Primero que nada, les saludo desde aquí. Este es el primer capítulo del crossover que hago de uno de los animes con lore más enrevesado (Madoka Magica) y la que en su momento fue una de las mejores sagas de terror psicológico de la historia (hasta que llegó el mal hecho y odioso Homecoming, y a partir de ahí todo se fue a la puta con la saga principal). En fin, vamos a adentrarnos en las neblinosas calles de Mitakihara tomando el lugar del icónico pueblo.
Prólogo
Homura fijaba su mirada en la carretera, viendo los anuncios que de tanto en tanto iban apareciendo en su camino. No es que los leyera realmente, pero no contaba en ese momento con un buen tema de conversación para empezar y dejar de lado aquellos pensamientos que tanto la molestaban. Su mano paseaba distraídamente a lo largo de la cinta roja con que adornaba su cabello, una cinta que la había estado acompañando desde hace años y que Homura no tenía idea de dónde la había sacado, pero sentía que le daba suerte, por lo que no se desprendía de ella, sin importarle que se notara un poco desgastada en sus extremos a causa de tanto tiempo de uso. Incluso hubo alguna vez que le recomendaran hacer aquello, y Homura simplemente hacía oídos sordos, pese a que dichas recomendaciones las consideraba perfectamente lógicas y que debía hacerlo. Simplemente se mantenía apegada a esa cinta y ya.
Faltaba cada vez menos para llegar a su destino. Encontraría las piezas que necesitaba para responder a todas aquellas dudas que la carcomían desde hace poco con mucha más insistencia que antes, tal vez lograría recuperar aquellos recuerdos que había perdido siete años atrás. Necesitaba llevar a cabo ese viaje. Una fuerza desconocida la impulsaba en su interior.
─ ¿Estás segura de llevar a cabo este viaje, Akemi-san? ─ dice Mami por enésima vez desde el asiento del piloto, al ser ella quien estaba conduciendo ─ ¿Sabes? Antes solía escuchar que Mitakihara era una ciudad próspera y pacífica, muy solicitada por los turistas y que presumía algunas de las mejores innovaciones tecnológicas a nivel mundial, e incluso el día que te conocí solía escuchar eso mismo bastante seguido y todo eso, pero últimamente hay rumores de cosas... raras sucediendo allí. No alcanzo a comprender qué tanto puede ser verdad o qué no, pero el caso es que su fama de pronto no es la misma. Deberías tener cuidado.
─ No tengo idea de qué debería encontrar allá, Tomoe-san, ni siquiera sé para qué voy realmente. Sólo sé que necesito ir allí, que hay algo, o alguien, esperándome allá ─ Homura se quita los lentes por un momento, como si así pudiese mirar hacia su pasado ─. Han pasado siete años, y todavía sigo tan desorientada como aquella vez. No entiendo la razón por la cual debo volver allí, pero necesito volver. Algo en mí me impulsa a hacerlo, sin importarme los rumores, sin importarme el riesgo que me aguarde, aunque sería perfecto que nuestro paso por allí sea pacífico y sin baches.
─ Ojalá que esos rumores no sean otra cosa. Prometimos a nuestros jefes que volveríamos pronto, y a mí no me gusta faltar a mi palabra.
─ Lo sé, Tomoe-san. La irresponsabilidad para ti es como un insulto, y por eso no te lo permitirías nunca, y por eso es que te agradezco tanto que estés aquí para ayudarme.
Mientras Mami reía por aquel comentario, Homura mira nuevamente a la carretera, aunque no se pone todavía los lentes. Las dudas y la extraña necesidad de recuperar su pasado la llevan a divagar. No podía esperar a llegar hasta el lugar donde aparentemente su vida empezó y sus recuerdos se desvanecieron...
