Sakura se había despertado y miraba intrigada a Syaoran desde su cama. Apenas acababa de soñar con él y ahora lo veía aparecer como si nada en su propio cuarto. El muchacho estaba paralizado por los nervios y la vergüenza, ¿cómo se le ocurrió entrar de esa manera en la habitación? Tal vez Sakura pensaría que él era alguna clase de pervertido por entrar a hurtadillas a la recámara de una mujer. Si tan sólo hubiera alguna forma de escapar de tan vergonzosa situación, incluso era capaz de implorar a la tierra que se abriera y se lo tragara con tal de salir del bochorno. Sakura, por su parte, deseaba que no se tratara de un sueño, que realmente fuera él quien se encontraba esa noche en su habitación.
-"¿Syaoran… e-eres tú?"- Sakura seguía mirándolo incrédula mientras una sonrisa empezaba a vislumbrarse en sus labios. El muchacho decidió que lo mejor era ser valiente y afrontar las consecuencias.
-"E-este… sí, soy y-yo."- Dijo volteándose a verla, estaba más sonrojado que un tomate y sentía que de un momento a otro se iba a desmayar.
-"¡Syaoran!"
Sakura salió de su cama como un relámpago y corrió a abrazarlo. El muchacho casi se cae al piso después de que ella se lanzara sobre él, pero la retuvo abrazándola. Si esas eran las consecuencias, no dudaría en volver a cometer el crimen.
-"Por favor, dime que esto no es un sueño, por favor, dime que no lo es."- Le dijo ella mientras se aferraba a él. Syaoran la miró dulcemente mientras empezaba a acariciarle el cabello.
-"No, no es un sueño."- Respondió, a lo que Sakura no pudo hacer nada más que abrazarlo con mayor fuerza, recargando su rostro contra su pecho. Lágrimas empezaron a brotar por sus ojos, el muchacho se percató de ellas.
-"No llores, por favor, no era mi intención…"-
-"No te preocupes por eso. Estoy llorando de alegría, no sabes lo mucho que te he extrañado. Si supieras, he estado tan preocupada por ti los últimos días, no me habías escrito ni me habías hablado para decirme nada y el verte aquí, sabiendo que te encuentras bien, me hace sentir más feliz que nunca."-
Syaoran le sonrió mientras le acariciaba el rostro limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano.
-"Perdóname, fue mi culpa. No debí haberte angustiado de esa forma, fui un tonto al no haberme puesto en contacto contigo en tanto tiempo."
-"Pero dime, Syaoran ¿Cómo fue que llegaste aquí? No lo entiendo."
-"No lo sé con exactitud, pero pienso que fue un conjuro de mi madre. Lo único que sé es que me alegra estar contigo. Vine a verte…"- la sonrisa de Sakura se amplió, no así la de Li, quien reflejaba cierta tristeza en sus ojos. -"Necesito hablar contigo, es importante."
-"¿Es sobre problema que tienes con tu familia?"- Preguntó la chica.
Syaoran bajó la cabeza, se veía bastante preocupado, Sakura comprendió que la situación era mucho más grave de lo que ella creía.
-"Ven, siéntate, te lo explicaré todo en un momento. Aunque creo que no te vaya a gustar nada."
Syaoran acompañó a Sakura hasta la cama y se sentó a su lado en ella. Procedió a explicarle todo lo sucedido durante los últimos meses:
Todo comenzó cuando Irean Li se contagiara de una extraña enfermedad que poco a poco iba mermando su fuerza vital. Aunque los doctores habían hecho todo lo posible por curarla, nada resultaba. Todo parecía indicar que a la hechicera apenas le quedaba un año de vida.
Por si fuera poco, los jefes de uno de los clanes más poderosos de China descubrió que hacía algunos años, más o menos por la época en que el padre de Syaoran sucedió a su abuelo en el mando del Clan Li, varios hechiceros de diversos clanes contrajeron una alianza secreta con los miembros de un grupo de magos negros que pretendía traer de vuelta a la vida al llamado "círculo del infierno".
Syaoran no poseía mucha información acerca del círculo del infierno, sólo sabía que fue una de las causas principales que originaron una gran guerra de hechiceros que había tenido lugar hacía casi tres siglos, en la que participaron todos los clanes místicos de oriente e inclusive varios de occidente. Tras la guerra, el poder del círculo fue sellado por varias generaciones hasta que ese grupo de renegados intentó resucitarlo, lo que de haber sucedido hubiera ocasionado una nueva guerra.
