Capítulo 3:
Syaoran miró en todas direcciones, no recordaba como había llegado allí, estaba confundido. Empezó a pensar en lo que había sucedido antes de que se durmiera. Recordó que había entrado a su cuarto, puso el libro de biología en su lugar, sacó una hoja de papel y se preparaba para escribirle a Sakura, cayó dormido antes de terminar el primer párrafo, y mucho antes de eso fue a hablar con su madre.... ¡Su madre!
-"Sí, lo más seguro es que ella sea la responsable de esto."- se dijo mientras empezaba a meditar.
Recordó las palabras que su madre le dijo antes de dirigirse a su habitación. Ella haría todo lo posible para reunirlos de nuevo a él y a Sakura. Lo más probable es que ella hubiera sido la responsable de su presencia allí. Pero la pregunta era: ¿cómo?....
-"¡Un conjuro mágico!"- Esa era la única explicación lógica que le venía a la mente. Después de todo, su madre poseía poderes innatos sobre el control y el transporte a través del espacio. Eso, aunado a que le había prometido ayudarlo a reunirse de nuevo con Sakura, le hizo suponer que efectivamente ella había sido la responsable de que ahora se encontrara en ese lugar.
-"Por muy debilitada que ella se encuentre por culpa de la enfermedad, mi madre sigue siendo capaz de utilizar esos poderes, nada me niega que ella los pudo haber empleado para transportarme hasta aquí. Además, ella sabe lo que siento por Sakura y me apoya en eso."- El muchacho sonrió ampliamente pensando en el hermoso gesto que su madre había tenido para con él. –"Mamá, muchas gracias, nunca voy a olvidarlo. Es una promesa."
A pesar de que no estaba cien por ciento seguro de que sus suposiciones fueran correctas, el muchacho dejo de meditarlo y se dirigió hacia la ventana del cuarto de Sakura. Tenía muchísimos deseos de verla, aunque fuera de lejos. Apenas la miró, quedó completamente cautivado por su belleza. La luna llena iluminaba a la perfección el interior de la habitación permitiendo a Syaoran contemplarla durmiendo pacíficamente envuelta en las sábanas. Nunca antes la había visto tan hermosa como en ese momento. Realmente deseaba poder entrar y acercársele aunque fuera un poco, poder estar con ella y abrazarla de nuevo.
Notó que ella dormía abrazando al osito de felpa que él le había hecho desde hacía bastante tiempo. Recordó el tiempo que tardó en entregárselo, tuvieron que pasar muchas cosas antes de que se diera cuenta de lo importante que era Sakura para él, darse cuenta de lo que realmente sentía por ella, y el tiempo que le tomó antes de revelárselo.
Syaoran suspiró al pensar en aquellos momentos: Su primer encuentro con ella y la manera como la trató después de el primer enfrentamiento que sostuvieron en contra de las cartas Clow. Continuamente se reprochaba por lo cruel que se había comportado con ella.
En aquel momento no le importaba nada de lo que había a su alrededor, sólo le importaba cumplir con el deber que le había encomendado el clan y el consejo de ancianos. Tenía que impedir que las cartas cayeran en manos equivocadas o que ocasionaran destrozos, pero también debía volverse más fuerte, tenía una responsabilidad que cumplir como futuro sucesor de su madre. Después de todo ese era su deber... no, mejor dicho, su único propósito en la vida. En aquel entonces él creía que su única finalidad era ser un instrumento más para afianzar el poder del clan Li. Nada más que una herramienta a la que los ancianos podían desechar cuando se les viniera en gana. Eso era lo que le habían expresado los desgraciados del consejo en el momento más tierno de su infancia, cuando apenas tenía siete años y lo sometieron a uno de los entrenamientos más brutales a los que un niño hubiera sido expuesto.
