Capitulo 5: ser o no ser, esa es la cuestión.


Erika llevando a su perrita en brazos, fue guiada por su "secuestrador", esta vez sin ninguna amenaza de por medio, hacia lo que parecía otra habitación hecha por las ramas de los árboles. Delante de ellos había unas escaleras hechas de cuerda y madera que descendían entre las hojas.

- ¿Y ahora qué?- dijo Erika.

- Te enseñaré el lugar- dijo el hombre, aunque no parecía muy contento al hacerlo.

Descendieron hasta llegar al tronco del árbol sobre el que parecía se sostenían las plataformas en las que hacía un momento se encontraban. La niebla aún se levantaba algunos metros sobre el suelo, pero por primera vez, Erika se dedicó a contemplar todo lo que hasta entonces había pasado por alto.

Algo llamó su atención desde el principio, los troncos grises de las hayas eran inusualmente gruesos, por lo que dedujo que aquel bosque debía tener muchísimos años. Las hojas verdes y doradas llenaban el suelo, y los rayos del sol que se filtraban por entre las ramas, le daban al lugar un toque mágico. Maravilloso, fue la única palabra que acudió a su mente.

Lo más extraño en aquel lugar fue que tras dar algunos pasos, la niebla comenzó a decrecer hasta desaparecer por completo, haciéndola consciente de lo que ocultaba tras su velo blanco. Un valle verde y hermoso, y difusas en la distancia, con la luz de la tarde, se alzaban unas montañas que no había visto jamás.

- Extraño...y hermoso.- dijo para sí.

En el valle corría un riachuelo, y al otro lado y sumido en la oscuridad, había una tupida arboleda.

- No debes atravesarla - dijo el hombre cuando Erika volvió su mirada hacia las arboleda.- Son los limites de nuestras tierras, en las montañas viven los enanos y no son muy condescendientes con los extranjeros.

- ¿Cómo tú?- dijo Erika, molesta no solo por la actitud fría de aquel individuo, sino también porque no dejaba de repetirle aquellas estupideces sobre elfos y enanos.

El hombre gruñó algo y ella suspiró.

- Oye, aun no me has dicho cómo te llamas- dijo Erika.

- ¿Acaso te importa?

- Bueno, a menos que quieras que te llame "eh tú" será mejor que me digas tu nombre ¿no crees?

- Maglor- respondió él secamente.

Ella esbozó una sonrisa, dejando de lado las preguntas sobre un nombre tan peculiar.

- Yo soy Erika

Él asintió pero parecía no importarle.

El único signo de actividad en aquel hermoso valle eran unas pequeñas carpas que había junto al arroyo, y que parecían crecer como extrañas setas de colores. Bajo su sombra, algunas figuras silenciosas se movían de un lado a otro en algún entretenimiento que Erika no supo identificar. Eso significaba que había más de aquellos raros personajes que ella había bautizado como ecologistas raros con complejo de antiguos druidas.

Atravesaron algunos manzanos, cuyos frutos se veían especialmente apetecibles, pero Erika no estaba muy segura de si Maglor la llamaría estúpida por decirle que tenía hambre, así que prefiriendo evitar una confrontación directa, no dijo nada.

Fue cuando se acercaron a una de las carpas, cuando Erika vio con claridad quien había bajo ella. Eran cuatro hombres y tres mujeres, todos rubios de ojos claros, vestían con ropas blancas y verdes, de un estilo curioso, que a Erika le parecieron antiguas.

Lo más extraño y para rematar todo un día de sorpresas, fue que las muchachas al verla corrieron en su dirección y entre algunas frases que no entendió y otras palabras de bienvenida, la estrecharon en abrazos y la miraban maravilladas como si ella fuese un fenómeno de feria. Laika fue también victima de caricias y abrazos, aunque parecía más predispuesta a ellos que su ama.

Maglor, apoyado junto a un tronco, con los brazos cruzados y cara impasible, simplemente se limitaba a suspirar mientras murmuraba:

- Nissi... (mujeres...)

- ¿Qué pasa aquí?- dijo Erika ante tan efusivo recibimiento.

- Es que no hemos tenido ninguna visita en muchos años- explicó uno de los hombres que había allí.- a las chicas les gusta tener invitados.

Riendo suavemente se acercó a ella, y con una reverencia tomó su mano y la besó.

- Soy Delmir, un placer conoceros.

- Yo soy Erika- dijo ella bastante confusa, ese tipo de saludo se había olvidado hacía dos siglos. Sin duda esta gente era más extraña de lo que en principio creía.