Para lograr su propósito recibieron el apoyo de algunos de los miembros más influyentes de los clanes principales de China, quienes realizaron toda clase de maniobras que no podían ser sino tachadas de poco honorables y faltas de ética. Dichas maniobras sucias afectaron a varios de los clanes místicos del país y amenazaban con iniciar una enorme crisis, mucho peor que la que se vivió después de la gran guerra de hacía tres siglos.
Afortunadamente, el padre de Syaoran y los líderes de los clanes principales lograron detener a los magos negros antes de que alcanzaran su meta, pero las personas que se habían visto implicadas con ellos escaparon sin que se supiera con exactitud su identidad. Dado que las pruebas en contra de los sospechosos habían sido borradas, el paradero de la mayoría de los cómplices de los renegados permaneció oculto por mucho tiempo... al menos hasta ahora.
Al investigar en los últimos registros de su familia, uno de los jefes del clan ya mencionado encontró una agenda con el nombre de varios de los participantes en las acciones de los magos negros, así como pruebas comprometedoras de las mismas. Al darse a conocer la lista a los demás clanes las cosas se agravaron notablemente. Varias familias de hechiceros se sintieron indignadas con los clanes principales, y exigieron que los responsables de tan terribles crímenes fueran castigados severamente. Entre los acusados se hallaban algunos miembros del consejo de ancianos del clan Li. Los desgraciados del consejo decidieron aprovecharse del estado en que se encontraba su jefa, y se defendieron argumentando que, en la situación actual, el clan Li no podría prescindir de sus servicios. Aunque al final Irean Li obligó a los jefes del consejo a encarcelar a los implicados, los ancianos se negaron a aplicar los castigos ejemplares que los demás clanes exigían.
Cuando ese hecho se dio a conocer, varios de los clanes que alguna vez fueran aliados de los Li se volvieron contra ellos. Algo similar ocurrió en algunas de las otras familias importantes de China: Sus dirigentes se negaron a aplicar los castigos correspondientes a los cómplices de los renegados, y el resultado fue que en menos de un mes la situación se torno crítica. Varias de las acciones de los implicados comprometían directamente a muchas familias de hechiceros, los miembros de los círculos místicos exigían justicia y estaban dispuestos a conseguirla aunque fuera por mano propia. Una de las crueles ironías del destino era que, aunque el círculo del infierno nunca fue despertado, los incidentes de hace más de 20 años habían puesto tan tensa la situación que, de continuar así, no tardaría en iniciarse una nueva guerra, esta vez mucho más violenta que la de hace tres siglos.
Y uno de los clanes que corría mayor peligro era el Li: No sólo habían perdido el apoyo de varios de sus antiguos aliados, sino que además, su líder se encontraba demasiado débil como para dirigir a sus miembros en combate, por lo que en caso de una guerra se hallarían indefensos, y todo por culpa de los ancianos que se hallaban tras las rejas en esos momentos. En su afán de poder, esos estúpidos viejos sólo consiguieron poner en peligro a toda la dinastía. Ahora que había llegado el momento de pagar cuentas, nadie sabía que hacer. Si los miembros del consejo no tomaban medidas pronto, el clan Li sería completamente destruido.
Al final optaron por lo que les pareció más sensato: Como su jefa estaba indispuesta, evidentemente necesitarían la presencia de un nuevo líder, lógicamente el heredero del clan. Pero aunque necesitaban que Syaoran asumiera el mando, el muchacho aún no estaba preparado del todo para tomar la responsabilidad. A estas alturas era muy difícil que se pudiera hacer algo para evitar la confrontación, sólo una figura poderosa al frente del clan más importante de China podría lograrlo. Por ese motivo, los ancianos sometieron al joven Li a tan intensos entrenamientos durante los últimos dos meses, necesitaban que el muchacho estuviera preparado lo antes posible para tomar el puesto del líder y responder ante los otros clanes como representante del clan.
Desde el punto de vista de Syaoran, la situación se resolvería fácilmente si los ancianos accedieran a pasar por armas a los implicados, tal como lo demandaban los otros clanes, pero los viejos del consejo argumentaban que no era conveniente perder a algunos de sus miembros más antiguos dado que sus conocimientos de magia podrían ser útiles a futuro, además de que afectaría a la imagen del clan ceder tan fácilmente a ese tipo de peticiones (una excusa tonta, de todas maneras, la imagen del clan ya se había visto afectada).
