Fin del trabajo

A la falda de una gran colina, Knuckles miraba por encima de sus gafas de sol con cierta perplejidad una pequeña aldea de granjeros, un recóndito lugar olvidado por el tiempo, verdes pastos, sano ganado, y unos lugareños con pintas de campechanos.
-Parecen los típicos pringados de los juegos RPG que me enseñó Tails... seguro que como mucho tienen una espada de madera para defenderse.- Se burló Knuckles imaginándose la susodicha espada.
Y en verdad tenían pinta de inofensivos, pacifistas conviviendo en armonía, algo soporífero para un equidna descendiente de grandes guerreros, pero un fragmento de su esmeralda estaba por aquel lugar, llevaba 2 días viajando, intentando evadirse de sus propios pensamientos, de la sombra que había dejado en él Rouge, no sabía muy bien lo que sentía por ella, pero le gustaba aquel juego, y deseaba desenmarañarlo para descubrir por qué Rouge lo hacía. Continuó adelante, la joya estaba cada vez más cerca, todo llevaba a un granero, entró con su peculiar forma de no llamar la atención, como sólo un guardián sabía hacer, tuvo un presentimiento, se detuvo y miró a su alrededor, un fino hilo cruzaba de lado a lado a la altura de sus tobillos, siguió con la vista el hilo y vio que era una trampa, pisó el hilo y éste hizo mover un mecanismo, un trozo de tronco (más bien un leño) salió disparado agarrado por una cuerda en la dirección del equidna, éste lo detuvo con una mano, y siguió adelante, otra trampa, un agujero en el suelo mal tapado con paja en un suelo de tierra.
-Son peores de lo que me pensaba...- Murmuró Knuckles saltando la trampa.
Delante de él había un montón de paja, la retiró y cavó en el suelo, encontró una caja pequeña, ya estaba, en su interior notaba el fragmento de la Master Emerald que le llamaba, sentía su poder atrayente, absorto en sus pensamientos, sin echar cuenta a su alrededor, aquello estaba chupado, no tenía de qué preocuparse. Una pequeña sombra se asomó desde lo alto, recorría sigilosamente la parte superior de la pared en habilidosa escalada, en un gran salto con vuelo rasante, pasó junto a Knuckles para arrebatarle la caja, el equidna no se movió del sitio, simplemente movió la caja y el agresor pasó de largo, pero algo con lo que no había contado, un leño fue tras el asaltante, dándole en la cabeza a Knuckles, que sin hacerle demasiado daño, le hizo caer la caja, rápidamente fue recogida por la pequeña sombra y se volvió a esconder, aunque podía escuchar su voz.
-¿¡No te da "verguenza"!? robar está muy mal...- Apareció un niño murciélago con un antifaz en la cabeza. -Para estos casos... ¡Powerbat lucha contra el mal!
Knuckles se quedó desorientado escuchando a aquel niño "vergüenza" murmuró, aún se frotaba el golpe del leño mientras le miraba con curiosidad, se quitó las gafas, el niño tenía cierto parecido al niño de la foto que tenía Rouge. El pequeño murciélago bajó de su lugar, convencido de enfrentarse al ladrón.
-Oye, niño, esa trozo de esmeralda es mío...
-¡Ni hablar! ¡es una estrella que cayó una oscura noche! se la daré a mi mamá el día de la madre y así será feliz.- Le corto el niño.
De detrás del niño apareció un mujer murciélago bastante mayor que el propio equidna.
-¡Shintaaa! ¿ya estás otra vez con tus cuentos?- Dijo y le tiró de la oreja.
La mujer miró al equidna, pareció como si le reconociese, a pesar de que Knuckles no la había visto en su vida. Al rato estaba el equidna sentado a la mesa, tomando un café junto a una pareja de murciélagos, ella una mujer de ojos verdes y color azulado en su cuerpo, con un moño en la cabeza, él ojos azules y color negro en su cuerpo, ambos muy morenos de trabajar en el campo.
-Hacía más de 10 años por lo menos que no veíamos un guardián.- Rompió el hielo el murciélago.