Las muchachas se presentaron rápidamente, aunque le costó captar todos sus nombres, debido a que eran bastante peculiares. Según entendió eran Thiriel, Nieniel y Lirwen. Y habría jurado que si no eran hermanas, al menos eran parientes, pues el color de sus cabellos y sus ojos eran muy parecidos.

En menos de un minuto les había cogido confianza, y no sabría explicar el por qué, era la primera vez en su vida que confiaba en un grupo de personas que vivían en el bosque y que se comportaban y vestían raro…

- Te quedarás a la fiesta ¿verdad?- dijo Lirwen.

- ¿Fiesta?¿Cuál fiesta?

- La fiesta de celebración del solsticio- respondió ella sonriente.

- ¡Ah! Así que celebráis la llegada de la primavera como se hacía antes.

- Eso es.

- Seguro que es muy divertido- dijo Erika- yo nunca he estado en una de estas celebraciones.

- ¿No?- dijo Thiriel- ¿en donde vives no se celebra?

Erika negó con la cabeza. -A veces se hacen ferias y ese tipo de cosas, pero solo en los pueblos, en las ciudades eso ya no se hace.

Por un instante se dio cuenta de que les hablaba como si ellos no hubieran salido jamás de aquel valle, y no tardaría mucho en descubrir que efectivamente así era.

- Pero antes se celebraban ¿verdad que sí Maglor?- dijo Delmir mirando a su compañero.

- Sí, antaño los hombres celebraban, como nosotros, la llegada de cada equinoccio y solsticio- respondió Maglor.

- ¿Los hombres?- repitió Erika- Todavía sigues con esa chorrada de que eres un elfo.

Maglor suspiró.-Soy un elfo.

- Sí, claro, y yo soy la Reina de las Nieves, no te fastidia...

El resto del grupo soltaba risitas divertidas ante el escepticismo de Erika, pero prefirieron no insistir en aquel tema de los elfos y dejar que su joven invitada lo descubriera por sí misma.

- Debemos terminar de prepararlo todo para la fiesta- dijo Thiriel- discúlpanos por favor, Erika. Maglor, cuida bien de nuestra invitada.

El susodicho hizo un gesto de "si no hay más remedio" y siguió a la joven que tras despedirse empezó a caminar contemplando cada detalle de aquel lugar.

De pronto, el estómago de Erika la avisó de que no podía seguir ignorándolo, tenía hambre, ya. Maglor le lanzó una mirada cuando un ligero "grrr" se escuchó.

- Lo siento, es que tengo hambre, no he tomado nada desde la comida.- dijo Erika sonrojándose avergonzada.

Maglor suspiró, y sin dar explicaciones dio media vuelta, se acercó a un árbol y trepó por él. Al instante, una manzana voladora salió disparada de entre las hojas para aterrizar en las manos de Erika. Ella miró la fruta con curiosidad.

- Si tienes hambre, cómetela.- dijo Maglor cuya cabeza había salido de entre las ramas.

- Gracias...

Erika seguía mirando la manzana, en su cabeza había saltado la idea de que quizás aquel grupo de locos solo la estaban engañando y que tal vez querrían envenenarla para luego hacer con ella algún tipo de macabro ritual…Sacudió la cabeza, estaba paranoica, aunque si un hombre que te odia te da una manzana y después de haber estado todo el día en compañía de un pueblo de enanitos (sin ánimo de ofender a los hobbits) pues una tiene derecho a sospechar ¿no?

- De algo hay que morir...- dijo con voz solemne y sin pensarlo, le dio un mordisco.


- Vaya, pues no me he muerto- dijo Erika contemplando la manzana medio comida.

- ¿Por qué tendrías que haberte muerto?- dijo Maglor que ya había descendido del árbol y estaba a su lado.

- No importa...oye, puedo hacerte una pregunta.

Maglor se encogió de hombros, y puso de nuevo esa cara impasible que tenía.

- ¿Cuánto tiempo lleváis viviendo aquí?

- Los demás han vivido aquí desde que nacieron, yo vine a este lugar hará unos quinientos años.- respondió Maglor.

- Quinientos años...vale, ahora en serio ¿cuánto tiempo hace que llegaste a este lugar?- dijo Erika.

Él suspiró. - Ya te lo he dicho, si no me crees allá tú.

Erika puso cara de "esto no me hace gracia" y miró a Maglor.

- Ya vale con toda esa estupidez de elfos por aquí, y elfos por allá. Debéis estar todos locos.

