BLANCO Y NEGRO
Capítulo 3: Dulce Navidad (o también 'el capítulo de la escena de los quizás')
-Esto no tiene mucho sentido- se quejó Ginny, mordiendo su pluma.
-A ver...- Hermione hechó un vistazo experto al pergamino cubierto de runas-. Pues no. No sé qué dice de calabazas azules.
-Quizás el autor estaba borracho- sugirió Ron desde su partida de ajedrez contra Seamus.
-Me duele la cabeeeza- gimió Ginny, manchándose la mejilla con la tinta.
-Quizás deberías dejarlo por hoy- sugirió Hermione, otra vez concentrada en sus operaciones de aritmancia.
-No me creo que haya dicho eso- rió Seamus-. Aprovecha, Ginny, y fúgate antes de que Mione cambie de opinión.
Ginny suspiró.
-Y eso que todavía queda mañana para empezar fin de semana.
-¿Fin de semana? ¡Empiezan las vacaciones!- exclamó Ron por encima de los chillidos de un peón de Seamus que estaba histérico perdido porque un alfil lo perseguía por el tablero.
-Y el baile es en dos semanas- dijo Ginny, un poco más alto de lo habitual. No sólo porque Hermione se estaba volviendo loca sino porque Harry estaba por allí cerca. Pero Ron disimuló y Harry siguió a lo suyo. Qué frustración.
Hermione levantó la cabeza de los pergaminos y susurró:
-¿Tienes vestido?
-El de cuarto año, todavía. Y a este paso, la misma pareja también- contestó Ginny por lo bajo.
-¿Acaso tengo algo malo?- preguntó Nille, a su lado.
-Me voy a dar una vuelta, a ver si la jaqueca se me pasa- se despidió Ginny.
-Si no, tendrás que ir a Madame Pomfrey- aconsejó Hermione.
-¡Coge la capa! Hace frío- dijo Ron, matando finalmente al peón aterrorizado.
-¿Pero tengo algo malo o no?- interrogó Neville a Hermione.
Y, como guinda final, Harry le sonrió al salir. Le sonrió A ELLA. El dolor de cabeza de deshizo como azúcar en el café con leche. Pero igualmente Ginny salió por el agujero el retrato y trotó escaleras abajo hasta la salida del castillo.
Ron tenía razón. Hacía frío. El miércoles por la mañana habían despertado envueltos por un paisaje blanco merengue. Desde entonces, había nevado un par de veces más, y a pesar de que el sol había brillado altivo esa mañana, los bordes del camino, las ramas desnudas de los árboles y los alféizares de las ventanas estaban cubiertos por nieve y escarcha. Le gustaba el invierno.
Bajó por el camino zigzagueante mientras se cubría la cabeza con la capucha e intentaba decidir hacia dónde continuar andando. Estaba intranquila. A parte de que parecía estar a punto de coger un resfriado (como medio colegio, de hecho), esa noche había soñado en una balanza desequilibrada. No solía recordar sus sueños, pero cuando los recordaba, solían significar algo, porque por algo era la séptima hija de un séptimo hijo. Fue por un sueño por lo que empezó a sospechar del diario de Tom en primer año, pero normalmente solían ser cosas como dónde estaba el calcetín que Honey había perdido o qué habría el jueves para cenar. Una balanza desequilibrada. Y no era la primera vez que soñaba eso, aunque quizás sí la primera que lo recordaba. Era SU balanza, y no estaba bien. Faltaba algo. O sobraba algo. Siempre había pensado que sólo le faltaba Harry. Pero quizás no fuera eso, o quizás no sólo eso, o...
-¡Yúuuu-juuuu, NINIA!
Sólo una persona le llamaba Ninia (de Virginia) porque Ginny era demasiado 'vulgar'. Ese alguien era, sin duda alguna, Moss. Volvía del campo de Quidditch a través del césped nevado, flanqueada por Malfoy y Foca-fofa. Oh-oh. Sé quedó quieta, esperándolos, mientras ellos se acercaban; Moss, sonriente, (¿cómo se las arreglaba para que el uniforme y la capa le quedaran tan ceñidos?); Malfoy, distante e impasible, con el flequillo tapándole los ojos; y Pansy-cara-de-bulldog con... cara de bulldog.
-¿No te había visto desde el lunes, no?- saludó Moss, sin enterarse (o sin darse por enterada) de la tensión Ginny/Pansy Ginny/Malfoy.
-Sí. ¿Cómo va?- El saludo fue dirigido específicamente a Moss. Pansy se giró y continuó andando hacia el castillo con la nariz en alto, muy ofendida. Draco se quedó quieto, quizás esperando a Moss. No se habían visto desde el martes, cuando Ginny le dijo que no volviera a entrar a la sala común de Gryffindor. Esa mañana, antes de desayunar, había encontrado la pulsera con el escudo Malfoy encima de una de las butacas. Quizás tendría que haberlo delatado a McGonagall o algún profesor, o haber dejado la pulsera para que otro la encontrara e hiciera lo que le pareciera correcto. Pero Malfoy había ayudado a Nille. Así que decidió dársela y decirle que los dejara en paz. Y ¡sorpresa!, Malfoy lo había hecho. De lo que se deduce que los chicos son raros. Especialmente Malfoy.
-¿Potter te lo pidió ya?- preguntó Moss, encantada, sin tomar muy en serio la frialdad que envolvía a Malfoy.
-No-. A Ginny le sabía mal por Moss, pero no le apetecía cotillear sobre Harry con Malfoy delante.
