CAP 1
"El bosque del silencio"
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ADVERTENCIAS: Hay OC involucrado, hay mención Grindeldore, violencia, mención a muerte de un personaje y todas esas cosas. Hago esto por hobby, por gusto propio y lo subo por compartir por si a alguien le causa curiosidad la historia. Extremistas del Grindeldore que no aceptan nada fuera de eso, tengan la amabilidad y la educación de pasar de largo. Gracias.
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Para Albus Dumbledore aquel encuentro podría significar muchas cosas pero solo una era segura: no había nada de normal en lo que le estaba sucediendo.
El propio Newt Scamander se hubiera quedado congelado solo por la confusión y el asombro de tener semejante criatura delante suyo sin haber perecido en el mismo instante en que sus ojos se cruzaron, algo de lo que ninguna magia existente, ni siquiera la suya propia que era tan poderosa lo hubieran podido salvar del resultado que le seguía a toparse con una de las bestias más peligrosa del listado de criaturas mágicas que rondaban por el mundo; ni era algo cotidiano o sencillo el toparse con uno de aquellos reptiles como quien pasea cualquier día o ya se dijese, crear uno ya que para el conjunto de la técnica y los animales requeridos bajo ciertas condiciones…
En todo caso.
Que demonios hacía un maldito basilisco de semejante tamaño y con tal plumero rojo intenso sobre la cabeza mirándole como si le analizara justo a mitad de un bosque tan silencioso que taladraba los oídos, en el nombre de Merlín!?
Su mente generalmente rápida y ágil tanto para las reacciones como para la defensa inmediata ante cualquier peligro parecía haber comenzado a girar a una velocidad de vértigo enfermiza, con tantas preguntas que no estaba logrando una reacción adecuada excepto la de preguntarse si realmente ese era el tipo de final que deseaba y si no sería mejor permitir que ocurriese.
Cerró los ojos por unos instantes como acto reflejo ante la muerte inminente que aquello apuntaba en su dirección y aguardó, después de todo… quizá eso era lo mejor.
De esa manera podría finalmente quitarse todos los pesos de encima y sencillamente, dejar de sentir.
Sentir y olvidar.
"Quién te amará ahora, Dumbledore?... estás solo…"
Sí, lo estaba.
Y no, no había nadie que pudiese amarlo porque solo un monstruo era capaz de amar a otro. Fuera del propio Newt ningún otro ser humano con sangre en las venas podría siquiera pensar en albergar un sentimiento así por alguien como él y lo sabía y Gellert mejor que nadie comprendía aquello y ese era el motivo por el cuál podía usar aquello en su contra con tanta tranquilidad; y por eso mismo había decidido tomar aquel viaje recomendado por su ex alumno y ahora, querido amigo que parecía preocuparse cada vez más por él.
No carecía de motivos reales ya que últimamente y a pesar de que siempre había sido un experto en usar caretas en esta ocasión le estaba costando.
Incluso y a pesar de que había encerrado sus propias emociones y deseos para obligarse en algún momento (si es que encontraba el valor) para cumplir con aquella promesa hecha a Theseus de encontrar y derrotar a su antigua pareja y amante, las personas que lo rodeaban o al menos, aquellas a las que les importaba lo suficiente como para percibir cualquier detalle diferente en su comportamiento o gestos le habían estado demostrando tal nivel de preocupación que finalmente y ante la mirada angustiada y tensa del más joven de los pelirrojos no había podido menos que dejar escapar un suspiro y ceder, admitiendo en un tono muy bajo y derrotado que aquella situación se le había escapado de las manos.
Lo quisiera o no, corazón despedazado o no, las ideas más oscuras que rondaban su cabeza se dividían entre encontrar a Gellert y ceder a su deseo de que se le uniese quizá a cambio de no tocar a sus seres queridos (aunque a final de cuentas, su ex esposo hacía lo que le viniera en gana sin importar demasiado su opinión y conocía los dolorosos resultados de aquello) o tomar el único otro camino que quizá era, el más sencillo y el que menos problemas causaría:
Tomar su propia vida.
Lejos, donde nadie pudiese encontrarlo y de forma que incluso si lo buscaban no podrían dar con el paradero de su cuerpo. Su desaparición por supuesto que causaría preocupación y todos culparían inmediatamente a Grindelwald que era el más interesado en él pero solo su hermano, que le conocía hasta un punto que a veces lo aterraba demasiado, sabría con toda seguridad que había tomado el camino de los cobardes.
