Capitulo 10: De vuelta con los hobbits
Aquella mañana, Erika despertó al sentir el húmedo hocico
de Laika en su cara. A pesar de haber dormido en una "cama" tan dura
e incomoda, había descansado bastante bien.
Al incorporarse, descubrió que Maglor no estaba.
- ¿A dónde habrá ido? Venga Laika, has algo útil
y trae al elfito.
La perrita miró a su ama, y Erika sonrió. - Sí, supongo
que estando en un árbol no puedes ir muy lejos.
Suspiró y estiró los brazos para desperezarse.
- Vaya, haber si al final se habrá largado
En ese momento, Maglor apareció de entre las ramas del árbol.
- Los lobos ya no nos molestarán más.- dijo él.
- ¿Los has matado? Como te pillen los de greenpeace te la vas a cargar.
- No los he matado- respondió el elfo.- Pero debemos marcharnos ya si
no queremos tropezarnos con otra criatura menos amable que los lobos.
- Vale, vale, pero antes tengo que comer. Laika y yo nos morimos de hambre
¿verdad amiga?
La perrita ladró y Maglor suspiró.
Tras un pequeño tentempié a base de frutas que el elfo había
conseguido, se pusieron en marcha hacia el hogar de los hobbits, atravesando
el bosque en el que Erika se había tropezado con Maglor por primera vez.
- Vaya recuerdos que me trae este bosque del demonio- dijo ella.
El elfo masculló algo y Erika le lanzó una mirada.
- Vale ya de hablar en ese idioma de los elfitos ¿no?
- ¡Pues deja de decir elfitos!
Ella le sacó la lengua en un gesto infantil.
De pronto, ambos se detuvieron, pues escucharon unas voces que cada vez sonaban
más cerca.
- ¡Señoritaaaaaaaaa! ¡Señorita Erikaaaaaaaaaaa!
- Alguien me llama- dijo Erika con extrañeza.
- Ya me he dado cuenta- respondió Maglor.
Ella retomó la marcha hacia donde provenían las voces. En apenas
unos minutos, distinguió el linde del bosque y varias pequeñas
siluetas que se movían de un lado a otro.
- ¡hey! ¡Dejad de gritar que estoy aquí!- gritó Erika.
Los que estaban allí se giraron y empezaron a soltar exclamaciones.
Allí, Erika distinguió a Rufus y Rosi que la observaban con los
ojos muy abiertos.
- ¡Está viva!- exclamó el hobbit.
- Pues claro ¿por qué no iba a estarlo?- respondió ella.
- Creíamos que algo horrible le había sucedido- dijo Rosi- nos
preocupamos mucho cuando desapareció.
- Sí, pensamos que tal vez le habrían atacado los lobos o que
la habían secuestrado los elfos o algo peor.- continuó Rufus.
- Pues no ibas muy desencaminado- dijo Erika con un suspiro - Lamento haberos
preocupado, ya veis que estoy bien.
- Bueno, ahora que tu invitada está bien podemos irnos a casa - dijo
un hobbit acercándose a Rufus.
- Sí, gracias por tu ayuda Segismund.
El hobbit asintió y se marchó seguido por otros dos hobbits que
al parecer habían estado ayudando en la búsqueda de la joven.
- Entonces todo está bien ¿no?- dijo Rosi.
Erika asintió y se volvió hacia el bosque, profiriendo un largo
silbido. Casi al instante, Laika apareció corriendo, a pocos metros la
seguía Maglor que caminaba con ese aire de indiferencia tan característico
en él.
- ¿Quién es?- preguntó Rufus al ver aparecer al elfo.
- ¿Él?- dijo Erika señalándolo mientras se acercaba-
Es Maglor, es un elfo secuestrador y pervertido, pero en el fondo es bastante
agradable.
El hobbit parpadeó sin entender. - ¿Un elfo de verdad?
- A menos que haya elfos de mentira, pues sí, es un elfo- respondió
Erika.
- Entonces ya te has convencido de que existen los elfos y los enanos y todo
eso ¿no es cierto?- dijo Rosi sonriendo divertida.
- Pues sí, aunque no son precisamente como yo esperaba
La pareja de hobbits se echó a reír ante la cara que había
puesto Maglor al escuchar el comentario de Erika.