Maglor ignoró su comentario y alejándose unos pasos, se recostó en la hierba y se quedó con la mirada clavada en el cielo. Erika lo observaba con curiosidad, nunca había conocido a un hombre tan raro.

De pronto, dio un brinco. Se acercó a Maglor que parecía dormir...tenía los ojos abiertos, así que más parecía que estaba en algún tipo de trance. Aunque aquello no fue lo único que había llamado la atención de Erika…

- ¡¡JODER!!¡¡SON DE VERDAD!!

- ¡¿Qué te crees que haces?!

Maglor se había levantado de un salto al sentir las manos de la joven tirando con fuerza de sus orejas.

- Tu...tus orejas...son...¡joder! Tienes orejas de elfo!!!!

- ¡¡Por que soy un elfo, idiota!!

-¡Cállate! Los elfos no existen!- gritó Erika

- ¿Ah no? Y entonces de donde te crees que he sacado esto- dijo Maglor señalando sus orejas puntiagudas.

- Y yo qué sé, todos aquí estáis locos, podrías... podrías haberte hecho la cirugía!

- ¿La qué?

- No me tomes por idiota, ya sabes de lo que te hablo, tú...no tienes orejas puntiagudas, no has vivido más de quinientos… ¡ni eres un maldito elfo!

Erika salió corriendo sin dirección, mientras Maglor la miraba mientras corría.

- Esa chica ha perdido por completo la cabeza...


- Estoy soñando, estoy soñando, estoy soñando...

- Eh, ¿qué haces?

Erika levantó ligeramente la mirada y al tropezarse con la cara de Maglor, la volvió a esconder entre sus rodillas.

- No existen los elfos, no existen los elfos, no existen los elfos...

- Chica, tú si que estás loca. ¿Tanto te cuesta aceptar que existen los elfos?

Erika no respondió, estaba segura de haberse vuelto loca y pensó que ya estaba delirando.

- Eres tonta, mejor que te vayas a casa pronto, este sitio no es para ti.- dijo Maglor dando la vuelta y alejándose.

Ella se quedó allí, sentada y acurrucada contra el tronco de un florido naranjo, con Laika dormida a su lado, pensando si en verdad había alguna razón para que estuviera ocurriéndole todo aquello. ¿Aquella gente eran elfos de verdad? ¿No era todo una broma? ¿Se estaba volviendo loca? Quizás existían en verdad los elfos...quizás...

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Vaya titulo profundo me salió jejeje, bueno, es evidente que he vuelto ^^ ¿que tal este capi? espero que les haya gustado, aunque la pobre protagonista se me va a morir de un infarto un día de estos.

Y ahora voy a responder a esos reviews que tanto quiero ^^, empezemos:

Selene, es posible (y solo posible) que el porqué la anciana Dolina llamara hada a Erika tenga respuesta más adelante, mientras tanto y si quieres una respuesta inmediata, piensa que es que la pobre viejecita estaba completamente loca. ^^

Lupe, no sé si Erika será tonta ^^ lo unico que pretendo es reflejar la reacción de una persona normal y corriente de este mundo moderno y que añadido a eso no ha leido nunca a tolkien (¡hey! hay gente que no lo ha leido ¿saben?)

Perla, no tengo ni idea de cuantos capitulos llegaré a escribir de este fic, supongo que cuando llegue a un final que me guste y me parezca apropiado pues diré ¡Fin! y listo ^^

Liot si te preguntas cuando Erika creerá en los elfos, puede que eso sea bastante complicado, en el fondo es como cambiar tu fe ¿me entienden lo que quiero decir?

Nariko, supongo que puedes darte por aludida jejeje me alegro de que te gustara el capi.

Mayumi, ¡me encantan tus reviews! nadie más original que tú dejando mensajes ^^

Elanta, como ves, si que me saqué a cierto personaje de la manga...y la verdad yo también me quedaría en compañía de los elfos todo lo que me dejasen, ya verás en el proximo capi ^^. Gracias por tu interés por mi viaje, me lo pasé muy bien!

Y aunque esta pedazo de nota se esté alargando quiero decir otra cosa que además no tiene nada que ver con esto, ni con tolkien ni con nada. ¡VIVA LA PELI DE CHIHIRO! (si no saben cual es, lo siento por ustedes porque es preciosa, lloré y todo...)

Si tienen alguna duda, preguntas o si solo quieren decirme lo mal que escribo, pueden dejarme un review o enviarme un mail ¡¡Los quiero a todos!!¡¡Gracias!!