Buenas :3

Continúo obsesionada con el juez Minos de TLC, ni nodo :P

Éste fanfic es paralelo a la historia de "Anna y el Grifo", así que es necesario leerlo para comprender algunas cosas que se mencionarán aquí XD También debo aclarar que será escrito con mi estilo común de redacción, es decir, en 3ra persona, pero desde la perspectiva del juez Minos.

Básicamente, es la otra cara de la moneda, donde veremos qué pasaba por la mente del juez respecto a la monja Anna y por qué hacía lo que hacía, retomando la idea que utilicé en el otro fanfic sobre el linaje de los líderes del inframundo.

La idea original nació del especial de los 30 años de SS dibujado por Shiori Teshirogi, llamado "La Marioneta y el Rey". Asimismo, me guío en el Lore de SS, en lo escrito en su Wiki y también me tomo algunas licencias creativas. Todo acontece más o menos dos semanas antes de que Minos sea enviado a atacar el Santuario.

Advertencias:

*Éste fanfic es producto de mi febril imaginación, así que contiene intimidación física y emocional, tensión sexual y Lemon bastante explícito, osease, la lectura es para adultos.

*Ésta NO es una historia romántica. Tomen en cuenta que los personajes están en el siglo XVIII, la forma de relacionarse y los compromisos entre parejas eran muy diferentes a lo que se espera hoy en día. Así que no se extrañen de lo que pueda pasar entre Minos y Anna.

*Lo repito de nuevo: El juez tendrá comportamientos inadecuados, los cuales serán explicados, pero no justificados, porque todo depende de la perspectiva de cada quien. Si bien Minos es un espectro cruel y sádico, eso no tiene por que aplicarse en todo su carácter. En esta historia tendrá 2 "personalidades", por así decirlo.

*El fanfic tendrá más desarrollo y quizás el final pueda ser diferente al de la historia de "Anna y el Grifo".

*Esto es un cuento perverso, así que todos los detalles morbosos estarán presentes con mi forma explícita de escribir. Si no toleran dicha temática, por favor NO lo lean y pasen al siguiente fanfic XD

Sean todos bienvenidos(as) y de antemano les agradezco los comentarios que gusten regalarme ;3


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por capricho perverso :P


EL JUEZ Y LA MONJA

Capítulo I

Inframundo, Tribunal del Silencio.

Minos revisaba uno de los libros que formaban parte de la enorme colección almacenada en ese solemne lugar. Los registros de las almas iban en aumento conforme se acercaba el inicio de la guerra santa. Siempre era lo mismo en cada época de conflicto, los dioses hacían chocar a sus ejércitos y no les importaba demasiado las vidas colaterales que se llevaban entre las patas.

—Estúpidas deidades, sólo me hacen trabajar demás— masculló para sí mismo.

¿De qué te quejas?, ese es el precio a pagar por tener el puesto de juzgador de almas ≫ una voz burlona resonó en su cabeza. ≪ Además, no deberías expresarte así de tu dios.

El hombre rodó los ojos en un evidente gesto de fastidio cuando la oyó. Se trataba de la entidad mitológica que representaba a la Estrella Celeste de la Nobleza y que de vez en cuando, le susurraba tonterías como en éste momento.

Minos ya no estaba a gusto con su trabajo, después de cierto tiempo, se había aburrido. Ser uno de los líderes del inframundo tenía sus ventajas, era verdad, ya que no sólo se trataba de ser un juez, sino que, además, era el principal de los tres y su voto era el decisivo cuando se trataba de juicios sumamente importantes. Todas las ventajas y el poder que implicaba un puesto de ese tipo, las disfrutaba con evidente satisfacción.

Pero siempre existía un inconveniente.

Lo que no le agradaba era que, cuando llegaba una guerra santa, sus otros "hermanos" abandonaban sus puestos como ministros para enfocarse en organizar al ejército del dios Hades, dejándolo solo con la responsabilidad del Tribunal. Él también debía ocuparse de lo mismo, dado que poseía su propio batallón de soldados a su servicio, pero eso sí, no podía desatender su compromiso como juzgador.

Al menos no constantemente. Por lo tanto, era necesario dejar a alguien a cargo, como por ejemplo, a Lune de Balrog, quien lo auxiliaba la mayor parte del tiempo. Los otros dos jueces sí continuaban con su labor administrativa, visitando por turnos la Corte del Silencio, pero eso se volvió más esporádico desde que Hades "despertó", dejando a Minos con la mayor carga de trabajo.