A Knuckles no le hacía gracia hablar de ello, él era el guardián ahora, casi no recordaba a sus padres y prefería seguir como estaba, por eso no hizo ningún comentario, se limitó a asentir con la cabeza y dar las gracias cuando le dieron el trozo de esmeralda con el que había estado jugando su hijo, el cual estaba en esos momentos jugando con una espada de madera en la calle, la misma que se había imaginado Knuckles, era un niño muy inquieto, pero algo le llamaba la atención al equidna, Shinta no se parecía en nada a sus padres, color marrón en su cuerpo, ojos turquesa, unos mechones negros en su flequillo, y una raza diferente a la de sus padres, los cuales miraron al equidna, como si leyesen sus pensamientos.
-Es mi hijo, nuestro hijo.- Dijo seguidamente la madre.
Knuckles volvió su vista hacia ellos.
-Eso es algo que no me importa, ya he terminado mi trabajo aquí.
Mucho descaro con alguien que no le había ofendido en ningún momento, pero él era así, las relaciones públicas no eran lo suyo, la democracia la dejaba para los políticos, así que guardó el trozo de la esmeralda y se fue.
De nuevo en la falda de la colina, el equidna sacó su esmeralda, la hizo crecer y le unió el nuevo fragmento que había adquirido, aún le faltaba uno.
-¡Ohhh!- Sonó una voz detrás suya.
Knuckles se sobresaltó, ni siquiera le había sentido llegar, era Shinta, que miraba con ojos golosos la gran joya, intentó tocarla, pero el equidna le apartó las manos.
-No la toques, es MI esmeralda.
-¡Yo la quiero! ¡dámela! ¡dámela! ¡dámela!- Empezó a chillar de forma caprichosa el niño.
-Pero... ¿qué demonios?- Knuckles la guardó. -Vete a casa, he sido benevolente porque tus padres me han devuelto lo que es mío, pero no lo seré tanto si sigues fastidiando, vete de aquí.
Shinta se le quedó mirando un momento, luego es echó al suelo a patalear.
-¡Es mía! ¡es mía! ¡es mía!- Insistió el niño.
Aquello le recordó a un chao cuando pataleaba por hambre, igualmente se dio la vuelta y siguió su camino, dejando al niño en el suelo con la rabieta, que al ver que se iba y no le hacía caso, dejó su objetivo y volvió a su aldea. Knuckles respiró aliviado, aunque ahora había algo que le rondaba por la mente, ese niño... quizás fuese que estuviese obsesionado con Rouge, lo que ella le hacía sentir, que quisiese saber todo de esa mujer que jugaba con él, y aquella foto que vio en sus manos, el parecido era asombroso, pero su hermano, eso no le encajaba, ¿y si Shinta fuese hijo de Rouge?
-No, no puede ser.- Pensó en voz alta.
Aquellos murciélagos aseguraban ser sus padres, pero no tenían la pinta de ser los padres de Rouge, al fin y al cabo hay mucha gente que se parece sin tener lazos de sangre, la raza también influía, se estaba volviendo muy "marujón" como se había burlado en alguna ocasión Sonic, sus propias dudas de su propio pasado le habían llevado a cambiar, a dejar de pasar por alto los detalles de la gente que conocía, quedó inmerso en su reflexión. Algo detuvo sus pensamientos, un asalto, no sabía quién, pero sus instintos le sacaron de la linea de ataque, miró a su alrededor, 5 lobos negros y blancos, sus ojos brillaron y mostró una sonrisa maliciosa mientras decía:
-Vamos, ¿a qué esperáis? si queréis empiezo yo...- El equidna parecía estar disfrutando con aquello.