-No te preocupes. Seguro que lo hará-. Moss sonrió y le dijo a Malfoy-: ¿Vamos al castillo? Hace frío.
-Ahora voy. Espérame dentro.
Moss frunció el ceño y se fue con una última sonrisa para Ninia. Ginny pensó que debería seguirla. Pero algo la detuvo, quizás porque se estaba bien fuera, quizás porque Malfoy la miraba y a ella le temblaban las rodillas. Era una razón estúpida. Pero se quedó.
Malfoy no dijo nada. Ella tampoco. El silencio no era incómodo, pero Ginny se estrujaba el cerebro pensando qué decir. Quizás sí el silencio era incómodo. O lo era que él estuviese tan cerca. O las dos cosas. O ninguna de ellas.
La nieve empezó a caer en pequeños copos ligeros que bailaban antes de posarse sobre sus cabezas y hombros. Finalmente, él habló:
-Ven conmigo al baile.
Ella lo miró. Pequeños cristales de nieve se habían quedado atrapados sobre su pelo, derritíendose y goteando por el flequillo. Y los ojos de hielo no parecían tan fríos. O quizás no tan fríos como la nieve. O quizás era ella. Aunque le habría gustado verlos delatando alguna emoción alguna vez en la vida.
-¿No tienes frío?- preguntó, evitando dar una respuesta.
Él se la quedó mirando. Por un momento ella pensó que iba a preguntar '¿Eso es un sí o un no?', pero él sólo dijo:
-No.
Ginny no contestó. Iba a ir con Harry al baile, o quizás con Neville, si no había suerte. Pero no con él. Y los dos lo sabían.
Cuando ella ya empezaba a plantearse volver a la seguridad de la Sala Común (las estrellas empezaban a emerger al cielo violeta), él volvió a hablar.
-¿Por qué Potter?
Así que era eso. No sólo no iba con él, además esperaba que Harry Potter se lo pidiera. Como todos, prefería a Harry antes que a Malfoy. Y eso, pensó ella, era lo que más lo hería. Y puede que fuera cierto. O en parte.
Lo miró. Él todavía no la había mirado en todo el rato que habían estado fuera. Ahora observaba, por encima de ella, el límite lejano del bosque.
-No demostraste nada- contestó, por contestar algo, porque la pregunta flotando en el aire la molestaba.
Él le clavó los ojos. En la semioscuridad, daba miedo. Eran fríos y duros, y a ella se le erizó la piel de los brazos.
-Mereces más que él.
Los ojos. La ponían de los nervios. Ojos de animal herido. Cerró los ojos para no verlos, y la voz le salió alta y clara.
-Yo escojo lo que merezco. Y no te he escogido a ti. Pero es tu culpa.
Aun sin ver los ojos (ahora los evitaba observando atentamente la nieve alrededor de sus pies), notaba el pulso acelerado en las sienes. El tono de voz de Malfoy, esta vez, fue amenazador y desafiante. Pero a la vez, indefenso:
-Nunca lo tendrás, y lo sabes.
Las mejillas de Ginny se colorearon de furia. Ella ya sabía que Harry nunca, nunca pensaría en ella de otra forma distinta a 'la hermanita de Ron'. Ya lo sabía. Pero Malfoy lo decía en voz alta, se lo recriminaba por rabia. Levantó la vista y lo miró. Él sostuvo la mirada. Los dos sabían jugar a eso.
-No juzgues, Malfoy- siseó-. No me conoces. Y a él tampoco. Sólo te dedicas a observarlo y envidiarlo. Y, ¿sabes? tienes razón. Quizás el nunca me quiera. Pero lo que es seguro es que tú nunca serás como él. Nunca.
Se giró para irse. Las manos le temblaban de cólera, y eso todavía la ponía más nerviosa. Él volvió a hablar a sus espaldas, un murmullo que resonó claramente en el silencio hivernal que lo envolvía todo.
-Como mínimo yo te avisé de porqué quería que fueras conmigo. Él se limtará a dejarte pensar que tienes alguna oportunidad.
Ginny se paró. Las uñas se le clavaban en las palmas, el corazón se desbocaba en la garganta y tenía un sentimiento amargo en el estómago. De buena gana se habría girado y le habría pegado. Se tuvo que recordar que era pacifista. Y que seguramente él le devolvería el golpe.
Andó hasta el castillo con pasos largos, alejándose velozmente de Malfoy, que la miraba, otra vez impasible, jugueteando con la pulsera entre sus dedos entumecidos.
Llegó a la entrada y se sacudió la nieve de la capa y el pelo con las manos.
-¿Necesitas ayuda?
Era Harry.
Aaaaj.
-No, no. Ya está- ella sonrió.
-Ron estaba preocupado, me envió a buscarte.
-Oh. Gracias-. Sin saber porqué, las palabras se le atragantaban en la garganta. Aunque, reconozcámoslo. Sí sabía porqué.
-Dicen que vas con Malfoy-. Lo afirmó, pero igual podía ser una pregunta.
Ginny lo observó mientras se quitaba la capa y se frotaba las manos contra la bufanda tratando de entrar en calor. Estaba en el primer escalón de la gran escalera principal, el pelo despeinado, la nariz rosada de frío, la mano (fuerte pero no muy grande, con las uñas muy cortas) descansando en la barandilla.
-¿Vas a la sala común?- preguntó ella, pasando por su lado. Él no se movió, y ella se detuvo en el tercer escalón.