Un día antes
No hizo ninguna falta que sonase el despertador para que Homura estuviese despierta. La verdad es que le había costado bastante dormir la noche anterior, y desde hace un buen rato que estaba simplemente mirando al techo de aquel apartamento compartido, experimentando la cada vez más opresiva sensación de que debía regresar a Mitakihara. No entendía la razón de ello. Simplemente era una cosa que había dejado sin problemas por años y ante el que tenía esporádicos episodios de curiosidad que nunca duraban mucho, y que de pronto la atormentaba desde hace casi una semana.
─ Oh, ya estás despierta, Akemi-san ─ aparece Mami peinándose, ya completamente vestida y con una rebanada de pan tostado en su boca ─. Por un momento pensé que tenía que venir a despertarte...
─ No... Simplemente pensaba. No tienes que preocuparte más, Tomoe-san.
─ En ese caso ponte de pie. No podemos salir tarde, que ambas tenemos una reputación que defender con nuestros respectivos trabajos. Vamos, arriba.
Homura asiente y se va preparando con cierta prisa para poder desayunar a tiempo. La manera de cocinar de Mami era un tanto sencilla, pero sumamente efectiva a la hora de agradar tanto a la vista como al paladar. Homura nunca sintió haber agradecido lo suficiente por semejantes atenciones de parte de Mami desde aquella vez que se conocieron: Homura había vagado sin razón alguna por una carretera, cerca del ingreso a la ciudad de Mitakihara, y por mera casualidad había sido encontrada por Mami, una chica que seguía de largo sin dirigirse a la ciudad, y en eso encontró a Homura y decidió llevarla con ella para ayudarle, pues se veía bastante desorientada y herida. La propia Homura recordaba aquello de manera diáfana, como si mirase a través de agua en reposo, pero más allá de ese repentino y fortuito encuentro no recordaba nada, ni cómo llegó hasta allí, ni qué la había herido, ni qué había estado haciendo en Mitakihara (si es que alguna vez estuvo) antes de irse de allí. Un gigantesco fragmento en la vida de Homura yacía en blanco dentro de su memoria.
No podía seguir pensando en aquello. Necesitaba avanzar, y ponerse a intentar recordar con insana nostalgia el pasado ciertamente no era la manera adecuada. Pero simplemente no se podía sacudir aquellos pensamientos. Últimamente deseaba conocer sus orígenes, o por lo menos saber qué conexión podía existir entre ella y Mitakihara.
─ ¿Estás lista para salir, Akemi-san?
─ Dame un momento, que necesito terminar de comer ─ Homura apresura su vaso de jugo y da un último bocado a su desayuno ─. Tomoe-san, hay algo bastante importante que necesito comentarte mientras vamos caminando.
─ ¿Y qué es eso que deseas comentarme? No me digas que finalmente tienes pareja ─ Mami suelta una risita mientras cogía las llaves del apartamento y salía.
─ Con el ritmo infernal de mi trabajo sería un milagro que consiguiese una pareja, y más lo sería que nuestra relación dure ─ responde Homura algo entretenida ─. Lo que realmente deseo decirte es que necesitaré unos cuantos días libres. Trataré de poner en efecto aquellas vacaciones que postergué.
─ ¿Lo dices en serio, Akemi-san? No sé si te lo permitan ahora. Recuerda que estamos en una época un tanto agitada con nuestros oficios.
─ Eso no importa, Tomoe-san. Incluso estoy dispuesta a renunciar a parte de mi salario con tal de ir a ver cierto lugar...
─ ¿Te refieres a la ciudad de Mitakihara?
─ Exacto. Hace tiempo que no hablamos de esto, pero quisiera pasar por allá de nuevo. Es importante.
─ En ese caso quiero acompañarte. No sé qué te anima a querer intentarlo, pero también yo tengo unas vacaciones atrasadas a las que podría sacar algo de provecho.
Homura sonríe y asiente lentamente. Emocionalmente sabía que la compañía de Mami le vendría bastante bien. Era como una voz de la razón para ella, una hermana mayor, su propia versión de Pepito Grillo.
