Syaoran suspiró, en verdad no podía creer que ella deseara hacer "eso", sobre todo con él. A pesar de los nervios se sentía feliz, podría compartir su primera relación con Sakura, algo que desde hace mucho había soñado. Ella tampoco podía creer que de verdad fueran a hacerlo, tenía algo de miedo, iba a perder su virginidad, pero no le importaba si a quien debía entregársela era a él. Se recostaron sobre la cama, uno al lado del otro. Él la miraba a los ojos con ternura, no dejaba de acariciar sus cabellos.
-"Por favor, prométeme que serás honesta conmigo. Si llego a hacer algo que te hace sentir incómoda, sólo dímelo y me detendré."
-"Lo haré."- Le sonrió con mayor dulzura.
El muchacho respiró hondo. Estaba demasiado nervioso. Ella se encontraba igual, pero confiaba en que todo estaría bien.
-"Y... bueno... ¿qué se supone que tengo que hacer?"
-"Tócame, Syaoran..."- respondió ella, casi como un suspiro.
El muchacho acercó sus manos tambaleantes hacia el pecho de la joven, titubeó poco antes de que se posaran sobre él. Sakura decidió ayudarlo, colocó sus manos sobre las de Syaoran y las acercó lentamente hasta ponerlas sobre sus senos. La joven suspiró suavemente al sentir como la acariciaba por encima de la ropa. A pesar de la tela de la pijama, Syaoran podía sentir la calidez y suavidad de los pechos de Sakura. Esa sensación le resultaba muy agradable. Empezó a recordar las palabras que dijo Wei.
-"Él tiene razón."- Pensó. –"No vale la pena tener miedo. Sólo debo concentrarme en hacerla feliz y demostrarle cuanto la amo."
Se acercó a ella para besarla. Ella lo abrazó mientras removía su chaqueta y empezaba a subirle la camisa. Él se percató de sus intenciones y le ayudó, despojándose de la prenda. Después comenzó a desabrochar los botones de su pijama. No pasó mucho antes de que la dejara cubierta únicamente por su ropa interior.
Se besaron apasionadamente, ella acariciaba su espalda mientras él no paraba de frotar sus cabellos. Rodaron sobre la cama, quedando Sakura encima de él. Empezó a besar la barbilla del muchacho, luego su cuello y después sus mejillas hasta acercarse al lóbulo de su oreja, mordisqueándolo con suavidad. El muchacho gruñó ligeramente aunque la sensación le resultaba placentera. Ella empezó a pasar sus suaves manos por encima de su pecho, acariciando y delineando cada músculo. Llegó a su abdomen y después a su cintura, no tardó en desabrocharle el pantalón y retirárselo. Después volvió a abrazarlo, pasando sus labios por encima de su torso.
El muchacho suspiró sin poder hacer nada, salvo abrazar a la muchacha encima de él, estaba encantado de sentir como sus delicadas manos lo recorrían, comenzó a acariciar esa suave y delicada figura. La besó de nuevo, sus manos pasaron por sobre sus cabellos y espalda, hasta llegar al broche del sostén. Le costó algo de trabajo pero finalmente lo desabrochó, la muchacha entonces se sentó encima de su cintura, permitiendo que él terminará de desprender la prenda. Quedó maravillado al verla frente a él, con sus hermosos y blancos pechos al descubierto y una sola prenda de algodón escondiendo su intimidad. Nunca había visto algo tan precioso en su vida, estaba deslumbrado.
-"¡Eres tan hermosa!"- Suspiró.
La joven se sonrojó, agachando la cabeza un tanto apenada. Se sentía intimidada por los ojos del muchacho, que la observaban con mayor intensidad que nunca. La mirada del joven de origen chino era muy extraña, en ella se apreciaban lujuria y deseo, combinados con amor y ternura. La abrazó contra él y la besó con mayor fuerza. La sensación que producía el contacto entre sus pieles desnudas era indescriptible, nunca habían sentido algo como eso en sus vidas.
