Tan sólo te amaré...

Sólo contigo quiero  vivir.

Sólo por ti puedo existir.

De tu amor algo quiero sentir.

Y si no es así, hazme morir...

- Hermione... Hermione... ¿dónde estás?

- Draco... aquí estoy... ¿no me ves?

- Hermione... no te logro ver... todo está muy obscuro...

- Pero yo estoy aquí, cuidándote – Hermione agarró la mano de Draco con delicadeza. Los ojos de Draco estaban abiertos pero algo le impedía ver claro. De repente la puerta de aquella habitación se abrió bruscamente.

- Ya... he... ¡llegado! – Harry Potter se dirigió cerca de su mejor amiga Hermione Granger y su mejor amigo Draco Malfoy, éste que estaba tendido en una cama del hospital San Mungo – ¿Cómo sigue? – Harry se sentó en una silla al lado de Hermione.

- No muy bien – Draco acarició la mejilla de Hermione suavemente. Algunas lágrimas brotaron de la jóven.

- Ha... Harry... – Draco vio en dirección a Harry, a ver si lograba verlo almenos a él. Nada. Harry se veía borrosamente y muchas sombras negras aparecían de vez en cuando al lado de él. Lo mismo sucedía con Hermione. SU Hermione.

Draco ahora tenía los ojos cerrados. Sus dos amigos lo dejaron dormir y se dirigieron fuera de la habitación, con Hermione llorando como nunca antes lo había hecho en su vida.

Harry y Hermione se sentaron en una de las sillas fuera de la habitación. Lo único que pasaba por sus mentes era todo lo que había pasado entre ellos tres. Toda una vida con el trío.

Harry lograba hasta recordar desde que se habían conocido, cuando Draco le había hablado en la tienda de uniformes. Le había caido mal al principio, pero luego supo que era una buena persona. Lo supo justo en el Expreso de Hogwarts, cuando Draco se había sentado en su mismo vagón. Gregory Goyle y Vicent Crabbe eran una de las personas que Draco más detestaba, pues, claro, todo porque eran de familia mortífaga.

Harry y Draco se habían llevado tan bien que ya se podían considerar amigos desde el primer día. Y también ese mismo día, Hermione Granger, había entrado a su vagón justo cuando Draco hacía un expectacular hechizo de levitación a unas cuantas grageas. La chica se había quedado impresionada con esto y había rápidamente ensamblado una conversación con el chico rubio y el chico de pelo negro.

Harry también recordaba cuando entró en la casa Slytherin. Se había sentido tan bien de poder haber quedado en la misma casa de su nuevo mejor amigo, a pesar de que el Señor Tenebroso había salido de esa casa. No le importaba en absoluto, él sabía que jamás llegaría a ser como tal persona. Draco pensaba igual. El padre de Draco había sido Auror por mucho tiempo y estaba totalmente contrario a esto, y por eso le había impresionado el que su hijo y Harry Potter quedaran en esa casa, la casa Slytherin. Luego también los años siguientes al primero... todos muy duros, pero juntos lograron derrivar al Señor Tenebroso, justo en su último año en Hogwarts. Todo gracias a su increíble amistad... ese trío, era incomparable.

Hermione también recordaba todo lo que había vivido con Draco, SU Draco. En el quinto curso... su primer beso, había sido con él. Desde las vacaciones del cuarto curso había empezado a sentir algo por él, pero no se había atrevido a confesarselo. Y solo en quinto... en una fiesta, le había dicho todo.

Para ella, el haber tocado en Slytherin, había sido un tremendo alboroto. Nunca hubiera pensado que ella era como uno de ellos, tan listos y siempre dispuestos a obtener lo que buscan. Pero ella se había aliviado de no tocar en Ravenclaw y mucho menos en Gryffindor. Ella no era tan lista como sus padres pensaban. Por suerte no había llegado a ser la chica más lista de Hogwarts, pues eso le presionaba mucho. Ella en realidad no quería ser lista en Hogwarts porque ya sería mucho peso, aunque siempre estudiaba todo, pero con menos cargas y nervios. Todo le parecía tan fácil, excepto, claro, Pociones.

