Capítulo XXXV: Comenzando a Interpretar





-La doble bestia puede referirse al número de la ídem. Es el 666- informó Dil, sumida en un libro enorme- pero no tengo idea de lo que significa "Cuando la doble bestia se consume". Quizá se tradujo mal.

-¡No! Eso es imposible- exclamó Hermione, comenzando a frustrarse de nuevo, y mirando a su vez en otro grueso libro.- No se tradujo mal. Bien, aquí tenemos algo más. "La noche alude generalmente aun periodo de oscuridad interna, intelectual, o con relación a la magia oscura"- leyó.

-Aquí hay algo. Zahorí puede ser clarividente, o escogido.

-Las almas nimias alude a niños, o jóvenes. Ahora que lo pienso, el Babylonnium complicó las cosas. Esto estaba simplificado.

-Mmm, creo que tienes razón. Además. ¡esperen! Ron, ábreme la puerta cuando regrese por favor. Creo que tengo una idea.

-¡Pero.!- exclamó Ron. Hermione se iba sin la capa invisible. Filch la encontraría, lo más probable. Y estar paseando por el castillo a las tres de la madrugada, era considerado como grave. Pero no le alcanzó a advertir: Hermione ya había salido, dando un portazo.-¡¿Qué no se da cuenta de la cantidad de problemas que podría tener?!

-Te preocupas mucho por Hermione- comentó Harry, con ironía. De un tiempo a esta parte, Ron se repetía hasta en sueños que no le gustaba Hermione, que solo eran amigos. Y, sin embargo, si se lo pillaba de sorpresa, se podía notar como se quedaba embobado mirándola. Aunque Harry no podía decir nada. Estos días sin Ginny se le hacían insoportables. Quería oír su voz, llamándolo. acariciar su pelo.

-¿Harry? ¿Hola? ¿Estás ahí? ¿Vives?- comenzó Dil, al ver a Harry tan embobado, pasándole una mano por delante de los ojos.

-¿Eh? ¿Qué?

-Hermione ya está aquí con su libro- anunció Ron, escuchando un golpeteo que provenía de lo alto de la escalera (¿Cuánto tiempo había estado Harry sumido en sus pensamientos?). Subió y le abrió. Ella venía con el pelo más revuelto de lo normal, y se notaba que había corrido.

-Filch. casi. me coge- jadeó- La Señora Norris. me siguió. la perdí entre las mazmorras.

Los chicos miraron con aprehensión hacia la puerta, que por cierto, no se movió, ni mucho menos se abrió. Hermione había cogido una silla, y extendido un enorme libro sobre la mesa. Comenzó a hojearlo, buscando algo. Dil preguntó que libro se trataba, y Hermione, sin dejar de leer, lo alzó un poco para que lo vieran.

-¿Técnicas muggle de espionaje internacional? ¿Y eso para qué nos va a servir?- Preguntó Ron, con una mirada de escepticismo. Hermione le dijo por una seña que se callara.



Cinco de la madrugada. Ron y Harry se habían quedado dormidos sobre una silla. Sólo Hermione y Dil seguían luchando contra el cansancio, buscando en aquel enorme libro.



-¿Crees que deberíamos decirles que abandonen la búsqueda?- inquirió Dil- No pueden seguir. no están hechos para trasnochar, eso se nota. Están muertos de cansancio.

-mmm.- contestó Hermione, mientras pensaba con el ceño fruncido.- tienes razón. Menos mal que hoy es. ¿Qué día es hoy?

-Lunes- respondió Dil. Las dos se miraron horrorizadas. Lunes. Snape a la primera hora- ay, madre.¡Snape!



De repente, Hermione pareció recordar algo que llevaba desde hace días en el bolsillo. Los sacó, y para sorpresa de Dil, una sonrisa apareció en su cara.

-¿Pero por qué sonríes?- se asombró Dil- ¡No es para la risa!

-Poción Requivem - susurró Hermione- Un sorbo equivale a ocho horas de sueño.

-¡Ohhh! ¡Maestra!- exclamó Dil, admirada- ¿Y ellos?- inquirió, señalando a los chicos dormidos.

-Dales un sorbo. Lo necesitarán. Luego te tomas uno tú, y me dejas a mí lo que quede.

Dil cogió el pequeño frasco, y fue hacia los chicos, echándoles unos sorbos a cada uno. El gran problema fue que quedaba solo para una persona en él.



-Tómatelo tú- dijo Dil- yo estoy más acostumbrada a no dormir nada.

-Pero ya tienes muchos problemas con Snape. ¿Y si te duermes?

-Las clases empiezan a las 9:30. Puedo dormir un ratito. Y en cuanto a Snape. no le tengo miedo.- Hermione se mordió un labio al escuchar esto.

-No te metas con un profesor, Dil. Es. peligroso, por decirlo de alguna forma. Pueden expulsarte.

-Que el profesor no se meta con Djilah Sadjib, y le irá mejor- replicó Dil, un poco enojada, aunque sabía que Hermione tenía mucha más razón que ella.



Hicieron como Dil había propuesto, aunque a Hermione no le agradaba la idea de dejar a su amiga en semejante problema. Cuando bajaron al Gran Comedor, ya era bastante más tarde de lo normal. Bajaron a las mazmorras, a la clase de Snape, y parecía que se iba a quedar dormida mientras caminaba, o algo así. Abrieron la puerta de la lóbrega mazmorra, y.

-Buenos días, chicos. Aunque llegan un par de minutos tarde, por esta vez les dejaré pasar. Adelante.



El profesor Camus les indicó que pasaran, y luego de que cada uno se sentó en su respectivo pupitre, comenzó la clase. Hermione tenía una duda, y levantó la mano.

-¿Sí, Hermione?- preguntó el profesor.