-¿Vas con él, entonces?- preguntó él, con una ceja levantada.
-¿Adónde?
-Al baile- dijo él, bajito.
-Claro que no.
-¿Con quién, entonces?
Ella estiró una mano, él empezó a subir.
-Con nadie.
-Yo tampoco- admitió él, luego hizo una pausa. Trap, trap, trap, escalones y más escalones-. Cho dijo que quería ser mi amiga... y ya está.
-Lo siento- murmuró ella.
Subieron en silencio. Al llegar al primer pasadizo, él la detuvo.
-Gin... Lo siento.
Ella tragó saliva. No sabía qué venía después, qué se suponía que la pequeña niña pelirroja debía decir a su ídolo caído.
-Yo... No importa- sonrió forzadamente-. Aunque... eso no quiere decir que no la odie. Por no... hacerte feliz.
Él sonrió tristemente.
-Hermione se lo acaba de pedir a Ron- cambió de tema y siguió andando.
Ella sonrió.
-De hecho- continuó Harry-, lo ha dado por sentado. Algo así como '¿Tú y yo vamos juntos, no?'. Finalmente se han decidido. Ron empezaba a pasarlo mal. Y ella se estaba volviendo loca.
Ella rió. Una risa triste. Pero una risa.
-Ya los conozco.
Él se detuvo. Ya era la tercera vez en el camino a la sala común.
-¿Querrías... ir conmigo... al baile... como amigos?
Ginny bajó la vista. "Encaja esto, Malfoy", pensó. Harry la había avisado de que le gustaba Cho. Pero tenía una oportunidad. Sonrió.
-Claro.
*-*-*-*-*
Neville se dejó caer al lado de Ginny, abatido.
-¿Qué pasa?
-Adivina.
Uh-oh. Mala pinta.
-¿Snape se ha suicidado?
Nille la miró.
-No. Aunque no estaría mal.
-¿Es malo?
-Psí.
-Dímelo-. Ginny pellizcó la mejilla de Neville y le rodeó la tripa con los brazos, apoyando su cabeza en el pecho de Nillie.
-Hannah irá al baile con un chico de séptimo. Un Ravenclaw.
-Vaya-. Ginny le pasó la mano por el pelo castaño y rizado-. No te preocupes.
Neville no contestó.
A Ginny le hubiera gustado patear a Hannah.
*-*-*-*-*
-¡Feliz día de Navidad!- corearon Honey y Candy, sacudiéndola.
-Benz días- murmuró Ginny. Se puso un jersey y los primeros tejanos que encontró. Eran las seis de la mañana. Malditas nenitas con nombres empalagosos. Y encima tenía los pies fríos.
-¡Feliz Navidad!- Esta vez era Hermione-. ¿Qué regalos tienes?
Mientras Candy y Honey bajaban a desayunar dejando todos los envoltorios por el suelo, Ginny se sentó a los pies de la cama y abrió el primero.
-Un jersey rosa de mamá con almendras garrapiñadas y marron glacé. ¿Quieres un poco?
Hermione se comió una almendra.
-¿De qué va el libro que me has regalado?- preguntó.
-De un cazador de dragones blancos- contestó Ginny, metiéndose un par de garrapiñadas en la boca. Ñam ñam ñam.
-Pero los dragones blancos no existen, ¿no?
Ginny parpadeó.
-Es un libro de ficción, Hermione. Me lo recomendó Charlie, me gustó mucho y te lo compré. No es nada que haya que estudiar- agregó.
Hermione le atizó con la almohada.
-Yo también te he regalado un libro- dijo, señalando otro paquete. Ginny lo abrió. Los cuentos de Hans Christian Andersen.
-¿Son cuentos muggles?
-Ajá. ¿Y este paquete?
Era una bolsa llena de bromas de Fred y George. También había el último disco de la cantante bruja favorita de Ginny, Wendy Hollowlight, de parte de Bill, pendientes de piedrecitas de Charlie, una camiseta demasiado escotada de Moss, un surtido de Honeydukes de parte de Ron y Harry, y una libreta entera de bocetos de Nille, junto con un póster de un unicornio que colgó de la pared mientras Hermione hojeaba el resto de dibujos. Ginny puso el disco en la radio mágica de Honey, y Hermione enumeró sus regalos: una falda larga de su madre, media docena de libros de su padre, una agenda, una mochila nueva de Ron y un tanga de parte de Harry (no veas el cachondeo que se llevaban Harry y Hermione con la ropa interior desde que el año pasado la compañía de regalos por lechuza se equivocó y le envió un tanga de cuero a Harry de parte de Hermione, quien de hecho había escogido un libro de tácticas de Quidditch).
-¿Y ese paquete?- preguntó al terminar, señalando una caja redonda, bastante grande, de cartón rosado, medio escondida bajo la cama de Ginny.
Ginny levantó la tapa y sacó el regalo.
Era un vestido de gala.
Ginny lo cogió de los tirantes finos y lo levantó.
Hermione se tapó la boca con la mano.
Era de seda color café hasta la cadera, donde empezaba a difuminarse por la falda lisa hasta acabar color vino tinto a ras de suelo. Las tela suave, con la luz, mandaba reflejos morados. Era hermoso.
-Esto debe ser carísimo- susurró Hermione. Saltó de la cama con entusiasmo-. ¿Es de tu talla? ¿Quién te lo ha mandado?
Se inclinaron hacia la caja.
-No hay nada- murmuró Ginny-. Ninguna targeta, ni nota, ni nada.