Uno de los lobos se le echó encima, Knuckles le esquivó hábilmente girando sobre sí y contra-atacando con un fuerte puñetazo que hizo retroceder al lobo, los demás siguieron su ejemplo, se le echaron todos encima a la vez, él fue esquivando con gran facilidad, divirtiéndose con ello, y pudo notar que aquellos lobos se dirigían más que nada en dirección a su bolsa, donde llevaba su esmeralda, dejó fuera de combate a 4 de ellos, al último lo agarró con una mano por el cuello y le sonsacó a base de golpearlo contra un árbol su misión. Un enorme grupo de lobos, mandados por alguien que no quisieron nombrar, buscaban un fragmento de la Master Emerald que se encontraba en una aldea próxima, le siguieron porque le habían visto salir de ahí. Knuckles dejó fuera de combate a aquel lobo también, pensó un momento, aquello no era cosa suya, ya se defenderían los aldeanos con sus espadas de madera, y quiso seguir su camino, pero su propia conciencia le detuvo, no podía dejar de ver la imagen de aquel niño en su mente, la imagen de la foto, aquellos puntos en común, la cara de Rouge cantando tristemente "Pas le temps de vivre", imaginándose la tristeza de ella si aquel niño moría, como una novela rosa, y tuvo que darse la vuelta, corriendo en dirección a la aldea.
-Joder, Rouge, no voy a volver a ver ningún culebrón contigo...- Bromeó.

La aldea estaba siendo asaltada, los gritos ya habían cesado, pero los asaltantes aún seguían buscando por todos lados su tesoro, había cuerpos de los aldeanos por todos lados, todos quietos, con muestras claras de violencia, casas ardiendo, olor a sangre en el ambiente. A la entrada del pueblo estaba Shinta, inmóvil, con sus ojos bien abiertos, como había ido tras el equidna que tenía su estrella, se había perdido el comienzo del ataque. Knuckles le vio desde lo alto de la colina, suspiró aliviado, pero cuando se dirigió a él, Shinta echó a correr sin tan siquiera escucharle, llegó exhausto hasta la puerta rota de su casa, Knuckles gritaba mientras bajaba la colina.
-¡No entres ahí, no mires!
Pero Shinta entró, en el suelo estaban los cuerpos de sus padres envueltos en sangre, se habían ensañado con ellos, su padre conservaba en la mano la empuñadura de una espada, en su otra mano estaba la funda, Shinta se les acercó caminando despacio, no podía oír nada, sentía el calor abrasarle por dentro al igual que se consumían las cortinas envueltas en llamas, cogió la espada y la enfundó a duras penas, se la colgó a la espalda con mucho esfuerzo, todo gesto como si lo viese en tercera persona, sin sentir nada ya, luego cogió la mano de su madre y comenzó a tirar de ella.
-Vamos... tenemos que irnos...- Comenzaron a caer lágrimas de los ojos de Shinta. -¡Vamos! ¡esos hombres malos pueden volver! ¿por qué no os movéis? ¡Mamáaaa!
No pudo terminar de llamar a su madre cuando uno de los "hombres malos" volvió, un lobo algo mayor de los que había visto Knuckles en el bosque, cogió del cuello a Shinta, alzándole del suelo, en su otra mano llevaba una espada, a punto estuvo de atravesarle con ella, Knuckles apareció de improviso, sin ser detectado, con unos acertados golpes le arrebató al niño, le dejó de nuevo en el suelo, viendo cómo el lobo llamaba a sus compañeros, la casa estaba rodeada, aunque eso a Knuckles lo único que le producía era una sonrisa, la misma de antes de comenzar una gran batalla, agarró del brazo a Shinta y tiró de él, salieron al exterior y le empujó al pie de un altísimo árbol.
-Trepa, lo más alto que puedas.- Le ordenó el equidna al niño.
El niño seguía algo atontado, pero hizo lo que le pidió, la habilidad de trepar era pan comido para él, y eso era lo que esperaba Knuckles, si de verdad tenía algo que ver con Rouge, ella era una gran trepadora. Desde el suelo, Knuckles se encaró a la manada, los cuales parecían poder sentir la gran energía del guardián, tras un par de ataques fallidos, los lobos recularon, contenían la rabia e impotencia al no poder encajarle ningún golpe, ningún roce con sus espadas. Una sombra zigzagueó por entre las ramas del árbol donde estaba Shinta, el cual miraba el combate, sin saber aún lo que pasaba, hasta que sintió a su espalda una presencia, una respiración, le recorrió un escalofrío por todo su cuerpo al sentir una mano que le agarraba el cuello, pensó que era el fin, pero la sombra lo que hizo fue tirarle del árbol, haciendo gritar a Shinta, esto hizo que Knuckles se girase hacia él.