-Mike, ¿Sabes por que se ha ido Sna. el profesor Snape?- inquirió ella. Al profesor no le molestó la pregunta, aunque si le molestó que Sellers susurrara "Lo mismo pregunto. ¿Qué hace este sangre- sucia enseñando?"

-Veinte puntos menos para Slytherin, por ser tan fastidioso, Franz. Y, Hermione, El profesor Snape ha tenido unos cuantos problemas serios. contrajo una enfermedad muggle, cáncer, creo que se llama, y pidió unas vacaciones.

-oh- musitó Hermione- lo siento.

-No tiene importancia- contestó Mike, sonriéndole amablemente. En ese momento se escuchó un ruido como el de algo que golpea contra la madera. Todos voltearon. Era Dil, que se había dormido, y había dejado caer la cabeza sobre la mesa, como si fuera una almohada. Mike fue hasta ella y la remeció por un brazo, pero sólo logró que se diera vuelta. Sellers y su grupo de Slytherin estaban muertos de risa.

-Dil. despierta.- le dijo Hermione, remeciéndola por el otro lado.

-¿mmm?

-Te has dormido- le dijo Hermione. Dil terminó de despertar, se incorporó, y exclamó:

-¡Que bochorno!- toda la sala la miraba. El profesor le miró la cara, y comentó:

-No tienes buen aspecto, Dil. ¿Te sientes bien?

-No, Mike- exageró Dil- me siento horrible. me duele. tengo la cabeza partida en dos.- Sellers murmuró "Farsante", pero Camus más bien se preocupó.

-Mejor será que vayas a la enfermería, Dil. Darás tu examen de recuperación la próxima clase. Harry, acompáñala.



Una vez fuera de la mazmorra, Harry comentó, sonriendo:

-¿Te llevo a la enfermería, o prefieres irte a dormir?

-No, no. lo de la cabeza fue un truco vil, lo admito.- bostezó- Pero lo necesitaba. Vuelve a clase, Harry, yo puedo ir sola.

-Ok. ¿Seguro que puedes irte sola?

-¿Te he mentido alguna vez?

-No. Sólo has "omitido", como dices tú. A propósito, eres una buena actriz.

-¿En serio?

-Claro. si no te conociera, me habría creído lo del dolor de cabeza. Ahora, vete a dormir.- le dio un empujoncito.

-Te veré en el almuerzo- contestó Dil, guiñándole un ojo. Harry desapareció entre las mazmorras, y la chica subió a la Sala Común.



Al terminar las clases, Harry, Ron y Hermione fueron a ver que había sido de Dil, aprovechando la hora del almuerzo. Esta se encontraba arrellanada en uno de los muchos sillones de la Sala Común, con aspecto de haber dormido una larga siesta, y haber despertado hace poco.

-Hola- saludó

-Hola, Dil. ¿Qué fue de tu dolor de cabeza?

-No sean sarcásticos. Dormí harto, pero me desperté hace como una hora. A propósito Harry, necesito hablar contigo a solas ¿No les molesta, chicos?



Ron y Hermione negaron con la cabeza, y se fueron a conversar a un sillón alejado de ese, cerca de las escaleras. Harry le preguntó:

-Bueno. ¿Y que tienes que decirme que es tan secreto?

-Hablé con Ginny- Dil fue directo al grano- y le expliqué todo. Dice que quiere hablar contigo a solas, ahora mismo. Está en su cuarto.

-Gracias Dil- Harry suspiró de alivio- te debo una, ¿Eh?

-Que va, compadre- le contestó Dil, sonriendo- Sube, y no la hagas esperar, que eso es fatal para una chica.

Harry subió las escaleras a todo escape, hasta la puerta que tenía el letrero de "4° curso". Ginny estaba sentada en su cama, esperándole, pero ya no estaba enojada como la última vez. Su rostro tenía una expresión serena, es más, parecía como si estuviera ansiosa por verle.

-Eh. hola, Ginny.

-Hola Harry. Bueno. Dil me dijo que mejor sería escuchar de ti lo que ocurre. ¿Me explicas?- estaba algo nerviosa.



Harry le contó todo acerca de la profecía, y lo que habían estado haciendo últimamente, interpretándola. Cuando terminó, Ginny estaba muy pensativa, y también, parecía que no hubiera sabido que decir. Finalmente dijo en voz un poco baja:

-Yo.lo siento, Harry. Creo que. no debí ser tan celosa. Pero es que Martha Hoplett me dijo. - Ginny dudó- me dijo que tu salías de la Sala Común por las noches con Hermione y Dil, que volvías de amanecida, que quizás que cosa era la que iban a hacer.

-Bueno. fue culpa mía. Te tendría que haber dicho desde un principio.- se incomodó Harry.



Ella se quedó titubeando si debía decir o no lo que le pasaba por la mente en ese instante. Decidió que sí, y le dijo algo cortada:

-Bueno. yo. te eché mucho de menos ¿Sabes Harry? Y me preguntaba si tú.

-¿Si?- apremió Harry, deseando con todas sus fuerzas que fuera lo que él pensaba.

-¿Quieres que. volvamos?



Harry ni siquiera respondió, estaba demasiado contento como para decir ninguna cosa. Ginny ya iba a retractarse, en vistas de que él no le decía nada, pero Harry le selló la boca con un beso.





Capítulo XXXVI: Antes de la graduación.





Ese beso fue cada vez con más ganas, como si fuese la primera vez... Ginny lo abrazó. Harry sentía al mismo tiempo como un vacío, como algo que quería hacer y no sabía que era. Recorrió con sus manos la silueta de Ginny, y sintió ese cosquilleo en la piel, como el que sentía cuando soñaba. La chica lo apretó más fuerte, y el tiempo, por primera vez desde la Creación, detuvo su eterno tictaqueo para ellos.

