Oh! Taichi.
Written by: Lore-chan.
~ Tercer Capítulo ~
"Comenzó tibio en mi pecho…"
Taichi estaba cansado de ser tan valiente para algunas cosas y tan cobarde para otras, como era en este caso. Ordenó con velocidad nunca antes vista en él sus cuadernos y lápices; saliendo disparado fuera del salón. Allí miró a ambos lados y se percató de que su pelirroja iba bajando junto a Yamato las escaleras.
A pesar de que tenía miedo de acercarse y ser el espectador de 'algo', tomó honras a su emblema y dispuesto a lo que viniese caminó con el bolso a un hombro hacia la pareja.
Mientras, Sora se dejaba ayudar por su rubio amigo…
-dile… - insistió una vez más el Ishida ya un poco cansado de repetirlo.
-pero, yo, él…es que él…
-él nada, Sora; escucha si no le dices ahora lo que sientes, él se enamorará de otra chica.
-no es fácil, Yamato.
-nadie dijo que lo fuera.
-oigan! – exclamó Taichi interponiéndose entre los chicos cansado – los estaba llamando.
Sora no logró evitar que los colores se le subieran al instante y excusándose diciendo que tenía clases de ikebana se fue corriendo sin siquiera despedirse ni dar, por lo menos, las gracias a Yamato ni a Taichi. Para qué decir lo que pasó por la mente del Yagami cuando Yamato se despidió de él con su rostro serio y frío.
Había algo malo en todo ello, ese moreno lo presentía…
* ~ * ~ * ~ *
-Hola hijo – saludó su madre al verlo pasar arrastrando los pies hacia el living.
-hola mamá.
-mh, ¿ocurre algo contigo, Tai?.
-no… - suspiró.
Caminó con desánimo hasta los pies del sillón en donde su hermana Hikari estaba absorta en la televisión mirando animación. Observó con resignación, luego, el almuerzo que tendría que ingerir.
-¿Por qué mamá debe preparar ese tipo de recetas que sólo ella conoce? – pensó Tai.
Acto seguido, se reincorporó a la realidad de su mente y arrastrando ahora los pies a su habitación, fue. Se arrojó contra el blando colchón de su cama que me meció por algunos segundos arriba-abajo. Se quedó observando por largo tiempo las tablas que soportaban el colchón de la cama de su hermana y cansado pensó en ir o no al escondite.
-pero, ¿qué voy a hacer solo allí? – se quejó – al menos antes podía conversar con Sora, pero ella no se ha aparecido en días…al parecer prefiere conversar con Yamato…
Este moreno suspiró cansado, dejó pasar los minutos tranquilos y mientras esperaba que su madre lo llamase para comer, recordó que tenía la entrada al digimundo frente a sí, bueno no del todo 'en frente', pero estaba a tan sólo escasos pasos.
Se levantó con cuidado y buscó entre las pertenencias de Hikari el digivice que le permitía el ingreso a dicho mundo.
Mala suerte, después de casi 8 minutos buscando no aparecía por ninguna parte, por ninguna prenda…nada.
-¡Taichi!, ¡Taichi ya está la comida servida! – le avisaron desde el comedor.
-¡ya voy! – y, de pronto, el digivice se lució brillante entre las hojas del cuaderno de matemáticas de la menor Yagami – siendo Hikari más desordenada que yo…y me castigan a mí… - murmuró enfadado, sin saber si decidirse por ir a almorzar o excusarse con un dolor estomacal.
Su madre se preocupó al ver la demora del chico y se asomó a su habitación encontrándola vacía y con el ordenador prendido, lanzó una segunda mirada de enfado hacia el aparato y se dijo que sería la última vez que aguantaba que sus hijos, en especial Taichi, se fuesen de tour a ese extraño mundo sin permiso.
Por su lado, Tai, estaba buscando a Agumon entre grandes flores y arbustos que le entorpecían la vista. Iría a molestar a su amigo para que lo ayudara a olvidar a Sora unos momentos, distraerse con alguien a quien le agradaba su compañía…
Y escuchó un alarido y luego, unas aves que revolotearon asustadas hacia el cielo y más ruido y más alboroto y unas voces muy conocidas que se acercaban a él, acompañada con ramas que se golpeaban entre si.
Sora apareció de la nada a través de unos árboles y cayó en sus brazos.
-¿Sora? – se extrañó él afirmándola - ¿qué haces aquí?.
-¿Taichi?
Más atrás, mucho más cansado salió Yamato desde las mismas ramas que su amiga pelirroja.
Y Taichi no aguantó más de los celos que ya lo consumían por dentro y por fuera, quería explicaciones urgentemente, no soportaba lo que estaba imaginando y no soportó el comportamiento, tanto como de Sora, como del rubio.
Se enervó su rabia y antes de lanzarme contra el Ishida, los miró más que enojado y exigió respuestas.
-nada… - respondió Yamato – somos amigos.
-¿así?, ¿conversando a escondidas?, ¿quedándose callados cuando yo me acerco?.
-no es nada contra ti, si es lo que estás pensando, no te creas tan importante.
