Capítulo XL: Acontecimientos poco comunes
Hermione se quedó casi pasmada al verlo en ese estado, y dejó de inmediato de conversar con Ron. Un silencio de muerte acabó con las murmuraciones, y se instaló en el Gran Salón cuando la figura de Viktor Krum se desplomó en el suelo, consumido por el esfuerzo y la falta de alimentos. Hermione corrió hasta él, y trató de reanimarlo, mientras Dumbledore se levantaba también de la mesa de los profesores.
-Poppy- llamó. La enfermera se levantó de su puesto, y fue corriendo hasta donde Viktor estaba, para examinarlo.
-Tiene pulso.- Dijo seria luego de revisarlo- Pero está agotado y se ve que no ha comido en días. ¿Y ustedes- preguntó a los acompañantes de Krum, que hacían un esfuerzo para mantenerse en pie- ¿Cómo están?
-Mejor que él.- pronunció con dificultad uno de los que sabía hablar inglés.- Viktor se sacrificó, y nos daba casi todas las reservas de comida a nosotros. Pero se acabaron ayer.
-Bien- asintió la señora Pomfrey- Por favor, acompáñenme a la enfermería. No está muy lejos. Mobilecorpus- y el cuerpo de Viktor se alzó pesadamente del suelo.
Luego de que la señora Pomfrey y compañía abandonaron el salón, se reanudaron las murmuraciones con más intensidad que antes. Ni Harry ni sus amigos quisieron quedarse ahí, la atmósfera de veras se había puesto densa. Hermione estaba muy preocupada por Viktor.
-¿Qué le habrá pasado? ¿Cómo es que llegó a esos extremos?
-Bueno, parece como si se hubiera arrastrado durante kilómetros. Y si escucharon bien a Dumbledore y a los chicos de Durmstrang, eso fue lo que hicieron.- contestó Harry. Ron no decía nada. Mantenía la sonrisa, aunque tenía un aire melancólico que ya se estaba haciendo común en él, desde marzo.
-¿Y por qué se habrá arrastrado durante kilómetros?- inquirió Dil- ¿Qué habrá sucedido?
-Debe haber sucedido algo muy malo en Durmstrang- dijo Ron, hablando por primera vez- Y no es raro. Karkarov no volvió con Ya Sabes Quién. Y. ¡Snape! ¡Y Malfoy! ¿Se fijan que Malfoy se fue en noviembre? ¿Y que Snape se ha ausentado mucho?
-¡Wow, Sherlock!- exclamó Dil- Dejas a Conan Doyle en pañales.
-Por favor, Dil. ¡Córtala!- exclamó Hermione- Quisiera ver como está. Pobre Viktor.
Ron hizo una mueca extraña, como si frunciera un poco sus ojos. Dil lo vio, advirtió la pena mal disimulada en su semblante, y comentó:
-Vamos a dormir, chicos. Si quieres, mañana ves a Viktor, Hermione, pero déjalo en paz por hoy ¿sí?
Hermione se encogió de hombros y subió la escalera hacia los dormitorios, luego de despedirse. A pesar de las palabras de Dil, las luces solo se apagaron en mucho rato después, en ambos cuartos.
Hermione cumplió su palabra, y lo primero que hizo fue ir a ver a Viktor a la enfermería, esa mañana de domingo. Este se encontraba ya despierto, y se encontraba atracándose un buen desayuno cuando ella entró.
Mientras, en la chimenea de la torre Gryffindor, un rostro desconocido y conocido a la vez aparecía entre las llamas.
-Hola Marietta- saludó Ron, con menos ánimo del que los demás esperaban, luego de la descripción que había hecho de ella el otro día.
-¡Ron! ¿Cómo estás, caro primo?- saludó la chica. Dil se fijó en su rostro, y le susurró a Ginny:
-Ginny, ¿Por qué se llevan tan mal? ¡Es igual a ti!- la prima Marietta era parecidísima a Ginny, salvo por un detalle: Tenía los ojos color miel, amarillos como los de un ave.
-¡Mentira!- la contradijo Ginny- ¡somos terriblemente distintas!- Dil se lo pensó un poco y dijo:
-Bueno, si yo tuviera una gemela, y esta fuera una persona terriblemente opuesta a mi. seguro que la encontraría distinta.
-.¿Y entonces- seguía diciendo Ron- te saliste a mitades de año de Beauxbatons?
-Y bueno, ¿qué podía hacer? Tendré que studiare due volte, estudiar el doble, pero ya di los TIMOS.- contestó la prima, mirando fijamente hacia el sillón en que estaba sentado Harry, que no le tomaba atención. La profecía le ocupaba de nuevo la mente, y realmente, faltaba mucho por comprender de ella.
-Oh, bien. ¿Dónde te estás alojando?
-Ron, io sono alla mia casa, estoy en mi casa, en Londres.- repuso la prima.- Vamos, te escribí contándote el otro día ¿ Ricorda Lei?
-Claro que sí.- dijo Ron, como si estuviera pensando en otra cosa.
-Ron, Lei non è concentrato- sentenció la prima, parecía tener problemas para hablar completamente en inglés. Luego tradujo, al ver la cara de desconcierto de Ron- tienes la cabeza en otra parte. Bien, tengo que irme. Vamos a ir a tu casa, están celebrando.
-¿qué celebran?- interrumpió Ginny, muy interesada
-Al túo papa lo ascendieron. A director del Departamento de Seguridad Mágica.
-¡Oye, que bien!- exclamó Ron, contento con la noticia, que sin duda significaría muchas menos estrecheces para su familia- Bueno, si debes irte.
-Arrivederci, primo.- se despidió Marietta. Su cabeza desapareció de la chimenea.
La señora Pomfrey había autorizado a regañadientes a Viktor a salir, después de todo, lo que tenía era solo una fatiga producto de las privaciones. Él y Hermione estaban paseando por los terrenos.
-¿Qué te pasó, Viktor?- preguntó ella, preocupada. No se le quitaba de la cabeza la imagen de él cayendo al suelo.
-"Prroblemas"- dijo él, sacudiendo la renegrida cabeza- llegó al colegio un "enorrme grrupo " de esos. ¿cómo se llaman? "¿Morrtífagos?" y se "aprropiaron" de él. Logramos escapar "nosotrros cuatrro", los demás "tuvierron" que "perrmanecerr" allí. "Nosotrros" debíamos avisar a "Dumbledorr" y pedirle ayuda.
¿Las suposiciones de Ron estaban acertadas? Hermione prefirió no pensar en eso. De modo que preguntó como se encontraba ahora.
-"Mejorr" que nunca, ahora que estoy contigo, Herr.mío.ne.- Era casi imposible creer que el generalmente ceñudo rostro de Krum pudiera ruborizarse, pero así era. La preocupación de Hermione se convirtió en pánico. No sabía como desviar la atención, y dijo la verdad:
-Viktor, sabes que te quiero muchísimo, pero no me siento preparada para responder. aún. Dame un par de días más.
-Te he dado casi un año, Herr.mío.ne.- contestó Krum, frunciendo el ceño.
-Lo sé.- suspiró Hermione, que se fijó en el rostro de Krum, y añadió- ay, Viktor. dame un par de días más, ¿Si?
-Bien- suspiró él- yo debo "irr" a "hablarr" con "Dumbledorr", te dejo "ahorra".
-¿Quieres que te acompañe?- se ofreció ella, al ver lo molesto que había quedado él.
-No- finalizó Krum.
Krum volvió por su cuenta al castillo, dejando a Hermione con la cabeza como un revoltijo. No se le ocurría ninguna forma de. oh ya estaba bueno con todo eso. Estaba harta de negarse a todo y hacer sufrir a la gente. Sin saber como, mientras pensaba todo eso, había vuelto a la Sala Común.
-¿Qué tal te fue?- la saludó Dil. No había nadie más en la Sala Común.
-Ahora es Viktor el que quiere una respuesta.- resopló ella, dejándose caer en un sillón.- Y no sé como decirle que no.
-Vele el lado amable- dijo Dil, algo amargada- Los chicos te llueven. En cambio a mí.
-¡ay, por favor!- dijo Hermione, algo picada- No te gustaría estar en mi lugar.
-No te enojes. Aún así, creo que es mejor eso a estar sola.- recordó lo que había dicho la noche anterior- sola como un poste eléctrico, y sé que sabes a que me refiero.
Paul Austen había entrado a la Sala Común, y muy rojo, se acercó a Hermione, preguntándole si podía hablar con ella. Hermione ya estaba más arriba del tope, y se lo negó. Austen salió de la Sala arrastrando los pies. Cuando desapareció, Dil le rogó:
-¡Dame la receta de ese filtro!
-Ja. ja. ja.-rió Hermione sarcástica- hoy estás intratable.
Al mediodía, Harry estaba con Ginny afuera, en los terrenos, paseando por el mismo lugar que Hermione con Viktor una hora antes. Él le dijo:
-Quisiera salir a dar una vuelta...
-¿Qué crees que estamos haciendo, Harry?- bromeó ella.
-No, no me refiero a eso.- replicó él, algo trabado ¿cómo se invita a una chica a dar un paseo romántico por la noche?- Quisiera poder dar una vuelta sólo nosotros dos. ¿Te has fijado que siempre llega alguien a interrumpir?
Ron apareció por los terrenos.
-Los estaba buscando- dijo- quería comentarles que escuché a Dumbledore hablando con Krum. Han dicho que el seis sale una partida de gente a liberar Durmstrang. Estaba en lo cierto. ¡Ah! Parece Hagrid irá también, aún no es muy seguro.
-Que te decía yo.- suspiró Harry.- ay, Ron.
-Si estorbo, solo avísenme.- dijo él, algo molesto- Y si se quedan sin comer, no será mi culpa. Hoy han servido temprano el almuerzo.- y se fue.
-Bien- cedió Ginny.- hoy en la noche. Estoy harta de que pase esto.
En la tarde bajaron todos juntos a las cocinas porque Hermione quería saber que había sido de los elfos domésticos luego de la huelga. Además, Ginny nunca había estado en las cocinas, y tenía mucho interés en ir, luego de todo lo que Harry le había contado sobre Dobby. Ron le hizo cosquillas a la pera del frutero, y el cuadro se abrió para dejarlos pasar. Se encontraron con un espectáculo. poco común, por decirlo de alguna forma, aunque bien mirado, no era tan raro.
Decenas de elfos domésticos vestidos de la forma más estrafalaria, se afanaban con las sartenes, lavando platos, acarreando comida.
-¡Harry Potter, señor!- chilló una elfina, que se había puesto calcetines cubriendo las orejas de murciélago, y un blusón naranjo fosforescente que le servía de vestido. Dobby dejó caer una cacerola grande y pesada y corrió hasta ellos, para saludarlos.
-¡Harry Potter, ha venido, señor! ¡Y el señor Ron, y las señoritas!- exclamó el elfo, con su inconfundible voz de silbato.
-¡Dobby! ¿Cómo estás?-saludaron los chicos, mientras Ginny examinaba con curiosidad a Dobby y su cubretetera roja.
-¡Dobby está muy contento, Harry Potter!- chilló Dobby- ¡la vida aquí de verdad ha cambiado para los elfos domésticos! ¡Ahora libramos todos un día al mes, ganamos un galeón a la semana y llevamos ropa! Y hay bajas por enfermedad, y tendremos una semana de vacaciones en julio, y .
-¡Muy bien Dobby!- lo felicitó Hermione.- ¿Y Winky? No la veo.
-Es que hoy es su día libre, señorita.
-¿Y cómo está?
-Oh, ha tenido un par de recaídas en el año, pero fuera de eso, está bien, señores y señoritas.
-¿Recaída?- Inquirió Ron-¿Acaso aún recuerda a Crouch?
-¡Oh, no!- dijo alegremente el elfo, sonriendo aún más ampliamente- Le ha quedado gustando la cerveza de mantequilla, señor.
-¡Vaya Dobby, ahora hasta te das el lujo de ser sarcástico! Me sorprendes.- comentó Dil.
-¡gracias señorita!- agradeció Dobby, que por supuesto, no había querido sonar sarcástico- Bueno, por suerte, Winky ahora sólo bebe media botella diaria, señorita.
Al irse, Dobby y los otros elfos libres les atiborraron de pasteles para llevar.
-¡Pie de limón!- exclamó Dil, al sentir el olor del que ella llevaba.- ¿Cómo se supone que conservaré mi cintura?
-Estás demasiado delgada, Dil- dijo Ginny- ¡en los huesos! Tienes que engordar un poco.
-Hablaba en broma- contestó Dil- Bah, los hombres no tienen ese problema. ¡Suertudos!- dijo mirando a Harry y Ron.
Eran cerca de las doce de la noche. Ginny esperaba en la Sala Común a que los demás se fueran. Cuando Neville y Lavender dejaron de conversar, y subieron cada uno a su respectiva habitación, sintió un golpecito en su espalda.
-¿estás ahí, Harry?- susurró ella. Por toda respuesta, Harry le echó la capa encima.
Los corredores estaban desiertos. Ni siquiera Filch y su gata estaban por ahí, el mapa del Merodeador los mostraba persiguiendo a Peeves en el séptimo piso. La mota correspondiente a Fleur Delacour no paraba de dar vueltas en su despacho, la que representaba a Dumbledore lo mostraba con Hagrid en la cabaña, la de Michael Camus en la Lechucería, y Krum y compañía en la enfermería. Cruzaron el rellano del primer piso, y salieron del castillo.
La luna creciente arrojaba una luz pálida, y dejaba ver casi todas las estrellas. El aroma de las flores silvestres les dio de lleno en el rostro una vez afuera, como la primera vez que salieron juntos. Era impresionante el silencio que se sentía. Daba la impresión de que sus pasos se escuchaban hasta el Bosque Prohibido, ni hablar de sus voces.
Se detuvieron bajo el sauce que tantas veces los había espiado, como aquella vez en que Harry le pidió a Ginny que lo acompañara al baile. Ella lo besó en los labios, sintiendo ambos más fuerte la sacudida, la descarga eléctrica. Y también creció en Harry la falta de esa nada que precisaba, y que no conocía. Sentía que necesitaba algo más que ese beso, aunque fuera de noche y estuvieran bajo el sauce. Y de pronto lo supo. quería sentirla como nunca antes, el contacto de la piel contra la piel, recorrerla con sus manos.
Ginny interrumpió sus confundidos pensamientos preguntando:
-Harry, ¿qué estamos haciendo?
Se miraron. Ella le había desabotonado la camisa, que mostraba semi abierta parte del pecho de Harry. Él le había quitado el suéter, y abierto tres botones en la blusa.
-¡Dios mío!- murmuró Harry. ¿Qué demonios habían estado a punto de hacer?
Al fin y al cabo, los Dursley fueron unos pésimos padres adoptivos. Nunca le dieron un consejo, jamás se preocuparon por ningún problema que Harry tuviera (a menos que significara directamente un problema para ellos) ¿Se podía esperar entonces que le hubieran hablado de.?
-No, esto no está bien- dijo Ginny, y Harry le encontró toda la razón. Las cosas no debían darse así.
-Vamos, Ginny. Mejor volvamos al castillo.- Ginny asintió. Harry recogió la capa invisible y la extendió sobre las espaldas de ambos.
-¿Has estudiado? Mañana tienes el examen de recuperación.- había dicho Hermione, mientras se ponía el camisón de dormir.
-¿Para qué? Es un examen práctico, no de materia.- había contestado Dil. Hermione frunció el ceño, mientras un sonoro ronquido proveniente de la cama de Parvati se sentía en la habitación.
-Igual tienes que estudiar.
-Te pareces a mi madre, ¿sabes? No me va a ir mal, Hermione.
-No seas irresponsable, Dil.
-¡ya va, ya va! Le pido la capa a Harry, me voy estudiar a la biblioteca a esta hora, y muero, y mañana amanezco con unas ojeras tamaño familiar.- sin más, Dil había salido del cuarto, bajó las escaleras, y se encontró con Harry, terriblemente pensativo en un sofá. Ella se le acercó, y preguntó:
-¿Qué te pasa, Harry? Andas con una cara.
-¿Puedo confiar en ti?- preguntó él
-¿te he fallado alguna vez?- inquirió ella, contestando con una pregunta.
Harry le contó en pocas palabras y sin mucho detalle lo que había ocurrido. Dil se lo pensó un poco, y le comentó:
-Ay, Harry. que sufrido es este asunto de las hormonas.
-¿Y que me aconsejas?
-la próxima vez que te den ganas, te aguantas. No sé si sabías, pero Ginny. ya no es una niña pequeña, por decirlo de alguna forma. Y no creo que te gustaría que los expulsasen a ambos. por un bebé.
Harry pasó saliva, y abrió unos ojos como platos. En verdad, aunque de eso si sabía, gracias a la escuela muggle que había soportado en la primaria, no se había parado a pensar en eso, precisamente. Dil continuó, casi con algo de sarcasmo:
-Y menos granjearte el enfado de la Señora Weasley, y me da no sé que, pero me late que Ron no te hablaría más en la vida.
-¿Cómo sabes tanto sobre esto?
-Oh, tengo suerte, ya sabes, mi mamá me ha enseñado de todo- Dil notó la tristeza en los ojos de Harry, que no había conocido a sus padres, y trató de levantarle el ánimo.-Vamos, "niño", no te pongas triste. ¿quién sabe? A lo mejor este verano logras librarte de esos horribles parientes tuyos, y te vienes a mi casa en Irlanda. Es enorme, (a veces me pregunto para qué, si somos cuatro personas, con mamá, Mark y mi hermano) y quizá pueda venir el resto del grupo, ya sabes, Ron, Hermione, Ginny.
-Gracias, Dil- murmuró él- por el consejo, la invitación, y.
-Bah, no te pongas formal. Pero ahora ya sabes, vez que tengas una duda, vienes y conversas conmigo. Djilah, a tu servicio.- Dil hizo una absurda reverencia, y se fue a su cuarto, pensando que nada la sacaría de la cama hasta el día siguiente, aunque veinte Hermiones la trataran de hacer estudiar. Y Harry quedó solo y pensando.
-Dil, tienes que dar tu examen- le dijo Mike, el profesor de pociones, a la mañana siguiente.
-ah, claro, Mike. ¿Qué tengo que hacer?
-tres calderos: Edeaveda, Lágrimas de fénix, y Passim árabe, ya sabes, el que cura las enfermedades circulatorias. Siéntate al fondo, sé que no harías trampa, pero- dijo mirando a Franz- acá adelante te puedes desconcentrar, y eso sería fatal.
El resto de los chicos avanzó en los temas que tocarían el próximo año: las pociones oscuras (venenos, multijugos, etc.) y las que doblegan la voluntad (Veritaserum, impredetto, affirmatio, negattio) Al terminar las dos horas de clase, Dil ya tenía listos los tres calderos. Camus recogió una muestra de cada uno en tres frascos, y se los guardó en el bolsillo.
-bien Dil, al almuerzo te daré la nota. Ahora, váyanse a clase con Sprout, chicos.
Fue algo desagradable la clase con la profesora Sprout. Debían cortar Vainas Espinosas, cuyas propiedades medicinales eran conocidas por Madame Pomfrey. (Curaban el resfrío, entre muchas otras cosas) Debieron ponerse los guantes de piel de dragón para protegerse las manos de las diminutas y delgadas espinas.
-Creo que me espiné entero, a pesar de los guantes- se quejó Ron, durante el almuerzo.- siento pinchazos en las manos.