—Déjame en paz, puedo expresarme como quiera de quién quiera— gruñó nuevamente. —Hades ni siquiera está aquí todavía, su recipiente humano sigue manteniendo su conciencia intacta, pero parece que nadie se ha dado cuenta— hizo una risita burlona. —Ni siquiera Pandora que, al parecer, en esta época lo mira como si fuese su hermano menor. —

Sí, ya lo sé, a veces el señor del inframundo tarda en despertar y tomar el control ≫ respondió el Grifo en su mente. ≪ Pero, aun así, deberías moderar tu lengua.

—Bah, yo voy a hablar como me venga en gana— cerró el libro y lo colocó en su estante. —No estoy de humor para pensar en la guerra santa, siempre es la misma estupidez cada 243 años, Hades no termina de aceptar que Zeus nunca le dejará el control de la Tierra a él— se expresó incisivamente. —Athena siempre ha sido su favorita por encima de todos sus hijos y, evidentemente, ella algún día heredará el dominio del Olimpo. —

Tu lengua se ha vuelto muy traicionera Minos, ¿Acaso ya olvidaste que tú sólo eres un recipiente?

Otra risa burlona se dejó escuchar.

—Déjate de estupideces, bestia— recriminó el juez, caminando por el largo pasillo de anaqueles. —Tú me necesitas más de lo que yo te necesito a ti— estrechó la mirada, expresándose con más burla. —El hecho de que me hayas otorgado tu poder y tus conocimientos, no te da el privilegio de mandarme. —

La criatura se quedó en silencio brevemente, el juez tenía razón.

A pesar de que Wyvern, Garuda y Grifo, eran los espectros más fuertes del ejército de Hades, su condición era muy "particular". Todas las Estrellas Malignas estaban representadas por una entidad sobrenatural y cada uno de esos entes, poseía al humano nacido bajo su estrella. La mayor parte de la conciencia permanecía en letargo y el espectro tomaba el control general, otorgándole la habilidad para despertar y manipular el cosmos que yacía en su interior. Asimismo, le confería los recuerdos necesarios para desempeñar su función como soldado del inframundo.

Pero los jueces eran un asunto muy diferente.

El linaje de los anfitriones que eran poseídos por los tres ministros infernales, era sumamente antiguo, proveniente desde la época del mito. Su progenie comenzó cuando nacieron de Zeus y de una humana. Obviamente, al ser semidioses, la capacidad de usar el cosmos era natural en ellos y ese poder debía conservarse intacto a lo largo de las épocas. Y así se hizo, cada uno tuvo descendientes con más de una mujer, asegurando su estirpe y diferentes líneas de sangre.

Durante siglos, esparcieron su linaje por toda Europa e incluso más allá, consiguiendo que siempre existiera un heredero nacido bajo la estrella indicada. Esa persona, hombre o mujer, se convertía en el recipiente del espectro que le correspondía, con el tenebroso detalle de que… siempre sería consciente de ello.

Esa era la principal diferencia entre los líderes y los subordinados.

Minos, Rhadamanthys y Aiacos, tenían su conciencia intacta, sus memorias humanas y el conocimiento mitológico que implicaba las guerras santas entre Athena y Hades. Pero no eran esclavos de las entidades, sino que más bien, trabajaban en "equipo". Al menos así era con los recipientes de Garuda y Wyvern. Pero, el anfitrión del Grifo, era un caso aparte.

Minos, que curiosamente llevaba el mismo nombre que el semidiós original, tenía una personalidad especial. Era arrogante, altivo y cínico en ciertos aspectos. Su vida como humano, nacido en la clase alta de su sociedad, siempre había estado rodeada de lujos y poder. Nunca tuvo que preocuparse por nada, vivía cómodamente con una familia que lo apreciaba y su futuro se vislumbraba prometedor en el negocio familiar.

Hasta que el Grifo llegó a buscarlo.

El espectro maldijo varias veces que, en ésta época, le tocara ocupar un recipiente tan "rebelde". Minos había resultado ser un sujeto demasiado altanero que, si bien no pudo resistirse a la posesión por parte de la entidad mitológica, tampoco es que se hubiese resignado a su nuevo destino tan fácilmente.