En su último año en Hogwarts (en el cual no había aceptado el puesto de Prefecta), su querido novio Draco había arriesgado su vida por ella, cuando Voldemort había tratado de asesinarla. Voldemort había lanzado un hechizo maldito llamado Foleio, una mezcla entre la maldición Cruciatus (que tortura la persona) e Indovinius (que podía sacar cualquier tipo de hechizo maldito, según lo que proponía el mago/bruja). Hermione había estado a punto de recibir esa maldición cuando Draco, por el gran amor que le tenía, la protegió. La protegió de un hechizo increiblemente poderoso y a veces mortal.

Unos meses después de que Voldemort había sido derrotado, Draco finalmente se había recuperado exitósamente. Raramente solo había sido afectado por la maldición Cruciatus, sin  ningun rastro del hechizo maldito Indovinius.

Después de salir de Hogwarts, Draco y Hermione se habían ido a vivir juntos como novios en una mansión lujosa y apartada de todo, mientras que Harry ahora estaba de novio con Marianne McDougall, viviendo los dos junto a Sirius Black, declarado inocente unos meses antes.

Hermione y Draco habían pasado increíbles momentos, en todos esos tres años y medio. Se habían sentido felices de poder vivir en paz después de tantos años de espera por la caída de Voldemort. Habían alcanzado uno de sus deseos... aquel deseo de poder perder la virginidad juntos, que su primera vez fuera entre ellos dos... (N/A: ejem...^^' no piensen mal todos lo presentes...=P)

Pocas semanas después se habían enterado que Hermione había quedado embarazada. Hermione y Draco no habían podido estar más felices, tendrían un hijo, y sería un gran mago. Tres meses pasaron y ya a Hermione se le podía notar, aunque solo un poco, que el niño estaba en su ser. Y luego sucedió... sucedió aquello que todos temían, que todos no querían que ocurriera: el Sucesor de Voldemort había aparecido.

Este había ido directamente a casa de Malfoy y Granger y había atacado sin piedad a Draco. Por suerte Hermione se había podido esconder muy bien y el Mortífago se había ido de la casa, sin ganas de gastar energía destruyéndola. Hermione había llamado al hospital de San Mungo rápidamente al ver a Draco en el suelo, desmayado. Después de llegar ahí había avisado a su mejor amigo Harry de lo ocurrido y éste había ido sin pensarlo dos veces.

Y ahora, después de varias horas, ahí se encontraban los dos, esperando que su amigo se salvara.

- Hermi... – Harry abrazó a su amiga, haciendo que ella apoyara su cabeza en su hombro, tratando de que no llorara más.

- Harry... si no se salva... yo... no podré vivir más... – Hermione sollozaba como nunca.

- Se va a salvar, Herm... no te preocupes... – dijo Harry tratando de que aquella frase pareciera real. Hermione miró aquellos ojos verdes apunto de llanto.

- ¿Có...cómo lo puedes saber...? Está grave... ni siquiera me identifica... – Hermione tapó su cara en la chaqueta de Harry. Este le acarició el pelo tratando de calmarla. De pronto, la medimaga Lia Lourris se acercó al dúo junto al medimago John Duckmayer. Sus rostros no parecían de buenas nuevas.

- Señora... señorita Granger, por favor, acompañenos – el doctor Duckmayer le hizo señas de seguirla. Harry miró la doctora.

- Doctora... ¿puedo ir? Soy el mejor amigo de Draco Malfoy... quisiera saber... – la doctora lo miró con compasión y también le hizo seña de seguirlos. El dúo siguió a los magos por varios pasillos del hospital y finalmente se encontraron en una habitación de radiografías. Hermione detectó rápidamente el cuerpo pálido y cansado de Draco del otro lado de la habitación, dividida por un espejo falso. Corrió hasta el espejo y con lágrimas miró aquella figura de su amado. El doctor le pidió que por favor se sentara en uno de los sillones de la sala. Hermione obedeció y se sentó junto a Harry.

