de su cama corridas. Harry se temió otro periodo de depresión, abrió las cortinas y.él estaba durmiendo. Harry se puso el pijama, se quitó los anteojos, y se durmió también casi enseguida.
Lo despertó al día siguiente la voz animada de Dil en pijama, que gritaba "¡Despierten!, ¡Resultó, resultó!". Harry se colocó los anteojos, se incorporó, y dijo:
-¿Qué ocurre? ¡Se supone que no pueden estar aquí! ¿Y si te ven los otros chicos?
-Oh, claro.- contestó Dil, con sarcasmo.- ¡Esta habitación está llena de chicos! Claro que deben tener una capa, porque yo solo te veo a ti y a Ron.
-¿Dil? ¿Qué haces aquí?- preguntó Ron, con un enorme bostezo, mientras se estiraba.
-En primer lugar, par de flojonazos, son las once y media de la mañana. ¡Vamos, vístanse! Los espero abajo.- salió dando un portazo.
-Si siguen golpeándola así, esa pobre puerta va a terminar saliéndose.- comentó Ron- Bueno, ya que nuestra querida amiga nos despertó, es hora de que bajemos. Me pregunto si aún quedará algo para desayunar en el Gran Comedor.
Los chicos se vistieron, y bajaron las escaleras a la Sala Común, preguntándose que era eso tan importante que tenía Dil que decirles. A Harry le dolían todos los huesos, pero no creía que se debiera a las salidas nocturnas. Abajo estaban esperando Hermione y Dil. Al ver a Hermione abajo, Ron dio la media vuelta, para volver a subir al dormitorio. Alguien ordenó desde la Sala Común:
-Ron, ven acá en este mismo momento.- para sorpresa de Harry, Ron hizo lo que le indicaron, y siguió bajando, más rápidamente que la vez anterior. "¿Le habrá echado un imperius?" Se preguntó, intrigado. Bajó a la misma velocidad, hasta que se puso a la altura de Ron.
-¡Miren esto!- exclamó Hermione, alzando un pergamino. Ya no estaba en blanco y hecho polvo, como la noche anterior, de hecho, estaba escrito y reconstituido nuevamente. Y lo mejor, estaba escrito en un idioma que conocían: En inglés.
-¡Genial! ¿Cómo lo lograron?- exclamó Harry, algo más animado que la noche anterior, en la que no quería absolutamente nada con nadie. La verdad, sólo había bajado porque la profecía era un asunto "de importancia mundial"
-Bueno, yo quería botar el polvo, pero Hermione quería conservarlo. Lo dejó sobre la mesa de noche, en una cajita. Y a la mañana siguiente, estaba el pergamino sobre la mesa, entero traducido.
-Yo quería disculparme. Lamento haberte gritado anoche.- se disculpó Hermione, un poco tensa. No sabía cuál iba a ser la reacción de su amigo.
-Está bien- contestó Ron, sin mucho entusiasmo. Se quedaron parados uno frente al otro. Sin saber que más agregar. Harry se quedó esperando. ¿Qué les pasaba a esos dos?
-¡Pero bueno! ¿Se van a quedar así?- exclamó. Se sonrieron, y Hermione le dio un abrazo a Ron, mientras se lamentaba:
-¡Lo siento! ¡De verdad lo siento mucho!
-¡Ay, esta gente! ¡Su problema es que no son nada espontáneos!- le susurró Dil. Harry notó que Ron estaba un poco incómodo con el abrazo, pero más contento que al bajar la escalera. Se separó de Hermione, algo confuso y enrojecido hasta la raíz de su pelo, mientras la trataba de calmar:
-Vamos, no te preocupes más.
-Eh, parejita- los chicos miraron a Dil furiosos- .Lo siento- se disculpó- chicos, ¿no van a leer la traducción, esta?
-Ah, claro. Léela tu, Harry.- contestó Ron, alcanzándole el pergamino a Harry:
-La doble bestia se consuma.
La noche avanza, la poderosa magia perece.
El tiempo de los impensables, las almas nimias
Se acerca para a todos asombrar.
La quinceava Trinidad desde cien ciclos lunares
De la quinceava casta de sol
De un cuarto poder recibirá auxilio
Más no bastará para al rey negro derrocar.
El fracaso se acerca, quizá desaparezcan:
Pero eso no dependerá de ellos.
La indicación se presentará: ¡Prestad atención!
En aquel élfico tripoder regenerado
Un zahorí habrá en quien converjan dos energías.
El albur del mundo está en sus manos.
Será puesto a dura prueba: suya será la decisión.
Los chicos se miraron desconcertados. Ron se encogió de hombros, y comentó lo que todos estaban pensando en ese momento.
-Me van a tener que disculpar, pero no entiendo nada.
-Yo tampoco- reconoció Hermione, poniendo cara de frustración.
-¿Y ahora, que hacemos?
-Sonará a frivolidad, pero yo me muero de hambre. ¿Bajemos a ver si queda algo en el comedor?
Capítulo XXXIV: La huelga
Bajaron al comedor, y se llevaron una sorpresa. Todo Hogwarts estaba esperando frente a las mesas. Se escuchaban algunas protestas; y los profesores. Mc Gonnagall estaba tan seria que daba miedo, Snape parecía un vampiro más que nunca, Fleur llevaba el plateado pelo enmarañado, y Dumbledore parecía divertido. Se levantó de la mesa de los profesores, murmuró algo, y se abrió una trampilla en el piso, a la izquierda de la mesa. El director entró, bajó algo que parecían unas escaleras, y desapareció de la vista. Las protestas se reiniciaron con algo más de fuerza, y los profesores no parecían precisamente dueños de la situación.
-¿Pero que pasó aquí?- exclamó Harry. Dean Thomas se dio vuelta, y le contestó que nadie sabía ninguna cosa, pero que no les habían dado nada que comer desde la mañana. Se sentaron en la mesa de Gryffindor, a esperar como todos.
-¿tendrá que ver con.?- comenzó Dil, incómoda. Hermione le respondió antes de que terminara.
-¡Los elfos! Oh, no.
Dumbledore gritó desde el subterráneo algo que nadie más escuchó bien, pero Mc Gonnagall se levantó y anunció a los alumnos.
-¡Todos a Hogsmeade! Los de primer y segundo curso podrán ir también, excepcionalmente.- la última palabra la dijo como si lo reprobara- Se quedarán allí hasta que los profesores vayan a buscarlos, tuvimos problemas en las cocinas. Vayan a comer a "Las Tres escobas", el colegio invita.- se sentó, moviendo la cabeza. Parecía tener migraña, o algo así. Los alumnos vivaron y se encaminaron atropelladamente a la puerta de salida.
-¿Pero qué pasó?- preguntó Ron, que no había escuchado la conversación de Hermione y Dil.
-¡Los elfos se han sublevado!- contestó Dil
-¿Se han sublevado?- repitió Harry, incrédulo. ¡El trabajo de ir y decir esa cantidad de cosas, la otra vez en las cocinas, le había resultado a las chicas!
-Y eso que yo ya no lo creía posible, con la cantidad de tiempo que pasó, y nada.
-¡Pero yo no quería causar esta clase de problemas!- exclamó Hermione- ¡Solo quería que fueran libres!
-Lo sabías, Hermione. Sabías que iba a pasar. Todo tiene una consecuencia en la vida, ¿Sabes?
-¿Ahora quien te crees, Dil?- preguntó Hermione irritada- ¿Pablo Coelho?
-¿Quién es ese?- preguntó Ron
-¡Olvídalo!- exclamó con un suspiro- lo hecho, hecho está. Vamos. No quiero correr el riesgo de que alguien nos escuche, y luego le vaya con el chivatazo a Dumbledore.
Atravesaron los terrenos, hasta llegar a la verja de entrada. Salieron del castillo, y enfilaron al pueblo. Estaba todo lleno, y Dil miraba para todas partes como una niña pequeña.
-Bien, ¿Qué quieren hacer primero?- preguntó Harry, sin mucho animo. La verdad, ahora entendía en parte la depresión de Ron en marzo. El recuerdo de Ginny lo perseguía. "¡Eres un cínico, Harry!" La frase le retumbaba en la cabeza.
-Mmm. ¡Vamos a comer a las Tres Escobas!- propuso Ron. Los demás acogieron la propuesta con ganas. Todos estaban muertos de hambre. Cuando por fin llegaron al bar, este estaba lleno hasta el tope de alumnos. Lograron encontrar una mesa vacía al fondo, y luego de un buen rato, llegó a atenderlos la Señora Rosmerta, con aspecto de cansada.
-Perdón por el retraso. ¿Qué van a pedir?
-¡Yo quiero probar la cerveza de mantequilla!- dijo Dil de inmediato- Y.¿Qué hay para comer?
La Señora Rosmerta les alcanzó una minuta, y no sin avisar que volvería para tomar la orden, salió corriendo hacia la otra punta del local: Unos de Slytherin la estaban llamando, seguramente para quejarse por algo.
-Me pregunto que habrá sido de Draco Malfoy- comentó Hermione, mirando hacia los de Slytherin. Ron la miró con cara de pocos amigos, y le preguntó:
-¿Y que es lo que te interesa de ese estúpido?
-¿Quién es Draco Malfoy?- preguntó Dil, interrumpiendo a Hermione, que iba a lanzar una respuesta mordaz. Harry contestó:
-Es el equivalente de Sellers, solo que se ensañaba con Ron. y conmigo.
-¿De verdad? ¿Y que ha sido de él?
-Desapareció a principios de febrero. Nadie lo sabe, y en lo personal, no me importa tampoco. ¿Se decidieron por algo?
-Pastel de calabaza- dijo Ron
-Podría ser un sándwich- señaló Hermione
-Guiso de pollo y verduras- contestó Dil.- ¿Y tú?
-Quisiera probar algo nuevo. ¿Se han fijado que en Hogwarts repiten un poco las comidas?