Uno que lucía cada vez más y más prometedor.
Y quizá era por aquel pensamiento, por ese único momento que se había dejado llevar por la poca lucidez de su desespero que había absorbido la idea que le había presentado Newt de dar un pequeño viaje de respiro, para aclarar su mente e intentar olvidarse de todo, de presionarse con lo que el mundo esperaba de él y lo que debía de hacer; lo mismo que él hacía cuando le parecía que el Mundo Mágico y su hermano se metían tanto en su cabeza que le parecía que iba a estallar por dentro: irse lejos, despejarse, tirarse en algún paraje amplio y disfrutar de la compañía de sus bestias. Pero en el caso de Albus Dumbledore quizá podría ser tan solo el tenderse en algún campo o una fresca planicie para dejarse ir y reposar el espíritu hasta que se sintiese con fuerzas para volver al mundo real.
Si el pobre muchacho hubiese sabido lo que había nublado realmente la cabeza del rendido y cansado mago, probablemente se habría pensado dos veces en sugerirle aquello.
O al menos hubiese mandado a alguien para que le hiciese compañía y lo detuviese.
Sin embargo y con el permiso del profesor Dippet que no deseaba mayores dramas en su escuela además de los que ya le daba el profesor Kettleburn con cada una de sus locas ideas, el Dumbledore encaminó sus pasos hacia un país extranjero, lejano, donde tuviese la oportunidad de perderse y donde no fuese tan extraño ver a un mago andando por sus caminos; había muchos lugares que él conocía pero al mismo tiempo, sabía de algunos otros que no eran frecuentados mas que en ciertas épocas especiales del año y con seguridad de por medio y por ello aprovechó unos pocos y discretos contactos hacia un sitio que le parecía el más tranquilo y adecuado para llevar a cabo lo que en ese momento consideraba el último de sus planes:
El bosque Pokaini en Letonia.
Y aún así, no se había esperado ninguna de las sorpresas que lo aguardaban.
-No creo… que realmente quiera adentrarse en este momento en este sitio -uno de los guardias que vigilaba el lugar tenía el ceño fruncido mientras que una mujer ataviada con ropajes de la región le servía una bebida fresca al mago de cabello castaño rojizo que solo se había detenido en aquella taberna mágica, invisible a ojo de los escasos muggles que visitaban en ocasiones el bosque y que en aquel momento brillaban por su ausencia
Albus Dumbledore había alzado una ceja mientras agradecía con un movimiento de cabeza a la mujer para luego, mirar a aquel fornido hombre de espesa barba negra y bigote que le observaba con preocupación; el aludido dio un pequeño sorbo a su bebida con gesto pensativo y sin verle nuevamente finalmente habló
-Por la situación del país?
-No -aquel mago emitió un fuerte suspiro e hizo una mueca -no, lo que hacen o deshacen los muggles en estos momentos no nos preocupa más de lo normal, siempre tenemos la posibilidad de largarnos a otro sitio, Anna tiene familiares en Francia con los que podemos dirigirnos inmediatamente de ser necesario -la mujer asintió sonriendo un poco antes de que su esposo volviese a hablar -lo digo por… bueno… -las miradas del guardia y su mujer se cruzaron por un instante al tiempo que las voces de los pocos magos presentes en el resto de mesas dejaban de sonar, todas las miradas mostrando gestos de precaución -la magia de los sagrados…
Varios magos comenzaron a mover sus manos en el aire frente a ellos, marcando de forma invisible un símbolo con prisa mientras que el Dumbledore parpadeaba levemente interesado, olvidando por unos instantes lo que lo había llevado a aquel lugar.
-La magia de los sagrados…
-Desde tiempos antiguos la magia mística de este bosque nos ha protegido, nos ha bendecido con sus poderes y le agradecemos en los solsticios y en las ceremonias por ello -dijo aquel hombre y el mago inglés emitió un suspiro pensativo
-Lo recuerdo, algunos miembros de la comunidad mágica inglesa vienen cada año para presentarse a las festividades y pedir por su salud aprovechando las cualidades mágicas del lugar -completó Albus apoyándose en el respaldo de la silla al tiempo que ladeaba suavemente la cabeza -he de decir que me han resultado interesantes los estudios acerca del potencial mágico del lugar y de la protección que extiende a sus alrededores…
El guardia bajó la mirada solo algunos segundos mientras balanceaba su peso entre ambas piernas y comenzaba a frotarse las manos con un trapo que colgaba del cinto alrededor de su gruesa cintura.