-¡Shinta!- Le llamó el equidna. -¡Usa tus alas y planea!
Mientras decía esto, uno de los lobos se le abalanzó y le agarró los brazos, otro lobo le ayudó a contenerlo, el resto intentó atacarle, las patadas que lanzaba Knuckles les apartaba de él, el reflejo brillante de la hoja de la espada del capitán de los lobos señaló hacia Knuckles. Shinta hizo lo que el equidna le había dicho, mal planeó y alcanzó el suelo sin hacerse daño, alzó rápidamente la vista hacia el combate, vio a Knuckles que se sacudía las manos, se había librado de sus oponentes, el equidna se giró y miró hacia lo alto del árbol, podía sentir un gran poder entre aquellas ramas, volvió su vista hacia Shinta, se dirigió a él y le agarró de la mano, comenzó a tirar de él.
-Vamos...- Dijo con voz autoritaria el equidna.
Comenzaron a andar muy deprisa, Shinta a duras penas podía seguirle, casi que le arrastraba de lo fuerte que le tiraba de la mano. Dejaron tras ellos a los lobos que se empezaban a levantar, otros lobos que se les unían, y la sombra en el árbol, sonriendo, mostrando sus puntiagudos colmillos, miró hacia el capitán de los lobos, y éste le devolvió la mirada, uno de sus secuaces pensó en voz alta:
-Deberíamos seguirles ahora.
El capitán sonrió malévolamente.
-Nos tomaremos una pausa, prepararemos una estrategia y le venceremos.
-Señor... ¿no se habrán escapado para entonces?- Sugirió otro lobo.
-No irán muy lejos...- Le cortó el capitán. -El equidna está herido.
Con una carcajada, el capitán alzó su espada, la cual dejaba resbalar la sangre de la que se alimentaba.

-Estoy cansado, vamos a parar un poco ¿sí?- Se anduvo quejando todo el camino Shinta.
-Si nos paramos ahora nos atraparán.- Respondió secamente el equidna.
-¡Pero si puedes con ellos! haces eso, ¡pam, pum! y ya está.
Shinta se soltó y se sentó en el suelo, miró su mano, tenía sangre en ella, rápidamente miró al equidna, que estaba de espaldas a él, seguía caminando.
-¡Espera! no me dejes aquí...- Balbuceó el niño intentando ponerse en pie.
-Bastante he hecho ya por ti.- Siguió andando el equidna.
-¿Qué? ¡es culpa tuya que viniesen esos hombres malos!- Empezó a gritar con lágrimas en los ojos. -Si me dejas aquí es como si no hubieses hecho nada, eres lo único que me queda, no conozco a nadie más fuera del pueblo... ¡mis padres murieron por tu culpa!
-¡Ja!- Se detuvo Knuckles. -No me das ninguna lástima, yo tenía tu edad cuando murió mi padre, así aprenderás a dejar de vivir de sueños, la realidad se asemeja más a una pesadilla, lo que no te mata te hace más fuerte.
Knuckles se puso una mano en el costado, tenía una gran herida ahí, bastante profunda y sangraba lo suyo.
-¿Estás herido?- Dijo tras un rato Shinta, se volvió a mirar la mano que tenía manchada de sangre por haber estado sujeto al equidna, era la primera vez que aquel líquido viscoso le cubría una mano.
-Puedo vencer a aquel tipo que te tiró del árbol, pero en mi estado actual habría sido arriesgado, de todas formas puede ser un punto a nuestro favor, hace falta algo más que esto para acabar conmigo, si piensan que así me pueden detener...
-No sé yo si le habrías vencido.- Le cortó el niño con mirada desconfiada.
Knuckles le miró por el rabillo del ojo, andando de nuevo. Shinta se le agarró a la cintura, llorando.
