Shinta fue abriendo los ojos lentamente, notaba el chaleco de Knuckles sobre él, estaba tumbado en el suelo entre una gran roca y un fuego que el propio equidna había encendido, estaba ya oscuro y hacía frío, perezosamente se movió, alzó la vista y vio a Knuckles sentado no muy lejos de él, sobre una pequeña piedra, se estaba cambiando los vendajes, y aunque la herida no tenía buena pinta, no se le oyó un solo lamento, ninguna queja, quizás fuese su preparación de guardián que le hacía resistir el dolor, o que no quería despertar al pequeño. Tras acabar, se acomodó en el suelo, apoyando su espalda en la gran roca, con las piernas cruzadas, bajó su sombrero e intentó echar una cabezada cruzando sus brazos, notó que Shinta se acercaba a él, con el chaleco aún encima, se acurrucó a su lado y siguió durmiendo. Al despertar el equidna, si es que se le podía llamar "dormir" a aquello que hacía, preparó algo de desayuno y despertó a Shinta.
-Mm... sólo un ratito más...- Murmuraba perezosamente el murciélago.
Knuckles lo cogió como a un chao y lo traqueteó, Shinta empezó a quejarse, pero al desperezarse comenzó a recordar todo lo que había pasado, aún conservaba las marcas de las lágrimas que le habían recorrido el rostro aquella noche, llorando en silencio, pero ahora comenzaba a estar más animado, quizás el saber que el equidna le iba a ayudar en su venganza le daba fuerzas para continuar, debía seguir animado, puesto que de eso Knuckles no entendía, siempre tan serio, por eso, al continuar su camino, el pequeño daba saltos de un lado a otro, el equidna le miraba sonriendo, no terminaba de entender aquello, él nunca había podido ser niño, sólo sabía entrenar, por eso aquellos juegos le confundían.
-¿Qué haces?- Preguntó el equidna.
-¿No lo ves? ¡Soy el amo de todo! El sol, el cielo, hasta por la noche las estrellas brillan sólo para mí.- Dijo con su voz infantil Shinta.
-No, todo eso no es tuyo.
-¿No? ¿quién lo niega? Venga, dime quién es el verdadero dueño de todo.
Knuckles no supo qué responder, simplemente sonrió y asintió con la cabeza, dándole la razón, recordó sentirse como Shinta de niño, cuando no entrenaba, con el legado de su isla, su esmeralda, todo era suyo también. Poco a poco fueron saliendo de la zona desértica, el calor menguaba por momentos, cada vez más cerca del norte, cada vez más frío, entraron en el siguiente pueblo, el cual conservaba algo de nieve en los tejados de la helada de la noche anterior. Shinta salió corriendo y se subió a un barril, cogió un poco de nieve con sus manos, la miró y la tiró en seguida al suelo.
-¡Ahhh! ¡está frío!- Se giró hacia Knuckles. -¿Qué es esto, Oniisan?
El equidna se echó a reír un momento, cada vez que Shinta le llamaba Oniisan abría mucho la boca, dejando ver sus pequeños dientes.
-Eso es nieve- Respondió Knuckles. -Es lo que le pasa a la lluvia cuando hace mucho frío.
-¿Eso es el nieve?
-No, se dice "la nieve"- Rectificó el equidna.
Shinta se asombró mucho, nunca había visto nada igual, y Knuckles recordó cuando fueron juntos Sonic y los demás a Ice Cap, recordaba cómo habían competido con snowboards, los muñecos de nieve y las guerras de bolas de nieve, miró al pequeño murciélago, le cogió de la mano y tiró de él, dentro de la tienda le dio un abrigo y unas manoplas abrigadas, quiso ponerle un gorro, pero sólo tenían grandes y le tapaba la cara, igualmente Shinta se lo acomodó y se puso a dar botes por la tienda hablando con todo el mundo, como si los conociera a todos, en especial con las chicas, Knuckles intentaba contenerle, y las chicas miraban a Knuckles diciendo "qué cuco" o "qué equidna más majo", Knuckles todo ruborizado por los comentarios mientras Shinta le susurraba "shhh, no digas nada, encima que te busco novia... porque es de suponer que tú solo no podrás tenerla nunca..." a lo que Knuckles le dio un capón sin saber nadie a qué venía, Shinta salió corriendo de forma graciosa, se detuvo en seco, pensó un momento y volvió con el equidna con cara de curiosidad.
-Oniisan, ¿cómo pagas todo esto? No será robado ¿verdad?- Miró con desconfianza a Knuckles.
Todos se giraron hacia el equidna, que con cara de circunstancias insistió en que sí que tenía dinero.
-Soy buscador de tesoros, es mucho trabajo, pero si eres bueno te pagan bien.- Señaló Knuckles.
-¡Yo también quiero!- Empezó a gritar Shinta. -¡Yo también! ¡Yo también!
Y así estuvo un rato mientras caminaban más al norte, donde la nieve empezaba a formar una parte importante del paisaje, sólo paró cuando llegaron al siguiente pueblo, Knuckles pensó que era un buen momento para parar y tomar algo, aunque parecía que Shinta seguía lleno de energía, estaba inspeccionando el terreno, parecía estar jugando a ser buscador de tesoros, revolviéndolo todo, haciendo agujeros en la nieve, la blanca nieve, seguía sin entender aquello, aunque con las manoplas ya no le daba frío, Knuckles se agachó sigilosamente, cogió un pedazo de nieve, la hizo una bola y se la lanzó al murciélago, éste quedó con la cara blanca, se giró hacia el equidna y le vio riendo, imitando sus movimientos, hizo una bola él también y se la lanzó al equidna, éste la esquivó y le sacó burla, comenzaron a jugar, como dos críos, eso le hizo abrir el apetito a Shinta, que se oyó gruñir las tripas, Knuckles le escuchó.