─ Muchas gracias, Tomoe-san.
─ De cualquier modo sabes que no te dejaré sola. Anda, bajemos ya, que tenemos que salir a hacer varias cosas y muy poco tiempo.
Actualidad
Las cosas habían salido bien para ambas, y gracias a eso contaban con unos cuantos días para ir entonces a Mitakihara, averiguar lo que Homura quería y regresar tranquilamente a casa. Ya el dúo se encontraba cerca de la zona periférica de la ciudad, así que la emoción se iba haciendo notar. Una espesa neblina se había estado haciendo presente desde hace un par de millas atrás, pero en ese punto resultaba imposible avanzar sin exponerse a algún terrible riesgo, incluso con la marcha lenta, por lo que Mami se ve en la obligación de frenar completamente y bajarse del auto. Homura hace lo mismo, y ambas contemplan el neblinoso paisaje. Aquella niebla era tan espesa que era imposible ver la ciudad, pese a que ambas sabían que estaban muy cerca.
─ Jamás en mi vida había visto nada semejante, ni siquiera en las películas ─ Mami se aleja un poco del auto, pero igual mantiene su mano sobre la puerta, pues temía perderlo de vista si se alejaba demasiado ─. Akemi-san, parece que no nos queda de otra que retroceder y esperar a que haga mejor tiempo. Ni siquiera podría caminar en medio de semejante cosa. Es sencillamente demasiado.
─ Yo sigo adelante, Tomoe-san ─ la respuesta de Homura desconcierta a Mami ─. Ahora que estoy aquí, siento que debo seguir, sin importar nada. No sé explicarlo, es como si me estuvieran llamando y no tuviese la opción de negarme. No te preocupes, procuraré llamarte en caso de que algo salga mal.
─ No me parece que debas hacer esto tú sola con esto en el camino, pero si insistes en continuar, supongo que no puedo hacer nada ─ Mami busca entonces entre sus cosas en el auto, y luego saca un folleto para acercarlo a Homura ─. Es un mapa para los turistas, en mi trabajo hay varios de ellos gracias a la agencia de viajes que tiene en alquiler una oficina en nuestra sede, por lo que pensé que nos vendría ver tener un par de estos. No hagas una tontería, por favor. En cuanto la niebla se disipe iré a la cafetería que se encuentra más adelante. No creo que te puedas perder si te guías adecuadamente en el mapa y cuidas tus pasos en medio de esta cosa.
─ Gracias, Tomoe-san. Nunca pensé que sacaría beneficio de esta forma del hecho que trabajes en un centro empresarial. Tú también cuídate. Evaluaré el camino y te diré qué tan seguro es.
Viendo que no había nada más que agregar, Homura empieza entonces a caminar, necesitando apenas unos cuantos pasos para que Mami y el auto quedaran completamente fuera de su rango de visión. Era como Mami había dicho, la niebla era excesivamente espesa, no era para nada normal. Era algo tétrico no ser capaz de ver a más de dos o tres metros de distancia, incluso siendo mediodía, pero no existía opción alguna a retroceder. Homura revisa por primera vez el mapa y comprueba lo que su amiga le había indicado, aunque la pobre visibilidad en ese lugar la obligó a enfocar lo mejor posible las indicaciones. Tal parecía que necesitaba avanzar directo, y cuando llegase al primer cruce tendría que seguir derecho hasta el tercero, en cuya esquina se encontraría la cafetería señalada. Sin duda sería un buen lugar para esperar a que Mami pudiese alcanzarla, aparte que allí podría empezar a averiguar sobre qué la estaba atrayendo a esa ciudad.