Le hicieron creer durante mucho tiempo que no era más que un utensilio para el clan, un utensilio al que a ninguno de sus miembros le importaba realmente, ni siquiera a su madre, sus hermanas o su prima. Le hicieron pensar que ellas sólo lo estaban utilizando para mantener una posición cómoda y seguir teniendo poder y riqueza, que la única razón por la que existía era porque sus padres se habían visto obligados a tener un hijo varón, ya que la tradición exigía que sólo la descendencia masculina de los líderes podía sucederlos en el cargo.
En el fondo él era un muchacho amable y de buen corazón, un muchacho que poseía una profunda sensibilidad, pero al mismo tiempo un miedo terrible de mostrarlo. Los ancianos del clan Li le habían inspirado ese temor: Le habían enseñado que en este mundo sólo el fuerte puede sobrevivir, y para ellos la misericordia era una muestra de debilidad. Querían transformarlo en un ser sin sentimientos, sin compasión, un ser frío y despiadado al que, por lo mismo, les sería mucho más fácil de manipular. Ellos habían descubierto que es más sencillo dominar a un tirano de lo que se cree, basta con educarlo de manera que no tenga afecto alguno por nada, ni por su propia existencia, él creerá que tiene el poder en sus manos cuando en verdad es el poder el que lo tiene sometido a él, y quienes sepan aprovecharse de ese hecho serán quienes ostenten el poder en realidad. Por ese motivo, en varias ocasiones le habían tachado de ser un pobre diablo por mostrar compasión por los demás.
Lo traumaron terriblemente durante su infancia, le habían hecho pensar que todos los que estaban a su alrededor eran enemigos potenciales, que si les mostraba sólo un poco de amabilidad lo destruirían, que debía ser frío y cruel si quería sobresalir y (más importante) sobrevivir. Desarrollo un miedo inmenso a mostrar su buen corazón a otros, tenía el temor de que de hacerlo, los demás se aprovecharían de su nobleza y más tarde se volverían contra él. Por ello debía desconfiar de todos y esconderse tras una coraza bajo la que se filtraban sus emociones y por la cual se mostraba indiferente ante todo y ante todos, incluso ante aquellos que intentaban buscar su cariño, como su prima Meiling. Se sentía inseguro y solo, todos eran una amenaza para él, por eso no debía confiar en nadie.
La única persona que parecía mostrarle amabilidad sincera, y la única por la que había desarrollado cierta confianza era Wei. Por él sentía una profunda admiración y respeto, mezclados con cariño. Él no era sólo su mayordomo o su tutor, era más que eso, se había convertido prácticamente en el padre que nunca tuvo. De todos los miembros del clan Li, él era el único que no se beneficiaba en lo más mínimo de que el muchacho se convirtiera en jefe, por ello fue que Syaoran llegó a la conclusión de que las atenciones que el mayordomo tenía para con él no se debían a ninguna actitud convenenciera, había comprobado que el anciano realmente sentía afecto por él.
Y en verdad Wei no tenía malas intenciones para con Syaoran, por el contrario, se había percatado del valor del muchacho, había desarrollado un afecto muy grande hacia él desde que era un bebé. También notó que se trataba de un niño indefenso al que un grupo de viejos amargados intentaban convertir en su marioneta. Por ello lo educó y lo cuidó con tanto ahínco, sentía que era su deber protegerlo de la maldad de esos miserables hechiceros arrugados.
Volviendo al presente, el joven de origen chino reflexionó en que quizá la razón por la que creyó haberse enamorado de "esa persona" (Yukito) cuando se encontraba bajo la influencia lunar de Yue era, precisamente, porque le recordaba mucho al mayordomo. Después de todo ambos eran muy parecidos entre sí, ambos fueron gentiles con él sin esperar nada a cambio, además poseían una sonrisa afable muy similar en la que, por más que trato de buscar algún vestigio de maldad, simplemente no encontró ninguno.
