No sé cómo llegué al castillo. Sólo sé que no pasaba desapercibido para
nadie, obviamente. Pero, aún hoy, sigo sin comprender cómo pude llegar a
Hogwarts. Creo que me recogería el Autobús Nocturno o algo por el estilo.
Llegué al colegio a pleno día, el único día de invierno en el que brilló el sol. Todos estaban dando clase. Todos menos yo. Se puede decir que legué por sorpresa, Dumbledore me había dado una semana por petición de mi padre, pero yo había vuelto a los cinco días.
Me adentré por los pasillos del castillo, mirando a uno y otro lado, como esperando algo. Ver una cara conocida. Ver a alguien esperándome. Pero no había nadie.
Me detuve ante la puerta de la clase de Pociones. Vi a Iris y a Ron. Para mi asombro, ambos estaban cruzando miradas significativas. ¿Qué habría pasado durante mi ausencia?
Suspiré y volví a caminar sin rumbo, hasta que decidí entrar en el baño. Me miré en el espejo: estaba horrible. Había esperado que la sangre no se notase tanto, pero obviamente me había equivocado. Resaltaba más que nunca. Y mi palidez no ayudaba demasiado. Me apoyé sobre el lavabo, y recordé la determinación que había tomado la noche anterior. Recordé por qué había huido de mi casa de aquella manera, dejando a mi madre sola.
Suspiré y volví a mirarme en el espejo. Me juré a mí mismo que nunca más volvería a lucir así.
Lentamente salí del baño. No miré alrededor. Ni siquiera me importaba Filch. Ni todos aquellos estudiantes de primer y segundo curso, todos mirándome como si fuese un fantasma, o nunca hubiesen visto sangre. O tal vez es que yo estaba demasiado acostumbrado.
No me encontré ni con ninguno de ellos. Ni Ron ni Iris.
No sabía muy bien cómo llegar, pero allí me encontré al fin, en la puerta del despacho de Dumbledore. Pero, ¿y la contraseña? Seguramente ya la habría cambiado. Tendría que sentarme a esperar. Pero no hizo falta, la escalera comenzó a girar sola, como si me estuviese esperando, cosa que creía y sigo creyendo totalmente.
Dumbledore estaba sentado cuando entré. Me miró y me indicó que tomase asiento.
- ¿Por qué no ha ido a ver a la señora Pomfrey? - me preguntó. Yo me encogí de hombros sin saber qué decir.
- Pues. - comencé.
- Sí, sí, lo sé - dijo él, haciendo un gesto con las manos para que callase. - Señor Malfoy, tiene usted buenos amigos. y mejores enemigos.
No entendía qué quería decir aquello. Se me ocurrieron miles de posibilidades en un momento, pero estando allí, sentado frente a Dumbledore, no podía pensar con claridad.
- Sí, - prosiguió - La señorita O'Brien es su amiga, ¿no? Y el señor Weasley su enemigo. Pues ya me gustaría a mí tener un enemigo así, señor Malfoy. Hace dos días vinieron los dos, juntos. Un Gryffindor y una Slytherin. Juntos. Cualquiera pensaría que estoy loco. Sólo un motivo realmente poderoso podría haberlos unido, ¿verdad, señor Malfoy?
Por aquellos momentos yo ya no sabía dónde estaba, ni qué estaba haciendo. Se lo habían dicho. habían ido a su despacho a contarle algo que nunca debieron saber. Miré a Dumbledore, quien me devolvió la mirada, diciéndome algo con ella. Y comprendí. Comprendí lo que ya sabía pero el momento no me dejaba ver. Nadie me había esperado cuando llegué a Hogwarts, pero sí se habían preocupado por mí. Tanto que olvidaron las rivalidades.
- Supongo que ha venido a decirme lo mismo - dijo Dumbledore, yo me limité a asentir - Entonces. espero que sepa encajar y asimilar una noticia tan brusca como la que le voy a dar a continuación.
Como era de esperar, mi interés y confusión crecieron hasta tal punto, que creo que estuve a punto de rogarle a Dumbledore que prosiguiese.
- Pero antes he de limpiarle esas heridas - dijo - al menos quitas las infecciones. porque esas heridas. están realmente infectadas.
Pensaba que me iba a morir. Recordaba cuando mi madre me limpiaba las heridas. Claro que ella no tenía fuerzas para usar la magia entonces, y me las limpiaba al modo muggle. En menos de un segundo todas mis heridas estaban curadas, aunque seguía teniendo mal aspecto.