- Las cosas no están fáciles, señorita... – dijo Lourris con cara realmente preocupada, viendo unas radiografías. Estas radiografías hacían ver como trabajaba el cuerpo humano, moviéndose, al igual que las fotografías mágicas – está grave... muy grave... – Hermione lloró aún más. Harry la miró y luego con cara de súplica miró al doctor.

- Pero... ¿no hay... una posible cura...? – Harry sintió una lágrima caer por su mejilla derecha.

- Me temo... – el doctor trató de no decir lo siguiente tan fríamente – que no, jóven Potter... solo podemos prolungarle los días de vida... – Hermione, con esto, se volvió histérica, y agarró las radiografías del doctor, tirándolas por toda la habitación.

- ¡¡¿¿Pero para qué estudió medicina si no sabe curar ataques, ah??!! – Hermione gritaba con un tono de voz imposible de creer en ella – ¡¡¡DÍGAME, ¿¿¿QUÉ DEMONIOS HACE EN ESTE HOSPITAL???!!! ¡¡¡¡¡NO TIENE NI PERRA IDEA DE LO QUE ES MEDICINA!!!!! – dicho esto, Hermione abandonó la sala cerrando la puerta bruscamente. El doctor se quedó impresionado y Harry salió corriendo tras ella.

- ¡¿DÓNDE ESTÁ LA PUERTA AL CUARTO DE RADIOGRAFÍA?! ¡¡DÍGAMELO YA!! – Hermione agarró por el cuello a una enfermera que pasaba por ahí y la enfermera le indicó una puerta a su derecha, aterrorizada. Se dirigió hacia la puerta y la abrió, o más bien, la tumbó con una patada, corriendo donde su novio, que estaba junto al espejo falso. Pronto entró Harry.

- Herm... ya... cálmate... – Harry se acercaba a Hermione cuidadosamente, ésta que abrazaba a Draco suavemente, sin soltarlo.

- ¡NO QUIERO! ¡¡NO ME VOY A CALMAR!! ¡¡¡QUIERO ESTAR CON ÉL!!! – Hermione miró con tal ira a Harry que este pensó dos veces el intento de sacarla de ahí. Luego Hermione soltó a Draco, que aún yacía dormido, a pesar de los gritos. Después la jóven se tiró al suelo. Harry fue donde ella, preocupado. La sentó a los pies de la camilla de Draco y se arrodilló junto a ella.

- Hermione... ya... no te pongas así... – Harry estaba llorando también, pero silenciosamente. Hermione derramaba muchas lágrimas que parecían no acabar.

- Pero... es que no lo entiendo... – Hermione undió su rostro en las rodillas, sollozando – ¿por qué... a nosotros? ¿Qué hicimos...? ¿Qué hizo Draco...? – luego miró a Harry y estiró sus piernas – ¿Qué hizo él...? – señaló su vientre. Harry no hizo otra cosa más que abrazarla.

- Lo siento... – le susurró al oído, los dos eran espectáculo de varios enfermeros – pero no creo que alguien pueda responder esas preguntas...

Cinco días después Draco falleció. Los doctores habían detectado unas horas antes de la muerte que la enfermedad había empeorado gracias a aquella maldición de Voldemort, el hechizo maldito Indovinius, que había surgido gracias al Sucesor del Señor Tenebroso. Esto había hecho que Hermione ya no pudiera sacar lágrimas, después de tanto llanto.

Draco fue enterrado en un terreno valdío cerca de la mansión. El día del entierro, Harry se quedó a dormir junto a Hermione, en una de las tantas habitaciones.