La señora Rosmerta regresó a la mesa para tomar la orden. Mientras anotaba los pedidos, comentaba las últimas noticias y criticaba un poco al ministro de magia. Los chicos se enteraron por ella de que el Consejo de Magos había solicitado la dimisión de Fudge.
-¿En serio? ¿Y a quién pondrán?
-Aún no se sabe. Dimitirá en un mes, así que tendrán tiempo para decidirse. Veamos. cuatro cervezas de mantequilla, una porción de pastel de calabaza, sándwich de carne y tomate, guiso mixto y. ¿Qué vas a pedir, Harry?
Harry se decidió por algo que parecía salmón con puré. (¿De donde sacaban pescado, si estaban entre medio de las montañas?) La señora Rosmerta se alejó, y trajo el pedido al cabo de un rato. Los chicos comieron, mientras discutían sus planes.
-Esto está excelente. a propósito, ¿Qué vamos a hacer ahora? Ya traducimos, pero no se entiende nada de nada.
-Hay que descifrarla, Dil. Habitualmente, las profecías están escritas en clave. Será fácil, creo yo.- contestó Hermione.
-Eso crees tú. Para ti, todo es fácil, sabelotodo- espetó Ron disgustado
-¿Qué te sucede, Ron? ¿Y esa agresividad?- se sorprendió Hermione.
-Déjalo, Hermione. Se ha puesto celoso apenas mencionaste a Draco Malfoy.
-¡Dil!
-¡Ok, lo siento Harry!- se disculpó Dil- sé que a veces soy inoportuna, pero no puedo evitarlo.
-Bueno.disculpada. Y tú, Ron, trata de controlar tu genio, por favor.- suspiró Harry- ¿Es que no se puede comer en paz?
-Está bien- contestó Ron, fastidiado. Harry retomó el hilo de la conversación, y preguntó:
-Entonces, ¿Qué haremos para interpretarlo?
-Bajemos. Allí debe haber más material que pueda ayudarnos.
-¿Esta noche?
-Esta noche.
Terminaron el almuerzo, y luego de pagar salieron a recorrer Hogsmeade. Entraron a Honeydukes, abarrotada también de alumnos, y se pusieron en la cola para que los atendieran.
-Me fascina el chocolate- comentó Dil, mirando hacia la estantería correspondiente.
-Yo no he comido chocolate desde tercer curso. Me harté para toda la vida después de tantas veces que tuve que comerlo a la fuerza.- contestó Harry, recordando tercero: cada vez que se desmayaba, o tenía un accidente le hacían tragar enormes trozos de chocolate en la enfermería.
-Yo prefiero las Grageas de Todos los Sabores- manifestó Ron.- Y los sapos de menta, las meigas fritas, el helado levitador, el confite de calabaza, la crema de Cornualles.
-¿Cómo comes tanto y no engordas?- bromeó Hermione, recordando como se atiborraba Ron de golosinas en los cursos anteriores. Ron se encogió de hombros, y se rió. Salieron del negocio con el bolso lleno de dulces.
-¿Adónde vamos ahora?
-¡Vamos a Zonko! ¡Estoy seguro que a Dil le gustará!
-¿Qué es Zonko?
-Es un negocio donde venden artículos de broma. Es genial, ya lo verás.
-¿Y si me vengara de Snape o Sellers poniendo.?
-Olvídalo, Dil- la cortó Hermione- tendrás problemas.
-¿Problemas? ¿Y que es lo único que he tenido desde que llegué a Hogwarts?- inquirió Harry, riéndose por primera vez en el día.
-O mejor, ¿Qué problema no has tenido?- contestó Ron, riéndose también.
Cuando llegaron al lugar, este parecía estar finalizando una remodelación, y estaba recién pintado. Los cuatro se quedaron de piedra al ver un enorme letrero que anunciaba "Sortilegios Weasley". Ron se dirigió a los demás, y preguntó:
-¿Qué creen que habrá pasado?
-¡Que tal, hermanito! ¡Mañana abrimos!- Ron volteó, y como esperaba, uno de los gemelos estaba en la puerta. El otro salió de la tienda también, con una enorme caja llena de escombros.
-¿Son tus hermanos?- se sorprendió Dil.
-¡Hola Harry! ¡He aquí el nuevo local de "Sortilegios Weasley" y. ¿Quién es tu amiga?- Saludó Fred, dirigiéndole una mirada maliciosa a Dil, y otra a Harry. Esta se ruborizó cuando entendió a que se refería.
-¿Y yo? ¿Qué no existo?- Exclamó Hermione en broma
-¡Claro que sí! ¡Vengan, pasen!- saludó George, dejando la caja en el piso.
Entraron a la tienda, y se encontraron en un espacio lleno de repisas con artículos de broma. Sobre el mesón, al fondo, un grueso catálogo de pedidos. El local en sí se notaba bastante desordenado, cosa normal en los gemelos. George dijo que el desorden era para darle "ambiente" al local.
-El chiste, es que nadie pierda con el cambio.- señaló uno de los gemelos.
-¿Y qué pasó con Zonko?
-¡Nuestro gran maestro!- suspiró Fred.
-¡Le debemos tanto!- coincidió George- pero el dueño del local era soltero, y ya estaba algo viejo.
-¡Pobre Magnus Zonko! Dijo que quería retirarse y le compramos el local- finalizó Fred.
Siguieron conversando por un buen rato. Los gemelos eran ambiciosos, y querían ampliar la tienda y aumentar la cantidad de artículos de broma. Salieron bastante tarde, con los bolsillos atiborrados de caramelos longilinguos, galletas de canario, una tarta de crema que volvía la piel verde, y media docena de petardos, que lanzaban un gas que variaba el efecto en cada persona. A Ron le provocaron un ataque de risa, y a Harry una leve pérdida de memoria: no recordaba nada de lo sucedido desde que había salido de las Tres Escobas.
La voz de Mc Gonnagall retumbó por las calles de Hogsmeade:
-¡Todos los alumnos de vuelta al colegio! ¡Repito, todos los alumnos de vuelta al colegio!
-¿Creen que hayan resuelto el problema con los elfos domésticos?
-No. no lo sé. Mejor volvamos, o nos quitarán puntos.
Cuando llegaron al colegio, los elfos seguían en paro, y Dumbledore seguía en las cocinas. Los profesores estaban de pésimo humor, y los mandaron a dormir. Claro, salieron cubiertos con la capa hacia la Cámara de Merlín, para buscar algo que sirviera para interpretar la profecía.
Los corredores estaban desiertos y oscuros. No se animaron a encender el Lumos, y bajaron con prisa al armario en las mazmorras. Filch hacía la ronda cerca de allí, y tuvieron que esperar un buen rato a que se marchara.
-Juraría que he oído pasos, tesoro- susurraba. Seguramente, la Señora Norris se encontraba al lado de él.- Bien, vigila este pasillo. Yo iré por allá.
La repugnante gata se quedó estática en el lugar, justo frente a los chicos, que estaban muy nerviosos bajo la capa. Parecía que la gata podía sentir su presencia, pero no verlos.
-vete.-susurró Harry, pero como era de esperar, la gata no se movió ni un milímetro. De hecho, movió una de sus orejas, como si hubiese percibido algún sonido.
-¿No hay forma de distraerla?- cuchicheó Ron. Dil sabía muy bien como hacerlo, pero no podía. había jurado guardar el secreto.
-Si quebrásemos algo.- murmuró Hermione. Pero no. Era materialmente imposible acercarse a una repisa, y también lo era sacar la varita y quebrar algo. De repente se oyó un estallido: un frasco se había caído de uno de los numerosos aparadores. La Señora Norris corrió hasta el lugar, lo que dejó a los chicos libres de seguir avanzando.
Llegaron al armario de la limpieza, y como antes, Dil los hizo esperar afuera. Luego les avisó que ya podían entrar, y todos bajaron a la Cámara, a seguir trabajando en el pergamino que los tenía de cabeza desde hace mucho.
Entraron los cuatro a las cocinas. Dobby fue a saludarlos enseguida, pero Hermione le dijo que estaban allí por una razón, que esperara y lo sabría. Ella le preguntó al elfo que tenía más cerca:
-¿A quien están obligados a obedecer?
-El Prof. Dumbledore nos dijo que a todos ustedes, señorita.
-¿Y si yo les ordenara divertirse, que harían?
-Deberíamos obedecer, señorita.- contestó el elfo, bastante sorprendido.
-¿Y que es para ti la diversión?
-¿Lavar los platos?
-No, eso es una obligación. Tendrías que divertirte si yo te lo ordeno, porque un elfo que no obedece, no es un buen elfo- completó Hermione
-Díganme una cosa.- le dijo Dil a una elfina- Ustedes tienen la obligación de trabajar pase lo que pase. ¿Y si enfermaran? No podrían hacer bien su trabajo, y un elfo que no hace bien su trabajo, no es un buen elfo. ¿Qué harían entonces?
-No lo sé, señorita- contestó una elfina
-Deberían tomarse unos días, para poder recuperarse. Aquí habría suficientes elfos como para reemplazarle hasta que se recuperara. Y podría hacer mejor aún su trabajo, y un elfo que hace bien su trabajo es un buen elfo.
Harry y Ron se miraron, admirados: ¡Era un plan genial! Todo basado en la mentalidad de un elfo domestico, para que estos, de una forma sutil, fueran "tomando conciencia" como decía Hermione. Decidieron seguir el juego:
-Winky- comenzó Ron- el año pasado no trabajaste, porque te sentías mal, y nadie te había ayudado. Una elfina que no trabaja no es buena. Pero cien elfos que no ayudan a su compañera a hacer bien su trabajo, son peores.
-Pero Winky trabaja ahora, señor- contestó Winky
- Si, pero me refiero a que, en vez de ayudarte a trabajar, los demás no hicieron nada. Debieron haberte ayudado, porque ellos saben que una elfina que no trabaja, no es buena.
- Veamos. un elfo cansado no hace bien su trabajo- le dijo Harry a otro elfo- Y un elfo que no hace bien su trabajo, no es un buen elfo. Y un elfo que no es bueno, merece la prenda. ¿Qué harías entonces?