-Y esos estudios mencionaban las desapariciones?
Los ojos del inglés parecieron estrecharse apenas por un segundo mientras que se volvían a percibir los movimientos de manos del resto de presentes, como si algo muy malo se hubiese dicho en el sitio.
-No me he detenido en ello, no… -admitió el hombre haciendo una pequeña mueca
Y es que en lo personal cualquier mito o leyenda que no le emitiese algún signo de lógica o de conexión mágica evidente generalmente no le llamaba como para estudiarla más a fondo; por supuesto que tenía el conocimiento básico pero si después de sus investigaciones no encontraba ni el más mínimo indicio de que aquello estuviese conectado con un fenómeno mágico o natural, entonces lo dejaba como una mera historia de lugareños y no tocaba más el asunto. Estaba más encaminado a pensar que se trataría de simples ladrones muggles o malvivientes mágicos aprovechándose de los locales no mágicos en todo caso.
Tal vez algún animal salvaje?
-Bueno, quizá si… -había comenzado a decir el hombre pero entonces la mujer emitió un pequeño sonido agudo, parecido a un grito ahogado al tiempo que se llevaba una mano a la boca
-Mihails, no!
Albus Dumbledore alzó ambas cejas mientras que el guardia parecía comenzar a notar la evidente tensión entre los magos presentes y finalmente hacia un movimiento con los gruesos dedos por un lado de su rostro en una clara indicación al de menor estatura para que lo siguiese; el aludido había asentido y, agradeciendo con un movimiento de cabeza las atenciones de la mujer, se puso de pie y siguió al otro mago hacia el exterior donde unas coloridas y alegres nubes rojizas y anaranjadas comenzaban a dar aviso del anochecer.
Albus dejó que sus ojos se perdieran en aquel paisaje sin notar la expresión severa y de preocupación en el otro mago hasta que este habló.
-Puede escucharlos?
-Disculpe?
El inglés le dirigió una breve mirada confundida al mago que seguía mostrando aquella expresión severa con sus ojos negros y pequeños clavados en el bosque que se extendía frente a ellos con una suave energía mágica que no dejaba entrever nada misterioso.
-Puede escucharlos? -repitió aquel mago de gran estatura con un tono de voz más bajo ante la mirada del extranjero -las aves?... los insectos nocturnos?... algo?
Dumbledore entornó los ojos finalmente prestando atención a aquel medio ambiente que les rodeaba; aunque los árboles, las rocas y los matorrales a la lejanía seguían luciendo mágicos y misteriosos a pesar de las sombras que comenzaban a cubrirlos, el silencio que se propagaba por entre cada tronco, cada rama y cada recoveco de aquel sitio denostaba lo antinatural de un evento como aquel. El mago proyectó suavemente su magia hacia aquella zona, solo un poco en un intento de detectar alguna barrera o algún trazo de magia remanente que pudiese indicarle la presencia de algún otro miembro de la comunidad mágica con inclinaciones tenebrosas… pero nada.
Y aún así el mero pensamiento de aquello le trajo a la mente la imagen de Gellert Grindelwald y la última mirada que le había dirigido, provocándole tal dolor en su interior que estuvo a punto de inclinarse por lo insoportable que era.
El aire le faltaba y había comenzado a sudar frío.
Le estaba costando toda su entereza el mantenerse impávido a pesar de que por dentro se desgañitaba por los sentimientos que desgarraban todo lo que estaba a su alcance. Y él solo deseaba detener aquello de la manera que fuese. Silenciar las voces, acallar su dolor, ahogar la culpa…
-En efecto, este silencio trae un algo maligno consigo -asintió aquel guardia con severidad creyendo erradamente que la palidez y el gesto tenso del mago a su lado se debían al asunto que le había señalado -ya tiene cerca de un mes, acaso un poco menos desde que las cosas cambiaron aquí en el Pokaini -explicó al tiempo que cruzaba sus enormes brazos volviendo a observar el bosque delante de ambos -este sitio siempre ha sido un lugar sagrado y respetado por todos nosotros, un espacio al que protegemos y cuidamos como este nos cuida a nosotros, por la magia que han dejado nuestros ancestros desde los primeros tiempos para ayudarnos a sobrellevar cualquier evento -su voz se volvió levemente dura por unos momentos reflejando lo mucho que le molestaba aquello -y entonces una noche… todo pareció desaparecer repentinamente. Como si de un momento a otro, la oscuridad hubiese aparecido para acampar en los lugares más recónditos de la espesura…
Albus respiró profundo e hizo una mueca. Ni hablar.
