Hola hermosuras.
Hoy les vengo a traer un longfic, ¡Tranquilos! les juro por mi garrita que este si lo voy a terminar y publicaré con frecuencia para no dejarlos esperando por tanto tiempo como suelo hacerlo. La idea es actualizar cada final de mes, pero haré lo posible por cumplirles.
En quince días les traeré una sorpresa de un fic que me estaban pidiendo, así que espérenlo :3
Así que si tienen un tiempito los invito a leer el capítulo y ¿Por qué no? Todo el fic. Puede que les guste y qué tal vez se enamoren.
Este fic va dedicado a Olivia1415, se que has leído mis historias últimamente y te agradezco por seguirlas y darles todo tu apoyo, no sabes lo feliz que me haces con cada uno de los reviews que me dejas, gracias por todos tus comentarios bonitos. Un besote y un abrazo psicológicos desde la distancia.
Bueno sin más preámbulos acá va la historia hermosuras.
Con algo de angustia caminaba por los pasillos a gran velocidad, su corazón latía fuerte y sin control alguno, amenazando con salir de su pecho mientras la ansiedad se encontraba derribando sus últimas fortalezas. Sus lágrimas, resbalándose por sus mejillas eran la forma de liberar un poco el dolor que se alojaba en su corazón, sí, ese mismo corazón que estaría dispuesta a entregar con tal de que él sobrevivierá.
Al llegar a la habitación revisó el número en la puerta, repasó en su mente el que le habían dado en recepción confirmando que correspondía y vio a alguien acostado con aparatos que le asistían, sonrió levemente. Automáticamente limpió su rostro y suspiró hondo tratando de calmarse, intentando por todos los medios a su alcance ser fuerte y contener todas las emociones que estaba sintiendo.
Se alivió al verlo despierto, se acercó lentamente y con algo de cautela, para identificar como los ojos del joven la seguían. Estaba consciente y eso significaba que aún tenía una oportunidad de verlo con vida, por tanto, un pedazo de su alma volvió a su cuerpo, aún había esperanza.
—Hola -Susurró la muchacha de cabellos y ojos azules, esa que suavemente acarició el cabello negro de su hermano y única familia que yacía en la cama. Aunque no estaban vinculados por la sangre ellos se habían criado como si fueran familia.
—¿Cómo estás? -El joven asintió con su cabeza dándole a entender que se encontraba bien, aunque en ese instante no lo estuviera, deseaba no demostrar lo mal que se encontraba, pues odiaba profundamente que las mujeres que más amaba se preocuparan por él, que lloraran por su situación actual.
—Aún no encuentran un donante, pero tú posición en la lista de espera es favorable. –Con debilidad el joven tomó la mano de la muchacha para apretarla, Juvia Loxar conocía de antemano esa mirada y más porque ya la había visto con anterioridad cuando habían conversado sobre el tema. Estaba pidiéndole que no se esforzará, que no sufrierá, que lo dejará ir. No, no se daría por vencida, ella estaría dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de aumentar las probabilidades de sobrevivir del joven.
—¡No te voy a dejar morir! -Con una fuerte mirada se lo advirtió. —No en mi guardia. -Afirmó orgullosa y tratando de ser fuerte.
—El…di-ne-ro -Entre sílabas y con gran esfuerzo logró pronunciar esas dos palabras el muchacho de cabello negro.
—Lo conseguiré, sabes que así tenga que venderle mi alma al diablo lograré pagar el transplante. –y claramente eso era lo que más le preocupaba a la estudiante de pregrado de ojos azules, piel blanca, hermosa figura y unos bellos y largos cabellos azules, el dinero.
Un corazón, el joven Gajeel necesitaba ese órgano vital para continuar con su vida. Un pequeño, muy mínimo defecto en el suyo, estaba causando que lentamente su vida se apagará, negándole un futuro, ese que tanto soñó junto a su hermosa e indefensa novia, Levy Mcgarden y su tierna hermana Juvia Loxar.