-No lo sé, señor- contestó el elfo, cada vez más sorprendido.
-Descansar un día. Hay suficientes elfos como para cubrir un puesto, y así, el elfo que descansa hace mejor su trabajo. Y es un buen elfo.
-¿Por qué usan esa toga de paño de cocina?- preguntó Hermione, a otro elfo.
-Es el símbolo de esclavitud del elfo doméstico, señorita.
-¿Y es cómoda? Te ordeno que me contestes.
-No, señorita- contestó el elfo. Avergonzado de su atrevimiento, fue a darse cabezazos contra la pared más cercana, pero Hermione lo detuvo.
-Yo te ordené que me contestaras. Así que no te castigues. Un elfo que trabaja incomodo, no trabaja bien y entonces, no es un buen elfo. Un elfo que no trabaja bien no sirve para nada. Con ropa, trabajaría mejor. Y un elfo que hace bien su trabajo, es un buen elfo.
-¿Por qué no aceptan la paga?- preguntó Dil
-Un elfo doméstico no recibe paga, señorita. Es algo malo.
-¿Y por qué es malo?
El elfo no supo que contestar. Dil lo dejó pensando, y le preguntó a los demás
-¿Está todo listo?
-Si, ya lo dijimos todo.
-Bien, vámonos antes de que empiecen a debatir.- contestó Dil.
Se despidieron de Dobby, que les guiñó un ojo en señal de complicidad. Salieron y ella y Hermione comenzaron a morirse de risa:
-¡Resulto! ¡Resultó!
-¡Creo que nadie había podido idear nunca algo así!
-¡Ahora, hay que esperar los efectos!
Ron recordó algo de repente. Preocupado, comentó:
-¿y que haremos si hacen huelga? Nadie en el colegio podrá comer nada.
-Ooops- murmuró Dil- No había pensado en eso.
-No, no creo que hagan huelga. No todavía, seguirán trabajando. Pero un día van a subir al despacho de Dumbledore. Ya verán. Ahora, vamos a cenar. Me muero de hambre.
-Harry, ¿Crees que funcione?- le preguntó Ron
-Conociendo a esas dos, me extrañaría que no funcionara.- contestó Harry.
Subieron la escalera hasta el primer piso. A la entrada del Gran Salón, en el pizarrón de anuncios, había un aviso dirigido a los chicos de quinto, sexto y séptimo curso.
A los alumnos de Quinto, Sexto y Séptimo curso:
La ceremonia, banquete de graduación y entrega de premios especiales se efectuará el día sábado 4 de junio, a partir de las nueve de la noche. Será obligatoria la túnica de gala. Sean puntuales.
atte.
Minerva Mc Gonnagall
Directora Asistente
-¿Por qué a nosotros?- preguntó Harry- no somos de séptimo, así que no nos graduamos.
-Es que a partir del próximo año, formaremos parte de los cursos superiores. El TIMO se llama así, porque a los diecisiete podremos hacer magia afuera sólo si lo poseemos.- contestó Hermione.
-Ah, bueno.
Cenaron y subieron a la Sala Común. Se quedaron un rato conversando sobre lo que acababan de hacer en las cocinas y sus posibles consecuencias. Estuvieron allí hasta que Ron se quedó dormido en uno de los sillones. Entonces, subieron a dormir.
Capítulo XXXI: La profecía
Harry se puso el pijama y se durmió enseguida. Pero, aunque hace meses que no tenía pesadillas, esa noche volvió a tenerlas.
Era el mismo cuarto oscuro, de piedra, que había soñado antes. Ni siquiera estaba iluminado por la chimenea. Solo la escasa luz lunar que entraba por la ventana iluminaba algo aquel sitio. Una figura alta, delgada, que parecía obscurecer aún más el lugar, conversaba con una pequeña y temblorosa.
"-Colagusano, ¿Cómo marcha nuestro plan?"
"-A la perfección, señor. Mc Callan ya lo tiene todo preparado, hasta el último detalle."
"-Excelente. Harry Potter escapó de mí a mitad del año, por pura suerte. Pero quizá vivirá lo suficiente como para sentir.que hubiese sido mejor que hubiese muerto."
Harry no podía ver el rostro de Voldemort, quizá debido a la oscuridad, pero su voz. su voz se escuchaba diferente. En ese momento, un mortífago entró en la sala, y le entregó un informe a Voldemort. Este lo leyó, y variando su expresión a una sonrisa de cruel satisfacción (supuso Harry), anunció:
-"Cambio de planes, Colagusano. Me han traído el informe que esperaba, recién traducido."
-"¿Qué es, maestro?
-"una antiquísima profecía, Colagusano. Si resulta ser cierta, no tendré que matarlo aún, tal como esperaba."
-" ¿Está seguro de que resultará, maestro?"
"-Mi querido Colagusano- contestó Voldemort sonriendo con más ganas.- El Oráculo nunca falla. Y mientras el muchacho no se entere de la profecía, no sabrá nada de la última forma que existe de resistirse a mí."
"-Señor.¿Cómo supo de la profecía?"
"-Colagusano, Colagusano.- volvió a reír Voldemort- En mis años de Hogwarts descubrí muchas más cosas, aparte de la Cámara de los Secretos. Tuve acceso a un cuarto que sólo conocían los directores, la Cámara de Merlín. Allí hay magia muy poderosa, allí encontré el pergamino. No podía interpretarlo, por estar en ese lenguaje insoportable, pero ahora, Mc Callan ha terminado de traducirla... El muchacho está prácticamente en mis manos. Y todos verán lo estúpido que es haber pensado que un niño como ese haya podido ser más fuerte que yo."- terminó con una escalofriante risa, que le hizo a Harry arder la cicatriz a tal punto que despertó como otras veces: gritando.
Estaba bañado en sudor frío. No le importó que fueran las cuatro de la madrugada y despertó a Ron. Él no estaba muy contento, pero en cuanto Harry le explicó, despertó del todo. Por suerte, esa noche estaba Falcore, el fénix del proyecto, en el dormitorio. Lo mandaron a los dormitorios de las chicas para que trajera a Hermione y también a Dil.
Pero Dil ya estaba despierta. La encontraron en la Sala Común, acariciando al fénix que tenía en las rodillas.
-Oye, ¿Estabas despierta?
-No podía dormir. ¿Para qué me buscaban?
-Enseguida te digo, espera a Hermione.- Le contestó Harry. En el momento de decir esto, Falcore emprendió vuelo otra vez y subió las escaleras. En menos de cinco minutos, traía a Hermione tironeándole el pijama.
-¿Que pasa?- comenzó con un gran bostezo- ¿Saben que les puedo quitar puntos por estar fuera de la cama a esta hora?
-Escuchen esto- la cortó Harry. Y les contó todo su sueño. Al terminar, Dil estaba muy preocupada, pero Hermione se lo tomó a broma.
-¡Ah! ¡Y para eso van y me despiertan!- exclamó un poco molesta- Vuelve a dormirte, Harry. Fue sólo una pesadilla.
-No le hagas caso Harry- intervino Dil- Hermione, esta clase de sueños son premonitorios. Creo que lo mejor que podemos hacer es bajar a la cámara, esa, y buscar el pergamino, para salir de dudas. ¿No creen? El problema sería hacerlo sin que nos vean.
-Ah, bueno, ese no es un problema- contestó Ron, al tiempo que Harry subía corriendo la escalera.
-¿Qué saben ustedes tres que yo no sé?- preguntó Dil, intrigada. En ese momento, Harry volvía a bajar la escalera. Traía la capa invisible y su varita mágica.
-Vamos a necesitar las varitas- dijo.- ¡Accio, varitas de Ron, Hermione y Dil!
-Buena idea. ¿Podrá la capa cubrir a cuatro personas?
-Si, es bastante grande. Vamos.
Abrieron el retrato y salieron. Una vez fuera, Dil preguntó:
-¿Y cómo se llega hasta esa cámara?
-Eh.buena pregunta.- admitió Ron. Los tres amigos se quedaron mirando. En verdad, habían entrado y salido de allí mediante el anillo de Fleur, así que no conocían la manera de entrar. La cámara tampoco aparecía en el Mapa del Merodeador.
-¿Saben de alguien que sepa entrar?- preguntó de nuevo Dil
-Sí: Fleur Delacour. La profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Ah. ¿Me esperan un momento?- dijo Dil. Parecía tener un plan en mente.
-¿Le vas a preguntar? ¡Estás loca!
-¡No, no! Prometo que no le preguntaré. Pero espérenme. Vuelvo enseguida.- dicho esto, se alejó corriendo.
-¿Adónde irá?
Dil volvió como a los veinte minutos. Tenía algo en la mano, firmemente agarrado.
-Ya podemos irnos- dijo. Ante el asombro de los chicos, lo que tenía en la mano era el anillo de Ojo de Dragón.
-¡¿Lo robaste?!- preguntó Hermione incrédula.
-Eh.lo pedí prestado.- la contradijo Dil, visiblemente incomoda.
-¿Cómo lo conseguiste? ¿Sabes que tiene su despacho lleno de detectores?
Dil frunció el ceño, y, algo incómoda, contestó:
-Eso si que no se los voy a decir. Vamos, que estamos perdiendo el tiempo aquí- contestó, mientras se metía bajo la capa invisible. Se puso el anillo y murmuró "A la Cámara de Merlín". Casi automáticamente, aparecieron allí. El lugar estaba igual que en febrero: lleno de cofres, instrumentos extraños, pociones prohibidas. La oscuridad era total, ni siquiera había una miserable ventana por la que entrara una luz. Se pusieron a buscar entre los pergaminos, a la débil luz que proyectaba el lumos, sin ningún resultado. Harry reparó en un cofre partido en dos que estaba arrumbado en una esquina. Finalmente, a Hermione se le ocurrió decir:
-¡Accio, profecías!- de diversos cajones y cofres, salieron decenas de pergaminos, que se depositaron sobre una mesita cercana.
