Oh! Taichi.

Written by: Lore-chan.

~ Segundo Capítulo ~

"Eso que llaman Amor"

Taichi observaba a Sora encaramado en el alto árbol que estaba a un costado del escondite, como ya estaba entrada la estación de la primavera, en el árbol las flores comenzaban a abrir unas tras otras a lo largo de las largas y gruesas ramas oscuras; y en la que estaba Taichi, tambaleaba incesante ante el más mínimo movimiento del moreno que movía entre sus manos un brote viejo.

Sora, por su parte, aún vestía el uniforme y jugaba mentalmente con unas hojas que corrían por el viento.

-¿qué nota nos sacamos en la disertación, Sora? – preguntó el Yagami bajándose cuidadoso desde el árbol.

-creo que fue un 7.0.

-fantástico – sonrió, pero no del todo contento, no por la calificación. Sino por otra cosa.

La pelirroja observó como su sombra era tapada por las nubes que comenzaban a juntarse allá arriba en el cielo. Y tan pronto como las nubes se juntaron un delgada gota cayó sobre la palma de su mano abierta. Subió los ojos y admiró otras gotas cayendo lento, parecía llovizna, pero era tibia.

-¿lloverá? – se quejó Taichi.

Él se lamentó, si llovía tendrían que irse cada uno a su respectiva casa, ahora que podían pasar más ratos juntos el mal tiempo debía separarlos.  La tierra comenzaba a tornarse más oscura, pero Sora permanecía quieta en medio del lugar.

¿Acaso se iba a quedar?. Él lo reflexionó por algunos segundos, no sería mala idea 'jugar' unos momentos bajo el agua. Vamos, el tener 14 años no los debía privar de recuerdos infantiles.

La lluvia estaba cayendo más rápido y no tan delgada como en un principio. Y Taichi sintió un nudo en el estómago al ver a su amiga con el agua caer por su rostro y deslizándose por entre el pecho; mojándole el cabello. ¿Cómo era posible que fuera tan bella?. Aún empapada. Aún quieta. Aún muda.

Y ella no decía nada, no pretendía decir algo; y el moreno no comprendía, no lograba comprender porqué ella no se movía, porqué justo hoy quería quedarse en medio del escondite dejando a la lluvia caerle sobre.

-¿no te importa mojarte?.

-no.

Había algo en Sora, hace días que se mostraba distinta. Estaba perturbada con algo, ¿qué podría ser?.

-¿Sora, tienes algo?.

Ella no respondió enseguida.

-¿por qué lo preguntas?.

-por tu actitud.

-no ocurre nada.

-vas a resfriarte.

-no importa.

-si me dijeras que te pasa, tal vez yo…

-no puedes ayudarme de la forma que crees – interrumpió – no trates de solucionarlo todo.

-sólo quiero ayudarte… - suspiró.

-no hay en qué ayudarme.

Hubo un relámpago y casi enseguida sonó el trueno, el primero iluminó el sitio y el segundo asustó al moreno, pero no hizo ni moverse a la chica.

¿Qué le podía ocurrir?, todo había comenzado ese día en que ella lo encontró en este escondite. Cuando ella lo hizo prometer que estudiaría. ¿Por qué dudó?, Sora aún conservaba esa mirada profunda, esa necesidad de ser auxiliada. Y ¿si estaba enamorada?.

A Taichi le había pasado algo similar cuando se dio cuenta que quería a la Takenouchi. Estaba distraído, con aquello en los ojos, sin que le importaba absolutamente nada.

Pero de ¿quién?, ¿de algún compañero?, ¿de algún amigo?, ¡¿de Yamato?!. No, no podía. Quizá ella estaba pasando por sus sufrimientos, el problema de ser o no correspondido. De decir lo que siente o no.

Y la mirada de ella se cruzó con la de él mientras la lluvia continuaba cayendo, más pesada, más rápida. Y sus mejillas se sonrojaron de la nada, pero escondió la cara.

-tengo que irme – dijo volviendo a la realidad.

Por ese breve lapso lo descubrió otra vez, ese brillo que vio aquel día, esa última mirada antes de irse por entre las tablas y no podía dudarlo más, Sora estaba enamorada…

-¿quieres que te vaya a dejar? – preguntó él.

-no, tengo que pasar a comprar unas cosas. Nos vemos Tai.

-sí. 