La recostó suavemente sobre las sábanas, colocándose a su lado. No paraba de acariciarla mientras le inundaba su rostro y cuello con sus besos. Sus manos pasaban por sobre su espalda, sus cabellos, su cuello, su cintura... Sakura disfrutaba de sus caricias y correspondía a sus besos, acariciando sus mejillas. De vez en cuando llevaba una mano a su abdomen, divirtiéndose con lo extrañamente cosquilludo que resultaba Syaoran en esa parte.
Los labios del joven de origen chino descendían lentamente a lo largo del rostro de la maestra de cartas, pasando posteriormente por sobre su cuello y su clavícula. Ella sólo suspiraba y gemía suavemente al sentirlo besar y mordisquear por encima de sus hombros. Syaoran dirigió su mirada hacia los pechos de Sakura, se sentía extrañamente atraído por ese par de montecillos que adornaban el pecho de la joven.
-"¿P-puedo... tocar?"- Preguntó acercando su mano a uno de ellos, sin dejar de besarla.
Ella sólo asintió sin dejar de suspirar. Syaoran aproximó su mano lentamente, tomó uno de los pechos en ella y lo acarició, apretándolo levemente. La sensación de suavidad y calidez que desprendía ahora era mucho mayor que cuando lo tocó por encima de la tela de la pijama. Acercó su rostro a ellos, frotándolos suavemente con sus mejillas, después comenzó a besarlos, arrancándole mayores suspiros a Sakura, que llevó una de sus manos a los cabellos del muchacho, acariciándolos, dándole a entender que disfrutaba con lo que él hacia.
Syaoran lamió ligeramente uno de los pezones de Sakura para después atraparlo con sus labios, succionándolo muy despacio. Tomó su otro seno con la mano que tenía libre y lo acarició, jugueteando con el otro pezón con su dedo índice, haciendo movimientos circulares sobre de él. Sakura sólo suspiraba y gemía con suavidad, las sensaciones de placer enviaban deliciosos espasmos a su sexo. Comenzó a sentir como sus pantaletas empezaban a humedecerse. Arqueó la espalda hacia atrás para darle al muchacho mayor espacio para maniobrar.
Después de un rato, Syaoran dejó de juguetear con los senos de Sakura y regresó a besar su rostro. Ella respondió buscando sus labios. Una de las manos del muchacho descendió por el abdomen de la joven hasta llegar a su ropa interior. No sabía si era lo suficientemente digno de profanar esa zona, pero una sonrisa de parte de su novia le animó a hacerlo. Comenzó a acariciarle por encima de la tela de algodón. La muchacha suspiraba mientras le besaba de nuevo. Fue entonces que Syaoran introdujo su mano dentro de las pantaletas.
Apenas sintió la mano del muchacho sobre su sexo, Sakura dio un gemido y rompió el beso, pero él volvió a aprisionar sus labios entre los suyos con fiereza. Llevó su mano libre hacia sus senos, acariciándolos, mientras que su otra mano recorría los pliegues del sexo de la muchacha, palpando el interior, sintiendo la humedad y calidez que emanaba del mismo.
Ella colocó una mano sobre el rostro del muchacho, respondiendo a su beso con ferocidad. Colocó su otra mano sobre la de Syaoran, ayudándole a remover las pantaletas. Lo guió con ella, mostrándole como le gustaba que la acariciara, en que puntos exactos debía tocarla. Él sólo respondía a sus movimientos, satisfaciendo los deseos de su amada. La joven no dejaba de suspirar ni de gemir, él sólo se concentraba en besar sus mejillas y su cuello, sin dejar de acariciar su intimidad.