- Eso ya es cosa suya, señor Malfoy - dijo Dumbledore, sonriendo - Bien, creo que ya está usted listo para escuchar lo que tengo que decirle. Cuando el señor Weasley y la señorita O'Brien fueron tan amables de contarme la verdad, aunque he de confesar que ya sospechaba algo, no tuve más remedio que ponerlo en conocimiento de los altos cargos del Ministerio de Magia.
Yo era incapaz de creer aquellas palabras. ¿Quería decir que todo el Ministerio sabía que el hobby de mi padre era pegarnos a mi madre y a mí?
- Sé lo que está pensando - prosiguió - porque yo en mi lugar lo habría pensado también. Se lo comuniqué a las personas adecuadas, que resultan ser las más discretas - añadió, sonriendo - Y creo, que le agradará saber, que mientras usted huyó de su casa, varios guardias del Ministerio, junto con el Primer Ministro y yo en persona, hicimos una visita a la Mansión Malfoy. Y, en estos momentos - dijo, mirando su reloj - su padre debe estar sentado en su celda en Azkaban.
Me quedé sin habla. No sabía qué hacer, ni decir. sin ser consciente, me levanté y salí del despacho de Dumbledore. Bajé las escaleras y comencé a deambular por los pasillos. Hasta que vi a Ron de lejos. Él sólo me miró de soslayo, casi sonriendo. Luego desapareció por uno de los pasillos, con Hermione de la mano, y Harry persiguiéndolos, sin darse cuenta de lo que pretendían los otros dos.
Seguí caminando hasta llegar a mi habitación. No había visto a Iris, pero me había dejado una nota. La leí un par de veces. Increíble, pero cierto.
Era libre. Completamente libre. Volvería a casa sin miedo de nada. Sin temor a verlo allí sentado...esperándome. Una nueva vida.
Sí, Voldemort podría estar a punto de volver al poder, podría arrasar pueblos y sucesivo, pero. yo soy libre.
******************************
Hola chicos!!! ¿Os ha gustado el último capitulo? Espero que sí, porque me acabo de despertar, y lo he hecho tal y como me ha salido ^^
Bueno Polgara, espero que ya hayas vuelto y puedas leerlo ^^
Y bueno, se lo dedico a todo aquel que lea el fic ^^
R&R please!!!
GiNgEr WeAsLeY ( Ronnie's Lover #3
PS: Sí, es evidente que al fin Iris y Draco se hacen novios o algo por el estilo ^^
Llegué al colegio a pleno día, el único día de invierno en el que brilló el sol. Todos estaban dando clase. Todos menos yo. Se puede decir que legué por sorpresa, Dumbledore me había dado una semana por petición de mi padre, pero yo había vuelto a los cinco días.
Me adentré por los pasillos del castillo, mirando a uno y otro lado, como esperando algo. Ver una cara conocida. Ver a alguien esperándome. Pero no había nadie.
Me detuve ante la puerta de la clase de Pociones. Vi a Iris y a Ron. Para mi asombro, ambos estaban cruzando miradas significativas. ¿Qué habría pasado durante mi ausencia?
Suspiré y volví a caminar sin rumbo, hasta que decidí entrar en el baño. Me miré en el espejo: estaba horrible. Había esperado que la sangre no se notase tanto, pero obviamente me había equivocado. Resaltaba más que nunca. Y mi palidez no ayudaba demasiado. Me apoyé sobre el lavabo, y recordé la determinación que había tomado la noche anterior. Recordé por qué había huido de mi casa de aquella manera, dejando a mi madre sola.
Suspiré y volví a mirarme en el espejo. Me juré a mí mismo que nunca más volvería a lucir así.
Lentamente salí del baño. No miré alrededor. Ni siquiera me importaba Filch. Ni todos aquellos estudiantes de primer y segundo curso, todos mirándome como si fuese un fantasma, o nunca hubiesen visto sangre. O tal vez es que yo estaba demasiado acostumbrado.
No me encontré ni con ninguno de ellos. Ni Ron ni Iris.
No sabía muy bien cómo llegar, pero allí me encontré al fin, en la puerta del despacho de Dumbledore. Pero, ¿y la contraseña? Seguramente ya la habría cambiado. Tendría que sentarme a esperar. Pero no hizo falta, la escalera comenzó a girar sola, como si me estuviese esperando, cosa que creía y sigo creyendo totalmente.
Dumbledore estaba sentado cuando entré. Me miró y me indicó que tomase asiento.
- ¿Por qué no ha ido a ver a la señora Pomfrey? - me preguntó. Yo me encogí de hombros sin saber qué decir.