Se quedaron observando el vestido un rato.
-Qué envidia- susurró Hermione, lanzando la almohada de Eloïse a la cara de Ginny-. Un admirador secreto.
Ginny rió.
-Creo que has leído demasiadas historias de amor, querida.
-¿Y entonces, quién ha sido? ¿Papá Noel?
-Estás celosa porque Ron sólo te ha regalado una mochila roñosa.
Hermione le tiró, esta vez, la almohada perfumada de Honey.
-No te pases.
-Pero es verdad.
-Ron... está raro últimamente. Como distraído. Debe haber algo que le preocupa.
-¿Algo como Quien-no-debe-ser-nombrado?
-No. Yo lo sabría.
Era cierto. Estaba tan distraído que ni se había enterado de los rumores que corrían sobre ella y Draco. Y eso que eran rumores realmente picantes. Como último recurso para ahuyentar los 'pensamientos negativos' de Mione, Ginny dejó caer el vestido en la caja, la cerró, la empujó bajo la cama y le tiró su cojín a Hermione.
-¡Ay! ¡Ésta me la pagarás con nieve!- gritó Hermione entre risas persiguiéndola escaleras abajo.
Al cabo de diez minutos, un elfo doméstico pareció aparecer de la nada y empezó a meter todos los papeles de envolver regalos en una bolsa que llevaba a la espalda. Debajo del tocador encontró una pequeña tarjeta que había caído del vestido sin que Ginny o Hermione lo advirtieran. Sobre la silueta de un dragón erguido, en tinta verde, una frase: Dulce Navidad. Con entusiasmo, el pequeño elfo lo metió en la basura.
*-*-*-*-*
-¡Feliz Navidad! Tengo cierta información para ti.
Él no necesitó levantar los ojos del té para saber quién era y de qué hablaba. Esperó a que ella continuara, pero no lo hizo. Así que tuvo que preguntar:
-¿Y bien?
Ella rodeó el sofá para sentarse frente a él.
-Hannah Abbot irá al baile con Johann Pratchett.
Draco no respondió. Neville merecía ir con la chica que le gustaba, aunque fuera tan estúpida como esa Hufflepuff. Por una parte, porque había dejado caer (sin ser casualidad del todo) que Ginny no tenía vestido de gala. Por otra, porque, qué rayos, no era mal chico. Y, si tenía un regalo de Navidad para Ginny, ¿porqué no uno para Neville?
-No- repuso-. Johan Pratchett irá contigo.
Ella frunció el ceño.
-Pensaba que yo iría contigo.
Él le dedicó una mirada sarcástica.
-Te gusta- susurró ella, la vista baja.
Él sonrió desdeñosamente.
-¿Quién? ¿Longbottom?
Ella se levantó, más altiva y pálida que nunca.
-No. Ginny.
Buena respuesta, pensó él, pero no dijo nada. Sólo la observó bajar a su habitación y devolvió la vista al té.
*-*-*-*-*
A/N: Os adoro, adoro, adoro. ¡Gracias por todas las reviews!
- Hermione es una genia: ¿Malfoy y Potter peleando? Me lo pensaré... *sonríe malévolamente* Aunque más probablemente sean Ron y Draco...
- Cali-chan: Sobre Moss: Bueno, Moss... es tema aparte. Yo, que por algo soy su creadora y lo sé todo sobre ella, sé que no es TAN mala... ya verás! ^-^ SobreDraco siendo gay sin enterarse: Está basado en una frase de mi beta Nhoa sobre un tío de la clase y una amiga que vio la foto de Draco en la peli y decidió, así porque sí, que es maricón (SACRÍLEGA!!!). Ron y Hermione: Todavía no he decidido las parejas finales, pero seguramente, Ron y Hermione no acaben juntos. Es demasiado fácil! ^^;;; Las tramas: ¡Ya apareció! Aunqu en los próximos 2 capítulos se va a ver más claramente. Draco: Sí se parece al de Cassie Claire, pero al mío no le gusta Hermi ni es amigo de Harry. Ni está dispuesto a serlo nunca!
- Umi Natsuko: Graaaaaaacias!!!
- Jade: Es cierto, Draco es malo, guapo y Slytheriano. Te lo regalaría, PERO ES MÍO!!!! *Nimph le saca la lengua y sale corriendo con Draco a cuestas* ^_~
- Anuka: 'Buscándote en la oscuridad' viene pronto. No desesperes. No lo he dejado de lado!
- Xellas: Gracias! Ya voy, ya voy!
- Hermione12: Ginny es de los mejores personajes que he hecho, cierto. Y le gusta Draco porque... está muy bueno. Por ahora, nada más. Y hay cierto no-sé-qué entre ellos. Pero dales un par de capítulos...
- Angelina: Aaaay... pero qué pesadas con 'Buscándote'! Estoy en ello! No se ha acabado! Y ya os dije que acaba mal! ¿Porqué me hacéis sufrir escribiéndolo? ^_~ Gracias por el review y los ánimos.
*las abraza a todas* La verdad es que me alegrais la vida. ¿Qué haría sin vosotras?
Debo pedir perdon porque tardé mucho con esto. Es que perdí tanto este capítulo como el siguiente y tuve que reescribir todo de nuevo. Pero vale la pena porque antes estaba muy forzado. ¡Ahora no tanto! Pero va a tardar un poco. ^^ No os estreséis. Y además en breve traigo el 7 de 'Buscándote'.
Gracias por todo y besitos,
Nimphie!