Con el fin de curar su defectuoso corazón y continuar viviendo, debía recibir lo más pronto posible un transplante, un corazón lo suficientemente sano y compatible para que la operación fuera un éxito, sin embargo habían dos obstáculos para que el muchacho pudiera recibir tan anhelado órgano: uno, debían esperar que un donante apareciera y que fuera su turno en la lista de espera, donde docenas de personas se encontraban allí inscritas en las misma situación. Dos, debían contar con cien mil dólares que cubría los gastos de hospital y el transplante, suma exhorbitante y fuera de su humilde alcance.
Los dos quedaron huérfanos desde muy jóvenes, desde pequeños tuvieron que trabajar para poder sobrevivir, Gajeel que en ese entonces era mayor de edad se hizo cargo de Juvia, había logrado darle un techo, educación y comida, pero por su enfermedad recientemente descubierta ahora era Juvia quien debía hacerse cargo de todas las obligaciones y de los gastos hospitalarios que no eran nada baratos.
—Dijeron que te quedarás por un tiempo, concéntrate en recuperarte. -Y aunque su alma se encontraba fragmentada sonrió, dándole esperanzas al muchacho, pero sobretodo mucha fortaleza.
—Mu-jer... —No, no hables, creo que pausaré este semestre para poder trabajar de tiempo completo y así cubrir medianamente nuestras obligaciones.
—Te…lo prohí-bo. -y es que sólo le quedaba un año a la joven para poder terminar su carrera. Si actuaban inteligentemente podría conseguir un mejor empleo y eso era lo que Gajeel quería. —Pero … -refutó la joven, la mirada que le dedicó era clara, terminaría sus estudios lo más pronto posible así tuvieran que buscar oro bajo las piedras para cubrir sus obligaciones.
—Está bien. –Dándose por vencida le dio la razón a Gajeel. —Me graduaré y tú estarás el día de mi grado, te miraré y te dire, lo logramos mientras sonrío -Podía considerarse como una promesa. No fue nada fácil para la señorita haber llegado a donde estaba, pero gracias a una beca que ella misma había conseguido había logrado cursar su carrera en la mejor universidad de la ciudad.
—Lo juro. -De repente un movimiento brusco hizo que llevara toda su atención a él tratando de descifrar de que se trataba, era Levy, la bajita peli azul, novia del chico en cuestión que llegó corriendo y con su respiración casi cortada.
—Hola -saludó la joven para llevar toda su atención al joven de cabellos negros.
—Tengo que irme. -La peli azul se acercó y se despidió de él para darles la privacidad que necesitaban.
—Te quiero demasiado, Gajeel. -Luego de darle un último vistazo a su hermano, abrazó a la joven y salió caminando por los pasillos del hospital, notablemente preocupada y con unas ganas terribles de llorar.
Revisó su celular y descubrió que tenía mensajes sin leer de su mejor amiga oji verde. Si pudiera definir la ocupación de su cerebro, sería un ochenta por ciento Gajeel con su enfermedad, un diez por ciento su universidad y el otro diez lo ocupaba sus múltiples empleos. Por tanto, debía hacerse cargo de ese diez por ciento en ese momento que se trataban de sus estudios universitarios.
Meredy:
Ya casi son las 4 pm y debemos inscribir materias.
Voy a tu trabajo para reservarnos dos computadores en un café internet.
Revisando su reloj le dio la razón a la joven, ya había perdido su segundo turno de trabajo, por lo que volver ahora ya no tenía sentido por la hora tan avanzada y considerando que su jefe podría no pagarle esas horas que iba a hacer, optó por no regresar.
La joven en sus vacaciones tenía tres trabajos de medio tiempo, los cuales ocupaban su día en totalidad, cuando estudiaba en la universidad, únicamente y a duras penas podía con dos empleos más los múltiples trabajos que le dejaban asignados en sus clases.
Juvia:
No estoy en el trabajo, estoy cerca al hospital de Magnolia. Internaron a Gajeel de nuevo.
