Es evidente que no soy Rowling, cierto?, ya que si fuera así estaría ganando un montón de dinero y no tendría que preocuparme por entregar trabajos escolares. Pero como no es así les suplico que no me demanden ya que no tendría ni con qué pagarles. No hay finalidades de lucro.
Espero que les guste esta historia, y si es así me dejen un review, y si no les gusta también. Ésta historia será corta de cuatro capítulos a lo mucho. Espero la disfruten.
Y de paso por qué no se pasean por mis otras dos historias? A lo mejor les gustan también gracias.
Recordando aquella navidad
Por: Irais R. Torres E.
Capítulo dos.
- Harry, despierta. Prometiste que me enseñarías a volar cuando regresaras de vacaciones.
- ¿Mmh?
- ¡¡DESPIERTA YA!!
No quería despertar, estaba muy cómodo en mi cama de postes con los cortinajes cerrados. Pero la voz de esa niña que tan insistentemente me sacudía y empezaba a brincar sobre mi estómago no me daba la más mínima oportunidad de seguir dormido.
- Ya, ya desperté – dije abriendo los ojos y buscando mis gafas aún con mucho sueño.
- ¿Y tú quién eres? – le pregunté a la niña pelirroja de ojos verdes que me había despertado
- Ja, ja. ¡Qué gracioso hermanito! Levántate ya. Prometiste que me enseñarías a volar.
Empezaba a asustarme, por lo que pude ver no estaba en la torre de Gryffindor, sino en un lugar muy distinto.
Era una amplia habitación pintada de blanco, con pósters y estandartes de diversos equipos de quidditch.
La cama en la que estaba tenía colchas azules con dibujos de escobas y jugadores voladores.
Mi baúl estaba acomodado a los pies de la cama, un amplio escritorio con libros ordenados, junto a lo que parecían varios pergaminos y frascos de tinta de todos colores.
Al fondo un armario con todo tipo de túnicas y ropa muggle de los más diversos modelos y colores.
La saeta de fuego acomodada en una funda y base especial.
Y las gafas que portaba, no estaban rotas, tenían la graduación perfecta a mis ojos, eran de una montura de plata y sumamente ligeras
La niña que me había despertado corría las cortinas de la ventana, con lo que pude apreciar un nublado día de diciembre, pero un amplio jardín muy bien cuidado con algunos árboles frondosos.
La niña regresó su atención a mí, mientras me miraba con una actitud de enfado, y un perro labrador color miel me lamía con entusiasmo la cara, mientras trataba de apartarlo de mí.
- Harry, ¿te vas a levantar?
- ¿Quién eres?
- Agghh, deja de jugar. Soy Becky, tu hermana menor, la única que tienes además de la pesada de Amanda, que es una floja y aún no se levanta.
- ¿Hermana?, ¿tengo hermanas? No. Estoy soñando esto no puede ser. No es cierto.
- ¿Harry estás bien?
- Becky, te dije que dejaras dormir a tu hermano, está cansado y anoche tuvo fiebre.
- Pero mami, lo prometió antes de que se fuera al colegio.
Hubo una plática entre la niña que aseguraba ser mi hermana y la mujer que acababa de entrar a lo que parecía ser mi cuarto.
Desafortunadamente no les estaba prestando atención, estaba más entretenido viendo a la que era mi madre, que sólo conocía por fotografías y comentarios de Sirius.
Era hermosa, su pelo largo y sedoso le llegaba casi a la cintura, sus ojos eran verdes igual que los míos, vestía una túnica azul oscuro que se veía muy fina y elegante.
- Harry, cariño. ¿Estás bien?
- ¿Mamá?
- Harry, no empieces a preocuparme. ¿Qué te sucede, te sientes enfermo otra vez?
- No. Estoy bien.
- Déjame ver. – dijo mi mamá mientras tocaba mi frente y mis mejillas – No tienes fiebre, aunque estás algo pálido. Quiero que bajes a desayunar en media hora si no quieres que me enoje contigo.
- Sí mamá, ya voy.
Y dándome un beso en la frente se fue junto con Becky.
Estaba en una especie de trance, me pellizqué fuerte y deduje que no estaba soñando. Miré alrededor y encontré varias fotos acomodadas sobre el librero y el escritorio, donde me veía con mis padres. Los dos. Abrazándome a mí y a mis hermanas, las cuales pude deducir eran gemelas idénticas, Becky y Amanda.