-Debe ser sugestión, Ron.- dijo Hermione, sirviéndose más guiso de carne y riñones- la piel de dragón es impenetrable.
-¿Puedo hablar contigo a solas, Dil?- preguntó Mike, acercándose a la mesa de Gryffindor. Dil comenzó a transpirar frío. Si era una buena nota, podría haberla dicho frente a todos. Se levantó de la mesa, y siguió al profesor, a unos cuatro metros de distancia.
-Bien Dil, en cuanto a tu nota. sé que lo hiciste lo mejor que pudiste, pero esperaba más de ti.- le entregó la libreta de notas, que Dil no se atrevía a mirar. Cuando por fin lo hizo.
-¿Nueve punto cinco? ¿Tanto teatro por un nueve punto cinco?- Dil parecía dispuesta a golpear al profesor, por todo ese preámbulo.
-Bueno, la poción de lágrimas de fénix no alcanzó a terminar de cocerse.- contestó Mike, encogiéndose de hombros- Fue la última que hiciste, cuando ya no quedaba mucho tiempo, y eso fue un error. Lo demás estaba bien, así que te la aproximaré a diez, si te parece.
-Como quieras, Mike.- contestó Dil, exhalando un suspiro de alivio.- Ahora, si no te importa, vuelvo a la mesa.
Hagrid y Viktor Krum estaban en la mesa de Gryffindor, despidiéndose de Harry, Ron y Hermione cuando Dil volvió a la mesa. Estaban incluidos en la partida que saldría ese día para liberar a Durmstrang de los mortífagos.
Capítulo XLI: La profecía comienza a cumplirse
Al terminar las clases, todos se fueron al dormitorio. Nada les hubiera gustado más que salir a dar una vuelta por los terrenos, pero, extrañamente, ese día había amanecido con el cielo completamente tapado por negros nubarrones, y durante la mañana, había comenzado a llover.
-Esta lluvia me da mala espina- comentó Ron, en la pieza de los chicos. Ginny y Harry estaban allí también, conversando.
-¿Por qué?
-ayer en la noche estaba despejado. Además, ya casi estamos en verano y el año ha sido seco, casi no llovió ni nevó en invierno. Y de repente, aparece una lluvia torrencial. Es muy raro.- contestó Ron.
-Supongo que tienes razón. Oye, ¿Por qué no están acá Hermione y Dil?- preguntó Harry.
-Hermione quería dormir una siesta.- respondió Ginny.
-Yo voy a dormir un rato. Tu sigue revisando esa cosa- dijo Hermione, somnolienta, señalando el pergamino que estaba sobre su mesita de noche. Dil lo cogió, aunque pensaba que sería completamente inútil. Se sentó en su cama, mientras escuchaba el ruido de la lluvia sobre el cristal de la ventana, Parvati y Hermione roncaban en sus respectivas camas, y Lavender se encontraba con Neville en la Sala Común.
-No vale la pena. no entiendo nada.- dijo, mientras subrayaba con el dedo la frase "la poderosa magia perece". El pergamino brilló por una fracción de segundo, y Dil se dio cuenta que algo había cambiado en él.
-¡Hermione, despierta- la remeció- creo que hallé algo importante!
-Dil, te dije que quería. ¿qué hallaste?- se había despertado del todo. Dil le mostró el pergamino, pasó el dedo sobre la inscripción "poderosa magia", y esta cambió a "gran mago", repitió la operación, y el pergamino quedó como estaba. Las dos se miraron sin saber que decir. De pronto, Hermione pareció comprender algo. sacó del cajón de su mesita de noche el libro "técnicas muggle de espionaje internacional" y comenzó a buscar frenéticamente entre sus paginas. Cuando terminó, estaba más blanca que un papel.
-mira esto.- murmuró, extendiéndole el libro a Dil. Ella leyó lo que Hermione le señalaba, y el moreno de su rostro descendió tres tonos.
-¡Imposible!
El párrafo señalado decía lo siguiente: "Las combinaciones secretas son habitualmente tomadas del grupo fecha- hora. Generalmente, tienen un significado: una alegoría, una fecha de importancia, o un símbolo. Por ejemplo el 666 se traduce como 'seis de junio a las seis AM (o PM)'"
Hermione entró corriendo a la pieza de los chicos, seguida de Dil. Ambas estaban pálidas y nerviosas.
-Comprendimos la . profecía- jadeó Hermione.- el 666 es un grupo de fecha- hora. seis de junio a las seis de la tarde. y la traducción tenía que ser "gran mago".
-¿Y entonces?- inquirió Ron, sin entender. Al parecer, Ginny si entendía. Se había levantado rápidamente de donde estaba sentada, y se había puesto pálida.
-¡¿Qué no entiendes?!- chilló Hermione- ¡Un gran mago morirá hoy a las seis!
-¿Quieres decir.- tartamudeó Harry- Dumbledore?
Se pusieron en marcha de inmediato.
-¡No alcanzamos a llegar!- gimió Hermione, intentando mirar su reloj mientras corría. Faltaban sólo diez minutos para las seis.
-¡Vamos, hay que lograrlo!- la animó Ron, aunque él mismo estaba exhausto.
-Vaya, vaya. Potter y compañía.- susurró una voz cerca de ellos. Muy a su pesar, los chicos se detuvieron y se voltearon. Snape siguió caminando, hasta ponerse a la altura de ellos.
-Eh. hola, profesor- saludó Ginny tímidamente. Todos conocían demasiado a Snape como para querer problemas con él, pero.
-Me pregunto que hacen, con qué derecho corren por los pasillos, muchachos.
-Eh. verá, nosotros.
-Ustedes traman algo, sobre todo tú, Potter. Siempre metido en líos, igual a tu padre.- siseó, pronunciando despectivamente la frase.
Harry hizo como que no había oído la última frase, pero con respecto a lo otro, abandonó toda prudencia, y dijo:
-Necesitábamos ver al director, profesor.
-Oh, no lo harán. El director está muy ocupado como para tomarte en cuenta, Potter.- contestó Snape. Los demás intentaron que los dejaran ir, Ginny miró su propio reloj, y ya habían pasado cinco minutos de los que tenían. Pero para Snape solo existía Harry.
Luego de que se cumplieran siete minutos estancados allí, Snape los dejó ir, con quince puntos menos de Gryffindor. Claro, como estaban las cosas, no era como para preocuparse de los puntos. Cuando por fin llegaron a la gárgola, faltaba un minuto para las seis de la tarde. Murmuraron "Edro", y la gárgola, con una lentitud desesperante para los chicos, se abrió y los dejó pasar. Ni siquiera esperaron a que los escalones se pusieran en marcha, aunque ya no daban más, subieron corriendo los escalones. Se detuvieron frente a la puerta de roble.
-¡Maldición, está cerrada!- gritó Harry, perdiendo los estribos y pateando la puerta frenéticamente, aunque sabía que eso no la abriría. Hermione buscó su varita mágica en el bolsillo, y no la encontró. Iba a llamar a las otras, usando la telequinesia, cuando Dil dijo:
-¡Oh, muévete! Necesitamos algo más rápido que eso- sacó una horquilla del bolsillo, y la cerradura se abrió con un "clic", mientras Ron, verificando el reloj murmuraba:
-3. 2. 1
Bum. Un cegador estallido de luz blanca se sintió en la torre. Los chicos alcanzaron a divisar a una figura vestida de negro que se desvanecía en la nada, cuando una que a la que reconocieron caía al suelo.
Dumbledore estaba en un estado lastimoso. La piel se le había vuelto amarillenta, y las venas se habían hinchado, dejándole rastros azules por toda la cara, y lo que la túnica dejaba ver de las manos. Temblaba y respiraba entrecortadamente, y, aún así, logró darse vuelta para ver al que había entrado. Consiguió articular:
-Hemorrefillum.
-¿Qué?- Harry y sus amigos se acercaron, rodeando a Dumbledore.
-¡Hemorrefillum!- Hermione parecía choqueada- ¡No puede ser! ¿Seguro?
Dumbledore asintió levemente. Ron parecía no entender, aunque suponía que debía ser algo horroroso.
-¿Qué es eso? ¿Qué podemos hacer por él?
-Es una maldición horrible. tenemos seis minutos para ayudarle, dándole el antídoto, y si no.
Hubo una pausa muy elocuente, donde se podía escuchar que la respiración de Dumbledore se hacía más agitada. Una llaga se abrió en su frente, y un delgado hilo de sangre resbaló por su rostro. Horrorizada, Dil preguntó:
-¿Y cuál es el antídoto?
-Passim. árabe.- murmuró Dumbledore, mientras otra llaga se abría en su mejilla.
-¡La traeré!- gritó Dil, y salió, cerrando con un portazo el despacho. Las llagas del director crecían en número, y la sangre ya formaba un charquito en el suelo. Fawkes cantaba, e intentaba inútilmente sanarlo con sus lágrimas, sin ningún resultado. La lluvia afuera comenzó a caer con más fuerza, y se oyó el ruido de un trueno. Habían pasado cinco de los fatales seis minutos.
-No alcanzará a llegar.- Ginny movió la cabeza, mientras todos apresuraban mentalmente a Dil. El charco de sangre se hacía mayor, y Dumbledore mismo se veía distinto: La piel ajada y abolsada, cubierta de llagas, como en carne viva.
-No. no lo hará.- murmuró Dumbledore, dificultosamente.- No importa. otros ocuparán mi. lugar. Minerva te lo explicará, Harry.
-¿A que se refiere?- preguntó Harry. Dumbledore no contestó, o si lo hizo, no se escuchó. Dil entró corriendo al despacho, con un matraz en la mano.
-¡llegué! ¿Es. muy tarde?- casi no se atrevió a preguntar. Ron miró su reloj, como si no quisiera, y.
-Si.
Dil estalló:
-¡Maldita sea! ¡Si no hubiese sido por ese desgraciado de Snape! ¡Me detuvo en las mazmorras cuando ya la tenía!
-¿Se.ve.rus?- inquirió Dumbledore, abriendo mucho los ojos, aunque apenas se oyó lo que dijo.
-¡Sí! ¡Ese maric.!- Hermione detuvo a Dil con un codazo en las costillas. No era el momento para esas cosas, en realidad. Dumbledore parecía estar en las últimas, había perdido muchísima sangre. "Sólo me iré de verdad- pensó Dumbledore- cuando nadie me necesite". Pero no alcanzó a decirlo.
Unos segundos más tarde, solo quedaba un cadáver seco, ajado e irreconocible en el suelo, en medio de un chaco de sangre. Los chicos reprimieron el llanto, aunque sólo lo consiguieron porque estaban demasiado impresionados como para decir nada. Mientras, el proceso se aceleraba, y como si se vivieran muchos años en uno, el cadáver se descomponía. sólo quedaron cenizas. Se escuchó un grito ahogado, como de ánima detrás de ellos. Los chicos voltearon, y Hermione casi se desmaya.
Minerva Mc Gonnagall estaba en la puerta del despacho.
Harry sintió que se le movía el piso. Nadie dijo absolutamente nada. Mientras intentaba buscarse alguna excusa que pudiera salvarlos de ser expulsados, la Prof. Mc Gonnagall tartamudeó:
-pero. qué. hacen. van. a. ¡¡¡maldición!!! ¡¡¡Fuera de aquí!!! ¡¡¡A mi despacho!!!
A juzgar por el tono de sus chillidos, las tres últimas frases sonaron seguras. Bajaron las escaleras (los escalones ya no se movían) y llegaron al despacho. La Prof. se sentó detrás de su escritorio, e hizo aparecer una taza de té, donde echó unas gotitas de poción de valeriana. Movió la varita mágica, y cinco sillas aparecieron frente al el escritorio. Ya más relajada, dijo:
-Ahora, me van a contar lo que pasó ¿Qué hacían allí?
Dil se adelantó, y prefirió "omitir"lo de la profecía, suponiendo que se la quitarían en caso de decir la verdad:
-Hace unos días, Harry soñó que el director moriría, profesora. Queríamos avisarle y nos encontramos con el tinglado armado. No pudimos hacer nada.
-¿Vieron quien los hizo?
Los chicos negaron con la cabeza. Harry recordó algo, no pudo contenerse, y dijo lo que todos estaban pensando en ese momento:
-¡Snape! ¡Nos topamos con Snape, él nos impidió llegar a tiempo! ¡E impidió a Dil llegar con el antídoto!
La profesora Mc Gonnagall parecía extrañada.
-¿Severus Snape? ¡Imposible!
Hermione se llevó las manos a la cabeza:
-¡Cómo pude ser tan estúpida!- gritó- ¡Snape no pudo haber sido, está de vacaciones porque enfermó de cáncer!
Un silencio muy helado se adueñó del despacho luego de que Hermione dijera las últimas palabras. Minerva Mc Gonnagall murmuró con voz ronca:
-Eso quiere decir. que el asesino anda suelto.
Capítulo XLII: Hogwarts silencioso.
Lo que más temían Harry y los demás, era la cena de esa noche. Se les destrozaban los nervios de sólo pensar cómo se tomarían sus compañeros la noticia, de modo que no bajaron a comer. Se pasaron las horas muertas, mirándose las caras unos a otros, y sin decir nada.
Como a la hora, los Gryffindor entraron en masa a la Sala Común. Dean Thomas les contó, al borde de un ataque de nerviosismo, como había sido.
Todos los alumnos se habían extrañado al notar la poco habitual ausencia de Dumbledore: era casi tradicional verlo en la Mesa Alta a la hora de las comidas. Luego, Mc Gonnagall se había sentado en su puesto, y habían comenzado las murmuraciones.
Seamus, más calmado que Dean, pero no sin neurosis, continuó con el relato.
Mc Gonagall se levantó del puesto de Dumbledore, y todo el mundo pudo notar el tic en su mejilla. Estaba aún más seria de lo habitual. Las murmuraciones en el Gran Comedor cesaron, y su voz, aunque hablaba bajo, se oyó clara: El director había muerto.
Hubo un silencio de algunos segundos, y luego, el desorden el desconcierto se adueñaron del comedor: Las murmuraciones se extendieron por todas partes, alumnos sufrieron ataques de histeria, la confusión cundía.
Paul tomó la palabra.
A Mc Gonnagall realmente le había costado acallar y calmar un poco a los alumnos, sólo lo suficiente para que se enteraran que en tres días se acabarían adelantadamente el periodo, que se suspenderían las clases, que hasta entonces se observarían las medidas de seguridad más rigurosas vistas nunca, y que no salieran de la Sala Común.
En un punto estuvieron los tres de acuerdo: En Slytherin, no había pánico, ni histeria, ni preocupación. Sólo había una sonrisa casi imperceptible de satisfacción.
Un golpe seco se oyó en la alfombra. Era el cuerpo de Neville.
-Neville, ya te pasaste de nuevo con las pastillas tranquilizantes.- se quejó Paul, que se había hecho muy amigo de él.
-¿Que? ¿Yo? Nooo, yo no me he pasado con nada ¿a qué te refieres?- la voz de Neville desde el piso se oía amodorrada. Entre Paul y Lavender lo llevaron arriba, a la habitación de los chicos.
"-Bueno, esto es terrible. No sólo nos destruyó la confianza y la seguridad: También nos está doblegando moralmente."- pensó Hermione. Intentaba mantenerse bajo control, pero tanto ella como el resto del colegio, lo único que querían era escapar de Hogwarts.
Al día siguiente (nadie durmió, salvo Neville. Todos se quedaron desvelados en la Sala Común.) Harry y sus amigos sentían como si hubieran vivido mil años en un día. Harry había intentado escribirle a Sirius, pero nunca logró salir de la Sala Común: los profesores se turnaban para vigilar las salas comunes y ver que nadie saliera de ellas.
-Alégrense, muchachos- dijo Dil, aunque sin ganas.- sólo dos días, y empacamos, nos vamos, ¡nos largamos! Y ojalá pasen instantáneamente. Yo no quiero seguir aquí.
-Estoy preocupado por papá.- murmuró Ron. -¿recuerdan la lechuza que llegó en la madrugada? Era de casa. Y papá no se encuentra bien.
-Desde que lo ascendieron, mamá cuenta que papá está llegando a las dos de la mañana todos los días. Y debe irse a trabajar a las seis. Si sigue así, se enfermará.- siguió Ginny, bostezando involuntariamente.
El aspecto de los cinco, a decir verdad, daba la impresión de haber salido de una película de terror. Harry, sin los anteojos (estaban tirados por cualquier parte) tenía unas ojeras que combinaban con sus enrojecidos ojos y le daban aspecto de vampiro. Hermione estaba más despeinada que nunca, y ni hablar de Ron, Ginny y Dil.
-Me pregunto si podría pedirle a Neville unas cuantas pastillas.- comentó Ron. Hermione pareció molestarse por alguna razón. Estaba pensativa, y de repente gritó:
-¡Eso no es lo más importante ahora! ¡Hay que terminar la interpretación!
-Hermione, ya no tiene objeto- repuso Harry, desalentado por completo- Dumbledore murió, Hogwarts está acabado, el ministerio es un caos. Es el fin.
-¡No están entendiendo!- gritó Hermione- ¡Ahora más que nunca hay que terminar! ¡Hay más muertes en camino!
-Hermione, nunca creí que yo diría algo como esto.pero sólo podemos esperar.- dijo Dil, tan desanimada como Harry. Ron no decía nada. Estaba demasiado preocupado, al igual que Ginny. Las palabras de Hermione eran alarmantes, pero... ¿Qué podían hacer ellos?
-¡Bien!- resopló Hermione- ¡Abandonen ustedes, si quieren, pero yo voy a seguir! ¡Aunque sea sola!
Se levantó del sillón en que estaba arrellanada, y se encaminó decididamente hacia la puerta de la escalera de las chicas. Ron se levantó algo desganado de su sillón y la sujetó por un brazo.
-Bueno, no tendrás que hacerlo sola. Yo te ayudaré. ¿Vale?
-Y yo- lo siguió Ginny. Estoy harta de ser tan inútil.
-Vale, yo voy también. Somos un equipo, ¿No? ¿Qué dices, Harry?
Los cuatro lo miraron fijamente. Al final, Harry accedió y se unió a ellos.
-Adelante a toda máquina, entonces.
Las siguientes horas de trabajo fueron febriles. Todo el mundo estaba en sus respectivas habitaciones, menos ellos cinco, avanzando entre palabras raras y diccionarios.
También lo fueron para la profesora Mc Gonnagall. Apenas le fue posible, mandó a llamar desde Londres al señor Ollivander. Quizá el asesino hubiera empleado la varita de uno de los maestros. Quizá incluso había sido uno de ellos. Mc Gonnagall no quería desconfiar de nadie, pero no estaba segura de que fueran todos inocentes.
Reunió a los profesores en su despacho. Cuando todos, incluyendo a Madame Pince y Madame Pomfrey, estuvieron reunidos allí, dijo:
-Bien. ahora registraremos las varitas. ¡y cuidado, porque el experto sabe muy bien a quien pertenece cada cual!
Ollivander aplicó el hechizo indexa incantato, y formas de humo, en orden inverso, fueron saliendo de las puntas de las varitas. Al tomar una especialmente delgada, comenzaron a manar gotas de humo líquido, que en vez de ascender, caía al suelo y formaba charcos, como la sangre.
Los profesores contuvieron la respiración, y todos miraron a la misma persona.
-¡No! ¡Yo no fui!- chilló Fleur, antes de desmayarse.