Era de noche y ya estaban cenando lo poco que lograban digerir. La muerte de su mejor amigo había sido un golpe muy bajo para los dos, sobretodo para Hermione. Cuando "terminaron" lo poco que comieron, Hermione se dirigió al lavandero. Harry se quedó en la mesa pensando en lo maleducado que se vería no ofrecerse a lavar los platos. Pero estaba muy decaído, no lograba hacer nada. Ya varias pérdidas había obtenido en tan sólo un año: La muerte de Dumbledore... la desaparición de Marianne... y ahora la muerte de su gran mejor amigo. La vida es cruel pensaba quisiera no haber nacido... yo... nunca he sido feliz... en especial porque--- sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de un plato roto. Hermione había hecho caer uno.

- Lo siento... – Hermione se inclinó para agarrar los pedazos del plato pero torpemente se cortó. Harry fue donde ella y agarró los pedazos, para luego concentrarse en su cortada. Después chupó la sangre y el dedo dejó de sangrar.

- Ahora no sangrará más... ¿bien? – Harry notó que Hermione luchaba por no liberar unas lágrimas llenas de sufrimiento y dolor. La chica se paró del suelo e iba a continuar lavando los platos pero Harry la detuvo.

- Harry, debo lavar, no puedo dejar esto sucio – enjabonó la esponja y empezó de nuevo su labor.

- No, Hermi – Harry le quitó la esponja – yo los lavaré y quiero que tú vayas arriba y descanses un poco – Hermione se enjuagó y secó las manos. Harry no podía evitar mirar esos movimientos tan delicados y silenciosos de su mejor amiga.

- Harry yo... te agradezco que me acompañes en estos momentos. En serio, te necesito más que nunca... – Hermione lo abrazó con una inmensa gratitud y ternura que Harry no quería despegarse de ella, pero la jóven lo soltó y subió a paso lento las escaleras que dirigían a su habitación.

- Yo también, Hermione... – Harry dijo estas palabras para sí solo, pensando que tan peor se podía sentir Hermione.

Después de lavar los platos, Harry decidió limpiar el resto de la cocina y la sala (N/A: epa Lavander! Fuiste de gran influencia para Harry, jajaja!!! [lissy,entiende pliz!]), ya que se había vuelto muy sucia los días que Hermione no había estado.

Mientras Harry pasaba el paño entre los muebles, un llanto triste se oyó provenir de arriba, en las habitaciones. Harry siguió el llanto y entró en una habitación enorme, muy decorada, con una chimenea en el medio. Y al fondo de la habitación, se encontraba una cama bien grande en la cual podían caber cuatro personas, y con espacio suficiente. En ella, Harry notó la silueta de una chica sentada, vestida de bata negra (N/A: no túnica, bata! Parecidas a las que uno utiliza pal baño =P) ... Hermione.

- Herm... ¿sigues llorando...? – Harry caminó hasta la enorme cama, con Hermione llorando.

- Harry... aquí... aquí el hijo de Draco y mio fue concebido... y ahora... ahora el pequeño no tendrá padre... – Hermione se acostó en la cama, poniéndose de lado, las lágrimas saliendo sin ningún reproche. Harry llegó donde ella y se sentó al borde de la cama. No tenía ni idea de que decir al respecto.

- Dime... ¿qué hará el pequeño... sin padre? – Hermione sobaba su estómago y vientre.

- Vivirá feliz con su hermosa madre – Hermione volvió su rostro para ver a Harry y descubrir que este le estaba fijando, muy serio. Hermione se volteó y se sentó, no al borde, sino aún en la cama.

- Harry... no creo que pueda educarlo sola... no tengo el valor – sollozó Hermione undiendo su rostro. Harry se sentó un poco más allá, más cerca de Hermione, ya que estaba a los pies de la cama.

- Vamos, ¿estás bromeando? ¿Que tú no podrás con un niño? ¡Eso sí que es un chiste! – Harry le sonrió a Hermione y ésta luego subió su cabeza, para contemplar por primera vez a un jóven de veinte años realmente espléndido. Se hizo un poco más para allá, hacia la izquierda para que Harry pudiera sentarse a su lado en la cama.