-Anda, vamos a comer algo, luego te enseñaré a hacer un muñeco de nieve.
-¡Síiiiiii!- Gritó emocionado Shinta.
Se sentaron a una mesa en un local de buena pinta, al menos tenían calefacción, Shinta empezó a engullir todo lo que Knuckles le había puesto delante, mientras él tomaba algo que llamó "tofu", Shinta lo miró con cara de asco, no entendía cómo Knuckles no tomaba carne, pensó para sus adentros que él nunca sería vegetariano.
-Cómete la fruta, necesitas vitaminas.- Mandó Knuckles.
-...- Shinta obedeció de mala gana, él quería pudding, mientras comía -Pues sabes, me creo que seas joven, pero lo de tener amigos...
-No empieces otra vez...- Dijo Knuckles levantándose.
Knuckles había sentido algo, una energía que le era conocida, sonrió y se dirigió a la puerta mientras Shinta acababa lo suyo, abrió la puerta y dijo "¡bu!", de un salto, Sonic se cayó al suelo de culo, mientras Knuckles reía y le preguntaba qué hacía ahí.
-Eso debería decirlo yo.- Rió Sonic poniéndose en pie. -¡Puf! Ni te imaginas, primero encontramos unos archivos rarísimos de GUN, luego en el camino hacia aquí nos encontramos un grupo de lobos, uno insistía en que había herido a un equidna rojo, y pensé "ya está, éste ha sido el capullo de Knuckles que va dejando malos por ahí", me voy a encargar de ellos y luego nos tenemos que reunir en...
-Espera, no tan rápido ¿quiénes? ¿Tails y tú?- Le cortó el equidna apoyándose en la barra.- pasas demasiado tiempo con Amy, ya no se te entiende cuando hablas...
-...- Sonic le miró con desdén, luego siguió a lo suyo. -No, no, mira, es que vino Rouge...
-¡¿Rouge?!- A Knuckles se le iluminaron los ojos. -¿Dónde está?- Dijo mirando de un lado a otro.
-Pues eso decía, que nos separamos, hemos quedado más adelante...
-Joder, ya verás... mira lo que he encontrado...- Knuckles cogió del brazo a Sonic y comenzó a tirar de él hasta la mesa donde estaba Shinta.
Shinta había acabado con la manzana y estaba jugando a hacer equilibrismo con el corazón de ésta, la tenía sobre la nariz, estaba de pie en la silla.
-Baja de ahí, que aún te caerás...- Le ordenó Knuckles.
Shinta bajó, pero siguió jugando con la manzana.
-Mira, Shinta,- Knuckles cogió de nuevo a Sonic por el brazo y le señaló. -este erizo es Sonic, es mi amigo, ¿lo ves como tengo amigos?
Shinta dejó la manzana y miró al erizo, se puso de pie y dio una vuelta alrededor del confundido Sonic, luego dio un resoplido y dijo.
-Señor erizo, perdone el comportamiento de Oniisan, está desesperado, no sé cuánto le habrá pagado, pero gracias por su buena acción.
Knuckles cayó de morros al suelo, luego cogió a Shinta por el cuello y le giró el puño en la cabeza.
-¡Que te digo que es Sonic!
Sonic se les quedó mirando, preguntando que de dónde había sacado "aquello", Shinta se enfado, se puso a gritar que no le hiciesen enfadar porque era peligroso, intentó sacar su espada, pero como no tenía práctica tardó en sacarla, luego intentó dar espadazos al aire, que sin fuerza cayó al suelo, se levantó, se sacudió y empezó con su cuento de siempre.
-¡Soy el gran Powerbat! El defensor de los inocentes, quien oze enfrentarse a mí, probará el filo de mi espada.
-Se dice "ose".- Le corrigió Knuckles.
Shinta se paró en seco, recordó algo que le había dicho el equidna antes.
-¡Oniisan! ¡tienes que enseñarme ha hacer muñecos de nieve!- Shinta se subió a la espalda de Knuckles para que le llevase a caballito.
Salieron fuera, al rato ya estaba Shinta jugando solo con la nieve, Sonic y Knuckles se sentaron a parte, hablando.
-Así que es eso...- Dijo Sonic tras escuchar la historia de Knuckles. -Entiendo que lo hayas traído contigo y eso explica el extraño comportamiento de Rouge...
-Ya te he dicho que no es seguro que este niño sea el de la foto, pero...
-Sí, lo sé, no podías dejarle... ¡Ja, ja! Si en el fondo no eres tan malo como dices...- Se burló Sonic.
-Oh... cállate... ¿y tú qué? Todo preocupado por mí, viajando con Rouge... y con la bufanda de Amy...
Sonic ignoró esto último, aunque era verdad, llevaba su abrigo rojo y la bufanda de Amy.
-Je, soy un héroe, si no me preocupo yo por los demás, ¿quién lo hará?