-¿Y como sabremos cual es? ¿Dijo Quien Tú Ya Sabes de qué oráculo se trataba?
-No, no lo dijo.- contestó Harry- Creo que lo mejor que podemos hacer es llevarnos el montón de papeles, leerlos y ver cuales tienen más relación con todo esto.
-Bien. Vámonos.- dijo Dil. Por lo menos, ya sabían donde quedaba la Cámara de Merlín. Había una larga escalera que llegaba hasta una puerta trampa dentro de un armario de la limpieza, en las mazmorras. De ahí, subieron hasta la torre de Gryffindor. Dil les dijo que entraran a la Sala Común, que no se preocuparan por ella, y que le dejaran la capa invisible. Así lo hicieron, y como a la media hora, ya estaba con ellos. Luego, aprovechando que faltaba poco para el amanecer, se pusieron a revisar el montón de pergaminos y llegar hasta la profecía por el método del descarte. Tomó cada uno unas veinte y empezaron a leer. Había profecías de Nostradamus (Casi todas alusivas al fin del mundo, pero sin relación a Voldemort), del Oráculo de Delfos, (No valían, predecían cosas que ya habían ocurrido) I- Ching, Islámicas, Judías, Aztecas, Mayas, Incas, unas cuantas Vikingas (el Ragnarok y el Völuspa) y Celtitas.cuando salió el sol, quedaban sólo treinta pergaminos por revisar.
-Mejor vamos a ponernos el uniforme- dijo Hermione- los demás no tardarán en bajar, y debemos disimular un poco que anduvimos por ahí.- agregó en tono crítico, mirando las ojeras de Harry, Ron y Dil.
-Vale. Ya nos vemos, muchachos- dijo Dil subiendo con ella.
Las clases se habían relajado un poco, terminados los TIMOS, aunque aún quedaban cuatro semanas en Hogwarts. Flitwick, Sprout y Fleur, por ejemplo, los dejaban divertirse un poco dado que no había nada más que hacer. Mc Gonnagall y Snape los agobiaron hasta el último momento con repasos. Las clases optativas habían acabado y tenían esas horas libres.
-¡Este si es un buen sistema!, ¿No, Hermione?- comentó Dil, saliendo de la sala de encantamientos. Usualmente, hubiesen tenido Adivinación y Aritmancia cada una, pero ahora podían irse a la Sala Común hasta tres horas más tarde. (Adivinación o Aritmancia, Runas, Cuidado de Seres Mágicos y luego tenían pociones)
-No te engañes- contestó Hermione, sujetando sus libros y apuntes, más de los normales, había insistido en estudiar pociones durante esa hora.- Es sólo por este año, el próximo volveremos a los exámenes normales.
-En esto, Hermione, -repuso Ron- si que te has equivocado. Seguimos así, porque el próximo año tenemos el examen de las MHB (matrículas de honor en brujería) y en séptimo, el ÉXTASIS.
-¿Y ahora? ¿Qué hacemos en esta hora?
-Propongo que le echemos un vistazo a las profecías que nos quedan.- dijo Harry.
-Está bien, vamos. Pero tengo una pregunta.¿Cómo las vamos a devolver después? El otro día intenté bajar de nuevo y me pedía una contraseña.- comentó Hermione.- y yo creo que hay que devolverlas, ¿no?
Los tres amigos se miraron. Ella tenía razón, no podían quedarse el montón de pergaminos, porque eran del colegio. Además, si Dumbledore o alguien más bajaba, y por casualidad llegaba a buscarlas, se sabría enseguida quien las había sacado. Sólo quedaba como alternativa usar el recurso menos recomendable: "Tomar prestado" (como decía Dil) el anillo de Fleur.
La Sala Común estaba desierta. Por lo visto, todos los demás preferían estar afuera que asfixiarse ahí por el calor. De modo que dejaron aparte las que ya habían descartado y cogieron las otras. Todas las profecías estaban traducidas, salvo unas pocas que estaban en latín; en yiddish, el dialecto hebreo; o escritas en runas. Estás últimas fueron traducidas por Hermione y Dil. Al final, sólo quedaban dos.
-".Y ha logrado, asimismo, que a todos: grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, les pongan una marca. Y ya nadie podrá vender ni comprar, ni realizar actividad alguna, si no está marcado con el nombre de la bestia, o con la señal de su nombre."- Leyó Hermione con dificultad, de un pergamino en yiddish- ¿Será esto?
-Puede ser- contestó Ron- pero fíjate, que según Harry, la profecía decía como podría Harry resistirse a Ya -sabes -Quien. ¿Qué dice la otra? Está escrita en runas, léanla ustedes, chicas.
-"Enned Leth istä rim deth gaür
Eth arineth gurthë ale gwathó
Miriel ó aglar perianneth
Hamröd estel iuvé edäin.
Et eärello ringarë rimethe at lempëthin
Ar tennër ringare maelaurë edäin
Ruthem valanë aglar estë
Ne gurthë atel gwathó guldur bele
Ne estel istari, mayth duspellen.
E Amarth ainurei ithe mär.
Linnod ele lastho beth lamen
Ale Quendi rinvalanë ne guldur
Eru edäin anyare iuvé
Ale valane ata beleg istari
Amarth dör remmen atë eru edäin
Hemressea atani anyä, eru edäin celeb ó tintallé."- Leyó Dil.- ¡¿Qué demonios es esto?! Está escrito en runas, pero no se puede leer.
-¡Debe ser esa!- estalló Harry perdiendo la paciencia- ¡Maldita sea! ¡Igual que con el diario, el cajón que no se abre, es el que corresponde!- no parecía haberse dado cuenta de que lo que acababa de decir, para lo demás no tenía ningún sentido, porque sólo él conocía la existencia del diario de su madre, y como lo había encontrado.
-Ley de Murphy- comentó Hermione.
-¡¿Ley de qué?!- preguntó Ron, extrañado- en mi vida he escuchado sobre eso.
-¿No? ¿Nunca has oído eso de que "El pan siempre cae con la mermelada hacia abajo"? O ¿Si algo puede salir mal, saldrá mal?
-Eh.. No.
-No importa, Ron. Bueno, descartamos la otra. Demos intentar averiguar que es lo que dice esta. Además, miren la hora. Vamos a llegar tarde a pociones.
-¿Es obligatorio ir? Digo, porque ganas no me faltan, pero nuestro profe ¡Es tan adorable!- comentó Dil - ¡Una auténtica ternura!
-Hay que ir, Dil- contestó Hermione, perdiendo la paciencia.- Por "simpático" que te parezca Snape.
-¡Lástima! Bueno, vamos.
Capítulo XXXII: Fin de la búsqueda
Pasaron antes a comer algo al Gran Comedor. A la entrada, el tablón de anuncios avisaba que el veintiocho de mayo había una salida a Hogsmeade para todos los chicos de tercero hacia arriba.
La mazmorra habitual se encontraba llena. Los alumnos se tomaron como una bendición el estar a la sombra, pues afuera hacía un calor insoportable, extraño incluso para el verano. Snape les entregó una guía de repasos muy gruesa, y les ordenó que trabajaran en ella durante la clase.
-¿Se han fijado en el calor que hace afuera? ¿Creen que tiene relación con el calentamiento global y el hoyo en la capa de ozono?- comentó Dil. Los chicos reprimieron una risita. Snape la miró con una expresión que Harry conocía muy bien: era idéntica a la que ponía cada vez que le veía a él.
-¡Señorita Sadjib, por interesante que sea la actual situación mundial, la suya será peor si no se calla!- gruñó Snape- Recuerde que reprobó pociones.- desde ese momento, Snape no dejó de sacar en cara los defectos de Dil, mientras daba el espacio para que los de Slytherin se rieran.
A la salida de la clase, Snape anunció que los reprobados tendrían que intentar salvar sus calificaciones dando un segundo examen el 29 de mayo. Dil sabía lo que le esperaba: Snape le pondría un examen ultra-difícil sólo a ella, para que reprobara de nuevo y pudieran expulsarla. Pero esto no la acomplejó en lo más mínimo. "Bien, si cree que puede vencerme, Snape no sabe con quién se metió." Pensó.
-¡Ah! Sadjib.¿Es cierto lo que dice Snape? ¿Reprobaste el examen más fácil en la historia de Hogwarts?- preguntó una voz cargada de malicia, cuando iban subiendo la escalera. Dil, sin voltear siquiera, contestó:
-Ese, Sellers, es mi problema.
-Ah, entonces lo admites.
-Si, sólo que opino que es mejor reprobar a aprobar por predilección de parte del profe. ¿Sabes? Yo nunca caería tan bajo como tú. Tengo dignidad, a diferencia tuya.- contestó Dil, comenzando a enojarse.
-Tu no tienes dignidad alguna, Sadjib. Alguien que miente y se disfraza por conseguir algo, no la tiene. ¿Sabes lo que le digo a tu dignidad? Tú y tu madre son solamente un par de asquerosas inmigrantes.- repuso Sellers.
Algo se quebró en ese instante, y ni para Harry, ni para ninguno de los demás había pasado más de un segundo, cuando Dil estaba sobre Sellers, golpeándole. La tuvieron que separar de Franz, de lo contrario, no lo habría soltado.
-¡Dil, déjalo, o tendrás problemas!- exclamó Hermione
-¡Se lo merece!- gritó Dil, trastornada, luchando por zafarse de Harry, que la sujetaba.- ¡Suéltame Harry!
Un Sellers completamente pasmado se levantaba en ese momento del suelo. Miró a Dil, histérica en sus intentos por zafarse y gritó:
-¡Estás loca!
-¡¿Loca yo?!- gritó Dil
-¡Si! ¡Y bien loca!
Lograron tranquilizar a Dil, lo que llevó un montón de tiempo. Sellers seguía allí, sin saber por que no se iba. Una vez que Dil se hubo calmado y que la dejaron de detener; Franz musitó un vago "Eh.yo me voy ahora" A lo que Dil contestó:
-Tu no te vas a ninguna parte, Sellers, no te lo he dicho todo aún. Sigo pensando que eres un maldito desgraciado, igual que en mi primer día en Humstall. Ahora, ¡Lárgate!
