Pido disculpas por todo el tiempo q estuve sin continuar, es q estuve muy ocupada haciendo mi web (mía y de mis amigas), por favor, entren! [1]http://pagina.de/laschichis (no es de Harry :-L) LES AGRADEZCO MUCHO A TODOS LOS Q ME DEJARON UN REVIEW! GRACIAS! Besitos a todos, Agus.

Capitulo dos: Soledad

Todo era un mundo de colores brillantes. Verde, amarillo, fucsia, azul, naranja, púrpura... así que eso se sentía cuando uno estaba en coma cuatro. Se sentía liviano y sabía que si movía los brazos podría volar... volar y sentir que el mundo se desplazaba a sus pies, sin tocarlo con sus penas, dolores o ninguna otra cosa.

Volar..... despedirse de todo aquello que alguna vez lo había afectado.

Pero, sin embargo, él no movía los brazos, ni volaba. Estaba parado frente a un mundo que no conocía, pero que le daba una sensación de clama y conformidad. Diviso un sendero a lo lejos Llegaré a él para mostrar que lo siento Que raras eran las ideas que a uno se le cruzaban por la mente cuando estaba al borde de la muerte. En cuanto llegó al sendero comenzó a recorrerlo tranquilamente, como si supiera lo que encontraría al final. A los lados había representadas como estatuas, diferentes escenas de su vida. Cuando nació, el momento que murieron sus partes, cuando le llegó la carta de Hogwarts, el Torneo de los Tres Magos, su primer beso, y cuando tuvo la gran pelea con Voldermort. Al final del camino, vio una gran puerta de acero, en medio de la nada. Lleno de curiosidad, la abrió lentamente.

Dumblendore llegó a la enfermería, como todas las mañanas, para ver el estado de Harry. En ella estaba Hermione, hablándole en silencio, moviendo los labios para decirle palabras que ella sola entendía.

- Buenos días, Hermione -dijo Dumblendore, tratando de parecer lo más calmado posible. Sin embargo, no se podía ocultar que la chispa que siempre había en su mirada, y el tono agradable que siempre estaba infundido en su voz, no existían en aquellos momentos.

- Hola, Profesor Dumblendore... lamento no poder decirle que son buenos estos días que estuvimos viviendo.

- No hay que perder la esperanza... -dijo Dumblendore, diciéndolo más para sí mismo que para Hermione- ¿No sabes dónde durmió Sirius anoche? No pasó por mi despacho

- Sí, se quedó dando vueltas por la sala común toda la noche, no podía dormirse. Ahora lo convencí para que baje a buscar algo en las cocinas, hace días que no come.

En ese momento, se escuchó un llamado de atención en el corredor. Dumblendore salió a ver que pasaba y se cruzó con un alumno de tercer año que salía corriendo.

- Ya me tienen harto esos chicos que vienen a espiar... ¿no tienen nada mejor que hacer? -preguntó Sirius, visiblemente enojado y cansado. Tenía la cara demacrada y unos profundas ojeras adornaban su rostro. Pasó al lado e Dumblendore, entrando en la habitación, y el director lo siguió. Hermione estaba ordenando un paquete de flores que había llegado , y no reparó cuando Sirius entró en la habitación.

- Hola Hermione -dijo él

- Ah, hola Sirius.

Sirius se acercó hasta la cama en donde yacía Harry, y le tomó la mano al muchacho.

De repente, la mano comenzó a temblar, haciendo que Sirius dé un salto hacia atrás.

- ¿Qué? -exclamó Hermione asustada.

-Mi- míralo -logró murmurar Sirius, con la clara totalmente blanca.

Hermione observó a Harry y vio la escena más extraño que jamás vio. Harry estaba temblando, y dos hilos de sangre caían de sus ojos. Lentamente empezó a saltar en la cama, como convulcionando. Los ojos se le abrieron totalmente y dejaron al descubiertos dos ojos blancos, sin pupila. Éstos giraban, y lograban que la gente que lo estaba mirando pensara que trataban de ver a través de dos cortinas blancas cosas que había en la habitación, imposibles de ver para un humano. O sea, daban un aspecto de ojos sobrenaturales, incluso en el mundo mago.

Ron salió del comedor, aunque el resto del alumnado recién estaba entrando. Sin ver todos los rostros que lo miraban con curiosidad, logró evadir la multitud y se internó en el hall. Allí, sintió que alguien lo paraba por detrás. Se dio vuelta y logró ver la cara angustiada de Ginny.

- Hola, Ron... ¿vas a la enfermería?- le dijo con un hilo de voz.

- Sí, ¿necesitas algo?