No.

El joven malcriado tenía sus propias ambiciones y una forma muy particular de ver la vida. Convertirse en el juzgador de almas del inframundo y en uno de los generales de Hades, no le era suficientemente satisfactorio. A pesar del poder que implicaba controlar el destino de los muertos, para Minos, esto resultaba algo aburrido. Tal y como sucedería con una persona a la que obligan a trabajar en algo que no le agrada.

Debido a esto, su conducta a veces era demasiado irritante y difícil de controlar para el Grifo.

Pero no tenía opción y menos ahora que la guerra santa estaba a punto de estallar. El juez principal tenía la responsabilidad, junto con sus "hermanos", de preparar al ejército infernal, asignar misiones de vigilancia, elaborar estrategias para las futuras batallas y seguir los planes de conquista dictados por Hades. Sumado a esto, Minos estaba obligado a seguir con sus actividades de magistrado, cosa que lo irritaba cuando se desbordaba el número de almas.

Entonces, era necesario distraer al humano con otra cosa para mantener su cooperación.

Bien, te doy la razón en eso, maldice todo lo que quieras, sólo no me busques problemas con los dioses ≫ por fin respondió la entidad, notando cómo el hombre sonreía victorioso. ≪ Ahora… enfoquémonos en lo que te dije la otra vez.

Había un tema en particular que le interesaba demasiado al Grifo, el cual era bastante importante y que estaba relacionado con mantener su poder como juzgador de almas: Asegurar la continuidad de su línea de sangre.

Siendo el magistrado principal, sus obligaciones eran diversas, pero también las recompensas eran equitativas. El poder en el inframundo importaba en todos los sentidos: Fuerza, subordinados, recursos, comodidades, lujos, influencias, etc. La entidad mitológica no estaba dispuesta a renunciar a eso, nunca lo había perdido y no lo haría en este siglo.

Y para asegurar su jerarquía, era necesario prolongar su estirpe, usando el cuerpo humano de su anfitrión. Una situación por demás interesante, pero que, presentaba un pequeño inconveniente.

Una sonora carcajada se escuchó.

—¡De nuevo con ese estúpido tema! — contestó sonriente Minos, al mismo tiempo que doblaba en otro pasillo, encaminándose a la salida del almacén. —En verdad no puedo entender cuál es tu maldita prisa. —

La bestia gruñó con evidente molestia, ese era el problema. El juez no lo tomaba en serio, ignorando por completo su demanda, a pesar de que ya le había explicado con anterioridad porque era necesario llevarla a cabo.

Respiró profundamente para no perder la paciencia. Era necesario convencerlo, no tenía intenciones de obligarlo… la última vez que ejerció ese tipo de control sobre su vasija humana en la anterior guerra santa, no resultó muy conveniente, incluso llegando a poner en riesgo su puesto como ministro principal. Ahora no cometería el mismo error y tampoco permitiría que sus "hermanos" tomaran la ventaja.

Vamos Minos… no puedes negar que te interesa ≫ hizo una mueca maliciosa, acentuando su tono para atrapar la atención del juez. ≪ Llevas demasiado tiempo sin yacer con una mujer, eso lo sé perfectamente ≫ se burló.

El aludido frenó por completo sus pasos y entornó la mirada en un gesto de irritación.

—¡¿Y de quién es la culpa?! — alzó la voz, denotando su molestia. —¡Esta estúpida guerra nos ha obligado a encerrarnos en el maldito inframundo a esperar las órdenes de Pandora!, ¡¿Y todo por qué?!, ¡Porque Hades siempre tiene la misma estúpida idea de reencarnarse en un humano de alma pura! —

¡Modera tu lengua!

—¡Es la verdad!, ¡El rey del inframundo no es muy inteligente! — dijo mordaz. —¡En la guerra santa del siglo XVI perdió porque tomó el cuerpo de un imberbe niño y Athena ya era una mujer adulta, evidentemente, hay una gran diferencia de estrategia y poder! —

¡Te lo advierto! ≫ amenazó la entidad, pero el humano no se detuvo.