Capítulo 3: Dulce Navidad (o también 'el capítulo de la escena de los quizás')
-Esto no tiene mucho sentido- se quejó Ginny, mordiendo su pluma.
-A ver...- Hermione hechó un vistazo experto al pergamino cubierto de runas-. Pues no. No sé qué dice de calabazas azules.
-Quizás el autor estaba borracho- sugirió Ron desde su partida de ajedrez contra Seamus.
-Me duele la cabeeeza- gimió Ginny, manchándose la mejilla con la tinta.
-Quizás deberías dejarlo por hoy- sugirió Hermione, otra vez concentrada en sus operaciones de aritmancia.
-No me creo que haya dicho eso- rió Seamus-. Aprovecha, Ginny, y fúgate antes de que Mione cambie de opinión.
Ginny suspiró.
-Y eso que todavía queda mañana para empezar fin de semana.
-¿Fin de semana? ¡Empiezan las vacaciones!- exclamó Ron por encima de los chillidos de un peón de Seamus que estaba histérico perdido porque un alfil lo perseguía por el tablero.
-Y el baile es en dos semanas- dijo Ginny, un poco más alto de lo habitual. No sólo porque Hermione se estaba volviendo loca sino porque Harry estaba por allí cerca. Pero Ron disimuló y Harry siguió a lo suyo. Qué frustración.
Hermione levantó la cabeza de los pergaminos y susurró:
-¿Tienes vestido?
-El de cuarto año, todavía. Y a este paso, la misma pareja también- contestó Ginny por lo bajo.
-¿Acaso tengo algo malo?- preguntó Nille, a su lado.
-Me voy a dar una vuelta, a ver si la jaqueca se me pasa- se despidió Ginny.
-Si no, tendrás que ir a Madame Pomfrey- aconsejó Hermione.
-¡Coge la capa! Hace frío- dijo Ron, matando finalmente al peón aterrorizado.
-¿Pero tengo algo malo o no?- interrogó Neville a Hermione.
Y, como guinda final, Harry le sonrió al salir. Le sonrió A ELLA. El dolor de cabeza de deshizo como azúcar en el café con leche. Pero igualmente Ginny salió por el agujero el retrato y trotó escaleras abajo hasta la salida del castillo.
Ron tenía razón. Hacía frío. El miércoles por la mañana habían despertado envueltos por un paisaje blanco merengue. Desde entonces, había nevado un par de veces más, y a pesar de que el sol había brillado altivo esa mañana, los bordes del camino, las ramas desnudas de los árboles y los alféizares de las ventanas estaban cubiertos por nieve y escarcha. Le gustaba el invierno.
Bajó por el camino zigzagueante mientras se cubría la cabeza con la capucha e intentaba decidir hacia dónde continuar andando. Estaba intranquila. A parte de que parecía estar a punto de coger un resfriado (como medio colegio, de hecho), esa noche había soñado en una balanza desequilibrada. No solía recordar sus sueños, pero cuando los recordaba, solían significar algo, porque por algo era la séptima hija de un séptimo hijo. Fue por un sueño por lo que empezó a sospechar del diario de Tom en primer año, pero normalmente solían ser cosas como dónde estaba el calcetín que Honey había perdido o qué habría el jueves para cenar. Una balanza desequilibrada. Y no era la primera vez que soñaba eso, aunque quizás sí la primera que lo recordaba. Era SU balanza, y no estaba bien. Faltaba algo. O sobraba algo. Siempre había pensado que sólo le faltaba Harry. Pero quizás no fuera eso, o quizás no sólo eso, o...
-¡Yúuuu-juuuu, NINIA!
Sólo una persona le llamaba Ninia (de Virginia) porque Ginny era demasiado 'vulgar'. Ese alguien era, sin duda alguna, Moss. Volvía del campo de Quidditch a través del césped nevado, flanqueada por Malfoy y Foca-fofa. Oh-oh. Sé quedó quieta, esperándolos, mientras ellos se acercaban; Moss, sonriente, (¿cómo se las arreglaba para que el uniforme y la capa le quedaran tan ceñidos?); Malfoy, distante e impasible, con el flequillo tapándole los ojos; y Pansy-cara-de-bulldog con... cara de bulldog.
-¿No te había visto desde el lunes, no?- saludó Moss, sin enterarse (o sin darse por enterada) de la tensión Ginny/Pansy Ginny/Malfoy.
-Sí. ¿Cómo va?- El saludo fue dirigido específicamente a Moss. Pansy se giró y continuó andando hacia el castillo con la nariz en alto, muy ofendida. Draco se quedó quieto, quizás esperando a Moss. No se habían visto desde el martes, cuando Ginny le dijo que no volviera a entrar a la sala común de Gryffindor. Esa mañana, antes de desayunar, había encontrado la pulsera con el escudo Malfoy encima de una de las butacas. Quizás tendría que haberlo delatado a McGonagall o algún profesor, o haber dejado la pulsera para que otro la encontrara e hiciera lo que le pareciera correcto. Pero Malfoy había ayudado a Nille. Así que decidió dársela y decirle que los dejara en paz. Y ¡sorpresa!, Malfoy lo había hecho. De lo que se deduce que los chicos son raros. Especialmente Malfoy.
-¿Potter te lo pidió ya?- preguntó Moss, encantada, sin tomar muy en serio la frialdad que envolvía a Malfoy.
-No-. A Ginny le sabía mal por Moss, pero no le apetecía cotillear sobre Harry con Malfoy delante.
