Capitulo 4: Un encuentro entre los árboles


Un pino, otro pino, y otro...una flor blanca, una flor azul, otra flor azul...nada, por mucho Rufus le hubiera dicho, Erika no veía nada raro en aquel lugar. Un bosque de elfos, claro…y también estaría allí la casa de Hansel y Gretel…

- Debo ser estúpida- murmuró para sí.

Se volvió a mirar a la pareja que a varios metros la instaban con gestos a seguir adelante. Erika suspiró.

- Cuando entras en el bosque puedes escuchar cantar a los elfos- le había dicho Rufus cuando se habían detenido en los lindes del bosque.

- Seguramente lo que escucháis son los pájaros- dijo Erika con escepticismo.

Rosi negó con la cabeza. - Cuando los escuches ya nos dirás si eran pájaros o no.

Así, la joven se había adentrado unos metros entre los pinos esperando escuchar aquella canción de elfos, pero solo llegaba a sus oídos los lejanos cantos de los gorriones.

- Debes adentrarte más o no escucharás nada- le dijo Rosi.

- Y porqué no los llamamos y les invitamos a un té- dijo Erika con una mueca.

Rufus negó con la cabeza.- Los elfos no son muy sociables, ya te lo dijimos. Lo único que conseguirás será escucharlos, es probable que verlos no lo hagas nunca.

- Sigue adelante- dijo Rosi.

Erika arrugó la nariz en gesto de disgusto. Al parecer ese par de hobbits querían deshacerse de ella. Hobbits, así era como se llamaban a si mismos los habitantes del "Viejo Hobbiton" aunque seguía sin conocer de donde provenía aquel curioso nombre para aquel no menos curioso lugar.

- Si queréis deshaceros de la carabina, dejadlo claro de una vez- les gritó Erika.

La pareja la miró sin entender, al tiempo que ella echaba a andar, introduciéndose en el corazón del bosque con la pequeña Laika a su lado.

- De verdad que a esta gente grande no hay quien la entienda- dijo Rosi.

- Espero que haga caso de mi consejo y tenga cuidado, el bosque puede ser peligroso.- dijo Rufus.

- Pero si nunca le ha pasado nada a nadie en el bosque- dijo ella quitándole importancia.

- Nunca le ha pasado nada a un hobbit, recuerda eso- apuntó Rufus- Con los elfos nunca se sabe.

- Y si te preocupa tanto ¿por qué le dijiste que entrara en el bosque?

- Pensaba que nos estábamos burlando de ella al hablar de los elfos, y eso no me parece justo. Si quería elfos, los tendrá.

- ¿No deberíamos acompañarla entonces?- dijo Rosi.

- Quizás...no, no creo que haga falta, incluso los niños saben entrar y salir del bosque sin problemas. Una chica como ella no tendrá dificultades.

Rosi se encogió de hombros, a veces su novio era más incomprensible que aquella gente grande.



Erika no dejaba de recordarse a sí misma lo tonta que era por haberse dejado convencer de entrar en aquel bosque, allí solo iba a encontrar como mucho un conejo, pero Rufus y Rosi se veían tan convencidos que ella no pudo desmentir las historias sobre los elfos hasta que no lo comprobara por sí misma como le había dicho Rufus.

A medida que avanzaba, los pinos crecían en número, y muchas hayas aparecían también. Aunque los árboles le parecían ahora más oscuros y siniestros, y notaba el aire mucho más húmedo.

- Será por esta niebla.- se dijo.

Hacía ya varios minutos que había notado que se venía levantando una ligera niebla, aunque no le había dado demasiada importancia.

Laika empezó a moverse nerviosa, Erika se agachó y acarició a la perrita.

- Tranquila, no pasa nada.

Aunque no estaba muy segura de si se lo decía a Laika o a sí misma.

Cuando se incorporó, la niebla lo había llenado todo en apenas unos segundos, y tan solo podía ver a unos pocos metros por delante de ella.

- Hay que irse ahora- dijo en voz alta, como si Laika pudiera entenderla.