La niebla era demasiado espesa. A medida que Homura iba avanzando a través de ella, la desorientación la atormentaba casi al punto de marearla. Se sentía encerrada dentro de una diminuta prisión de aspecto difuso, y aquello no cambiaba sin importar cuánto caminase. El camino parecía eterno, y malas vibras empezaban a molestarla. Era como si de pronto alguien pudiese salir de entre la niebla y hacerle daño. No, eso era ridículo. Si Homura no era capaz de ver a más de unos cuantos pasos de distancia, resultaba improbable que alguien más la pudiese acechar desde lejos, y más cuando Homura no estaba haciendo ningún ruido en su avance.
─ ¿Cuánto más tengo que seguir caminando? Esto no tiene fin, y aun no he visto el primer cruce...
Ahora que lo pensaba bien, Homura en todo ese tiempo había estado caminando en plena carretera. Ni siquiera había tenido la delicadeza de caminar al margen del pavimento, y en todo ese tiempo no vio ni oyó pasar absolutamente ningún tipo de vehículo. Ni siquiera una bicicleta. Y tampoco había advertido presencia ni actividad humana alguna desde que dejó atrás a Mami. Y no podía ser simplemente por la niebla, que aunque pudiese bloquear completamente la visión de Homura, no podía hacer lo mismo con los sonidos cercanos, ni siquiera con los emitidos desde una distancia media o larga. Aquello era demasiado sospechoso. No era en absoluto normal que en una ciudad del tamaño de Mitakihara reinase semejante silencio a plena luz del día. Homura empezaba a entender la razón de que Mami le advirtiese que la ciudad era extraña, que cosas raras pasaban dentro de sus confines. Ya ella notaba los primeros indicios de que algo raro pasaba allí, precisamente no viendo ni escuchando nada.
Justo cuando piensa que mejor debía regresar con Mami y empieza a retroceder, Homura se encuentra con que un enorme trozo de la carretera había desaparecido, y en su lugar había un empinado precipicio sin fondo, y en la orilla del pavimento habían conos de tránsito y unas cuantas barricadas que cortaban a medias el paso.
─ ¿Qué pasó aquí? Pero si hace un rato esto estaba bien... ¿Cómo es que se desplomó la carretera y no me di cuenta? Tal vez... Tal vez haya una manera de llegar al otro lado ─ Homura trata de mirar el precipicio, notando que no era solo la carretera. Pese a la pobre visión que permitía la niebla, se notaba que el camino cortado iba mucho más allá de los bordes de la carretera, no dejando posibilidad alguna de rodeo ─. Tomoe-san... No...
Presa de la angustia de pensar que a Mami se le pudiese ocurrir conducir en dirección a donde ella estaba, Homura saca rápidamente su teléfono y teclea de memoria. Rogaba mentalmente que no pasara nada, que Mami siguiese allá atrás, segura. Pero los repiques del teléfono no llegan. Homura sólo oye una indicación de que su teléfono se hallaba fuera de cobertura, y eso le cae terriblemente. Dejando caer la mano en la que sujetaba el teléfono, Homura mira hacia donde debería estar el otro lado de la carretera, otro lado que no podía ver por culpa de la niebla. Estaba encerrada en la ciudad, incomunicada, y sólo podía hacer una cosa.
─ Parece que mi única alternativa es seguir. Mis propias palabras me condenan...
Mirando nuevamente hacia la dirección que la llevaba a adentrarse a Mitakihara, Homura rogaba mentalmente encontrar a alguien que le ayudase, o que por lo menos le explicara la razón de semejante neblina, aparte del surgimiento de aquel precipicio. De manera involuntaria su mano izquierda toca uno de los extremos de la cinta en su pelo...
CONTINUARÁ...
Una vez que entras en Silent Hill (y a veces no hace falta entrar, nada más acercarse) ya no sales hasta que venzas al pueblo en su juego, y encima el enemigo al que debes enfrentar en este juego eres tú mismo/a, un mensaje bastante oscuro, bastante perturbador, y a la vez bastante claro sobre el peligro que aguarda allí, y ahora, en esta versión, le toca a Homura. Así queda el prólogo, y ya nos estaremos leyendo en la siguiente parte.
Hasta otra