No podía creerlo, si estaba soñando no quería despertar. No sólo tenía a mis padres, según las fotografías también tenía hermanas, Sirius y Remus estaban también. Al igual que Ron y Hermione.
Unos periódicos con fechas recientes mostraban que Voldemort había retornado. Pero que la comunidad de aurores y el ministro de magia mantenían a raya a los mortífagos e intentaban evitar que Voldemort tomara mayor fuerza.
Así que decidí no preocuparme por eso, no todos los días ves fotografías de ti y tu familia abrazándote.
Por una vez mi vida era tal cual la había querido.
Era perfecta.
Tenía una familia, una familia que me quería. No podía desear nada mejor.
- Harry, ¿estás listo?
- Pa... pá – dije anonadado al ver al hombre frente a mí. Aquél que sólo vi en una jaula dorada diciéndome qué hacer para salvar mi vida.
- Harry. ¿Te encuentras bien?, tu madre lleva gritándote que bajes a desayunar desde hace 5 minutos.
- Sí, estoy bien.
- Pues no lo parece. Sabes que puedes decirnos cualquier cosa que te preocupe ¿verdad?
- Sí, gracias papá. Ya bajo. Siento haberlos preocupado. No tardaré.
Mi padre salió, aún preguntándose si no estaría enfermo o algo así.
Después rápidamente entre a la ducha y me vestí con las primeras ropas que encontré. Unos jeans, una playera y un suéter. Todo de mi talla, los zapatos no tenían agujeros ni arañas. Los calcetines me gustaban, eran cómodos y calientes.
Decidí que si era un sueño, no me importaba. Tenía a mis padres, a Becky, a Amanda, a Bug (el labrador color miel), Sirius, Remus, Ron y Hermione.
Lo disfrutaría lo más que pudiera. No quería despertar si era así.
- Al fin bajas cielo, ¿tienes hambre?
- No mucha.
- ¿No mucha? Harry, ayer no cenaste diciendo que te sentías mal.
- Y eso sin contar como amaneciste hoy, todo confundido. Voy a llevarlo con el medimago James.
- ¡No!, no es necesario. De verdad me siento bien.
- Aún no me convences jovencito.
- Vamos Lily, déjalo. Está de vacaciones, no le pasará nada.
- Está bien, pero si sigue así lo llevo.
Observé a mis padres, por lo que pude deducir era un personaje importante dentro del ministerio de magia, al igual que Sirius y Remus. No supe qué fue de Colagusano.
Mi madre era investigadora del ministerio, mi padre había sido auror en otro tiempo, y ella parecía que se encargaba de las estrategias de ataque en las batallas.
Ellos no dejaban de mirarme un tanto preocupados, se supone que yo ya lo sabía, pero no podía contener la curiosidad de preguntar.
Mis hermanas, según su comportamiento y regaños de mamá, no pasaban de los 7 años y pronto sería su cumpleaños, estaban planeando la fiesta y solicitarían un permiso especial al profesor Dumbledore para que me dejara venir a casa.
También me enteré de que el profesor Snape era hermanastro de mi papá. Pues al morir mi abuelo, mi abuela decidió casarse con el padre de Snape. Ellos nunca pudieron llevarse bien, y al enterarse la abuela que su marido era un mortífago, solicitó el divorcio y la custodia de los chicos, sin embargo Snape nunca aceptó a mi abuela como su madre. Huyó de casa y regresó con su padre. Él lo incitó a convertirse en mortífago, y al no poder cumplir con las órdenes de Voldemort intentó desertar, pero nadie se escapaba de las manos de Voldemort, así que el profesor Dumbledore logró su custodia y lo hizo espía.
Intenté averiguar más cosas, pero mis padres estaban a punto de llevarme al doctor, por lo que preferí guardarme mi ansiedad y salir con las niñas a jugar al patio.
Nunca había jugado antes con niñas, y fue realmente divertido. Ellas intentaban esconderse y entre las dos me confundían para que no lograra atraparlas, después les enseñé a volar e iniciamos una carrera con escobas.
Más tarde cuando se cansaron de ese juego me arrastraron con los ojos vendados hasta la piscina y me aventaron al agua. Lo cual me dio un susto de muerte porque aún no sé nadar. Ellas al asustarse por ver que casi me ahogo se pusieron a gritar como locas hasta que llegó mamá y me sacó del agua.