Y claramente debía buscar rápidamente un lugar para poder inscribir materias, era un momento estresante y más porque no quería que el sistema nuevamente hiciera la asociación con ese profesor, de solo pensarlo todos sus vellos se erizaban.
Meredy:
¿Está bien? No lo sabía, debiste habérmelo dicho.
Juvia:
Se encuentra estable, pero necesita ese corazón.
Suspirando pesadamente siguió con su camino, el hospital quedaba cerca a la casa de Meredy.
Meredy:
Todo estará bien
Su mejor amiga intentó darle ánimos, ella era como la hermana que nunca tuvo. Se habían conocido el primer día en la inducción de la universidad y desde entonces eran almas inseparables, Juvia le contaba absolutamente todo de su vida e igualmente ella, considerando que esa joven era la única amiga que tenía en la vida, pues no era muy sociable, tampoco tenía tiempo para ello.
Juvia:
¿Sabes de algún internet que tenga buena velocidad cerca a tu casa?
La pelirosa leyó el mensaje para asentir.
Meredy;
Nos vemos al lado de la bilblioteca, allí hay un café internet. Estoy cerca de mi casa, no había salido aún a tu trabajo.
Acelerando su paso la joven verificó que le quedaban quince minutos para conectarse. Casi corriendo llegó al lugar para darse cuenta que Meredy no se encontraba aún, pidiendo dos computadores se sentó y tomó nuevamente su celular para enviar el texto.
Juvia:
Ya estoy iniciando sesión en ambos computadores.
Con un toque de ansiedad respiró profundo, la uña de su dedo pulgar ya no contaba con esmalte, pues se lo había quitado por completo con sus dientes esperando que fueran las cuatro en un acto de ansiedad pura.
—Hola -Meredy abrazó a la joven para saludarla de beso a penas hizo aparición en el lugar, descargó su bolso y su abrigo, orejeras y bufanda, dejándolo todo encima de la silla para dedicarse a ver a su amiga peli azul.
—¿Como estás? ¿Cómo está Gajeel?
—Bien, pero necesitamos ese corazón y lo más importante, el dinero.
—Hallaremos una solución. Por ahora crucemos los dedos para lograr un cupo con el profesor. –Meredy cruzó su dedo índice con el del medio, pidiendo suerte a todo el universo para que las acompañara en ese momento tan delicado.
Ambas se sentaron, como si tuvieran que hacer una tarea de vida o muerte se concentraron en las pantallas del computador, tomándose de las manos se miraron por un segundo. La palabra suerte salió de ambas bocas y le dieron clic a la hora para que desplegará el reloj con segundero.
—Está vez tenemos que lograrlo. -Pronunció Juvia que se encontraba terriblemente nerviosa.
—Diez, nueve … -Ambas hicieron la cuenta regresiva, la tensión representada en el momento no era para menos, un solo clic decidiría si estarían destinadas a un semestre de sufrimiento, agonía y horror o si por el contrario todo sería color de rosa y los animales cantarían dándoles la bendición de un hermoso semestre.
Al notar que eran las cuatro en punto dieron clic en continuar, a la velocidad que el internet les permitía navegaban, escogiendo, seleccionando a lo loco para tomar el cupo en las materias, cerrando los ojos la peli azul hizo una pequeña plegaria al dar el último clic, no era capaz de mirar cómo había quedado su horario, no tenía el valor suficiente para hacerlo.
Un grito de felicidad la hizo abrir sus ojos de inmediato, Meredy se encontraba aplaudiendo mientras juraba que habían lágrimas resbalando por sus mejillas debido a que por fin la fortuna le sonreía.
Y sin mirar su propia pantalla se estiró para ver la de su amiga, "Shiro Yajima". Estaba escrito y señalado con zoom, lo que significaba que claramente iba a pasar la materia.
—¡Yaaaay! Lo lograste. -Con una sonrisa chocó los cinco con su amiga, pero no se atrevía a mirar su propia pantalla, sonriendo por la suerte de su amiga suspiró pesadamente, últimamente su vida era una serie de eventos desafortunados y dudaba, estaba segura que no iba a correr con tanta suerte.
