DISCLAIMER GENERAL
El presente fic participó del reto "Fictober" 2020, del grupo "Yo también estoy esperando un nuevo capítulo de Muérdago y Mortífagos".
El mundo de "Harry Potter" pertenece a J.K Rowling. Esta autora solo escribe el siguiente contenido por diversión y sin fines de lucro.
Advertencias:
1. Algunos capítulos son ligeros, otros más largos. Existe conexión entre ellos.
2. El género angst fue puesto porque en algunos capítulos, en especial conforme se vaya acercando la batalla de Hogwarts, tocaré temas como la muerte, tortura, self harming, intento de suicidio, entre otros aspectos delicados.
3. Habrán avisos al respecto.
Empecemos
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"Lluvia"
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En opinión de Theo, el taconeo del zapato de Daphne parecía sincronizado con el compás de los instrumentos.
Estaba enojada. Muy, muy enojada.
―Esto es un baile, Theodore―dijo ella, cruzando los brazos.
―El concepto me quedó claro desde que se anunció, Daphne. No sé adónde quieres llegar―repuso él, sentado en una de las tantas mesas vacías en el Gran Comedor.
Medio Hogwarts estaba aglomerado frente al escenario donde Las Brujas de Macbeth estaban tocando.
―Oh, no me tomes por tonta, ¿Quieres? Sabes bien de qué estoy hablando―dijo Daphne―. Me invitaste, se supone que lo pasaríamos bien; ¡pero desde la cena no hemos bailado ni una sola pieza! ¡Somos los únicos sentados!
―No es cierto. Allá está Moody, ¿Lo ves? Está sentado y bebiendo―dijo Theo, señalando hacia el profesor, que parecía beber de una licorera.
Daphne respiró, ofuscada.
―Mira, si tanto quieres bailar, ve y baila. No sé por qué tengo que ir yo también.
―¡Porque eres mi pareja! ¡No me puedes hacer esto, Theo!, se supone que tienes que estar conmigo, bailar conmigo, hablar conmigo, ¡No apoltronarte en esa silla mientras todos los demás se divierten!
―A ver, creo que has malentendido todo―dijo él―. Yo cumplí, Daphne. Mandé traer un traje que "combinara" con tu vestido porque así lo exigiste, te compré un corsage porque eso dicta la costumbre para este tipo de eventos, vine a este baile sobre que era la última cosa que hubiera querido hacer y solo porque Snape nos obligó. Vine, bailé contigo junto a los campeones, te escolté a nuestra mesa y cenamos. Fue a todo a lo que me comprometí y lo hice. Ahora, que tú te enojes así solo porque me niego a saltar como un mono al ritmo de las Brujas de Macbeth, está de más. Te recuerdo que aceptaste los términos cuando decidimos venir juntos, no me digas ahora que confundiste un acuerdo con una cita.
El labio de Daphne tembló y respiró rápido de pura furia.
―¡Eres un fiasco!―le reclamó, mirándole como para matarlo, posiblemente arrepintiéndose de no haber llevado la varita y luego, estampando el tacón contra el suelo, chilló enojada, cogió la cola de su vestido y se marchó de la mesa, totalmente indignada.
Theodore ahogó un suspiro y frotó su cuello tenso. Minutos después, Blaise se sentó a su lado, frotándose la mejilla.
―¿Quién entiende a las mujeres?
―¿Qué hiciste ahora?―cuestionó Theo. Blaise le miró, ofendido.
―¿Por qué tuve que haber hecho algo yo?―protestó.
—Porque por lo general es así. Ahora dime qué le hiciste a tu cita—dijo Theo, enarcando una ceja.
Blaise rodó la mirada.
—Quedamos en que le ayudaría a pronunciar bien el italiano si ella me enseñaba pronunciar bien el francés; pero se ofendió cuando le dije que podía empezar enseñándome el beso francés. Y no solo eso; sino que me golpeó ¡Y encima se fue!
Theo le miró con total incredulidad.
―¿Qué? No hay nada mejor que un beso francés para romper el hielo. Se solucionarían más conflictos internacionales de esa manera—argumentó el moreno.
―Solo en tu mundo, Blaise. En el real, no creo que eso ayude mucho a la cooperación mágica internacional.
―Hablando de cooperación, ¿Y Daphne?
―No lo sé, se enojó y se fue. Supongo que debe estar con sus amigas diciéndoles lo malo que soy―dijo Theo, captando de reojo a Draco que se dirigía a la mesa, aparentemente irritado.