Ante la continua negativa de castigar a los culpables como era debido, era muy poco probable que los clanes agredidos se mostraran condescendientes con los Li, menos si su jefe resultaba ser un chiquillo de sólo dieciséis años que evidentemente no tenía experiencia alguna para lidiar con los altos rangos de los círculos místicos. Los miembros del consejo decidieron entonces cambiar de estrategia, su nuevo plan consistía en formar nuevas alianzas con otras familias de hechiceros con las que los Li no habían tenido contacto previo, principalmente aquellas que residieran fuera del país. Dichas familias podrían servir de apoyo en caso de que la guerra se llevara a cabo.
Hace apenas dos semanas anunciaron que comprometerían a Syaoran con la hija del jefe de uno de esos clanes. Mediante esa alianza matrimonial tendrían garantizada la lealtad de uno de los clanes más poderosos de oriente que no tardaría en socorrerlos en caso de crisis. Sin embargo, antes de poder anunciar el compromiso formal, era indispensable que Syaoran rompiera su noviazgo con la joven hechicera que vivía en Japón. Trataron de persuadirlo argumentando que "una chiquilla que no desciende de ninguna familia de hechiceros, y que ni siquiera ha recibido la preparación adecuada en cuanto a magia, simplemente no merece ser la esposa del jefe del clan Li."
A Syaoran los ancianos no lo engañaban. Él sabía perfectamente que sólo era una excusa, pues les convenía más a los viejos llevar a cabo la alianza matrimonial. Era evidente que a ellos sólo les preocupaba salvaguardar su propia seguridad, no les importaba lo que llegara a sucederle a la familia Li o a su líder, sólo buscaban salir bien librados de la situación. Syaoran realmente los aborrecía, una vez que la crisis pasara no dudaría en acabar con ese maldito consejo antes de que terminara hundiendo a su familia en la ruina.
Desgraciadamente, los ancianos le habían hecho una amenaza contra la que no podía hacer nada: A menos que cumpliera con sus ordenes y aceptará la decisión del consejo, no le concederían el cargo de líder, lo cual era más peligroso pues equivalía a dejar al clan en completo desamparo. Los viejos sabían que al final Syaoran cedería a sus peticiones, después de todo, se percataron de que todos sus intentos por eliminar la compasión en el muchacho fueron inútiles, el joven Li no se atrevería a permitir que su madre y sus hermanas estuvieran en peligro por culpa de la guerra.
Sakura escuchó atentamente todo lo que dijo Syaoran, un velo de miedo no tardó en cubrir su rostro. Ahora comprendía porque no se había comunicado con ella, la situación era terrible. Empezó a temer por él y por su familia, si la guerra se llevaba a cabo, todos ellos estarían en grave peligro. Pero además había otra cosa que le preocupaba.
-"Y al final... ¿p-piensas aceptar tu compromiso?"- Preguntó con voz trémula, estaba aterrada de saber la respuesta.
-"No lo haré."- Respondió el otro de manera cortante.
-"Pero... deberías hacerlo. Si no lo haces tu familia estará en serios problemas. Algo terrible podría sucederles. Sí se trata de eso yo..."- Sakura respiró hondo, lo que estaba por decir era muy duro para ella. –"Yo con gusto me haré a un lado... Si necesitas romper tu relación conmigo, lo aceptaré..."
La muchacha bajó la vista al suelo mientras nuevas lágrimas empezaban a formarse, mismas que intentaba detener. En realidad no quería terminar su noviazgo con él, lo amaba demasiado, pero por esa misma razón debía hacerlo. Sería muy egoísta de su parte retenerlo a su lado, él tenía una responsabilidad muy importante que cumplir. Si no lo hacía, su familia pagaría el precio. Eso era algo que ella no podía permitir, no podía dejar que la familia de Syaoran corriera peligro por culpa suya, y si para protegerlos él debía terminar con ella y contraer matrimonio con otra persona, lo aceptaría... lo tendría que aceptar.
Syaoran se paralizó después de escuchar sus palabras, volteó a mirarla y observó las lágrimas que escurrían por sus mejillas.
-"No... claro que no..."- Dijo mientras tomaba su rostro entre sus manos y acariciaba sus mejillas empapadas. Le miraba a los ojos con esa mirada tan penetrante que es característica suya. –"No te dejaré. Te amo demasiado como para abandonarte así."
