Capitulo 11: ¿Volver a casa?
Al abrir los ojos, se sorprendió de que la noche no hubiera pasado aun.
Se incorporó ligeramente y observó el exterior a través
de la ventana, debían ser las tres o las cuatro, puede que más
- No tendría que haberme acostado tan temprano- murmuró para
sí.
Ahora le iba a ser totalmente imposible dormirse de nuevo, su cabeza ya había
empezado a trabajar. Tenía que volver a Dunstan, no podía dejarlo
todo así, sin más
Se levantó y se vistió con aquellas ropas élficas que
Rosi había tenido la amabilidad de lavar, aunque aun se sentía
bastante ridícula con aquel traje. Se deslizó en silencio fuera
de la casa, con Laika tras ella, pues la perrita no parecía querer dejarla
sola ni un instante.
- Qué frío- masculló Erika una vez estuvo en el exterior.
Todo el pueblo dormía en la oscuridad y no había nadie en las
calles. Mas, no había dado ni tres pasos cuando la voz de Maglor surgió
de entre las sombras.
- ¿A dónde vas?
Erika dio un brinco, asustada. - No vuelvas a hacer eso o me dará un
infarto!
El elfo no respondió.
- Quiero ir a Dunstanaunque no sé como voy a llegar, está
tan oscuro que no veo nada.
- Yo puedo guiarte- respondió Maglor.
- ¿Puedes? ¡gracias! Pero ¿Cómo es que conoces el
camino?
- Es una larga historia.
- No tengo prisa- respondió ella.
Él asintió y comenzó a andar, Erika lo siguió sonriendo, era más bueno de lo que parecía, a pesar de su mal humor.
El camino en la oscuridad no resultaba particularmente agradable, todo a su
alrededor parecía amenazante, aunque Erika se sentía a salvo de
algún modo. Conocer la pericia de Maglor con las flechas le proporcionaba
un cierto alivio, aunque aun se preguntaba cómo había pasado de
ser un secuestrador a ser su guardaespaldas particular. Se encogió de
hombros, a veces hay cosas en la vida que son incompresibles.
De pronto, el elfo se detuvo en seco.
- ¿Qué pasa?- preguntó ella.
- Alguien se acerca.
- ¿Quién?
Maglor no respondió, pues pronto obtuvo su respuesta, y de entre los
árboles apareció una figura que no tardó en reconocer.
- ¡Delmir!
El elfo rió suavemente e hizo una reverencia. - Un placer veros nuevamente
lady Erika.
- Ehlo mismo digo- respondió ella, confusa con la aparición.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó Maglor con tono frío.
- En realidad os buscaba, hace días que no sabemos nada de vosotros
y empezábamos a preocuparnos. Thiriel me aseguró que estaríais
bien, pero decidí cerciorarme.
- Pues ya ves que estamos bien- dijo Erika.
- Sí, aunque me pregunto a dónde vais a estas horas de la noche.
- A Dunstan- respondió ella.
- Extrañas horas para viajar. Si no os importa os acompañaré,
el bosque puede resultar peligroso.
- Claro, así no nos perderemos.- dijo Erika.
- ¿Insinúas que no conozco el camino?- preguntó Maglor.
- Yo no he dicho eso, aunque no me extrañaría que te perdieras.
- Si te dejara aquí tirada ya veríamos quien llegaría
al pueblo- masculló él.
Erika le sacó la lengua, y Delmir los miraba con curiosidad, era la
primera vez que veía a Maglor perder la compostura.
Continuaron su camino en silencio, Erika no tenía demasiadas ganas de
hablar pues tenía demasiadas cosas en la cabeza, esto evitó cualquier
tipo de discusión entre ella y Maglor. Delmir por su parte se dedicaba
a mirar a uno y otro con curiosidad.
En poco tiempo llegaron al lago y más tarde a la casa de Erika.
- ¿Es este vuestro hogar?- preguntó Delmir.
Ella abrió la chirriante puerta y aspiró el aire estancado y
húmedo.
- ¿Hogar? No lo sé.
- ¿Cómo no lo sabes?- dijo Maglor con curiosidad.
Erika sonrió. - Solo he vivido en esta casa tres días, quizás
por eso no la considero aun un hogar. En este preciso momento siento que no
tengo hogar.
- Eso suena muy triste- dijo Delmir.
- Para mi noPero ahora dejemos estas conversaciones, iré a cambiarme
y a comer algo ¿queréis comer? Id a la cocina y servios, volveré
enseguida.
Erika desapareció dentro de una de las habitaciones mientras los dos
elfos permanecían en el salón.
- Jamás os creí capaz de algo parecido.- dijo Delmir de pronto.
Maglor encarnó una ceja. - ¿A qué te refieres?
- Habéis cuidado de la dama solo movido por bondad.
- No soy un noldo desalmado- dijo Maglor- y no solo me mueve la bondad.
- ¿Una promesa entonces?- dijo Delmir.
- Sí, prometí a Lirwen que la vigilaría y eso hago.
- Cumplís activamente vuestras promesas entonces.
- Por desgracia.
Delmir no llegó a comprender el significado de aquella respuesta pero
no preguntó. Finalmente, Erika reapareció, vestida con una falda
oscura y una camisa de lana blanca.