Tendría que esperar un rato más antes de poder deshacerse de todo lo que cargaba consigo en el interior, a final de cuentas… no podía irse de aquel mundo sin hacer un último esfuerzo para ayudar a aquella gente, cierto?... esta vez no tenía a ninguno de sus conocidos o amigos que pudiesen llevar a cabo aquella tarea en su lugar, ya bastante les estaba dejando con Gellert y por una vez… para variar… no tenía nada de malo hacer aquello antes de partir al otro mundo.
No parecía una mala forma de pagar un poco del karma de todo el mal que había hecho durante su vida, cierto?
-No más sonido, no más criaturas entrando y saliendo… magos y brujas ingresando como si buscasen algo para inmediatamente desaparecer… -seguía explicando aquel hombre -no es como si nunca hubiese ocurrido antes, ya existían historias sobre personas que se perdían en un mundo diferente al nuestro pero conectado en un segundo por la magia del bosque…
-Ah sí?
-Ya el Ministerio Letonio había enviado a sus mejores magos a investigar pero… no todos regresaban y en el último mes sencillamente ya no quisieron arriesgarse -pareció que un escalofrío lo recorría sin percatarse de cómo el mago de cabello castaño rojizo introducía sus manos en los bolsillos de su largo saco y comenzaba a caminar -lo que sea que se encuentre allá adentro en estos momentos definitivamente no es… oye! -saltó aquel guardia abriendo los ojos con espanto al percibir como el Dumbledore, con una expresión de sencilla resignación y un aire ligero ya se encaminaba hacia el sendero delineado en musgosas y oscuras piedras que lo guiaría hacia el interior -qué no escuchaste que han desaparecido otros magos en este lugar?
Aquel enorme mago hizo amago de correr detrás del más bajito pero no avanzó demasiado, las piernas tensas en el temor que surgía por las palabras que él mismo acababa de expresar. Por su parte Dumbledore sin detenerse apenas y movió un poco el rostro de lado con una leve sonrisa para responder al otro.
-Bueno… si desaparezco, siéntase libre de cualquier responsabilidad. Creo que no puedo evitar mi insana curiosidad por saber lo que está sucediendo -respondió el inglés dejando escapar una suave risa falsa con los ojos cerrados ante el desconcierto de aquel sujeto -le agradezco por demás sus atenciones y espero que extienda lo mismo por mi parte hacia su esposa. Veré si puedo ser de ayuda para que recuperen un poco de la paz en este lugar pero si no saben de mí en un tiempo, tampoco quiero que se preocupe, de acuerdo?
Pidió el hombre con el sombrero tocándose la punta de este a modo de despedida mientras que el guardia le observaba alejarse, perplejo.
No podía creer que alguien pudiese ser tan absurdamente tonto como para hacer aquello.
Ingleses!
-No vas a dejarlo ir en serio, cierto? -su mujer finalmente había salido de la vieja taberna de madera para correr al lado del enorme hombre que continuaba mirando ahora hacia la oscuridad que lo devoraba todo dentro del bosque; los ojos claros de la bruja pasaron de su esposo hacia el camino que se perdía entre las sombras y luego, nuevamente hacia quien tenía a un lado teniendo que alzar la vista por la diferencia de alturas -Mihails!... no le contaste acerca de la visión de la paregis? -la bruja parecía horrorizada y el hombre de inmediato se tensó y volteó a mirarle con evidente irritación
-Calla!