- Vendréis a casa a comer ¿verdad?- dijo Rufus- Parece que hay
mucho que contar.
- Claro que sí- respondió Erika- Los elfos no saben nada de la
buena comida, y me muero por un rico bollo con miel.
- Pues hasta ahora no te has quejado- intervino Maglor con gesto de fastidio.
- Claro que no, tenía demasiada hambre- respondió ella.
Rosi soltó una risita divertida. - Marchémonos entonces, llegaremos
a tiempo para el segundo desayuno.
- ¿Segundo desayuno?
*
Efectivamente el segundo desayuno era lo que su nombre indicaba, nada de pequeñas
tazas de té y algún pastelillo, era un desayuno en toda regla.
Café y té, leche, bollos, bizcochos, mermelada, miel, queso fresco,
tocino y algo que hizo que a Erika se le saltaran las lágrimas: chocolate.
- ¡Adorado chocolate!¡cuanto te he echado de menos!- dijo Erika
abrazando una tableta que descansaba sobre la mesa.
- Es de las pocas cosas que traemos de Dunstan- dijo Rosi - Es realmente delicioso.
La joven lo desenvolvió y se lo metió en la boca.
- Eh Maglor ¿no quieres un poco?
El elfo miró con desconfianza la tableta y negó con la cabeza.
Erika que masticaba feliz, cogió un pedazo de chocolate y se lo puso
debajo de la nariz a Maglor.
- Vamos, si está muy rico, ya verás.
- No quiero esa cosa.- replicó él.
- No seas infantil, pruébalo.
- ¡He dicho que no!
- ¡Qué lo pruebes!
- ¡No!
- ¡Que sí!
Pelearon durante unos minutos entre gritos, hasta que Erika a base de fuerza,
consiguió meter un pedazo de chocolate en la boca del elfo. Mientras,
los hobbits miraban la escena divertidos.
- Aun no entiendo a esta gente grande- murmuró Rufus.
Pero Rosi rió - Pues en este caso yo si la entiendo.
- ¿De veras?
- Claro que sí, es obvioaunque no para ellos por lo que he visto.
- Que raro hablas, Rosi- respondió el hobbit.
- Olvídalo, los chicos no entendéis de estas cosas.
En ese momento, Erika se sacudió las manos como si acabara de finalizar
un duro trabajo. Sentado en el suelo, Maglor le lanzaba a la joven una mirada
asesina, y resultaba de lo más gracioso ver al elfo con la cara toda
llena de chocolate.
- Bien, ¿por donde iba? ¡Ah sí! Os contaba cómo
acabé secuestrada por los elfos.- dijo Erika volviendo a su asiento y
continuando con la narración.
- Qué increíble!- dijo Rufus cuando Erika finalizó su
historia- no había escuchado nada así desde que el abuelo del
primo Meriroc nos contaba de niños la historia de la gran guerra de 1420.
- Supongo que puede parecer un tanto sorprendente ¿verdad Maglor?- dijo
Erika, pero al volverse el elfo ya no estaba allí.
- Hace un rato que salió- dijo Rosi- parecía cansado.
- ¿Cansado? Sería la primera vez que lo veo cansarseoye
Rosi, pasando a otro tema ¿podría pedirte un favor grandísimo?
La hobbit la miró con curiosidad. - Claro.
*
Erika profirió el suspiro más largo de su vida. El agua caliente
en su cuerpo era todo lo que ella habría deseado, aquel baño la
había convertido en la chica más feliz de la tierra.
Incluso se había puesto a cantar de lo feliz que estaba. Al otro lado
de la puerta, Rosi reía divertida mientras escuchaba a su invitada.
- Que bien.me quedaría aquí dentro para siempre- murmuró
Erika chapoteando.
Escuchó ladrar a Laika desde el otro lado de la puerta.
- Lo siento chica, este baño es solo para mí- dijo ella en voz
alta, riendo.
La perrita volvió a ladrar y después se la escuchó corretear,
alejándose.
Cuando el agua estaba enfriándose y Erika tenía ya los dedos
arrugados, decidió que era hora de salir. Se envolvió en unas
toallas, unas toallas ciertamente estrechas puesto que eran tamaño hobbit
y por ello tuvo que usarlas como si fueran un conjunto de falda y top, y se
acercó a la ventana.