-¡Llevame contigo, Oniisan!- Sollozó como si Knuckles fuese su hermano mayor.

Redada en el local de ropas caídas, Rouge estaba apoyada en la pared, algo melancólica, disimulando con una mueca que pretendía parecer una sonrisa, con un trasmisor en la mano, no se había salvado ni uno, su antiguo jefe blasfemaba mientras le esposaban, no podía entender que le había llevado a aquella situación, se suponía que era él el que tenía pillada a Rouge, aquella traición no tenía sentido, él había sido un contacto importante con ella respecto a lo que pasó hacía 6 años, Rouge le miró desdeñosamente ocultando sus ojos tristes. Un compañero le avisó de una llamada privada del presidente.
-Srta. Rouge, ¿está todo listo?
-Sí, presidente.
-¿Puedo preguntarle algo? ¿A qué se ha debido la demora de la misión?
-Durante estos años he servido a diferentes presidentes, llevo en esta profesión mucho tiempo, ya no me interesa...
-Eso no responde a mi pregunta.- Le cortó el presidente.
Rouge simplemente sonrió y cortó la conexión, en el fondo, el presidente se había portado siempre bien con ella, le había ofrecido una ayuda que ella había rechazado, se había acabado aquel trabajo, los juegos también, aunque sobre eso dudó, quizás debía darse a sí misma una nueva oportunidad, así que dejó aquel lugar y se dirigió hacia la casa de Amy. Llamó a la puerta y escuchó algo de ruido antes de que Amy abriese.
-¿Sí?- Dijo la chica rosa con el cabello algo alborotado. -¡Ah, Rouge!
-Buenas...- Miró a un lado y a otro. -¿Puedo pasar? Tengo que hablar con Sonic.
-¿Sonic? n...no sé por qué vienes aquí si le buscas a él.
-Venga, abre ya, y dile a Sonic que no se preocupe que no diré nada de esto...
Rouge pasó al interior de la casa, Sonic estaba sentado en el sofá, algo molesto, pensaba que el equidna le había contado su secreto a Rouge, aunque ella en seguida aclaró que lo sabía por ella misma (y un minucioso estudio de agentes secretos, más conocidos como "prensa rosa"). Estaba buscando a Knuckles, sabía que estaba buscando las piezas de la Master Emerald, pero no tenía más pistas.
-Sí, algo sé, nombró una región... la norte creo.
Sonic le hizo un gesto con la cabeza a Amy, y ésta fue a hacer café a la cocina, Rouge se le quedó mirando, era obvio que quería hablar con ella en privado.
-Knuckles es mi amigo.- Dijo secamente el erizo azul.
Rouge se extrañó.
-No quiero que juegues con él.
La chica murciélago empezó a entender, sonrió tiernamente y aclaró que justamente para eso buscaba al equidna, necesitaba aclarar las cosas, pero cuando estuvo a punto de empezar a contar la historia sonó su móvil, una nueva misión, sus problemas personales debían esperar. Sonic se quedó con la vista fija en la dirección por donde se fue Rouge, dio un sorbo al café que le había traído Amy, pensativo, dejó el resto del café sobre la mesa, apoyando su cabeza en el respaldo, mirando al techo, con sus brazos abiertos, Amy le miró un momento y se acurrucó a su lado, apoyando su cabeza en el hombro del erizo azul, a su vez, Sonic apoyó su cabeza en la de ella mientras la rodeaba con el brazo.
-¿Qué te preocupa?- Preguntó Amy medio susurrando.
Sonic dijo simplemente que tenía un mal presentimiento, que cuando se fue Knuckles sintió que iba a pasar algo malo, Amy estuvo un momento en silencio, y añadió.
-Deja las premoniciones en paz, eso es cosa mía.
Sonic rió abrazándola con ambos brazos.
-Tú no vienes.- Cortó Sonic su risa.
-¡Ahhh! ¡siempre estamos igual!- Le discutió ella.