Me sentí muy mal al ver que las regañaron y castigaron. Después de todo no quisieron hacerlo con mala intención.
Mamá estaba muy asustada. Histérica es la palabra adecuada. Así que apenas hube dejado de toser agua y recuperado la respiración me dejó en mi cuarto y trajo al doctor. El cual la calmó y le aseguró que no me pasaba nada. Y a insistencia de ella me dejó unas vitaminas y una poción que me dio en ese momento.
Es extraño, pero metido de nuevo en la cama me siento bien. No porque necesitara estar en la cama, sino porque tenía a alguien que se preocupaba por mí.
Cosa que los Dursley nunca hicieron.
Ella pasó la tarde a mi lado, dijo que no la echarían de menos en la oficina ese día. Platicamos de muchas cosas, de las niñas, su infancia, lo que se supone fue mi infancia, cuando me llevaron al zoológico mágico, mis primeros años de escuela, cuando me puse celoso por el nacimiento de mis hermanas y cuando al tenerlas en brazos le dije que las cuidaría siempre.
Me sentía confundido, por una parte estaba muy contento de tener a mi madre a mi lado.
Pero por otra parte, celoso, enojado y asustado.
Celoso por la vida tan bella que han tenido mis hermanas y que yo no recuerdo haber tenido nunca, porque siempre viví bajo la sombra de mis tíos y las rabietas de Dudley.
Enojado porque no podía comprender qué estaba pasando, si era un sueño o si era realidad.
Y asustado porque no quería que terminara, algo me decía que todo esto no era real. Pero tenía miedo de que al voltear la vista mamá y todo lo demás ya no estuviera ahí.
Más tarde las niñas aparecieron muy arrepentidas ofreciendo una disculpa, ya que no sabían que no sabía nadar. Y no sabían que su juego podría haberlas dejado sin hermano.
Después de asegurarles que no había pasado nada. Las abracé. Eran las primeras personas a las que tenía oportunidad de abrazar en toda mi vida.
Quería llorar, de felicidad, de alegría de tener a alguien a quien le importara, alguien que me quisiera por ser Harry.
Por la tarde jugamos snap explosivo y a las muñecas.
Cuando llegó papá nos encontró riéndonos porque Amanda intentaba imitar a un elefante con diarrea, y la cara que ponía era sumamente graciosa. Las mejillas hinchadas y rojas. Y dando pasos de apuro intentando ser pesados. Cosa difícil para una pequeña niña de 6 años.
Papá llegó y se unió al juego, a él le tocó imitar a un perro afónico. Lo cual hacía pésimamente mal, por lo que acabó bombardeado por cosquillas de sus hijos, incluyéndome a mí.
Mamá llegó a decir que la comida estaba lista, y que me dejaran en paz que necesitaba descansar. Cosa que no quería hacer, por lo que entre todos la convencimos de que estaba bien y me dejó bajar a comer.
Mi sorpresa fue grande al encontrarme ahí a Sirius y Remus, ambos alegres y bromeando con mamá. Pero no eran los únicos que estaban ahí. Según deduje estaban Mery y Arabella, sus respectivas esposas, junto a: Margaret y Eréndira las hijas de Remus. Y también estaban Jake, y Jeremy; los hijos de Sirius.
Apenas terminé de comprender esto llegó el señor Weasley junto con Ron y Hermione.
Remus se veía mucho más saludable que como lo recordaba. Su ropa no estaba raída. Y tenía el mismo buen humor y amabilidad de siempre.
Sirius, se veía muy bromista, pero con un aire de responsabilidad que no creía que tuviera. No con el aspecto demacrado y triste que tenía actualmente.
Sus esposas eran muy ocurrentes, listas y consentidoras con sus hijos, me hacían recordar a la señora Weasley
Y los niños... todos eran más o menos de mi edad, las niñas de Remus eran mellizas y decían que se podían convertir en lobos a voluntad, y los niños de Sirius me dijeron que empezarían a entrenarse para ser animagos ilegales.
Parecía que todos iban a Hogwarts, las niñas en Ravenclaw y los chicos en Gryffindor.
Ron y Hermione no habían cambiado, seguían discutiendo por cualquier cosa, pero siempre amigos y creo que algo más.
Platicamos y bromeamos durante toda la comida.