—¡Una persona con el alma inocente no es garantía para que su conciencia y poder de divinidad emerjan rápida y completamente! — bufó con indudable frustración. —¡Y míralo, de nuevo el imbécil dios se equivocó, escogiendo a otro adolescente y obligándonos a esperar por dos malditos años su despertar! —

Súbitamente, una poderosa punzada le atravesó el cráneo, forzándolo a callarse y sujetarse la cabeza con fuerza. El espectro de Grifo se había hartado y ahora lo castigaría. Sólo bastaba un poco de presión mental para someterlo y hacerle entender que no debía hablar mal del rey del inframundo.

¡Hades ya está despierto! ≫ siseó, incitando más dolor en Minos, obligándolo a postrarse en el suelo y a quejarse rabiosamente, sintiendo cómo su cráneo se partía en dos. ≪ ¡Si no se ha manifestado por completo, es porque ese adolescente aún se resiste!

—¡E-Estupi… deces! — masculló, a pesar del sufrimiento.

Minos respiraba entrecortado, sintiendo cómo el tremendo pinchazo le retorcía el cerebro. Pero no había nada que pudiera hacer. Cuando la entidad mitológica perdía la paciencia con él, ese era su método para someterlo y después controlarlo como si fuese un títere.

Claro, a la bestia le gustaban las marionetas y el dominio que podía ejercer sobre ellas. El poder de su cosmos se basaba en eso, en conseguir que cualquiera hiciese lo que él deseaba con sólo mover un par de dedos. Pero, en su caso, únicamente bastaba con un golpe mental, dado que jamás lastimaría a su recipiente humano. No le quedó más remedio que resignarse y aceptar su voluntad.

Bien, veo que ya entendiste ≫ sonrió el Grifo cínicamente, liberándolo del escarmiento mental. ≪ Ahora, retomando el tema de "nuestro linaje", es tiempo de buscar a una mujer para engendrar.

El juez escupió una maldición por lo bajo, pero decidió no continuar discutiendo, estaba fastidiado, así que mejor optó por escuchar y obedecer. Después de todo, las verdades dichas no cambiarían, le pesara a quién le pesara.

—¡Ja, que fácil!, ¿Y cómo rayos haremos eso? — inquirió, poniéndose de pie y sobándose sus todavía adoloridas sienes. —Te recuerdo que estamos en el inframundo y, exceptuando a las monjas oscuras y a uno que otro espectro femenino, las únicas mujeres que hay, son las almas condenadas y no creo que te sirvan de mucho— se burló ácidamente.

Tendremos que salir al exterior… discretamente ≫ murmuró.

Minos retomó su camino hacia la salida del almacén, la cual estaba a unos escasos metros.

—Eso sería jugar sucio contra tus hermanos, pero quizás no te importa en lo más minino, ¿Cierto? — su expresión se volvió impasible. —Después de todo, tengo parte de tus memorias y sé que siempre has conservado el poder principal… y algunas veces has hecho trampa. —

Una risita descarada vibró en su cabeza.

Esto es una competencia por el poder que los tres jugamos desde hace siglos y siempre he conseguido mantenerme un paso adelante de ellos y ésta vez, no será la excepción.

—Pues no creo que sea tan fácil, Pandora no tiene misiones importantes para mandar a un juez al exterior. —

Repentinamente, el sonido de unos pasos rebotando en el mármol de las escaleras se dejó escuchar.

Minos llegó hasta las enormes puertas del almacén, las cuales estaban parcialmente cerradas, pero no lo suficiente como para no escuchar lo que sucedía en el exterior. Justamente por la hendidura que quedaba, se asomó con algo de curiosidad. Una monja oscura había subido hasta el estrado para hacer sus tareas de aseo.

Nada extraño en ese lugar, ya que era común que alguna de ellas o en grupo, desempeñaran dichas actividades en el Tribunal del Silencio. Y según observaba las reacciones de la mujer, que miraba de un lado a otro, ésta parecía no haberse percatado de su presencia, comenzando a limpiar el escritorio de trabajo.

—Una simple sirvienta— musitó.

La criatura mitológica enfocó su atención en el espectro de servicio, notando de inmediato algo extraño en ella.

Hay algo raro en su forma de actuar.

—¿De qué rayos hablas? — el juez rodó los ojos, pretendiendo salir del almacén.

Espera… obsérvala bien, la huella de su cosmos no es pasiva.

Minos se quedó en su sitio, analizando todo lo que hacía la monja a lo largo de varios minutos. Ella aseó el escritorio, luego el trono, barrió un poco alrededor y recogió los restos de basura, todo normal hasta ahí. Pero, cuando la vio sentarse en el último peldaño de las escaleras y después arrancarse el velo del rostro, su asombro se hizo presente.

