CAPÍTULO 1: Cita a ciegas.
A la vista de todos, ella se veía como una joven prudente, educada e inocente, incluso para sí misma, y en la mayoría de ocasiones lo era. No solía dejarse llevar por sus impulsos, al contrario, manejaba muy bien sus emociones negativas, y siempre actuaba con gran diplomacia ante situaciones complejas.
Cualquier día, en cualquier lugar, podrías ver a esa dulce y bondadosa mujer, de impecable expediente y mente pura y cándida. Cualquier día, menos ese. No entendía muy bien cómo se dio todo, pero lo que sí sabía era que estaba disfrutándolo como nunca pensó que lo haría.
Rin Otonashi, una mujer de 23 años, hija única de Sōichirō y Ritsuko Otonashi. Un matrimonio de clase media, que junto a su hija, vivían cómodamente en Chiyoda, Tokio. Ambos trabajaban en una agencia de publicidad multinacional, conocida como Daiyōkai. Sōichirō en la parte de producción y Ritsuko, en la de diseño.
Esto causó que su hija creciera en un ambiente creativo y, al igual que sus padres, tuviera una gran imaginación y creatividad. Sin embargo, cuando la pequeña Rin tenía tan solo trece años, un mortal accidente de tránsito en el que ella fue la única sobreviviente, la dejó huérfana, quedando así, bajo la tutela de Kaede, su abuela paterna y único familiar cercano. Debido a esto, tuvo que abandonar Tokio y mudarse a un pequeño pueblo llamado Shirakawa. Un lugar hermoso que había visitado en múltiples ocasiones cuando sus padres organizaban viajes a casa de su abuela, y que ahora se convertiría en su nuevo hogar.
Todos estos cambios repentinos, causaron que Rin pasara por una adolescencia muy dura y complicada, pero gracias a su actitud positiva y al apoyo incondicional de su abuela, logró salir adelante. A sus dieciocho años, habiendo terminado sus estudios en la preparatoria, volvió a Tokio ella sola para estudiar diseño gráfico, y poco tiempo después de graduarse, consiguió trabajo en la misma empresa en la que sus padres laboraban. Con el tiempo empezó a sobresalir en su puesto, siendo conocida como una digna Otonashi, un apellido que, a pesar del tiempo transcurrido desde su deceso, seguía resonando en los pasillos del lugar, como ejemplos a seguir en sus respectivos departamentos. Rin se sentía súper orgullosa, y por ello quería mantener en alto el nombre de sus padres, intentando dar lo mejor de sí, evitando a toda costa un fallo, y lo consiguió, al menos hasta ese día. A menos de un año de haber empezado, la pequeña castaña tropezó con un hombre desconocido que entraba al edificio con un vaso de café en mano. En ese momento y habiendo causado que la bebida se derramara, Rin deseó que la tierra se la tragara, deseo que se intensificó cuando se enteró que ese desconocido, era nada más ni nada menos que el hermano menor de uno de los dueños de la empresa. Estuvo a punto de llorar de vergüenza, mientras se disculpaba repetidas veces y reverenciaba a aquel hombre de manera descomedida. Para su suerte — o tal vez desgracia —, el joven en realidad era muy amable y no se preocupó por ello, más bien se sintió interesado en aquella mujercita que avergonzada, intentaba ayudarle a limpiar su traje manchado de café.