Mc Gonnagall había palidecido. Recobró su temple, y ordenó:
-Michael, trae veritaserum.
En el tiempo en que Mike se demoró en ir y volver de las mazmorras, Fleur ya había despertado. Y se encontraba en una crisis de histeria.
-¡¡¡"Jugo" que yo no fui!!! ¡¡¡"Pog" lo que sea más "saggado paga" ustedes!!! ¡¡¡Yo no fuííí!!!
-Fleur, no sabes como lamento hacer esto- dijo Mike, mirando a otro lado antes de gritar apuntándole- ¡Desmaius!
Fleur cayó instantáneamente al suelo. Mike hizo pasar por su garganta tres gotitas del liquido de una botella negra; y luego la despertó. Mc Gonnagall se adelantó, y dijo:
-¿Me oyes?
-Si- contestó ella, con voz carente de expresión.
-¿Es esta tu varita?
-Si.
-¿Y mataste a.- Mc Gonnagall vaciló- fuiste tú quien asesinó a Albus Dumbledore?
Fleur no contestó. Todos los profesores estaban fijos en ella. Luego, lentamente, ella contestó:
-Si.
-¡Suficiente!- exclamó Mc Gonnagall. Temblaba.- ¡Enciérrenla en mi despacho! Necesito. necesito estar sola.
-Minerva. ¿estas segura que es ella?- preguntó la profesora Sprout
-Todo encaja.- replicó Mc Gonnagall, mirando con odio la puerta por donde Fleur había desaparecido.- Ella tenía uno de esos. Ojos de Dragón. Así es como controlaba a Potter a inicios del curso, ¿recuerdan? Se aparecía y desaparecía por Hogwarts. Y así tomó la forma de Severus sin necesidad de usar multijugos. por cierto, Michael ¿qué le dijiste a Granger para explicar la ausencia de Severus?
-Dije que tenía cáncer- le recordó Mike
-Bien. Lo de la misión secreta no lo deben saber los alumnos, y menos ellos.Por favor, déjenme ir. Necesito descansar.- dijo Mc Gonnagall, saliendo de su despacho.
-Necesito dormir un poco- bostezó Harry.- estoy molido.
-Okey, vete a dormir.- contestó Ginny sin despegar su vista del diccionario- Nosotros seguimos. Luego nos relevas.
Harry subió las escaleras hasta el cuarto de los chicos de quinto. Estaba vacío, salvo por Neville. Los calmantes que había tomado realmente debían ser fuertes, porque no había dejado de dormir desde la noche anterior. Harry no se molestó en ponerse el pijama, se tendió sobre la cama a descansar, no iba a dormirse, solo descansaría un momento. A los cinco minutos, estaba profundamente dormido.
"-ven-" dijo la voz en su mente. Igual a la de siempre, la que había escuchado en ocasiones anteriores. Harry presentía lo que le esperaba, e intentó resistirse con toda su alma sin ningún resultado.
Apartó la cobija, y se calzó los zapatos. Abrió con lentitud la puerta del dormitorio. todos sus movimientos eran como si no quisiera hacerlos. Aún intentaba resistirse. la voz lo guiaba por las escaleras.
En la Sala Común sólo estaban Ron, Hermione, Ginny y Dil. Lo sintieron llegar, y vieron como atravesaba lentamente la Sala Común hacia la puerta de salida.
-Ah, hola Harry. ¿Nos ayudas?
Como es de esperar, Harry no pudo contestar, aunque quiso. Siguió caminando, salió sin ningún problema (por alguna extraña razón, no había ningún profesor cuidando la puerta.) y fue entonces cuando los chicos comenzaron a preocuparse. Ron y Hermione recordaron el principio de año, y salieron corriendo detrás de él, seguidos por Ginny y Dil, que no entendía nada.
-Eh ¿Qué le pasa? ¿Lo doparon? ¿Es sonámbulo?
-¡Espera! ¡Hay que seguirlo!- gritó Hermione. Harry iba mucho más adelante que ellos: parecía como si ya no tuviera voluntad para resistirse, y corría por los pasillos hacia quizás dónde.
Falcore el fénix había bajado volando las escaleras, y los seguía silenciosamente, nadie se había dado cuenta de su presencia. Harry seguía corriendo velozmente detrás de todos ellos, y muy pronto se dieron cuenta de adonde se dirigía: la Cámara de Merlín aparecía frente a ellos.
-Nimue, hada de Avalon- murmuró Harry apenas, con una voz ronca, inexpresiva, que no parecía la suya. La puerta trampa en el suelo del armario se abrió.
Harry bajó la escalerilla, seguido por los chicos y el fénix. Se detuvo en mitad de la Cámara, como esperando. Los chicos se pararon al lado suyo, intentando reanimarlo, vamos, siquiera llamar su atención, pero nada.
De pronto, grandes llamas verdes y blancas los rodearon; y sólo entonces se dieron cuenta de que se habían parado sobre el círculo mágico.
Capítulo XLIII: ".Suya será la elección."
Cayeron los cuatro en un prado sombrío. Era de noche y unas ruinas se erigían alrededor de ellos. Hermione las miró detenidamente, y dio un respingo. -¡Esto es Stonehenge! ¡El centro de la magia en Gran Bretaña! ¿Cómo.? -Exactamente - admitió una voz burlona y algo fría, aunque no demasiado, detrás de ellos. A los chicos se les erizó el cabello. Harry giró lentamente, temiendo encontrar lo que se imaginaba y se encontró con la copia calca de sí mismo. Salvo por el detalle de los anteojos y la cicatriz, el recién llegado parecía su gemelo. Ginny ahogó un grito.
-¡Tu!
Tom Ryddle sonrió con más ganas.
-¿Te sorprende? Sabes, Harry, la sangre de un muchacho de catorce es un rejuvenecedor poderoso. Y más si lo ayudas un poco.
Harry se preguntó por qué Ryddle les decía todo eso. Si hubiese sido el Voldemort de siempre, los hubiese matado enseguida.
-Sé lo que están pensando. No los voy a matar.todavía. Quiero probar lo siguiente en ese fénix de ustedes- recién en ese momento, se dieron cuenta de que Falcore los había seguido. Ryddle hizo una floritura con la varita y el pájaro cerró los ojos y comenzó a levitar a tres metros del suelo. En ese momento, una niebla negruzca comenzó a rodearlo y a entrar en su cuerpo. Cuando quedó inmerso en una enorme burbuja negra, Ryddle chasqueó los dedos y el fénix emergió. Era una horrible ave negra, con unas espantosas garras y plumas filosas.
-¿Les gusta? ¿No? Enfrentaremos el poder de cuatro niños estúpidos al del rey de las tinieblas. Veremos quien gana.
Hermione susurró a los demás: -¡Pero yo no quiero hacerle daño a nuestro fénix! -No hay otra manera. Utilicemos.el Hechizo de los Tres Poderes.-dijo Harry, recordando ".en aquel élfico tripoder regenerado." -¡Estás loco Harry! ¡No tiene el suficiente poder! -Hay que intentarlo. Vamos, ¡Triptium!
Para su sorpresa, en vez de aparecer la sustancia que cambiaba de colores, se materializaron tres anillos, que se metieron cada uno en la mano de Harry, Hermione, y Ron, respectivamente. Un anillo de diamante, uno de zafiro y uno de rubí.
-¡Pyros, Narya! -¡Aqua, Nenya! -¡Aeros, Vilya!
Grandes llamas salieron de la mano de Harry, golpeando al pájaro. Pero este se encendió y lanzó un chorro de llamas oscuras, contrarrestando el ataque. Ron levantó una gran ola, procedente de algún lugar desconocido, y lo cubrió, apagando el fuego del pájaro, pero no el de Harry. El fénix cayó en picado unos cuantos metros y volvió a remontar, dirigiendo sus ataques hacia Hermione. Ella levantó una corriente de aire que desvió las llamas de vuelta hasta el fénix y lo atrapó en un remolino invisible, que le impedía moverse.
-¡Déjenme terminarlo!- gritó Ginny. Nadie escuchó el conjuro que usó, pero lo cierto es que el fénix se estrelló contra el suelo, y la sombra comenzó inmediatamente a salir de él.
La sarta de hechizos pareció dar resultado por un momento. Ryddle alzó la varita, la sombra volvió al cuerpo del ave y el fénix alzó el vuelo nuevamente, despidiendo chorros de fuego contra los chicos.
En ese instante, una sombra que parecía corpórea, salió de entre los monolitos y atacó al fénix. Le mordía el cuello, asfixiándolo. Cuando el ave intentaba prenderse de nuevo para zafarse, volvía a ser una sombra, a quien las llamas traspasaban. Era como un animal.parecía un lince. El gran pájaro cayó finalmente al suelo, la niebla oscura salió de él y volvió a ser un fénix. Ryddle, furioso, echó mano de la varita y apuntó a Harry. Ginny se dio cuenta, y se interpuso entre él y Harry.
-Apártate, muchacha idiota. -¡No mates a Harry!- rogó Ginny- ¡Mátame a mí! ¡Te lo ruego, mátame a mí en su lugar!
A Harry la escena le era familiar. Sobre todo cuando Tom Ryddle apartó a Ginny y la hizo a un lado. Aún así, en la última fracción de segundo, Ginny quitó a Harry de en medio y se interpuso entre él y la maldición. Hubo un destello cegador de luz verde, un sonido como de torrente, un grito que se apagó antes de salir y otro sonido más: El de un cuerpo cayendo a la hierba.
Harry vio Ginny tendida en el suelo, muerta, y unas lágrimas le rodaron por la cara. La intentó reanimar, aunque sabía que era en vano. Y es que una parte de él, no quería creerlo, no quería reconocer que Ginny hubiese muerto. Abrazó su cuerpo frío, mientras seguían cayéndole por la cara unas lagrimas silenciosas: Primero sus padres, luego Dumbledore, ahora Ginny. Ron observaba estupefacto, como si le costara procesar lo que acababa de ver. La sombra de lince corrió hasta Harry, Tom Ryddle levantó la varita nuevamente, dirigió la maldición hacia el lince de sombra, que no murió. La maldición la atravesó, como sucediera antes con las llamas. Sólo se desplomó y con un pequeño estallido, recuperó la forma humana.
Era Dil. Los tres amigos se sorprendieron, aunque para Harry no era su principal preocupación. Una ira como veneno corrosivo le circulaba por las venas. Un odio superior a cualquiera que hubiese conocido antes. Quizá por eso, depositó a Ginny con suavidad en el suelo, mientras las lagrimas le seguían cayendo. Recogió su varita mágica y avanzó lentamente hacia Ryddle, quien no había variado su cruel sonrisa.
-¡Tu!- gritó Harry, con todo el despecho del que fue capaz de poner en su voz. Alzó su varita y. -Oh, no. No cometeré el mismo error de hace un año, Harry Potter.- comentó Tom Ryddle, al ver a Harry avanzando hacia él, dispuesto a hacer algo que el mismo Harry sabía estúpido, sin sentido. Pero el asesinato de Ginny, la única chica a la que había querido de verdad le había dado fuerza. Ella había muerto, tal como su madre hace catorce años, para interponerse entre él y la Avada Kedabra. Para salvarlo.
-¡Expelliarmus!- exclamó Ryddle en ese momento, y la varita de Harry salió volando de su mano. A éste le importó poco. Era tal su rabia, que seguía avanzando hacia Tom Ryddle, dispuesto a acabar con él con sus manos, si es que no contaba con la ayuda de la magia.
-¡No lo hagas Harry!- exclamó Dil, incorporándose con ayuda de Ron y Hermione. Ese segundo de indecisión fue crucial. De la punta de la varita de Ryddle salieron velozmente unas cuerdas largas y gruesas, que ató a cada uno a un monolito. Ryddle soltó una risa despectiva. -¿Qué sería peor para ti, Harry? ¿Qué tus amigos te vean morir, o ver morir lentamente a tus amigos?- chasqueó los dedos y Ron cayó al suelo. Estaba pálido y temblaba, pero recogió su varita y se levantó. Antes de que alcanzara a hacer nada, sufrió los efectos de la maldición cruciatus. Sus gritos se expandieron, por el eco que se formaba entre las rocas dispuestas en círculos. Cuando Ron cayó al suelo, demasiado débil para seguir en pié, Ryddle volvió a chasquear los dedos y fue Hermione la que cayó. -¿Sabes lo que te espera, verdad?- comentó Ryddle, al ver la forma en que Hermione avanzaba hacia él, con la varita en alto- Creo que no. ¡Contesta, chiquilla! ¡Imperio!
Una expresión de concentración apareció en el rostro de Hermione, que luchaba por resistirse a la maldición. Pasaron cinco minutos, y las gotas de sudor por el esfuerzo le caían por la cara, pero no dijo nada. Esto enfureció a Ryddle. -¡Aprende a respetarme, sangre sucia! ¡Crucio!
Ron fue algo más rápido. Se levantó lo más velozmente que pudo, a pesar de estar muy débil, y empujó a Hermione lejos. La maldición le dio de lleno, y comenzó a gritar nuevamente, cada vez más fuerte. Hermione lo observaba, anonadada. Tom Ryddle comentó con desprecio: -¡Que muchacho más estúpido! ¿Por qué lo hizo? Van a morir de todos modos.- No bajó la varita. Ron seguía gritando, y esto enfureció a Dil. -¡Eres un maldito cobarde! ¡Los atacas porque están desarmados! -¡Ven aquí entonces!- vociferó Ryddle- ¡Serás la primera en morir!
Dil se volvió a transformar en el lince de sombra, saltó para atacar a Tom Ryddle y logró arañarle la cara. Una, dos tres gotas de sangre oscura le cayeron por el rostro. Enfurecido, Tom Ryddle alzó la varita y en ese momento, Dil volvió a ser incorpórea, solo una sombra, a la cual, la Avada Kedabra no podía matar. La maldición asesina atravesó la sombra, pero aunque no la mató, Dil volvió a ser humana y cayó inconsciente. Mientras tanto, Ron recibía por tercera vez los efectos de la maldición cruciatus.
-¡Es a mí a quien quieres!- gritó Harry al ver la escena. Hermione llorando arrodillada al lado de Ron. Ron, sin poder moverse y lleno de moretones, como si hubiese recibido una paliza. Dil inconsciente en el suelo. Y más allá.el cuerpo sin vida de Ginny. No podía permitir que sus amigos murieran también. Ginny.Iba a vengarla, costara lo que costara.- ¡Ellos no tienen por qué morir! -¿Por qué deseas la muerte, Harry Potter?- susurró Tom Ryddle, como si cambiara de idea en forma repentina, aunque siguiendo un plan preconcebido- Tú y yo podríamos se poderosos.oh, sí, muy, muy poderosos.
Imágenes y voces fueron entrando claramente en la mente de Harry. La cicatriz le dolía como nunca. Sentía que lo iba a partir en dos.
Dos señores vestidos de negro se levantaban de dos sitiales también negros. Con algo de sorpresa, Harry reconoció a uno de ellos como a él mismo, más crecido. Habían logrado el poder absoluto sobre todo, tenían la tierra sumida en la sombra. Una sombra oscura, como niebla pegajosa. Y a una orden suya, traían un caldero enorme, grande como una piscina. Y ellos: Harry y Tom Ryddle comenzaban el largo conjuro:
-Hueso del padre, otorgado sin saberlo.
El caldero adquiría un resplandor cegador. Emergían del caldero tres figuras: Sus padres y Ginny.
Ginny. Tenía a Ginny a su lado. Ella corría hasta él y lo abrazaba. Casi podía sentir su calor entre sus brazos, su cabello rozándole el rostro. Sus labios unidos a los suyos. su aliento, su perfume.
Mientras, una sed de poder desconocida estaba apareciendo en él. El deseo de la oscuridad. La visión cambió, Harry se veía a si mismo en la cima de todo. Junto a Tom Ryddle lograba ese poder, y Harry podía leer en las mentes y en los corazones de todos. Libertaba a los presos injustamente encarcelados en Azkaban, avanzando con una varita que despedía llamas. -Oh, si. tus padres.- comentó Ryddle.- te lo ofrecí una vez, Harry. Y no me creíste. Sin embargo, hace un tiempo, un año, para ser exactos, tu presenciaste mi resurrección. Tengo el poder de la vida y la muerte. Si tu quisieras, si te unieras a mí, estarían de vuelta. Y también esa chica, que tanto parece importarte.
Los tres amigos presenciaban estupefactos la escena. La magia existente en Harry se liberaba, como una niebla. La mitad de esa niebla era blanca, y la otra oscura. Ambas intentaban destruirse mutuamente, mientras a Harry le dolía cada vez más la cicatriz. Hasta Ron comenzó a pensar "Nos dejará, se unirá a él y nos abandonará"
Un peso en el corazón de Harry empezó a atormentarlo. Era como si oyera dos voces dentro de su cabeza. Pero no se trataba de la maldición imperius. Eran sus voces, sólo que una de ellas era potente y grave. La otra era la suya, normal. Comenzaba a sumirse en una lucha interna. "-Tu sabes que es cierto. Únete al señor oscuro"- susurraba la voz grave dentro de su cabeza. "-¡No! Yo se que no debo"- contestaba de inmediato la otra voz. "-El amo de las tinieblas posee poderes inimaginables. Él puede. él puede." "-¿Pero. y que pasará con mis amigos? Yo.no podría dejarlos" "-¿Ellos? No tienen por qué morir. Puedes salvar sus vidas, la tuya y regresar a todos aquellos que amaste" "-Ellos. murieron.a manos de. Voldemort - murmuró casi inaudible la segunda voz. "-Oh, si. Porque se le opusieron. Pero si tu no te opones, poseerás un poder suficiente como para gobernar todo el planeta." "-Yo.no.deseo. eso"- dijo aún más bajo la segunda voz. "-Sabes que sí. Sabes que deseas el poder, no lo niegues" "-No lo niego.pero sé que no es correcto"- reconoció la segunda voz "-¡Ah! ¿Y Ginny? Únete al rey tenebroso, y poseerás todo aquello que alguna vez deseaste"
Harry recordó esa vez del Espejo de Erised. Había visto a su familia. Si hubiese tenido el espejo a mano, ¿Qué hubiese visto en ese momento? "-Lo haré- dijo la segunda voz, volviéndose tan amenazadora como la primera voz- ¡Lo haré!
Harry se levantó como en trance. Avanzó hacia Tom Ryddle. Éste, que sabía todo lo que estaba pasando por la cabeza de Harry, volvió a sonreír con cruel satisfacción. Harry se uniría a él. Con la ayuda del elegido, alcanzaría el poder total. Luego, lo eliminaría, pues no estaba dispuesto a disputar con nadie su superioridad. Y Harry avanzaba con un extraño brillo en los ojos.
En ese momento, una voz que trataba de ser fuerte y clara, pronunció en élfico:
- Eru edain anyare iuvé. Ale valane ata Daedeloth ë Alata. Amarth dör remmen atë eru edäin.
Otra voz respondió débilmente, pero audible, esta vez traduciendo:
-Un elegido habrá en que converjan luz y oscuridad. El destino del mundo está en sus manos. Será puesto a dura prueba, y suya será la elección.