-Pero… el Aizmirsana… -esta vez susurró con un hilo de voz aquella mujer y su marido movió bruscamente una mano indicándole nuevamente silencio; unas pequeñas arrugas de preocupación aparecieron debajo de los ojos de aquel enorme mago que finalmente volvió a hablar en un tono de voz más bajo y apagado
-Incluso si le advirtiésemos sobre las profecías… nos creería? -dijo antes de emitir un quejido bajo -nadie antes nos ha creído sobre las advertencias… y ahora que finalmente parecen cumplirse… de qué serviría? -su mujer cerró los ojos y juntó sus manos, agachando la cabeza como si rogase por algo antes de ser imitada por aquel hombre -solo nos queda rezar por su alma… y esperar a que ocurra un milagro y al menos pueda recuperar su cuerpo al amanecer para enviarle a su tierra y que su familia le pueda dar un apropiado descanso…
Y mientras que aquellas dos figuras se quedaban atrás, en los límites de lo conocido y lo que quedaba de civilización, quien era considerado el mago más poderoso hasta ese momento continuaba su camino en medio de la negrura del bosque, apenas y pensando en lo que encontraría delante suyo mientras se recordaba que no podía ver nada más aterrador que los recuerdos que poblaban su mente y que ya eran su infierno personal en vida.
Solo aquello le bastaba y le sobraba para no sentirse preocupado, siquiera por si encontraba algún boggart de paso.
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Y ahora se veía en aquella situación, a altas horas de la madrugada en medio de la oscuridad del bosque haciendo un esfuerzo para mantener sus pensamientos en blanco y al mismo tiempo, poner atención por si encontraba aquello que amenazaba a los habitantes del lugar… para repentinamente, percibir el único sonido que había quebrado el zumbido que la ausencia de un ruido externo provocaba al forzarlo a percibir los latidos de su corazón y el movimiento de su sangre en las venas.
El par de ojos amarillos, enormes y brillantes a nivel de suelo le había hecho detenerse de golpe.
El verlos alzarse en medio de la negrura del bosque hasta alcanzar una altura considerable, le había provocado a sacar la varita con cuidado mientras que cerraba los ojos en ese momento al percibir una voz en eco perteneciente al Scamander soltando la palabra "Basilisco" y al mismo tiempo, la sensación de que quizá esa era la mejor manera de terminar con su vida y con su dolor le había hecho aguardar por el inminente final para sus andanzas y que seguramente traería un gran alivio al único miembro que aún vivía de su muy prontamente extinta línea familiar.
Pero el darse cuenta de que seguía con vida y más aún, sentirse confundido al no ser atacado ni sentir siquiera un guiño de petrificación le convenció finalmente para abrir los ojos con cuidado y observar muy despacio al gigantesco reptil cuya piel esmeralda de duras escamas brillaba a la tenue luz azulada de su varita que se había encendido en automático como respuesta a su magia que requería de esta para iluminar sus alrededores; la serpiente parecía absorta en su figura, haciendo salir su larga y rosada lengua bífida y moviendo sus ojos casi como si los entornara y estuviese decidiendo si valía la pena devorarlo o atacarle ante la presencia luminosa de su varita.
Albus Dumbledore sin saber exactamente el porqué, alzó ambas manos muy despacio sin soltar su herramienta y pudo confirmar cómo el animal se tensaba por un momento ante sus movimientos pero seguía sin decidirse a atacarle, estudiándole y razonando acerca de qué hacer con él.
No dudaba de que los basiliscos tuviesen alguna inteligencia, Newt siempre decía que los magos menospreciaban aquello en los seres que no formaban parte del listado mágico como humanos pero… estaba muy seguro y convencido, de que nada en el mundo podía prepararle o convencerle de que una enorme y terrorífica serpiente asesina podía concientizar sobre el humano enfrente suyo y sobre mantener vigilado el pequeño palito de madera con luz, apenas de peligro para aquel ser cuya cubierta repelía una muy buena parte de los hechizos.
Que Albus Dumbledore fuera un mago poderoso no significaba que automáticamente pudiese atravesar la piel de dragones y basiliscos como si fuesen mantequilla, incluso sus hechizos tenían un límite… más alto que el normal de los demás magos y brujas, pero seguían rigiéndose por severas reglas que ningún ser viviente que no fuese tenebroso se atrevería a romper.
Y él ya había tenido suficiente contacto con la magia tenebrosa como para toda una vida, gracias.
Un "no vine a atacarte" murió en sus labios apenas entreabiertos y que dejaron escapar una especie de quejido, casi sintiéndose avergonzado de no atreverse a emular a su querido alumno que a esas alturas seguramente ya le habría hablado al reptil y habría aplicado alguna de sus técnicas para tranquilizarlo y hacerle saber que no era una amenaza; él casi nunca había tenido que tener contacto con aquellos seres, había visto uno disecado durante una visita guiada a un museo natural mágico en su juventud pero fuera de ese evento solo podía imaginarlos del folklore, de los libros de texto y de las historias acerca de los magos oscuros que tenían uno y de las que Gellert le contaba en aquellas noches que pasaban juntos.
