Capitulo 8: un enano en la montaña.


La montaña se alzaba poderosa sobre su cabeza, la cima permanecía oculta por las nubes y la piedra gris le daba un aspecto frío y terrible.

- Vaya, casi da miedo- murmuró Erika.

Laika ladró como si estuviera de acuerdo con el comentario.

- Debo ser idiota si de verdad pienso que viniendo a esta estúpida montaña voy a encontrar enanos. ¿En qué estaría pensando? ¿Acaso tengo complejo de Blancanieves?

La perrita ladró de nuevo y Erika asintió.

- Sí, sí, soy una tonta. - dijo con un suspiro, se había marchado porque estaba enfadada y simplemente se había dejado llevar por su primer impulso.

Paseó por el pie de la montaña alrededor de media hora hasta que finalmente se detuvo en una zona más resguardada del viento frío que empezaba a levantarse.

- Demonios...esos enanos ocultaron bien la entrada- dijo Erika - al menos podrían poner un cartel…¡Eh! Pero si hace un momento yo misma decía que los enanos no podían existir… debo estar perdiendo la cabeza.

Se sentó en el suelo, con la mirada fija en la pared de la montaña. La noche empezaba a caer, pues había pasado casi todo el día caminando para llegar a aquel lugar. Empezaba a ser consciente de que había sido una estupidez ir hasta allí.

- ¡Achiiis!- Erika se rascó la nariz, ahora estaba segura de haber pillado un resfriado.

Laika se acurrucó a su lado y su dueña suspiró de nuevo.

- Será mejor que nos marchemos, el bosque nos ofrecerá más abrigo que esta montaña- dijo levantándose.

Iba a dar media vuelta cuando algo llamó su atención, no muy lejos, en la pared de la montaña se vislumbraba un brillo blanco. Erika se acercó con curiosidad, y descubrió con sorpresa que un extraño y débil resplandor surgía de la roca formando lo que parecía el dibujo de una puerta. Reconoció la escritura de los elfos en la zona superior de aquella "puerta" mas fue incapaz de interpretarla. Empujó la fría piedra pero ni siquiera cedió un milímetro, no podía abrirla.

Pasó la mano por encima, intentando averiguar que clase de mecanismo utilizaban para aquella iluminación, no consiguió descubrir nada por supuesto.

- Raro...muy raro...

A los pocos minutos, volvió a tomar asiento en el suelo, esta vez con los ojos clavados en aquella puerta luminosa que a Erika le recordaban a la de esos bares con luces de neón. Permaneció así durante una hora, simplemente mirando, mientras su cabeza intentaba averiguar qué era aquello.

Su estomago pronto interrumpió sus cavilaciones con un pequeño gruñido.

- Genial...ya no me queda comida- dijo Erika, lanzando una piedrecilla contra la pared.- me muero de hambre…lo que daría por un buen pedazo de pizza...o por una tableta de chocolate, unos bollos de crema, unas galletas o una hamburguesa ¡aunque fuera del MacDonald's! Laika...

La perrita levantó la cabeza al escuchar su nombre.

- Seguro que tú también tienes hambre amiga, ¡ay! me comería un melón entero ahora mismo...

En aquel momento se escuchó un leve crujir y Erika se levantó de un salto al ver que la puerta luminosa se había abierto.

- Sorprendente- murmuró.

Pero antes de que pudiera poner un pie en el interior de la cueva que se había abierto ante ella, algo salió a su encuentro, algo muy peculiar.

- ¡Joder!¡es un enano!

El enano en cuestión que había salido del interior observaba a Erika con desconfianza y desconcierto. El enano era como ella lo había imaginado, bajito y feo, aunque resultaba curioso que llamándose 'enano' fuera más pequeño que los hobbits. Tenía una larga y espesa barba, ojos pequeños y castaños, vestía de azul y gris y llevaba un hacha colgando del cinturón. Laika se acercó a olisquearlo, mas el individuo no pareció darse cuenta pues tenía la mirada clavada en la joven.

- ¿Qué quieres mujer elfa?- dijo el enano con un acento muy extraño.

Erika lo miró y luego miró a su alrededor comprobando que era la única allí.

- ¿A quién le estás diciendo mujer elfa?

El enano refunfuñó - ¡A ti! ¿Acaso ves a alguien más?

- Pero yo no soy un elfo ¿sabes?

- Vistes como un elfo, tienes el aspecto de un elfo y hablas con ese tono de superioridad que tienen los elfos ¿Qué otra cosa ibas a ser si no? ¡No queremos elfos en nuestra montaña, así que lárgate!

- ¡Que ya te he dicho que no soy un elfo! ¡Estás sordo o qué!

- ¡Calla pequeña pesada! O te haré probar el filo de mi hacha.- amenazó el enano.

Justo tras pronunciar estas palabras, una flecha salió disparada de entre los árboles y se clavó a escasos centímetros del enano. Éste dio un paso atrás, sorprendido, Erika reaccionó de igual manera.