Hermione y Dil habían recordado la profecía, entendiendo por fin su verdadero significado. Bastó para que Harry saliera de su trance. Pero se fortaleció también en él esa faceta desconocida de sí mismo. La indecisión lo torturaba y no sabía que hacer. Tom Ryddle se fijó en su indecisión, y para terminar de convencerlo dijo:
-¿Sabes por qué quise matarte? Te lo diré.en ti fluye mezclada la sangre de elfos y hombres, y se dice que esa estirpe nunca se extinguirá del todo. En ti convergen la sangre de Slytherin y Gryffindor. Si, sé lo que leíste, yo puse el diario en tu camino. ¡Juntos podríamos hacer grandes cosas! ¡Seríamos los magos más poderosos alguna vez nacidos! ¡Someteríamos al mundo entero!
Harry se paró a pensar un momento. algo no encajaba.: Sirius le había dicho del diario. ¿O es que acaso.? Claro, por eso se había comportado de esa forma tan extraña.
Slytherin y Gryffindor. comprendió entonces el porqué de su lucha interna. Pero su parte malvada aumentaba y decrecía, como una marea de flujo irregular, y aunque quería, Harry no se sentía con la fuerza suficiente como para resistírsele.
-Harry.-llamó Ron- No lo hagas. no vayas con él, Harry.
Harry escuchó esto, y una parte de su antiguo yo afloró. El recuerdo de los días en que recorrían Hogwarts, compartían buenos y malos momentos. incluso hacían una que otra travesura, quebrantando normas con ayuda de la capa y el mapa.
Ryddle escuchó, pero no le hizo nada a Ron. Estaba jugando una partida peligrosa, y si actuaba a tontas y a locas, podría echarlo a perder todo. Mientras, Harry intentaba resistirse con una fuerza renovada a esa oscuridad interna, que coexistía con su luz: Amistad, esperanza, valentía.
-Harry, por favor- llamó Hermione, esta vez- No lo hagas ¿Quién te asegura que cumplirá lo que promete?
Otra parte de sí mismo afloró en Harry, ayudándole a resistir con un poco más de energía. Recordó esos días tristes en que no hablaba con Ron, cuando ella lo había acompañado. Le ayudaba y apoyaba en todo lo que hacía, aunque quebrantara las normas; cosa que ella jamás haría sin motivo. Que amigos, estos. Nunca lo habían dejado solo.
Dil se levantó e imploró también:
-Harry, tu tienes el poder de inclinar la balanza. No lo desperdicies. No vayas con él.
Tom Ryddle miró a Harry directo a los ojos y tronó sus dedos largos y blancos. Aparecieron tres grandes calderos, llenos de agua hasta el borde y con el fuego crepitando debajo.
-Están listos. ¿Qué eliges, Harry? Debes saber que el negro tapa al blanco, que si hay luz, por fuerza ha de haber sombra. Sólo la oscuridad es digna de veneración, Harry. Di tu elección.
Sonaba tan convincente. Harry miró primero a los tres calderos listos, luego a sus amigos, y luego de nuevo a los calderos. Y tres voces le susurraron al oído: La de su madre, la de su padre. y la de Ginny. Le imploraron que no aceptara, que era un precio demasiado terrible por vivir, que ellos habían muerto por él, para que fuera libre.
-¡Habla, muchacho!- gritó Ryddle, comenzando a impacientarse. Harry comenzaba a escaparse de sus manos. Bueno, si esto sucedía, tendría que matarlo. No podría convencerlo otra vez. Reuniendo toda la fuerza y la entereza de la que fue capaz, Harry respiró hondo y gritó:
-¡No!
-¡Eres más tonto de lo que pensaba, Harry! Ni siquiera tienes la varita. Pero si quieres morir. ¡Avada Kedabra!
El impacto de la maldición lo hizo trastabillar. Vio el destello verde y brillante, a pesar de tener los ojos cerrados. Pero no sintió nada especial. No había muerto aunque se sentía más débil que antes. Asombrado, observó como el rayo de luz verde alcanzaba a Tom Ryddle, que se tambaleaba, y volvía a rebotar. El juego se repitió varias veces, y cada vez que el rayo lo golpeaba, se sentía más y más débil. Un último empellón de luz, lo hizo estrellarse contra uno de los monolitos, haciéndole golpearse fuertemente la cabeza, y ver todo negro. Antes de caer al suelo y cerrar los ojos, alcanzó a ver una multitud indefinida. Algo que parecían ser diferentes criaturas.
Capítulo XLIV: El fin de otro año.
Caía, caía, caía. Por un túnel largo, estrecho y oscuro. El único ruido que sentía era el de su cuerpo dolorido rebotando contra las paredes del túnel. El frío era horrible. Sentía un dolor quemante no sólo en la frente, si no que en toda la cabeza, y en la pierna izquierda; Como si tuviera clavadas mil agujas puntiagudas.
Seguía cayendo, seguía golpeándose contra las paredes. Quiso gritar, pero no escuchó ningún sonido. Comenzaba a angustiarse en serio, algo le impedía respirar, como si tuviera un enorme peso sobre el pecho. Justo al chocar con una de las paredes, pudo darse vuelta en el aire y mirar hacia abajo. Nada. Ni la más miserable luz llegaba hasta el túnel. Y el seguía cayendo y golpeándose.
Comenzó a escuchar voces. Gente que hablaba. No pudo precisar lo que decían. Y mientras más abajo caía, más frío, dolor y angustia se apoderaba de él. Y de repente, distinguió claramente el sonido de muchas voces que le llamaban:
-¡Harry! ¡Harry!
-¡Está volviendo en sí!
-¡Cállate! ¡Espera un minuto!
La oscuridad se desvaneció para dar paso a una claridad que le dañaba los ojos y lo cegó por un momento. Cuando sus pupilas se acostumbraron a la luz, sólo logró ver un montón de manchas borrosas, tan cerca que parecían estar encima de él. Manoteó bajo la almohada, encontró sus anteojos y se los puso.
Lo primero que vio fue un montón de rostros de alivio al ver que había despertado.. Distinguió las conocidas caras de Ron, Hermione, Dil, Hagrid, Mc Gonnagall, Madame Pomfrey y Fleur Delacour. Y a dos personas a las que no conocía. Nunca había visto la enfermería tan llena de gente. Uno de los dos desconocidos se le acercó, y pudo verlo bien. Era asombrosamente parecido a.
-¿Dumbledore?- murmuró, y deseó no haber dicho nada: Una puntada le bajó por la nuca y sacudió su adolorido cuerpo.
-Si muchacho. Aberforth Dumbledore. No te pediré que hables, ya habrá tiempo para eso.
-El ministro tiene razón- alegó Madame Pomfrey, molesta.- ¡Vamos, déjenlo descansar! ¡Salgan!
Una vez que todos salieron, más que un poco contrariados de la enfermería, Madame Pomfrey le dijo.
-Se que tienes muchas preguntas, pero ¡No hables! ¿Oíste? Tu diagnóstico: Un "tec" cerrado, la pierna izquierda quebrada (ya arreglaré eso, no te preocupes). De todas formas, saliste mejor librado de lo que uno pensaría. al llegar, estabas en coma. Ahora, bébete esto- le ayudó a incorporarse un poco, y le alcanzó una copa- para dormir sin soñar.
El aire pareció espesarse. Un profundo sopor se apoderó de él, como si todo el dolor desapareciera. Cuando apoyó la cabeza en la almohada, ya estaba dormido.
Horas más tarde, en la noche, la puerta de la enfermería se abrió sin que se viera quien lo había hecho.
Dil se despojó de la capa invisible, y se acercó a la cama de Harry, que dormía.
-Mi niño duerme.- murmuró Dil, pasándole una mano por la cabeza, a la que rodeaba un vendaje. Acercó una silla, se sentó, y le cogió la mano. Se quedó mirándolo. Una voz surgió del fondo, e inquirió.
-¿"Mi niño", Djilah?
Dil pasó saliva, y volteó.
-¡Mamá! ¿Qué haces aquí a esta hora?
-Por dios, Djilah, hace tres días que duermo aquí. Estás con una cabeza. ¿sabes? Te he visto demasiado preocupada.
-¿Si?- murmuró Dil- ¿Y?
-¿Puedo preguntarte algo?
-Depende- gruñó ella, previendo la pregunta
-¿Quieres a ese chico?- preguntó su mamá, sonriendo.
-¡lo sabía!- exclamó fastidiada- ¿Realmente te importa?
Se había ruborizado. Su mamá pronunció su sonrisa, y contestó, restándole importancia.
-No realmente. No tiene importancia, sólo preguntaba. Y Djilah.
-¿Ajá?
-Son las doce de la noche. Vete a dormir.
-¡Madre siempre es madre!- se rió Dil
-¡Claro que si! Si no, no sería tu mamá. Buenas noches.
Su mamá la abrazó, y le susurró:
-¿Sabes? Tu papá estaría muy orgulloso de cómo te comportaste el jueves.
-Buenas noches.
Su papá. Dil solía acordarse mucho de él, aunque todo había sucedido estando muy pequeña. Dhissem Sadjib.
Había sido el custodio del Corazón de Shiva, un enorme cristal, de poder tan destructor como protector.
Corazón de Shiva. unos hombres encapuchados de negro habían asaltado su casa. El padre de Dil había protegido a su mujer e hija detrás del cristal y de sí mismo. Ahí se refugiaron de los continuos Avada Kedabra que los encapuchados les estaban lanzando. El cristal vibraba. no aguantó mucho más: se quebró en miles de fragmentos, y al mismo tiempo, hirieron de muerte a Dhissem. Los encapuchados recogieron los trozos más grandes y desaparecieron.
Los trozos restantes se convertirían en Ojos de Dragón.
Dil cerró los ojos.
Hermione recordaba.
Hagrid los había encontrado en pésimo estado. En todo caso, ella era la que había salido mejor librada del enfrentamiento. No había visto que había sido de Voldemort.
Hagrid iba acompañado de magos, animagos, centauros, gigantes y otras criaturas. Venían de la liberación de Durmstrang. Entre todos, habían ayudado a llevar a Harry, Ron y Dil, que iban inconscientes. Y el cuerpo inerte de Ginny.
Ron le preocupaba más que ninguno. Iba muy mal: estaba lleno de moretones, y respiraba en forma agitada. La forma en que la había salvado.Pobre Ron. Se dio cuenta de que ella también lo quería, y lo cuidó durante todo el viaje. Así como Dil, al despertar, lo hizo con Harry.
Ron tampoco podía dormir.
Había despertado la misma noche en que habían llegado a Hogwarts. De todas formas, Madame Pomfrey los obligó a pasar la noche en la enfermería. Pensaba en su hermana.
La habían enterrado el día anterior al que Harry despertó. Sólo a él lo mandaron a llamar desde su casa. Todos estaban allí, incluida la prima Marietta. La Señora Weasley no cabía en sí de dolor: Había perdido a dos de sus hijos en menos de un año.
Su hermana. Ron recordó a la Cámara Secreta.
Dos días más tarde, a Harry le fue permitido salir a ratos de la enfermería. Madame Pomfrey no estaba muy conforme con sus paseos, pero hubiera sido imposible para él permanecer recostado mucho más tiempo. Estaba casi sano, salvo por una ligera migraña que le daba cada vez que se ponía nervioso. De todas formas, Madame Pomfrey le aseguró que eso también desaparecería sin dejar secuelas.
Al fin y al cabo, no era eso tampoco lo que más le había afectado.
Terminó haciéndose muy amigo de la mamá de Dil, de esos de largas conversaciones.
-¿Sabes? A "tu niño" le hacía falta la presencia de una mujer adulta que le aconsejara- bromeó la mamá de Dil
-¡Cállate! ¡No es mi niño!- gritó Dil
-Como quieras- contestó su mamá, medio molesta- A propósito, Jan escribió hoy. Quiere saber como estás.
-¿¡Que?! ¿Ese sabe escribir?
Hermione llegó hasta donde ellas estaban conversando, y preguntó:
-¿Quién es Jan?
-Un enano indeseable- contestó Dil, sabiendo que a su mamá le molestaría.
-Es su hermano- señaló su mamá, indiferente.- ¡y no le digas enano!
-No es mi hermano- murmuró Dil, luego de que su mamá se fuera.
-¿Sabes, Harry? La vida sigue. No quiero que te deprimas, aún eres demasiado joven para eso. Las cosas suceden y ya, y para evitarlo no se puede hacer más que lo que está a tu alcance.
-Fue mi culpa- murmuró él- Se interpuso entre la maldición y yo. No tendría que haberlo hecho.
-¿No te das cuenta de lo que ella quiso darte? No hay un regalo más bello que la vida. Dio la suya por la tuya, porque te quería. Y hay mucha gente que te quiere, hay muchas cosas para hacer, muchas razones para luchar y vivir. Entiendo que estés muy triste. yo también pasé por algo parecido. Pero las personas a las que amamos no se van jamás del todo: basta con que no las olvidemos.
-¿Tu mamá es filósofa?- le preguntó Hermione a Dil, luego de escuchar una de las muchas conversaciones.
-¡Uf, de todo! A veces, su manera de psicoanalizarte es agotadora. ¿Y Ron?
-Él está mejor- aseguró Hermione.
-Menos mal. Ojalá que Harry esté bien, de todas maneras, mamá realmente se cree su cuento, pero espero que le funcione.
Las clases habían terminado hace dos días, y Harry y sus amigos estaban realmente agradecidos por ello. Todo habría sido demasiado insoportable con la escuela llena de gente.
Ron llegó hasta donde ellas estaban conversando.
-Hola- saludó
-Hola, Ron. ¿Qué onda, como estás?
-Sobreviviré- sonrió con un poco de tristeza- pero la extraño mucho.- agregó refiriéndose a Ginny.
-Ay, Ron, lo siento tanto.- murmuró Hermione, pasándole un brazo por los hombros.
-¡por favor! ¿Quién dice que al final no hay un reencuentro? Hay que confiar en él.- dijo Dil citando a su mamá.
-.porque si no, la vida no tendría sentido- completó la mamá de Dil apareciendo por detrás.- ¿saben muchachos? Aberforth cree que es mejor que estén bajo la custodia de alguien competente, así que.
-¿Iremos de vacaciones a casa del Ministro?- interrumpió Dil sarcásticamente
-No seas pesada, Djilah- se exasperó su mamá- Pasarán el verano en mi casa. si les dan permiso, claro.
-¿No es un problema para usted, Señora Henderson?
-¡Claro que no! Por algo me ofrecí. Y no me digas "Señora" y menos "Henderson". Me haces sentir vieja. Dime Xahian.
-Vaya. ¿Y que razones tiene el ministro para pensar que eres responsable?- preguntó Dil. Xahian pasó por alto el comentario y contestó:
-Estarán más seguros que en sus propias casas. Y creo que de todas maneras, en ellas ya hay demasiados líos como para añadir más.
-Mmm, es Aberforth no es nada tonto. Y yo que creí que, con el asunto de la cabra, el tipo era demente, ¿no?
-Ah, eso pasó hace demasiados años. Fue un accidente, cuando era niño. Es un hombre muy competente. Será un buen Ministro.
Apenas Madame Pomfrey y el Ministro autorizaron a Harry para irse, los cinco subieron al Expreso de Hogwarts. Iban por la mitad del recorrido, Xahian dormía, y ya nadie sabía que hacer para quitarse el aburrimiento de encima (esos viajes solían ser muy aburridos) cuando una cosa gris y borrosa comenzó a picotear la ventana.
Ron la abrió, y la cosa gris resultó ser Hedwig, manchada por el humo del tren. Dejó caer un sobre bastante grueso sobre las rodillas de Harry, le mordisqueó a este cariñosamente la oreja, y se paró en una de las rejillas portaequipaje, sacudiéndose las plumas.
-Léela tú- señaló Harry, entregándole la carta a Hermione.
-¡Es de Sirius!
Querido Harry:
No sabes cuanto nos preocupaste esta última semana. Lamento no haber podido ir, y me remordió mucho al saber el estado en que te encontrabas. Ojalá te hayas recuperado del todo. A Xahian la conozco hace muy poco, pero estoy seguro que cuidará bien de ti
Por acá hay buenas noticias. Si tienes oportunidad de pasar por la casa Dursley empaca todo lo que tengas: a partir de agosto vivirás en mi casa. Ya verás por que te lo digo.
Corre el rumor de que Voldemort ha desaparecido de nuevo. Igual, que se le va a hacer: con los mortífagos cerca, volverá pronto, pero hasta entonces, habremos ganado algo de tiempo.
Ten fe y cuídate.
Sirius
Hermione abrió el recorte de periódico que venía con la carta, y siguió leyendo.
Posible indulto para Black
Luego de liberar al Instituto Durmstrang de la invasión de mortífagos en Bulgaria; se ha logrado capturar a los líderes de dicha operación. Entre ellos, al señor Lucius Malfoy, conocido hombre de negocios en el mundo mágico.
El señor Malfoy, bajo los efectos del suero de la verdad, confesó y delató a varios de sus compañeros mortífagos, entre ellos, al supuestamente muerto Peter Pettigrew.
El señor Pettigrew aún no ha sido encontrado por los aurores del ministerio, pero no se pone en duda el hecho de que esté vivo, ni de su participación en grupos de mortífagos. Tal cosa puede significar un indulto para Sirius Black, supuesto asesino escapado hace dos años de Azkaban, la prisión mágica. Si se demuestra su inocencia, el señor Black quedaría oficialmente libre, y el ministerio le pagaría una cuantiosa indemnización por sus trece años dentro de la horrenda prisión.
Tary Reeteks, el profeta 9 de junio de 1996
Harry no pudo menos que esbozar una sonrisa, la primera desde hace días, pero la reprimió casi enseguida. Y volvió al aire melancólico que lo había caracterizado desde que había despertado en la enfermería.
-¡animo, Harry! ¡Sonreír no es un crimen!- le animó Dil
Harry sonrió más ampliamente, y su invencible estado de buen ánimo, el habitual, volvió a instalarse en él.
-a propósito, parece que Rita supo aguantarse.- comentó Hermione, al tiempo que doblaba el recorte de periódico.- ¡Y tan cara dura! Cualquiera se debe haber dado cuenta del juego de letras del seudónimo.
-Y bueno. me gustaría saber- Harry dudó- me gustaría saber lo que ha pasado estos últimos días.
-¡ah, si! Con tanto ajetreo, se nos olvidó contarte todo. Parece que habían culpado a Fleur de la muerte de Dumbledore, pero ¿te acuerdas que estaba en la enfermería cuando despertaste?- comenzó Ron. Hermione siguió:
-Bueno, al final resultó que Mike Camus era el culpable.
-¿Y como lo supieron? ¿No interrogaron a Fleur con Veritaserum?- inquirió Harry
-Primero parece que la interrogaron con otra poción, con la Affirmatio, esa que vimos en clase hace como un mes.- dijo Ron
-Al final, cuando descubrieron lo del Affirmatio, pescaron a Camus, y lo interrogaron con Veritaserum del original. Y confesó. A esta hora debe estar a la sombra.- finalizó Dil.
-Ya que aclaramos cosas. ¿De donde salió ese lince, Dil?
-Bueno. -se incomodó ella- Soy animaga. Y mi animal es un lince de sombra: es normal de día y de noche se vuelve sombra a voluntad.
-¿Y que hay que hacer para ser animago?- se interesó Ron.
-Mi papá era animago. A veces, el poder es hereditario.
-¡Hereditario!- saltó Harry en su asiento
-Claro, ¿Por qué no pruebas?
Harry se concentró lo mejor que pudo en ser animal, como se lo había escuchado decir a Sirius una vez.
Un ciervo negro, con una mancha en forma de rayo más clara en la frente, caminó con dificultad por el vagón.