Sellers no tuvo que escuchar la orden dos veces, salió corriendo a toda pastilla. Los chicos le preguntaron a Dil por qué se había descontrolado así, a lo que ella contestó:
-Cuatro años de humillaciones no se quedan así. Más le vale que le sirva de lección, nadie insulta a mi madre.
-¡Espera Dil!- exclamó Hermione- Sellers le dirá a Snape y te expulsarán.
-Yo estoy con Dil- manifestó Ron- ¡Hizo todo lo que quise hacerle durante todo este tiempo a Malfoy! Eh.¿A dónde se fue Hermione?
Dicho esto, se oyó un pequeño estallido en la escalera, precedido por un embrujo: "¡Obliviate!". Se oyó la voz de Sellers, preguntando en que lugar se encontraba. Los chicos bajaron la escalera.
-¿Qué hacen acá afuera, tarados?- exclamó Sellers, al verlos- ¿Qué no saben que la clase de Snape comienza en cinco minutos?
-Ya te lo expliqué, Franz- contestó Hermione, muy tranquila- se suspendió la clase. Debes subir a tu Sala Común ahora. ¡Ah! Y deja de molestar a Dil.
Franz volvió a salir corriendo, esta vez en dirección opuesta. Tenía una expresión de embotado, que acentuaba la normal, de antipatía para con el mundo. Dil parecía no creerlo:
-¿Por qué lo hiciste? Yo le había dado una lección, y no quería que se le olvidara.
-Lo siento Dil- comenzó Hermione- pero tendrá que ser para otra vez. Este es el favorito de Snape, y no tienes ninguna necesidad de pasar el resto de tu vida limpiando frascos. ¿Y cómo sabía lo de tu. lo tuyo?
-Yo se la conté- contestó Dil, con amargura
-¿Cómo?
-¡Imposible!
-Sí, yo. El primer día de clase, y creo que fue lo peor que he hecho en estos últimos cuatro años. ¿Cómo podía saber que era uno de esos que.?
-¿Y por qué?
-Quería tener alguien en quien confiar, un amigo. En realidad, no tenía amigos de verdad. Los chicos de Humstall eran divertidos, y me agradaba conversar con ellos, pero no eran personas en las que confiara. Me sentía muy sola, hasta ahora.- terminó algo triste.
-¡Pero Dil, no estés triste!- Exclamó Hermione, sorprendida.
-Claro, nos encanta ser amigos tuyos. Eres la cuarta que le faltaba al grupo.- la apoyó Ron.
- Gracias chicos. Ahora- continuó, recuperando el animo habitual en ella- ¿Qué les parece si le damos un vistazo a ese pergamino espantoso, en quien- sabe- que idioma?
Unos minutos más tarde, se encontraban ya en la Sala Común vacía, cada uno con un vaso enorme de jugo de calabaza frío, revisando de nuevo el pergamino. Hermione, que generalmente tenía ideas para todo, se encontraba en un estado de crisis nerviosa debido a la frustración que le producía no poder descifrar la incomprensible profecía.
-¡No es posible! Se supone que en clase de Runas nos enseñaron la forma de traducir todo esto. tiene que haber una manera- exclamaba releyendo en voz alta una y otra vez la profecía.
-Cálmate, Hermione.
-¡¿Qué me calme?! ¡No! ¡Tiene que haber una forma! "Linnod ele lastho beth lamen. Ale Quendi rinvalanë ne guldur"- De repente, algo le iluminó el rostro y comenzó a repetir una palabra cada vez más alto.- ¡Quendi! ¡Quendi!
-¿Que pasa ahora? Porque...¡Ah! ¡Ya entendí! ¡Quendi! ¿Crees tu que...?- Continuó Dil
-¡Estoy segura! ¡Rápido, ve a buscar el libro!- Al decir esto, Dil salió disparada hacia el cuarto de las chicas. Ron miró a Harry con cara de no entender nada, y Harry hizo lo mismo.
-¿Qué les pasa a ustedes dos?
-Oh, ya lo verás, esperen y sabrán. Nunca pensé que.- no dijo más, porque Dil ya estaba allí con el libro. Hermione comenzó a pasar febrilmente las paginas.
-¿Qué libro es?
-"Historia de la tierra media y su legado. Tomo siete: diccionario de idiomas"- contestó Dil- Hermione me lo prestó cuando acabé el tomo tres.
-¡Lo encontré!- interrumpió Hermione.- ¡Esta profecía está en élfico! ¿Cómo empieza?
-" Enned Leth istä rim deth gaür. Eth arineth-istari gurthë ale gwathó. Miriel ó aglar perianneth. Hamröd estel iuvé edäin."- repitió Dil, alcanzandole el pergamino a Hermione.
-¿Como lo supieron?- preguntó Ron
-"Quendi". El pueblo de los elfos en élfico.-Y "Calaquendi", Altos Elfos, o "Elfos de la luz". explicó Hermione, alzando la vista del pergamino.- nos dió la clave. Leth: Número. Gaur: Bestia. Gurthé: muerte. Gwathó: Oscuridad. Arineth-istari: Gran mago.- comenzó Hermione traduciendo las palabras clave de los dos primeros versos.- Perianneth: gente pequeña, puede ser que niños. Edäin: humanidad.
-¿Como pones el resto entonces?- preguntó Harry
-Déjame ver- dijo Hermione consultando el diccionario.- "El número de la bestia se ¿cumple?. La oscuridad ¿avanza?, El grande (o gran mago) sucumbe. El ¿Turno? Sí. Turno, estoy segura, de los impensables, la gente pequeña (o niños) Se acerca para asombrar a la humanidad, o para asombrarlos a todos.
-¡Genial! Ya casi la tienen.
-Si, bueno Ron, ya ves que servía para algo el libraco que me prestó Hermione la otra vez.- comentó Dil, con sorna.
Siguieron traduciendo esa tarde, hasta que les quedó lo siguiente:
"El número de la bestia se (¿cumple?)
La oscuridad (¿avanza?) el gran mago sucumbe.
El turno de los impensables, la gente pequeña
Se (.) para a todos asombrar.
El (.) trío desde hace (.) años
De la (.) generación de (.)
De un (.) poder recibirán (.)
Mas no (.) para al rey (.) destronar.
El (.) está (.), quizá (.)
Pero eso(.)"
La verdad, no se entendía mucho de todo eso: o bien, Hermione se conseguía un mejor diccionario, o continuaban mal con ese. Aún les faltaba una estrofa, y casi nada de lo que Hermione tenía en su libro les servía para traducirla. Los chicos averiguaron por todos los medios si había otro diccionario en la biblioteca. Le pidieron un permiso especial a Fleur para hurgar en la sección prohibida, pidieron ayuda a Madame Pince, se dedicaron durante casi todos sus ratos libres a buscar entre los estantes. Sin ningún resultado. Pasó una semana, y el enigma los traía de cabeza a los cuatro. Harry se decidió a contarle todo a Ginny, mal que mal, no la había visto en todos esos días y debía estar preocupada. Le pidió estar en los terrenos, bajo el sauce a la orilla del lago, a las seis de la tarde del sábado. Ella acudió puntualmente, furiosa.
-Hola Ginny- dijo Harry, intentando besarla, pero ella lo evitó.
-¡Me encantaría saber en que andas, Harry! ¡Dos semanas y no te he visto ni la sombra! ¿Con quién andas, eh?
-No, Ginny. Con nadie, sólo que.
-¡Ah! ¡Apuesto que es Dil! ¿Es ella? ¡Contesta!
-No, Ginny.- repitió Harry, comenzando a exasperarse- No me armes una escena, por favor. No te.
-¿¡Que no te arme una escena!? ¿Qué ibas a decir? ¿Qué ya no me quieres?
-¡No! ¡No es eso! ¡Sólo quería contarte que tuve un sueño muy extraño, y de una profecía en runas! Y Hermione.
-¡¿Hermione?! ¡Así que es Hermione! ¡¿Y dónde dejas a mi hermano?! ¡Eres un cínico, Harry! ¡Largo!- y le dio un bofetón, antes de salir corriendo y perderse de vista.
-¿Pero que bicho le ha picado?- exclamó Harry. Se llevó la mano a la mejilla, que le ardía. Se le hizo un nudo en la garganta, y sentía algo como una tristeza, pero no quiso prestarle atención a eso. Luego, volvió a la Sala Común. No entendía el comportamiento de Ginny, mejor sería preguntarle a Ron, que llevaba toda una vida con ella.
Capítulo XXXIII: el traductor de todos los idiomas
-Esto no tiene caso- suspiró Dil, mientras, contra toda esperanza, hacía la última pesquisa por la biblioteca. Sacó un libro cualquiera, titulado "El libro Rojo", de dos autores de los que se alcanzaba a ver sólo las iniciales de los apellidos: B. y B. Era un tomo grueso y ajado, manchado en muchas partes y con unas cuantas páginas rotas. Al final, una nota del editor, o algo parecido:
"Pude continuar este libro gracias a un extraño descubrimiento de esta época. La sustancia Bab." Aquí se interrumpía, debido a una mancha que lo hacía ilegible. Firmaba un tal S. G.
-Demasiado misterio por aquí- murmuró Dil en voz baja- y no estoy con el ánimo como para intentar sacar algo en limpio de este libro.- y lo dejó de nuevo en la estantería. Quizá esa noche, podrían ir a la Cámara de Merlín de nuevo, aunque ella no quería volver a sacarle el anillo a Fleur "¡Quizá ya se dio cuenta!" pensó. Se le ocurrió una idea que pondría en práctica: así no arriesgaba ni su colegiatura, ni su secreto. Su padre moribundo le había hecho prometer que, a menos que estuviera en peligro de muerte, no revelaría el secreto. y ella tenía unos nueve años.