Tras la colina, tras el bosque, se comenzó a disipar la vegetación en un pueblo de ambiente más cálido, cerca de un desierto. Allí, Shinta miraba a su alrededor con la boca abierta, era la primera vez que veía aquello, nunca había salido de su aldea, demasiado joven para viajar, tras un leve descanso se sentía con fuerzas para recorrer la región entera. Unos pasos detrás suya, Knuckles le vigilaba, un vendaje improvisado le rodeaba la parte superior de la cintura, tapándole las costillas, mantenía aún todos sus sentidos preparados, el enemigo podía estar cerca. Shinta se sentó en un escalón de madera comiendo un bocadillo, aquel pueblo era algo más moderno que el suyo, a cada rato pasaban coches que levantaban mucho polvo, a lo que el pequeño se ponía a toser, era un ambiente extraño para él, mezcla de lo rústico y la tecnología. Knuckles salió de una tienda con un chaleco puesto, a juego con su sombrero, lo tenía abrochado a la mitad, tapando toda la zona que tenía vendada, no convenía que supiese nadie más que estaba herido.
-Shinta, debes quedarte aquí, estarás bien, éste es un pueblo "hospitalario" como diría Sonic.- Dijo Knuckles llamando la atención del niño mientras daba unos grandes sorbos a un zumo de uva.
-¿Quién es Sonic?- Eludió Shinta el mandato del equidna.
-Un amigo.- Dijo simplemente Knuckles.
Shinta abrió mucho la boca y los ojos.
-¿Tienes amigos? es que con esa cara de antipático que tienes... lo pongo en duda...
Aquello hizo que Knuckles escupiese lo que tenía de zumo en la boca.
-¡Pues claro que tengo amigos! será...
Iba a decir "crío" pero sí, era un crío, así que lo dejó pasar, se dio la vuelta y continuó su camino, iba mirando de reojo a Shinta, que se había puesto derecho en dirección al equidna, eso hizo que Knuckles se pusiese nervioso, porque Shinta sonreía, y cuando Knuckles se alejó unos metros, Shinta se dejó caer al suelo, se quedó sentado, se puso a llorar histéricamente, llamando la atención de la gente que pasaba por la calle, todos se giraron hacia el niño, que tan pequeño les daba mucha pena, todos le preguntaban qué le pasaba, pero él sólo lloraba, Knuckles se había girado, acercándose despacio, confuso, mirando a Shinta, que le señaló con el dedo gritando:
-¡No me abandones, papá!
Todos se giraron hacia el equidna que negaba una y otra vez, tan sólo podía oír a la gente criticándole "qué poca vergüenza", "pobre niño", "que mal padre"... y comentarios del mismo tipo por todo, rápidamente, Knuckles cogió a Shinta por la cintura y salió corriendo fuera del pueblo.
-Wow, ¡qué rápido eres!- Dijo Shinta completamente calmado al pararse, satisfecho de su representación.
-Maldito crío...- Murmuró Knuckles. -¿Qué es eso de que soy tu padre? No tengo edad para serlo, hasta dentro de unos meses no cumpliré los 17...
-Uhhh, pues pareces más viejo, bueno, me conformo con que seas mi hermano mayor...- Shinta comenzó a contar con los dedos. -Yo tengo 5 años.- Dijo satisfecho.
Knuckles comenzó a desesperarse, no era muy paciente.
-¿¿¿Y a mí qué??? ¿no te había dicho que te quedases allí?
-No grites, no soy tonto ¿sabes? Por esa aldea habrían pasado los lobos también.- Le sacó la lengua Shinta.
-Pero no van a por ti, me siguen a mí y MI esmeralda.- Recalcando el guardián mucho el "MI"
-Oniisan...- Cambió de tono el niño. -Yo no puedo, pero tú sí, quiero ver cómo les vences, deben pagar por lo que le hicieron a mis padres...