Osamu Kibayashi, trabajaba como CSM* de la empresa. Pocas veces era visto en las oficinas, puesto que en la mayoría de las ocasiones tenía trato directo con los clientes. Esa vez tenía pautada una reunión con su hermano y el socio de este, para discutir temas sobre la próxima campaña que realizarían; sin embargo, no se había topado con Rin, hasta aquel singular día, quedando inmediatamente prendado de ella, por lo que empezó a buscar excusas para ir más seguido a encontrársela. Con el tiempo logró ganarse su confianza y posteriormente su afecto, lo cual no fue sencillo, pues Rin no deseaba que su trato hacia él, afectara a su puesto de trabajo. Quería ganarse las cosas por sí misma y, en el caso de no llegar a nada con su pretendiente, no tener miedo de ser despedida. Finalmente formalizaron su relación y por unos meses, todo fue perfecto. Rin se sentía en un cuento de hadas; él era atractivo, dulce, amable y gracioso, pero a medida que pasaba el tiempo, Osamu se empezó a alejar más y más, viéndose completamente absorbido por su trabajo, algo que empezó a afectar la relación. El problema no era que el hombre siempre estuviera ocupado, sino que ni siquiera hacía el intento de comunicarse con Rin durante la semana. No la llamaba, no le escribía, y cuando ella decidía hablarle, él terminaba rápidamente la conversación, bajo el pretexto de que estaba muy cansado.
La situación y los constantes desplantes, terminaron descubriendo que Osamu muchas veces mentía con reuniones de trabajo ficticias, para evitar salir con Rin. Al enterarse de esto, tuvieron una fuerte discusión en la que el hombre en cuestión, describió a su pareja como alguien aburrido e infantil. Con esto la relación llegó a su fin, y Rin intentó seguir su vida y trabajo como si nada, pero una parte de ella aún se sentía dolida y tal vez algo molesta por el comentario de su ahora ex pareja.
Es verdad que a diferencia de la mayoría, ella no era de ir a fiestas o a reuniones muy ruidosas, tampoco se le daba bien tomar alcohol, y en términos de relación, era extremadamente romántica, como si todo fuera una fantasía de cuento de hadas.
¿Acaso eso la hacía aburrida e infantil?
En su afán de demostrarse lo contrario, y tomando el consejo de su mejor amiga, instaló una App de citas para encuentros sexuales. Porque encontrarse con un desconocido con el único propósito de acostarse con él, no era para nada aburrido e infantil ¿verdad?
La App jugaba con dos condiciones entre usuarios, sin formalidades y sin nombres. La idea al utilizarla era simplemente concretar un encuentro sexual, sin conversación previa y sin necesidad de buscar algo más allá. Por lo que el saber el nombre de la persona con quien saldrías, no era necesario. Los puntos de encuentro eran en lugares públicos, los cuales quedaban registrados en la plataforma junto a los datos de los involucrados, con el fin de dar seguridad a sus usuarios.
Rin buscó alguna de sus fotos más bonitas, y luego de meditarlo por unos minutos, la subió. Los únicos datos que aparecían de manera pública en su perfil eran su edad, ubicación, y una breve descripción de sí misma y de lo que buscaba. Algo tímida empezó a revisar perfiles que le resultaran interesantes. No sabía si era porque no estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, o tal vez era demasiado exigente, pero nadie llamaba su atención, hasta que lo vio a él.
Un hombre albino de cabellos plateados y mirada penetrante, apareció entre sus opciones. Decir que perdió el aliento por unos segundos sería poco, y es que a simple vista el hombre era una mezcla perfecta entre ser hermoso y ser sensual. Fue tal su reacción que decidió mandar la invitación. A pesar de su nerviosismo, a pesar de su vergüenza, ella simplemente lo hizo, aunque con muy poca esperanza pues estaba segura que un hombre como él tendría miles de solicitudes. Para su sorpresa, al cabo de unas horas, Rin recibió confirmación y con el sistema de la App, concretaron su encuentro.
Era la primera vez que la castaña estaba tan emocionada de conocer a alguien, aunque a medida que se acercaba la hora, empezó a sentir miedo. A fin de cuentas, era un hombre del que no conocía absolutamente nada. Ahora que lo pensaba, ni siquiera había hablado ni una sola vez con él. Era entendible que la App solo buscara relacionar gente para encuentros netamente sexuales, pero ¿ni siquiera unas palabras?
Su corazón empezó a latir de manera desmedida.
¿Qué estaba haciendo? ¿Iba a reaccionar así solo porque su ex le dijo que era aburrida e infantil?
«Rin ¿En qué te metiste?»