-Mejor me voy a la Sala Común.- se dijo en voz alta. Allí se encontró con una escena peculiar, por decir lo menos. Harry estaba con cara de sentirse pésimo, mientras Ron intentaba levantarle el ánimo.
-¿Qué pasó aquí?- preguntó.
-Este.- comenzó Ron- bueno, es que tuvo una pelea con mi hermana, y.
-No le di mucha importancia.-continuó Harry, con desgana.- Pero llegué aquí y le pregunté a Ron el significado real de lo que me dijo y.
-Resulta que Ginny terminó con él.- finalizó Ron. Harry bajó la cabeza.
-Vamos, Harry.- lo animó Dil- No es más que una pelea de pareja. Ya se pondrán bien.
-Pero.lo que me dijo.
-¿Qué te dijo?
-Me llamó cínico. Parecía creer que la engañaba o algo así.- no quiso puntualizar "con Hermione", o quizá Ron también se enojaría con él.
-Oh, no. ¿Tuvo un ataque de celos?- preguntó Dil, preocupada.
-Sí.
-mmm.Si no hubiese sido eso, sería más fácil. No te preocupes, trataré de convencerla.
-Creo que no lo lograrás. No te quiere ver ni en pintura.- contestó Harry, sonriendo irónicamente.
-¿Y por qué?
-¡Porque cree que la engaño contigo!- le soltó a bocajarro
-¡¿Eso cree?!- Exclamó Dil. Se había ruborizado de golpe, pero se rió, intentando restarle importancia- ¿Acaso se desquició? No te preocupes.déjamelo a mí.
Honestamente, a Harry no le agradaba la idea de dejárselo a Dil. Después de todo, conocía de la falta de tacto de su amiga; como cuando le dijo esa sarta de cosas a Snape. Pero no tenía más remedio, Ginny le había dicho que no lo quería ver más. Eso sí, Dil lo calmó diciéndole:
-Ya veré como lo hago, lo pensaré un poco. No quiero empeorarlo más de lo que está.
-¡Hola chicos!- saludó Hermione, entrando. Venía de muy buen humor.
-Hola Hermione.- contestaron. Ron se preguntaba por qué estaba de ese animo, si los últimos días había estado nerviosisima, debido a la imposibilidad aparente de seguir traduciendo. Y es que Hermione nunca hacía las cosas a medias.
-¡Adivinen qué!- Exclamó- ¡Ya sé como terminar de traducir!
-¿En serio?- Harry levantó un poco la cabeza- ¿cómo?
-Existe una sustancia legendaria que permite traducir cualquier cosa al idioma de quien la utiliza. Se llama "Babylonnium", o algo así. Tengo la receta aquí, pero deberemos bajar, porque los ingredientes son muy difíciles.
-Por mí, ningún problema.- dijo Dil.- con tal que los chicos estén dispuestos a trasnochar.
Esa noche, bajaron hasta el armario de la limpieza de las mazmorras. Hermione preguntó:
-¿Cómo vamos a entrar? No tenemos el anillo, no conocemos la contraseña.
-Espérenme afuera.- contestó Dil- les avisaré cuando puedan pasar.- dicho esto, se metió dentro del armario y cerró la puerta.
-¿Qué nos ocultará?- se preguntó Hermione.- ¿No creen que está demasiado misteriosa?
Los chicos asintieron en silencio. Se oyeron unos golpes por dentro del armario, Dil les avisaba que ya podían entrar.
-Nunca habíamos entrado por aquí- comentó Ron.
-Se levanta la cubeta de allá de la esquina, se llena con quitamanchas y aparece una puerta trampa, la que ven allá al fondo, en el piso. Entonces, se dice la contraseña.
La puerta trampa estaba abierta. Daba la impresión de ser viejísima, y tenía una argolla que la abría. Hermione se lo pensó un poco, y preguntó:
-¿Y cual es la contraseña?
-Eh.buena pregunta- reconoció Dil.
-¿Y como abriste la puerta trampa?- inquirió Hermione, intentando sonsacarle a Dil la respuesta.
-No. no lo diré, lo siento. Ahora. ¿qué les parece si bajamos? Estamos perdiendo el tiempo aquí.- contestó Dil, algo picada. Los chicos bajaron la larguísima escalera existente bajo la puerta trampa; y la Cámara de Merlín se iluminó con una luz tenue y plateada. Miraron hacia arriba: No había ninguna vela, pero el techo tenía la imagen del cielo exterior, tal como el gran comedor.
-Que raro- comentó Ron.- Las otras veces que hemos entrado, no se encendía el techo.
-Supongo que hay que entrar por la puerta para que se encienda.- contestó Hermione. Harry no decía ni una palabra. No se encontraba con el ánimo como para comentar nada. El recuerdo de Ginny cortando con él lo hacía sufrir.
-Bueno, a trabajar- dijo Dil.- necesitaremos un caldero, y. ¿cuál es la receta, Hermione?
Hermione sacó la profecía y una hoja de papel muy doblada de su bolsillo. Las dejó sobre la mesa, encendió su varita, y comenzó a leer:
-Receta del Babylonnium:
Una pluma de la cola de fénix centroamericano. ( quetzal)
100 gr de escamas de dragón asiático.
1 cuerno de unicornio europeo hecho polvo.
10 gotas de sangre de tortuga africana.
100 ml de veneno de basilisco australiano.
Un cuarto de litro de hidroplata.
Una ramita de muérdago.
5 litros de agua de la poza de Godric.
-Oh, genial Hermione, ¡Esos ingredientes son taaan fáciles de conseguir! Me encantaría saber como vamos a conseguir todo esto.- dijo Ron, ironizando.
-Está aquí- contestó Hermione, echándole una mirada al armario. Recogió un caldero y le indicó a los demás que le trajeran todo lo que encontrasen allí. Los demás obedecieron, vaciaron el armario, y depositaron los frascos sobre la mesa, mientras Hermione hacía aparecer un fuego azul bajo el caldero.
-Bueno, ¿por donde empezamos?- preguntó Dil-Se supone que tú eres la de la receta.
-A eso voy- dijo Hermione. A ver. aquí dice que hay que depositar cuatro litros de agua con muérdago en el caldero hasta que hierva. Medio litro de la restante se mezcla con el polvo de cuerno de unicornio, el otro medio disuelve la sangre de tortuga, y se echan las escamas de dragón en la hidroplata. Ron, alcánzame la hidroplata, por favor.
Ron estiró el brazo para alcanzar el matraz con el líquido plateado, y pasó a llevar otra, volcando su contenido. justo encima del pergamino con la profecía. El pergamino se borró completamente.
-Ooops.- murmuró incomodo.
-¡Ron! ¡Mira lo que hiciste!- exclamó Hermione furiosa, pateando el suelo. Levantó el pergamino empapado, para observarlo mejor. No quedaba ni rastro de las runas.
-Te felicito, amigo mío. Has encontrado el borrador universal.
-Dil, no es momento para bromas- susurró Harry. Hermione estaba furiosa. En ese momento, el frágil pergamino hizo un ruido algo así como "¡Whist!" Y se desintegró, dejando sólo un montoncito de polvo amarillento en la palma de Hermione.
-Hermione, no entiendo por que te pones así. Después de todo, ya todos la sabemos de memoria. Seguro que podemos volver a escribirla.- murmuró Dil, tironeándole la ropa- Deja en paz a Ron.
-¡Que lo deje en paz!- repitió Hermione, incrédula- ¡Tres semanas traduciendo la maldita profecía y él lo echa a perder todo!
-Lo siento.- dijo Ron, con un hilo de voz.
-¡Pues con sentirlo, no lo vas a arreglar!
-¡Y con pelear tampoco! ¡No se peleen!- exclamó Harry. Dil tiene razón, podemos volver a escribirla.
-¡No es necesario! ¡Me voy, ya que les estorbo tanto!- exclamó Ron. Sin coger ni la capa invisible, salió de la Cámara dando un portazo y desapareció.
-Hermione, no tendrías que haberle gritado- dijo Harry.- ¿Qué te pasó? Casi nunca te enfadas así.
-Yo.no lo sé, de repente me dio tanta rabia. lo siento- balbuceó Hermione.- mejor vámonos. Ya no tiene caso.
-Esperen. ¡Ron se meterá en problemas!- exclamó Dil- ¡No se ha llevado la capa, Filch lo pescará!
-Yo voy por él- dijo Harry.- Ustedes vuelvan a la Sala Común. Sacó el mapa y ubicó la conserjería. En efecto, allí estaba Ron. Corrió por los pasillos hasta el despacho de Filch. Este rebuscaba en sus cajones por una pluma. Harry sacó la cabeza de la capa y le hizo señas de que se acercara, aprovechando la distracción de Filch.
-Vagando fuera de la cama a las dos de la mañana. ya verás lo que te va a suceder, espera a que encuentre mi pluma- rezongaba Filch, con la vista fija en sus cajones.
-Psst.Ron, bajo la capa, rápido.- Ron hizo caso, pero le dijo a Harry:
-Pero Filch sabrá que me escapé.
-No, no sabrá nada. Pero tengo que ver si me da resultado. ¡Obliviate!- dijo apuntando a Filch. Este dejó de revolver en los cajones, y se preguntó en voz alta:
-¿Qué era lo que buscaba? Ah, una pluma para llenar la detención; tenía un alumno aquí. ¿cómo se llamaba? Debe haber escapado, bueno, no puede estar muy lejos. Vigila por esos corredores de allá, mi tesoro.
Al parecer, el conjuro no había funcionado del todo. La señora Norris, que se encontraba en la oficina, maulló mirando justo en la dirección en que se encontraban Harry y Ron cubiertos por la capa. No era la primera vez que estos se preguntaban si la capa funcionaba con los gatos, y en ese momento, tenían casi la convicción de que no. Estaban en el umbral de la puerta, cuando en ese momento, alguien invisible (ni Harry, ni Ron) la cerró y taponó con chicle la cerradura. Peeves se volvió visible, y con una risa maliciosa, desapareció zumbando por los corredores.