—¿Con quien te tocó?
—No he mirado. -y la joven se levantó rápidamente para quedar frente a la pantalla de la joven Loxar, sabía de antemano que ella no sería capaz de verlo por sus propios ojos, así que se animó a dar la noticia por ella.
—Gray Fullbuster -Y una maldición se pasó por su cabeza adornada por su hermosa cabellera azul, se acercó a la pantalla para verificar con sus propios ojos que no estuviera jugando con ella, que no se tratará de una broma, su cerebro aun aguardaba la tonta esperanza de tener un cupo en tan anhelado curso del profesor Yajima, sin embargo, claramente estaba escrito el nombre de ese profesor, el demonio de la universidad, el señor Fullbuster.
—¡No puede ser! -Golpeó en repetidas ocasiones la mesa del computador con su frente, casi como si fuera el fin del mundo quería gritar de frustración. No era para menos, la joven Loxar ya había cursado el semestre pasado esa materia, la cual solo era dictada en toda la universidad por dos profesores; Shiro Yajima y Gray Fullbuster. Al primero le otorgaban un solo curso mientras que al segundo le asignaban tres, quienes tenía la fortuna de quedar en el curso del profesor Yajima ya tenían su grado asegurado, mientras las almas desafortunadas que pasaban por el inframundo con el profesor Fullbuster, podían ser liberadas de aquel eterno tormento después de repetir cuatro o cinco veces la materia o en su mayor fortuna cuando caían en manos de Yajima en el momento que la inscripción del horario les sonreía.
Y la razón de todas sus desgracias tenía un nombre y un apellido, Gray Fullbuster, con sus exigentes trabajos y sus parciales imposibles de pasar por cualquier humano, había provocado que Juvia Loxar perdiera su beca al hacerla caer su promedio hasta el suelo y para sumar a su lista de eventos nuevamente debía ver la materia con él.
—¡Ya sé! -La peli rosa era una amiga leal y con un corazón enorme, ver a su amiga que constantemente era golpeada por la vida, la impulsó a hacer un acto totalmente altruista.
—Voy a liberar mi cupo y tú lo tomarás, ¿Entiendes? -Los ojos azules de la joven se abrieron como platos, negó con la cabeza muy rapido.
—No, es tu cupo, no puedo tomarlo. – No dejaría que su amiga fuera al infierno por ella, la quería lo suficiente como para no hacerle ese mal.
—Juvia, tu ahorita estás enfocada en Gajeel, el dinero y tus múltiples trabajos, lidear ahora con nuestro querido profesor Fullbuster no es sano para ti. -La joven rápidamente negó con su cabeza, no la lanzaría al abismo para que ella sola se beneficiara.
—No te lo estoy pidiendo, te voy a dar mi cupo, ¿Entiendes?
—¡No! -Refutó la joven, haciendo caso omiso Meredy se sentó nuevamente en la mesa del ordenador.
—Lo liberaré ahora, atenta. -Y nunca en su vida vio tan segura a su amiga de hacer algo.
—Uno, dos… -Juvia se despabiló en seguida, pusó su mano en el ratón, aún quedaban quince días para el ingreso, podría devolverle el cupo sin problema a su dueña originaria.
—Tres –y salto ante sus ojos ese tan apetecido cupo, emitió una ligera risilla mientras sus ojos brillaban, era casi como un sueño que pudiera estar en ese curso, antes de poder el último clic que la llevaría a pasar la materia, los computadores junto con las luces se apagaron al unísono. Gritando desesperada le tomó cinco segundos darse cuenta que la luz se había ido en ese sector de Magnolia.
—¡No logré inscribirme! -Con desesperación la joven se revolvió sus hermosos cabellos azules, casi apareciéndole lágrimas en los ojos empezó a temblar.