-"P-pero... tu familia, ellos... ellos estarán en grave peligro si tú no..."
La muchacha no paraba de llorar, sin mencionar que le costaba trabajo hablar debido a la intensidad reflejada en los ojos de Syaoran. El muchacho suavizó su mirada y la abrazó contra su pecho.
-"Ya lo sé. Sé que si no contraigo matrimonio como el consejo me lo ordena, no me dejaran asumir el cargo y mi madre y mis hermanas estarán en grave peligro. Pero no voy a dejarte, no lo haré. No me malinterpretes, yo también estoy preocupado por mi familia, pero el que la situación esté tan mal no justifica que deba abandonarte."- Nuevamente la miró a los ojos mientras volvía a limpiar sus lágrimas. –"Te amo, Sakura. Por ello es que no voy a casarme con otra persona aunque se me obligue a ello. Lo que los ancianos quieren no es proteger al clan Li, ellos sólo buscan sus propios intereses. Mediante la alianza matrimonial no sólo recibirán apoyo para la guerra, sino que una vez que la crisis haya terminado, podrán adueñarse de la riqueza de esa familia al integrarla al clan Li. ¿No lo ves?, esos viejos no buscan el bienestar de mi familia, sólo buscan su propio beneficio. Además, han querido arruinar mi vida desde que era un niño. Sé que harían cualquier cosa con tal de hacerme desdichado, incluso separarme de ti. Si lo consiguen estarán matando dos pájaros de un tiro."
-"P-pero..."
-"Además, tú y yo hemos comprobado que siempre hay más de una salida a los problemas. ¿No lo recuerdas?"- Dijo señalando hacia el escritorio, específicamente, hacia la fotografía que se tomaron en Tomoeda Yuuen después de la pelea contra Void.
-"Sí, tienes razón."- Le sonrió mientras apoyaba su cabeza en su hombro. -"¿Y... qué podemos hacer?"- Preguntó esperando poder ser útil en algo.
Syaoran lucía cada vez más preocupado.
-"Lo he estado pensando mucho y he llegado a una decisión. Es un tanto arriesgado y de hecho no sé si tendré el nivel de magia apropiado, pero es lo único que me queda, ya lo he intentado todo y esta es la última opción."- Syaoran tomó aire antes de continuar, Sakura pudo ver decisión en su mirada, pese a que también se vislumbraba algo de temor en ella. –"Voy a liberar la espada del leviatán."- El rostro de la muchacha se puso blanco al escuchar el nombre del arma. Syaoran procedió a explicarlo. –"Es una espada muy poderosa que fue forjada por un herrero del clan Li hace 700 años. Ha sido usada por el guerrero más fuerte del clan a lo largo de 12 generaciones. Mi padre fue el último en utilizarla, a permanecido sellada por lo últimos años desde su muerte. Estoy seguro de que si logro romper el sello podré usarla para evitar la guerra y castigar a los que ocasionaron todo esto. Esa espada puede brindarle mucho poder a quien la tenga en sus manos..."
-"¡Se te ha olvidado decir algo!"- Interrumpió Sakura. –"Sé perfectamente lo que es capaz de hacer esa espada y sé que así como puede brindar gran poder a su portador, ¡también puede destruirlo!"
El muchacho estaba sorprendido de que su novia conociera la historia de aquella arma.
-"Sakura, ¿pero cómo es que tú...?"
-"¡Eso no importa! ¡Lo importante es que no te dejaré hacerlo! Lo que pretendes hacer es demasiado peligroso. No voy a permitir que te arriesgues."
Hacía algún tiempo, Kero y Yue le comentaron a Sakura sobre la dichosa espada, la muchacha no recordaba porque motivo habían tocado ese tema durante una de sus conversaciones, sólo recordaba la siniestra forma como Kero describió al arma: "Un arma poderosa sin duda, pero quien la liberara tendría que firmar un pacto de sangre con ella. Eso significa que la vida del espadachín estará ligada eternamente a la espada, por lo que si la espada es destruida, el espadachín morirá. Además, ese no es el principal riesgo. Sólo alguien con un nivel de magia extremadamente elevado puede romper el sello que aprisiona al arma, si la persona que lo intenta no tiene el poder suficiente, la espada no firmará el contrato con él y tomará su vida como ofrenda antes de volver a sellarse. Es por ello que sólo doce guerreros en toda la historia del clan Li han conseguido blandir esa espada. Todos los demás que lo intentaron, perecieron."