-Te quiero- le susurró Ginny en su oído-¡Te quiero muchísimo!



De repente, el tiempo volvió a funcionar. Dil entró en la habitación, muy ruborizada, bastante incómoda, y con los ojos cerrados.

-Espero no interrumpir nada grave Ron dice que si espera a que bajen solos le van a salir canas azules y que está muerto de hambre así que estaría bueno que se den prisa- recitó rápidamente ella, apretando más los párpados.

-Vale Dil, que ya vamos.



Dil salió apresurada (Y algo atolondradamente) del cuarto. Ginny se contuvo de arrojarle una almohada, y se sentó en la cama.

-¿Qué no podría haber escogido otro momento? Parece como si lo hubiese planeado.- Eso era un incontestable, de modo que Harry intentó responder (o cambiar el tema) con algo que quería ser una broma.

-Puess. bajemos a ver de que color está el pelo de Ron, y veremos.- Ginny se sonrió, pero no rió. Se levantó le la cama, le cogió a Harry la mano, y salieron del cuarto.



Las escaleras estaban en el lugar de siempre, pero Harry se sentía desorientado. con la cabeza en otra parte. Una chica entrometida salió por la puerta que indicaba "6° curso" un buen número de escalones más arriba, y al topárselos en las escaleras, comenzó a regañarles:

-Bueno, ¿No que no pueden entrar aquí los chicos? ¿Que haces aquí, Potter? ¡Vamos, explíquense!



Ninguno de los dos la tomó en cuenta. La chica se llevó la mano a la insignia de prefecta, les descontó diez puntos de Gryffindor, y Ginny volteó, furiosa:

-¡Pues ni Snape nos quita tantos puntos! ¡No te hemos hecho nada, Hoplett así que vete a molestar a otra parte, o te echo una maldición aquí mismo!- recien entonces, la chica se percató de que Ginny llevaba la varita bajo la manga. Murmurando algo ininteligible, se metió de vuelta a su dormitorio, y cerró con un portazo. Ginny miró con furia el lugar por donde había desaparecido, y murmuró "chismosa"

-¿Hoplett? ¿Martha Hoplett?

-Sí, la misma. Mi ex - remarcó la sílaba "ex"- amiga, la prefecta de sexto curso que los vigilaba. Es una intrigante; me pregunto como es que no quedó en Slytherin.



Harry frunció ligeramente el ceño, y decidió que la próxima vez que se la encontrara, sería él quien le echara la maldición. Ron y Hermione los esperaban abajo, en la Sala Común. Ambos los felicitaron por haber vuelto a estar juntos. Ron, Hermione y Dil sabían cuanto se habían extrañado.



Mientras almorzaban, (al parecer, los elfos domésticos habían finalizado la huelga) Hermione lanzó una pregunta completamente inesperada:

-¿Y que se van a poner para la graduación?



Silencio total. Podría haberse escuchado el vuelo de una mosca en ese tramo de la mesa, aunque el resto armaba el jaleo de costumbre. Hermione intentó descifrar lo que pasaba por la mente de cada uno, y fracasó estrepitosamente. Así que puso cara de resignación, e insistió

-¡Pero bueno! ¡Si es este sábado!

-Ay, Hermione, ya te dio la vena de prefecta- se quejó Dil- con tal que no nos quites puntos.- Ginny puso mala cara al escuchar eso.

-Yo creo que me pondré la misma túnica del baile. si me queda- se atrevió a aventurar Harry. Al escuchar la palabra "baile", Ron se atragantó con el trozo de carne que estaba comiendo. Hermione se levantó, y como si intentara conservar su salud mental, le palmoteó la espalda para que se le pasara. Ginny alzó una ceja:

-¿Se refieren a la graduación de los quintos?

-Eh. sí.

-Bueno- suspiró- por lo menos sé de antemano que no puedo ir.- si estaba molesta por ello, lo disimuló a la perfección.- Pero Hermione, ¿Cómo se te ocurre preguntar esas cosas?

-Mc Gonnagall me ha encargado que revise la presentación personal de los chicos de quinto.- contestó Hermione encogiéndose de hombros.- ¿O me van a negar que no se preocupan mucho por la presentación personal, muchachos?- añadió, mirando con ojo crítico el pelo desordenado y uniforme revuelto y desaseado de Harry, Ron y Dil.

-¡No es culpa nuestra! Toda la mañana trabajando con Camus, y luego con Sprout ¿Cómo crees que íbamos a quedar?

-Perdona si me voy, pero eres nociva para mi carácter, y la vida humana en general, Hermione.- añadió Dil, simulando que se levantaba- Alcanzaste un nivel de prefectismo insospechado.

-Perdón si me entrometo.- comentó Ginny- Yo creo que cada uno puede ir con lo que le plazca ¿no? ¿Qué opinan, chicos?

-Yo opino que esto es una conversación de chicas- contestó Ron- pero estoy de acuerdo contigo.

-¿Entonces, puedo ir con bikini?- interrumpió Dil- ¡seria sensacional!

-Ja. ja. ja- rió Hermione, sarcástica- ¡por favor! Bueno, vayan con lo que se les dé la gana. dentro de los límites. Yo seré la que afronte las consecuencias- finalizó con un teatral gesto de mártir.



La noche siguiente, una lechuza blanca golpeteó en la ventana de la Sala Común. Harry abrió la ventana y recibió a la lechuza, esperando el tradicional picotazo cariñoso con que Hedwig lo saludaba. Pero la lechuza lo miró con desconfianza, y fue a entregar una carta a Ron.

-¿Paracelso?- inquirió Ginny. El mochuelo, al oír su nombre, se posó en el brazo de Ginny, y esta lo acarició. Ron leyó detenidamente la carta, y suspiró.