Knuckles asintió, estaba pensativo, aquello sobre GUN, ahora entendía por qué le habían atacado en el templo de la esmeralda maestra y por qué la querían, pero todo aquello no iba a acabar así, le quedaba un pedazo por recoger, en el lugar donde estaba ese tal "G" un nuevo Shadow, quizás. Shinta fue corriendo a donde estaban hablando, cogió de la mano a Knuckles y comenzó a tirar de él, quería mostrarle sus muñecos, no estaba muy bien hechos, pero se podían ver las formas de animales, y entre todos ellos uno que se parecía a Knuckles. Sonic comenzó a reír, le dio una palmadita en el costado a Knuckles diciendo:
-Mira, si sois igualitos...
Pero Knuckles no rió, se puso la mano en el costado, aguantando la respiración un momento, Sonic le miró pensativo y le preguntó si estaba bien, Shinta se le acercó corriendo.
-¡Está herido! Pero shhh- Bajó la voz el murciélago. -es un secreto.
-¿Cómo va a ser un secreto si se lo vas diciendo a todo el mundo?- Se quejó el equidna.

Más al norte todavía, Rouge seguía su camino, el dejar a Sonic a cargo de los lobos sólo era una escusa para poder ir ella sola a terminar sus investigaciones, llegó a su destino, al desierto blanco, hacía mucho frío, pero eso no era lo que más le importaba, allí debía estar otro de los laboratorios de GUN, tenía en su tarjeta los códigos que había sacado de la anterior base, sólo debía entrar. Sigilosamente pasó por los pasillos, en teoría abandonados, oía el leve murmullo de unos guardias, de nuevo había actividad, se infiltró como sólo ella sabía hacer, y pasó a una sala repleta de tubos gigantes, en su interior la mayoría estaban vacíos, otros simplemente tenían lo que ella reconoció como "partes" de lo que habían sido seres vivos, y en el tubo mayor, lo que había estado buscando, el famoso "G", algo mayor que en la imagen que había visto, pero aún un niño, el proceso no había finalizado, no era muy alto, le debía llegar por el cuello, su cuerpo era de un tono azul claro, parecía un equidna, sus púas una hacia delante y otra hacia atrás, unas mechas blancas le hicieron recordar a las mechas de Shadow, aunque en el centro de su pecho llevaba una marca como el propio Knuckles tenía, algo distinta, pero marcada tan bien como estaba marcada la del equidna rojo. G abrió lentamente los ojos, flotando en el líquido vital, su expresión de adulto desencajaba con su corta edad corporal, sus ojos rojos, vacíos de expresión, de alma, se fijaron en los de Rouge, parecían estar indicándole algo, ella miró en otra dirección, donde estaba la pieza de la esmeralda de Knuckles, ¿era eso lo que quería? Se acercó a la joya, fue a tocarla a pesar de que ya había sentido la presencia de alguien más en la sala, notó el frío contacto de una pistola en su cabeza, se quedó inmóvil, el arma se fue deslizando desde la parte más alta de la cabeza de Rouge hasta su cuello, haciéndole sentir un escalofrío al pasar por el lateral hasta su mejilla, hizo que se diese la vuelta y Rouge se apoyó a su espalda, le había reconocido, un murciélago algo mayor que ella, sonreía con sus finos y brillantes colmillos, los mismos colmillos que Knuckles había visto en el pueblo de Shinta, era de color marrón claro, con ojos azules.
-Supuse que no tardarías en aparecer.- Dijo el murciélago.
Rouge simplemente sonrió, sabía quién era exactamente, el hermano de alguien a quien ella había querido mucho en el pasado, pero no tuvo tiempo de recordar, un ruido les llamó la atención a ambos, G había apoyado su cabeza en la cúpula de cristal "irrompible" según el murciélago marrón, pero la estaba golpeando con el puño, clavando su mirada en la pieza de esmeralda.
-Todos quieren lo mismo.- Declaró el murciélago. -Parece mentira cómo esta joya brillante puede hacer reaccionar a cualquiera.
Cogió el pedazo brillante, sin dejar de apuntar a Rouge con su arma, y lo acercó hasta el cristal, riendo, G dejó de golpear, se le quedó mirando, puso su mano pegada a la parte más cercana a la joya, empezó a mirar intensamente al murciélago, haciendo que se pusiese nervioso, de pronto hizo un movimiento con la mano y la joya salió disparada hacia él, rompiendo una parte del cristal, y con la joya ya en su mano, G hizo estallar en pedazos su prisión, Rouge se puso en guardia, mirando lo que pasaba, y aquel murciélago que no salía de su asombro apuntó con su arma ahora a G, el cual no se aguantaba derecho, nunca había andado, nunca había estado consciente fuera de su prisión acuática, o eso habían pretendido aquel grupo de insensibles científicos, escupió toda el agua vital, empezó a respirar, a ponerse en pie, a caminar, Rouge se abalanzó sobre el murciélago para evitar que le disparase a G, era sólo un niño, o eso parecía, le gritó al niño que huyese, que se pusiese a salvo, G la miró fijamente a los ojos, aquellos ojos turquesa tan llenos de cariño, ignoraba lo que pasaba, se aferraba a la joya, a su joya, le daba el calor que necesitaba, y salió corriendo, Rouge intentó seguirle, forcejeando con el murciélago gris.
-¡Ya basta, Kiri!- Gritó Rouge deshaciendose de su agarre.