Hermione se quedó casi pasmada al verlo en ese estado, y dejó de inmediato de conversar con Ron. Un silencio de muerte acabó con las murmuraciones, y se instaló en el Gran Salón cuando la figura de Viktor Krum se desplomó en el suelo, consumido por el esfuerzo y la falta de alimentos. Hermione corrió hasta él, y trató de reanimarlo, mientras Dumbledore se levantaba también de la mesa de los profesores.
-Poppy- llamó. La enfermera se levantó de su puesto, y fue corriendo hasta donde Viktor estaba, para examinarlo.
-Tiene pulso.- Dijo seria luego de revisarlo- Pero está agotado y se ve que no ha comido en días. ¿Y ustedes- preguntó a los acompañantes de Krum, que hacían un esfuerzo para mantenerse en pie- ¿Cómo están?
-Mejor que él.- pronunció con dificultad uno de los que sabía hablar inglés.- Viktor se sacrificó, y nos daba casi todas las reservas de comida a nosotros. Pero se acabaron ayer.
-Bien- asintió la señora Pomfrey- Por favor, acompáñenme a la enfermería. No está muy lejos. Mobilecorpus- y el cuerpo de Viktor se alzó pesadamente del suelo.
Luego de que la señora Pomfrey y compañía abandonaron el salón, se reanudaron las murmuraciones con más intensidad que antes. Ni Harry ni sus amigos quisieron quedarse ahí, la atmósfera de veras se había puesto densa. Hermione estaba muy preocupada por Viktor.
-¿Qué le habrá pasado? ¿Cómo es que llegó a esos extremos?
-Bueno, parece como si se hubiera arrastrado durante kilómetros. Y si escucharon bien a Dumbledore y a los chicos de Durmstrang, eso fue lo que hicieron.- contestó Harry. Ron no decía nada. Mantenía la sonrisa, aunque tenía un aire melancólico que ya se estaba haciendo común en él, desde marzo.
-¿Y por qué se habrá arrastrado durante kilómetros?- inquirió Dil- ¿Qué habrá sucedido?
-Debe haber sucedido algo muy malo en Durmstrang- dijo Ron, hablando por primera vez- Y no es raro. Karkarov no volvió con Ya Sabes Quién. Y. ¡Snape! ¡Y Malfoy! ¿Se fijan que Malfoy se fue en noviembre? ¿Y que Snape se ha ausentado mucho?
-¡Wow, Sherlock!- exclamó Dil- Dejas a Conan Doyle en pañales.
-Por favor, Dil. ¡Córtala!- exclamó Hermione- Quisiera ver como está. Pobre Viktor.
Ron hizo una mueca extraña, como si frunciera un poco sus ojos. Dil lo vio, advirtió la pena mal disimulada en su semblante, y comentó:
-Vamos a dormir, chicos. Si quieres, mañana ves a Viktor, Hermione, pero déjalo en paz por hoy ¿sí?
Hermione se encogió de hombros y subió la escalera hacia los dormitorios, luego de despedirse. A pesar de las palabras de Dil, las luces solo se apagaron en mucho rato después, en ambos cuartos.
Hermione cumplió su palabra, y lo primero que hizo fue ir a ver a Viktor a la enfermería, esa mañana de domingo. Este se encontraba ya despierto, y se encontraba atracándose un buen desayuno cuando ella entró.
Mientras, en la chimenea de la torre Gryffindor, un rostro desconocido y conocido a la vez aparecía entre las llamas.
-Hola Marietta- saludó Ron, con menos ánimo del que los demás esperaban, luego de la descripción que había hecho de ella el otro día.
-¡Ron! ¿Cómo estás, caro primo?- saludó la chica. Dil se fijó en su rostro, y le susurró a Ginny:
-Ginny, ¿Por qué se llevan tan mal? ¡Es igual a ti!- la prima Marietta era parecidísima a Ginny, salvo por un detalle: Tenía los ojos color miel, amarillos como los de un ave.
-¡Mentira!- la contradijo Ginny- ¡somos terriblemente distintas!- Dil se lo pensó un poco y dijo:
-Bueno, si yo tuviera una gemela, y esta fuera una persona terriblemente opuesta a mi. seguro que la encontraría distinta.
-.¿Y entonces- seguía diciendo Ron- te saliste a mitades de año de Beauxbatons?
-Y bueno, ¿qué podía hacer? Tendré que studiare due volte, estudiar el doble, pero ya di los TIMOS.- contestó la prima, mirando fijamente hacia el sillón en que estaba sentado Harry, que no le tomaba atención. La profecía le ocupaba de nuevo la mente, y realmente, faltaba mucho por comprender de ella.
-Oh, bien. ¿Dónde te estás alojando?
-Ron, io sono alla mia casa, estoy en mi casa, en Londres.- repuso la prima.- Vamos, te escribí contándote el otro día ¿ Ricorda Lei?
-Claro que sí.- dijo Ron, como si estuviera pensando en otra cosa.
-Ron, Lei non è concentrato- sentenció la prima, parecía tener problemas para hablar completamente en inglés. Luego tradujo, al ver la cara de desconcierto de Ron- tienes la cabeza en otra parte. Bien, tengo que irme. Vamos a ir a tu casa, están celebrando.
-¿qué celebran?- interrumpió Ginny, muy interesada
-Al túo papa lo ascendieron. A director del Departamento de Seguridad Mágica.
-¡Oye, que bien!- exclamó Ron, contento con la noticia, que sin duda significaría muchas menos estrecheces para su familia- Bueno, si debes irte.
-Arrivederci, primo.- se despidió Marietta. Su cabeza desapareció de la chimenea.
La señora Pomfrey había autorizado a regañadientes a Viktor a salir, después de todo, lo que tenía era solo una fatiga producto de las privaciones. Él y Hermione estaban paseando por los terrenos.
-¿Qué te pasó, Viktor?- preguntó ella, preocupada. No se le quitaba de la cabeza la imagen de él cayendo al suelo.
-"Prroblemas"- dijo él, sacudiendo la renegrida cabeza- llegó al colegio un "enorrme grrupo " de esos. ¿cómo se llaman? "¿Morrtífagos?" y se "aprropiaron" de él. Logramos escapar "nosotrros cuatrro", los demás "tuvierron" que "perrmanecerr" allí. "Nosotrros" debíamos avisar a "Dumbledorr" y pedirle ayuda.
¿Las suposiciones de Ron estaban acertadas? Hermione prefirió no pensar en eso. De modo que preguntó como se encontraba ahora.
-"Mejorr" que nunca, ahora que estoy contigo, Herr.mío.ne.- Era casi imposible creer que el generalmente ceñudo rostro de Krum pudiera ruborizarse, pero así era. La preocupación de Hermione se convirtió en pánico. No sabía como desviar la atención, y dijo la verdad:
-Viktor, sabes que te quiero muchísimo, pero no me siento preparada para responder. aún. Dame un par de días más.
-Te he dado casi un año, Herr.mío.ne.- contestó Krum, frunciendo el ceño.
-Lo sé.- suspiró Hermione, que se fijó en el rostro de Krum, y añadió- ay, Viktor. dame un par de días más, ¿Si?
-Bien- suspiró él- yo debo "irr" a "hablarr" con "Dumbledorr", te dejo "ahorra".
-¿Quieres que te acompañe?- se ofreció ella, al ver lo molesto que había quedado él.
-No- finalizó Krum.
Krum volvió por su cuenta al castillo, dejando a Hermione con la cabeza como un revoltijo. No se le ocurría ninguna forma de. oh ya estaba bueno con todo eso. Estaba harta de negarse a todo y hacer sufrir a la gente. Sin saber como, mientras pensaba todo eso, había vuelto a la Sala Común.
-¿Qué tal te fue?- la saludó Dil. No había nadie más en la Sala Común.
-Ahora es Viktor el que quiere una respuesta.- resopló ella, dejándose caer en un sillón.- Y no sé como decirle que no.
-Vele el lado amable- dijo Dil, algo amargada- Los chicos te llueven. En cambio a mí.
-¡ay, por favor!- dijo Hermione, algo picada- No te gustaría estar en mi lugar.
-No te enojes. Aún así, creo que es mejor eso a estar sola.- recordó lo que había dicho la noche anterior- sola como un poste eléctrico, y sé que sabes a que me refiero.
Paul Austen había entrado a la Sala Común, y muy rojo, se acercó a Hermione, preguntándole si podía hablar con ella. Hermione ya estaba más arriba del tope, y se lo negó. Austen salió de la Sala arrastrando los pies. Cuando desapareció, Dil le rogó:
-¡Dame la receta de ese filtro!
-Ja. ja. ja.-rió Hermione sarcástica- hoy estás intratable.
Al mediodía, Harry estaba con Ginny afuera, en los terrenos, paseando por el mismo lugar que Hermione con Viktor una hora antes. Él le dijo:
-Quisiera salir a dar una vuelta...
-¿Qué crees que estamos haciendo, Harry?- bromeó ella.
-No, no me refiero a eso.- replicó él, algo trabado ¿cómo se invita a una chica a dar un paseo romántico por la noche?- Quisiera poder dar una vuelta sólo nosotros dos. ¿Te has fijado que siempre llega alguien a interrumpir?
Ron apareció por los terrenos.
-Los estaba buscando- dijo- quería comentarles que escuché a Dumbledore hablando con Krum. Han dicho que el seis sale una partida de gente a liberar Durmstrang. Estaba en lo cierto. ¡Ah! Parece Hagrid irá también, aún no es muy seguro.
-Que te decía yo.- suspiró Harry.- ay, Ron.
-Si estorbo, solo avísenme.- dijo él, algo molesto- Y si se quedan sin comer, no será mi culpa. Hoy han servido temprano el almuerzo.- y se fue.
-Bien- cedió Ginny.- hoy en la noche. Estoy harta de que pase esto.
En la tarde bajaron todos juntos a las cocinas porque Hermione quería saber que había sido de los elfos domésticos luego de la huelga. Además, Ginny nunca había estado en las cocinas, y tenía mucho interés en ir, luego de todo lo que Harry le había contado sobre Dobby. Ron le hizo cosquillas a la pera del frutero, y el cuadro se abrió para dejarlos pasar. Se encontraron con un espectáculo. poco común, por decirlo de alguna forma, aunque bien mirado, no era tan raro.
Decenas de elfos domésticos vestidos de la forma más estrafalaria, se afanaban con las sartenes, lavando platos, acarreando comida.
-¡Harry Potter, señor!- chilló una elfina, que se había puesto calcetines cubriendo las orejas de murciélago, y un blusón naranjo fosforescente que le servía de vestido. Dobby dejó caer una cacerola grande y pesada y corrió hasta ellos, para saludarlos.
-¡Harry Potter, ha venido, señor! ¡Y el señor Ron, y las señoritas!- exclamó el elfo, con su inconfundible voz de silbato.
-¡Dobby! ¿Cómo estás?-saludaron los chicos, mientras Ginny examinaba con curiosidad a Dobby y su cubretetera roja.
-¡Dobby está muy contento, Harry Potter!- chilló Dobby- ¡la vida aquí de verdad ha cambiado para los elfos domésticos! ¡Ahora libramos todos un día al mes, ganamos un galeón a la semana y llevamos ropa! Y hay bajas por enfermedad, y tendremos una semana de vacaciones en julio, y .
-¡Muy bien Dobby!- lo felicitó Hermione.- ¿Y Winky? No la veo.
-Es que hoy es su día libre, señorita.
-¿Y cómo está?
-Oh, ha tenido un par de recaídas en el año, pero fuera de eso, está bien, señores y señoritas.
-¿Recaída?- Inquirió Ron-¿Acaso aún recuerda a Crouch?
-¡Oh, no!- dijo alegremente el elfo, sonriendo aún más ampliamente- Le ha quedado gustando la cerveza de mantequilla, señor.
-¡Vaya Dobby, ahora hasta te das el lujo de ser sarcástico! Me sorprendes.- comentó Dil.
-¡gracias señorita!- agradeció Dobby, que por supuesto, no había querido sonar sarcástico- Bueno, por suerte, Winky ahora sólo bebe media botella diaria, señorita.
Al irse, Dobby y los otros elfos libres les atiborraron de pasteles para llevar.
-¡Pie de limón!- exclamó Dil, al sentir el olor del que ella llevaba.- ¿Cómo se supone que conservaré mi cintura?
-Estás demasiado delgada, Dil- dijo Ginny- ¡en los huesos! Tienes que engordar un poco.
-Hablaba en broma- contestó Dil- Bah, los hombres no tienen ese problema. ¡Suertudos!- dijo mirando a Harry y Ron.
Eran cerca de las doce de la noche. Ginny esperaba en la Sala Común a que los demás se fueran. Cuando Neville y Lavender dejaron de conversar, y subieron cada uno a su respectiva habitación, sintió un golpecito en su espalda.
-¿estás ahí, Harry?- susurró ella. Por toda respuesta, Harry le echó la capa encima.
Los corredores estaban desiertos. Ni siquiera Filch y su gata estaban por ahí, el mapa del Merodeador los mostraba persiguiendo a Peeves en el séptimo piso. La mota correspondiente a Fleur Delacour no paraba de dar vueltas en su despacho, la que representaba a Dumbledore lo mostraba con Hagrid en la cabaña, la de Michael Camus en la Lechucería, y Krum y compañía en la enfermería. Cruzaron el rellano del primer piso, y salieron del castillo.
La luna creciente arrojaba una luz pálida, y dejaba ver casi todas las estrellas. El aroma de las flores silvestres les dio de lleno en el rostro una vez afuera, como la primera vez que salieron juntos. Era impresionante el silencio que se sentía. Daba la impresión de que sus pasos se escuchaban hasta el Bosque Prohibido, ni hablar de sus voces.
Se detuvieron bajo el sauce que tantas veces los había espiado, como aquella vez en que Harry le pidió a Ginny que lo acompañara al baile. Ella lo besó en los labios, sintiendo ambos más fuerte la sacudida, la descarga eléctrica. Y también creció en Harry la falta de esa nada que precisaba, y que no conocía. Sentía que necesitaba algo más que ese beso, aunque fuera de noche y estuvieran bajo el sauce. Y de pronto lo supo. quería sentirla como nunca antes, el contacto de la piel contra la piel, recorrerla con sus manos.
Ginny interrumpió sus confundidos pensamientos preguntando:
-Harry, ¿qué estamos haciendo?
Se miraron. Ella le había desabotonado la camisa, que mostraba semi abierta parte del pecho de Harry. Él le había quitado el suéter, y abierto tres botones en la blusa.
-¡Dios mío!- murmuró Harry. ¿Qué demonios habían estado a punto de hacer?
Al fin y al cabo, los Dursley fueron unos pésimos padres adoptivos. Nunca le dieron un consejo, jamás se preocuparon por ningún problema que Harry tuviera (a menos que significara directamente un problema para ellos) ¿Se podía esperar entonces que le hubieran hablado de.?
-No, esto no está bien- dijo Ginny, y Harry le encontró toda la razón. Las cosas no debían darse así.
-Vamos, Ginny. Mejor volvamos al castillo.- Ginny asintió. Harry recogió la capa invisible y la extendió sobre las espaldas de ambos.
-¿Has estudiado? Mañana tienes el examen de recuperación.- había dicho Hermione, mientras se ponía el camisón de dormir.
-¿Para qué? Es un examen práctico, no de materia.- había contestado Dil. Hermione frunció el ceño, mientras un sonoro ronquido proveniente de la cama de Parvati se sentía en la habitación.
-Igual tienes que estudiar.
-Te pareces a mi madre, ¿sabes? No me va a ir mal, Hermione.
-No seas irresponsable, Dil.
-¡ya va, ya va! Le pido la capa a Harry, me voy estudiar a la biblioteca a esta hora, y muero, y mañana amanezco con unas ojeras tamaño familiar.- sin más, Dil había salido del cuarto, bajó las escaleras, y se encontró con Harry, terriblemente pensativo en un sofá. Ella se le acercó, y preguntó:
-¿Qué te pasa, Harry? Andas con una cara.
-¿Puedo confiar en ti?- preguntó él
-¿te he fallado alguna vez?- inquirió ella, contestando con una pregunta.
Harry le contó en pocas palabras y sin mucho detalle lo que había ocurrido. Dil se lo pensó un poco, y le comentó:
-Ay, Harry. que sufrido es este asunto de las hormonas.
-¿Y que me aconsejas?
-la próxima vez que te den ganas, te aguantas. No sé si sabías, pero Ginny. ya no es una niña pequeña, por decirlo de alguna forma. Y no creo que te gustaría que los expulsasen a ambos. por un bebé.
Harry pasó saliva, y abrió unos ojos como platos. En verdad, aunque de eso si sabía, gracias a la escuela muggle que había soportado en la primaria, no se había parado a pensar en eso, precisamente. Dil continuó, casi con algo de sarcasmo:
-Y menos granjearte el enfado de la Señora Weasley, y me da no sé que, pero me late que Ron no te hablaría más en la vida.
-¿Cómo sabes tanto sobre esto?
-Oh, tengo suerte, ya sabes, mi mamá me ha enseñado de todo- Dil notó la tristeza en los ojos de Harry, que no había conocido a sus padres, y trató de levantarle el ánimo.-Vamos, "niño", no te pongas triste. ¿quién sabe? A lo mejor este verano logras librarte de esos horribles parientes tuyos, y te vienes a mi casa en Irlanda. Es enorme, (a veces me pregunto para qué, si somos cuatro personas, con mamá, Mark y mi hermano) y quizá pueda venir el resto del grupo, ya sabes, Ron, Hermione, Ginny.
-Gracias, Dil- murmuró él- por el consejo, la invitación, y.
-Bah, no te pongas formal. Pero ahora ya sabes, vez que tengas una duda, vienes y conversas conmigo. Djilah, a tu servicio.- Dil hizo una absurda reverencia, y se fue a su cuarto, pensando que nada la sacaría de la cama hasta el día siguiente, aunque veinte Hermiones la trataran de hacer estudiar. Y Harry quedó solo y pensando.
-Dil, tienes que dar tu examen- le dijo Mike, el profesor de pociones, a la mañana siguiente.
-ah, claro, Mike. ¿Qué tengo que hacer?
-tres calderos: Edeaveda, Lágrimas de fénix, y Passim árabe, ya sabes, el que cura las enfermedades circulatorias. Siéntate al fondo, sé que no harías trampa, pero- dijo mirando a Franz- acá adelante te puedes desconcentrar, y eso sería fatal.
El resto de los chicos avanzó en los temas que tocarían el próximo año: las pociones oscuras (venenos, multijugos, etc.) y las que doblegan la voluntad (Veritaserum, impredetto, affirmatio, negattio) Al terminar las dos horas de clase, Dil ya tenía listos los tres calderos. Camus recogió una muestra de cada uno en tres frascos, y se los guardó en el bolsillo.
-bien Dil, al almuerzo te daré la nota. Ahora, váyanse a clase con Sprout, chicos.
Fue algo desagradable la clase con la profesora Sprout. Debían cortar Vainas Espinosas, cuyas propiedades medicinales eran conocidas por Madame Pomfrey. (Curaban el resfrío, entre muchas otras cosas) Debieron ponerse los guantes de piel de dragón para protegerse las manos de las diminutas y delgadas espinas.
-Creo que me espiné entero, a pesar de los guantes- se quejó Ron, durante el almuerzo.- siento pinchazos en las manos.
