Capitulo 13: Una larga noche

Las hojas oscuras susurraban y temblaban bajo el sol de la tarde, Erika observaba a su alrededor mientras un sudor frío le recorría la espalda. Aún no había superado su encuentro con aquella criatura que había intentado comérsela, y ahora era un manojo de nervios a punto de estallar en cualquier momento.

Apretó a Laika contra sí, en un gesto reconfortante, la perrita apenas se movía y se dejaba acariciar por su dueña a pesar de que ésta tenía los dedos fríos como el hielo.

A su lado, Maglor terminaba de anudar una cuerda con la que había realizado una improvisada plataforma en el árbol para poder descansar. Después de la escaramuza se había negado a descender hasta la mañana siguiente, no lo consideraba prudente y por primera vez desde que se encontraron, Erika no había discutido la decisión.

- Ten - le dijo el elfo de pronto, poniendo en sus manos una manzana troceada.

Ella le devolvió una mirada interrogante.

- Debes comer si no, no podrás aguantar la marcha de mañana.- replicó.

Erika asintió con la cabeza y despacio comenzó a comer, olvidando que en realidad lo que ella quería saber era el por qué le había troceado la manzana como si ella estuviera enferma o algo así.

Como pocas veces en su vida, Erika comió en completo silencio y tras un "buenas noches" se recostó entre dos ramas, se tapó con una manta, y cerró los ojos. Algo de lo más extraño, considerando que tan solo eran las seis de la tarde.

Maglor la observaba con curiosidad, parecía que se había vuelto tímida o silenciosa de pronto, no tardó mucho en deducir que simplemente aún estaba asustada, y que no quería reconocerlo ni ante sí misma. Decidió no molestarla, al menos por esta noche, necesitaba descansar, ambos lo necesitaban.

Nan úye sére indo-ninya símen, ullume;
ten sí ye tyelma, yéva tyel ar i narqelion,
íre ilqa yéva nótina, hostainiéva, yallume:

ananta úva táre fárea, ufárea!
Man táre antáva nin Ilúvatar, Ilúvatar
enyáre tar i tyel, íre Anarinya qeluva?

Abrió los ojos a la noche profunda, se revolvió entre la manta de gruesa lana, y escuchó en silencio la dulce y triste melodía, jamás imaginó que una canción de la que ni siquiera comprendía una palabra le provocara tanto sentimientotantas ganas de llorar.

Se incorporó intentando no hacer ruido, con la manta sobre sus hombros, dio unos pocos pasos, los suficientes para colocarse junto al elfo que sentado, había dejado de cantar al percibir su presencia.

- Creía que ya no cantabas.

Maglor se giró para observarla. - Y no lo hacía.

Erika sonrió débilmente y se sentó a su lado arrebujándose en su abrigo.

- ¿Puedo preguntarte lo que decía la canción?

- Es una canción muy larga

- Por favor, al menos desde la estrofa esa de Nan uye

El elfo sonrió ligeramente ante la curiosa pronunciación de ella.

- Pero mi corazón no reposa aquí para siempre,
porque aquí hay un final, y habrá un final y el Marchitamiento,
cuando todo se cuente, y todo se numere al fin,
pero aún no será bastante, no será bastante.
¿Qué me dará Ilúvatar, oh Ilúvatar,
en aquel día más allá del fin, cuando mi Sol se apague?

- Es muy triste- dijo Erika.

- Lo es.

Permanecieron entonces en silencio, observando las hojas que se balanceaban con el viento.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?- dijo ella interrumpiendo el silencio.

- Me extrañaba que no lo hicieras- comentó él, aunque había diversión en su voz.

- ¿Por qué siempre estás enfadado o triste?

Aquella pregunta le tomó totalmente desprevenido, ella la había enunciado con un tono triste, afligido, como si aquel hecho le hiciera daño. Por un momento llegó a pensar que ella estaba en una especie de trance y no sabía bien lo que decía.

- No siempre estoy enfadado o triste- respondió, sorprendiéndose a sí mismo por responder a semejante pregunta.

- Solo te he visto sonreír un par de veces- apuntó ella.
Entonces Maglor sonrió, no por fuerza, sino simplemente porque sí.

- Te aseguro que me has visto sonreír mucho más que a otros que conozco desde hace siglos.

Erika le devolvió la sonrisa. - Eres un elfo demasiado serio, entonces.

- Es posible.- respondió aún sonriendo.