Ese comportamiento no era para nada normal en los espectros de clase baja, ninguna de las mujeres "reclutadas" por Luco de Dríades, se tomaba un descanso y menos se quitaba alguna pieza del uniforme. Continuó siguiendo sus movimientos a pesar de que sólo la veía de espaldas.

Ella parecía revisar sus manos, los detalles de su vestimenta y posteriormente su atención se desvió hacia los diseños tallados en el escritorio de trabajo. A pesar de la distancia, el juez pudo notar cómo demostraba interés y admiración por los relieves. Esa conducta no era normal, dado que las monjas siempre se comportaban como simples muñecas sin voluntad, yendo y viniendo de un lado a otro, obedeciendo sin decir palabra alguna y sin hacer nada diferente a sus monótonas actividades de esclavismo.

Así es como debía ser una vez que eran convertidas en sirvientas del inframundo. Pero esa monja en particular, se salía del canon.

—Sí, su proceder es extraño— confirmó Minos.

Tal vez… se trate de un espectro defectuoso ≫ sonrió con malicia el Grifo.

—¿De nuevo?, pensé que Luco ya había resuelto ese tema con sus estúpidos lirios blancos. —

Interesante… revela nuestra presencia y después sal fuera, quiero ver su reacción.

Sin entender bien el propósito de la criatura, el juez agitó levemente las alas negras de su Sapuri, provocando un sonido metálico. Inmediatamente notó el sobresalto de la mujer, quien, apresurada, se colocó de nuevo el velo sobre el rostro para luego levantarse y tomar sus herramientas de trabajo, fingiendo que seguía limpiando.

En ese mismo instante, Minos abrió las enormes puertas y salió caminando con paso tranquilo.

Su mirada violácea se clavó en ella con bastante curiosidad, cerró las hojas de madera por detrás y luego se encaminó hacia su escritorio sin quitarle los ojos de encima. Esto provocó que la mujer hiciera una rápida inclinación hacia él. Se notaba nerviosa al tratar de disimular su raro comportamiento.

—¿Qué estás haciendo? — preguntó.

La monja respondió escuetamente sin levantar el rostro.

—Aseo general, mi señor. —

Minos entrecerró la mirada, efectivamente, había algo raro con esa sirvienta. Su forma de contestar y el mantener pausada la respiración, eran gestos que la evidenciaban mucho.

Esta mujer no es un espectro común ≫ dijo el Grifo, incitando que la escudriñara de pies a cabeza.

El juez lo hizo detenidamente, pero no le tomó demasiada importancia, liberando un suspiro de aburrimiento. Entonces, comenzó a caminar rumbo al pasadizo del muro. La puerta de piedra se deslizó, mostrando los pasillos posteriores y antes de irse, le dio una orden a la monja.

—Retírate. —

La pared se cerró detrás de él y, sin querer prestarle atención a la entidad en su cabeza, avanzó por el largo corredor hasta llegar a un gran salón. Se trataba de la oficina de los tres jueces, donde se podían apreciar sus escritorios de trabajo, sillones, estantes y otros muebles que le otorgaban un aire refinado al sitio, el cual permanecía solo en ese momento.

Quiero que sigas a esa monja, hay algo que deseo confirmar.

El hombre se dejó caer sobre uno de los sillones, denotando su fastidio.

—¿Qué cosa y para qué? —

Otro gruñido irritado se percibió con claridad en su mente.

¿Acaso eres idiota?, si se trata de una monja defectuosa, puede sernos útil ≫ explicó impaciente. ≪ Todos los espectros de servicio creados por Luco tienen anulada la mente, comportándose como seres sin voluntad, pero los que presentan defectos en su transformación, vuelven a ser conscientes de sí mismos…

—¿Y eso que? — resopló con indiferencia.

El espectro de Grifo quiso ejecutar otro castigo mental sobre el juez, pero también tuvo el presentimiento de que se hacía el tonto a propósito para molestarlo. Y como no tenía tiempo para estupideces, decidió que le dejaría las cosas en claro de una vez.