- Al fin- exclamó ella- con ese traje tan fino estaba helada.
Corrió a la cocina a preparar un té, y sacó unas galletas
que milagrosamente no se habían estropeado aún. Aunque los elfos
apenas comieron, Erika lo hizo con voracidad, el frío había despertado
su apetito.
- El sol aun no ha despuntado- observó Delmir volviendo su mirada hacia
la ventana.
- Sí.no os importará quedaros aquí un rato ¿verdad?-
dijo Erika.
- ¿A dónde vais, lady?
- Tengo quearreglar algunos asuntos en el pueblo.- dijo ella.
El elfo asintió. - Si es vuestro deseo, mas os aconsejo tener cuidado.
Erika rió. - Aquí lo único que podría atacarme
sería una oveja, además Laika cuidará de mí.
Maglor se encogió de hombros como si le diera igual, ella suspiró.
- No os aconsejo que salgáis, podría tener un problema si alguien
se entera de que escondo un par de elfos en mi casa.
Y tras estas palabras, cerró la puerta tras de sí.
Caminó con la perrita tras de sí, hasta llegar a la alcaldía-biblioteca,
todo parecía tranquilo pues apenas había comenzado a amanecer,
pero estaba segura de que el haber desaparecido de pronto les habría
sorprendido a los habitantes de Dunstan.
"Nunca pasan cosas extrañas aquí" le dijo MacAulay cierta
vez. Erika rió para sí, ahora estaba segura de ser el centro de
todas las conversaciones de los pueblerinos.
Se agachó, e introdujo un sobre por debajo de la vieja puerta de la
alcaldía.
- Bueno, ahora ya está hecho- murmuró para sí.
Se había dado la vuelta para volver a su casa, cuando se tropezó
con la persona más inesperada.
- Dolina, qué susto!- exclamó.
La anciana la observaba con curiosidad pero sonriente, en realidad era la primera
vez que Erika la había visto sonreír.
- Ah, Eri- dijo la anciana, palmeando con suavidad su brazo.
- Hola ¿cómo te encuentras?- dijo Erika sin saber muy bien qué
clase de conversación empezar.
Dolina rió con suavidad. - No tienes que ocultármelo Eri, ya
los has visto, puedo verlo.
Erika se quedó en silencio.
- Los elfos son seres mágicos y maravillosos ¿verdad Eri?- continuó
la anciana, cualquier signo de locura que pudiera haber visto en ella, había
desaparecido.
- Sí - respondió Erika.
- Pero es otro mundootro mundo
- ¿A qué te refieres con otro mundo?
- Yo también los conocí ¿lo sabías? - dijo Dolina-
llegué a amarlos.
- Pero?
La anciana sonrió. - Amaba más mi tierra y mi hogar, no puedes
vivir en ambos mundo pequeña Eri, debes elegir, como yo lo hice.
- Pero yo he estado allí y estoy ahora aquí- repuso Erika- se
puede estar en ambos lugares.
Dolina negó con la cabeza. - Al principio sí, mas no siempre,
el tiempo transcurre de formas diferentes aquí y allí, porque
son mundos diferentes.
- Aunque eso fuera cierto, no puedo elegir.
- Puedes y debes. Pero no debes repetir mi error, si decides permanecer aquí
no debes hablarle a nadie nunca de ellos, o te dirán loca.
- Yo- Erika no sabía qué decir.
La anciana volvió a reír suavemente.- No te preocupes, no me
ofende que en un principio me creyeras loca.
- Lo siento. Pero todo estoes tan extraño, como un sueño.
Si dices que debo elegir ¿cómo lo haré?
- Es posible que ya lo hayas hecho, pero no te hayas dado cuenta.- respondió
Dolina con una sonrisa enigmática.
Erika ladeó la cabeza y pensó un instante. Después sonrió,
triste y divertida a la vez.
- Lo cierto es que sí.
- Lo supe desde el primer momento, ahora debes irte o tendrás que explicar
demasiadas cosas y te aseguro que la gente de este pueblo no es muy abierta
a lo que se sale de lo común.
- De acuerdo, gracias Dolina, me hubiera gustado hablar más contigo.
- Quizás en otra vida, mas no ahora. Adiós pequeña Eri,
ahora eres parte del mundo de las hadas. Ahora eres un hada.
Erika la observó con los ojos muy abiertos, recordando la primera vez
que se había tropezado con ella. Aquella vez que la había llamado
hada.
La anciana le dedicó una sonrisa y con un gesto de la mano, se despidió,
para entrar en su casa.
- ¿Será una coincidencia?- se dijo Erika- Seguramente
Continuó su camino, y cuando el sol ya se mostraba por completo, llegó de nuevo a su casa. Mas para su sorpresa, Delmir ya no estaba allí.
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Ya sé que este capi no fue gran cosa y además me quedó corto, pero con la falta de inspiración que tengo ultimamente no me pidan mucho más por favor.
Muchisimas gracias por los reviews y por las sugerencias!!! intentaré
que mi musa vuelva porque esto llega a resultar frustrante ¬¬ creo que
seré aun durante un tiempo la presi del club de las en blanco ^^
