.
N/A: K.O.F y sus personajes son propiedad de SNK.
Seguía apretando con fuerzas sin mostrar ni una pizca de piedad. La joven estaba tan cansada al grado de no poder usar alguna técnica especial que la sacara de aquel apuro, pensó que dejarla herida sería suficiente para no seguir con el desgastante entrenamiento pero no podía haber estado más equivocada.
Athena sujetó las muñecas de Iori en un intento de que la presión sobre su cuello cediera un poco, lamentaba ser de baja estatura pues de no ser así al menos podría atinar a un golpe en el rostro.
—Muy bien… tú ganas. —se rindió con un débil tono mientras cerraba los ojos.
El pelirrojo la soltó en ese momento escuchando cómo su cuerpo caía sobre el césped.
—Qué patético. Sé que puedes dar menos vergüenza. Espero más de ti mañana. —
Sin decir más dio media vuelta, perdiéndose en el ocaso de aquel bosque.
La joven se tomó del brazo tras sentir el dolor infligido en él. De cierta manera… sí, se sentía patética, tantos años malgastando su potencial en entrenamientos "ligeros" habían pasado factura todo ese tiempo. Era momento de entrenar de verdad y demostrar su verdadero poder, más aun estando consiente de lo que había acontecido no hacía mucho.
—Yo. Debo demostrarle de lo que soy capaz. —musitó con decisión.
—¡Es débil! —
—Dale más tiempo. —
—Tiempo. No tenemos tiempo. Me estoy muriendo a cada hora más rápido que cualquiera de ustedes. —
—Fuiste tú quien se interesó en entrenarla. Sabes de lo que es capaz y te consta. —comentó la mujer tras tomar un poco de su té hibiscus.
—Sabe de lo que es capaz y no hace nada. —dijo con frustración. —Altena Viktorias era muy diferente. Ella era un caballero cuando llegué a Esaga y ahora estoy atorado con esta niña que canta y hace shows para un montón de idiotas ¡Qué desperdicio de vida! Te juro, Kagura, que si no fuera fuerte no seguiría con esta estupidez. —
Yagami dejó de observar los oscuros árboles de cerezo que contrastaban con la tenebrosa noche y se acercó a la mujer quien extendió su mano derecha dando una brazado al cojinete de al lado. Iori se acomodó de mala gana sosteniendo su té.
—Es el momento. El torneo XV está cerca y necesitaremos toda la ayuda posible. Sabes que no te molestaría a ti ni a Kusanagi-san si no fuera necesario. —
El hombre bajó la mirada desconcertado. Realmente los fantasmas del pasado se habían liberado, el tiempo para todos estaba corriendo. Miró detenidamente la invitación al torneo sobre la mesa de cristal reprimiendo un ademán de asco. Un torneo sería de nuevo una excusa para distraer a los presentes de las posibles catástrofes o planes que uno o varios lunáticos tenían pensado realizar.
—Quiero hacerme la idea de que terminaremos con esto de una vez por todas. Pero tampoco puedo ignorar la idea de que no viviré despúes de la pelea. —
—¿De nuevo con eso? —Chizuru frunció el ceño.
—No temo por mi vida. —
—¿Hablas entonces de…? —
Iori tomó de su té ignorando lo caliente que estaba.
—Acabamos de recuperarla. Pase lo que pase no permitiré que algo malo le suceda… a ninguno de los dos. Pero créeme cuando te digo que no debes temer nada. —comentó, colocando su mano sobre la de él.