Más tarde fue tal el alboroto, que Jack y Jeremy propusieron un partido de quidditch, padres contra hijos. Todos aceptaron de muy buena gana, por lo que seguimos a mi padre hacia el campo de quidditch.
Estaba impresionado por la casa, era enorme, era como Hogwarts pero más pequeño, tenía de todo, piscina, biblioteca, invernadero, y campo de quidditch. Según unos cuadros la casa era herencia de mi abuelo hacia mi padre. Y mi abuela había heredado la fortuna de sus padres.
Por lo que papá al ser hijo único, recibió todo esto.
Cuando llegamos al campo, cada quien agarró una escoba. Yo había pasado por mi saeta de fuego, por lo que pude hablar un poco con los cuadros sin que pareciera raro.
Se hicieron los equipos.
|
Posición |
Equipo Padres |
Equipo Hijos |
|
Guardián |
Remus |
Ron |
|
Cazador 1 |
James |
Jack |
|
Cazador 2 |
Arthur W. |
Jeremy |
|
Cazador 3 |
Mery |
Margaret |
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Golpeador 1 |
Sirius |
Eréndira |
|
Golpeador 2 |
Arabella |
Hermione |
|
Buscador |
Lily |
Harry |
Mis hermanas, debido a que aún eran muy pequeñas las convencimos de que se quedaran en las tribunas y narraran el partido. Papá les hizo el encantamiento Sonorus, con lo que ellas se mostraron encantadas.
Creo que ha sido el mejor partido de toda mi vida, ni cuando ganamos la copa de Quidditch en mi tercer año que me sentía así.
Fue muy divertido, todos reíamos y nos maravillamos con la experiencia de nuestros padres, y ellos con nuestra habilidad para volar en escobas.
Siempre había pensado que papá fue buscador, pero no.
Había sido cazador y capitán de quidditch, y el trofeo que estaba en la sala en Hogwarts lo había hechizado Sirius para que dijera buscador en lugar de cazador.
La buscadora era mamá. Y muy buena por cierto, fue sumamente difícil ganarle, y sólo lo hice porque creo, que me dejó ganar para que no me lastimara en el último descenso en picada que hicimos. Ya que ella a pesar de ser una magnífica buscadora no tenía tanta habilidad en la escoba como yo.
De ahí concluyo que la habilidad de volar la heredé de papá y mis dotes de buscador de mamá.
Ya entrado el anochecer, seguíamos comentando el partido y las jugadas de cada uno. Fue un partido grandioso ganamos 350 a 200.
Cenamos en el campo de quidditch, los elfos habían organizado una cena al aire libre. Y aunque hacía frío por el invierno y estaba nevando, los encantamientos que hicieron mamá, Arabella y Mery nos mantenían secos y calientes.
Seguimos ahí hasta que mis hermanitas se caían de sueño, por lo que me ofrecí a llevarlas a dormir. Ellas se dejaron consentir y obedientes se acostaron, después de leerles un cuento.
Me gustaba verlas dormir, parecían ángeles.
Bajé nuevamente y mis tíos (Sirius y Remus) se estaban despidiendo.
Al irse todos, jugué un ajedrez mágico con papá, en el cual me ayudó mamá. Por que si no hubiera sido así no habría logrado ganarle.
- Harry cariño. Es hora de irse a dormir.
- ¿Tan pronto mamá?, otro juego por favor.
- Tu madre tiene razón Harry. Ya van a dar las dos de la mañana. Y por lo que me contó, necesitas descansar. No quiero que te enfermes.
- Si, ya voy. Hasta mañana.
Sin poderlo evitar, abracé a mis padres, no quería despegarme de ellos.
Aún no.
No cuando los había encontrado.
No cuando había tenido un día tan hermoso en toda mi vida.
- Harry. ¿Sucede algo?
- No. Nada papá.
- ¿Entonces?
- Es sólo que los quiero mucho. Los amo tanto.
- Harry, amor. Sabes que estaremos siempre contigo ¿verdad?, ¿hay algo que te preocupe?
- No es nada. Es sólo que no quiero ir a dormir. Aún no.
- Ven conmigo Harry. James, ¿por qué no traes el medallón?
- Te alcanzo en el estudio Lily.
Me llevaron a lo que parecía ser una biblioteca, pero con la diferencia que estaba un poco oscura y fría. Mamá prendió el fuego y pude observar delicados vitrales que permitían el paso de la luz de luna.