Corrió tras el pequeño equidna, oyó disparos detrás suya, saltó, pero notó un fuerte dolor en su pierna, también oyó al murciélago llamado Kiri hablando por un comunicador a todos los guardias, y el sonido de unas luchas fuera de la sala, vio caer algunos soldados antes de escapar.

En lo alto de una helada colina, Sonic y Knuckles parecían estar discutiendo el camino a seguir.
-Te digo que es por aquí por donde me dijo Rouge.- Insistía el erizo.
-¡Pero yo siento la energía de MI esmeralda por ese lado!- Discutía el equidna.
-Vamos... tengo frío...- Se quejaba Shinta.
Knuckles se agachó y le cerró bien el abrigo a Shinta, frotándole los brazos para darle calor, así de agachado, vio donde estaba sentado Shinta, un barril hecho pedazos, lo cogió y de un golpe separó dos tablas, le dio una a Sonic y señalándole con el puño dijo:
-Vamos a hacer una cosa, el primero que llegue abajo de esta colina dirige la misión.- Su voz sonaba desafiante.
Sonic sonrió, puso la tabla en el suelo y se subió en ella, aceptaba el desafío. Knuckles hizo lo mismo e hizo que Shinta se subiese detrás suya, agarrándose a la cintura del equidna.
-¿Estás bien agarrado?- Le preguntó Knuckles.
Shinta asintió, no sabía qué iban a hacer, pero él se fiaba de lo que le dijese el equidna, en ese poco tiempo que habían estado juntos le había cogido confianza, seguridad, aprecio, así que cerró los ojos al notar el primer momento de descenso por la nieve, pero los abrió mucho al notar que saltaban, aquello era mejor que volar, que no se le daba bien, era divertido, y así podía ver cómo se deslizaban, cómo competían el erizo y el equidna, asustándose ligeramente al notar cada vez más fuerte el viento, cada vez más rápido, los saltos más altos, pero oyó la voz de Knuckles, su voz segura, le dijo que si recordaba lo que le había enseñado antes, él asintió con la cabeza, bajó ligeramente la mano cogiendo un pedazo de nieve y en cuanto Sonic estuvo a tiro, se la tiró a la cabeza, éste no se lo esperaba y cayó, cayó rodando ladera abajo, haciéndose una bola enorme de nieve. Knuckles se detuvo triunfante al pie de la ladera, chocando las manos con Shinta, que se había divertido mucho y decía "¡otra vez!" sonriendo, temblando de emoción.
-¡Ahhh! ¡eso no vale!- Dijo Sonic sacando las manos, los pies y la cabeza de la gigantesca bola de nieve. -¡Haces trampa!
-¿Yo?- Sonrió el equidna. -No hemos puesto reglas, he ganado así que... Shinta, dale su castigo.
Shinta sonrió maliciosamente sacando un rotulador negro, pintando un bigote en la cara de Sonic, un sol en una mejilla, unas pestañas en un ojo y el otro negro, el erizo estaba verdaderamente ridículo, el equidna y el murciélago se pusieron a reír descontrolados.
-Vale, tú ganas, pero sácame de aquí.- Admitió Sonic. -Y no grites, ¿quieres que se nos caiga toda la montaña encima?
Knuckles se acercó a él dándole palmaditas en la cabeza.
-¿Qué pasa, don "yo soy el héroe"? ¿no puedes tú solito?
Y rieron más todavía mientras sacaba a Sonic de la bola de nieve gigante, pero mientras lo hacían, algo llamó la atención del equidna, Sonic se sacudió la nieve y se limpió la cara mirando hacia donde había empezado a mirar Knuckles.
-¿Qué pasa?- Preguntó preocupado el erizo azul.
-Tengo un mal presentimiento, ¿no lo notas? Nos están acorralando...
Shinta se agarró a la cintura de Knuckles, asustado, había visto algo, una sombra que corría a esconderse, pero pronto salieron a la luz, un grupo de lobos, de nuevo lobos.
-Ha llegado el momento del "pam, pum"- Sonrió Knuckles a Shinta.
-¿Estás bien?- Susurró Shinta mirando hacia arriba.
Knuckles asintió, le apartó un momento de su lado y se puso junto a Sonic, los dos en posición de batalla, codo con codo, y esa fue la primera vez que Shinta vio cómo era un combate entre dos, un combate en equipo, golpes que empezaba uno y acababa el otro, ayudándose mutuamente, caía uno y el otro se ponía delante a defenderle, a Shinta le habría gustado ser mayor en ese momento, ser fuerte, poder luchar con Knuckles, poder vengarse, de nuevo vino a su mente cómo aquellos lobos habían arrasado su pacífico pueblo, sin pararse a pensarlo, sacó su espada, ahora con más firmeza, así esperó su oportunidad, al primer lobo que de un golpe cayó cerca suyo, le dio un espadazo, rozándole sólo pero haciéndole daño, la sangre salpicó en su inocente rostro corrompido ahora por las ansias de venganza, Knuckles lo sintió, era como si una gota de agua helada le hubiese traspasado su chaleco y le recorriese la espalda hacia abajo, se giró y vio a Shinta dando otro espadazo a otro lobo, cayendo su gorro por la fuerza que había usado, dejó de atender a la batalla y eso casi le cuesta otra herida, algo que evitó Sonic, intentando llamar la atención del equidna, pero éste no le hizo caso, notaba que le iba a pasar algo a Shinta, y pasó, cuando quiso alcanzar a otro lobo, éste se volvió, detuvo el golpe del pequeño y le atizó un puñetazo en la cara que le hizo rodar varios metros hasta el filo de una pendiente aguantada por el hielo, Knuckles corrió a él, que se empeñaba en ponerse de pie con la espada en la mano, y el suelo cedió, haciéndose ciscos, cayendo Shinta, Knuckles intentó darle alcance, pero alguien disparó, y en el intento de no ser acertado patinó y se detuvo antes de coger a Shinta, que ya había salido de su campo de visión, había caído en el acantilado, cayendo más nieve detrás por las vibraciones del ruido de la pistola.