-Debe ser sugestión, Ron.- dijo Hermione, sirviéndose más guiso de carne y riñones- la piel de dragón es impenetrable.
-¿Puedo hablar contigo a solas, Dil?- preguntó Mike, acercándose a la mesa de Gryffindor. Dil comenzó a transpirar frío. Si era una buena nota, podría haberla dicho frente a todos. Se levantó de la mesa, y siguió al profesor, a unos cuatro metros de distancia.
-Bien Dil, en cuanto a tu nota. sé que lo hiciste lo mejor que pudiste, pero esperaba más de ti.- le entregó la libreta de notas, que Dil no se atrevía a mirar. Cuando por fin lo hizo.
-¿Nueve punto cinco? ¿Tanto teatro por un nueve punto cinco?- Dil parecía dispuesta a golpear al profesor, por todo ese preámbulo.
-Bueno, la poción de lágrimas de fénix no alcanzó a terminar de cocerse.- contestó Mike, encogiéndose de hombros- Fue la última que hiciste, cuando ya no quedaba mucho tiempo, y eso fue un error. Lo demás estaba bien, así que te la aproximaré a diez, si te parece.
-Como quieras, Mike.- contestó Dil, exhalando un suspiro de alivio.- Ahora, si no te importa, vuelvo a la mesa.
Hagrid y Viktor Krum estaban en la mesa de Gryffindor, despidiéndose de Harry, Ron y Hermione cuando Dil volvió a la mesa. Estaban incluidos en la partida que saldría ese día para liberar a Durmstrang de los mortífagos.
Capítulo XLI: La profecía comienza a cumplirse
Al terminar las clases, todos se fueron al dormitorio. Nada les hubiera gustado más que salir a dar una vuelta por los terrenos, pero, extrañamente, ese día había amanecido con el cielo completamente tapado por negros nubarrones, y durante la mañana, había comenzado a llover.
-Esta lluvia me da mala espina- comentó Ron, en la pieza de los chicos. Ginny y Harry estaban allí también, conversando.
-¿Por qué?
-ayer en la noche estaba despejado. Además, ya casi estamos en verano y el año ha sido seco, casi no llovió ni nevó en invierno. Y de repente, aparece una lluvia torrencial. Es muy raro.- contestó Ron.
-Supongo que tienes razón. Oye, ¿Por qué no están acá Hermione y Dil?- preguntó Harry.
-Hermione quería dormir una siesta.- respondió Ginny.
-Yo voy a dormir un rato. Tu sigue revisando esa cosa- dijo Hermione, somnolienta, señalando el pergamino que estaba sobre su mesita de noche. Dil lo cogió, aunque pensaba que sería completamente inútil. Se sentó en su cama, mientras escuchaba el ruido de la lluvia sobre el cristal de la ventana, Parvati y Hermione roncaban en sus respectivas camas, y Lavender se encontraba con Neville en la Sala Común.
-No vale la pena. no entiendo nada.- dijo, mientras subrayaba con el dedo la frase "la poderosa magia perece". El pergamino brilló por una fracción de segundo, y Dil se dio cuenta que algo había cambiado en él.
-¡Hermione, despierta- la remeció- creo que hallé algo importante!
-Dil, te dije que quería. ¿qué hallaste?- se había despertado del todo. Dil le mostró el pergamino, pasó el dedo sobre la inscripción "poderosa magia", y esta cambió a "gran mago", repitió la operación, y el pergamino quedó como estaba. Las dos se miraron sin saber que decir. De pronto, Hermione pareció comprender algo. sacó del cajón de su mesita de noche el libro "técnicas muggle de espionaje internacional" y comenzó a buscar frenéticamente entre sus paginas. Cuando terminó, estaba más blanca que un papel.
-mira esto.- murmuró, extendiéndole el libro a Dil. Ella leyó lo que Hermione le señalaba, y el moreno de su rostro descendió tres tonos.
-¡Imposible!
El párrafo señalado decía lo siguiente: "Las combinaciones secretas son habitualmente tomadas del grupo fecha- hora. Generalmente, tienen un significado: una alegoría, una fecha de importancia, o un símbolo. Por ejemplo el 666 se traduce como 'seis de junio a las seis AM (o PM)'"
Hermione entró corriendo a la pieza de los chicos, seguida de Dil. Ambas estaban pálidas y nerviosas.
-Comprendimos la . profecía- jadeó Hermione.- el 666 es un grupo de fecha- hora. seis de junio a las seis de la tarde. y la traducción tenía que ser "gran mago".
-¿Y entonces?- inquirió Ron, sin entender. Al parecer, Ginny si entendía. Se había levantado rápidamente de donde estaba sentada, y se había puesto pálida.
-¡¿Qué no entiendes?!- chilló Hermione- ¡Un gran mago morirá hoy a las seis!
-¿Quieres decir.- tartamudeó Harry- Dumbledore?
Se pusieron en marcha de inmediato.
-¡No alcanzamos a llegar!- gimió Hermione, intentando mirar su reloj mientras corría. Faltaban sólo diez minutos para las seis.
-¡Vamos, hay que lograrlo!- la animó Ron, aunque él mismo estaba exhausto.
-Vaya, vaya. Potter y compañía.- susurró una voz cerca de ellos. Muy a su pesar, los chicos se detuvieron y se voltearon. Snape siguió caminando, hasta ponerse a la altura de ellos.
-Eh. hola, profesor- saludó Ginny tímidamente. Todos conocían demasiado a Snape como para querer problemas con él, pero.
-Me pregunto que hacen, con qué derecho corren por los pasillos, muchachos.
-Eh. verá, nosotros.
-Ustedes traman algo, sobre todo tú, Potter. Siempre metido en líos, igual a tu padre.- siseó, pronunciando despectivamente la frase.
Harry hizo como que no había oído la última frase, pero con respecto a lo otro, abandonó toda prudencia, y dijo:
-Necesitábamos ver al director, profesor.
-Oh, no lo harán. El director está muy ocupado como para tomarte en cuenta, Potter.- contestó Snape. Los demás intentaron que los dejaran ir, Ginny miró su propio reloj, y ya habían pasado cinco minutos de los que tenían. Pero para Snape solo existía Harry.
Luego de que se cumplieran siete minutos estancados allí, Snape los dejó ir, con quince puntos menos de Gryffindor. Claro, como estaban las cosas, no era como para preocuparse de los puntos. Cuando por fin llegaron a la gárgola, faltaba un minuto para las seis de la tarde. Murmuraron "Edro", y la gárgola, con una lentitud desesperante para los chicos, se abrió y los dejó pasar. Ni siquiera esperaron a que los escalones se pusieran en marcha, aunque ya no daban más, subieron corriendo los escalones. Se detuvieron frente a la puerta de roble.
-¡Maldición, está cerrada!- gritó Harry, perdiendo los estribos y pateando la puerta frenéticamente, aunque sabía que eso no la abriría. Hermione buscó su varita mágica en el bolsillo, y no la encontró. Iba a llamar a las otras, usando la telequinesia, cuando Dil dijo:
-¡Oh, muévete! Necesitamos algo más rápido que eso- sacó una horquilla del bolsillo, y la cerradura se abrió con un "clic", mientras Ron, verificando el reloj murmuraba:
-3. 2. 1
Bum. Un cegador estallido de luz blanca se sintió en la torre. Los chicos alcanzaron a divisar a una figura vestida de negro que se desvanecía en la nada, cuando una que a la que reconocieron caía al suelo.
Dumbledore estaba en un estado lastimoso. La piel se le había vuelto amarillenta, y las venas se habían hinchado, dejándole rastros azules por toda la cara, y lo que la túnica dejaba ver de las manos. Temblaba y respiraba entrecortadamente, y, aún así, logró darse vuelta para ver al que había entrado. Consiguió articular:
-Hemorrefillum.
-¿Qué?- Harry y sus amigos se acercaron, rodeando a Dumbledore.
-¡Hemorrefillum!- Hermione parecía choqueada- ¡No puede ser! ¿Seguro?
Dumbledore asintió levemente. Ron parecía no entender, aunque suponía que debía ser algo horroroso.
-¿Qué es eso? ¿Qué podemos hacer por él?
-Es una maldición horrible. tenemos seis minutos para ayudarle, dándole el antídoto, y si no.
Hubo una pausa muy elocuente, donde se podía escuchar que la respiración de Dumbledore se hacía más agitada. Una llaga se abrió en su frente, y un delgado hilo de sangre resbaló por su rostro. Horrorizada, Dil preguntó:
-¿Y cuál es el antídoto?
-Passim. árabe.- murmuró Dumbledore, mientras otra llaga se abría en su mejilla.
-¡La traeré!- gritó Dil, y salió, cerrando con un portazo el despacho. Las llagas del director crecían en número, y la sangre ya formaba un charquito en el suelo. Fawkes cantaba, e intentaba inútilmente sanarlo con sus lágrimas, sin ningún resultado. La lluvia afuera comenzó a caer con más fuerza, y se oyó el ruido de un trueno. Habían pasado cinco de los fatales seis minutos.
-No alcanzará a llegar.- Ginny movió la cabeza, mientras todos apresuraban mentalmente a Dil. El charco de sangre se hacía mayor, y Dumbledore mismo se veía distinto: La piel ajada y abolsada, cubierta de llagas, como en carne viva.
-No. no lo hará.- murmuró Dumbledore, dificultosamente.- No importa. otros ocuparán mi. lugar. Minerva te lo explicará, Harry.
-¿A que se refiere?- preguntó Harry. Dumbledore no contestó, o si lo hizo, no se escuchó. Dil entró corriendo al despacho, con un matraz en la mano.
-¡llegué! ¿Es. muy tarde?- casi no se atrevió a preguntar. Ron miró su reloj, como si no quisiera, y.
-Si.
Dil estalló:
-¡Maldita sea! ¡Si no hubiese sido por ese desgraciado de Snape! ¡Me detuvo en las mazmorras cuando ya la tenía!
-¿Se.ve.rus?- inquirió Dumbledore, abriendo mucho los ojos, aunque apenas se oyó lo que dijo.
-¡Sí! ¡Ese maric.!- Hermione detuvo a Dil con un codazo en las costillas. No era el momento para esas cosas, en realidad. Dumbledore parecía estar en las últimas, había perdido muchísima sangre. "Sólo me iré de verdad- pensó Dumbledore- cuando nadie me necesite". Pero no alcanzó a decirlo.
Unos segundos más tarde, solo quedaba un cadáver seco, ajado e irreconocible en el suelo, en medio de un chaco de sangre. Los chicos reprimieron el llanto, aunque sólo lo consiguieron porque estaban demasiado impresionados como para decir nada. Mientras, el proceso se aceleraba, y como si se vivieran muchos años en uno, el cadáver se descomponía. sólo quedaron cenizas. Se escuchó un grito ahogado, como de ánima detrás de ellos. Los chicos voltearon, y Hermione casi se desmaya.
Minerva Mc Gonnagall estaba en la puerta del despacho.
Harry sintió que se le movía el piso. Nadie dijo absolutamente nada. Mientras intentaba buscarse alguna excusa que pudiera salvarlos de ser expulsados, la Prof. Mc Gonnagall tartamudeó:
-pero. qué. hacen. van. a. ¡¡¡maldición!!! ¡¡¡Fuera de aquí!!! ¡¡¡A mi despacho!!!
A juzgar por el tono de sus chillidos, las tres últimas frases sonaron seguras. Bajaron las escaleras (los escalones ya no se movían) y llegaron al despacho. La Prof. se sentó detrás de su escritorio, e hizo aparecer una taza de té, donde echó unas gotitas de poción de valeriana. Movió la varita mágica, y cinco sillas aparecieron frente al el escritorio. Ya más relajada, dijo:
-Ahora, me van a contar lo que pasó ¿Qué hacían allí?
Dil se adelantó, y prefirió "omitir"lo de la profecía, suponiendo que se la quitarían en caso de decir la verdad:
-Hace unos días, Harry soñó que el director moriría, profesora. Queríamos avisarle y nos encontramos con el tinglado armado. No pudimos hacer nada.
-¿Vieron quien los hizo?
Los chicos negaron con la cabeza. Harry recordó algo, no pudo contenerse, y dijo lo que todos estaban pensando en ese momento:
-¡Snape! ¡Nos topamos con Snape, él nos impidió llegar a tiempo! ¡E impidió a Dil llegar con el antídoto!
La profesora Mc Gonnagall parecía extrañada.
-¿Severus Snape? ¡Imposible!
Hermione se llevó las manos a la cabeza:
-¡Cómo pude ser tan estúpida!- gritó- ¡Snape no pudo haber sido, está de vacaciones porque enfermó de cáncer!
Un silencio muy helado se adueñó del despacho luego de que Hermione dijera las últimas palabras. Minerva Mc Gonnagall murmuró con voz ronca:
-Eso quiere decir. que el asesino anda suelto.
Capítulo XLII: Hogwarts silencioso.
Lo que más temían Harry y los demás, era la cena de esa noche. Se les destrozaban los nervios de sólo pensar cómo se tomarían sus compañeros la noticia, de modo que no bajaron a comer. Se pasaron las horas muertas, mirándose las caras unos a otros, y sin decir nada.
Como a la hora, los Gryffindor entraron en masa a la Sala Común. Dean Thomas les contó, al borde de un ataque de nerviosismo, como había sido.
Todos los alumnos se habían extrañado al notar la poco habitual ausencia de Dumbledore: era casi tradicional verlo en la Mesa Alta a la hora de las comidas. Luego, Mc Gonnagall se había sentado en su puesto, y habían comenzado las murmuraciones.
Seamus, más calmado que Dean, pero no sin neurosis, continuó con el relato.
Mc Gonagall se levantó del puesto de Dumbledore, y todo el mundo pudo notar el tic en su mejilla. Estaba aún más seria de lo habitual. Las murmuraciones en el Gran Comedor cesaron, y su voz, aunque hablaba bajo, se oyó clara: El director había muerto.
Hubo un silencio de algunos segundos, y luego, el desorden el desconcierto se adueñaron del comedor: Las murmuraciones se extendieron por todas partes, alumnos sufrieron ataques de histeria, la confusión cundía.
Paul tomó la palabra.
A Mc Gonnagall realmente le había costado acallar y calmar un poco a los alumnos, sólo lo suficiente para que se enteraran que en tres días se acabarían adelantadamente el periodo, que se suspenderían las clases, que hasta entonces se observarían las medidas de seguridad más rigurosas vistas nunca, y que no salieran de la Sala Común.
En un punto estuvieron los tres de acuerdo: En Slytherin, no había pánico, ni histeria, ni preocupación. Sólo había una sonrisa casi imperceptible de satisfacción.
Un golpe seco se oyó en la alfombra. Era el cuerpo de Neville.
-Neville, ya te pasaste de nuevo con las pastillas tranquilizantes.- se quejó Paul, que se había hecho muy amigo de él.
-¿Que? ¿Yo? Nooo, yo no me he pasado con nada ¿a qué te refieres?- la voz de Neville desde el piso se oía amodorrada. Entre Paul y Lavender lo llevaron arriba, a la habitación de los chicos.
"-Bueno, esto es terrible. No sólo nos destruyó la confianza y la seguridad: También nos está doblegando moralmente."- pensó Hermione. Intentaba mantenerse bajo control, pero tanto ella como el resto del colegio, lo único que querían era escapar de Hogwarts.
Al día siguiente (nadie durmió, salvo Neville. Todos se quedaron desvelados en la Sala Común.) Harry y sus amigos sentían como si hubieran vivido mil años en un día. Harry había intentado escribirle a Sirius, pero nunca logró salir de la Sala Común: los profesores se turnaban para vigilar las salas comunes y ver que nadie saliera de ellas.
-Alégrense, muchachos- dijo Dil, aunque sin ganas.- sólo dos días, y empacamos, nos vamos, ¡nos largamos! Y ojalá pasen instantáneamente. Yo no quiero seguir aquí.
-Estoy preocupado por papá.- murmuró Ron. -¿recuerdan la lechuza que llegó en la madrugada? Era de casa. Y papá no se encuentra bien.
-Desde que lo ascendieron, mamá cuenta que papá está llegando a las dos de la mañana todos los días. Y debe irse a trabajar a las seis. Si sigue así, se enfermará.- siguió Ginny, bostezando involuntariamente.
El aspecto de los cinco, a decir verdad, daba la impresión de haber salido de una película de terror. Harry, sin los anteojos (estaban tirados por cualquier parte) tenía unas ojeras que combinaban con sus enrojecidos ojos y le daban aspecto de vampiro. Hermione estaba más despeinada que nunca, y ni hablar de Ron, Ginny y Dil.
-Me pregunto si podría pedirle a Neville unas cuantas pastillas.- comentó Ron. Hermione pareció molestarse por alguna razón. Estaba pensativa, y de repente gritó:
-¡Eso no es lo más importante ahora! ¡Hay que terminar la interpretación!
-Hermione, ya no tiene objeto- repuso Harry, desalentado por completo- Dumbledore murió, Hogwarts está acabado, el ministerio es un caos. Es el fin.
-¡No están entendiendo!- gritó Hermione- ¡Ahora más que nunca hay que terminar! ¡Hay más muertes en camino!
-Hermione, nunca creí que yo diría algo como esto.pero sólo podemos esperar.- dijo Dil, tan desanimada como Harry. Ron no decía nada. Estaba demasiado preocupado, al igual que Ginny. Las palabras de Hermione eran alarmantes, pero... ¿Qué podían hacer ellos?
-¡Bien!- resopló Hermione- ¡Abandonen ustedes, si quieren, pero yo voy a seguir! ¡Aunque sea sola!
Se levantó del sillón en que estaba arrellanada, y se encaminó decididamente hacia la puerta de la escalera de las chicas. Ron se levantó algo desganado de su sillón y la sujetó por un brazo.
-Bueno, no tendrás que hacerlo sola. Yo te ayudaré. ¿Vale?
-Y yo- lo siguió Ginny. Estoy harta de ser tan inútil.
-Vale, yo voy también. Somos un equipo, ¿No? ¿Qué dices, Harry?
Los cuatro lo miraron fijamente. Al final, Harry accedió y se unió a ellos.
-Adelante a toda máquina, entonces.
Las siguientes horas de trabajo fueron febriles. Todo el mundo estaba en sus respectivas habitaciones, menos ellos cinco, avanzando entre palabras raras y diccionarios.
También lo fueron para la profesora Mc Gonnagall. Apenas le fue posible, mandó a llamar desde Londres al señor Ollivander. Quizá el asesino hubiera empleado la varita de uno de los maestros. Quizá incluso había sido uno de ellos. Mc Gonnagall no quería desconfiar de nadie, pero no estaba segura de que fueran todos inocentes.
Reunió a los profesores en su despacho. Cuando todos, incluyendo a Madame Pince y Madame Pomfrey, estuvieron reunidos allí, dijo:
-Bien. ahora registraremos las varitas. ¡y cuidado, porque el experto sabe muy bien a quien pertenece cada cual!
Ollivander aplicó el hechizo indexa incantato, y formas de humo, en orden inverso, fueron saliendo de las puntas de las varitas. Al tomar una especialmente delgada, comenzaron a manar gotas de humo líquido, que en vez de ascender, caía al suelo y formaba charcos, como la sangre.
Los profesores contuvieron la respiración, y todos miraron a la misma persona.
-¡No! ¡Yo no fui!- chilló Fleur, antes de desmayarse.