Sakura no iba a permitir que Syaoran arriesgara su vida de esa forma, aunque el joven chino no tardó en protestar.
-"Pero Sakura, entiende que si no lo hago..."
-"¡No! ¡Entiéndelo tú, Syaoran Li!"- Dijo levantándole la voz, era la primera vez que Syaoran veía a Sakura tan enfadada, aunque en su mirada podía apreciarse toda la preocupación que sentía por él. –"Tú dijiste que no estabas seguro de tener el poder suficiente para romper el sello, que tal si lo intentas y fracasas, la espada te destruirá y entonces será mucho peor. Tú familia quedará completamente desvalida sin ti. ¡¿No te das cuenta?! Eres muy importante para demasiadas personas. Sin ti, tú familia no tendrá oportunidad de salir adelante si llegan a iniciar la guerra. ¿Qué pasará con ellos entonces? Estarán a merced del consejo de ancianos, y no creo que sus miembros estén dispuestos a hacer algo para salvarlos si el clan llega a correr peligro. Además, piensa en la tristeza que sentirán si te pierden. ¿Aún crees que no le importas a nadie? Piensa en el dolor que sentirán tu madre, tus hermanas, y Meiling y Wei. Ellos te quieren mucho, sufrirán bastante si mueres. ¿No has pensado en su dolor?...."- La muchacha comenzó a llorar de nuevo. –"¿No has pensado en mi dolor?... Yo también te amo. Ya he estado a punto de perderte antes. No quiero que te pase nada malo, no podría soportarlo. Me volvería loca si llegaras a morir. Crees que yo y todos los que te queremos no vamos a sufrir si algo terrible te sucede. ¡Es por eso que no voy a permitir que cometas esa locura! ¡No voy a dejar que te pongas en peligro! Tiene que haber otra forma, tú mismo acabas de decir que los problemas nunca tienen una sola salida. Tiene que haber otra manera de solucionar la crisis sin que tú te tengas que arriesgar."
Syaoran se sintió como un gusano al verla llorar de esa manera. Aún no tenía el nivel adecuado para emprender semejante misión, además, aunque liberara la espada exitosamente, nada podía garantizarle que con ella sería suficiente para poner fin a la crisis. ¡En que demonios había pensado cuando se le ocurrió semejante idea! No sólo no consideró los sentimientos de Sakura, sino que además se olvido también de sus seres queridos. Ella tenía razón, ellos sufrirían enormemente si alguna desgracia llegaba a sucederle. No podía ocasionarles ese pesar.
-"¡Perdóname! ¡Perdóname!"- Dijo mientras se ponía a llorar también y la abrazaba con mayor fuerza. –"Soy un tonto, no me había percatado del daño que podría ocasionarles si continuaba con eso. No quise angustiarte, perdóname."
La muchacha le sonrió entre lágrimas mientras acurrucaba su rostro junto al de él.
-"¿Pero entonces que haremos?"- Preguntó el muchacho, todavía preocupado.
-"No estoy segura, pero sea lo que sea, te ayudaré en todo lo que pueda."
-"No quisiera involucrarte. Puede ser demasiado peligroso para ti. Además no le agradas mucho al consejo, aunque mi madre te aprecia mucho."
-"Ese es todo el apoyo que necesito."- Sakura volvió a mirarle a los ojos. –"No me importa que tan peligroso llegue a ser. Sé que tu deber es proteger a tu familia. Yo quiero ayudarte... voy a ayudarte. No podemos abandonarnos en este momento. Tal como tú lo dijiste, si nos separan, matarán dos pájaros de un tiro. Debemos permanecer juntos. No puedo permitir que cargues tú solo con la responsabilidad, no sería justo ni para ti ni mucho menos para mí. Todos los obstáculos por los que hemos tenido que pasar y todos los peligros que hemos enfrentado los hemos superado juntos. Nada ha sido capaz de vencernos porque nos hemos apoyado y hemos confiado el uno en el otro. Nada nos vencerá mientras sigamos haciéndolo. Es ahora cuando más nos necesitamos. Debemos seguir apoyándonos mutuamente si queremos alcanzar nuestra felicidad e impedir que nos la arrebaten. No vamos a permitir que nos separen, vamos a luchar por nuestra felicidad, sin importar cuales sean las consecuencias."