-¿qué pasa? ¿Son malas noticias?

-¡Para nada!- y sonrió de oreja a oreja- ¡Viene Marietta!

-¿Marietta?- inquirió Harry- ¿Quién es ella?

Por toda respuesta, Ron le extendió la carta. Esta decía lo siguiente:



Querido Ron:



¿Cómo estás? Espero que bien. Apenas tengo tiempo para escribirte esta lettere minúscole, porque hoy es el día de la mudanza, y la casa de Nápoles está molto disordinato, patas arriba. Papá ya consiguió un empleo en Londres, creo que trabajará en Flourish & Blott's, y intenta conseguirme una vacante en la Scuola di Hogwarts. ¿Te imaginas?

Bueno, sólo quería avisarte que la túa mamma me ha pedido que te vaya a buscar a la stazione, porque ella no tendrá mucho tiempo. ¡Tengo muchas ganas de verte!



Marietta



-Que quieres que diga, la verdad, no explica mucho. ¿Quién es?

-Mi prima de Italia- musitó Ron, poniendo expresión de arrobamiento.

-Vaya, Ron, ¿Cuántos parientes tienes? Además, debe ser muy bonita como para que pongas esa cara de tara. perdón- se disculpó Dil, parando a tiempo.

-¡Dame eso!- Ginny le quitó la hoja a Harry con brusquedad. La leyó rápidamente, y a medida que la leía, fruncía más el ceño. Al final estalló:

-¡Lo que faltaba! ¡Viene aquí esa. esa. mujer fatal!

-¿Mujer fatal?- se extrañó Hermione, recordando la expresión de la Señora Weasley, cuando creía que había "cortado" con Harry, el año pasado.

-¡Sí! ¡Siempre ha sido una descarada!- Ginny se dejó caer en un sofá- ¡Y yo que cuando vi a Paracelso, pensé que se trataba de buenas noticias!

-Alta, delgada, cuerpo perfectamente torneado, y tiene unos ojos ambarinos preciosos.- susurró Ron, para que Ginny no lo oyera. Hermione se sorprendió:

-¡Pero Ron! ¿Y cuando fue la última vez que la viste?

-La última navidad, cuando celebraba su quinceavo cumpleaños en mi casa- explicó Ron- Espera un momento- le dijo a la lechuza, que ya quería irse- quiero ver que día la puedo contactar vía chimenea. Y no hagan caso de Ginny, nunca se han llevado muy bien.



Luego de redactar una corta nota preguntando cuando podrían conversar, Ron echó a volar al mochuelo igual a Hedwig por la ventana.



El resto de los días pasó rápido, cada vez comprendían más del pergamino, aunque no llevaban ni la mitad interpretada. Y el sábado llegó de forma inexorable. Esa noche era la de la graduación.



Dil y Hermione estaban en el cuarto de las chicas, esperando a que Parvati y Lavender terminaran de ocupar las dos únicas tinas de baño del lavabo del dormitorio. Dil se aburrió de esperar, y estuvo a punto de echar la puerta abajo, exasperada, pero Hermione la mantuvo bien sujeta.

-¡Vamos, Dil! ¿Por qué no esperas como todas?- La aludida no contestó la pregunta, pero le propuso algo a Hermione:

-¡Si sigo esperando, me volveré anciana aquí! ¿Por qué no nos bañamos en el baño de los prefectos?

-¡Pero si tu no puedes entrar allí!- se sorprendió Hermione- ¡no eres prefecta!

-¡Pero tú sí! ¡Si voy contigo, no me dirán nada!



Hermione no estaba muy convencida, pero al final, en vistas de que ya faltaba una hora para que comenzara el asunto, y aún debían hacer muchas cosas, al final, accedió. Cogieron las batas, y sin ningún problema (aún no anochecía del todo, y Hermione estaba autorizada para ir) llegaron hasta la estatua de Boris El Desconcertado.

-Gel de Jazmín- murmuró Hermione, y la estatua se abrió para mostrar el baño de los prefectos en su pleno esplendor. Dil lanzó un silbido de admiración.

-¡Guau! ¡Esto si que es un cuarto de baño!- Entraron, y la estatua se cerró tras ellas.



Se divirtieron como dos niñas pequeñas, abriendo y cerrando diferentes grifos. Cuando la enorme bañera estuvo totalmente llena, Dil se desnudó, y sin más, se lanzó con un clavado al agua, dejando a Hermione con la boca abierta.

-¡Ven, metete! ¡El agua está genial!- exclamó ella, nadando hasta alcanzar la orilla.

-¿Desnuda?- inquirió Hermione, desconfiada.

-Claro tontita ¿Nunca has estado en un baño turco? ¿Sauna? ¿Termas?

-Pues. no

-¿Y si no te desnudas, como vas a untarte jabón? Vamos, deja de desconfiar, las dos somos chicas ¿O no?

-Bien. lo haré- suspiró Hermione, con una cara que cualquiera diría que iba al patíbulo. Comenzó a desvestirse lentamente, como si no quisiera, y luego se sentó en la orilla de la enorme bañera, chapoteando con los pies en el agua.

-Bah, te metes como una vieja-comentó Dil, al tiempo que le jalaba un pié. Hermione cayó estrepitosamente al agua y le dio una buena regañina a Dil, la cual contestó tirándole agua. Hermione se defendió, y aquello ya era una batalla campal.

-¡basta!- rió Hermione, tratando de contrarrestar el ataque, algo bastante difícil. Dil se movía muy bien en el agua, y se sumergía en el momento justo.



Tal vez fue la cantidad de ruido que hicieron, el caso es que no escucharon entrar a Harry y Ron, que las quedaron mirando estupefactos. Cuando los descubrieron, ya era tarde.