Pero a pesar de que contaba con la amistad de Wei, ello no impedía que Syaoran se sintiera solo. Continuamente se preguntaba si era cierto que a su familia no le interesaba, si era verdad que sus hermanas, su prima y hasta su madre lo estaban utilizando. Al final se percató de que (por supuesto) no era así. Le tomó mucho tiempo, pero al final descubrió que a ellas realmente les importaba y que todas (de una manera muy particular) le querían por lo que era, no por lo que representara para el clan. Se sintió como un tonto al haber creído en todas las estupideces que le habían dicho los ancianos. Más tarde descubrió que la razón por la que lo odiaban y por la que parecían haberse propuesto arruinarle la vida era muy simple: Se trataba de una venganza personal, no contra él directamente, sino contra su padre.
El antiguo jefe del clan Li fue uno de los hechiceros más temidos en toda China, y al mismo tiempo uno de los más sabios y respetados. A pesar de su juventud, su poderío era tan grande que por más que intentaran, los ancianos no conseguían mangonearlo a su antojo como habían hecho con otros tantos líderes. Al final no sólo les obligó a reconocer que él era quien tenía el mando dentro del clan, sino que incluso les dio una lección de respeto y obediencia al recortarles varios de sus privilegios.
Sobra decir que al morir el antiguo jefe, los ancianos vieron la oportunidad de desquitarse de él y al mismo tiempo recuperar su lugar dentro del clan, todo ello a través de Syaoran. Si lograban quebrantar y someter el espíritu del heredero del líder, no sólo tendrían a su merced un esclavo que cumpliría todos sus caprichos, sino que además podrían vengarse de ese "despreciable e insolente chiquillo" que se había atrevido a cometer el terrible crimen de negarse a someterse a ellos. Llegaron a la conclusión de que si humillaban al hijo, humillarían también al padre, y del mismo modo obtendrían su preciada venganza.
¡Y vaya que estuvieron a punto de conseguirlo! Syaoran pasó gran parte de su infancia sintiéndose desdichado y miserable al pensar que su vida no tenía otro propósito que ser un títere de su familia. Sentir que a nadie le importaba, que todos lo estaban utilizando, fue algo que lo marcó profundamente.
No fue sino hasta que llegó a Japón cuando su perspectiva de la vida cambió. Allí conoció verdaderos amigos, gente que le mostró simpatía y amabilidad sin buscar nada a cambio, gente en la que sabía que podía confiar y que no lo traicionaría. Por primera vez se dio cuenta de que había varias personas a su alrededor a las que les importaba y que realmente lo apreciaban, descubrió que su familia realmente se interesaba por él y que no lo estaban usando. Toda su vida había desconfiado de los demás, ahora por primera vez experimentaba lo que era la amistad, más importante, lo que era el amor.
Gran parte de ello se lo debía a Sakura. Sólo Sakura pudo romper con ese terrible trauma con el que los miembros del consejo se habían encargado de atormentarlo durante su infancia. Lo hizo al demostrarle que no estaba solo en el mundo, que en realidad había personas a su alrededor que se preocupaban por él. Ella le entregó su afecto y amistad de manera sincera, pudo ver debajo de esa gruesa coraza de hielo que él siempre usaba para esconderse de los demás, para protegerse ante el temor de ser lastimado.
Sakura se dio cuenta de cual era la verdadera personalidad de Li, no la del muchacho frío e insensible al que sólo le interesaba cumplir con su deber sin sentir ningún afecto por otros. No, ése no era su verdadero yo, ése era tan sólo una máscara, un escudo que él mismo se había formado por el miedo que le infundía la gente. Ella pudo ver al muchacho gentil y noble que habitaba dentro de él: Un muchacho muy tímido, asustado de mostrarse tal como era porque creía que los demás lo considerarían débil y lo destrozarían. Ella fue quien lo liberó de esos miedos sin sentido y se encargó de brindarle lo que siempre había buscado: compasión y afecto.