-Creo que, por primera vez, tengo razones para agradecerle a Peeves- murmuró Ron.
-Vámonos, antes de que logre salir- murmuró a su vez Harry. La cerradura giraba, pero se atascó y no abría, la puerta se movía, y una voz furiosa gritaba dentro:
-¡Ya te voy a atrapar, Peeves! ¡Espera a que salga de aquí!
-De buena me salvaste, Harry. Gracias.
-De nada, Ron. Vámonos, me muero de sueño.- contestó Harry, con un bostezo. Desde que había tenido esa pesadilla, y encontrado la profecía, no había dormido como correspondía. Volvieron a la Sala Común cubiertos con la capa. La Señora Gorda estaba muy molesta:
-Bueno, ¿Se creen que esto es Diagon Alley? Entran y salen sin ninguna considera.
-"Claroscuro Corintio"- la cortó Harry. El retrato se abrió de mala gana y pudieron entrar. El fuego, como había podido comprobar Harry hace algún tiempo, ardía toda la noche en la chimenea. Dil y Hermione los esperaban en la Sala Común.
-¿Cómo les fue?- preguntó Hermione.
-Bien. No alcanzaron a ponerle la detención a Ron.- contestó Harry, saliendo de la capa invisible. Ron no se la sacó.
-Ron, sal de ahí.- pidió Dil, pero Ron no se inmutó. Vieron abrirse la puerta que conducía a los dormitorios de los chicos. Hermione dijo:
-Ron, siento mucho haberte gritado. Ven, hagamos las paces, ¿sí?- Por toda respuesta, Ron dio un portazo. Harry meneó la cabeza, y comentó:
-Lo que faltaba. otra vez
-¡Dije que lo sentía!- exclamó Hermione, exasperada- ¿Qué más quiere?
-No lo sé.
-Vamos a dormir todos, chicos- dijo Dil, bostezando.- Mañana tendremos un día largo. Vamos a tener que volver a escribir esa cosa. Y hay paseo a Hogsmeade, nunca he estado allí. Buenas noches.- dicho esto, subió por las escaleras hacia los dormitorios de las chicas. Hermione subió también, con un poco de remordimiento. Harry subió la otra escalera y entró a su dormitorio. Ron tenía las cortinas de su cama corridas. Harry se temió otro periodo de depresión, abrió las cortinas y.él estaba durmiendo. Harry se puso el pijama, se quitó los anteojos, y se durmió también casi enseguida.
Lo despertó al día siguiente la voz animada de Dil en pijama, que gritaba "¡Despierten!, ¡Resultó, resultó!". Harry se colocó los anteojos, se incorporó, y dijo:
-¿Qué ocurre? ¡Se supone que no pueden estar aquí! ¿Y si te ven los otros chicos?
-Oh, claro.- contestó Dil, con sarcasmo.- ¡Esta habitación está llena de chicos! Claro que deben tener una capa, porque yo solo te veo a ti y a Ron.
-¿Dil? ¿Qué haces aquí?- preguntó Ron, con un enorme bostezo, mientras se estiraba.
-En primer lugar, par de flojonazos, son las once y media de la mañana. ¡Vamos, vístanse! Los espero abajo.- salió dando un portazo.
-Si siguen golpeándola así, esa pobre puerta va a terminar saliéndose.- comentó Ron- Bueno, ya que nuestra querida amiga nos despertó, es hora de que bajemos. Me pregunto si aún quedará algo para desayunar en el Gran Comedor.
Los chicos se vistieron, y bajaron las escaleras a la Sala Común, preguntándose que era eso tan importante que tenía Dil que decirles. A Harry le dolían todos los huesos, pero no creía que se debiera a las salidas nocturnas. Abajo estaban esperando Hermione y Dil. Al ver a Hermione abajo, Ron dio la media vuelta, para volver a subir al dormitorio. Alguien ordenó desde la Sala Común:
-Ron, ven acá en este mismo momento.- para sorpresa de Harry, Ron hizo lo que le indicaron, y siguió bajando, más rápidamente que la vez anterior. "¿Le habrá echado un imperius?" Se preguntó, intrigado. Bajó a la misma velocidad, hasta que se puso a la altura de Ron.
-¡Miren esto!- exclamó Hermione, alzando un pergamino. Ya no estaba en blanco y hecho polvo, como la noche anterior, de hecho, estaba escrito y reconstituido nuevamente. Y lo mejor, estaba escrito en un idioma que conocían: En inglés.
-¡Genial! ¿Cómo lo lograron?- exclamó Harry, algo más animado que la noche anterior, en la que no quería absolutamente nada con nadie. La verdad, sólo había bajado porque la profecía era un asunto "de importancia mundial"
-Bueno, yo quería botar el polvo, pero Hermione quería conservarlo. Lo dejó sobre la mesa de noche, en una cajita. Y a la mañana siguiente, estaba el pergamino sobre la mesa, entero traducido.
-Yo quería disculparme. Lamento haberte gritado anoche.- se disculpó Hermione, un poco tensa. No sabía cuál iba a ser la reacción de su amigo.
-Está bien- contestó Ron, sin mucho entusiasmo. Se quedaron parados uno frente al otro. Sin saber que más agregar. Harry se quedó esperando. ¿Qué les pasaba a esos dos?
-¡Pero bueno! ¿Se van a quedar así?- exclamó. Se sonrieron, y Hermione le dio un abrazo a Ron, mientras se lamentaba:
-¡Lo siento! ¡De verdad lo siento mucho!
-¡Ay, esta gente! ¡Su problema es que no son nada espontáneos!- le susurró Dil. Harry notó que Ron estaba un poco incómodo con el abrazo, pero más contento que al bajar la escalera. Se separó de Hermione, algo confuso y enrojecido hasta la raíz de su pelo, mientras la trataba de calmar:
-Vamos, no te preocupes más.
-Eh, parejita- los chicos miraron a Dil furiosos- .Lo siento- se disculpó- chicos, ¿no van a leer la traducción, esta?
-Ah, claro. Léela tu, Harry.- contestó Ron, alcanzándole el pergamino a Harry:
-La doble bestia se consuma.
La noche avanza, la poderosa magia perece.
El tiempo de los impensables, las almas nimias
Se acerca para a todos asombrar.
La quinceava Trinidad desde cien ciclos lunares
De la quinceava casta de sol
De un cuarto poder recibirá auxilio
Más no bastará para al rey negro derrocar.
El fracaso se acerca, quizá desaparezcan:
Pero eso no dependerá de ellos.
La indicación se presentará: ¡Prestad atención!
En aquel élfico tripoder regenerado
Un zahorí habrá en quien converjan dos energías.
El albur del mundo está en sus manos.
Será puesto a dura prueba: suya será la decisión.
Los chicos se miraron desconcertados. Ron se encogió de hombros, y comentó lo que todos estaban pensando en ese momento.
-Me van a tener que disculpar, pero no entiendo nada.
-Yo tampoco- reconoció Hermione, poniendo cara de frustración.
-¿Y ahora, que hacemos?
-Sonará a frivolidad, pero yo me muero de hambre. ¿Bajemos a ver si queda algo en el comedor?
Capítulo XXXIV: La huelga
Bajaron al comedor, y se llevaron una sorpresa. Todo Hogwarts estaba esperando frente a las mesas. Se escuchaban algunas protestas; y los profesores. Mc Gonnagall estaba tan seria que daba miedo, Snape parecía un vampiro más que nunca, Fleur llevaba el plateado pelo enmarañado, y Dumbledore parecía divertido. Se levantó de la mesa de los profesores, murmuró algo, y se abrió una trampilla en el piso, a la izquierda de la mesa. El director entró, bajó algo que parecían unas escaleras, y desapareció de la vista. Las protestas se reiniciaron con algo más de fuerza, y los profesores no parecían precisamente dueños de la situación.
-¿Pero que pasó aquí?- exclamó Harry. Dean Thomas se dio vuelta, y le contestó que nadie sabía ninguna cosa, pero que no les habían dado nada que comer desde la mañana. Se sentaron en la mesa de Gryffindor, a esperar como todos.
-¿tendrá que ver con.?- comenzó Dil, incómoda. Hermione le respondió antes de que terminara.
-¡Los elfos! Oh, no.
Dumbledore gritó desde el subterráneo algo que nadie más escuchó bien, pero Mc Gonnagall se levantó y anunció a los alumnos.
-¡Todos a Hogsmeade! Los de primer y segundo curso podrán ir también, excepcionalmente.- la última palabra la dijo como si lo reprobara- Se quedarán allí hasta que los profesores vayan a buscarlos, tuvimos problemas en las cocinas. Vayan a comer a "Las Tres escobas", el colegio invita.- se sentó, moviendo la cabeza. Parecía tener migraña, o algo así. Los alumnos vivaron y se encaminaron atropelladamente a la puerta de salida.
-¿Pero qué pasó?- preguntó Ron, que no había escuchado la conversación de Hermione y Dil.
-¡Los elfos se han sublevado!- contestó Dil
-¿Se han sublevado?- repitió Harry, incrédulo. ¡El trabajo de ir y decir esa cantidad de cosas, la otra vez en las cocinas, le había resultado a las chicas!
-Y eso que yo ya no lo creía posible, con la cantidad de tiempo que pasó, y nada.
-¡Pero yo no quería causar esta clase de problemas!- exclamó Hermione- ¡Solo quería que fueran libres!
-Lo sabías, Hermione. Sabías que iba a pasar. Todo tiene una consecuencia en la vida, ¿Sabes?
-¿Ahora quien te crees, Dil?- preguntó Hermione irritada- ¿Pablo Coelho?
-¿Quién es ese?- preguntó Ron
-¡Olvídalo!- exclamó con un suspiro- lo hecho, hecho está. Vamos. No quiero correr el riesgo de que alguien nos escuche, y luego le vaya con el chivatazo a Dumbledore.
Atravesaron los terrenos, hasta llegar a la verja de entrada. Salieron del castillo, y enfilaron al pueblo. Estaba todo lleno, y Dil miraba para todas partes como una niña pequeña.