-¿¡Pero que demonios hacen aquí, par de depravados?!- Chilló Hermione, indignada. Dil aún estaba bajo el agua, y cuando salió, se quedó espantada. Ambas chicas cubrieron instintivamente sus pechos con las manos, a pesar de que era imposible que Harry y Ron las vieran, debido a la densidad de la espuma.



¡Que situación más incómoda! Las dos chicas sin animarse a moverse un centímetro. Los dos chicos, muertos de vergüenza. No se podía saber cuál estaba más ruborizado. Dil trató de calmarse a sí misma, cosa que logró en forma mediocre, y vociferó:

-¡Para empezar, digan siquiera como entraron! ¡¡Espero sus explicaciones!!

-Esteee.- Ron empezó a explicarse. Tan solo logró farfullar algo ininteligible y se cortó entero. Finalmente logró decir- ¿Co. como entramos, Harry?

-Puess.- trató de explicar Harry, pasándose una mano por la parte de atrás del cuello, gesto característico suyo cuando se ponía muy nervioso.- Tu. tuvimos la misma idea, parece.

-¡Eso no explica nada!- exclamó Hermione, furiosa.- ¡¿Cómo supieron la contraseña?!

-Po.por el Mapa-consiguió tartamudear Harry, sacándolo de su bolsillo. El mapa del merodeador mostraba casi todos los pasadizos y salones secretos de Hogwarts, e incluía algunas contraseñas, como la que abría la joroba de la bruja, cuyo túnel llevaba hasta Hogsmeade. Ron escondió la capa invisible tras su espalda, pero Dil alcanzó a verla. Esto le hizo perder la poca calma que tanto trabajo le había costado reunir:

-¡¡¡Maldita sea!!! ¡¿Hace cuanto rato que estaban aquí?!



Ron miró sus zapatos como si fueran el objeto más interesante del cuarto de baño, y articuló un tímido "Tres minutos" Hermione se salió definitivamente de sus casillas.

-¡¡¡Tiempo suficiente!!! ¡Ahora van a ver!- estiró la mano, y su varita mágica fue volando hasta ella desde el otro extremo del cuarto.- ¡Obliviate!



Sin que Dil supiera como, el mapa del merodeador voló hasta las manos de Hermione sin que lo llamara. (Al menos, no verbalmente) Al mismo tiempo, los dos muchachos adquirieron una expresión relajada y parecieron perder la conciencia del lugar y la situación en que se encontraban. A Dil le resplandecieron los ojos con un color rojizo, los miró fijamente, y dijo con voz firme:

-Van a subir al cuarto de los chicos, se ducharán, y luego no recordarán nada de esto ¿Entendido?



Sin decir ni una palabra y con la mirada extrañamente perdida, Harry y Ron salieron a paso veloz del cuarto de baño. Luego, Dil preguntó:

-¿Nos seguimos bañando?- Hermione negó con la cabeza, sacudiendo su pelo.

-Creo que, después de esto, no podría seguir bañándome aunque quisiera.

-Bueno. en marcha, entonces- suspiró Dil- a propósito, ¿cómo lograste que tu varita y el mapa fueran hasta ti?

-Telequinesia- explicó Hermione- Descubrí que la tenia hace como una semana, cuando quebré el frasco. ¿Recuerdas? Esa vez que Norris nos había acorralado en las mazmorras.

-Que curioso. yo hipnotizo, pero no soy muy buena. Solo lo consigo si cojo desprevenido al que vaya a hipnotizar.

-Ah, por eso el otro día, cuando Ron no quería bajar.

-Exacto. Pero la noche anterior a esa, supuso que alguien le pediría que se quedara, y por eso no logré que se sacara la capa. Sospecho que Ron también tiene poderes. Es muy perceptivo. Si se entrenara, podría aprender a leer la mente.

-Y Harry habla pársel. murmuró Hermione para sí misma, como si supiera de antemano que algo enorme se ocultaba atrás de todo eso. Revisó el mapa, que no las mostraba dentro del baño. con razón habían pensado que estaba desocupado. Culpa de ellas, por lo menos Hermione no había recordado que había que correr el cerrojo. Dil escuchó sólo el murmullo de la palabra "pársel", y le preguntó:

-Perdona, ¿Qué dijiste?

-No. nada. Basta de charla, que aún nos quedan un par de cosas que hacer, y hay que vestirse.- dijo mientras se salía del agua, dejaba el mapa en el bolsillo del batín que tenía en la orilla de la bañera, y se comenzaba a secar con una toalla grande.

-Creo que, por ser hoy, me tomaré el pelo- comentó Dil, mirándose en un enorme espejo que había en un rincón, comenzando a secarse también.- no me gusta mucho amarrármelo, prefiero dejarlo suelto, pero si me lo trenzo, quedará mejor con la túnica.

-¿Cómo es? Yo me tendré que poner la única que tengo, la azul, y está un poquito desteñida.

-Bueno. la mía no es una túnica. Es un sari hindú en distintos tonos de verde.

-¡Vaya! Bueno, no te preocupes por la trenza, que yo te la haré. Creo que me daré poción alisadora- comentó mirando desalentada su pelo enmarañado.

-¿Cómo? Has tenido tiempo de prepararla?

-No, no. Aquí hay, en esa repisa de allá.- acto seguido, se aplicó un poco de poción en el pelo, como si fuera gel fijador, y se peinó dejándolo suelto. Luego de eso, se vistieron con la ropa de antes, y salieron del baño.