Continuó estimulando sus partes íntimas sin que ella parara de gemir con placer. Después de un rato, comenzó a descender con sus labios nuevamente, pasando por sobre los senos y el vientre de la chica hasta llegar a su entrepierna. Besó y mordisqueó la cara interna de sus muslos mientras acariciaba sus piernas hasta donde sus manos le alcanzaban. Después fijo su mirada en un punto en especial: el lugar más íntimo y más preciado de Sakura, que se encontraba frente a él como un hermoso capullo en flor.
Se acercó con cautela y empezó a recorrer el lugar con sus labios, abriendo los pétalos con cuidado e introduciendo su lengua al interior para probar los deliciosos néctares de la delicada flor. Sakura sólo cerró los ojos y gimió mientras apretaba sus puños en las sábanas. El éxtasis era intenso, nunca antes había sentido tanto placer en su vida. Syaoran continuó bebiendo mientras acariciaba y jugueteaba con las piernas de la joven, que se retorcía y suspiraba ante la enorme excitación que estaba sintiendo.
Sakura llevó sus manos a sus pechos, acariciándose ella misma sin dejar de gemir. Entreabrió los ojos y observó a Syaoran, que seguía probando de su interior. Acercó su mano al cabello del muchacho y lo acarició con suavidad, incitándole a que continuara. Syaoran sació su sed poco antes de que ella alcanzará el clímax. Se incorporó de la cama para contemplarla. La expresión de placer y satisfacción en el rostro de su amada le hizo sentir alegría, al final había sido capaz de hacerla sentir placer. Ahora ya no había porque tener miedo.
Se quitó lo único que le quedaba de ropa y volvió a recostarse a su lado, besándola en la frente. Ambos yacían desnudos en la cama, uno al lado del otro, sin dejar de recorrerse con la mirada. Ella estaba fascinada al ver el cuerpo desnudo de su novio, fortalecido por los duros entrenamientos a los que lo habían sometido. El seguía maravillado por su belleza, nunca pensó que tendría la oportunidad de tener a un ser tan hermoso entre sus brazos. Había llegado el momento de dar el paso definitivo, pero era necesario cerciorarse primero.
-"Estamos llegando al punto sin retorno. Estás completamente segura de esto, ¿no preferirías detenerte?"
-"Te amo."- le respondió sonriendo. –"No me detendría ahora, ni aunque me obligaran a ello."
La sonrisa de él se acentuó.
-"Espera un momento, por favor."- le dijo mientras se dirigía al borde de la cama y empezaba a esculcar entre sus ropas tiradas en el suelo. Finalmente encontró lo que había estado buscando en los bolsillos de su pantalón. De su billetera, sacó el preservativo que había estado guardando. Sakura se sorprendió al ver que él ya venía preparado. El muchacho se ruborizó y procedió a explicar antes de que ella pensara mal de él.
-"Wei me lo dio."- Dijo nervioso. –"Me dijo que siempre es bueno llevar uno en la billetera, ya que nunca sabes cuando puedes necesitarlo."
-"¿Nunca te he dicho lo inteligente que me parece Wei?"- Respondió Sakura, sonriendo seductoramente.
Él respondió a su sonrisa y se acercó a ella de nuevo. Abrió el paquete de plástico que contenía al objeto de látex y se lo colocó. Ella le abrazó besándole, aunque algo de preocupación volvió a aparecer en el rostro del muchacho.
-"Tú... tú ya sabes que esto va a ser doloroso verdad."
Ella no dejo de sonreírle.
-"Lo sé, y como ya te dije, también sé que tú nunca me lastimarías a propósito."
La mirada amorosa de la joven le dio confianza al muchacho para proseguir. La siguió acariciando mientras la abrazaba. Seguían estando de costado, frente a frente, ella rodeó su cintura con una de sus piernas y él se acercó, introduciéndose lentamente en su interior, cautivado por esa sensación de calor y suavidad que emanaba de ella. Finalmente sus cuerpos se unieron. Ella no tardó en dar un grito después de que él atravesara la barrera, lágrimas escurrieron por su rostro. Syaoran se asustó al verlas.