Escucha Minos, si esa monja presenta más comportamientos extraños, quiere decir que es consciente de su realidad y que su mente no está suprimida, por lo tanto… es una mujer que podemos usar a nuestro antojo ≫ una sonrisa perversa acompañó dicha afirmación, provocando que el juez prestara más atención. ≪ Sólo debemos confirmar su condición.

Sus iris violáceos tuvieron un repentino destello de malicia, mientras sopesaba las palabras de la bestia mitológica. Por un instante lo que dijo lo tomó por sorpresa, pero, si lo razonaba un poco más, la idea era sumamente interesante. Es decir, por un lado, no podía negar que ver el extraño comportamiento de la monja había estimulado bastante su curiosidad. Y por el otro, el dichoso tema del linaje del Grifo, era algo que ya llevaba tiempo revoloteando en su cabeza.

Sabía perfectamente que era imposible negarse a la voluntad del espectro, quien le otorgaba su poder como juez. Y también estaba al tanto de que una de sus "obligaciones" como anfitrión de la Estrella Celeste de la Nobleza, era dejar descendencia para el futuro. La bestia ya se lo había dicho desde hace tiempo: Él tenía que embarazar a una mujer para que su línea de sangre continuara presente en la Tierra. No importaba el método por el cual lo hiciese, pero dicho mandato, debía llevarse a cabo.

La idea no le hacía gracia, pero tampoco le molestaba demasiado.

Después de todo, antes de convertirse en uno de los tres líderes infernales, Minos había llevado una vida muy entretenida y las mujeres nunca faltaron en su lecho. De todo tipo, de todas formas, de todas las variedades que pudiera haber en su círculo social y en sus viajes de placer, él no era remilgoso en absoluto. Incluso, después de aceptar el Sapuri de Grifo y a la entidad que lo acompañaba, todavía pudo seguir disfrutando de las féminas.

Pero eso cambió drásticamente cuando llegó la noticia de que Pandora había encontrado al recipiente humano de Hades.

Todos los espectros se mostraron emocionados con la llegada de su dios. Pero la frustración se hizo evidente cuando se enteraron que el rey del inframundo todavía no despertaba en su joven anfitrión. Debido a ese contratiempo, las órdenes fueron claras: Custodiarlo desde la distancia y preparar a las huestes infernales.

Inevitablemente, Grifo, Wyvern y Garuda, tuvieron que tomar sus puestos como generales del ejército y dar inicio al desarrollo de planes de guerra para las futuras batallas.

Y eso también significó menos diversión para los líderes… en todos los sentidos.

Los jueces no podían abandonar el inframundo, permaneciendo únicamente en sus residencias, en la Corte del Silencio o en el castillo, pero nada más. No era necesario mandar a un juez a realizar el trabajo de los espectros menores. Y tampoco era prioritario que ellos se divirtieran.

Pero, en éste momento, las circunstancias parecían inclinarse a favor del Grifo y su obsesivo deseo.

Minos realmente se había quedado meditando la propuesta de la entidad mitológica. Y era imposible ocultar el interés que sus palabras habían despertado en él, ya que, no dejaba de ser hombre y de tener necesidades como cualquier otro ser humano. Además, si eran realistas, una vez que Hades declarase la guerra, ya no quedaría tiempo para ese tipo de placeres.

Entonces…

—Bien… lo haré— confirmó en un tono serio.

La bestia sonrió complacida, por fin había convencido a su anfitrión.

Anteriormente, su primera intención era hallar una oportunidad para salir al exterior sin tener que rendirle cuentas a nadie y buscar a una mujer fértil para sus planes. Pero, si esa monja era lo que presentía, entonces no habría necesidad de hacerlo. Esto facilitaba todo y su instinto le indicaba que aquella sirvienta les sería bastante útil.


Continuará...

Bien, espero haber dejado en claro el planteamiento general de esta historia. Y sí, es necesario leer el otro fanfic, porque si bien, se puede comprender la trama, hay algunos elementos que ya se dan por hecho como, por ejemplo, lo que es un espectro defectuoso.

No esperen algo romántico, esto es sólo una fantasía de mi pervertida mente y lo escribo por puro capricho. La temática es oscura de cierta manera y no pienso dar explicaciones innecesarias. Si leíste hasta aquí, es porque algo te gustó y si no es así, no pasa nada, simplemente ignora el fanfic ;D

Gracias por leer y ojalá se animen a dejarme un comentario ;3

14/Abril/2021