Una vez en el cuarto, Hermione le mostró su túnica a Dil, mientras Parvati y Lavender se daban los últimos toques. Lavender se acercó, y comentó, con la mejor intención posible:



-Bonita túnica Hermione, pero es la misma que usaste para el baile de San Valentín, ¿no?- Hermione asintió, algo avergonzada- mmm. no está mal.- comentó ella. Mirando el color ligeramente tostado de la piel de Hermione, añadió- ¿Sabes que color te iría bien? Beige. O arena, como le llaman algunos. Yo le puedo cambiar el color a tu túnica en un segundo.- le pasó el dedo, revisando la calidad de la tela.-Satén. No será difícil, ¿me dejas?- Hermione asintió- ¡Chromus, beige!



La túnica brilló por un momento, y comenzó de inmediato a variar su color, aunque esto tomó un par de minutos.

-¿cómo me veo?- inquirió Parvati, desde la otra punta de la habitación mientras se miraba en el gran espejo redondo de la esquina. Se había puesto una túnica negro brillante, nueva.

-Muy bien, Parvati.- Alabaron las chicas. Lavender entró al baño, y volvió con un frasquito de perfume. También tenía túnica nueva, una color lila pálido. Hermione se probó la túnica, que parecía otra, y el color le quedó perfecto. Luego, cumpliendo su palabra, amarró el casi negro pelo de Dil en una trenza, que cerró con un broche plateado.

-Tengan- Lavender les alcanzó el frasquito de perfume. Parvati se rió.

-¡Pero Lavender! No va a tener gracia si todas usamos la misma esencia.- dijo la palabra "esencia" como si fuese de un idioma extranjero, y dándose aires de superioridad

-No seas así, Parvati.- se defendió Lavender, algo irritada con la actitud de Parvati- ese perfume es mágico. Mira, Hermione, ¿qué aroma tengo?

-Lavanda- contestó ella.

-Pruébatelo. - Hermione hizo lo que ella le pedía, y se sorprendió cuando se dio cuenta que el aroma había cambiado.

-¡ahora es sándalo! ¡El que más me gusta!- se lo alcanzó a Dil, que se lo probó también, algo reacia, como si no estuviera acostumbrada.

-Vaya, no sé que es. pero es rico. Me recuerda de cuando era chica y prendían incienso en el templo.



En la habitación de los chicos, Dean, Seamus, Neville y Paul se hallaban extrañados por el repentinamente poco sociable comportamiento de Harry y Ron. en ese momento, ambos se hallaban duchándose, pero ni siquiera les habían saludado al entrar y ni dicho palabra al desalojar a Paul y Dean de las únicas dos duchas del baño de la habitación.

-Insisto que algo le ha pasado a esos dos- gruñó Dean, molesto con aquel suceso; secándose todavía con una toalla grande.



Las chicas bajaron en grupo. Ginny se asomó por la escalera cuando bajaban, y estaba algo triste por no poder ir, de modo que se metió de vuelta a la habitación. Abajo, Harry y Ron esperaban a Dil y Hermione, y en efecto, no recordaban nada del vergonzoso incidente en el baño de los prefectos.





Capítulo XXXIX: La graduación de los cursos inferiores





-¿Y bien? Preguntó Hermione, pidiendo la aprobación de los muchachos. Ron dejó escapar un silbido, que reprimió casi al instante, pero se había sonrojado.

-Muy bien- tartamudeó. Dil le echó una mirada de complicidad, y preguntó a su vez:

-No guardo mucha esperanza, pero díganme si no me veo tan mal como de costumbre.

-¡Vamos, Dil! No nos vengas con problemas de autoestima, claro que te ves bien- repuso Hermione.

-Bueno, ¿bajemos?- propuso Harry, mirando el reloj, recién arreglado- Se nos hará tarde.

-¡claro! Bajen ustedes primero. Ron, necesito hablar una palabrita contigo. ¿No les molesta, chicos?

-Para nada- dijo Harry, como si pudiese adivinar las intenciones de Dil. El y Hermione salieron de la Sala Común con el resto de los alumnos de 5°, 6° y 7°. Dil le dijo a Ron en voz baja:

-Ron, no me irás a fallar ahora.

-No sé a qué te refieres- respondió Ron, incómodo.

-Chico, sonará a machista, pero aunque estemos en 1995, la chica aún espera que sea el chico quien de él primer paso. No te hagas el tonto, me refiero a Hermione, claro está.

Ah, no- se resistió Ron- Ni lo pienses. No sé si Harry te habrá contado que.- se detuvo, como si hubiera temido hablar de más.

-Nadie me ha dicho una palabra sobre nada- le aseguró ella. - pero a ti se te nota a la legua que te gusta. Hasta repetías su nombre entre sueños, cuando te quedaste dormido en la Cámara.- aunque esto último no había sido así, Dil lo dijo para aportarle credibilidad a sus palabras, y de paso, animar a Ron- ¡Animo! Hay una buena probabilidad de que las cosas salgan bien.

-No estoy seguro. Bueno no te han contado, pero hace un tiempo. ella me hizo mucho daño, ¿sabes? No quiero que vuelva a pasar.

-Estoy casi segura (nada en este mundo es seguro, chico) que Hermione sabrá valorarte. Además, si te dice que no. bueno, seguro no es tan traumatizante como la vez anterior, ¿no?

-Bueno- cedió Ron- quizá lo intente.

-¡Así se habla, compañero! Vamos, bajemos o nos perderemos lo más interesante: el banquete.



Llegaron a la mitad del discurso de Dumbledore:

-.Y recuerden: a pesar de que hoy hay alumnos que de despiden de nosotros, y otros que inician una nueva etapa en sus vidas, los recordaremos eternamente. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida. Buenas noches.



Se oyó una salva de aplausos, por parte de alumnos y profesores. El Gran Salón estaba decorado en forma parecida al Baile de Navidad del año anterior, aunque de ninguna manera tan fastuosa como esta había sido. Hermione agito una mano para señalar donde estaban. Las mesas tenían un cupo para cuatro personas. Apareció de la nada la comida en el buffet, como en el baile de San Valentín.