- No he podido pasar por ahí porque no me dejan evadir las clases, pero pasaré más tarde, creo que faltaré a Encantamientos. ¿Me harías el favor de avisarle a Flitwick? Su aula te queda de paso.

- Está bien, Ginny -le dijo Ron, tomándole el hombro en un ademán paternal- Ahora ve a desayunar, no tienes muy buen aspecto.

Ginny le agradeció y entró en el gran salón. Mucha hambre no tenía, pero realmente tenía mal aspecto. Desde el accidente de Harry había dejado e concentrarse en las clases y perdió el apetito. Lo peor de todo es que no tenía amigos en su curso, sólo compañeros que rara vez le hacían caso. Se sentía muy sola ahora que nunca veía a Harry, ni a Hermione o Ron. Le fastidiaba bastante que no la dejaran saltarse de clases, pero sabía que los profesores tenían razón... ellos no tenían porqué saber de esta soledad que la rodeaba últimamente.

Cuando llegó a la mesa se sentó en su lugar de siempre, al lado del de Ron y los chicos, como los llamaba ella, sólo que aquellos tres ahora estaban vacíos. Se sirvió una tostada y la untó con jalea, pero nada más le dio un mordisco y la dejó abandonada en su plato. Se quedó mirando al vacío, como en todos los momentos libres que tenía, envuelta en un manto de tristeza y soledad que llevaba a todas partes, excepto a la enfermería, cuando iba a ver a Harry.

Tan ausente estaba, que no sintió que la estaban llamando hasta que la zarandearon del hombro. Se dio vuelta y se encontró con una compañera de curso, la tímida Neeve. La chica que tenía al costado era más vale bajita y muy flaca. Los pequeños bucles morochos estaban continuamente sobre sus ojos color miel, y ella se los acomodaba constantemente. Era muy reservada, y de vez en cuando estaba con otra chica de Gryffindor, Mandy . Pero Mandy era la más "popular" de quinto año, y siempre usaba a la "tonta Nev" para que le haga sus tareas.

- Hola, Ginny. Te llegó esta carta... me parece que no lo habías notado. -le dijo con una amistosa sonrisa.

- Ah, gracias- le contestó, con una voz carente de toda esperanza, alegría...

Tranquilamente agarró la carta que había caído en la taza limpia. Era de Charlie, para preguntarle como estaba y como iba todo. Charlie y ella siempre se habían llevado muy bien, desde que cuando ella era chiquita planearon toda un broma pesada para Percy.

- ¿Es de tu madre? -escuchó que le decía Neeve, tratando de mantener una conversación.

- No, de mi hermano... -dijo Ginny de mala gana.

- ¿Estás bien, Ginny? No tienes muy buena cara, y me parece que hace días que no comes ni siquiera una galletita- Le dijo, con cara de preocupación, señalando la tostada de la pelirroja, casi sin empezar.

- ¡Por qué todos me controlan si como o si no como, cuando ni siquiera les importo! ¡No, no estoy bien, y nunca he estado bien desde hace tres meses, cuando Harry partió a hacer aquella maldita misión, o lo que sea! ¡Estoy sola, y no tengo ningún hombro en el cual llorar, porque los únicos a los cuales les importo no están o tienen sus propias penas! ¡Prefiero no tener a nadie, que tener a los molestas que cada día vienen y me dicen lo mismo! -Estalló, sin poder contenerse. Los ojos se le llenaron de lágrimas, y bajó la vista para ocultarlas.

Neeve enmudeció, y luego de unos minutos logró balbucear -Lo siento, es que yo... yo te vi acá sola y se... se me ocurrió que tal vez quisieras compañía.. pero si te molesto me voy, no hay problema... - Se levantó y comenzó a caminar para el lugar de la mesa donde estaban todos los de quinto año.

Ginny se dio cuenta de lo que había hecho, y antes de que Neeve llegara junto a la odiosa de Mandy, la alcanzó y le dijo - No, la que se tiene que disculpar soy yo. Perdóname, tu no tienes la culpa de lo que estoy pasando, es que últimamente estuve muy sensible... con todo lo que pasó con Harry, Ron y Hermione, ellos son mis únicos amigos, y... bueno, no tenés porqué escuchar todo esto. Perdoname. -en cuanto terminó de hablar, salió corriendo del comedor, y llegó a la sala común, con la cara bañada en lágrimas. Subió a su habitación rápidamente, y se hacho en la cama.

No supo cuanto tiempo estuvo así, hasta que sintió que tocaron la puerta y alguien entró precipitadamente.

- Ginny... -reconoció la vos de su hermano, Fred- Ginny, tienes que venir rápido a la enfermería. Harry a empeorado.

References

1. http://pagina.de/laschichis