El rubio se desplomó en una de las sillas libres.
―Recuérdenme por qué demonios invité a Pansy al baile―se quejó―. La muy arpía celosa me armó todo un lío, dijo que esperara una carta de mi madre, que ella le escribiría hoy mismo. ¡Y no van a creer por quién es el jodido problema ahora!
―Granger―dijeron Theo y Blaise a la vez. Draco los miró con un ligero sonrojo en las pálidas mejillas.
―No ustedes también.
―Te le quedaste mirando boquiabierto y teniendo a Pansy de tu brazo, amigo―dijo Theo.
―Y hasta te babeaste―acotó Blaise.
―¡Que no la estaba mirando a ella!
―¿Entonces a Krum?―dijo Blaise aguantando la risa―. ¿Babeaste por Krum?
Draco lució como si quisiera estallar ahí mismo, abrió y cerró la boca, levantó un dedo, lo bajó, se pasó la mano por el cabello y al final, palideció.
―Merlín. Pansy se lo dirá a mi madre y ella se lo contará a Padre. ¡Padre me va a matar!
―Relájate, Draco. Pansy no hará nada―dijo Blaise, palmeando su hombro. Está en juego su vanidad. Créeme, se irá a la tumba primero antes que admitir que Granger te dejó sin aliento esta noche… y a la mitad de Hogwarts, si debo agregar.
—Me deshereda… primero me deshereda y luego me mata…—siguió lamentándose Draco.
Theo decidió que ya había tenido suficiente vida social para una noche. O un año. Daba lo mismo.
―Bueno. No es que me queje de la charla tan enriquecedora; pero ya rebasé mi tolerancia a todo este circo―dijo, poniéndose de pie―. Me voy a los dormitorios y, por favor, no lleven visitas esta noche. Lo digo por ti, Blaise.
―No prometo nada―dijo el moreno. Theo le miró severo―. Hey, no me odies por ser joven y bello. Me gusta vivir la vida. Además, ni que mañana tuviéramos que madrugar, las clases se pospusieron, ¿Recuerdas?
Theo exhaló un gruñido.
―Vive la vida cuando no compartas dormitorio con nosotros, Blaise―acotó Draco.
―A ustedes dos lo que les hace falta es un buen c…
―¡Blaise!
El moreno levantó ambas manos y sonrió pícaro.
―A ver, ¿Qué tal esto?, denme una, no, DOS. Dos horas para ver si pillo algo. En otras palabras, en dos horas podrán dormir como bebés en sus camas sin tener que preocuparse por mis… actividades extracurriculares. ¿Trato?
Draco y Theo intercambiaron miradas. Era mejor que nada o, en todo caso, lo mejor que obtendrían de Blaise.
―Dos horas―dijo Theo, enfatizándolo con un dedo en alto―. Iré a dar una vuelta o algo; ¿Vienes, Draco?
El rubio, quien había estado mirando hacia otro lado, asintió como autómata; pero luego espabiló.
―Ahm, creo que iré a escuchar a la banda un rato, nos vemos―acotó, perdiéndose entre los alumnos después.
Theo y Blaise le siguieron con la mirada. Curiosamente, no lejos de donde su amigo se "detuvo" a escuchar a las Brujas de Macbeth, el trío dorado de Gryffindor parecía tener una discusión.
―No estará espiando a Granger, ¿O sí?
—Nah… Ya sabes cómo es Draco, a lo mejor está queriendo jugarle alguna broma a Potter o a Weasley.
—Pues que de gracias que Pansy no está cerca o en serio cumplirá con la amenaza de escribirle a Lady Malfoy—dijo Theo y estiró su frac―. En fin. Dos horas, Blaise―advirtió de nuevo y se marchó del Gran Comedor.
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Cuando estuvo fuera, Theo sintió el alivio recorriéndole el cuerpo.
Por un momento, lamentó el no poder ir a su dormitorio de inmediato; pero se recordó que solo tendría que esperar un par de horas para dormir tranquilo y supuso que no era tanto sacrificio, considerando las horas que ya había tolerado en el baile.
Quizá lo mejor era matar el tiempo con un pequeño tentempié furtivo en las cocinas.
―¿Se dirige a algún lugar en especial, señor Nott?
Theo se contuvo de maldecir por lo bajo.
Snape.
¡Qué suerte la suya!