-¡vengan! ¡Les tenemos un puesto!



Conversaron un rato, comentando de todo, la fiesta, el discurso, la decoración. Pero al cabo de unos minutos, se acercó Franz Sellers a la mesa. Dil lo miró como quien mira al chicle que se le ha pegado en la zapatilla nueva, y dijo de malas pulgas:

-No hay pan duro. Largo y déjate de joder, Sellers.- Hermione se escandalizó con la palabra. Franz pronunció aún más su sonrisa despectiva, y comentó:

-Yo venía a dar mis condolencias al pelirrojo que te acompaña. Lo siento, amigo.- le dijo a Ron- pero has caído más bajo que uno de Hufflepuff saliendo con esa.

Dil se incorporó, furiosa y dispuesta a darle una paliza mayor a la anterior a Franz. Harry la sujetó por el sari, y le dijo:

-Vete Sellers. Estorbas.

-Si- corroboró Ron- Tapas la vista del buffet.

-Oh, ¿ahora dejas que te defiendan?- la provocó Sellers- Dios mío, estas peor que la última vez.

-No dejo que me defiendan, Sellers- contestó Dil temblando de rabia- pero creo que no vale la pena. sacudirte. Es un gasto innecesario de energía. Ahora, lárgate antes de que te eche una maldición.- Dil sacó la varita de debajo de la manga. Aunque se había contradicho a sí misma con eso, Sellers debió haber considerado que ya era suficiente y se largó.

-¿Y eso?- preguntó Harry

-¿Qué? ¿La varita? Casi siempre la ando trayendo, vamos, por si me puede servir de algo. apuesto que ustedes también.

Luego de que Sellers se fue y dejó de matar a Dil con la mirada, Hermione y Ron fueron a buscar comida para todos. Luego de algo que pareció una media hora, Dumbledore siguió el discurso:

-Bien, ahora que ya todos debemos haber comido algo, haremos la entrega de premios, y luego proseguirá el banquete y el baile. Comenzaremos, por supuesto, con los de quinto, dando los puntajes más altos de los Timos. De Gryffindor, la señorita ¡Hermione Granger!

-¿Yo?- susurró Hermione, como si no entendiera- ¿Y el ocho, con Snape? ¿Y el 9,5?

-¡No te quejes, Hermione! A mí me gustaría tener tus notas.- suspiró Dil. Hermione se levantó, y fue a recibir el premio de manos de Dumbledore. Luego de que se fue a sentar, éste prosiguió con la ceremonia.

-. el señor Jean Duboix, de Ravenclaw. La señorita Hannah Abbot, de Hufflepuff, y el señor Franz Sellers, de Slytherin.



Cuando Franz se levantó de su mesa, no muy lejos de la de Harry y sus amigos, pasó frente a ellos dirigiéndole una irritante mirada de superioridad a Dil, que se retorció de rabia en su asiento. Luego susurró:

-Si no estuviéramos en una fiesta, juro que a ese idiota le.

-Cálmate, Dil. O la fiesta va a terminar en asesinato.

-Hablo en serio, Harry.

-Continuaremos con nuestros alumnos de sexto curso, con la entrega de los premios anuales. De Gryffindor: Marcela Sepúlveda.- una chica de raíces indudablemente latinoamericanas se levantó de una de las mesas del fondo para recibir la plateada insignia de manos de Dumbledore.

-Esto es poco común- comentó Ron.- Usualmente, son los de séptimo los que tienen fiesta. Los de quinto y sexto, jamás. ¿Y ella? ¿La conocías, Hermione?- señaló a Sepúlveda, que volvía a su puesto en la mesa.

-No, y es raro. Conozco a casi todos los Gryffindor, pero nunca me la había topado.

-¿Sepúlveda?- inquirió Dil- Bueno, no es muy sociable. Además, iba en Humstall. Dicen que mi antiguo colegio era medio clandestino, porque llegaban desde expulsados de otros sitios, hasta inmigrantes fugados, como yo.- Le echó una mirada asesina a Franz, que ni siquiera miraba hacia allá.

-Stephan Alexandrovich, Slytherin- finalizó Dumbledore.-Los alumnos con más altos puntajes en el ÉXTASIS, de séptimo curso son: Mariah Collins, de Gryffindor.

-¡Bien Mary!- exclamó Harry, cuando la chica pasó cerca de la mesa.

-Pensé que estabas enojado con ella, por haber dejado el equipo de Quidditch.

-No. Bueno. un tiempo sí. Pero ya ven, todo salió bien después.

-.Tojiro Tanifuji, de Slytherin. Muchas felicidades a todos, en especial a los alumnos que salen de séptimo; y espero que los alumnos que continúan aquí, den todo el esfuerzo posible para acabar bien. Ahora. creo que todos nos merecemos un baile, ¿No les parece?



Todos ovacionaron a Dumbledore, mientras se abría por arte de magia, un espacio muy amplio entre las mesas, suficiente para que los cerca de 120 alumnos de diferentes cursos, junto con los profesores, pudieran moverse con comodidad. Luego, salida de no se supo dónde, empezó a sonar la música de las Brujas de Machbeth.



-¿Hermione, bailas?- preguntó Paul Austen, acercándose a la mesa antes de que Ron pudiese decir nada.

-¿Chicos, les molesta que me vaya?- inquirió Hermione. Dil miró alternativamente a Paul y a Ron, y ya iba a decir que si, cuando Ron le dio un pisotón por debajo de la mesa. De modo que Hermione se fue a bailar, dejando a Ron, Harry y Dil solos.

-¡Ron! ¿Vas a dejar que te la levanten?- Dil no estaba muy feliz con el cambio. Ron le dio otro pisotón con cara de "¡cállate, por favor!" mirando significativamente a Harry, que se rió, y le dijo:

-Vamos, Ron ¡No vas a creer que nadie se dio cuenta!