—¡Abre sesión en el celular! – Ordenándolo la oji verde también sacó su celular. ¿Y que tan probable sería que tomaran su cupo? Tal vez un alma desesperada como ellas podría estar haciéndole cacería y era lo que más le preocupaba a Juvia, por tanto, al tomar su celular este se cayó al suelo de lo nerviosa que se encontraba, se agachó rápidamente para recogerlo, entonces se dio cuenta que la pantalla estaba destrozada.
—¡Malta sea! -Levantó el vidrio protector y notó que era la pantalla del celular la que se había hecho pedazos.
Le dolió y hasta el alma, ya que no tenía dinero suficiente para arreglarla y tendría que soportarla por mucho tiempo así, pero luego se preocuparía por eso, el cupo era lo importante, continuó con su proceso, pero solo hasta abrir Safari recordó que únicamente tenía datos en su celular para usar ciertas aplicaciones las cuales no incluía navegación por el buscador.
—¡No tengo datos! -Meredy le pasó su celular a la chica que torpemente trató de entrar. Sintió pena por Juvia pues todo lo malo le pasaba a su amiga, tal vez debía considera hacerse un baño con hierbas que le alejaran la mala suerte.
—¡Diablos! -al escribir mal dos veces la clave la pelirosa la tomó del hombro.
—¡Tranquila! Vas a bloquear el usuario y ahí si no vamos a poder ingresar. -Juvia respiró profundo y asintió con su cabeza. —Ten en cuenta las mayúsculas y escribe lento. -Y ambas sonrieron en el momento que cargó el portal y rápidamente Juvia seleccionó el curso que quería cambiar, sin embargo para su sorpresa el cupo que Meredy había liberado ya no se encontraba, la clase del profesor ya estaba llena por completo.
Los ojos de los presentes se dirigieron a ambas señoritas que gritaron en ese instante, negando con la cabeza Juvia y Meredy vieron como sus últimas esperanzas se desvanecían, podían claramente retirar la materia, pero Juvia debía hacer el intento, ya que se encontraba casi a dos semestres de graduarse y si el próximo semestre nuevamente le tocaba con Gray, tenía que posponer su grado.
—Estaremos juntas -Meredy siempre afrontaba todo con una sonrisa, con una calma increíble y con la mejor actitud, ya no había porque mortificarse, si la luz en todo el barrio se había ido era una clara señal del destino indicando que Juvia debía cursar su materia con el demonio de hielo.
—Nuevamente tendremos que verle la cara a ese demonio. -Dijo desanimada y notablemente culpable por lo que había sucedido. Meredy la abrazó dándole ánimos, enseguida la empujó con su hombro en un acto de amistad.
—Pero te gusta ese demonio ¿No? -Sus blancas mejillas se tornaron rosas de inmediato, delatándola.
—¡Claro que no! -Se defendió inútilmente mientras que la muchacha hacía esa cara, la expresión que le indicaba que no podía mentir.
—Profesor Fullbuster deme un beso -Y estirando sus labios hizo una perfecta actuación de lo que Juvia le diría a ese joven si tuviera la oportunidad, únicamente con la intención de molestarla.
—Ya te dije que no me gusta, es arrogante y me trata como si fuera una estúpida, puede estar increíblemente sexy el demonio ese, pero créeme, jamás me involucraría con alguien así.
—Nunca digas nunca -La oji verde le pico el ojo, debía animarla así que se levantó.
—Sabes que nunca va a suceder, para él soy como una desagradable cucaracha.
—Todos somos desagradables para ese amargado, tienes razón, no tendrías oportunidad.
—No podría aguantar su actitud pedante. -Se defendió, claro que el muchacho era físicamente increíble y demasiado inteligente, pero Juvia Loxar sabía que nunca tendría oportunidad alguna, por eso resaltaba sus defectos para hacerse una idea en su cabeza, debía detestarlo, por él perdió su beca y ahora tenía que trabajar mucho más para pagar el préstamo universitario.
—Vamos por un helado. -la peli azul revisó su reloj, aún tenía algo de tiempo. Asintió aceptando la invitación.
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Sentadas en las piedras del canal del río miraban el agua congelada por el frío invernal, en silencio la joven solo tenía un pensamiento, su hermano en esa habitación de hospital.