―Solo iba por un poco de aire fresco, señor. Temo que las grandes reuniones no son de mi gusto.
―Actividades innecesarias; pero ineludibles, por desgracia―dijo Snape―. ¿Asumo que la señorita Greengrass está al tanto de su…partida?
―Sí, señor, ella se ha marchado con sus amigas―mintió Theo.
―Bien. En otras circunstancias le dejaría seguir su camino, señor Nott; pero si lo hago, sería usted el único Slytherin, además de los primeros años, no presente en este… evento―dijo Snape mirando con desagrado hacia la puerta del Gran Comedor―. Asumo que no objetará si le doy una tarea, compensable con puntos, por supuesto.
Theo apenas varió su expresión. Era claro que no podía negarse ni queriendo.
—Diga usted.
Snape lució satisfecho. O todo lo satisfecho que podía mostrarse en sus distintos niveles de amargura.
—Al parecer hay algunos alumnos que están deseosos de sobrepasar cualquier sentido del decoro, necesito que sea mis ojos, tendrá la potestad de detenerlos y, por cada alumno atrapado usted recibirá puntos para su casa. Cinco por persona, ¿Suena bien?
—En otras palabras, patrullar.
—En efecto.
«Dos horas», se recordó Theo.
—Por supuesto, señor. Cuente con ello.
Definitivamente, patrullar los pasillos era mil veces mejor que tolerar un minuto más el bullicio del baile. Eso sin mencionar la posibilidad de entregar a uno que otro incauto y ganar puntos para Slytherin.
Así que se puso manos a la obra y se dirigió a inspeccionar el ala oeste del castillo.
Más tarde, con cinco alumnos pillados, dos de ellos metiéndole mano a alumnas de Beauxbatons y teniendo seguros al menos nos 25 puntos para su casa, Theo se dirigió muy relajado a Gran Comedor solo para dar su reporte y dar las buenas noches antes de irse a dormir por fin.
Fue entonces cuando la vio.
Tenía la cabeza husmeando por una rendija de la puerta del Gran Comedor, estaba descalza y llevaba puesto un volátil vestido de tul celeste pálido, ceñido únicamente a su cintura y a sus níveos hombros.
¿Un fantasma?, consideró. Parecía uno; pero ¿Quién…?
―¿Quién eres?―se le escapó y la chica dio un brinco. Sus ojos azules enormes y sorprendidos, su largo cabello rubio desordenado cayendo por sus hombros, las mejillas sonrojadas, posiblemente por el frío y quizá por el miedo.
Theo se quedó sin palabras.
―¡Viene el profesor Snape!―escucharon de pronto y Nick Casi-Decapitado atravesó el enorme portón―. ¡Por aquí, señorita Lovegood, sígame!
Y tan pronto el fantasma atravesó el pasillo, ella espabiló y se alejó corriendo.
―¡Oye, espera!―exclamó Theo en vano.
Luego el sonido de la madera pesada le hizo volver la mirada atrás y palidecer un poco al ver a Snape.
―¿Ocurre algo, señor Nott? ¿Algo interesante en los pasillos, quizás?... juraría que vi a alguien husmeando hace poco.
Theo abrió y cerró la boca sin entender por qué simplemente no acusó a la joven rubia.
Completaría 30 los puntos.
—¿Señor Nott?
—Ejem…—. Era ahora o nunca—. S-Solo el fantasma de Gryffindor, señor. Me… atravesó al irse.
Snape le miró sin creerle del todo; pero estando demasiado harto de perseguir mocosos calenturientos esa noche, decidió que ya era hora de un merecido descanso.
—Coma un poco de chocolate. Ayudará a la sensación.
Theo forzó una sonrisa cordial y luego recitó los nombres de los pillados infraganti sin remordimiento alguno.
―25 puntos para Slytherin por su labor. Ya puede ir a las mazmorras.
―Gracias, señor, eh… buenas noches―contestó Theo y fingió obedecer; pero en cuanto pudo, cambió el rumbo y se dirigió a las escaleras cambiantes, por donde había visto a la muchacha y al fantasma desaparecer.
Preguntando a los cuadros, recibió las señas precisas que lo condujeron a uno de los patios internos del castillo, a través de una gran puerta entreabierta.
―¡No vayas a salir muchacho, está comenzando a llover, vas a ensuciar nuestros pasillos!―escuchó la advertencia del cuadro de un duende malhumorado; pero salió de todos modos, usando su varita y un hechizo simple para crear una especie de paraguas.