Al principio desconfió de ella, le resultaba muy extraño pensar que esa niña a la que consideraba su rival le quisiera brindar su amistad. Creía que se trataba de algún truco para distraerlo de su misión, más tarde se dio cuenta de que no se trataba de eso y finalmente la aceptó. Aunque al comienzo la había considerado una niña débil e insulsa a la que debía proteger para evitar que se metiera en líos, no tardó mucho en descubrir cuales eran sus verdaderas cualidades.
Sakura poseía una bondad y una dulzura casi infinitas. Ella parecía incapaz de hacerle daño a alguien, no había ningún viso de maldad ni en su sonrisa ni en sus ojos. Era una niña valiente y responsable, un tanto miedosa, pero valiente al fin y al cabo cuando se trataba de enfrentar sus temores para cumplir con su deber (recuérdese que no es lo mismo el miedo que la cobardía). A pesar de no ser lo suficientemente experimentada en cuanto a magia, tenía el espíritu y el coraje para salir adelante en cualquier situación. Ella era incluso capaz de sacrificar hasta sus propios intereses por sus seres queridos, todo con tal de brindarles felicidad. Nunca había presenciado una bondad tan grande, no tardó en quedar prendado de ella.
No pasó mucho antes de que se enamorara de la niña Kinomoto, ¿cómo no hacerlo? ¿Cómo podría no haberse enamorado de alguien que poseía no sólo belleza exterior, sino también una enorme belleza interior? Ella era hermosa sin importar por que ángulo la mirara, lo mejor que le había sucedido en la vida. Cambió por completo su perspectiva. Gracias a ella se había dado cuenta de que había cosas más valiosas que la magia y su deber ante el clan, cosas más importantes que el poder y la supervivencia del más fuerte. ¿De qué servía ser el más poderoso si al final uno se encuentra solo y aislado de todos? Gracias a ella aprendió a valorar cosas que antes habían pasado desapercibidas para él: su familia, la amistad, los sentimientos, la magia que se encontraba dentro de esos pequeños detalles que hacían a la vida hermosa. Gracias a ella aprendió a valorarse y a valorar su propia vida.
Syaoran reconocía que aunque hubiera creído estar enamorado de otra persona, en realidad nunca había amado a nadie como amaba a Sakura. Ella le había enseñado no sólo a amar y a reír, sino también a vivir. Le mostró que él no era un instrumento ni una herramienta como el consejo le había hecho creer. Por el contrario, él era una persona, un ser con sentimientos y emociones, alguien que sólo deseaba ser aceptado y que al mismo tiempo deseaba tener un propósito que fuera más allá de servir de esclavo a un grupo de viejos mezquinos. Finalmente había encontrado ese propósito: Proteger a sus seres queridos y en especial a la persona que amaba, su querida Sakura.
Descubrió que el verdadero significado del amor estaba en brindarle felicidad al ser amado. Por ello fue que en un principio se negó a decirle lo que sentía por ella, no quería tenerla a su lado por la fuerza ni tampoco que se alejará de él. Y aunque ella no supiera nada sobre sus sentimientos, no dejaría de protegerla ni tampoco dejaría de proteger su felicidad, lo haría sin importarle si algún día iba a ser correspondido.
Después de que ella fuera a despedirse al aeropuerto, poco tiempo después de que él le revelara lo que sentía, al muchacho le dio la impresión de que, quizá, Sakura sentía lo mismo por él. Lo comprobó justo después de derrotar a Void. Recordó el instante en que ella le dijo que también lo quería, la forma como saltó el barranco que los separaba y se lanzó a sus brazos, fue la primera vez que pudo abrazarla. Durante toda su infancia, desde aquellos horribles entrenamientos en los que los miembros del consejo trataron de doblegarlo, siempre sintió una enorme desolación y tristeza dentro de él, algo le hacía falta. Y en ese momento, en que se encontraba abrazando a la persona más importante en su vida, por primera vez se sintió completo, ya nada le faltaba, era feliz, sencilla y completamente feliz.