Knuckles se quedó callado, sabía que no podía razonar con él, aunque en el fondo sabía cómo se sentía, recordaba aquello, cuando murió su padre, lo que sintió, y cómo la venganza no le hizo sentir mejor. Dio un gran suspiro y le intentó explicar que de todas formas no podían permanecer ahí, su cara era ahora diferente, y eso alegró a Shinta, al ver cómo Knuckles se daba la vuelta y apoyaba una rodilla en el suelo para que Shinta subiese a su espalda, por fin un gesto amable, desde luego Shinta no podía seguir caminando, estaba agotado, se subió a la espalda del equidna y aferró sus pequeñas manos en aquellos fuertes hombros, apoyando su cabeza en la espalda de Knuckles y quedándose dormido por el cansancio.

Habían quedado muchas bases abandonadas cuando el incidente del proyecto Shadow dejó a los trabajadores de GUN en mal lugar, aunque por supuesto seguían trabajando en secreto, aquellos acontecimientos en ARK eran demasiado tentadores, y la colonia seguía intacta, cerrada oficialmente, inactiva teóricamente... aún así, una base "secreta" de GUN bajo la jungla dejaba ver luces brillantes en su entrada, un túnel que conducía desde la superficie hasta las profundidades del lago pantanoso, y en aquella entrada se encontraba Rouge, bien acompañada, puesto que el erizo azul se había empeñado en seguirla.
-¿Me vas a dejar hacer mi trabajo tranquila?- Insistió Rouge.
-Ey, este sitio lo conozco, por aquí cerca tuve mi primer enfrentamiento "real" con Shadow, y tengo una cuenta pendiente con GUN...- Sonic se cruzó de brazos.
-Bueno, haz lo que quieras, pero no interfieras en lo mío.
Ambos colaboraron con sus habilidades para pasar a la parte más profunda de la base, donde, como siempre, había una gran computadora, Rouge empezó a teclear velozmente.
-Mm... muy interesante...- Murmuró.
Sonic se apoyó en la consola y comenzó a dar golpecitos con un dedo, Tails era el especialista en maquinitas.
-¿Y bien?- Se impacientó Sonic.
-Espera... ya está, éste es el archivo.
Sonic le echó un ojo al informe que aparecía en pantalla, lentamente se fue moviendo del sitio, cambiando su expresión, le había parecido ver un flash, o un grupo de ellos, no estaba seguro de si sólo lo había visto él o si Rouge también se había percatado de ello, pero por la expresión de ella, ambos lo habían visto, una especie de presentación, imágenes de Shadow, de la Master Emerald, de las Chaos Emeralds, y alguna que otra de Knuckles, en otra página aparecía una descripción científica de cada elemento, incluso algunas investigaciones sobre Tikal, de la cual aparecían bocetos hechos a base de las descripciones de testigos que aseguraban haberla visto.
-¿Qué demonios significa esto?- Exclamó Sonic.
-Mm... al parecer... han intentado crear "algo" que canalice la energía de la Master Emerald al igual que Shadow podía usar las Chaos Emeralds con el Chaos Control...
-¡Eso es absurdo!- Sonic le dio la espalda.
Sonic no podía evitar pensar en que ni siquiera le había preguntado a Knuckles cómo se rompió la Master Emerald, ni le había ofrecido ayuda, aunque sabía que el orgullo de Knuckles le habría rechazado. Rouge por su parte, tenía la cabeza en otro lado, prestaba atención al informe, pero a la vez no dejaba de pensar en aquel pueblo pacífico que había sido arrasado, las noticias que le habían llegado eran de que no había ningún superviviente, mujeres, niños, ancianos, nadie quedó con vida, por eso, al ver la imagen de un "niño"bajo el nombre de "G", no pudo evitar ponerse seria, rozando la amargura, incluso Sonic se dio cuenta, intentó llamar su atención poniéndole la mano en el hombro, pero Rouge se la quitó bruscamente.
-¿Qué pasa?- Dijo Sonic confuso. -La verdad es que no te conozco demasiado, pero estás rara...
-¡Ja! ¿qué quieres que le pase a una dama como yo?- Fanfarroneó Rouge. -No eres el único que tiene cuentas por saldar...
Sonic quiso añadir algo más, pero oyó a Rouge susurrar algo así como "mi niño...", Sonic se rascó la cabeza con el índice sin entender nada.