- Me siento como Blancanieves en la casa de los siete enanitos- dijo Erika
mientras tenía cuidado de no darse con la cabeza en el techo.
Abrió la ventana para que el vapor que había convertido el baño
en un pequeño Londres, desapareciera. Casi como si lo esperara observó
el exterior, buscando a alguien que la estuviera espiando.
- Me he vuelto una paranoica- se dijo.
Pero no en vano se había vuelto tan desconfiada. A unos metros se encontró
de nuevo con Maglor que apoyado en el tronco de un retorcido árbol contemplaba
el cielo, ensimismado.
Erika lo observó un instante, no parecía haberla visto, así
que sacando la maldad de los rincones más profundos de su mente, decidió
reírse de él un rato.
- ¡Pervertido! ¿Qué haces?!
El grito hizo que el elfo diera un brinco, y se volviera hacia la ventana,
donde Erika estaba apoyada, aun con el cabello mojado y envuelta en las toallas.
- ¡¿Qué?! ¡Yo no he hecho nada!- se defendió
el elfo.
Ella reprimió la risa. - Eso dicen todos
- ¡Yo no sabía que te estabas bañando!¡No he visto
nada!
Erika no pudo aguantarse más y estalló en carcajadas, dejando
a Maglor con una cara de incomprensión total.
- Ya lo sé, ya lo sé- dijo ella aun entre risas- Perdona
- No le veo la gracia- masculló el elfo.
Erika le indicó con un gesto que se acercara. Maglor puso una mueca,
y la miró con desconfianza.
- No te voy a comer, venga ya- rió ella- y no estoy desnuda para tu
información.
El elfo se sonrojó ligeramente y se acercó hasta la ventana.
- ¿Has visto a Laika por ahí?- le preguntó Erika.
- Sí, hace un momento estaba corriendo por aquí.
- ¿Te importaría traerla?- pidió ella.
- ¿Para qué?
- Me gustaría aprovechar para darle un baño, está llena
de barro.
El elfo suspiró como si le hubieran encomendado una gran carga y marchó
en busca de la perrita. Erika rió divertida, cada vez se divertía
más con "su elfito".
A los pocos minutos, Maglor volvió con Laika en los brazos.
- Aquí la tienes- dijo él pasándosela por la ventana.-
Ya podrías haber ido tú a buscarla.
- Podríapero lo cierto es que no me gusta pasearme medio desnuda
por ahí.
El elfo no respondió.
- Gracias Maglor.- dijo Erika, volviéndose hacia la bañera, y
metiendo a la perrita que empezaba a revolverse.
Él dio media vuelta y se alejó hasta el lugar donde hacía solo un momento había estado descansando mientras escuchaba los chapoteos que provenían del bañoaunque esta vez cuidó de ponerse en un lugar donde tuviera una buena perspectiva del interior.
- ¡Santo cielo! ¡es una cama de verdad!
Rufus rió - Sí, aunque quizás te resulte un poco pequeña.
- No importa- respondió Erika- mientras sea blandita y tenga una almohada
no me importa si es pequeña.
- ¿Seguro que deseas dormir? Aun no ha caído el sol siquiera.-
dijo Rosi.
- La verdad es que estoy bastante cansada- dijo Erika bostezando.
- Entonces, felices sueños- dijo Rufus.
- Muchas gracias, no sabría como pagaros tantos favores.
- No tienes nada que pagar- rió Rosi- tu visita a sido lo más
interesante que nos ha pasado nunca.
Erika rió y Rufus suspiró.
- Como se nota que es medio Brandigamo - dijo él.
Rosi frunció el ceño, como si se hubiera ofendido y tras desearle
un buen descanso a Erika, obligó a Rufus a salir de la habitación.
Erika permaneció despierta unos minutos con la vista clavada en el techo,
mientras escuchaba a Laika respirar al lado de su cama.
- No puedo seguir así- murmuró para sí - tengo que
elegiry pronto.
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Al fin otro capi! aunque no es que estuviera muy inspirada la verdad, a estas alturas admito todo tipo de sugerencias ^^ aunque no pensaba hacer este fic muy largo...quizás un par de capis más, no sé. Lo pensaré ahora que ya he acabado mis trabajos ^^
En fin, muchisimas gracias por los reviews!!