—¿Y el donante para Gajeel? -La joven negó con la cabeza mientras le daba otro lengüetazo a su helado de cheesecake de limón, ya bastante frío hacía afuera, pero por un extraño motivo le gustaba el helado en invierno.
—Aún no hay, estoy segura que llegará tarde o temprano el corazón, pero no tengo la menor idea de donde vamos a sacar el dinero. Si al menos tuviera una casa que hipotecar, podría pedirle el dinero al banco, pero me lo han negado todo. En el hospital ofrecieron créditos con el banco con el que tiene convenio, pero ese crédito también me lo negaron, no se si es porque ya con el crédito estudiantil se dieron cuenta que no podría tener otra obligación. -Apretó su mano con algo de rabia, no culpaba a su hermano, pero a mala hora se enfermó, cuando ella no podía hacer absolutamente nada por él, al no haber terminado su carrera o no tener un trabajo estable con los suficientes ingresos para costearlo.
—¿Y Levy? -Juvia negó con su cabeza.
—La casa de Levy ya se encuentra hipotecada, no hay de donde sacar tanto dinero.
—Es demasiado ¿No? -Estaba segura que si ella tuviera esa cantidad se la daría a su amiga sin pedir nada a cambio, no le cobraría un solo centavo, pero ella también era huérfana, contaba con poca familia y tenía sus propias obligaciones.
Llevó su mano libre a su bolsillo, sacó un pequeño papel para ponerlo en sus piernas y empezar a raspar la superficie plateada con su uña, desde que había iniciado la enfermedad de Gajeel se había acostumbrado a comprar tiquetes de lotería, con tan mala suerte que nunca había ganado absolutamente nada.
Sigue intentando - y esa vez no sería diferente, el dinero no le iba a caer del cielo y mucho menos probando suerte en la lotería.
—¿Aún nada? -Preguntó Meredy, al ver como negaba la chica lo meditó por unos segundos, estaba insegura en decirle eso que tenía en su mente, pero era ahora o nunca, así que se arriesgó a decirlo.
—¿Sabes? Estuve leyendo, Juvia, encontré una forma de conseguir una parte del dinero. -Toda la atención de la muchacha se dirigió prontamente a la joven.
—Estaría dispuesta a hacer lo que sea. -Afirmó que muy ilusionada se acercó a su amiga para escuchar claramente lo que tenía que decir.
—¿Qué te parece ser una madre subrogada?
—¿Eh? -Por la expresión que Juvia hizo, la joven se dio cuenta que no tenía ni idea de lo que estaba hablando.
—Alquilar tu vientre, Juvia. -Los ojos de la Loxar se abrieron grandemente, pudo sentir un escalofrío que le recorría el cuerpo. — He leído y pueden ofrecerte hasta cuarenta y tres mil dólares más unas mensualidades. -No era ni la mitad del dinero que necesitaban claramente, pero era un inicio.
—Pero eso no es legal acá. -Se escandalizó, aunque la idea quedó clavada en su cerebro, era bastante dinero.
—Lo sé, Juv. Por eso pagan tan bien, correríamos un riesgo, pero los comentarios son buenos y no tendrías que estar íntimamente con nadie, solo pasarías por tratamientos. -La mirada azul se perdió en el horizonte, en ese instante se encontraba procesando lo que su mejor amiga le acababa de decir, jamás había tenido un novio o bueno su amiguito Bora de la escuela no contaba y no habia perdido su virginidad. Pasar por ese proceso podría ser traumático.
—¿Y si me encariño con el bebé?
—Es probable, pero no lo conocerías y lo entregarías apenas nazca. Además, podrías tener otro cuando te cases. Piensa en todas esas parejas que quieren tener un hijo y no pueden, estas haciéndoles un bien.
—¿Y la universidad?
—Te quedan dos semestres, mientras conseguimos a los padres podrías haber cursado este semestre que viene y ya embarazada harías tu último semestre, que prácticamente solo sería nuestra tesis. -Era una muy tentativa idea, sólo que la conflictuaba bastante.