-¡Maldito!- Gritó Knuckles dándose la vuelta.
Pero tuvo que detenerse, los lobos tenían a Sonic reducido y aquel misterioso murciélago que había visto en el pueblo de Shinta había vuelto a aparecer, primero había apuntado a Knuckles, pero como éste se detenía al ver a Sonic atrapado, apuntó a Sonic y le dijo que se rindiese, Knuckles recogió el gorro que le había caído a Shinta durante la batalla y se rindió.

Abajo del todo del acantilado, una figura misteriosa se acercó curioso al cuerpo del pequeño murciélago, le dio un poco con el pie a ver si seguía vivo, en plena caída se había quitado el abrigo y había planeado ligeramente, sin ser bueno en ello todavía había evitado un golpe mortal y la nieve que había caído tras él, el mismo pie le dio la vuelta, dejando al murciélago boca arriba, algo aturdido, abrió los ojos levemente, tosiendo un poco, mirando hacia arriba, la luz le cegaba en aquel oscuro agujero, pero entre aquella luz vio que se agachaba a su lado la figura de un equidna, y se aferró a él. El equidna azul se le quedó mirando un momento, aquellos ojos le recordaban algo.

Knuckles se despertó, le habían dado un golpe en la cabeza, miró a su alrededor, estaba en una celda, notaba el golpe hecho seguramente por la culata de la pistola de aquel murciélago, y lo recordó todo, buscó a Sonic y le vio tirado en el suelo boca abajo, inconsciente, corrió con él, le dio la vuelta y lo traqueteó un poco, no estaba mal herido, se había asustado por un momento, le habían dado algunos golpes, pero ninguno grave, le volvió a traquetear hasta despertarle.
-¡Auuu, estate quieto!- Dijo Sonic sentándose en el suelo.
-Tenemos que salir de aquí, hemos de buscar a Shinta.- Dijo el equidna decidido.
Sonic le miró extrañado.
-Qué raro... ¿no quieres ir a recuperar tu esmeralda?
Knuckles miró a otro lado, pues claro que quería, era su deber, su destino, pero también quería ir a buscar a Shinta, podía estar mal herido, o muerto, no podía hacerse a la idea, sólo era un crío, era él mismo de niño, o no, era el niño que siempre quiso ser, se conocían muy poco, pero ese pequeño había dado luz a la oscura vida del equidna, no quería desprenderse de él.
-No sé por qué...- Comenzó a decir de pronto Sonic. -Tengo el presentimiento de que está bien.
Knuckles tuvo que asentir con la cabeza, y empezó a mirar a su alrededor en busca de algún flanco débil por donde escapar, se apoyó en la pared, la herida le ardía, le habían golpeado fuerte ahí mientras les traían a la celda, el chaleco se le había manchado levemente de sangre por la parte interior, se lo cerró y continuó pensando. Un ruido llamó la atención de los dos, miraron a ambos lados y luego hacia arriba, una placa de metal cayó entre ellos, de lo alto del techo comenzó a descender la mujer murciélago que tan bien conocían.
-¿Necesitáis ayuda?- Dijo en tono burlón Rouge.
Knuckles sonrió con tan sólo verla ahí arriba, agitando sus negras alas, sonriendo ella también, guiñándole el ojo al equidna, su juego favorito, lanzándole a Sonic una tarjeta que dijo que si la seguían por ahí arriba podían acceder con esa tarjeta a niveles superiores.
-¡Ey! Que yo no puedo volar, tendrás que cargar conmigo...- Dijo Sonic con cara de pervertido.
Rouge bajó hasta ellos.
-Sí, hombre, y qué más... apáñatelas tú solito, que de peores situaciones has salido.- Dijo Rouge girándole la cara, cruzando sus brazos a la altura de sus pechos, para que Sonic no los mirase.
-Yo puedo echaros una mano...- Dijo una voz femenina desde fuera de la celda.
Apoyada en la pared, con una ropa de invierno bien abrigada, estaba Amy Rose, sonriendo, con los brazos cruzados, les señaló con otra tarjeta, la que abría las celdas.
-¡Amy!- Gritó Sonic algo nervioso. -¿Qué haces aquí? Creí que te había quedado claro...
El sonido de una explosión le cortó en seco.
-¡¿Qué ha sido eso?!- Preguntó Knuckles.
-Nada, es Tails.- Respondió Amy. -Tiene un juguetito nuevo...
Desde el fondo de la sala se escuchaba cantar a Tails canciones animadas que parecían quitarle importancia a la terrible destrucción que iba sembrando a su paso.
-Este crío está cada día peor...- Comentó Rouge.
