Parte 5:

En la esquina de un callejón oscuro la luz de un encendedor iluminó momentáneamente el rostro de su propietario; un hombre de casi 30 años, moreno y sin duda muy atractivo. A pesar de encontrarse en plena noche sus ojos se ocultaban tras unas gafas de sol. Vestido con su traje negro, solo esperaba.
Miró su reloj tranquilo y apoyó su espalda contra la pared mientras expulsaba una nueva bocanada de humo. La pequeña nube blanca, ascendió sinuosa en el aire, como un diminuto dragón.
Afuera, la ruidosa y monótona ciudad seguía su acelerado curso. Todos apuraban sus pasos para llegar a sus destinos sin tan siquiera detenerse a mirar. Era como si ya supieran que el mundo desaparecería pronto. El hombre rió suavemente ante aquella idea. Habían trascurrido cientos de años en los que excéntricos personajes aseguraron que el fin del mundo estaba próximo, personajes que fueron tachados de locos, insultados e ignorados pero… nunca hasta ahora habían tenido tanta razón.
-Ja, ja, ja. Pase lo que pase esto será divertido.- Sentenció.

Una silueta, avanza sigilosa hacia el misterioso hombre. El recién llegado, sonrió triunfante al ver lo fácil que le estaba resultando acercarse a uno de los más peligrosos dragones de la tierra. Dos pasos más y podría lanzar, si lo deseara, su lluvia de cuchillas; un arma que sin duda alguna lo haría pedazos a esa distancia.

-¿Que quieres, Asagi? – Preguntó el hombre de las gafas de sol, sin volverse.
-¿Cómo supiste que…? Es igual. Sakurazuka, Kanoe quiere verte ahora.
-Dile que ya la veré más tarde.- le respondió al tiempo que le indicaba con un gesto que se marchara.
El chico rubio se acercó hacia él, apuntándolo con un dedo- Me parece que no lo entiendes.- Seishiro, tiró su cigarrillo al suelo apagándolo con su zapato mientras él otro hombre se acercaba más a él y clavaba su índice en su pecho.- Tú eres un dragón de la tierra y debes obedecer…

Seishiro, lo miró a los ojos, silencioso y lo apartó unos centímetros con la ayuda de su mano. Asagi, lo miraba visiblemente enfadado.
-A mi me parece que el que no lo entiende eres tú. Te he dicho, que iré más tarde.-
-Pero, tú eres…- comenzó a protestar Asagi.
-Tú eres, tú eres. ¿Es eso lo único que sabes decir?
-¡Bastardo!- Escupió molesto. En aquel instante, estuvo apunto de moverse, dispuesto a atacarlo pero algo lo detuvo. (El sentido común ^^)
Seishiro había extendido su brazo izquierdo, hacia un lado. En un momento sobre su extremidad un imponente halcón de ojos cristalinos comenzó a dibujarse. En cuestión de segundos aquel callejón se volvió aun más oscuro y una extraña lluvia de pétalos comenzó a caer sobre ambos.
Asagi, conocía bien la fama del Sakurazukaka y la idea de comenzar una batalla contra él lo hizo estremecer.
-Piensa bien que es lo que vas ha hacer. No quisiera que tuvieras que arrepentirte.- Le advirtió Seishiro.
Shougo, apretó los dientes tragándose su orgullo por primera vez. – Ella me ordenó que te llamara.

El asesino se quito las gafas y las guardó en el bolsillo de su chaqueta.

-¡Hey! Tú y yo estamos en el mismo bando.- le dijo nervios mientras daba un paso atrás al ver que el Sakurazukamori se acercaba a él (sintiéndose atravesado por sus ojos).
-¿Bando?- Seishiro se rió con ganas. Fue una risa clara y aterradora- Crees realmente que eso me importa.- Acarició la cabeza de su sikigami y volvió la vista hacia el otro dragón.- Yo, decidí por propia voluntad ser uno de los siete siervos pero, ante todo sigo siendo el cabeza de familia de mi clan y en estos instantes, intento trabajar así que, te agradecería que desaparecieras de una vez antes de que pierda mi encargo o mi paciencia.

El sonido del motor de un BMW le hizo volverse. –Ya esta aquí. – murmuró Seishiro. Se giró para comprobar que Asagi se había esfumado e hizo desaparecer a su shikigami.
-El deber me llama.- Susurró con una pérfida sonrisa.

Continuara...