Los días que siguieron al mismo no fueron del todo confortables, las leves lluvias eran panorama de cada tarde luego de las cinco. Extraño no resultaba si se pensaba en que el invierno fue bastante fluvial y que estos primeros días de nueva estación estaban siendo muy débiles en cuanto a los rayos del sol, horas tibias y tierra seca.

Las lluvias del día viernes amainaron al medio día, los vientos durante la noche anterior habían causado estragos con los árboles en algunas zonas de Odaiba, y aún de esa forma los cielos continuaban cerrados por nubes oscuras que pretendían dejar caer sus aguas más tarde.

Y Taichi, a través de los vidrios, descansaba la vista que a ratos recaía sobre la figura de su amiga la pelirroja que desde aquella ocasión estaba un tanto alejada del escondite. Seguía yendo, claro, pero no constantemente.

Eran clases en el laboratorio, la profesora hablaba algo con elementos químicos, tablas periódicas, leyes de vaya a saber quién y combinaciones nucleares que se hacían en la antigüedad. Estaba cansado y si el timbre sonaba se escaparía de mostrar su cuaderno a la profesora que se había quedado sobre la mesa del computador. Había ido a dar una pequeña vuelta al digimundo a visitar a su amigo agumon.

Estuvieron hablando bastante y al menos tuvo a quien comunicarle su problema amoroso que parecía, para él, complicarse con el pasar de las horas y de los minutos.

El diminuto dinosaurio anaranjado lo escuchó atento, pero a la hora de una opinión personal quedó sin palabras. ¿Qué eras eso de amor que tanto les afectaba a los humanos?.

-yo no entiendo nada de eso, Tai – se excusaba el digimon apenado.

-ustedes no se enamoran, ¿verdad?.

-no que yo lo sepa…pero por lo visto es mejor vivir así, sin amar.

-quizá…aunque sería triste pasar frente a alguien y no sentir absolutamente nada.

-vamos Tai, Sora no es la única, puedes elegir a otra.

-no es así de fácil agumon, aunque me gustaría que fuera de ese modo.

-mh, y ¿qué se siente cuando se está enamorado? – preguntó curioso el amigo del portador del emblema del valor.

-bastantes cosas… - respondió el moreno.

Ambos, sentados frente a una laguna, la que vio digievolucionar al compañero de Yamato, permanecieron en silencio unos minutos.

-¿ya le dijiste a Sora, Tai?.

-…no…

-¿no?, ahora si que no te entiendo – se cruzó de brazos – tienes que decírselo.

-lo dices como si fuera muy fácil.

-insisto.

-no insistas, no vas a conseguir nada.

-Tai…yo no sé nada de aquello que llaman amor, pero si sé que estás perdiendo tu tiempo aquí. Sería mejor que fueras al mundo real y enfrentaras a Sora.

-¿estás loco?.

-el loco no soy yo, eso es de seguro. Eres tú.

-quizá se lo diga algún día…

-¡¿algún día?! – se sobresaltó el digimon - ¡debes decírselo hoy mismo!.

-hey! ¡No es fácil!. Puedo perder algo más importante.

-¿cómo qué? – quiso saber incrédulo.

-su amistad. Y por el momento sólo eso me basta para ser feliz.

-si, claro. Y cuando llegues a tu casa te miraras en el espejo y te maldecirás por no haberle dicho, ¿no?.

Taichi sonrió.

-lo haré, pero tendré más tiempo para pensar muy bien lo que diré.

-¡¿más tiempo para pensar?! – exclamó agumon – llevas pensando casi un año.

El timbre sonó y despertó de sus recuerdos. Sin espera, giró al puesto de Sora y no la encontró. Estaba saliendo del salón apresurada al encuentro de Yamato.

Su corazón se oprimió…

Y de la nada la Takenouchi volteó a él desprevenida y se reunieron en la lejanía de un reflejo mutuo. Y Taichi vio en sus ojos aquello que brillaba, para verlos escapar tras la puerta otras vez.

La duda lo mataba…

Perdería su amistad o tendría el cariño de la dueña del amor.

Al parecer tendría tiempo para pensar y maldecirse frente al espejo más tarde y mientras la lluvia recobraba las fuerzas con que cayó días atrás, se preguntó si alcanzaba a Sora en el pasillo y preguntarle si iría al escondite o dejarla ir con su mejor amigo…

CONTINUARÁ…

Notas:

Dije que sería una historia con final feliz y va a ser así…ojala les haya gustado mucho ^^

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L o r e – c h a n.