Amy abrió la celda tras discutir un poco con Sonic sobre la fidelidad, dejó salir a sus ocupantes, Rouge iba cojeando, y Knuckles se dio cuenta, pero ella insistía en que no era nada, pero poco más arriba de la rodilla, por la parte de atrás, se veía claramente una venda cubierta de sangre, sin embargo siguió adelante. Sonic se puso al lado de Knuckles.
-Oye...- Dijo en voz baja. -¿no le vas a contar lo de Shinta?
-...- Knuckles pensó un momento. -No, mejor esperemos a ver qué ha pasado con él...
Amy saltó al cuello de Sonic.
-¡Mira que modelito me he comprado!
-¡Ahhh! Que me duele todo...- Dijo Sonic. -¿has venido hasta aquí sólo para mostrarme tu dichoso conjunto nuevo?
Amy le hizo callar con un beso en los labios ¿qué más le daba? todos los presentes ya sabían que estaban juntos, aunque a Sonic seguía sin hacerle gracia, se encogió de hombros ruborizado.

En una cueva cerca de la base de GUN, Shinta abrió sus ojos turquesa despacio, muy despacio, notaba el fuego, el calor, parecía un "deja vi" de la noche anterior con el equidna, pero a su mente las imágenes de las últimas horas se le hicieron cada vez más claras, vio en penumbra la figura de un equidna, pero las sombras no le encajaban con las de Knuckles, no era una chaqueta tejana, más bien parecía un jersey gordo, vio levemente que la figura se le acercaba, se quitaba un guante y le ponía la mano en la frente, era una mano pequeña pero cálida.
-Ya no tienes fiebre.- Dijo una extraña voz de niño.
Era una voz que parecía tener dificultades para salir, algo seria. Shinta se incorporó y le vio con más claridad, era un niño, como él, algo más alto, un equidna azul.
-Hola, ¿cómo te llamas?- Sonrió Shinta.
-¿Nombre?- El niño se quedó pensando un momento en cómo le habían denominado siempre. -G.
-¿G? Vaya nombre... que tal sí... "Glaurung"- Dijo Shinta. -Es el nombre de un dragón de un cuento que me contaba mi mamá siempre.
El equidna se quedó pensativo de nuevo, serio, luego sonrió y asintió con la cabeza. Comenzaba a amanecer y eso hizo relucir la nieve fuera de la cueva, Shinta se recuperó completamente, agarró del brazo a quien pensó era su nuevo amigo y le enseñó a jugar con la nieve como el equidna rojo le había enseñado, sin parar de hablar, mostrando el cariño que sentía por Knuckles, algo que G sintió "cálido".

Sonic y Knuckles se pusieron uno al lado del otro, de nuevo habían sido descubiertos, Rouge cojeaba, pero aún así sostenía en alto un arma, disparando junto a Tails a diestro y siniestro, a los robots de aquellos guardias que les cerraban el paso, saliendo éstos corriendo al quedarse indefensos, Amy se escondía tras la máquina de Tails, a ella había que provocarla mucho para sacarle la violencia.
-Knux,- Llamó Sonic su atención. -yo puedo abrir camino por este lado, ¿puedes encargarte de la sala central y abrir las puertas? Seguramente ahí tendrán la Master Emerald.
Knuckles asintió con la cabeza, rápidamente, Rouge se le enganchó del brazo.
-Voy contigo, yo tengo los códigos para abrir...
-Será mejor que no.- Cortó el equidna las palabras de Rouge. -Estás herida, deja que Tails te lleve a un sitio seguro.
-¡Oye! Que no eres el único que ha tenido situaciones difíciles en su vida...- Rouge le giró la cara.
-¡Iros de una vez! Puedo mantenerles distraídos un rato sólo.- Gritó Sonic.
Su voz autoritaria les hizo obedecer. Rouge seguía cojeando, quizás ahora menos que antes, o eso quería aparentar, ella era la mujer fuerte e independiente, aunque no podía quitarse de la cabeza que aquella lejana noche (lo que le parecía lejano) la viese tan débil, cantando tristemente sin poder explicarle nada.
-¿Knuckles?- Dijo tímidamente.
-¿Qué quieres?- Se detuvo el equidna.
Rouge estuvo un momento en silencio, con todo aquello no había podido pensar en lo que le quería decir exactamente, en que habían acabado los juegos.
-Em... no sé cómo empezar...- Rouge bajó su mirada.
Knuckles desvió la suya también.
-Siento haber jugado contigo.- Soltó muy rápido Rouge.
-Bueno...- Knuckles sonrió un tanto triste, él en el fondo quería seguir jugando. -Yo sólo quería saber por qué lo hacías, y estaba algo celoso de la foto que tenías... y ahora que lo sé... Dios, tengo que contarte algo...
¿Celoso? ¿había dicho eso Knuckles? Rouge no se lo podía creer, notó sus mejillas ruborizándose, y cuando el equidna se dio la vuelta y fijó su mirada en la de ella se ruborizó también, Rouge estaba confusa, era como si Knuckles supiese algo que ella no sabía, quería abrazarle y explicarle todo lo que había pasado, que el niño de la foto era su hijo, pero que había muerto hacía poco, que no tenía que estar celoso porque ahora era a él al que más quería... y al mismo tiempo no se imaginaba a sí misma diciendo aquellas palabras, se armó de valor, pero cuando se lo iba a decir alguien aplaudió.