- ¿Puedo hacerte otra pregunta?

- Adelante.

- ¿Tútú me odias?

Maglor sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago y la miró, desconcertado.

- La verdad, por favor.- añadió ella.

- No, no te odio.- respondió él.

- ¿Me aprecias?

- ¿Qué?

- Que si me apreciasaunque solo sea un poco.- dijo Erika con la vista clavada en sus pies.

- Sí.

Ella levantó la vista entonces, y le sonrió, feliz.

- ¿Podemos ser amigos entonces?

- Imagino que sí.- respondió el elfo.

- Aunque te haya gritado muchas veces yo también te aprecio, Maglor, y te agradezco que me hayas salvado la vida.

Él pareció sorprendido nuevamente, no esperaba que ella le diera las gracias. Y mucho menos que hiciera lo que estaba haciendo en aquel instante.

Erika había acomodado la cabeza en su hombro, y había cerrado los ojos, como si el sueño la hubiera llenado de repente.

- Deberías ir a dormir- le dijo Maglor, casi en un susurro.

- No quiero- respondió ella en voz baja.

- ¿Por qué?

- Tengo miedo. No quiero estar sola.

- Pero

Mas ella ya no respondió, pues había caído en un sueño profundo.


Una sombraun murmullo que se hacía eco en sus oídos. Alguien se acercaba, estaba cercamuy cerca. Lo escuchaba respirar, fuerte y de forma jadeante. Estaba oscuro y no podía ver, pero lo sentía, lo sentía a su lado. De pronto un gruñido, suave al principio, más fuerte después, junto a sus oídosun destello, un calor fétido, la sombra

- ¡Despierta!¡Despierta!

Despertó de un salto, abriendo la boca como si se estuviera ahogando y con los ojos abiertos como platos, sudaba, y su piel ardía como si le hubieran prendido fuego.

- ¡Erika! ¡Vamos! ¿Estás bien? Estabas gritando.

Ella lo miró, intentando controlar los temblores que le recorrían el cuerpo.

- Eh- Maglor tocó su frente, mientras ella respiraba con fuerza- ¡Por Elbereth! Estás
ardiendo!

Erika intentó incorporarse pero apenas tenía fuerzas.

- Yotengo frío

El elfo se apresuró a cubrirla con otra manta, al tiempo que su rostro se contraía de preocupación. Había visto en el pasado como los hombres más fuertes y robustos caían en manos de las enfermedades para acabar consumiéndose hasta la muerte.

Golpeó el tronco del árbol con frustración, ¿por qué los humanos tenían que ser tan frágiles? Él no sabía nada acerca de las enfermedades de los hombres, apenas si tenía unos pocos conocimientos de las hierbas curativas ¿Qué iba a hacer?

Erika se revolvió de nuevo, mientras sus dientes castañeaban.

Maglor asintió entonces para sí, tenía que llevarla con Thiriel cuanto antes, pues ella era de las pocas que conocía el antiguo arte de los sanadores, estaba segura que podría ayudarla.

Pero, aun quedaban algunas horas hasta el amanecer y no podía marchar hasta entonces, pues si los atacaban en la oscuridad, no podría defenderse, ni a sí mismo, ni a Erika. Tendría que mantenerla estable hasta la salida del sol.

En ese momento, Laika interrumpió sus pensamientos, pues tras emitir un ladrido, la perrita lamía la mano de su dueña, como si esperara que eso la curase. Maglor se agachó para acariciarle el lomo.

- Cuídala unos minutos Laika, volveré enseguida.

El animal ladró nuevamente y el elfo asintió para después dar un salto desde la rama en la que se encontraba y desaparecer entre las hojas.


Apenas habían transcurrido cinco minutos, cuando Maglor reapareció. Aunque Erika apenas se dio cuenta pues se encontraba en un estado de semiinconsciencia, y de lo único que estaba segura era de que tenía frío y tiritaba sin control.

- Toma- escuchó la voz del elfo- bebe esto

Apoyándose en Maglor, se incorporó hasta quedar sentada, aunque tenía una visión borrosa de lo que sucedía. Sintió un vapor cálido bajo la nariz que olía agradablemente, como a menta y miel. Abrió la boca y sintió la hirviente bebida recorrer su garganta. Aquello detuvo los temblores de forma momentánea, y aunque reaparecieron a los pocos minutos, habían remitido considerablemente.