Él la miró sorprendido, nunca la había escuchado hablar de esa forma. A pesar de estar llorando, en sus ojos se podía ver una valentía inmensa, había tanta determinación en sus palabras, era el momento de mayor fortaleza en la que la había visto. En verdad había sido muy egoísta al intentar alejarla de sus problemas, se había olvidado del enorme valor que ella poseía. Debió recordar que, con tal de proteger y ayudar a sus seres queridos, Sakura era capaz de todo, hasta de sacrificarse a sí misma.
-"Tienes toda la razón."- Le dijo sonriéndole. -"Si queremos solucionar esta crisis debemos estar juntos. No vamos a permitir que nadie nos separe."
-"No dejaremos de luchar, ¿verdad, Syaoran?"
-"No, no dejaremos de hacerlo. Sakura..."
-"Syaoran..."
Se sonrieron mutuamente mientras se abrazaban. Permanecieron mirándose el uno al otro largo tiempo. Poco a poco sus rostros comenzaron a acercarse, no pasó mucho antes de que sus labios se unieran. Permanecieron besándose por largo rato. En esta situación tan difícil, lo que más necesitaban era del apoyo y del cariño que pudieran brindarse entre sí, se necesitaban mutuamente. Se sentían felices de poder estar juntos de nuevo, aunque fuera solo por un momento, antes de tener que enfrentar el desafío tan grande que se encontraba ante ellos. Se olvidaron por completo de todo: de la guerra que se avecinaba, del consejo de ancianos, del compromiso de Syaoran, de la dichosa espada del leviatán. Lo único que deseaban era poder compartir un momento a solas, antes de tener que preocuparse por la crisis en China.
Se miraron a los ojos nuevamente, sus mentes comenzaron a perderse en sus miradas. Ya no les interesaba nada, sólo querían estar juntos. Llevaban demasiado tiempo separados y ya no lo soportaban más, se amaban demasiado como para seguir tolerándolo. Sus labios siguieron tocándose, el fervor entre los dos incrementaba con cada beso. Ahora que por fin se hallaban cerca no iban a dejar que nada ni nadie interrumpiera ese bello momento.
Continuaron besándose, cada vez con mayor intensidad. Algo era diferente en esta ocasión, había un elemento que no se parecía en nada a ninguna de las veces anteriores que se habían besado. El calor aumentaba y la pasión empezaba a desbordarse. La cercanía entre sus cuerpos producía un estremecimiento que los recorría por completo. En cualquier momento sus cerebros dejarían de funcionar dando rienda suelta a sus sentimientos.
Syaoran ya no pudo contenerse, su corazón se lo estaba pidiendo a gritos. Comenzó a besar con vehemencia el rostro de Sakura, mientras, con sus manos, recorría todo lo que podía del suave y tierno cuerpo femenino que mantenía estrechado en sus brazos. Ya no aguantaba más, estaba por perder la cabeza. Sus labios empezaron a descender por el cuello de la chica, dejando un rastro ardiente a su paso.
Sakura lanzó un fuerte suspiro ante la sensación tan agradable que le producía tener los labios de Syaoran sobre su piel. Sólo podía pensar en lo maravilloso de estar abrazando de nuevo a su amado novio. Una serie de ideas regresaron a su mente: lo que Tomoyo le había dicho mientras regresaban a casa, lo que ella misma se dijo poco antes de quedarse dormida, y lo que soñó antes de que él la despertara... Ese sueño... Todo indicaba que "eso" estaba por suceder.
Un extraño escalofrío recorrió la espalda de la joven, sintió miedo. Nunca antes había hecho algo así en su vida, tampoco sabía si estaría bien hacerlo cuando ambos eran tan jóvenes. Sin embargo no se separó de él, sin importar el miedo que le provocaba la idea, realmente eso era lo que deseaba, no podía luchar contra su cuerpo y menos contra su corazón. Lo amaba demasiado, lo había extrañado muchísimo. Esos dos meses en los que no le había enviado ni una carta se le habían hecho insoportables. Aún cuando hubiera un mar y varios kilómetros de tierra, el recibir sus cartas le permitía sentirlo cerca de ella. Al no saber nada de él, se sintió sola, sintió que de verdad estaban separados.