Una nueva punzada atravesó su corazón y sus párpados bajaron un poco sin notar como aquella criatura se había agachado y parecía estudiar detenidamente su rostro, apenas abriendo un milímetro más sus enormes ojos amarillos ante el gesto nostálgico y herido del mago que tenía delante.
El hombre volvió a cerrar los ojos y respiró profundo y despacio, esperando a que la criatura se fuese o le devorase, no tenía ni las ganas ni las energías para hacerle frente sintiéndose incluso tentado a dejar caer la varita pero tampoco estallaba en deseos de provocarla; finalmente, le pareció percibir un susurro y sintió el movimiento del gigantesco cuerpo que se alejaba, permitiéndose abrir los ojos muy apenas para ver como aquel gigantesco monstruo le daba la espalda solo por unos instantes al introducirse ante un espacio suficientemente grande entre los árboles para un instante después, voltear la gigantesca cabeza y observarle con completa calma.
Albus parpadeó un poco y bajó lentamente las manos sin que aquel gesto provocase algún signo de preocupación en la serpiente que continuaba mirándole sin inmutarse.
Ya no solo era algo extraño que aquel animal no le hubiese asesinado a primera vista como hubiese sido lo normal o lo petrificase, en caso de algún problema ocular sino que ahora pareciese aguardar por algo, dejando que el tiempo pasase y que el propio mago se tranquilizase ante su presencia.
Finalmente y después de lo que le pareció que era toda una eternidad le pareció percibir un silbido de irritación por parte del reptil al mismo tiempo que volvía a agitar la lengua con un claro gesto que hacía que los ojos amarillos se entornasen; Albus parpadeó confundido, acaso aquella gigantesca serpiente estaba esperando algo de su parte? La sorpresa debió de haberse reflejado de forma bastante clara en sus gestos a pesar de solo estar iluminado por el brillo de su varita porque le parecía que aquel animal hacía un gesto que nadie en su sano juicio creería. Acaso… le había resoplado?
-Tú… quieres que te siga? -dejó escapar finalmente en un tono bajo mientras le apuntaba levemente con el dedo índice y esta vez estuvo seguro de que había visto a aquel basilisco rodar los ojos.
Una serpiente haciendo un gesto humano, una imitación de rodar los ojos!
Obviamente no se suponía que pudiese hacer eso pero a esas alturas y después de lo experimentado con el Scamander tampoco era como que fuese 100% increíble. Solo se detuvo unos pocos segundos, los suficientes como para mentalizarse el hecho de que iba a seguir a una de las criaturas más peligrosas y tenebrosas del mundo mágico con la posibilidad de que todo aquello fuese una trampa y que ese ser estuviese planeando devorarle; pero por el otro lado… qué más podía perder después de todo lo que ya se le había sido negado?
Todavía le escocía en el fondo del corazón el recordar el último intento de acercamiento de Gellert… y su negativa a recibirlo.
Merlín cómo se arrepentía de habérselo negado.
Tanto le costaba…?
Y al mismo tiempo, como se odiaba y se asqueaba de sí mismo al tener ese momento de debilidad al pensar que el aceptar el volver a su lado cambiaría algo.
No era como si realmente él… como si su sola existencia pudiese satisfacer las necesidades del otro mago que desde que se conociesen le había pedido todo, absolutamente y completamente lo que era, su alma y su existencia y él estúpidamente se lo había dado antes de darse cuenta de que no era suficiente, nunca lo era y siempre quería más y más. Y así eran las cosas, a grandes rasgos y por mucho que Gellert clamara algo diferente… en comparación con sus planes, él le era insignificante.
O al menos… su valor no era el suficiente como para que importase su dolor ante lo que hacía.
Solo era un sacrificio doloroso por algo mejor.
Por el bien mayor.
Con el corazón contraído en dolor y deseando dejar de pensar, se adentro en la oscuridad que tenía delante sin poder importarle menos los planes que tuviera aquel basilisco para su persona o para su futuro.
Y verdaderamente… no tenía ni idea de lo que se le abriría por delante.
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