- Ven, siéntate – Harry obedeció, se quitó los zapatos, y se sentó junto a Hermione. Este gesto le pareció muy lindo e infantil a Hermione – me acabas de aparecer el pequeño de once años que conocí en el Expreso de Hogwarts, una vez – Hermione sonrió por primera vez en varios días y esto le alegró mucho a Harry.

- Sí, junto a Draco – Harry se arrepintió de decir esto al ver que a Hermione se le iba apagando aquella débil sonrisa. Después, Hermione se volvió de espaldas hacia Harry.

- Harry... ¿me harías un favor? – Harry miró extrañada a la chica asintiendo cuando ésta bajaba un poco su bata de los hombros, estos cubiertos tan sólo por la melena de la jóven – ¿me harías un masaje, por favor? – Harry se puso nervioso; él no sabía nada de masaje y esta sería la primera vez que daría uno.

- Está bien... pero no soy bueno en la materia, ¿de acuerdo? – dijo y buscó una cola para amarrar la melena de la amiga en la mesita de al lado – De acuerdo – susurró Hermione. Harry le pasó la cola y esta se amarró la rizada melena, dejando al desnudo su cuello, espalda y hombros. Harry se estremeció.

Empezó a masajear suavemente la espalda de la jóven. Por alguna extraña razón la veía de otra manera... pero, ¿por qué? Él había visto más de una vez la espalda de Hermione, cuando estaba en traje de baño, o cuando se vestía con top, siempre la había visto. Pero ahora... ahora le parecía diferente el cuerpo de Hermione, le parecía más provocativo y sensual...

Hermione bajó otro poco su bata para que Harry le masajeara también ahí. El corazón de Harry latía a mil por hora y suavemente bajó otro poco y le masajeó, descubriendo que Hermione solo tenía la bata y más nada que le cubriera el pecho...

La jóven ya se sentía mejor. Harry masajeaba muy bien y ya se estaba relajando bastante. Hubiera querido que le masajeara toda la espalda pero... no tenía tanta confianza en Harry, apesar de conocerlo ya por diez años.

- ¿...Te sientes mejor...? – susurró Harry muy bajito, casi inaudible. Pensaba que Hermione se había quedado dormida.

- Sí... muchas gracias, Harry... – Hermione agarró la mano de Harry que estaba en su hombro, en forma de agradecimiento. Luego la jóven bajó su cabeza para que Harry le pudiera masajear el cuello. Harry entendió esto y empezó a masajear.

Harry se sentía atraído al cuello de Hermione. Tenía ganas de besarlo... besar ese cuello y bajar lentamente a los hombros para luego subir y encontrarse con la oreja de Hermione y luego besarle la mejilla. Pero... ¿qué tonterías pensaba...? Hermione Granger era su amiga, su mejor amiga, la única.

Aunque... ¿eso qué más daba...? Tal vez sí estaba enamorado de ella, y no quería admitirlo por respeto al difunto amigo. Pero el problema era que él no podía engañarse a sí mismo, ya desde varios meses sentía algo por ella, algo especial, un gran afecto.

Todo había comenzado después de la desaparición de Marianne, cuando sus amigos le habían ayudado a recuperarse de su depreción. Harry había tomado mucho alcohol en esos tiempos y sólo gracias a ellos logró dejarlo, sobretodo gracias a Hermione. Ella le había brindado mucho apoyo... lo había curado durante el día cuando Draco trabajaba y hasta en la noche, descansando poco. Realmente le estaba agradecido. Y esas mañanas... su cariño hacia Hermione cambiaba cada vez más cuando se despertaba con menos dolor de cabeza, con ella al lado. Despertar con tal belleza de mujer y aquella sonrisa le había parecido una bendición, algo de agradecer a Dios. Y desde ese entonces no lograba despegar a Hermione de su mente, él solo pensaba cosas sobre ella y él, cosas que jamás pasarían... (N/A: ejem n°2...^^')

Harry ya no aguantó la tentación. Dejó de masajear a Hermione y apoyó sus manos en la cama (por suerte ya estaba en fila sentado detrás de ella), para luego inclinarse hacia Hermione. Ésta no sintió más los masajes y volvió un cuarto de su rostro para ver que Harry estaba apunto de besarle el cuello, con los ojos cerrados. Hermione quedó en shock pero no evitó nada. Cerró sus ojos a la vez y Harry le besó tiernamente, para luego rodear como lo había pensado hasta su hombro y después llegar hasta su mejilla.