-"Perdóname, n-no era mi intención, yo no quería..."- Dijo angustiado, pero ella le interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.
-"No... no te preocupes. Estoy bien, sólo... sólo necesito un poco de tiempo."- Dijo ella, sonriendo lastimeramente, a pesar de las lágrimas.
La sensación en verdad era dolorosa para ambos, tanto para ella por ser la primera vez, como para él, que no soportaba hacerle daño. Sabía que era su deber hacer algo para que ella superara el momento con mayor facilidad. La apretó fuertemente contra sí. Besó sus mejillas y después su cuello mientras estimulaba sus pechos con una mano y acariciaba su espalda y sus cabellos con la otra. Intentaba distraerla del dolor.
En poco tiempo el dolor desapareció, dando pasó a una nueva serie de sensaciones, desconocidas para ambos, pero sin duda majestuosas. Ella enrolló sus piernas alrededor de su cadera y él comenzó a moverse despacio, haciéndola suspirar. Rodaron hasta que él quedó encima de ella, comenzó a penetrarla con suavidad mientras ella levantaba sus caderas al encuentro de las de él. Al principio, sus movimiento fueron torpes, poco a poco fueron marcando el ritmo. Lo hacían lentamente, sin apresurarse, era mejor pasar el momento con tranquilidad, de ese modo disfrutarían más. Las sensaciones se volvían cada vez más intensas conforme continuaban. Él tuvo que detenerse un par de veces, tratando de evitar terminar antes de tiempo, no quería arruinar el momento.
No dejó en ningún momento de estimular a Sakura, le besaba continuamente sin dejar de acariciar hasta donde sus manos podían. La sangre comenzó a correr por sus venas a caudales, sus corazones latían aceleradamente, sus respiraciones eran agitadas, no paraban de sudar. Mantenían los ojos cerrados, sus gemidos eran débiles, algo tímidos.
Entreabrió los ojos para contemplarla. Su hermoso rostro, en el que se dibujaba una sonrisa de satisfacción, sus dulces gemidos en los que le manifestaba el placer que sentía, todo ello le hacía sentir satisfecho. Él sabía perfectamente que ella no lo engañaba, nunca le mentiría en una situación como esa, de verdad estaba disfrutando. Él también disfrutaba, podía sentir como las paredes internas de su amada le apretaban con fuerza y pese a que el preservativo disminuía un poco su sensibilidad, todavía percibía la calidez de su adorada flor de cerezo. Saber que ella, la criatura más hermosa que hubiera conocido, lo había elegido a él ¡a él! uno entre tantos mortales para entregarle su cuerpo, y sobre todo, saber que a pesar de sus miedos iniciales era capaz de hacerla gozar. Definitivamente se sentía el ser más dichoso sobre la faz de la Tierra.
Ella siguió con sus piernas enrolladas alrededor de él, levantando sus caderas a cada embestida. Sonreía, los espasmos de placer que se formaban cada vez que el sexo del muchacho se frotaba dentro del de ella la mandaban a un mundo de sensaciones indescriptibles, pero hermosas sin duda. Se sentía feliz, adoraba poder estar con él, cada caricia, cada beso que él le daba era una prueba de su amor. Un amor que durante casi 4 años había estado alimentándose a la distancia, sólo para estallar de esa manera tan grandiosa. No imaginó ni siquiera en su sueño que las cosas serían así. Algo tan mágico, tan maravilloso, casi increíble. También abrió los ojos, sintiendo la mirada del muchacho, esa mirada tan diferente de todas las que él le había dedicado antes, llena de deseo sin duda, pero también de amor. Ella no paró de sonreírle, se sentía tan feliz por lo que estaba sucediendo, por lo que estaban viviendo juntos.