Al levantar la vista hacia los árboles, distinguió una figura entre las sombras.

- ¿Quién anda ahí?- gritó el enano que había sacado su hacha y estaba listo para pelear.

- Los enanos seguís teniendo muy poca cortesía.- dijo una voz entre las ramas.

Erika tras unos segundos, reaccionó, pues había reconocido la voz.

- Maldito pervertido ¿qué haces siguiéndome?

El enano dio un salto cuando un elfo salió de entre la oscuridad del bosque...con una cara de enfado que habría asustado a un troll.

- ¡¡Vengo a salvarte la vida y me llamas "maldito pervertido"??!!

- ¿Salvarme de qué, Maglor?- dijo Erika.- aquí solo está el enano este.

- ¡Iba a atacarte con el hacha!

- ¿En serio?- Erika miró con incredulidad al enano.- ¿Me querías atacar?

El enano había estado observando como aquellos dos se peleaban, y no pudo ocultar una sonrisa bajo su barba.

- No, no te iba a atacar- rió el enano - sois una pareja de elfos muy divertida.

- ¡Que ya te he dicho que no soy un elfo jodeeeeeeeer!

- Claro, lo que tú digas.- dijo el enano - ¿Quiénes sois por cierto?

- Yo soy Erika, y este es Maglor mi secuestrador pervertido.

- ¡Deja de llamarme así! ¡fue un accidente y además no vi nada!- dijo el elfo.

- Sois extraños vosotros los elfos...Permitid que me presente, soy Gibin, guarda de la Puerta Norte.

- Encantada de conocerte- dijo Erika (todavía no había olvidado sus modales ^^)

- Dime pequeña elfa ¿cómo conocías la palabra clave que abría la puerta?- preguntó el enano - Esta puerta no ha sido abierta desde el exterior desde hace más de cuatro mil años.

- Que pesado...No sé de que hablas, yo no sabía ninguna palabra clave.- respondió ella.

- Claro que sí, yo mismo te escuché pronunciarla desde el otro lado.- dijo Gibin.- Dijiste Mellon ¿no es cierto?

- Pues sí- dijo Erika - pero es que tenía hambre...así que supongo que lo adiviné por casualidad. Y vaya una palabra clave más rara que le ponéis a estas cosas, ya podrías haberle puesto algo como "Ábrete Sésamo" o algo así.

- Temo que no entiendo.

- Ah, olvídalo. Oye Gibin, ¿te importa si entramos? Es que me muero de frío aquí fuera.

El enano parecía sorprendido. -¿Queréis entrar? Es muy extraño, pensaba que los elfos no podían vivir sin la luz del sol o las estrellas.

- ¡Que yo no soy un elfo! ¿Cuantas veces te lo tendré que decir? Y sí, quiero entrar. ¿Me vas a dejar o qué?

Gibin meditó unos minutos.

- De acuerdo, pero no podréis cruzar más allá de la Gran Caverna o podríais tener problemas, a los enanos no nos gusta que los elfos anden merodeando por aquí.

Erika asintió, contenta, le importaba poco hasta donde la dejaran ir, tenía frío y quería un lugar caliente donde pasar la noche, eso era todo.

Al cruzar la puerta, Erika descubrió que aquello era un gran túnel que comunicaba con una caverna más grande iluminada con pequeñas lamparillas de luz blanca, que daba acceso a otros cuatro túneles.

- Que bonito...¡eh! ¿y donde está Maglor?

Gibin señaló la puerta que habían dejado atrás. - No parecía tener muchas ganas de entrar.

- Será posible...dice que quiere salvarme y después me deja tirada...

En ese momento unos pasos resonaron en el pasillo, era Maglor que había decidido entrar.

- ¿Me habrá escuchado?- se preguntó Erika - Nah, estaba muy lejos...

Cuando el elfo se unió a ellos, Gibin les guió hasta un pequeño nicho que había en la cueva donde ardía un pequeño fuego.

- Aunque seáis elfos, podréis disfrutar de la hospitalidad de los enanos.- dijo Gibin con una sonrisa- cerveza caliente y carne a la sal es lo mejor para reponer fuerzas.

A Erika no le hacía mucha gracia aquella comida, pero estaba hambrienta y le habían enseñado a no hacer ascos a la comida gratis.

Así, los tres juntos se acomodaron junto al fuego y comenzaron a tomar su cena, aunque Maglor se abstuvo de probar siquiera un sorbo de cerveza.

- ¿No hay más enanos por aquí, Gibin?- preguntó Erika.

- No, los demás están en la Gran Caverna aunque tampoco somos demasiados, mi turno de guardia termina al amanecer así que cuando sube el sol vuelvo a la Caverna.

- Entiendo...

Hubo unos minutos silencio, y Erika para evitar quedarse dormida (puesto que aún no se fiaba demasiado de la honestidad de sus acompañantes) decidió hacer algunas preguntas a Gibin que la mantuvieran entretenida.