El pobre Ron enrojeció hasta las orejas. Dil se dio cuenta que no la estaba pasando de lo mejor, y les propuso:

-¿Vayamos a buscar bebidas? Estoy muerta de sed.- los chicos asintieron, y se levantaron de la mesa hasta el buffet, para recoger un par de botellas de cerveza de mantequilla

-Oye, esto está muy bueno- comentó Ron, probando el líquido de una fuente con una de las copas agrupadas sobre la mesa. Dil sacó un poco para la suya con un cucharón, y lo regañó

-Ron, ¡Esto es hidromiel!

-es raro.- comentó Harry- ¿Hidromiel para los alumnos? Aquí van a haber problemas.



Paul y Hermione se acercaron a la mesa grande, a buscar cerveza de mantequilla. Harry pudo notar que Ron miraba deliberadamente para otro lado. Luego de beberlas, Paul y Hermione se fueron a seguir bailando.

-Creo que tomaré otra de hidromiel- murmuró Ron, al verlos alejarse. Dil frunció el ceño:

-Oh, no, no lo harás. Tengo una idea, ven.



Ron miró a Harry pidiéndole auxilio, pero este malinterpretó el gesto e hizo un ademán del tipo "váyanse, no se preocupen por mí". Tirándole la mano, Dil arrastró a Ron la pista. En ese momento, estaba sonando una canción muy movida. De repente, la intensidad de la luz de las velas flotantes disminuyó, y comenzó a sonar una melodía lenta.

-¡Dil, yo no sé bailar!- cuchicheó Ron, cuando ella lo cogió de las manos, le colocó una en la cintura, y agarró fuertemente la otra.

-¿De que te preocupas? Yo si. y Hermione también.- lo llevaba hasta el lugar donde Paul y Hermione valseaban. Cuando llegaron frente a ellos, Dil soltó a Ron, dijo bien alto "cambio de pareja", y sujetó firmemente a Paul, por miedo a que se le escapara. Hermione se encogió de hombros, cogió a Ron y bailó con él. Paul parecía estar molesto:

-¿Por qué has hecho eso?

-Porque me he graduado de casamentera, bobo. No es por gusto que bailo contigo. Y, por favor, no interfieras con ellos.

-¿Ah, sí?- gritó Paul.

-¡Sí!- gritó Dil, tan fuerte que un par de parejas se voltearon a mirarla. Ron y Hermione se habían ido a sentar a una mesa aparte, cada uno con una botella de cerveza de mantequilla.

-Hermione, creo que pensarás que soy un tonto.



Hermione no dijo nada, no quería volver a decirle que no y hacerlo sufrir. pero tampoco podía. ¿De verdad estaba segura que no quería? ¿De verdad no lo quería? Sacudió la cabeza, para destrabar sus pensamientos. Prefirió seguir escuchando antes de hacer juicios apresurados.

-Pero, el caso es que.- Ron no sabía como decirlo, se estaba trabando entero y eso no era nada bueno.- bueno. ¿Estás segura que no me quieres?

¡Se había atrevido a decirlo! Tal vez sería la copa de hidromiel, pero luego de hacerlo, se sintió mejor. Un verdadero alivio. Aún tenía algo de esperanza. Hermione se lo estaba pensando mucho.

-Ron- dijo con suavidad- por favor. No. no sería bueno ni para ti, ni para mí. Somos demasiado distintos, ¿Comprendes? Por favor no te sigas dañando a ti mismo.

-Si. entiendo- murmuró Ron.

-Pero podemos seguir siendo amigos- añadió Hermione apresuradamente. Ron le sonrió, y le dijo:

-Vale. Amigos. volvamos con Harry, mira que el pobre nos ha estado esperando.

-.Solo como un poste eléctrico- completó Dil, atrás de ellos, pero Hermione no la oyó porque hablaba en susurros- Valía la pena intentarlo, amigo. Quédate aquí, sigan conversando como si nada, y yo me ocuparé de Harry.- le guiñó un ojo, y volvió a la mesa en que Harry la estaba esperando.



-¿Qué tal le fue?- fue lo primero que preguntó cuando la vio regresar. Dil movió la cabeza, un poco preocupada.

-No lo consiguió. pero estará bien. Si, estoy segura. Aún así, parece que se ha quedado algo triste.

-Vaya, pobre Ron. Supongo que yo no puedo quejarme.

-Hermione no sabe lo que tiene- dijo Dil, mirando con rabia hacia la mesa en que Ron y Hermione seguían conversando.- ahí hay un chico que sería capaz de cortarse las venas por ella, y no lo toma en cuenta.

-Supongo que tienes razón, ¿Y a ti? ¿Cómo te va?

-¿En ese sentido?- sonrió ella- Mal. Harry, yo no creo en el amor. Creo que hasta le tengo miedo.

-Pero Dil, tu no le temes a nada.- bromeó Harry- Además, ¿Cómo puede tenérsele miedo?

-Eso lo dices porque te corresponden- contestó con amargura- a mi chico le gusta otra persona, y prefiero dejarlo así, porque será más feliz.

-Anímate- le dijo Harry.- ¿Quieres bailar?

-Pero. ¿Y Ginny?- dudó Dil, ruborizándose un poco.

-Sólo será un baile- contestó Harry, restándole importancia- Porque, si no, nos quedaremos sentados acá toda la noche.



Recién se habían levantado, cuando se abrieron las puertas del Gran Salón. La figura de tres o cuatro personas heridas y vestidas con harapos se perfiló en la puerta, y por un momento, fue imposible verlas bien. Cuando la mayor de ellas levantó la cabeza, un murmullo estremecedor recorrió a alumnos y profesores por igual.



Era Viktor Krum.