Se besaron nuevamente mientras comenzaban a incrementar la velocidad de sus movimientos, los gemidos se volvían más fuertes cada vez. Rodaron una vez más, quedando ella ahora encima de él. Sakura continuó con movimientos ascendentes y descendentes, siendo ahora él quien tenía que levantar sus caderas para encontrarla. Ella acariciaba su pecho sin dejar de sonreírle, nuevamente cerró los ojos. Él apoyó sus manos en la cama para sentarse y abrazarla. La besó descendiendo al encuentro de sus pechos, mismos que no paró de acariciar con sus labios. Ella apretaba fuertemente su espalda.
Cayeron a la cama, quedando otra vez Syaoran por encima. Está vez sus movimiento eran más acelerados y veloces que antes, la intensidad de los mismos seguía aumentando. Sakura gemía con mayor fuerza a cada momento, su respiración se agitaba más y más, lo mismo que la de Syaoran. A pesar de ello, ambos estaban felices, sus sueños se volvían realidad: el sueño de poder estar juntos, de disfrutar estando juntos, se estaban fundiendo en uno solo. La energía mezclada de sus auras los envolvía, protegiéndolos de cualquiera que intentara interferir en ese momento en que sus cuerpos se combinaban.
En cierto modo, cada uno de ellos dos era el complemento del otro, no sólo en el aspecto físico, sino también en cuanto a personalidad, en cuanto a esencia. Era como si hubieran sido hechos el uno para el otro, como si desde el principio hubiera estado escrito que se unirían. Como si sus cuerpos fueran dos mitades separadas de un mismo ser que se formó al mismo tiempo. Dos mitades de la misma entidad que habían estado vagando solas, esperando el momento de fundirse nuevamente. Ese momento ya había llegado.
Finalmente, Sakura ya no aguantó más, una potente sensación de placer la golpeó como si fuera una descarga eléctrica. El orgasmo llegó como un relámpago, como una explosión. Sensaciones de placer intensas recorrían su cuerpo sumergiéndola en lo más profundo del éxtasis, demasiado placer para que su cuerpo lo soportara y que tenía que liberar en forma de lágrimas y gemidos desesperados. Arqueó la espalda, estremeciéndose, para después aferrarse a Syaoran con todas sus fuerzas.
Syaoran también lo sintió, el clímax lo alcanzó apenas un par de segundos después que ella. La sensación de las paredes internas de Sakura, comprimiéndose súbitamente sobre él, fue demasiado. Ya no pudo aguantar más tiempo. Sintió como un líquido empezaba a brotar de su interior y, de no ser por el preservativo, se hubiera mezclado con los fluidos de la propia Sakura. Se introdujo por última vez dentro de ella y la abrazó con toda la fuerza que tenía.
Se colapsaron sobre la cama. Permanecieron abrazados, sin separar sus cuerpos, disfrutando de las secuelas del orgasmo. Estaban bañados en sudor y jadeaban. Se miraban con cariño, ella le acariciaba el rostro mientras él delineaba su cintura y jugueteaba con sus cabellos. No se soltaron, ni siquiera al envolverse con las sábanas de Sakura.
-"Te amo."- Susurró él en su oído.
-"Yo también."- Respondió ella, acurrucando la cabeza en su hombro.
El sueño los envolvió finalmente. En sus mentes ya no había preocupación ni temor alguno. Sabían que podían contar con el otro, que estarían juntos sin importar lo que sucediera, que al final todo saldría bien.
Eran casi las seis de la mañana. Sakura despertó. En su memoria aún permanecían frescos los recuerdos de la hermosa noche que había tenido. Se volteó para abrazar a Syaoran, cual fue su sorpresa al ver que su lado del lecho estaba vacío. Estaba sola en la cama, y no sólo eso, su pijama todavía la cubría, pese a que estaba segura de habérsela quitado durante la noche.
-"¡¿Pero qué está pasando aquí?! Acaso todo fue un sueño."
Continúa.....