-Muy bonito, ¿ahora te gustan jovencitos?- Dijo una voz ante ellos.
-¡Kiri! Trae la esmeralda maestra.- Dijo Rouge adelantándose.
-¡Ja! Mírate, a duras penas te mantienes de pie, soy un buen tirador al fin y al cabo...- Kiri se acercó a ella, cogió su cara con una mano, aquella cara que ahora desprendía odio hacia él- Me das lástima, no sé qué pudo ver mi hermano en ti, no eres más que otra pu...
Knuckles se metió entre ellos, cogiendo del brazo tan fuerte a Kiri que si no lo hubiese lanzado al suelo se lo habría partido con una sola mano, aunque al menos le hizo callar, eso lo notó el propio Kiri, le dolía como nunca le había dolido y desde el suelo apuntó a Rouge con su pistola, ella hizo lo mismo.
-Tienes todas las de perder.- Dijo Rouge decidida.
Kiri sonrió y señaló a Knuckles con otra pistola.
-Tú, equidna, muévete y la mato a ella, y tú, Rouge, te digo lo mismo, un paso en falso y le mato a él.
Un truco muy viejo, usar los sentimientos mutuos para acabar con los dos, pero eso era algo que a Knuckles no le afectaba, ligeramente si iba poniendo delante de Rouge, mientras Kiri se levantaba del suelo, obligando a Rouge a tirar su arma bien lejos y murmurando lo idiota que era ella, Knuckles se le abalanzó, forcejeando con él, arrojando también sus armas, pero en un descuido, Kiri le dio un fuerte puñetazo a Knuckles en el costado, sabía que estaba herido, había estado presente cuando le hirieron, clavó fuerte su puño en su costado, haciéndole retroceder, dio dos pasos atrás y Rouge le agarró para evitar que cayese, le puso la mano en el costado sin darse cuenta, Knuckles se mantuvo firme y volvió a por él, mientras luchaba Rouge entraba los códigos para abrir las puertas, hasta que vio que el teclado se estaba manchando de sangre, se miró las manos, tenía una mano llena de ella, no entendía cómo goteaban sus dedos de sangre, miró su pierna, pero ésta no sangraba, estaba vendada, en ese momento un escalofrío la recorrió de arriba a abajo oyendo a Knuckles gritar, estaba apoyado en la pared, con una mano agarraba el brazo con el que Kiri intentaba apretar su cuello, la otra mano agarraba su otro brazo, de nuevo apretando su herida, hundiendo más y más su puño, retorciéndolo sádicamente, Rouge le dio a un botón, ya estaba lo suyo, luego metió otros códigos, confiando que Knuckles aguantase lo suficiente, se abrió un compartimento, ahí estaba la esmeralda maestra, o lo que había de ella, puesto que G se había llevado un pedazo, brillaba de una forma extraña pero esperaba que fuese suficiente para ayudar a Knuckles, le lanzó una patada a Kiri, sin acordarse de su pierna mala, separándole de él, quedó sentada en el suelo sin poder levantarse, le lanzó la joya a Knuckles, cayó cerca de él, que estaba de rodillas en el suelo, conteniendo el aliento que se le escapaba con dificultad, estiró un brazo hacia la joya, le había empezado a doler el otro, el del costado herido, temblándole la mano al intentar alcanzarla, y no pudo, ésta pareció huir de él, atraída por otra fuerza de atracción, la de G de pie, ante ellos, con el pedazo de esmeralda que faltaba.
-¿Quieres ir con tus hermanas, joya maestra?- Dijo en tono burlón G.
La esmeralda se unió de nuevo en su forma original, la enorme esmeralda maestra, el controlador del caos, los ojos rojos de G se iluminaron.
-Bien hecho...- Dijo Kiri poniéndose en pie.
Se acercó al pequeño, que a medida que le veía avanzar hacia él recordaba en flashes todo lo que había pasado desde su creación, las burlas, las torturas que ellos llamaban experimentos, la oscuridad cuando no estaban, las luces cegadoras que le dañaban los ojos cuando le examinaban, haciéndole crecer a una velocidad anormal, la sola presencia de ese murciélago le hacía enfurecer, y aún osaba acercarse, exigirle que le diese lo único que le daba calor en aquella fría sala, no lo único exactamente, pero lo más destacable, le habían creado para sentirse así, con ADN del guardián, para tener la necesidad de estar junto a esa joya, de seguir su destino, su condena, por eso al ponerse a su altura, Kiri lo único que recibió fue un fuerte impacto del ataque de G, lanzándole al otro lado de la habitación, luego se acercó a Rouge, sus ojos turquesa, vio la sangre en el suelo, su pierna vendada, se acercó más a ella, que respiraba muy deprisa, puso su mano sobre ella y le hizo sentir su calor, la herida dejó de dolerle, dejó de sangrar, se puso en pie, le había devuelto el favor. Knuckles se intentó poner de pie a duras penas, sin saber qué le hacía a Rouge, pero no le gustaba que tuviese su esmeralda, cualquiera que tuviese la esmeralda maestra era su enemigo, intentó arrebatársela, pero G le esquivó fue a pegarle, pero unas manos le detuvieron.
-¡Espera, Glaurung! Él es Oniisan, el equidna del que te hablé.- Shinta apareció tras G.
El equidna azul se detuvo.
-Igualmente, me siento mejor, sólo quería volver a unir sus pedazos...- Dijo G devolviéndole la esmeralda maestra completa a Knuckles.