Habían sido dos meses demasiado largos, tanto para ella como para él. Necesitaba saciar su sed de amor de alguna manera, y la forma tan apasionada como Syaoran la besaba le hacía suponer que el muchacho deseaba lo mismo. Podía percibir como sus auras mágicas empezaban a mezclarse, como la energía que los rodeaba parecía querer disolverlos en uno sólo. Se tranquilizó. Después de todo, sabía muy bien que él no la lastimaría. Él era lo único que abarcaba su mente en ese momento. ¿Por qué seguir dudando? Después de todo, no había mejor manera de demostrarle lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo había extrañado, que entregándole su ser.
-"Syaoran... yo... yo quiero... quiero que tomes mi cuerpo..."- Dijo suspirando, casi como un murmullo.
Las palabras de Sakura hicieron reaccionar el cerebro de Li. No pasó mucho antes de que el muchacho regresará a la realidad y diera su obvia respuesta: -"¡¡¿Tu qué?!!"
Syaoran se estremeció por completo, se separó de ella bruscamente, respiraba bastante agitado, trataba de recobrar el control y reordenar las ideas en su cabeza. Sakura se le quedó mirando bastante confundida: Hace unos instantes, él la estaba besando y acariciando ardorosamente, justo en el momento en que le reveló lo mucho que lo deseaba, él se apartó de ella así nada más. La muchacha se afligió. ¿Acaso él no quería lo mismo que ella?
- "Syaoran, ¿qué sucede?" – A pesar de la pregunta, él se mantenía mirando en otra dirección, se veía bastante nervioso.
-"S-Sakura, ¿e-estás completamente segura d-de lo que estás d-diciendo?"
-"Sí, es que acaso... tú no deseas lo mismo…"- Una expresión de desolación se anunciaba en el rostro de la joven. –"Perdóname, no quise asustarte, es sólo que yo..."
Syaoran volteó a mirarla, se acercó a ella y la abrazó.
-"No, no es eso. Es sólo que no me parece que sea algo muy adecuado en este momento."
-"Lo dices por el consejo de ancianos, ¿verdad? Me imagino que te ocasionaría muchos problemas si yo quedara embarazada. Probablemente lo considerarían una deshonra y te desterrarían del clan."- Dijo mientras acurrucaba su cabeza en el pecho del muchacho, lágrimas amenazaban con derramarse de nuevo. Él la apretó con mayor fuerza.
-"No es sólo por eso. En realidad, creo que las leyes del clan me obligarían a casarme contigo, me harían un enorme favor en ese caso."- Sonrió ligeramente. –"Aunque temo que tu hermano y tu padre se enfadarían mucho."
-"No te preocupes por eso."- Volteó a mirarlo. –"Sé que mi padre y mi hermano lo entenderían.... Bueno, a Touya le tomaría tiempo pero tarde o temprano se haría a la idea."- Dijo nerviosa mientras una enorme gota de sudor aparecía en su nuca. Ya se imaginaba a Touya persiguiendo a Syaoran con una metralleta o una bazooka si eso sucedía.
La voz de Syaoran interrumpió sus pensamientos.
-"En realidad, Sakura, no se trata de eso, es sólo que, bueno, yo…"-
El muchacho tragó aire. Necesitaba reunir valor. Él ya sabía que podía hablar con Sakura de cualquier asunto, la confianza que existía entre los dos era muy grande, sin embargo, eso no evitaba que se sintiera apenado al tener que hablar con ella sobre sexo. Estaba muy ruborizado.
–"La verdad Sakura, desde hace mucho que he estado soñando con que ese momento llegue. Han sido varias las noches en que he tenido ese mismo sueño."- Suspiró. –"Poder besarte, abrazarte, acariciarte... Si supieras lo maravilloso que para mí sería todo eso."
Syaoran empezó a acariciar sus cabellos, abrazándola con mayor fuerza. Ella se sonrojaba levemente mientras continuaba escuchándolo.
-"Recuerdo que me despertaba por las noches y no dejaba de sentirme mal por lo que había pasado en mis sueños. No dejaba de considerarme un pervertido al soñar con todo aquello. Al final tuve que reconocer que no había nada de malo en eso."- Syaoran bajo la vista hacia Sakura y notó que ella lo miraba en forma interrogante, él se sonrojó un poco más. –"No me malinterpretes Sakura. Tú eres mucho más que eso para mí, pero no dejaba de preguntarme como sería poder estar en una situación como esa… contigo. Sólo me atrevería a hacer algo así contigo."
Sakura sonrió.
-"Syaoran..."
El muchacho seguía rojo como tomate.