- Dime Gibin, ¿hay más puertas como esta que brillan?

El enano soltó una sonora risotada. - Había más puertas, pero solo esta y la del sur han sobrevivido, y no son "puertas que brillan" sino puertas de ithildin.

- ¿Y también tiene una contraseña para entrar esa puerta sur?

- Exacto.

- ¿Y cual es? Plátano o algo así?.

Gibin miró a Erika sin entender nada.

- Mellon significa "amigo" en élfico. - dijo Maglor

- ¡Ah! Así que era eso! Tenéis un idioma muy raro.

- No es un idioma raro- dijo respondió el elfo.

El enano los miraba a ambos sin comprender bien de lo que estaban hablando.

- De todas maneras- continuó Erika- es bastante absurdo que si los enanos no quieren que los elfos entren en la montaña pongan como palabra clave para entrar una palabra en el idioma de los elfos ¿no?

Gibin acarició su barba pensativo.

- Es cierto- dijo el enano encogiéndose de hombros- pero así son las cosas, Narvi y los suyos construyeron muchísimas puertas pero su arte desapareció hace mucho y los enanos seguimos conservando las puertas tal y como se construyeron.

- Abajo el progreso ¿no?- dijo Erika con tono distraído.

Gibin la miró sin comprender el comentario.

- Antiguamente había buenas relaciones entre los enanos y los elfos- murmuró Maglor.

- ¿De veras? ¿Y qué pasó?- preguntó ella.

Elfo y enano se miraron y ambos evocaron el mismo pensamiento.

Gibin suspiró. - Ocurrió hace mucho tiempo, tanto que los enanos casi no lo recordamos, fue por culpa de un Silmaril.

Maglor sintió que se estremecía.

- ¿Qué es un Silmaril?- preguntó Erika.

- Una joya de gran valor- explicó el enano- existían varios Silmarils y uno de ellos estaba en posesión de un antiguo rey de los elfos, ese rey encargó a un grupo de enanos que engarzaran la joya en un collar, hubo una discusión por el pago del trabajo y bueno…

No hizo falta que Gibin dijera nada más pues Erika había captado que algo horrible había sucedido después y no quiso preguntarle acerca de ello.

- De todas maneras tu amigo el elfo podría explicarte esto más detalladamente, seguro que vivió alguno de los acontecimientos relacionado con los Silmarils, muchos elfos los vivieron.

Al volverse a mirarlo, Erika vio como Maglor giraba la cabeza hacia el otro lado. No parecía estar dispuesto a hablar.

- Muy bien, muy bien, no te preguntaré- dijo ella con un suspiro - De todas formas, me parece una tontería que se pelearan por una piedra.

- No eran simples piedras- dijo Maglor con voz suave- pues la luz de los Árboles de Valinor se recogía en ellas.

Erika parpadeó - ¿Qué? ¿Árboles con luz? ¿En una piedra? ¿De qué hablas?

- Parece que nada sabes del mundo más allá de las aguas- dijo Gibin- los enanos aunque sabemos poco de estas cuestiones conocemos a los Grandes y sus obras.

- ¿Más allá de la aguas?- dijo Erika- más allá del mar solo está América y no creo que los americanos sean tan maravillosos como para llamarles "Grandes".

- No me refería a las aguas del mundo de los hombres- dijo Gibin- me refería a las "otras aguas".

- Yo cada vez entiendo menos- dijo ella rascándose la cabeza- pero no estoy para asuntos filosóficos ahora mismo.

- ¿Acaso no crees en un poder superior que ha trazado el destino?- dijo el enano.

- Así que estabas hablando de dioses...- dijo Erika- Pues a veces no sé que pensar con respecto a los dioses, pero sinceramente si tú crees en otros dioses, o eres budista o judío, me da igual, cree en lo que quieras.

Maglor y Gibin intercambiaron miradas, al tiempo que Erika bostezaba.

- Tengo mucho sueño...- murmuró - creo que me voy caer en cualquier momento.

- Os traeré unas mantas para que no paséis frío- dijo el enano levantándose.

- Gracias- respondió Erika, acomodándose como pudo en el duro suelo- Y tú no hagas nada raro Maglor.

- ¿Por qué habría de hacerlo?- dijo el elfo sin comprender lo que insinuaba.

Erika lo miró como diciendo "¿de verdad tengo que contestarte a eso?" Maglor suspiró.

- Buenas noches, doncella Erika- dijo Gibin.

- Buenas noches Gibin, buenas noches secuestrador pervertido.

Pero cuando Maglor iba a replicar, ella ya había caído en un sueño profundo.

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Que estupiedeces se me ocurren ¬¬ de verdad a veces no sé como mi cerebro está tan loco.

Espero que les haya gustado este capi, ya ven que me he portado bien con los enanos, y les agradezco muchísimo sus reviews, me hacen feliz ^^