- Pues. - comencé.
- Sí, sí, lo sé - dijo él, haciendo un gesto con las manos para que callase. - Señor Malfoy, tiene usted buenos amigos. y mejores enemigos.
No entendía qué quería decir aquello. Se me ocurrieron miles de posibilidades en un momento, pero estando allí, sentado frente a Dumbledore, no podía pensar con claridad.
- Sí, - prosiguió - La señorita O'Brien es su amiga, ¿no? Y el señor Weasley su enemigo. Pues ya me gustaría a mí tener un enemigo así, señor Malfoy. Hace dos días vinieron los dos, juntos. Un Gryffindor y una Slytherin. Juntos. Cualquiera pensaría que estoy loco. Sólo un motivo realmente poderoso podría haberlos unido, ¿verdad, señor Malfoy?
Por aquellos momentos yo ya no sabía dónde estaba, ni qué estaba haciendo. Se lo habían dicho. habían ido a su despacho a contarle algo que nunca debieron saber. Miré a Dumbledore, quien me devolvió la mirada, diciéndome algo con ella. Y comprendí. Comprendí lo que ya sabía pero el momento no me dejaba ver. Nadie me había esperado cuando llegué a Hogwarts, pero sí se habían preocupado por mí. Tanto que olvidaron las rivalidades.
- Supongo que ha venido a decirme lo mismo - dijo Dumbledore, yo me limité a asentir - Entonces. espero que sepa encajar y asimilar una noticia tan brusca como la que le voy a dar a continuación.
Como era de esperar, mi interés y confusión crecieron hasta tal punto, que creo que estuve a punto de rogarle a Dumbledore que prosiguiese.
- Pero antes he de limpiarle esas heridas - dijo - al menos quitas las infecciones. porque esas heridas. están realmente infectadas.
Pensaba que me iba a morir. Recordaba cuando mi madre me limpiaba las heridas. Claro que ella no tenía fuerzas para usar la magia entonces, y me las limpiaba al modo muggle. En menos de un segundo todas mis heridas estaban curadas, aunque seguía teniendo mal aspecto.
- Eso ya es cosa suya, señor Malfoy - dijo Dumbledore, sonriendo - Bien, creo que ya está usted listo para escuchar lo que tengo que decirle. Cuando el señor Weasley y la señorita O'Brien fueron tan amables de contarme la verdad, aunque he de confesar que ya sospechaba algo, no tuve más remedio que ponerlo en conocimiento de los altos cargos del Ministerio de Magia.
Yo era incapaz de creer aquellas palabras. ¿Quería decir que todo el Ministerio sabía que el hobby de mi padre era pegarnos a mi madre y a mí?
- Sé lo que está pensando - prosiguió - porque yo en mi lugar lo habría pensado también. Se lo comuniqué a las personas adecuadas, que resultan ser las más discretas - añadió, sonriendo - Y creo, que le agradará saber, que mientras usted huyó de su casa, varios guardias del Ministerio, junto con el Primer Ministro y yo en persona, hicimos una visita a la Mansión Malfoy. Y, en estos momentos - dijo, mirando su reloj - su padre debe estar sentado en su celda en Azkaban.
Me quedé sin habla. No sabía qué hacer, ni decir. sin ser consciente, me levanté y salí del despacho de Dumbledore. Bajé las escaleras y comencé a deambular por los pasillos. Hasta que vi a Ron de lejos. Él sólo me miró de soslayo, casi sonriendo. Luego desapareció por uno de los pasillos, con Hermione de la mano, y Harry persiguiéndolos, sin darse cuenta de lo que pretendían los otros dos.
Seguí caminando hasta llegar a mi habitación. No había visto a Iris, pero me había dejado una nota. La leí un par de veces. Increíble, pero cierto.
Era libre. Completamente libre. Volvería a casa sin miedo de nada. Sin temor a verlo allí sentado...esperándome. Una nueva vida.
Sí, Voldemort podría estar a punto de volver al poder, podría arrasar pueblos y sucesivo, pero. yo soy libre.
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Hola chicos!!! ¿Os ha gustado el último capitulo? Espero que sí, porque me acabo de despertar, y lo he hecho tal y como me ha salido ^^
Bueno Polgara, espero que ya hayas vuelto y puedas leerlo ^^
Y bueno, se lo dedico a todo aquel que lea el fic ^^
R&R please!!!
GiNgEr WeAsLeY ( Ronnie's Lover #3
PS: Sí, es evidente que al fin Iris y Draco se hacen novios o algo por el estilo ^^