-No te preocupes. Seguro que lo hará-. Moss sonrió y le dijo a Malfoy-: ¿Vamos al castillo? Hace frío.
-Ahora voy. Espérame dentro.
Moss frunció el ceño y se fue con una última sonrisa para Ninia. Ginny pensó que debería seguirla. Pero algo la detuvo, quizás porque se estaba bien fuera, quizás porque Malfoy la miraba y a ella le temblaban las rodillas. Era una razón estúpida. Pero se quedó.
Malfoy no dijo nada. Ella tampoco. El silencio no era incómodo, pero Ginny se estrujaba el cerebro pensando qué decir. Quizás sí el silencio era incómodo. O lo era que él estuviese tan cerca. O las dos cosas. O ninguna de ellas.
La nieve empezó a caer en pequeños copos ligeros que bailaban antes de posarse sobre sus cabezas y hombros. Finalmente, él habló:
-Ven conmigo al baile.
Ella lo miró. Pequeños cristales de nieve se habían quedado atrapados sobre su pelo, derritíendose y goteando por el flequillo. Y los ojos de hielo no parecían tan fríos. O quizás no tan fríos como la nieve. O quizás era ella. Aunque le habría gustado verlos delatando alguna emoción alguna vez en la vida.
-¿No tienes frío?- preguntó, evitando dar una respuesta.
Él se la quedó mirando. Por un momento ella pensó que iba a preguntar '¿Eso es un sí o un no?', pero él sólo dijo:
-No.
Ginny no contestó. Iba a ir con Harry al baile, o quizás con Neville, si no había suerte. Pero no con él. Y los dos lo sabían.
Cuando ella ya empezaba a plantearse volver a la seguridad de la Sala Común (las estrellas empezaban a emerger al cielo violeta), él volvió a hablar.
-¿Por qué Potter?
Así que era eso. No sólo no iba con él, además esperaba que Harry Potter se lo pidiera. Como todos, prefería a Harry antes que a Malfoy. Y eso, pensó ella, era lo que más lo hería. Y puede que fuera cierto. O en parte.
Lo miró. Él todavía no la había mirado en todo el rato que habían estado fuera. Ahora observaba, por encima de ella, el límite lejano del bosque.
-No demostraste nada- contestó, por contestar algo, porque la pregunta flotando en el aire la molestaba.
Él le clavó los ojos. En la semioscuridad, daba miedo. Eran fríos y duros, y a ella se le erizó la piel de los brazos.
-Mereces más que él.
Los ojos. La ponían de los nervios. Ojos de animal herido. Cerró los ojos para no verlos, y la voz le salió alta y clara.
-Yo escojo lo que merezco. Y no te he escogido a ti. Pero es tu culpa.
Aun sin ver los ojos (ahora los evitaba observando atentamente la nieve alrededor de sus pies), notaba el pulso acelerado en las sienes. El tono de voz de Malfoy, esta vez, fue amenazador y desafiante. Pero a la vez, indefenso:
-Nunca lo tendrás, y lo sabes.
Las mejillas de Ginny se colorearon de furia. Ella ya sabía que Harry nunca, nunca pensaría en ella de otra forma distinta a 'la hermanita de Ron'. Ya lo sabía. Pero Malfoy lo decía en voz alta, se lo recriminaba por rabia. Levantó la vista y lo miró. Él sostuvo la mirada. Los dos sabían jugar a eso.
-No juzgues, Malfoy- siseó-. No me conoces. Y a él tampoco. Sólo te dedicas a observarlo y envidiarlo. Y, ¿sabes? tienes razón. Quizás el nunca me quiera. Pero lo que es seguro es que tú nunca serás como él. Nunca.
Se giró para irse. Las manos le temblaban de cólera, y eso todavía la ponía más nerviosa. Él volvió a hablar a sus espaldas, un murmullo que resonó claramente en el silencio hivernal que lo envolvía todo.
-Como mínimo yo te avisé de porqué quería que fueras conmigo. Él se limtará a dejarte pensar que tienes alguna oportunidad.
Ginny se paró. Las uñas se le clavaban en las palmas, el corazón se desbocaba en la garganta y tenía un sentimiento amargo en el estómago. De buena gana se habría girado y le habría pegado. Se tuvo que recordar que era pacifista. Y que seguramente él le devolvería el golpe.
Andó hasta el castillo con pasos largos, alejándose velozmente de Malfoy, que la miraba, otra vez impasible, jugueteando con la pulsera entre sus dedos entumecidos.
Llegó a la entrada y se sacudió la nieve de la capa y el pelo con las manos.
-¿Necesitas ayuda?
Era Harry.
Aaaaj.
-No, no. Ya está- ella sonrió.
-Ron estaba preocupado, me envió a buscarte.
-Oh. Gracias-. Sin saber porqué, las palabras se le atragantaban en la garganta. Aunque, reconozcámoslo. Sí sabía porqué.
-Dicen que vas con Malfoy-. Lo afirmó, pero igual podía ser una pregunta.
Ginny lo observó mientras se quitaba la capa y se frotaba las manos contra la bufanda tratando de entrar en calor. Estaba en el primer escalón de la gran escalera principal, el pelo despeinado, la nariz rosada de frío, la mano (fuerte pero no muy grande, con las uñas muy cortas) descansando en la barandilla.
-¿Vas a la sala común?- preguntó ella, pasando por su lado. Él no se movió, y ella se detuvo en el tercer escalón.