Y resulta que justo ahora que por fin había encontrado la felicidad, esos malditos del consejo de ancianos del clan Li querían separarlos. Definitivamente no lo iba a permitir, no iba a permitir que lo apartaran de ella, iba a luchar por estar con ella, así tuviera que enfrentarse a los miembros del consejo, a los demás clanes mágicos de China, o a todos los hechiceros del planeta, nadie se interpondría entre él y Sakura.
Dirigió su mirada nuevamente hacia el rostro de la joven. Podía apreciar una enorme tranquilidad en ella, sin embargo esa tranquilidad era sólo superficial. Él ya sabía que la muchacha había sufrido bastante durante esos dos meses en los que no se había comunicado con ella. Se sintió culpable, lo menos que quería era afligirla. En verdad se sentía mal por todo lo que había sucedido últimamente. Sabía que ella estaba realmente preocupada por él. No soportaba la idea de angustiarla, temía que ella pensara ahora que a él ya no le interesaba su relación. Eso sería fatal para él.
-"Me pregunto si estará enfadada porque no le he escrito nada en estos meses. Lo mejor será que entre, al menos para ver si se encuentra bien."- Fue lo que se dijo mientras se preparaba a entrar en la recámara. A pesar de que le aterraba la idea de entrar al cuarto de una chica en la noche (en realidad siempre había sido muy tímido en lo que se refería al sexo femenino), no dejaba de preocuparle el estado en que se encontraba Sakura.
-"¡Voy a hacerlo! Tengo que compensarla por todo el tiempo que no he hablado con ella."- Se dijo decididamente. Apartando la timidez, invocó su espada y la utilizó para abrir el seguro de la ventana. Trató de hacerlo lo más silenciosamente que pudo. Ya estando abierta, transformó el arma en un dije que guardó en su bolsillo. Entró tratando de evitar hacer ruido. Se aproximó lentamente hacia la cama de Sakura, se paró a un lado de ella y la contempló por unos instantes.
Sakura seguía durmiendo profundamente sin percatarse de la presencia de Syaoran. Él sin embargo no quiso despertarla, se veía tan llena de paz que no se animaba a hacerlo. No dejaba de mirarla con ternura, se veía muy hermosa, sus cabellos se agitaban con el viento que entraba por la ventana abierta mientras sus párpados permanecían cerrados, ocultando sus preciosos ojos verdes. No pudo resistirse a la tentación de tocarla, en ese instante lucía como si fuera un ángel.
Titubeó unos momentos pero finalmente se animó a acercar una mano a su cabello. Acarició el pelo de Sakura mientras acercaba su rostro un poco para olfatearlo y sentir como su dulce fragancia inundaba su ser. Pasó su mano por las mejillas de la chica recorriendo su rostro y poco a poco empezó a bajar por su hombro y después por su brazo hasta llegar a una de sus suaves manos, la tomó entre las suyas y depósito un beso sobre ella.
La muchacha seguía durmiendo. Él deseaba inmensamente poder tocar sus labios, ya no podía aguantar el deseo de volver a besarla, como lo había hecho tras aquella pelea contra Void. Volver a abrazarla era lo único en que pensaba ahora, la había extrañado muchísimo, ya no soportaba seguir lejos de ella por más tiempo. Se acercó lentamente a Sakura, posando sus labios sobre los suyos. Un beso del que ella no se percataría, pero que bastaba para hacer sentir dicha al muchacho, la misma dicha que le invadía siempre que leía las cartas de Sakura o que se encontraba cerca de ella, la dicha que le provocaba verla sonreír, verla feliz, dicha que nunca deseaba apartar de su cuerpo.
Continuó besándola mientras acariciaba sus cabellos con una de sus manos, era maravilloso poder tocarla. De repente, Syaoran se percató de que Sakura abría la boca y empezaba a devolverle el beso. Se sintió en las nubes, pero sólo duró en el trance un par de segundos antes de que su cerebro captara lo que podría estar sucediendo. Entonces se separó bruscamente de ella, estaba bastante agitado y muy ruborizado. La chica sólo susurró, todavía dormida: -"te amo…"
-"Debe estar soñando."- Se dijo mientras respiraba aliviado. Por un momento temió haberla despertado. Si llegaba a despertar, él no sabría como explicarle porque motivo se hallaba en su habitación a esa hora de la noche.