Mc Gonnagall había palidecido. Recobró su temple, y ordenó:
-Michael, trae veritaserum.
En el tiempo en que Mike se demoró en ir y volver de las mazmorras, Fleur ya había despertado. Y se encontraba en una crisis de histeria.
-¡¡¡"Jugo" que yo no fui!!! ¡¡¡"Pog" lo que sea más "saggado paga" ustedes!!! ¡¡¡Yo no fuííí!!!
-Fleur, no sabes como lamento hacer esto- dijo Mike, mirando a otro lado antes de gritar apuntándole- ¡Desmaius!
Fleur cayó instantáneamente al suelo. Mike hizo pasar por su garganta tres gotitas del liquido de una botella negra; y luego la despertó. Mc Gonnagall se adelantó, y dijo:
-¿Me oyes?
-Si- contestó ella, con voz carente de expresión.
-¿Es esta tu varita?
-Si.
-¿Y mataste a.- Mc Gonnagall vaciló- fuiste tú quien asesinó a Albus Dumbledore?
Fleur no contestó. Todos los profesores estaban fijos en ella. Luego, lentamente, ella contestó:
-Si.
-¡Suficiente!- exclamó Mc Gonnagall. Temblaba.- ¡Enciérrenla en mi despacho! Necesito. necesito estar sola.
-Minerva. ¿estas segura que es ella?- preguntó la profesora Sprout
-Todo encaja.- replicó Mc Gonnagall, mirando con odio la puerta por donde Fleur había desaparecido.- Ella tenía uno de esos. Ojos de Dragón. Así es como controlaba a Potter a inicios del curso, ¿recuerdan? Se aparecía y desaparecía por Hogwarts. Y así tomó la forma de Severus sin necesidad de usar multijugos. por cierto, Michael ¿qué le dijiste a Granger para explicar la ausencia de Severus?
-Dije que tenía cáncer- le recordó Mike
-Bien. Lo de la misión secreta no lo deben saber los alumnos, y menos ellos.Por favor, déjenme ir. Necesito descansar.- dijo Mc Gonnagall, saliendo de su despacho.
-Necesito dormir un poco- bostezó Harry.- estoy molido.
-Okey, vete a dormir.- contestó Ginny sin despegar su vista del diccionario- Nosotros seguimos. Luego nos relevas.
Harry subió las escaleras hasta el cuarto de los chicos de quinto. Estaba vacío, salvo por Neville. Los calmantes que había tomado realmente debían ser fuertes, porque no había dejado de dormir desde la noche anterior. Harry no se molestó en ponerse el pijama, se tendió sobre la cama a descansar, no iba a dormirse, solo descansaría un momento. A los cinco minutos, estaba profundamente dormido.
"-ven-" dijo la voz en su mente. Igual a la de siempre, la que había escuchado en ocasiones anteriores. Harry presentía lo que le esperaba, e intentó resistirse con toda su alma sin ningún resultado.
Apartó la cobija, y se calzó los zapatos. Abrió con lentitud la puerta del dormitorio. todos sus movimientos eran como si no quisiera hacerlos. Aún intentaba resistirse. la voz lo guiaba por las escaleras.
En la Sala Común sólo estaban Ron, Hermione, Ginny y Dil. Lo sintieron llegar, y vieron como atravesaba lentamente la Sala Común hacia la puerta de salida.
-Ah, hola Harry. ¿Nos ayudas?
Como es de esperar, Harry no pudo contestar, aunque quiso. Siguió caminando, salió sin ningún problema (por alguna extraña razón, no había ningún profesor cuidando la puerta.) y fue entonces cuando los chicos comenzaron a preocuparse. Ron y Hermione recordaron el principio de año, y salieron corriendo detrás de él, seguidos por Ginny y Dil, que no entendía nada.
-Eh ¿Qué le pasa? ¿Lo doparon? ¿Es sonámbulo?
-¡Espera! ¡Hay que seguirlo!- gritó Hermione. Harry iba mucho más adelante que ellos: parecía como si ya no tuviera voluntad para resistirse, y corría por los pasillos hacia quizás dónde.
Falcore el fénix había bajado volando las escaleras, y los seguía silenciosamente, nadie se había dado cuenta de su presencia. Harry seguía corriendo velozmente detrás de todos ellos, y muy pronto se dieron cuenta de adonde se dirigía: la Cámara de Merlín aparecía frente a ellos.
-Nimue, hada de Avalon- murmuró Harry apenas, con una voz ronca, inexpresiva, que no parecía la suya. La puerta trampa en el suelo del armario se abrió.
Harry bajó la escalerilla, seguido por los chicos y el fénix. Se detuvo en mitad de la Cámara, como esperando. Los chicos se pararon al lado suyo, intentando reanimarlo, vamos, siquiera llamar su atención, pero nada.
De pronto, grandes llamas verdes y blancas los rodearon; y sólo entonces se dieron cuenta de que se habían parado sobre el círculo mágico.
Capítulo XLIII: ".Suya será la elección."
Cayeron los cuatro en un prado sombrío. Era de noche y unas ruinas se erigían alrededor de ellos. Hermione las miró detenidamente, y dio un respingo. -¡Esto es Stonehenge! ¡El centro de la magia en Gran Bretaña! ¿Cómo.? -Exactamente - admitió una voz burlona y algo fría, aunque no demasiado, detrás de ellos. A los chicos se les erizó el cabello. Harry giró lentamente, temiendo encontrar lo que se imaginaba y se encontró con la copia calca de sí mismo. Salvo por el detalle de los anteojos y la cicatriz, el recién llegado parecía su gemelo. Ginny ahogó un grito.
-¡Tu!
Tom Ryddle sonrió con más ganas.
-¿Te sorprende? Sabes, Harry, la sangre de un muchacho de catorce es un rejuvenecedor poderoso. Y más si lo ayudas un poco.
Harry se preguntó por qué Ryddle les decía todo eso. Si hubiese sido el Voldemort de siempre, los hubiese matado enseguida.
-Sé lo que están pensando. No los voy a matar.todavía. Quiero probar lo siguiente en ese fénix de ustedes- recién en ese momento, se dieron cuenta de que Falcore los había seguido. Ryddle hizo una floritura con la varita y el pájaro cerró los ojos y comenzó a levitar a tres metros del suelo. En ese momento, una niebla negruzca comenzó a rodearlo y a entrar en su cuerpo. Cuando quedó inmerso en una enorme burbuja negra, Ryddle chasqueó los dedos y el fénix emergió. Era una horrible ave negra, con unas espantosas garras y plumas filosas.
-¿Les gusta? ¿No? Enfrentaremos el poder de cuatro niños estúpidos al del rey de las tinieblas. Veremos quien gana.
Hermione susurró a los demás: -¡Pero yo no quiero hacerle daño a nuestro fénix! -No hay otra manera. Utilicemos.el Hechizo de los Tres Poderes.-dijo Harry, recordando ".en aquel élfico tripoder regenerado." -¡Estás loco Harry! ¡No tiene el suficiente poder! -Hay que intentarlo. Vamos, ¡Triptium!
Para su sorpresa, en vez de aparecer la sustancia que cambiaba de colores, se materializaron tres anillos, que se metieron cada uno en la mano de Harry, Hermione, y Ron, respectivamente. Un anillo de diamante, uno de zafiro y uno de rubí.
-¡Pyros, Narya! -¡Aqua, Nenya! -¡Aeros, Vilya!
Grandes llamas salieron de la mano de Harry, golpeando al pájaro. Pero este se encendió y lanzó un chorro de llamas oscuras, contrarrestando el ataque. Ron levantó una gran ola, procedente de algún lugar desconocido, y lo cubrió, apagando el fuego del pájaro, pero no el de Harry. El fénix cayó en picado unos cuantos metros y volvió a remontar, dirigiendo sus ataques hacia Hermione. Ella levantó una corriente de aire que desvió las llamas de vuelta hasta el fénix y lo atrapó en un remolino invisible, que le impedía moverse.
-¡Déjenme terminarlo!- gritó Ginny. Nadie escuchó el conjuro que usó, pero lo cierto es que el fénix se estrelló contra el suelo, y la sombra comenzó inmediatamente a salir de él.
La sarta de hechizos pareció dar resultado por un momento. Ryddle alzó la varita, la sombra volvió al cuerpo del ave y el fénix alzó el vuelo nuevamente, despidiendo chorros de fuego contra los chicos.
En ese instante, una sombra que parecía corpórea, salió de entre los monolitos y atacó al fénix. Le mordía el cuello, asfixiándolo. Cuando el ave intentaba prenderse de nuevo para zafarse, volvía a ser una sombra, a quien las llamas traspasaban. Era como un animal.parecía un lince. El gran pájaro cayó finalmente al suelo, la niebla oscura salió de él y volvió a ser un fénix. Ryddle, furioso, echó mano de la varita y apuntó a Harry. Ginny se dio cuenta, y se interpuso entre él y Harry.
-Apártate, muchacha idiota. -¡No mates a Harry!- rogó Ginny- ¡Mátame a mí! ¡Te lo ruego, mátame a mí en su lugar!
A Harry la escena le era familiar. Sobre todo cuando Tom Ryddle apartó a Ginny y la hizo a un lado. Aún así, en la última fracción de segundo, Ginny quitó a Harry de en medio y se interpuso entre él y la maldición. Hubo un destello cegador de luz verde, un sonido como de torrente, un grito que se apagó antes de salir y otro sonido más: El de un cuerpo cayendo a la hierba.
Harry vio Ginny tendida en el suelo, muerta, y unas lágrimas le rodaron por la cara. La intentó reanimar, aunque sabía que era en vano. Y es que una parte de él, no quería creerlo, no quería reconocer que Ginny hubiese muerto. Abrazó su cuerpo frío, mientras seguían cayéndole por la cara unas lagrimas silenciosas: Primero sus padres, luego Dumbledore, ahora Ginny. Ron observaba estupefacto, como si le costara procesar lo que acababa de ver. La sombra de lince corrió hasta Harry, Tom Ryddle levantó la varita nuevamente, dirigió la maldición hacia el lince de sombra, que no murió. La maldición la atravesó, como sucediera antes con las llamas. Sólo se desplomó y con un pequeño estallido, recuperó la forma humana.
Era Dil. Los tres amigos se sorprendieron, aunque para Harry no era su principal preocupación. Una ira como veneno corrosivo le circulaba por las venas. Un odio superior a cualquiera que hubiese conocido antes. Quizá por eso, depositó a Ginny con suavidad en el suelo, mientras las lagrimas le seguían cayendo. Recogió su varita mágica y avanzó lentamente hacia Ryddle, quien no había variado su cruel sonrisa.
-¡Tu!- gritó Harry, con todo el despecho del que fue capaz de poner en su voz. Alzó su varita y. -Oh, no. No cometeré el mismo error de hace un año, Harry Potter.- comentó Tom Ryddle, al ver a Harry avanzando hacia él, dispuesto a hacer algo que el mismo Harry sabía estúpido, sin sentido. Pero el asesinato de Ginny, la única chica a la que había querido de verdad le había dado fuerza. Ella había muerto, tal como su madre hace catorce años, para interponerse entre él y la Avada Kedabra. Para salvarlo.
-¡Expelliarmus!- exclamó Ryddle en ese momento, y la varita de Harry salió volando de su mano. A éste le importó poco. Era tal su rabia, que seguía avanzando hacia Tom Ryddle, dispuesto a acabar con él con sus manos, si es que no contaba con la ayuda de la magia.
-¡No lo hagas Harry!- exclamó Dil, incorporándose con ayuda de Ron y Hermione. Ese segundo de indecisión fue crucial. De la punta de la varita de Ryddle salieron velozmente unas cuerdas largas y gruesas, que ató a cada uno a un monolito. Ryddle soltó una risa despectiva. -¿Qué sería peor para ti, Harry? ¿Qué tus amigos te vean morir, o ver morir lentamente a tus amigos?- chasqueó los dedos y Ron cayó al suelo. Estaba pálido y temblaba, pero recogió su varita y se levantó. Antes de que alcanzara a hacer nada, sufrió los efectos de la maldición cruciatus. Sus gritos se expandieron, por el eco que se formaba entre las rocas dispuestas en círculos. Cuando Ron cayó al suelo, demasiado débil para seguir en pié, Ryddle volvió a chasquear los dedos y fue Hermione la que cayó. -¿Sabes lo que te espera, verdad?- comentó Ryddle, al ver la forma en que Hermione avanzaba hacia él, con la varita en alto- Creo que no. ¡Contesta, chiquilla! ¡Imperio!
Una expresión de concentración apareció en el rostro de Hermione, que luchaba por resistirse a la maldición. Pasaron cinco minutos, y las gotas de sudor por el esfuerzo le caían por la cara, pero no dijo nada. Esto enfureció a Ryddle. -¡Aprende a respetarme, sangre sucia! ¡Crucio!
Ron fue algo más rápido. Se levantó lo más velozmente que pudo, a pesar de estar muy débil, y empujó a Hermione lejos. La maldición le dio de lleno, y comenzó a gritar nuevamente, cada vez más fuerte. Hermione lo observaba, anonadada. Tom Ryddle comentó con desprecio: -¡Que muchacho más estúpido! ¿Por qué lo hizo? Van a morir de todos modos.- No bajó la varita. Ron seguía gritando, y esto enfureció a Dil. -¡Eres un maldito cobarde! ¡Los atacas porque están desarmados! -¡Ven aquí entonces!- vociferó Ryddle- ¡Serás la primera en morir!
Dil se volvió a transformar en el lince de sombra, saltó para atacar a Tom Ryddle y logró arañarle la cara. Una, dos tres gotas de sangre oscura le cayeron por el rostro. Enfurecido, Tom Ryddle alzó la varita y en ese momento, Dil volvió a ser incorpórea, solo una sombra, a la cual, la Avada Kedabra no podía matar. La maldición asesina atravesó la sombra, pero aunque no la mató, Dil volvió a ser humana y cayó inconsciente. Mientras tanto, Ron recibía por tercera vez los efectos de la maldición cruciatus.
-¡Es a mí a quien quieres!- gritó Harry al ver la escena. Hermione llorando arrodillada al lado de Ron. Ron, sin poder moverse y lleno de moretones, como si hubiese recibido una paliza. Dil inconsciente en el suelo. Y más allá.el cuerpo sin vida de Ginny. No podía permitir que sus amigos murieran también. Ginny.Iba a vengarla, costara lo que costara.- ¡Ellos no tienen por qué morir! -¿Por qué deseas la muerte, Harry Potter?- susurró Tom Ryddle, como si cambiara de idea en forma repentina, aunque siguiendo un plan preconcebido- Tú y yo podríamos se poderosos.oh, sí, muy, muy poderosos.
Imágenes y voces fueron entrando claramente en la mente de Harry. La cicatriz le dolía como nunca. Sentía que lo iba a partir en dos.
Dos señores vestidos de negro se levantaban de dos sitiales también negros. Con algo de sorpresa, Harry reconoció a uno de ellos como a él mismo, más crecido. Habían logrado el poder absoluto sobre todo, tenían la tierra sumida en la sombra. Una sombra oscura, como niebla pegajosa. Y a una orden suya, traían un caldero enorme, grande como una piscina. Y ellos: Harry y Tom Ryddle comenzaban el largo conjuro:
-Hueso del padre, otorgado sin saberlo.
El caldero adquiría un resplandor cegador. Emergían del caldero tres figuras: Sus padres y Ginny.
Ginny. Tenía a Ginny a su lado. Ella corría hasta él y lo abrazaba. Casi podía sentir su calor entre sus brazos, su cabello rozándole el rostro. Sus labios unidos a los suyos. su aliento, su perfume.
Mientras, una sed de poder desconocida estaba apareciendo en él. El deseo de la oscuridad. La visión cambió, Harry se veía a si mismo en la cima de todo. Junto a Tom Ryddle lograba ese poder, y Harry podía leer en las mentes y en los corazones de todos. Libertaba a los presos injustamente encarcelados en Azkaban, avanzando con una varita que despedía llamas. -Oh, si. tus padres.- comentó Ryddle.- te lo ofrecí una vez, Harry. Y no me creíste. Sin embargo, hace un tiempo, un año, para ser exactos, tu presenciaste mi resurrección. Tengo el poder de la vida y la muerte. Si tu quisieras, si te unieras a mí, estarían de vuelta. Y también esa chica, que tanto parece importarte.
Los tres amigos presenciaban estupefactos la escena. La magia existente en Harry se liberaba, como una niebla. La mitad de esa niebla era blanca, y la otra oscura. Ambas intentaban destruirse mutuamente, mientras a Harry le dolía cada vez más la cicatriz. Hasta Ron comenzó a pensar "Nos dejará, se unirá a él y nos abandonará"
Un peso en el corazón de Harry empezó a atormentarlo. Era como si oyera dos voces dentro de su cabeza. Pero no se trataba de la maldición imperius. Eran sus voces, sólo que una de ellas era potente y grave. La otra era la suya, normal. Comenzaba a sumirse en una lucha interna. "-Tu sabes que es cierto. Únete al señor oscuro"- susurraba la voz grave dentro de su cabeza. "-¡No! Yo se que no debo"- contestaba de inmediato la otra voz. "-El amo de las tinieblas posee poderes inimaginables. Él puede. él puede." "-¿Pero. y que pasará con mis amigos? Yo.no podría dejarlos" "-¿Ellos? No tienen por qué morir. Puedes salvar sus vidas, la tuya y regresar a todos aquellos que amaste" "-Ellos. murieron.a manos de. Voldemort - murmuró casi inaudible la segunda voz. "-Oh, si. Porque se le opusieron. Pero si tu no te opones, poseerás un poder suficiente como para gobernar todo el planeta." "-Yo.no.deseo. eso"- dijo aún más bajo la segunda voz. "-Sabes que sí. Sabes que deseas el poder, no lo niegues" "-No lo niego.pero sé que no es correcto"- reconoció la segunda voz "-¡Ah! ¿Y Ginny? Únete al rey tenebroso, y poseerás todo aquello que alguna vez deseaste"
Harry recordó esa vez del Espejo de Erised. Había visto a su familia. Si hubiese tenido el espejo a mano, ¿Qué hubiese visto en ese momento? "-Lo haré- dijo la segunda voz, volviéndose tan amenazadora como la primera voz- ¡Lo haré!
Harry se levantó como en trance. Avanzó hacia Tom Ryddle. Éste, que sabía todo lo que estaba pasando por la cabeza de Harry, volvió a sonreír con cruel satisfacción. Harry se uniría a él. Con la ayuda del elegido, alcanzaría el poder total. Luego, lo eliminaría, pues no estaba dispuesto a disputar con nadie su superioridad. Y Harry avanzaba con un extraño brillo en los ojos.
En ese momento, una voz que trataba de ser fuerte y clara, pronunció en élfico:
- Eru edain anyare iuvé. Ale valane ata Daedeloth ë Alata. Amarth dör remmen atë eru edäin.
Otra voz respondió débilmente, pero audible, esta vez traduciendo:
-Un elegido habrá en que converjan luz y oscuridad. El destino del mundo está en sus manos. Será puesto a dura prueba, y suya será la elección.