—¿Qué le diría a Gajeel? -Juvia siempre pensaba sus decisiones y en todo lo que acarrearía tomar una, por tanto pensar en esos aspectos de su vida era esencial si estaba pensando en hacer algo tan drástico.
—La verdad.
—No recibiría el dinero, me mataría.
—Ya estaría operado para cuando se entere, tú ya tienes veintidós años, eres mayor de edad y estas lo suficiente grandecita para tomar tus propias decisiones. -Meredy era dulce, tierna, pero también muy decidida y en ocasiones daba mucho miedo.
—Tendra un nuevo corazón para que yo le produzca un infarto con esto. -sonrió algo nerviosa.
—Piénsalo, no quiero tampoco que cometas una locura porque necesitas el dinero, si no es con esto, encontraremos la forma de conseguirlo. -Meredy sonrió y acarició el hombro de Juvia suavemente.
—Lo pensaré. Debo ir a trabajar. -Con un abrazó se despidieron, se levantó y tomó rumbo para su lugar de trabajo.
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Ya había leido numerosas páginas y blogs, había visto cantidad considerable de videos y testimonios, aprovechando el wifi del Combini donde trabajaba, debía pensarlo con cabeza fría, no sabía en realidad si sería capaz de hacerlo.
Desconocía si era ético, vender un pedazo de su cuerpo por dinero, para enseguida abandonar una vida, pero lo que le causaba mayor conflicto en su interior eran los numerosos comentarios donde las madres necesitaron apoyo emocional por la depresión que les causó dejar a su hijo, ¿Y si era una de ellas? ¿Si al final no quisiera entregar a su hijo? Las madres debían renunciar a su derecho y no podría volver a ver a su hijo en su vida, pero por otra parte veía cuán agradecidos se encontraban los padres con las mujeres que habían traído a sus hijos al mundo.
—Buenas noches. –rápidamente se quitó los audífonos de sus oídos para llevar su atención al cliente que acababa de ingresar en la tienda y había hecho sonar la campanilla de la puerta.
—Lucy, hace algunos meses no te veía, ¿Cómo estás? -Y era prácticamente normal conocer a las personas del vecindario. Más cuando iban frecuente a la tienda a comprar.
—No muy bien, discutí con mi novio, Juvia, pero no te quiero agobiar con mis problemas. -La peli azul lo notó enseguida, su abultado vientre, se sorprendió al conocer que una de sus vecinas estaba encinta.
—¿Estas embarazada? -La joven se llevó automáticamente sus manos a su vientre al escuchar la pregunta de la jovencita.
—¿No lo sabias? ¡Ah si! Me fui a vivir con mi novio, peleamos por una estupidez y volví a casa. Tal vez por eso no lo sabias.
—No había vuelto a escuchar tu guitarra, no estaba segura si estabas de viaje, ¿Puedo preguntar qué sucedió con tu novio? -La rubia en el lugar iba tomando las cosas que iba a llevar en una canasta.
—Viene de familia adinerada, no le caigo bien a su padre y yo ya no me aguantaba un segundo más en su casa.
—¿Él sigue viviendo con sus padres? -se extrañó para suspirar profundo, la joven en cuestión era mucho mayor que ella, aunque los años no eran revelándores tendría que tener treinta aproximadamente y su pareja estar acorde a su edad.
—Es mayor que yo y sigue al lado de su papito Igneel. -Resopló la joven para empezar a dejar los productos en la caja, Juvia por su parte empezó a pasarlos por la máquina y así registrarlos por sus códigos de barra.
—¿Y que pasará con el bebé?
—No es una ruptura definitiva, Juvia, peleamos con frecuencia, así que confío en que mi tonto novio esté en mi casa esperándome en este momento y si no, sacaré a esta preciosa adelante yo sola, siempre quise ser madre. -Y la sonrisa de la muchacha le llegó hasta el fondo de su corazón, pensó en tantas mujeres que deseaban ser madres y por la naturaleza no lo podian lograr, ella podría brindarle la sonrisa a una mujer, podría ser la que consiguiera aquella felicidad en la vida de una pareja.
