¡¡Gracias por los reviews!! Ay, siento mucho ponerlo todo tan cruel, pero es que lo siento así. Ya se lo dije a Isilme/Hermione :P Y ahora a vosotros: Lucius no me cae muy bien que digamos, jeje, y es así como me lo imagino, al menos de momento. Bueno, aquí tenéis el segundo capítulo. no me peguéis jejeje R&R please!!!

************************



Aún no puedo creer que siga vivo.

Aquellas palizas se repetían cada noche. Sólo por la noche. Supongo que le gustaba más descargar adrenalina sobre mi madre y yo al anochecer. en realidad no me importa.

Las únicas ocasiones en las que podíamos respirar tranquilos, era cuando Lord Voldemort lo llamaba. Sabíamos que estaría fuera largo tiempo. Matando.

- Mejor que mate a otras personas - me dijo mi madre una noche - mejor ellos que tú, Draco.

Solía estar fuera por unas semanas, incluso algún que otro mes. Era la forma de que las señales desaparecieran. Pero nunca se fueron del todo. Ya no había marcas en mi cuerpo. Pero sí había dolor. Mucho.

Jamás llegué a comprender por qué no escapábamos. Él estaba fuera, ¿qué podía pasar? Pero comprendí. Supe que no había forma de escapar de él. Fuésemos donde fuésemos, él siempre nos encontraría. Hallaría una manera. Alguien nos seguiría. Tampoco teníamos medios para sobrevivir. Siempre terminaríamos regresando a él.

Aun cuando él estaba ausente, mi madre lloraba cada noche. Por mi parte, yo era incapaz de derramar una sola lágrima. Me dolía, por supuesto, ver cómo mi madre lloraba por mí, intentaba protegerme, y recibía más golpes de la cuenta. A veces, me preguntaba cómo es que se casó con él. Pero no quería saberlo. Aún hoy no tengo la menor intención de preguntárselo.

Por aquel entonces, yo era demasiado inocente. Esperaba que algún día, al despertar, encontrase la imagen de la perfecta familia. Lo deseaba sólo por mi madre. Pero todo eso se derrumbaba cuando bajaba a la cocina, y veía a mi madre agazapada en un rincón de la cocina, actuando como si nada hubiese pasado delante de los sirvientes. Que por supuesto, lo sabían, ya que mi padre se olvidaba de "silenciarnos". Nuestros gritos se escuchaban en toda la mansión.

Hasta que un día, al regresar de su "misión" encomendada por Lord Voldemort, los temores más profundos de mi madre quedaron confirmados.

Ni siquiera la miró. Subió directamente a mi habitación. Abrió la puerta lentamente. Yo estaba cubierto por dos o tres mantas, y miraba por encima de ellas, terriblemente asustado. Era la noche de mi octavo cumpleaños.

Sonrió con aquella espeluznante "sonrisa", y cerró la puerta tras de sí.