Hermione y Dil habían recordado la profecía, entendiendo por fin su verdadero significado. Bastó para que Harry saliera de su trance. Pero se fortaleció también en él esa faceta desconocida de sí mismo. La indecisión lo torturaba y no sabía que hacer. Tom Ryddle se fijó en su indecisión, y para terminar de convencerlo dijo:
-¿Sabes por qué quise matarte? Te lo diré.en ti fluye mezclada la sangre de elfos y hombres, y se dice que esa estirpe nunca se extinguirá del todo. En ti convergen la sangre de Slytherin y Gryffindor. Si, sé lo que leíste, yo puse el diario en tu camino. ¡Juntos podríamos hacer grandes cosas! ¡Seríamos los magos más poderosos alguna vez nacidos! ¡Someteríamos al mundo entero!
Harry se paró a pensar un momento. algo no encajaba.: Sirius le había dicho del diario. ¿O es que acaso.? Claro, por eso se había comportado de esa forma tan extraña.
Slytherin y Gryffindor. comprendió entonces el porqué de su lucha interna. Pero su parte malvada aumentaba y decrecía, como una marea de flujo irregular, y aunque quería, Harry no se sentía con la fuerza suficiente como para resistírsele.
-Harry.-llamó Ron- No lo hagas. no vayas con él, Harry.
Harry escuchó esto, y una parte de su antiguo yo afloró. El recuerdo de los días en que recorrían Hogwarts, compartían buenos y malos momentos. incluso hacían una que otra travesura, quebrantando normas con ayuda de la capa y el mapa.
Ryddle escuchó, pero no le hizo nada a Ron. Estaba jugando una partida peligrosa, y si actuaba a tontas y a locas, podría echarlo a perder todo. Mientras, Harry intentaba resistirse con una fuerza renovada a esa oscuridad interna, que coexistía con su luz: Amistad, esperanza, valentía.
-Harry, por favor- llamó Hermione, esta vez- No lo hagas ¿Quién te asegura que cumplirá lo que promete?
Otra parte de sí mismo afloró en Harry, ayudándole a resistir con un poco más de energía. Recordó esos días tristes en que no hablaba con Ron, cuando ella lo había acompañado. Le ayudaba y apoyaba en todo lo que hacía, aunque quebrantara las normas; cosa que ella jamás haría sin motivo. Que amigos, estos. Nunca lo habían dejado solo.
Dil se levantó e imploró también:
-Harry, tu tienes el poder de inclinar la balanza. No lo desperdicies. No vayas con él.
Tom Ryddle miró a Harry directo a los ojos y tronó sus dedos largos y blancos. Aparecieron tres grandes calderos, llenos de agua hasta el borde y con el fuego crepitando debajo.
-Están listos. ¿Qué eliges, Harry? Debes saber que el negro tapa al blanco, que si hay luz, por fuerza ha de haber sombra. Sólo la oscuridad es digna de veneración, Harry. Di tu elección.
Sonaba tan convincente. Harry miró primero a los tres calderos listos, luego a sus amigos, y luego de nuevo a los calderos. Y tres voces le susurraron al oído: La de su madre, la de su padre. y la de Ginny. Le imploraron que no aceptara, que era un precio demasiado terrible por vivir, que ellos habían muerto por él, para que fuera libre.
-¡Habla, muchacho!- gritó Ryddle, comenzando a impacientarse. Harry comenzaba a escaparse de sus manos. Bueno, si esto sucedía, tendría que matarlo. No podría convencerlo otra vez. Reuniendo toda la fuerza y la entereza de la que fue capaz, Harry respiró hondo y gritó:
-¡No!
-¡Eres más tonto de lo que pensaba, Harry! Ni siquiera tienes la varita. Pero si quieres morir. ¡Avada Kedabra!
El impacto de la maldición lo hizo trastabillar. Vio el destello verde y brillante, a pesar de tener los ojos cerrados. Pero no sintió nada especial. No había muerto aunque se sentía más débil que antes. Asombrado, observó como el rayo de luz verde alcanzaba a Tom Ryddle, que se tambaleaba, y volvía a rebotar. El juego se repitió varias veces, y cada vez que el rayo lo golpeaba, se sentía más y más débil. Un último empellón de luz, lo hizo estrellarse contra uno de los monolitos, haciéndole golpearse fuertemente la cabeza, y ver todo negro. Antes de caer al suelo y cerrar los ojos, alcanzó a ver una multitud indefinida. Algo que parecían ser diferentes criaturas.
Capítulo XLIV: El fin de otro año.
Caía, caía, caía. Por un túnel largo, estrecho y oscuro. El único ruido que sentía era el de su cuerpo dolorido rebotando contra las paredes del túnel. El frío era horrible. Sentía un dolor quemante no sólo en la frente, si no que en toda la cabeza, y en la pierna izquierda; Como si tuviera clavadas mil agujas puntiagudas.
Seguía cayendo, seguía golpeándose contra las paredes. Quiso gritar, pero no escuchó ningún sonido. Comenzaba a angustiarse en serio, algo le impedía respirar, como si tuviera un enorme peso sobre el pecho. Justo al chocar con una de las paredes, pudo darse vuelta en el aire y mirar hacia abajo. Nada. Ni la más miserable luz llegaba hasta el túnel. Y el seguía cayendo y golpeándose.
Comenzó a escuchar voces. Gente que hablaba. No pudo precisar lo que decían. Y mientras más abajo caía, más frío, dolor y angustia se apoderaba de él. Y de repente, distinguió claramente el sonido de muchas voces que le llamaban:
-¡Harry! ¡Harry!
-¡Está volviendo en sí!
-¡Cállate! ¡Espera un minuto!
La oscuridad se desvaneció para dar paso a una claridad que le dañaba los ojos y lo cegó por un momento. Cuando sus pupilas se acostumbraron a la luz, sólo logró ver un montón de manchas borrosas, tan cerca que parecían estar encima de él. Manoteó bajo la almohada, encontró sus anteojos y se los puso.
Lo primero que vio fue un montón de rostros de alivio al ver que había despertado.. Distinguió las conocidas caras de Ron, Hermione, Dil, Hagrid, Mc Gonnagall, Madame Pomfrey y Fleur Delacour. Y a dos personas a las que no conocía. Nunca había visto la enfermería tan llena de gente. Uno de los dos desconocidos se le acercó, y pudo verlo bien. Era asombrosamente parecido a.
-¿Dumbledore?- murmuró, y deseó no haber dicho nada: Una puntada le bajó por la nuca y sacudió su adolorido cuerpo.
-Si muchacho. Aberforth Dumbledore. No te pediré que hables, ya habrá tiempo para eso.
-El ministro tiene razón- alegó Madame Pomfrey, molesta.- ¡Vamos, déjenlo descansar! ¡Salgan!
Una vez que todos salieron, más que un poco contrariados de la enfermería, Madame Pomfrey le dijo.
-Se que tienes muchas preguntas, pero ¡No hables! ¿Oíste? Tu diagnóstico: Un "tec" cerrado, la pierna izquierda quebrada (ya arreglaré eso, no te preocupes). De todas formas, saliste mejor librado de lo que uno pensaría. al llegar, estabas en coma. Ahora, bébete esto- le ayudó a incorporarse un poco, y le alcanzó una copa- para dormir sin soñar.
El aire pareció espesarse. Un profundo sopor se apoderó de él, como si todo el dolor desapareciera. Cuando apoyó la cabeza en la almohada, ya estaba dormido.
Horas más tarde, en la noche, la puerta de la enfermería se abrió sin que se viera quien lo había hecho.
Dil se despojó de la capa invisible, y se acercó a la cama de Harry, que dormía.
-Mi niño duerme.- murmuró Dil, pasándole una mano por la cabeza, a la que rodeaba un vendaje. Acercó una silla, se sentó, y le cogió la mano. Se quedó mirándolo. Una voz surgió del fondo, e inquirió.
-¿"Mi niño", Djilah?
Dil pasó saliva, y volteó.
-¡Mamá! ¿Qué haces aquí a esta hora?
-Por dios, Djilah, hace tres días que duermo aquí. Estás con una cabeza. ¿sabes? Te he visto demasiado preocupada.
-¿Si?- murmuró Dil- ¿Y?
-¿Puedo preguntarte algo?
-Depende- gruñó ella, previendo la pregunta
-¿Quieres a ese chico?- preguntó su mamá, sonriendo.
-¡lo sabía!- exclamó fastidiada- ¿Realmente te importa?
Se había ruborizado. Su mamá pronunció su sonrisa, y contestó, restándole importancia.
-No realmente. No tiene importancia, sólo preguntaba. Y Djilah.
-¿Ajá?
-Son las doce de la noche. Vete a dormir.
-¡Madre siempre es madre!- se rió Dil
-¡Claro que si! Si no, no sería tu mamá. Buenas noches.
Su mamá la abrazó, y le susurró:
-¿Sabes? Tu papá estaría muy orgulloso de cómo te comportaste el jueves.
-Buenas noches.
Su papá. Dil solía acordarse mucho de él, aunque todo había sucedido estando muy pequeña. Dhissem Sadjib.
Había sido el custodio del Corazón de Shiva, un enorme cristal, de poder tan destructor como protector.
Corazón de Shiva. unos hombres encapuchados de negro habían asaltado su casa. El padre de Dil había protegido a su mujer e hija detrás del cristal y de sí mismo. Ahí se refugiaron de los continuos Avada Kedabra que los encapuchados les estaban lanzando. El cristal vibraba. no aguantó mucho más: se quebró en miles de fragmentos, y al mismo tiempo, hirieron de muerte a Dhissem. Los encapuchados recogieron los trozos más grandes y desaparecieron.
Los trozos restantes se convertirían en Ojos de Dragón.
Dil cerró los ojos.
Hermione recordaba.
Hagrid los había encontrado en pésimo estado. En todo caso, ella era la que había salido mejor librada del enfrentamiento. No había visto que había sido de Voldemort.
Hagrid iba acompañado de magos, animagos, centauros, gigantes y otras criaturas. Venían de la liberación de Durmstrang. Entre todos, habían ayudado a llevar a Harry, Ron y Dil, que iban inconscientes. Y el cuerpo inerte de Ginny.
Ron le preocupaba más que ninguno. Iba muy mal: estaba lleno de moretones, y respiraba en forma agitada. La forma en que la había salvado.Pobre Ron. Se dio cuenta de que ella también lo quería, y lo cuidó durante todo el viaje. Así como Dil, al despertar, lo hizo con Harry.
Ron tampoco podía dormir.
Había despertado la misma noche en que habían llegado a Hogwarts. De todas formas, Madame Pomfrey los obligó a pasar la noche en la enfermería. Pensaba en su hermana.
La habían enterrado el día anterior al que Harry despertó. Sólo a él lo mandaron a llamar desde su casa. Todos estaban allí, incluida la prima Marietta. La Señora Weasley no cabía en sí de dolor: Había perdido a dos de sus hijos en menos de un año.
Su hermana. Ron recordó a la Cámara Secreta.
Dos días más tarde, a Harry le fue permitido salir a ratos de la enfermería. Madame Pomfrey no estaba muy conforme con sus paseos, pero hubiera sido imposible para él permanecer recostado mucho más tiempo. Estaba casi sano, salvo por una ligera migraña que le daba cada vez que se ponía nervioso. De todas formas, Madame Pomfrey le aseguró que eso también desaparecería sin dejar secuelas.
Al fin y al cabo, no era eso tampoco lo que más le había afectado.
Terminó haciéndose muy amigo de la mamá de Dil, de esos de largas conversaciones.
-¿Sabes? A "tu niño" le hacía falta la presencia de una mujer adulta que le aconsejara- bromeó la mamá de Dil
-¡Cállate! ¡No es mi niño!- gritó Dil
-Como quieras- contestó su mamá, medio molesta- A propósito, Jan escribió hoy. Quiere saber como estás.
-¿¡Que?! ¿Ese sabe escribir?
Hermione llegó hasta donde ellas estaban conversando, y preguntó:
-¿Quién es Jan?
-Un enano indeseable- contestó Dil, sabiendo que a su mamá le molestaría.
-Es su hermano- señaló su mamá, indiferente.- ¡y no le digas enano!
-No es mi hermano- murmuró Dil, luego de que su mamá se fuera.
-¿Sabes, Harry? La vida sigue. No quiero que te deprimas, aún eres demasiado joven para eso. Las cosas suceden y ya, y para evitarlo no se puede hacer más que lo que está a tu alcance.
-Fue mi culpa- murmuró él- Se interpuso entre la maldición y yo. No tendría que haberlo hecho.
-¿No te das cuenta de lo que ella quiso darte? No hay un regalo más bello que la vida. Dio la suya por la tuya, porque te quería. Y hay mucha gente que te quiere, hay muchas cosas para hacer, muchas razones para luchar y vivir. Entiendo que estés muy triste. yo también pasé por algo parecido. Pero las personas a las que amamos no se van jamás del todo: basta con que no las olvidemos.
-¿Tu mamá es filósofa?- le preguntó Hermione a Dil, luego de escuchar una de las muchas conversaciones.
-¡Uf, de todo! A veces, su manera de psicoanalizarte es agotadora. ¿Y Ron?
-Él está mejor- aseguró Hermione.
-Menos mal. Ojalá que Harry esté bien, de todas maneras, mamá realmente se cree su cuento, pero espero que le funcione.
Las clases habían terminado hace dos días, y Harry y sus amigos estaban realmente agradecidos por ello. Todo habría sido demasiado insoportable con la escuela llena de gente.
Ron llegó hasta donde ellas estaban conversando.
-Hola- saludó
-Hola, Ron. ¿Qué onda, como estás?
-Sobreviviré- sonrió con un poco de tristeza- pero la extraño mucho.- agregó refiriéndose a Ginny.
-Ay, Ron, lo siento tanto.- murmuró Hermione, pasándole un brazo por los hombros.
-¡por favor! ¿Quién dice que al final no hay un reencuentro? Hay que confiar en él.- dijo Dil citando a su mamá.
-.porque si no, la vida no tendría sentido- completó la mamá de Dil apareciendo por detrás.- ¿saben muchachos? Aberforth cree que es mejor que estén bajo la custodia de alguien competente, así que.
-¿Iremos de vacaciones a casa del Ministro?- interrumpió Dil sarcásticamente
-No seas pesada, Djilah- se exasperó su mamá- Pasarán el verano en mi casa. si les dan permiso, claro.
-¿No es un problema para usted, Señora Henderson?
-¡Claro que no! Por algo me ofrecí. Y no me digas "Señora" y menos "Henderson". Me haces sentir vieja. Dime Xahian.
-Vaya. ¿Y que razones tiene el ministro para pensar que eres responsable?- preguntó Dil. Xahian pasó por alto el comentario y contestó:
-Estarán más seguros que en sus propias casas. Y creo que de todas maneras, en ellas ya hay demasiados líos como para añadir más.
-Mmm, es Aberforth no es nada tonto. Y yo que creí que, con el asunto de la cabra, el tipo era demente, ¿no?
-Ah, eso pasó hace demasiados años. Fue un accidente, cuando era niño. Es un hombre muy competente. Será un buen Ministro.
Apenas Madame Pomfrey y el Ministro autorizaron a Harry para irse, los cinco subieron al Expreso de Hogwarts. Iban por la mitad del recorrido, Xahian dormía, y ya nadie sabía que hacer para quitarse el aburrimiento de encima (esos viajes solían ser muy aburridos) cuando una cosa gris y borrosa comenzó a picotear la ventana.
Ron la abrió, y la cosa gris resultó ser Hedwig, manchada por el humo del tren. Dejó caer un sobre bastante grueso sobre las rodillas de Harry, le mordisqueó a este cariñosamente la oreja, y se paró en una de las rejillas portaequipaje, sacudiéndose las plumas.
-Léela tú- señaló Harry, entregándole la carta a Hermione.
-¡Es de Sirius!
Querido Harry:
No sabes cuanto nos preocupaste esta última semana. Lamento no haber podido ir, y me remordió mucho al saber el estado en que te encontrabas. Ojalá te hayas recuperado del todo. A Xahian la conozco hace muy poco, pero estoy seguro que cuidará bien de ti
Por acá hay buenas noticias. Si tienes oportunidad de pasar por la casa Dursley empaca todo lo que tengas: a partir de agosto vivirás en mi casa. Ya verás por que te lo digo.
Corre el rumor de que Voldemort ha desaparecido de nuevo. Igual, que se le va a hacer: con los mortífagos cerca, volverá pronto, pero hasta entonces, habremos ganado algo de tiempo.
Ten fe y cuídate.
Sirius
Hermione abrió el recorte de periódico que venía con la carta, y siguió leyendo.
Posible indulto para Black
Luego de liberar al Instituto Durmstrang de la invasión de mortífagos en Bulgaria; se ha logrado capturar a los líderes de dicha operación. Entre ellos, al señor Lucius Malfoy, conocido hombre de negocios en el mundo mágico.
El señor Malfoy, bajo los efectos del suero de la verdad, confesó y delató a varios de sus compañeros mortífagos, entre ellos, al supuestamente muerto Peter Pettigrew.
El señor Pettigrew aún no ha sido encontrado por los aurores del ministerio, pero no se pone en duda el hecho de que esté vivo, ni de su participación en grupos de mortífagos. Tal cosa puede significar un indulto para Sirius Black, supuesto asesino escapado hace dos años de Azkaban, la prisión mágica. Si se demuestra su inocencia, el señor Black quedaría oficialmente libre, y el ministerio le pagaría una cuantiosa indemnización por sus trece años dentro de la horrenda prisión.
Tary Reeteks, el profeta 9 de junio de 1996
Harry no pudo menos que esbozar una sonrisa, la primera desde hace días, pero la reprimió casi enseguida. Y volvió al aire melancólico que lo había caracterizado desde que había despertado en la enfermería.
-¡animo, Harry! ¡Sonreír no es un crimen!- le animó Dil
Harry sonrió más ampliamente, y su invencible estado de buen ánimo, el habitual, volvió a instalarse en él.
-a propósito, parece que Rita supo aguantarse.- comentó Hermione, al tiempo que doblaba el recorte de periódico.- ¡Y tan cara dura! Cualquiera se debe haber dado cuenta del juego de letras del seudónimo.
-Y bueno. me gustaría saber- Harry dudó- me gustaría saber lo que ha pasado estos últimos días.
-¡ah, si! Con tanto ajetreo, se nos olvidó contarte todo. Parece que habían culpado a Fleur de la muerte de Dumbledore, pero ¿te acuerdas que estaba en la enfermería cuando despertaste?- comenzó Ron. Hermione siguió:
-Bueno, al final resultó que Mike Camus era el culpable.
-¿Y como lo supieron? ¿No interrogaron a Fleur con Veritaserum?- inquirió Harry
-Primero parece que la interrogaron con otra poción, con la Affirmatio, esa que vimos en clase hace como un mes.- dijo Ron
-Al final, cuando descubrieron lo del Affirmatio, pescaron a Camus, y lo interrogaron con Veritaserum del original. Y confesó. A esta hora debe estar a la sombra.- finalizó Dil.
-Ya que aclaramos cosas. ¿De donde salió ese lince, Dil?
-Bueno. -se incomodó ella- Soy animaga. Y mi animal es un lince de sombra: es normal de día y de noche se vuelve sombra a voluntad.
-¿Y que hay que hacer para ser animago?- se interesó Ron.
-Mi papá era animago. A veces, el poder es hereditario.
-¡Hereditario!- saltó Harry en su asiento
-Claro, ¿Por qué no pruebas?
Harry se concentró lo mejor que pudo en ser animal, como se lo había escuchado decir a Sirius una vez.
Un ciervo negro, con una mancha en forma de rayo más clara en la frente, caminó con dificultad por el vagón.