-¿Vas con él, entonces?- preguntó él, con una ceja levantada.
-¿Adónde?
-Al baile- dijo él, bajito.
-Claro que no.
-¿Con quién, entonces?
Ella estiró una mano, él empezó a subir.
-Con nadie.
-Yo tampoco- admitió él, luego hizo una pausa. Trap, trap, trap, escalones y más escalones-. Cho dijo que quería ser mi amiga... y ya está.
-Lo siento- murmuró ella.
Subieron en silencio. Al llegar al primer pasadizo, él la detuvo.
-Gin... Lo siento.
Ella tragó saliva. No sabía qué venía después, qué se suponía que la pequeña niña pelirroja debía decir a su ídolo caído.
-Yo... No importa- sonrió forzadamente-. Aunque... eso no quiere decir que no la odie. Por no... hacerte feliz.
Él sonrió tristemente.
-Hermione se lo acaba de pedir a Ron- cambió de tema y siguió andando.
Ella sonrió.
-De hecho- continuó Harry-, lo ha dado por sentado. Algo así como '¿Tú y yo vamos juntos, no?'. Finalmente se han decidido. Ron empezaba a pasarlo mal. Y ella se estaba volviendo loca.
Ella rió. Una risa triste. Pero una risa.
-Ya los conozco.
Él se detuvo. Ya era la tercera vez en el camino a la sala común.
-¿Querrías... ir conmigo... al baile... como amigos?
Ginny bajó la vista. "Encaja esto, Malfoy", pensó. Harry la había avisado de que le gustaba Cho. Pero tenía una oportunidad. Sonrió.
-Claro.
*-*-*-*-*
Neville se dejó caer al lado de Ginny, abatido.
-¿Qué pasa?
-Adivina.
Uh-oh. Mala pinta.
-¿Snape se ha suicidado?
Nille la miró.
-No. Aunque no estaría mal.
-¿Es malo?
-Psí.
-Dímelo-. Ginny pellizcó la mejilla de Neville y le rodeó la tripa con los brazos, apoyando su cabeza en el pecho de Nillie.
-Hannah irá al baile con un chico de séptimo. Un Ravenclaw.
-Vaya-. Ginny le pasó la mano por el pelo castaño y rizado-. No te preocupes.
Neville no contestó.
A Ginny le hubiera gustado patear a Hannah.
*-*-*-*-*
-¡Feliz día de Navidad!- corearon Honey y Candy, sacudiéndola.
-Benz días- murmuró Ginny. Se puso un jersey y los primeros tejanos que encontró. Eran las seis de la mañana. Malditas nenitas con nombres empalagosos. Y encima tenía los pies fríos.
-¡Feliz Navidad!- Esta vez era Hermione-. ¿Qué regalos tienes?
Mientras Candy y Honey bajaban a desayunar dejando todos los envoltorios por el suelo, Ginny se sentó a los pies de la cama y abrió el primero.
-Un jersey rosa de mamá con almendras garrapiñadas y marron glacé. ¿Quieres un poco?
Hermione se comió una almendra.
-¿De qué va el libro que me has regalado?- preguntó.
-De un cazador de dragones blancos- contestó Ginny, metiéndose un par de garrapiñadas en la boca. Ñam ñam ñam.
-Pero los dragones blancos no existen, ¿no?
Ginny parpadeó.
-Es un libro de ficción, Hermione. Me lo recomendó Charlie, me gustó mucho y te lo compré. No es nada que haya que estudiar- agregó.
Hermione le atizó con la almohada.
-Yo también te he regalado un libro- dijo, señalando otro paquete. Ginny lo abrió. Los cuentos de Hans Christian Andersen.
-¿Son cuentos muggles?
-Ajá. ¿Y este paquete?
Era una bolsa llena de bromas de Fred y George. También había el último disco de la cantante bruja favorita de Ginny, Wendy Hollowlight, de parte de Bill, pendientes de piedrecitas de Charlie, una camiseta demasiado escotada de Moss, un surtido de Honeydukes de parte de Ron y Harry, y una libreta entera de bocetos de Nille, junto con un póster de un unicornio que colgó de la pared mientras Hermione hojeaba el resto de dibujos. Ginny puso el disco en la radio mágica de Honey, y Hermione enumeró sus regalos: una falda larga de su madre, media docena de libros de su padre, una agenda, una mochila nueva de Ron y un tanga de parte de Harry (no veas el cachondeo que se llevaban Harry y Hermione con la ropa interior desde que el año pasado la compañía de regalos por lechuza se equivocó y le envió un tanga de cuero a Harry de parte de Hermione, quien de hecho había escogido un libro de tácticas de Quidditch).
-¿Y ese paquete?- preguntó al terminar, señalando una caja redonda, bastante grande, de cartón rosado, medio escondida bajo la cama de Ginny.
Ginny levantó la tapa y sacó el regalo.
Era un vestido de gala.
Ginny lo cogió de los tirantes finos y lo levantó.
Hermione se tapó la boca con la mano.
Era de seda color café hasta la cadera, donde empezaba a difuminarse por la falda lisa hasta acabar color vino tinto a ras de suelo. Las tela suave, con la luz, mandaba reflejos morados. Era hermoso.
-Esto debe ser carísimo- susurró Hermione. Saltó de la cama con entusiasmo-. ¿Es de tu talla? ¿Quién te lo ha mandado?
Se inclinaron hacia la caja.
-No hay nada- murmuró Ginny-. Ninguna targeta, ni nota, ni nada.