Harry abrazó fuertemente a Hermione. Esta solo deslizó unas lágrimas, negras por el rímel, silecionsamente. Se subió la bata y se desplomó al otro lado de la cama, alejándose de Harry, con la cabeza apoyada en la punta de la almohada. Harry se sintió de un pésimo increíble, y tan sólo se levantó de la cama para dirigirse a su habitación.

- Harry... – Hermione susurró cuando Harry estaba en la mitad de la habitación. Éste se frenó – no me dejes sola, por favor... – los ojos de Hermione estaban inchados de tanto llorar.

- Lo siento, Hermione... no debí hacer eso, disculpa – acto seguido a lo dicho notó que Hermione estaba yendo hacia él, caminando lentamente y tambaleándose.

- Harry... ¿pero qué dices...? – Hermione estaba apunto de caer cuando Harry la agarró por reflejo. La chica cayó en sus brazos y el jóven la llevó de nuevo a la cama, cargándola. La posó suavemente en la cama y esta le miró con ternura y torpeza.

- Creo que deberías comer más, Hermione... estás muy débil y él necesita fuerza – Harry posó una mano en el abdomen de la jóven. Ésta volvió a un lado su cabeza por la vergüenza, aún llorando.

- Doy lástima, ¿no es así? Soy una perra, ya no aguanto más... – Hermione sollozaba volviéndo todo su cuerpo del otro lado, dejando ver solo la parte de atrás a Harry – ya no puedo, voy a suicidarme, esto es mucho...

- Hermi, lo que dices está mal. Si te suicidas, también matarás al niño que llevas dentro... – Harry hablaba con mucha seriedad y razonamiento – el único recuerdo de Draco – Hermione se volvió de nuevo hacia Harry, sentándose.

- ¿Ves? ¿Ves lo perra que soy? ¡Me quiero suicidar con un niño en mi ser! – Hermione abrazó a Harry, ahogando su rostro en su hombro – ¡Ya no aguanto más, Harry! ¡¡No puedo estar sin él, no puedo!! ¡Todo está tan vacío sin él! – Harry acarició la melena de su amiga, que lloraba sin cesar. Luego Hermione le miró a los ojos – Harry... ¿no crees que uno nace para sufrir? ¡¿no piensas que en esta vida a nadie le importo?!

- A mí me importas, Hermione – Harry le miró con una seriedad inmensa – más que nada en el mundo... – luego se soltó de ella – yo te amo – sus labios estaban a tan sólo unos centímetros, pronto se besarían, nada podría evitar ese momento a menos que...

- Harry... ¿pero qué estás diciendo...? – Hermione alejó su rostro – No me veas como un remplazo de Marianne... mira que no lo soy... – Hermione escondió sus ojos entre su mano izquierda. Harry tan sólo le dio un beso en la mejilla tierna y lentamente, y se fue de la habitación, dejando a Hermione sola con su tristeza y su llanto.

Cada vez que estés a mi lado

Cada vez que te sientas amado

Yo contigo estaré

Y mi amor te entregaré...

Bueno!! Q debo decir... espero q les haya gustado!!!! Segunda vez q lo publico, xq la primera me salio mal el formato. Espero recibir mas reviews q la ultima vez (15), a ver si valio la pena republicarlo ^^'. De todos modos este capitulo esta dedicado a mis amigas de Venezuela, Nanus (Inés) y Patatyn (Patrizia) =).