No había dado tres pasos fuera cuando una risa cantarina atrajo su atención y, al girar la cabeza, atisbó el halo azulino del fantasma que buscaba; pero no fue eso lo que le desconcertó de nuevo; sino que, junto a Nick, la chica del vestido celeste parecía danzar.
No, no parecía, ¡Estaba danzando!, como posiblemente lo harían las personas antes de la decapitación del fantasma, dando giros, haciendo figuras con las manos, entrelazándolas sin tocarse. ¡Era surreal!
―¿Lo hago bien?―preguntaba ella mientras entonaba una melodía a modo de acompañamiento.
A Theo se le asemejó mucho a la tonada del baile de los campeones.
―Divinamente, mi lady. Ah, hace mucho no disfrutaba de una noche tan encantadora―dijo el fantasma, esforzándose porque en cada giro no se le fuera a despegar la cabeza.
Sigilosamente, Theo fue avanzando y ocultándose tras algunas estatuas decorativas de hipogrifo. El otro par estaba tan ensimismado en su extraña danza que ni siquiera notaron la magia protegiéndolo de la lluvia y eso, él lo aprovechó para analizar a la muchachita de hito en hito.
¿Qué lo había llevado hasta ese lugar? No lo entendía, como tampoco entendía la lógica en lo que veía ni en el por qué no se marchaba de ahí.
Solo podía observarla.
Su cabello revoloteaba a la par que ella lo hacía, su vestido comenzaba a adoptar un tono más oscuro y sus pies descalzos estaban un poco sucios; pero la felicidad en su cara casi era contagiosa. Era como ver a un hada a la que solo le faltaban las alas.
Pequeña, atrayente, mágica.
Pronto, Theo se descubrió sonriendo, acomodado tras el ala de la estatua y con el rostro apoyado en una mano. El ruido de la lluvia acompañando el canto de la muchacha parecía llevarse el estrés y ya ni el frío le incomodaba, de hecho, comenzaba a pensar que podía quedarse ahí toda la noche. Hasta que…
¡Splash!
―¡¿Te hiciste daño, querida?!
Nick Casi-Decapitado levitaba sobre la muchachita, quien se había resbalado y yacía de costado sobre el suelo de piedra, sujetándose el tobillo―. Oh, creo que eso no se ve bien. Será mejor ir por ayuda.
―No es nada grave, tranquilo―dijo ella e intentó pararse; pero al escuchar pasos giró el rostro por sobre su hombro hallando al chico que por poco la había pillado en las puertas del Gran Comedor.
La lluvia que comenzaba a arreciar, de pronto dejó de bañar sus brazos y el pequeño espacio donde estaba.
―¡Oh, enhorabuena!―exclamó Nick―. Brazos fuertes dónde y cuándo se necesitan. Rápido, jovencito, ayude a la señorita Lovegood. Necesita ir a la enfermería.
Cuando Theo escuchó el apellido de la chica de nuevo, al fin ubicó quién era. Luna Lovegood o "Lunática", como los mismos Ravenclaw se habían encargado de apodarla. La bruja más rara que Hogwarts hubiese visto luego de Trelawney.
«Otros cinco puntos para Slytherin, y por lo menos 20 menos para las águilas, Theo, ¿Qué tanto tienes que pensar?», consideró por un momento.
―Vienes a llevarme con el profesor Snape, ¿Verdad?―dijo ella, de repente, sus grandes ojos azules le volvieron a atravesar el alma―. Está bien, no me opondré, solo… por favor no le digas que Sir Nicholas me ayudó. Todo fue idea mía.
Y, por segunda vez en el día (En su vida, de hecho). Theodore Nott no sintió el menor deseo de sacar provecho de la situación. No, de hecho, casi lamentaba ver la incertidumbre en el rostro de la muchacha y el hecho de que quisiera proteger al fantasma le pareció tierno.
Detuvo sus pensamientos en el momento en que comenzó a sentirse como un puñetero Hufflepuff.
Lo mejor era terminar con todo aquello, así que tenía dos opciones: Uno, dar media vuelta e irse, haciendo de cuenta que el extraño encuentro no había sucedido. O Dos…
―Póntelo―dijo antes de concientizar que se había quitado la túnica negra y se la había extendido a ella.