Dos veces más a lo largo de la noche tomó aquella extraña bebida, antes de caer dormida, apoyada de nuevo en el elfo, al tiempo que escuchaba una extraña y dulce melodíaalgo que más parecía un encantamiento que una canción.

Lasto nîn ú-aníron cuinad ereb... tolo dan enin *


Cuando abrió los ojos a la mañana fría, notaba que algo no era normal. Efectivamente, no había despertado en su antigua casa de Edimburgo, ni en la casa de alquiler de Dunstand, ni siquiera en la copa del árbol de la noche anterior. Había amanecido en mitad del bosque, con la mejilla apoyada en la espalda de un elfo que caminaba con paso suave.

Cargaba con ella en su espalda como si no pesara nada, y no se quejaba, ni siquiera decía una palabra. Erika movió las manos, para hacerle notar que estaba despierta. Mas, si él se dio cuenta, no dijo nada al respecto y continuó caminando, con Laika tras ellos.

No insistió, estaba aún muy cansada y notaba como su rostro ardía debido a la fiebre, lo último que deseaba era ponerse a caminar.

- Maglor- dijo lentamente en un susurro.

- ¿Qué?- respondió el elfo, parecía evidente que sí sabía que estaba despierta.

- ¿Qué pasó ayer? No me acuerdo

- Estás enferma, es normal que no recuerdes nada.

- Vale¿Puedo hacerte una pregunta?

Él sonrió, parecía que la enfermedad la volvía extremadamente curiosa.

- Puedes.- le respondió.

- ¿Por qué Delmir se fue sin decir nada?

Maglor masculló algunas palabras en un tono que parecía enfadado.

- Dímelo, por favor.

El elfo suspiró, con aquella fiebre, era probable que en pocos minutos no se acordara de nada así que ¿por qué no contestar? Al menos, así dejaría de preguntárselo.

- Hizo algunos comentarios no muy agradables sobre mis capacidades y le respondí que yo sabía manejarme y que no lo necesitaba. Entonces él sonrió y tras desearme buena suerte se marchó. Así, sin más.

- Se marchó- repitió ella con voz cansada y débil- ¿qué capacidades?

- Ehhh.mis capacidades para protegerte.

- Ah.

Erika apoyó la cabeza de nuevo y cerró los ojos, como si no le hubiera afectado la respuesta, y parecía que había vuelto a dormirse, hasta que de nuevo, habló.

- ¿Puedo hacerte otra pregunta?

Maglor sonrió divertido, aquella actitud le resultaba familiar, hacía ya de eso muchísimos años, cuando un par de niños de ojos claros y cabellos azabache le hacían preguntas a todas horas. Eran recuerdos felices de días oscuros.

- Maglor

- Sí, puedes hacerme una pregunta.

- ¿Me seguirás haciendo compañía?- dijo ella con voz suave.

- ¿A qué te refieres con eso?

- Yo siempre he estado solaLaika es la única que me ha hecho compañía en los últimos añospero ya no quiero estar más tiempo sola, estoy cansada de ser fuerte siempre

- Tranquila, no pienses en cosas así o la enfermedad podrá contigo. Además, seguro que cuando recuperes la sensatez te arrepentirás de haber hecho ciertos comentarios que no deberían haber llegado a mis oídos.

- Valegracias por ayudarme

- De nada.

- Eres el mejor elfito que conozco

Maglor iba a replicar respecto al término "elfito" pero al notar como la respiración de Erika se volvía regular, supuso que se había quedado dormida y no quiso despertarla.
Así continuó el camino entre las hayas, con Laika trotando tras ellos, hasta alcanzar Ferenorë.

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* Por si alguien se pregunta lo que significa la frase sindarin ésta pues es: "escúchameno quiero vivir solo vuelve a mí." ¿Lindo o qué?

Quizás me quedó algo cortito el capi.bueno, se hace lo que se puede ^^ después de alabarme tanto el capitulo anterior espero que mi racha de inspiración perdure.
Y bueno, si digo la verdad con respecto al animalillo del capi anterior (¿animalillo? Ni que fuera una gatito XD) pues cada una se puede imaginar lo que era porque ni siquiera yo lo sé jejeje es la verdad, simplemente pensé en un bicho feo y malo, no me importa como se llame ^^

¡¡¡y muchas, muchas gracias a todas!!!! Adoro sus reviews!!!
Y me disculpo por no enrollar a este par todavía, que no saben que la paciencia es una virtud??? XDD

¡¡Y feliz año nuevo!!