El equidna rojo notó su poder y se sintió más calmado, miró a Shinta y susurró su nombre, el pequeño murciélago saltó a su cuello abrazándole fuerte, haciéndole caer de culo apoyado en la pared. Rouge estaba ante ellos, sin ser capaz de moverse, sin poder articular palabra, ese niño... ese era su niño, sintió su corazón botar de alegría, como si le fuese a salir disparado del pecho, ¿era eso lo que quería decirle Knuckles? ¿que conocía su historia? Quiso abalanzarse y abrazarles a los dos, llenarles de besos, sobretodo a aquel niño que había seguido en secreto, al que le había estado pagando todo ese tiempo todo lo que necesitase, dinero que mandaba a sus padres adoptivos, pero cuando intentó acercarse a ellos, por detrás se levantó velozmente Kiri y agarró a Rouge del cuello.
-Apestosos equidnas... no sois de confianza...- Dijo apretando el cuello de Rouge desde su espalda. -Mira Rouge, ¿no es ese tu hijito? Dios... cómo se parece a mi hermano...
Shinta miró confuso a Knuckles y se abrazó más a él, escondiéndose en su abrazo, murmurando que sus padres estaban muertos, pensaba que aquello no podía ser verdad.
-Suéltala.- Dijo Knuckles con voz decidida.
-Dame la esmeralda.- Repuso Kiri.
G se acercó a Kiri, cansado de todo, sus recuerdos eran como cortocircuitos, en un rápido movimiento apartó al murciélago de Rouge, les hizo una señal para que se fuesen, Knuckles intentó ponerse en pie, apoyándose en Rouge, y Shinta se puso a su otro lado.
-¿Lo ves, Oniisan? Tú solo no podías con él...- Dijo Shinta sin soltarse del equidna.
-¡Sí que podía con él! Lo que mis poderes...- Repuso el equidna.
-No podías usarlos.- G seguía de espaldas a ellos. -Mientras los estuviese usando yo, tú estabas indefenso.
G había usado los poderes de la esmeralda maestra para encontrarla y unir el pedazo que le faltaba.
-¡Ven con nosotros, Glaurung!- Gritó Shinta. -Tenemos que seguir jugando...- Y dijo por lo bajo. -mira, se supone que esta tía es mi madre, la podemos compartir, aunque nada de ligar con ella ¿vale?
G se giró hacia ellos riendo por el comentario del niño.
-Iros, puede que parezca un niño, pero en mi mente se encuentra un adulto. Shinta, gracias por enseñarme lo que es ser niño...- Sonrió el equidna azul.
Knuckles también pensó eso, también debía agradecer a aquel renacuajo el recordarle que las pesadillas al fin y al cabo también son sueños, y como tales se podían retocar para que fuesen más agradables.
Una vez solos, G le dijo a Kiri.
-Llámame Glaurung, soy tu obra ¿no? Pues es tu obligación cuidar de mí, ahora será al revés, tú serás mi servidor quieras o no.
Glaurung quería experimentar ese calor que había sentido cuando Shinta se echó en los brazos de Knuckles, ese calor que une a las personas aún sin tener lazos de sangre, así se quedó en aquel solitario lugar, con un murciélago que obligatoriamente le serviría todo lo que le quedaba de vida al niño adulto.
Knuckles salió afuera agarrado por Rouge, Sonic al verle corrió hacia él, estaba bien, y junto a él venía Shinta, ahora sí que todo estaba bien. Tails le curó parcialmente las heridas al equidna, Rouge se acercó y le quitó el sitio al zorrito, que se fue murmurando "chicas..."
-¿Y bien?- Dijo Rouge sentándose a su lado. -Tenías que contarme algo...
-...- Knuckles se encogió de hombros. -Era lo de Shinta... pero ya está todo claro, tú tienes que cuidar de él ahora.
-Oh...- Se decepcionó Rouge, ella esperaba algo más por parte de él.
De una forma extraña, Knuckles se despidió rápidamente de sus amigos y se fue con su joya, sin mirar atrás, no quería mirar a Shinta, que gimoteaba al verle partir. Rouge miró a Shinta, estaba ahora más triste, hacía verdaderos pucheros al ver a su hermano mayor irse, ella se agachó hasta él y le sonrió.
-¿Quieres que vayamos con él?
Shinta sonrió, salió corriendo, Knuckles giró levemente la cabeza y le vio correr.
-¡Oniisan!- Gritó emocionado el pequeño.
Knuckles se dio la vuelta entero y le cogió al vuelo, abrazándole de nuevo, se había formado un vínculo muy fuerte entre ellos, aunque su sonrisa también iba por la madre del niño, que caminaba lentamente hacia él, con una mirada seductora.
-Bueno, Shinta, puedes llamarme por mi nombre, deja de llamarme Oniisan.- Dijo Knuckles dejándole en el suelo.
-Es que no me has dicho tu nombre...- Repuso el pequeño.
-¿Uh? Ah, bueno... Knuckles, Knuckles the Echidna.
-¿Quéeee? Vaya nombre tú... prefiero seguir llamándote Oniisan.
Rouge se echó a reír, luego Knuckles también, ahora sí que había finalizado su trabajo, ahora tenía a alguien más para proteger, ese niño que quería con locura, y la mujer que tanto había rondado sus pensamientos, unidos por fin.