Hasta ahí había llegado el ímpetu. Ahora no sabía qué más hacer; pero una cosa era segura: Salazar Slytherin debía estarse revolcando en su tumba.
―¿A quién se le ocurre salir a bailar en la lluvia?, y encima descalza. Debe ser cierto que eres la excepción a la regla entre los Ravenclaw, ¿no?
«Mucho mejor», se felicitó, sintiendo resarcido en algo la reputación que todo buen Slytherin debía de mantener.
―Oh, yo no diría que la excepción. Solo soy una Ravenclaw un poco diferente―le respondió Luna, descolocándolo―. Ser diferente no es malo―continuó mientras se ponía la túnica de Theo sobre los hombros y metía los brazos por las mangas.
―Lo es cuando te pone en riesgo―dijo él―. Si tanto querías bailar, debiste hacerlo como la gente normal en el Gran Comedor.
―La señorita Lovegood no pudo asistir al baile por su edad y porque nadie fue lo suficientemente listo para llevarla―defendió sir Nick―. No me pareció justo que priven a aquellos que disfrutan de este tipo de eventos, por eso cuando la vi observando me ofrecí a enseñarle una danza de mis años mozos.
Theo enarcó una ceja y miró a la muchacha, algo burlón.
―Así que observabas a escondidas y para hacerlo te vestiste de gala. ¿Qué pasó?, ¿por las prisas olvidaste los zapatos en tu baúl?
―Solo tenía curiosidad. Y no. Lo que pasa es que los nargles escondieron mis zapatos, siempre lo hacen y seguro hubieran hecho lo mismo con mi vestido si no lo hubiera escondido en la funda de mi almohada―dijo ella con simpleza, acariciando la tela―. Mi papá me lo envió cuando supo que habría un baile, solo por si acaso. No quería escribirle y decirle que no pude usarlo. Fue de mi madre, ¿sabes? Ahora podré decirle que me quedó y que se vio muy bien junto a la decoración del Gran Comedor. Todo estaba precioso. Seguro será una buena nota para "El Quisquilloso".
Algo incómodo se movió en el pecho de Theo y desvió la mirada, apenado por haber estado ideando una forma de burlarse de la chica. Si existía algo sagrado para él era cualquier asunto relacionado con las madres.
―Oh, ahora entiendo que estuvieras aquí tanto tiempo, esta tela es especial, ¿Verdad?―dijo Luna de repente, sonriendo de gusto mientras metía las manos en los bolsillos de la túnica―. Abriga al instante.
―Está diseñado para acoplarse a los climas en los que…―pausó Theo―. Oye, espera un segundo, ¿hace cuánto sabías que estaba aquí?
―Desde que entraste al patio, Theodore Nott―dijo Luna. Él sintió sus mejillas tibias al instante y rogó a Salazar que ella pensara que era por el frío.
―¿Cómo sabes mi nombre? Nunca hemos hablado hasta hoy―le repuso, intentando sonar desconfiado.
No supo si fue disgusto o embeleso lo que sintió cuando ella le sonrió.
―Bueno, no pasas tan desapercibido como piensas―le dijo Luna y acomodó un mechón de cabello húmedo tras su oreja, revelando la figurilla de un pendiente con forma de rábano.
―No es que quiera inmiscuirme donde no me han requerido; pero, ¿No creen que sería mejor continuar esta charla dentro del castillo? ―habló sir Nick, revoloteando sobre ellos―. El tobillo de la señorita Lovegood comienza a hincharse.
Theo curvó la boca, incómodo. La sugerencia de Sir Nicholas era un completo llamado hacia él.
«Bien, supongo que no va a pasar nada solo porque la ayude esta vez», se dijo; pero cuando se dispuso a tomarla en brazos y sintió sus brazos alrededor de su cuello, oyó a Sir Nicholas exclamar:
―¡Pardiez! Esto no será bueno.
Luna y él giraron la cabeza al mismo tiempo y palidecieron al reconocer al hombrecillo traslúcido que les observaba, frotándose las manos desde la entrada del patio.
Esa sonrisa macabra de oreja a oreja auguraba lo peor.
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¡Hola!
Un saludo feliz a todos los que le den una oportunidad a este fic. También estaré publicándolo en wattpad y AO3. El perfil donde lo encontrarán es con el mismo nombre aquí: Paola Alarsil.
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ESPACIO PUBLICITARIO
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También he escrito una novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.
Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.
Lo encuentro como:
"Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.