—¿Es una niña? Que hermosa, Lucy. -La muchacha terminó de empacar en la bolsa de tela para entregársela a la rubia.
—Tengo veintidós semanas. Juvia, por cierto ¿Cómo está Gajeel? -Y la sonrisa de la peli azul desapareció. —Nada bien, aún no hay donante.
—Veras que lo encontrarán muy pronto -Sonrió y recibió la bolsa con cuidado para empezar a buscar en su billetera.
—Gracias, Lucy. Son veinte dólares. -Recibiendo el dinero le devolvió el cambio y sonrió.
—Adiós Juvia
—Descansen. -Y su mirada no se despegó de aquel ser que crecía dentro de Lucy, solo hasta que la muchacha dejó de ser visible para sus ojos por las ventanas volvió a sus pensamientos.
Juvia era muy joven, por su hermano podría hacerlo, sólo tendría que sacrificarse por nueve meses y si quería podría tener los suyos después.
Negó con su cabeza, esa era una decisión que debía consultar y pensar con sumo cuidado, no se impulsaría por la desesperación o por sus problemas, pero claramente estaba influenciada por ellos. Vio su reloj, eran las doce de la noche, entre investigaciones su turno había acabado muy pronto.
Se levantó rápidamente con una canasta antes de que su remplazo llegará. Verificó la fecha de vencimiento de las comidas, debía aceptar que moria de hambre. Apartó en la canasta los alimentos vencidos y volvió a su lugar, empacó en su maleta la comida y saludó a su remplazo que cruzaba la puerta, nunca era puntual, pero eso ya no le molestaba a la Loxar.
La comida que caudicaba debía ser desechada, ya que no se podía ofrecer a los clientes por normas, sin embargo, ella no la desperdiciaba, tomaba lo que más podía para llevarlo y alimentarse, lo hacía ya que podía ocupar ese dinero de comida en otras cosas, como la cuenta de hospital de Gajeel.
—Hola Totomaru.
—Llegué justo a tiempo, Juvia. Ya puedes irte. -La Loxar sonrió ante el descaro y la naturalidad de su compañero.
—Ten buena noche, Totomaru. - despidiéndose con su mano agarró su maleta y salió del lugar, se abrigó mucho más sintiendo la fría noche de invierno, debía ir a descansar, su empleo de la mañana en la panadería comenzaba a las cuatro, así que debía dormir al menos tres horas para poder continuar con sus días tan agitados.
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Catorce días después.
La pelirosa se despertó algo asustada entre los calientes brazos de su novio y bajo las cobijas estiró su brazo para tomar su celular que sonaba insistentemente. Se alarmó un poco al ver que era Juvia quien la llamaba con tanta insistencia.
—¿Alo? -Preocupada contestó, eran casi las dos de la mañana.
—Hol Med, se que pensaras que no tengo vergüenza por llamarte a esta hora, pero lo acabo de decidir, voy a hacerlo. -Y con esa noticia la muchacha se despertó por completo quedando sentada en la orilla de la cama.
Fin de capítulo hermosuras!!!
Si llegaron hasta acá les agradezco con todo mi corazoncito haberle dado una oportunidad a este nuevo proyecto, que va dedicado como siempre a los gruvia fans y a los lectores. El tema en el que se va a centrar es algo delicado y un poco complicado en cuanto a algunos paradigmas y lo establecido en la sociedad, pero si están de acuerdo pueden continuar apoyándome leyendo el siguiente capítulo. Espero no abusar y que sea de su agrado y si no lo es, bueno, puedo decir que lo intenté.
Gracias por todo, como siempre les mando un besote y un abrazo psicológico muy muy grande, no olviden, si tienen algún comentario, sugerencia, queja o reclamo pueden llenar la cajita de comentarios acá abajito para después darle enviar.
Besos. Los quiero!!!
WaterJuvia.