-"Aunque no quisiera confesarlo, en realidad eran sueños maravillosos. En ellos podía hacerte mía y ser tuyo a la vez. Podríamos estar solo tú y yo, juntos, sin que nadie nos molestara. No te imaginas la frustración por la que pase varias noches al despertar para descubrir que todo había sido una ilusión."- el muchacho se ruborizó mucho más todavía (Nota del Autor: Si es que es posible sonrojarse hasta ese grado sin desmayarse por la falta de sangre en el resto del cuerpo) –"Pero nunca te pedí que hiciéramos algo así porque supuse que te asustarías. Lo menos que hubiera querido hubiera sido forzarte a hacer algo que no quisieras o para lo que no te sintieras preparada. Créeme que si así fuera, preferiría cástrame antes que obligarte a tener relaciones conmigo sin que lo desees."
-"Syaoran..."
La sinceridad en sus palabras hizo que la muchacha se ruborizara más, no imaginaba que él también deseara tener esa clase de experiencias con ella. Ella deseaba lo mismo que él, no sólo por el sexo sino porque de verdad lo amaba, aunque ella había comenzado a tener esa clase de sueños hacía muy poco.
El muchacho bajo la mirada avergonzado. Ella le sonrió colocando una de sus manos sobre su mejilla.
-"Pero Syaoran, tú nunca me has forzado a hacer nada que no quiera. Por el contrario. Yo siempre he deseado estar contigo porque realmente te quiero, no porque en algún momento me haya visto obligada a ello. Créeme que yo también deseo hacer eso contigo."- Se puso más roja. –"Yo también he tenido esa clase de sueños que mencionas, y al igual que tú, también pienso que han sido maravillosos."
Sobra decir que la mandíbula del muchacho tocó el suelo tras oír esa respuesta.
-"¡¡¡Sakura!!!"
-"Tampoco pongas esa cara, ja, ja, ja." - Sakura rió ligeramente. –"No soy tan inocente como parezco, ¿eh?"
Ella le sonreía en forma juguetona, de repente su mirada se tornó seria.
–"Dime Syaoran, ¿qué es lo que te preocupa realmente? Yo ya te dije que deseo hacer el amor contigo, si tú también quieres lo mismo entonces porque consideras que no es una buena idea. Algo te está preocupando, y si no es por el consejo de ancianos, entonces ¿por qué?"
El muchacho volvió a tragar aire antes de responder.
-"Tengo miedo."- Dijo bajando la mirada una vez más. –"Tengo mucho miedo. Yo nunca he hecho algo como eso. ¿Qué tal si no soy capaz de satisfacerte? Me sentiría como un inútil. No sería más que un imbécil que no es capaz ni de hacer sentir placer a la mujer que ama. ¿Qué sucederá si lo hacemos y las cosas no resultan bien? ¿Qué tal si nos decepcionamos y alguno de los dos deja de dirigirle la palabra al otro? He estado tan cerca de perderte en estos últimos meses. Créeme que yo nunca me atrevería a hacer algo que te lastimara, mucho menos algo que te alejara de mí."
El muchacho parecía querer llorar, pero retenía las lágrimas mucho mejor de lo que lo hacía Sakura. Ella le miró comprensiva y acarició su mejilla con ternura. Colocó su mano en su barbilla y agachó la cabeza para mirarlo a los ojos.
-"Temes que si hacemos el amor y las cosas no resultan, yo dejaré de amarte."- Él asintió con tristeza. –"¡Por Dios! Syaoran, eso es ridículo. Mis sentimientos por ti tendrían que ser demasiado superficiales para hacerlos a un lado sólo por eso. No debes sentirte mal. Yo... también tengo miedo, pero sé que tú no me lastimarías. Sé que podremos salir adelante en esto. Siempre hemos sido muy unidos en todo lo que hacemos juntos, ¿por qué no también en algo como esto? Además, será sólo la primera vez. Siempre habrá una segunda vez que podrá ser mejor todavía... Porque habrá una segunda vez, ¿verdad, Syaoran?"- La muchacha le sonrió al hacer esta última pregunta, quería darle a entender que se mantendría a su lado sin importar lo que pasara.
El muchacho se sintió animado de nuevo, sus palabras le dieron confianza. Había tanta sinceridad y ternura en sus ojos. Él tampoco la abandonaría, sonrió ligeramente mientras llevaba una mano a sus cabellos.
-"¿De verdad deseas hacerlo?"
La intensidad en la mirada de la joven aumentó.
-"Sí, claro que sí."
Continúa...