Se quedaron observando el vestido un rato.
-Qué envidia- susurró Hermione, lanzando la almohada de Eloïse a la cara de Ginny-. Un admirador secreto.
Ginny rió.
-Creo que has leído demasiadas historias de amor, querida.
-¿Y entonces, quién ha sido? ¿Papá Noel?
-Estás celosa porque Ron sólo te ha regalado una mochila roñosa.
Hermione le tiró, esta vez, la almohada perfumada de Honey.
-No te pases.
-Pero es verdad.
-Ron... está raro últimamente. Como distraído. Debe haber algo que le preocupa.
-¿Algo como Quien-no-debe-ser-nombrado?
-No. Yo lo sabría.
Era cierto. Estaba tan distraído que ni se había enterado de los rumores que corrían sobre ella y Draco. Y eso que eran rumores realmente picantes. Como último recurso para ahuyentar los 'pensamientos negativos' de Mione, Ginny dejó caer el vestido en la caja, la cerró, la empujó bajo la cama y le tiró su cojín a Hermione.
-¡Ay! ¡Ésta me la pagarás con nieve!- gritó Hermione entre risas persiguiéndola escaleras abajo.
Al cabo de diez minutos, un elfo doméstico pareció aparecer de la nada y empezó a meter todos los papeles de envolver regalos en una bolsa que llevaba a la espalda. Debajo del tocador encontró una pequeña tarjeta que había caído del vestido sin que Ginny o Hermione lo advirtieran. Sobre la silueta de un dragón erguido, en tinta verde, una frase: Dulce Navidad. Con entusiasmo, el pequeño elfo lo metió en la basura.
*-*-*-*-*
-¡Feliz Navidad! Tengo cierta información para ti.
Él no necesitó levantar los ojos del té para saber quién era y de qué hablaba. Esperó a que ella continuara, pero no lo hizo. Así que tuvo que preguntar:
-¿Y bien?
Ella rodeó el sofá para sentarse frente a él.
-Hannah Abbot irá al baile con Johann Pratchett.
Draco no respondió. Neville merecía ir con la chica que le gustaba, aunque fuera tan estúpida como esa Hufflepuff. Por una parte, porque había dejado caer (sin ser casualidad del todo) que Ginny no tenía vestido de gala. Por otra, porque, qué rayos, no era mal chico. Y, si tenía un regalo de Navidad para Ginny, ¿porqué no uno para Neville?
-No- repuso-. Johan Pratchett irá contigo.
Ella frunció el ceño.
-Pensaba que yo iría contigo.
Él le dedicó una mirada sarcástica.
-Te gusta- susurró ella, la vista baja.
Él sonrió desdeñosamente.
-¿Quién? ¿Longbottom?
Ella se levantó, más altiva y pálida que nunca.
-No. Ginny.
Buena respuesta, pensó él, pero no dijo nada. Sólo la observó bajar a su habitación y devolvió la vista al té.
*-*-*-*-*
A/N: Os adoro, adoro, adoro. ¡Gracias por todas las reviews!
- Hermione es una genia: ¿Malfoy y Potter peleando? Me lo pensaré... *sonríe malévolamente* Aunque más probablemente sean Ron y Draco...
- Cali-chan: Sobre Moss: Bueno, Moss... es tema aparte. Yo, que por algo soy su creadora y lo sé todo sobre ella, sé que no es TAN mala... ya verás! ^-^ SobreDraco siendo gay sin enterarse: Está basado en una frase de mi beta Nhoa sobre un tío de la clase y una amiga que vio la foto de Draco en la peli y decidió, así porque sí, que es maricón (SACRÍLEGA!!!). Ron y Hermione: Todavía no he decidido las parejas finales, pero seguramente, Ron y Hermione no acaben juntos. Es demasiado fácil! ^^;;; Las tramas: ¡Ya apareció! Aunqu en los próximos 2 capítulos se va a ver más claramente. Draco: Sí se parece al de Cassie Claire, pero al mío no le gusta Hermi ni es amigo de Harry. Ni está dispuesto a serlo nunca!
- Umi Natsuko: Graaaaaaacias!!!
- Jade: Es cierto, Draco es malo, guapo y Slytheriano. Te lo regalaría, PERO ES MÍO!!!! *Nimph le saca la lengua y sale corriendo con Draco a cuestas* ^_~
- Anuka: 'Buscándote en la oscuridad' viene pronto. No desesperes. No lo he dejado de lado!
- Xellas: Gracias! Ya voy, ya voy!
- Hermione12: Ginny es de los mejores personajes que he hecho, cierto. Y le gusta Draco porque... está muy bueno. Por ahora, nada más. Y hay cierto no-sé-qué entre ellos. Pero dales un par de capítulos...
- Angelina: Aaaay... pero qué pesadas con 'Buscándote'! Estoy en ello! No se ha acabado! Y ya os dije que acaba mal! ¿Porqué me hacéis sufrir escribiéndolo? ^_~ Gracias por el review y los ánimos.
*las abraza a todas* La verdad es que me alegrais la vida. ¿Qué haría sin vosotras?
Debo pedir perdon porque tardé mucho con esto. Es que perdí tanto este capítulo como el siguiente y tuve que reescribir todo de nuevo. Pero vale la pena porque antes estaba muy forzado. ¡Ahora no tanto! Pero va a tardar un poco. ^^ No os estreséis. Y además en breve traigo el 7 de 'Buscándote'.
Gracias por todo y besitos,
Nimphie!