A pesar del pequeño incidente, no dejaba de sentirse feliz por estar con ella de nuevo, no obstante, también sabía que esa felicidad no iba a ser duradera. Hubiera deseado poder quedarse a su lado, que ese momento en que por fin estaban juntos durara eternamente, mas sabía perfectamente que tendría que regresar a Hong Kong. Lo único que quería era estar con ella, pero para lograrlo primero tendría que hacer algo respecto al consejo de ancianos.
Y no sólo al respecto del consejo, sino también con la situación de peligro por la que atravesaba el clan Li. En realidad no comprendía porque tenía que pagar los platos rotos, si la culpa la habían tenido esos ambiciosos viejos que habían colaborado hace tantos años con los delincuentes que intentaban revivir al círculo del infierno. Ellos habían sido los que, en su afán de mayor poder, se aprovecharon de que su abuelo acababa de morir y que su padre se encontraba en un viaje de entrenamiento para empezar con esos manejos sucios. Ellos y los demás cabecillas de los clanes vecinos al Li que ahora eran acusados de corrupción. Por culpa de hechiceros como ellos, la ira de los demás clanes de China fue desatada, sin mencionar que dejaron al clan Li en una severa desventaja. De no ser por sus crímenes del pasado, el clan no estaría tan necesitado de establecer alianzas y buscar el apoyo de otras familias de hechiceros, no necesitarían que Syaoran ocupara el cargo de jefe tan urgentemente, ni mucho menos se hallaría tan tensa la situación en los círculos místicos de su país.
Y vaya que era una situación grave, en cualquier momento podría estallar la guerra entre los clanes místicos, y desgraciadamente, Syaoran era el único que podía hacer algo para evitarlo. No sólo debía hacerlo por su familia, también debía hacerlo por Sakura. Si quería estar con ella de nuevo tenía que encontrar la manera de apaciguar, al menos temporalmente, a las familias que estaban por iniciar la confrontación. De esa manera el consejo de ancianos ya no necesitaría de sus servicios como jefe ni de establecer la alianza matrimonial, y así él podría continuar su noviazgo con Sakura.
Finalmente tomó la decisión de lo que debía hacer, era muy arriesgado, podría perder la vida, y sin embargo, era la única solución que le quedaba. Era verdad que corría el riesgo de perder todo lo que tenía y que le era valioso, pero por seguir al lado de Sakura y por proteger a sus seres queridos, sería capaz de afrontar ese riesgo y muchos más.
Volvió la mirada hacia su querida novia. Realmente disfrutaba con la tranquilidad que veía en su rostro. Se aseguraría de no mancillar esa tranquilidad.
–"Lo mejor será que me vaya y la deje descansar. No debo angustiarla con este problema. Es algo que debo enfrentar solo."- Fueron las palabras en su mente mientras se dirigía hacia la ventana. –"Perdóname Sakura, realmente quisiera poder quedarme contigo más tiempo, pero no puedo. Tengo un asunto pendiente que arreglar, si no lo hago, nunca podremos estar juntos. Sé que es arriesgado pero es la única manera. Te prometo que te escribiré lo más pronto que pueda, por favor, no vayas a pensar que me he olvidado de ti, porque créeme, eso no pasará. Y si al final las cosas salen bien, te prometo que nunca más volveré a apartarme de tu lado."
Le dirigió una última mirada a la chica antes de voltear y dirigirse de nuevo hacia la salida. El muchacho se preparaba a salir por la ventana, no obstante no le dio tiempo ni de llegar a ella. Una dulce voz que ya conocía perfectamente lo detuvo:
-"¿Eres tú, Syaoran?"-
-"¡¡Sakura!!"
Continúa.....