Pero antes de que pudiera dar un paso, algo o alguien la había tomado del brazo y colocado algo brillante junto a su cuello. Erika contuvo el aliento, aterrorizada.

- Temo que no podrás irte- dijo una melodiosa voz justo a su lado.

Ella no era capaz de mover un músculo, había visto muchas veces en las películas a asesinos y violadores que se escondían en los bosques para atrapar a sus victimas, y el solo hecho de pensar que podían llegar a ser ciertas, hacían que su corazón dejara de latir.

- Si haces lo que te digo no te pasará nada- dijo la voz.

Erika estuvo segura de que en cualquier momento iba a morir, pero asintió como pudo.

Aquel brillo se apartó despacio de su cuello, dejando que ella lo identificara, era una daga; si se hubiera movido, en aquel momento ya no tendría cabeza.

Se recordó en ese momento que tenía que respirar, fue entonces cuando alguien se colocó frente a ella. Erika dio un salto, sorprendida.

Ante ella había un hombre alto, de cabello largo y oscuro, ojos azules que la escudriñaban de arriba abajo, era bastante atractivo a pesar de esas extrañas ropas verdes que más parecían un disfraz.

- ¿Quién eres?- preguntó Erika, recuperando momentáneamente su valor.

- Eso no te importa ahora- respondió él fríamente -has traspasado los límites y responderás ante nuestro señor.

- ¿Limites de qué?¿qué señor?

- No te corresponde hacer preguntas en tu posición.

- Puedo preguntar cual es mi posición.

- Ahora eres una prisionera.



Erika fue llevada por aquel misterioso hombre a través de aquella arboleda cubierta por la niebla. Laika los seguía silenciosa como una sombra. Erika intentaba darle alguna lógica a lo que estaba ocurriendo, pero no podía. Por un momento se preguntó para qué se había comprado un perro si en estas circunstancias se quedaba allí, sin hacer nada.

- Si es una broma de Rufus y Rosi, les mataré por esto- dijo Erika.

- No digas más tonterías.- dijo el hombre.

Erika lo miró entre molesta e intimidada por el arco y las dagas que llevaba encima aquel tipo. Finalmente, su orgullo se sobrepuso a su sentido común.

- Oye tú, no es algo muy común que te secuestre un hombre que se cree Robin Hood en mitad de un bosque ¿sabes?

El hombre gruñó unas palabras que Erika no llegó a entender.

- Cállate ya, no me importaría cortarte el cuello para que guardaras silencio- dijo él tras unos segundos.

Erika cerró la boca y no volvió a decir nada, hasta que el hombre la hizo detenerse frente a lo que parecían unas escaleras talladas en un tronco de árbol tan grueso que no podía apreciar su diámetro.

- Sube- le ordenó él.

Ella lo miró con desconfianza, iba replicar pero la daga con la que la apuntaba le hizo cambiar de idea, y comenzó el ascenso.

Pronto perdió la cuenta del tiempo que llevaba subiendo aquellas extrañas escaleras, pero cuando ya creía que no podría subir más, llegaron a lo que parecía una plataforma en lo más alto de un gran árbol.

- ¿Qué lugar es este?- murmuró Erika.

- Continúa- dijo el hombre, conduciéndola hasta un arco que se abría a un lado y daba paso a otra plataforma, en la que las hojas verdes y doradas de los árboles formaban una habitación abovedada.

Allí descubrió a dos personas más vestidas de igual manera al hombre que la había llevado hasta allí. Cuando ella se detuvo a tan solo un par de metros, ambos hombres les clavaron sus ojos grises, y sintió que aquellos extraños personajes le observaban el alma.

- Esto no puede ser...

Erika pensó que debía haber perdido la cabeza para ver lo que estaba viendo. Parpadeó en un intento de borrar aquellas extrañas visiones, pero no surtió efecto.

- Bienvenida- dijo uno de los hombres que estaban allí y que parecía el más joven.

Aquello dejó a Erika con una cara de incomprensión que pocas veces aquellos individuos habían visto.

- No te preocupes, nadie te hará daño, estás a salvo aquí.

Erika parpadeó

- No es eso precisamente lo que me dijo antes el aquí presente- respondió señalando con un gesto al hombre que la había llevado hasta allí.