-Bien, ¿Qué quieren hacer primero?- preguntó Harry, sin mucho animo. La verdad, ahora entendía en parte la depresión de Ron en marzo. El recuerdo de Ginny lo perseguía. "¡Eres un cínico, Harry!" La frase le retumbaba en la cabeza.
-Mmm. ¡Vamos a comer a las Tres Escobas!- propuso Ron. Los demás acogieron la propuesta con ganas. Todos estaban muertos de hambre. Cuando por fin llegaron al bar, este estaba lleno hasta el tope de alumnos. Lograron encontrar una mesa vacía al fondo, y luego de un buen rato, llegó a atenderlos la Señora Rosmerta, con aspecto de cansada.
-Perdón por el retraso. ¿Qué van a pedir?
-¡Yo quiero probar la cerveza de mantequilla!- dijo Dil de inmediato- Y.¿Qué hay para comer?
La Señora Rosmerta les alcanzó una minuta, y no sin avisar que volvería para tomar la orden, salió corriendo hacia la otra punta del local: Unos de Slytherin la estaban llamando, seguramente para quejarse por algo.
-Me pregunto que habrá sido de Draco Malfoy- comentó Hermione, mirando hacia los de Slytherin. Ron la miró con cara de pocos amigos, y le preguntó:
-¿Y que es lo que te interesa de ese estúpido?
-¿Quién es Draco Malfoy?- preguntó Dil, interrumpiendo a Hermione, que iba a lanzar una respuesta mordaz. Harry contestó:
-Es el equivalente de Sellers, solo que se ensañaba con Ron. y conmigo.
-¿De verdad? ¿Y que ha sido de él?
-Desapareció a principios de febrero. Nadie lo sabe, y en lo personal, no me importa tampoco. ¿Se decidieron por algo?
-Pastel de calabaza- dijo Ron
-Podría ser un sándwich- señaló Hermione
-Guiso de pollo y verduras- contestó Dil.- ¿Y tú?
-Quisiera probar algo nuevo. ¿Se han fijado que en Hogwarts repiten un poco las comidas?
La señora Rosmerta regresó a la mesa para tomar la orden. Mientras anotaba los pedidos, comentaba las últimas noticias y criticaba un poco al ministro de magia. Los chicos se enteraron por ella de que el Consejo de Magos había solicitado la dimisión de Fudge.
-¿En serio? ¿Y a quién pondrán?
-Aún no se sabe. Dimitirá en un mes, así que tendrán tiempo para decidirse. Veamos. cuatro cervezas de mantequilla, una porción de pastel de calabaza, sándwich de carne y tomate, guiso mixto y. ¿Qué vas a pedir, Harry?
Harry se decidió por algo que parecía salmón con puré. (¿De donde sacaban pescado, si estaban entre medio de las montañas?) La señora Rosmerta se alejó, y trajo el pedido al cabo de un rato. Los chicos comieron, mientras discutían sus planes.
-Esto está excelente. a propósito, ¿Qué vamos a hacer ahora? Ya traducimos, pero no se entiende nada de nada.
-Hay que descifrarla, Dil. Habitualmente, las profecías están escritas en clave. Será fácil, creo yo.- contestó Hermione.
-Eso crees tú. Para ti, todo es fácil, sabelotodo- espetó Ron disgustado
-¿Qué te sucede, Ron? ¿Y esa agresividad?- se sorprendió Hermione.
-Déjalo, Hermione. Se ha puesto celoso apenas mencionaste a Draco Malfoy.
-¡Dil!
-¡Ok, lo siento Harry!- se disculpó Dil- sé que a veces soy inoportuna, pero no puedo evitarlo.
-Bueno.disculpada. Y tú, Ron, trata de controlar tu genio, por favor.- suspiró Harry- ¿Es que no se puede comer en paz?
-Está bien- contestó Ron, fastidiado. Harry retomó el hilo de la conversación, y preguntó:
-Entonces, ¿Qué haremos para interpretarlo?
-Bajemos. Allí debe haber más material que pueda ayudarnos.
-¿Esta noche?
-Esta noche.
Terminaron el almuerzo, y luego de pagar salieron a recorrer Hogsmeade. Entraron a Honeydukes, abarrotada también de alumnos, y se pusieron en la cola para que los atendieran.
-Me fascina el chocolate- comentó Dil, mirando hacia la estantería correspondiente.
-Yo no he comido chocolate desde tercer curso. Me harté para toda la vida después de tantas veces que tuve que comerlo a la fuerza.- contestó Harry, recordando tercero: cada vez que se desmayaba, o tenía un accidente le hacían tragar enormes trozos de chocolate en la enfermería.
-Yo prefiero las Grageas de Todos los Sabores- manifestó Ron.- Y los sapos de menta, las meigas fritas, el helado levitador, el confite de calabaza, la crema de Cornualles.
-¿Cómo comes tanto y no engordas?- bromeó Hermione, recordando como se atiborraba Ron de golosinas en los cursos anteriores. Ron se encogió de hombros, y se rió. Salieron del negocio con el bolso lleno de dulces.
-¿Adónde vamos ahora?
-¡Vamos a Zonko! ¡Estoy seguro que a Dil le gustará!
-¿Qué es Zonko?
-Es un negocio donde venden artículos de broma. Es genial, ya lo verás.
-¿Y si me vengara de Snape o Sellers poniendo.?
-Olvídalo, Dil- la cortó Hermione- tendrás problemas.
-¿Problemas? ¿Y que es lo único que he tenido desde que llegué a Hogwarts?- inquirió Harry, riéndose por primera vez en el día.
-O mejor, ¿Qué problema no has tenido?- contestó Ron, riéndose también.
Cuando llegaron al lugar, este parecía estar finalizando una remodelación, y estaba recién pintado. Los cuatro se quedaron de piedra al ver un enorme letrero que anunciaba "Sortilegios Weasley". Ron se dirigió a los demás, y preguntó:
-¿Qué creen que habrá pasado?
-¡Que tal, hermanito! ¡Mañana abrimos!- Ron volteó, y como esperaba, uno de los gemelos estaba en la puerta. El otro salió de la tienda también, con una enorme caja llena de escombros.
-¿Son tus hermanos?- se sorprendió Dil.
-¡Hola Harry! ¡He aquí el nuevo local de "Sortilegios Weasley" y. ¿Quién es tu amiga?- Saludó Fred, dirigiéndole una mirada maliciosa a Dil, y otra a Harry. Esta se ruborizó cuando entendió a que se refería.
-¿Y yo? ¿Qué no existo?- Exclamó Hermione en broma
-¡Claro que sí! ¡Vengan, pasen!- saludó George, dejando la caja en el piso.
Entraron a la tienda, y se encontraron en un espacio lleno de repisas con artículos de broma. Sobre el mesón, al fondo, un grueso catálogo de pedidos. El local en sí se notaba bastante desordenado, cosa normal en los gemelos. George dijo que el desorden era para darle "ambiente" al local.
-El chiste, es que nadie pierda con el cambio.- señaló uno de los gemelos.
-¿Y qué pasó con Zonko?
-¡Nuestro gran maestro!- suspiró Fred.
-¡Le debemos tanto!- coincidió George- pero el dueño del local era soltero, y ya estaba algo viejo.
-¡Pobre Magnus Zonko! Dijo que quería retirarse y le compramos el local- finalizó Fred.
Siguieron conversando por un buen rato. Los gemelos eran ambiciosos, y querían ampliar la tienda y aumentar la cantidad de artículos de broma. Salieron bastante tarde, con los bolsillos atiborrados de caramelos longilinguos, galletas de canario, una tarta de crema que volvía la piel verde, y media docena de petardos, que lanzaban un gas que variaba el efecto en cada persona. A Ron le provocaron un ataque de risa, y a Harry una leve pérdida de memoria: no recordaba nada de lo sucedido desde que había salido de las Tres Escobas.
La voz de Mc Gonnagall retumbó por las calles de Hogsmeade:
-¡Todos los alumnos de vuelta al colegio! ¡Repito, todos los alumnos de vuelta al colegio!
-¿Creen que hayan resuelto el problema con los elfos domésticos?
-No. no lo sé. Mejor volvamos, o nos quitarán puntos.
Cuando llegaron al colegio, los elfos seguían en paro, y Dumbledore seguía en las cocinas. Los profesores estaban de pésimo humor, y los mandaron a dormir. Claro, salieron cubiertos con la capa hacia la Cámara de Merlín, para buscar algo que sirviera para interpretar la profecía.
Los corredores estaban desiertos y oscuros. No se animaron a encender el Lumos, y bajaron con prisa al armario en las mazmorras. Filch hacía la ronda cerca de allí, y tuvieron que esperar un buen rato a que se marchara.
-Juraría que he oído pasos, tesoro- susurraba. Seguramente, la Señora Norris se encontraba al lado de él.- Bien, vigila este pasillo. Yo iré por allá.
La repugnante gata se quedó estática en el lugar, justo frente a los chicos, que estaban muy nerviosos bajo la capa. Parecía que la gata podía sentir su presencia, pero no verlos.
-vete.-susurró Harry, pero como era de esperar, la gata no se movió ni un milímetro. De hecho, movió una de sus orejas, como si hubiese percibido algún sonido.
-¿No hay forma de distraerla?- cuchicheó Ron. Dil sabía muy bien como hacerlo, pero no podía. había jurado guardar el secreto.
-Si quebrásemos algo.- murmuró Hermione. Pero no. Era materialmente imposible acercarse a una repisa, y también lo era sacar la varita y quebrar algo. De repente se oyó un estallido: un frasco se había caído de uno de los numerosos aparadores. La Señora Norris corrió hasta el lugar, lo que dejó a los chicos libres de seguir avanzando.
Llegaron al armario de la limpieza, y como antes, Dil los hizo esperar afuera. Luego les avisó que ya podían entrar, y todos bajaron a la Cámara, a seguir trabajando en el pergamino que los tenía de cabeza desde hace mucho.