Poco a poco empezó a disminuir su paso quedando a tan solo una cuadra del punto de encuentro. Ya no estaba segura de nada. Tomó su celular y lo miró fijamente ¿Debería irse y cancelar la cita? ¿O esperar a que él llegara y disculparse por el inconveniente?
Su dilema no duró demasiado, pues a pocos segundos de quedarse parada en medio de la calle, una imponente voz la sacó de sus pensamientos.
— ¿Eres la mujer de Serendipia?
Ella levantó la mirada dispuesta a responder y...
«Wow.»
Era él. El sujeto con el que se debía de ver. Tenía que admitir que en persona era incluso más hermoso. Su cabello blanco platinado, que caía como una cascada por sus anchos hombros, reflejaba las luces del atardecer, tomando los sutiles tonos rosados que decoraban el cielo. Sus ojos eran dorados como el oro, con una mirada penetrante y profunda. Su rostro, ni hablar. Era seguro que nunca en su vida había visto a alguien tan precioso.
No sabe en qué momento se olvidó del miedo que tenía y terminó respondiendo con una simpática sonrisa.
— Soy yo — Afirmó —. Mucho gusto, mi nombre es... — pero antes de continuar, el joven frente a ella levantó la mano en señal de que dejara de hablar.
— No olvides las reglas. Tu nombre no es importante para mí.
Eso fue como chocar directamente contra una pared, una pared de hielo impenetrable. El hombre era bello, pero estaba completamente desinteresado en ella, al menos de forma personal.
— Hay un hotel cerca de aquí, podemos ir a pie o en mi auto, como prefieras.
Rin se sintió pequeñita como hormiga y por un momento el miedo que tuvo al principio regresó. El hombre era hermoso, pero ¿y qué? Eso no lo hacía buena persona, al contrario, su actitud dejaba mucho que desear. Ir a un hotel con él, cuando le doblaba en tamaño y fuerza, podría ser muy mala idea. Quizás si lo conociera un poquito más...
— Había pensado que tal vez podríamos tomar un café primero — Apuntó a un pequeño restaurante que había a la vuelta de la esquina —, así podríamos conversar un poco, ¿no lo cree?
Otra vez la pared de hielo se hizo presente.
— Vine a este encuentro con un solo objetivo, si lo que quieres es hablar, es mejor que me lo hagas saber para cancelarlo.
Rin tragó grueso. Qué forma más directa de decir que solo le interesaba cogérsela. Bueno, al menos era sincero.
Un poco nerviosa empezó a tambalearse de un sitio a otro. Se sentía como una tonta por haber llegado hasta esa situación, pero definitivamente no estaba lista para algo así.
— Tal vez... Sea lo mejor... — Musitó incómoda, bajando completamente la mirada de vergüenza, pero un sutil bufido la hizo levantar la cabeza. El hombre que hasta hace poco contaba con una expresión seria, ahora tenía dibujada en sus labios una sonrisa burlona.
— No me sorprende.
— ¿Disculpe? — Interrogó ella, algo pasmada.
— En el momento en que vi tu foto y tu descripción, supe que no podrías hacerlo.
La joven se indignó ante la confesión, sin poder entender completamente el significado de sus palabras.
— ¿Qué tienen de malo?
— Nada — respondió ipso facto —. Una muy bonita foto, de una mujer, con su vestido rosa, sonriendo bajo un árbol de cerezos y una descripción bastante detallada e incluso inocente para este tipo de apps.
Rin frunció su ceño.
— ¿No sabe usted que las apariencias engañan?
— Lo sé, es por eso que quise venir a comprobarlo yo mismo — Su sonrisa desigual y sus ojos entrecerrados, le hacían ver que se estaba burlando de ella —, y por lo visto no me equivoqué.
En ese momento las palabras de Osamu volvieron a su cabeza, "aburrida e Infantil".
¿Acaso el verse inocente en una foto, el describir lo que quería en una app o decidir no acostarse con un desconocido, reafirmaba las palabras de su ex pareja?