-¿qué cosa? – Taichi chocaba impacientado sus puños.
-espera Tai – intervino Sora al verlo de ese modo – Yamato no está mintiendo, no somos nada a excepción de amigos.
-y, ¿qué hacían entonces los dos aquí solos?.
-¿quién te dijo que estábamos solos? – preguntó ella.
-pues yo los veo solos… - dijo indignado.
-¡no te dejes llevar por lo que ves! – exclamó - ¡primero que todo y de culparnos, deberías pensar! – miró al hermano de Takeru con tristeza – te dije que esto no iba a resultar, Matt, aunque yo pusiera todo mi entusiasmo, con él no se puede.
Sora se fue. Yamato y Taichi se quedaron quietos, con casi dos metros de distancia entre ellos.
-…estábamos conversando con Koushirou, Mimi y Jou en los bosques cerca del mar – habló el rubio – ellos tres se fueron antes, Jou tenía examen, Koushirou acompañaría a su madre al médico y Mimi iría con Michael a ver una película…mientras veníamos a buscar el televisor para volver nos atacaron unos digimons, fue por ello que corríamos – dio una pausa y lo miró enojado – no estábamos solos y si pensaras, como te lo dijo Sora, hace mucho tiempo te hubieras dado cuenta que ella está enamorada de ti y no sabe como demonios decírtelo y si se quedó callada esta mañana fue porque estaba nerviosa con tu presencia, y yo no podía decirte nada, pero ya a ella le da lo mismo, porque está completamente defraudada de ti.
Y Yamato también se fue, ahora sólo quedaba Taichi quieto y asombrado. Había estropeado todo, se dejó llevar por sus malditos instintos y todo se desmoronó.
De vuelta en su casa, se encontró con ella vacía, se había quedado algunas horas más en el digimundo para pensar, como se lo había recomendado su amiga y ya la tarde con gruesa lluvia lo esperaba su almuerzo dentro del microondas y una nota : "Es la última vez que sales sin permiso a ver a tu amigo, estas castigado por tres días. Ah!, salí a buscar el informe de notas de tu hermana…cómete toda la comida o aumentaré el castigo a cuatro días. Mamá".
Ya ni siquiera el castigo era motivo de preocupación, ni por inercia se asustó. Fue a su habitación, apagó el computador, sacó una chaqueta y salió, bajo la lluvia, a su escondite donde, aunque mojado, estaría más tranquilo.
Fue todo el camino pensando en la Takenouchi, ella estaba enamorada de él, como él de ella. Claro si no fuera tan estúpido…las cosas hubiesen terminado muy distinto a como se dieron hace horas atrás. Estaba profundamente arrepentido y, mientras las tablas por donde se ingresaba al escondite se asomaban a la vuelta de una esquina empapada en enredaderas, deseaba ferviente que Sora estuviese allí adentro.
El agua de lluvia, más tibia extrañamente que en veces anteriores, escurría sin cesar por su cara y debió quitarla con sus manos para creer que su deseo era real: Sora, dándole la espalda, estaba parada en el mismo sitio de siempre (en medio de todo) tan o más empapada que él mismo.
Se acercó lento por sus espaldas y la oyó sollozar junto a las gotas chocar contra el suelo de tierra hecho barro.
-¿Sora?…
Ella no respondió.
-Sora, lo lamento.
-yo también – susurró.
-¿también? – arqueó la ceja sin comprender - ¿por qué?.
-por haberte creído otra persona, te imaginé tan distinto…
Ahora él se quedó callado y sin responder, algo le dolía en el pecho y no era tibio como cuando se dio cuenta que quería a su amiga, era frío y le lastimaba.
-…yo…creí que cambiarías, era mucho pedirte – dijo irónica.
-puedo cambiar…
-muy tarde ya.
-¿tarde? – se desesperó y caminó hacia ella - …te quiero… - y suspiró de alivio, un gran peso se aflojaba de sus hombros.
-creo que a quien quise, fue a alguien que imaginé.
-¡no! – se puso en frente - ¡estoy aquí!, ¡soy yo! Y si te atraje fue por lo que soy, por mis errores, mis estupideces, mi mala conducta, no imaginaste a nadie.
-entonces, ¡¿por qué es eso lo que siento?! – le preguntó abrazándolo con ímpetu.
-no lo sé…pero no me digas que no me quieres…
-no puedo decirlo.
Él sonrió.
-Yamato me explicó lo que ocurrió hoy en el digimundo. Eso lo lamento.
-no importa…
-a mi sí…te perdí a ti y recibí un castigo por cuatro días…bueno creo que va a aumentar con esta huída que hice hasta acá – Taichi sentía el cuerpo de Sora hacia el suyo y le rodeó la espalda y la cintura con sus brazos.
-no me perdiste…
-tu dijiste que era tarde… - le dijo despacio en el oído.
-tarde para que cambiaras – corrigió.
CONTINUARÁ…
Notas:
Bueeee…tercera parte, ya falta muy poquito para el happy end.
¿les está gustando como queda?, ¿si?, ¿no?.
espero reviews!!
L o r e – c h a n
Diciembre, 16
2002.