Nos sentamos en unos sillones muy parecidos a los de la torre de Gryffindor y esperamos unos minutos a que llegara papá.
- Harry, lo que te vamos a mostrar es muy serio. Pon mucha atención.
- Sí mamá.
- Harry, cuando yo cumplí tu edad, mi padre me dio este medallón. No te lo dí cuando fue tu cumpleaños debido a lo que pasó en el torneo con la muerte de Cedric. No quise presionarte.
- Hemos estado muy preocupados por ti cariño. Por eso te hemos vigilado a través del profesor Dumbledore, Sirius que te escribe cartas y Remus que irá a visitarte dentro de poco a la escuela.
- No entiendo mamá.
- Harry, el medallón ha pertenecido a mi familia por muchas generaciones. Tantas que si miras en él, podrás darte cuenta de quién fue el propietario original
Di la vuelta al medallón y con caracteres antiguos se leía el nombre: "Godric Gryffindor"
- No... no entiendo
- Harry, el medallón significa que eres, al igual que yo. Heredero de Godric Gryffindor. Cada generación ha tenido siempre un hijo varón. Sólo uno. Y él es quien debe heredar no sólo los poderes de Godric, sino el que tiene que cargar con las responsabilidades contra el heredero de Slytherin.
- Voldemort
- Así es cariño, es por eso que Voldemort ha intentado matarte, durante tantos años.
- Pero yo...
- No te asustes. Tómalo con calma. Tendrás suficiente tiempo para aprender antes de que Voldemort te ataque.
- ¿Cómo estás tan seguro papá?
- Porque tu madre y yo te protegemos aunque no puedas vernos. Ahora, quiero que prestes atención. El medallón te enseñará lo que necesitas aprender para derrotar a Voldemort. Se abre así.
En ese momento, después de que apretó una de las piedras del medallón y dijo unas palabras en un extraño lenguaje.
Una figura salió del medallón, como un pequeño fantasma que danzó ante mis ojos antes de posarse sobre el mismo medallón y empezar a presentarse y dar una charla sobre el tipo de poderes que tenía y cómo usarlos. Era como tener a un maestro particular.
Miré asombrado todo esto. Mis padres tenían una curiosa mirada, como de tristeza.
- Harry, tu deber es aprender todo lo que puedas del medallón, me gustaría poder estar a tu lado para enseñarte yo mismo, pero no es posible. Tendrás que aprender de él.
- Pero...
- No te preocupes cielo. Siempre estaremos contigo.
- Estamos muy orgullosos de ti Harry. Y no sabes cuánto daríamos por poder quedarnos a tu lado.
- Los amo a los dos, a mis hermanas, a la vida que tengo.
- Lo sabemos Harry. Te queremos mucho.
- Aún cuando tengas 15 años sigues siendo mi bebé.
- ¿Entendiste bien la forma en que se abre el medallón Harry?
- Ehh, no.
- Repite conmigo: Erscheinent alt Opa Godric.
- Erscheinent alt Opa Godric.
- Muy bien. Debes recordarlo. No lo olvides. Y no pierdas el medallón. Llévalo siempre contigo de ahora en adelante; te proveerá de un encantamiento protector especial.
- Sí, entiendo. ¿Qué significa el conjuro?
- Déjate ver viejo abuelo Godric.
- Ahora es tiempo de ir a la cama cariño. Vamos te acompañaré.
Sin poderme resistir más tiempo, me acompañó mi madre, esperó a que me cambiara de ropa, y me acostó dándome un beso, tapándome con las mantas y apagando la luz mientras me cantaba una tonada muy suave que sin poderlo evitar me obligaba a cerrar los ojos.
No me importaba tener 15 años, no me importaba si alguien me consideraba un bebé. Para mí era la primera vez que mi madre me arrullaba y no podía el evitar disfrutarlo.
Estaba a punto de quedarme dormido cuando entró papá. Él también me dio un beso y me acomodó las mantas.
- ¿Crees que hicimos lo correcto James?
- No lo sé Lily. Lo único que sé es que hoy tuve a mi hijo a mi lado y no quiero perderlo.
- Yo tampoco James. Lo amo demasiado.
- Vamos dejémosle dormir. Está agotado aunque lo niegue.
Así me deslicé al mundo de los sueños, sin preocupaciones.
Sintiéndome tranquilo y seguro, como hace tanto tiempo no me sentía...
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