El hombre de cabellos plateados, dando por terminada su plática, sacó su celular, dispuesto a cancelar la cita, pero Rin decidió intervenir, colocando su mano en medio para que bajara el aparato.
— Será mejor que vayamos de una vez, no vaya a ser que no tengan habitaciones disponibles.
No sabe si fue un impulso, o si solo quería probarse a sí misma que era capaz de hacerlo. Lo que sí sabía es que arrepentirse de su decisión no era un pensamiento que ahora cruzara por su cabeza, ya que apenas entraron a la habitación, el hombre la besó con tal vehemencia que más que dejarla sorprendida, la hizo corresponder como no sabía que era capaz. Y ahora ahí estaba, con un completo y delicioso desconocido del que no sabía absolutamente nada, ni siquiera su nombre, pero realmente no le importaba, porque lo que ese hombre le estaba haciendo no era nada parecido a lo que alguna vez tuvo con su ex pareja. La manera en que la penetraba, con tal fuerza y tal necesidad, aunado a su escultural cuerpo y su preciosa cara, le proporcionaban un placer tan grande que por un momento sintió que se haría adicta a tal movimiento de caderas.
Estuvieron horas en esa habitación, saciándose uno del otro, hasta que por fin el hombre de cabellos plateados decidió retirarse. A pesar de la excelente experiencia, apenas terminaron, Rin empezó a sentirse muy rara, como si hubiera cometido el error más grande de su vida, o tal vez era el resultado de haber caído en cuenta de lo peligroso que pudo haber sido todo.
— La habitación está pagada hasta mañana al medio día — Expresó él tranquilamente, ya con sus pantalones puestos, mientras abotonaba su camisa —, puedes quedarte lo que resta de la noche.
Ella no respondió, solo quería que aquel hombre se fuera, y así por fin, poder sentirse tranquila. Por suerte, él no era mucho de conversar, así que rápidamente se terminó de vestir y se retiró.
Rin dejó salir un suspiro de alivio. No podía creer que se hubiera atrevido a hacer tal cosa. Todo para probarse a sí misma que Osamu se equivocaba.
¿Estaba loca?
Era una estupidez actuar de esa manera, de hacer algo tan imprudente sin pensar en las consecuencias. Lo bueno es que todo salió bien, demasiado bien.
Habiéndose relajado finalmente, empezó entonces a ver la parte positiva de todo. Qué bueno era ese hombre en la cama.
Siempre actuaba muy reservada respecto a su intimidad. Nunca había pensado en acostarse con alguien si no existían sentimientos de por medio, así que el hacer algo como eso, era completamente impensable para ella... Pero lo hizo, y lo disfrutó como ninguna otra cosa en la vida. Le dio mil vueltas en su mente a toda la situación, y concluyó sus pensamientos con dos interrogantes:
¿Volvería a hacerlo? Ni loca.
¿Volvería a hacerlo con ESE hombre? Definitivamente.
En ese instante en su teléfono saltó una notificación. Era ese sujeto que, en la app, había puntuado la cita con la máxima calificación. Rin sonrió al darse cuenta de que no fue la única en disfrutar de ese encuentro. De la misma forma, colocó ella también la puntuación más alta y se permitió descansar lo que restaba de la noche. Después de todo la cama de ese hotel era bastante cómoda, no podía desaprovecharla.
...
Pasaron los días y Rin continuó su vida como de costumbre. Seguía pensando en todo lo ocurrido en ese último mes. Durante sus horas de trabajo, muchas veces divagaba sobre lo que rondaba en su cabeza. Su lado emocional pensaba mucho en Osamu, en lo dolida que se sentía y a la vez en lo mucho que lo extrañaba, pero su lado sexual pensaba en ese hombre alto de cabellos plateados, mirada intensa y cuerpo de Dioses. En más de una ocasión se dijo así misma que si tuviera la oportunidad de volver a acostarse con él, lo haría definitivamente, después de todo, el que fuera tan callado, hacía de la experiencia mucho menos incómoda para ella.