El joven sonrió divertido a la vez que el hombre se removía incómodo.

- Quizás te hayan tratado con rudeza, mas no era esa la intención. Las normas son muy estrictas en este lugar, si algún extraño entra en el bosque no debe volver a salir.

- ¡¿Qué?!

Erika no pudo evitar que se le empezaran a escapar las lágrimas, ella quería volver a casa, olvidar que había estado en aquel lugar, echaba de menos a su familia e incluso a esos pequeños niños de Dunstan. Tenía mucho miedo porque estaba sola a merced de unos extraños.

- Deje que me marche por favor...- suplicó con voz ahogada.

- Oh, pequeña, lo siento mucho, no quería decir eso- se disculpó el joven con una sonrisa triste- podrás volver a casa, no te preocupes.

El rostro de Erika se iluminó por un momento.- ¿En serio?

- Claro, nosotros no hacemos daño a los que se pierden en el bosque, te ayudaremos a salir, eso es todo.

Ella dejó escapar un suspiro de alivio.

- Pero ahora cae la noche y no es prudente salir ¿querrás dormir aquí esta noche? Mañana al amanecer te llevaremos a tu casa si lo deseas. Mientras tanto, podrás visitar Ferenorë.(tierra de las hayas)

- Jamás había oído hablar de un lugar llamado así, ni siquiera sabía que podía existir una casa entre los árboles.

- Los hombres no conocen los nombres de los hogares de los elfos, y procuramos que así siga siendo.- respondió él con un gesto divertido.

Esta vez Erika creyó que se echaría a reír.

- ¿Elfos?¿Lo dice en serio? Escuche...sé que esto le debe estar resultando muy divertido, riéndose de mí y todo eso, pero no soy una niña pequeña, los elfos están bien para los cuentos pero no para explicar un secuestro en mitad del bosque por no decir las amenazas de su compinche. Yo quiero irme de este lugar YA!

El joven rió suavemente - Ah, pequeña, mucho tienes que aprender de los elfos. Como ya te he dicho, te dejaremos marchar como a otros muchos de tu raza antes, si deseas internarte sola y de noche en el bosque, allá tú, si duermes aquí, mañana te acompañarán hasta el hogar de los pequeños.

- ¿Se refiere a Miyizain?

Él asintió con la cabeza. Erika suspiró, no tenía más opción que aceptar, o eso o perderse en el bosque.

- De acuerdo. De todas formas no creo que me vaya a pasar nada por estar aquí una noche.

El joven sonrió, como si supiera algo que escapaba al conocimiento de Erika.

- Pronto descubrirás que las historias de los viejos cuentos de los hombres aun sobreviven en este mundo.

- Sí, claro- dijo Erika con ironía.

Él sonrió entonces y se volvió a hablar en un idioma que nunca antes había escuchado con el hombre que la había "secuestrado".

- Nos veremos pronto, joven Eri.- dijo el joven cuando terminó su charla.

Erika puso una mueca.- No lo creo señor.

Él sonrió y tras un gesto les indicó que se marcharan. Ella tras un momento, se preguntó cómo había averiguado su nombre si no se lo había dicho. Aquella gente era de lo más raro.

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Bueno, al final si que me dio tiempo de poner un capi más de este fic ^^ Lo que está entre parentesis es el significado de la palabra, en este caso sindarin, y recuerden que la protagonista no lo entiende...todavía ^^

La verdad que a la pobre Erika la he hecho pasar por todos los estados animicos posibles, aunque creo que cualquiera en su lugar se habría vuelto loco. Espero que les haya gustado.

Gracias a todos por los reviews, aunque me temo que no saldrá ningún personaje "demasiado" conocido, aunque habrá referencias a ellos. Eso va por cierta persona que siempre me pregunta que si va a salir Legolas...

Por cierto Elanta te agradecería que dejaras de leerme la mente que si vamos a desvelar por ahí la trama no tiene gracias ^^ es broma, pero de verdad que empiezo a pensar que tanto escribir de Galadriel se te está empezando a pegar algo

Hasta pronto a todos!!