— Rin, es la hora de almuerzo — Comentó su amigo, jefe y compañero de trabajo, Kohaku, al ver que la muchacha estaba nuevamente con esa mirada perdida.
— ¡Ah! Es verdad, perdona — Tomó rápidamente su bentō y ambos se encaminaron al comedor.
— Has estado en las nubes últimamente — Apuntó — ¿Estás segura de que estás bien? Sé que no ha sido fácil para ti; puedo pedir que te den unos días. — El muchacho ya sabía lo que había ocurrido con Osamu y entendía que Rin podía sentirse mucho más triste de lo que aparentaba. Aun así, siempre estaba ahí, dando lo mejor de sí. Tal vez un descanso no le haría mal, pero a pesar de la buena intención de su ofrecimiento, ella negó.
— Gracias, Kohaku, pero estoy bien — Sonrió lo más naturalmente que pudo —. Más bien, necesito distraer mi mente, sino me volveré loca...
Justo cuando estaban por entrar al ascensor para dirigirse al piso en donde se encontraba el comedor, Rin, en su descomedida distracción, chocó contra la persona que salía de ahí. Fue como golpear con una pared, tanto así que la mujer cayó de espaldas al piso.
— ¡¿Rin, estás bien?! — Kohaku se agachó a auxiliarla rápidamente y ella, ella solo pensaba que, si seguía chocando así con la gente, la iban a despedir. Levantó la mirada dispuesta a disculparse por lo ocurrido cuando unos ojos dorados se cruzaron con los suyos. Inmediatamente quedó pasmada al ver que frente a ella estaba, vestido de traje y destilando elegancia, el hombre que literalmente era el actual dueño de sus fantasías.
— Señor Taishō — Habló Kohaku, mientras ayudaba a su amiga a levantarse —. Una disculpa, mi compañera estaba algo distraída.
«¿Taishō? ¿No es ese el apellido de uno de los dueños?» — Pensó.
— Deberías tener más cuidado — La mirada de aquel hombre se afianzó, dedicándole con ella un enorme reproche que la hizo estremecerse, pero no de la manera que hubiera querido. Sin decir alguna otra palabra, el llamado "Señor Taishō" se retiró, dejando a la mujer completamente anonadada en la entrada del ascensor.
*CSM: Significa Customer Success Manager. Es la persona encargada de mantener el contacto con los clientes de una empresa. Su función principal es asegurarse de que la experiencia del cliente con el producto sea la mejor posible, y estar siempre disponible para solucionar cualquier incidencia o duda que pudiera surgirle.
Pensé que ese cargo le quedaría muy bien a Osamu, por su manera de ser hacia las demás personas.
Otro dato importante. En este fanfic, el apellido de la familia de Kirinmaru es Kibayashi, porque si le ponía Kirin se iba a oír repetitivo, Kirinmaru Kirin.
Ahora, la razón de ese apellido es que los Kanjis utilizados en "Kirin" son 希林 los cuales pueden pronunciarse de esa forma que conocemos, o como "Kibayashi", lo cual, para mi fortuna, es un apellido, o eso concluí puesto que hay un guionista de manga japonés con ese nombre. Lo pueden buscar como Shin Kibayashi por si les interesa su trabajo. Así que en teoría Osamu Kirin en escritura, sigue siendo igual, pero en pronunciación es distinto :)
Espero que les haya gustado el inicio de esta historia.
Les había preguntado si querían que lo subiera o esperaba a terminar "Mis malas decisiones" y hubo comentarios mixtos, unos que sí, otros que no, otros que si yo quería jeje
Finalmente decidí subirlo, pero SOLO este capítulo, hasta que termine la otra historia. Así como que les doy una idea de qué tratará jajaja.
No se preocupen que para Mis Malas decisiones no queda mucho. Así que sí les gusta cómo empieza este fanfic, pronto lo tendrán :)
Muchas gracias por leer.
