CAP 3

"Un Acto de Debilidad"

.

.

.

La mañana había llegado fresca, con una suave brisa que llevaba el aroma de una posible lluvia cercana aunque de cuando en cuando los dorados rayos del sol conseguían colarse por entre las ramas y hojas para mostrar pequeñas motas cálidas sobre el suelo oscurecido por la humedad; aunque el mago era más que capaz de invocar un hechizo para calentarlos a ambos no quería llamar más la atención del resto de la comunidad mágica sobre todo, a sabiendas de que los seguidores de su ex esposo no se encontraban demasiado lejos y que de la misma manera los miembros del ministerio de magia de aquel país ya estaban alertas por la desaparición de muchos de sus aurores.

Aquello lucía mal por donde quiera que lo viese y como se topasen los dos grupos de magos al mismo tiempo en sus intentos de captura de aquel extraño sujeto, aquel bosque se terminaría convirtiendo en un campo de batalla sangriento del que nadie saldría ganador, eso era seguro.

Así que mientras menos magia pudiese utilizar, mejor.

El Dumbledore se retiró los gruesos guantes de piel por unos momentos para frotarse los helados dedos y calentarlos un poco, soplando por entre las manos antes de volver a realizar aquel movimiento de una contra la otra y luego, volver a ponerse las prendas para retener el poco calor que había provocado.

Su culpa por tener ese gusto de a veces comprar ropajes muggles llevado por sus diseños y colores tan diferentes y resaltantes por encima de lo que solían crear los magos de su época. No eran precisamente convenientes en situaciones como aquella pero le gustaba la clase que mostraban y la forma en que lucían; un gusto culposo y un atisbo de vanidad que podría confundirse para algunos como "prepotencia" según palabras de su arisco hermano menor cada que se reunían a cenar principalmente por su propia insistencia para recibir al llegar una mirada fría que le recorría de arriba abajo con sus ojos azules entrecerrados.

Era el pequeño precio a pagar por sus intentos de recuperarlo aunque fuese un poco, quería pensar.

Sin embargo…

Aún no había pensado qué haría con aquel nuevo compañero de viaje que había recogido la noche anterior en un impulso de ayudarlo sin pensar realmente en lo que seguiría o dónde lo dejaría. Era evidente que no había agradecido demasiado ni su presencia ni su apoyo pero sencillamente, seguía con aquel sentimiento de que no podía dejarlo atrás; era como conocerle de hacía demasiados años sin recordar exactamente de dónde pero sabiendo que estaban conectados de algún lado.

Quizá lo recordaría con el pasar de los días pero en lo que llegaba aquel momento y con un fuerte dolor de piernas por la mala posición que había tomado al dormir en el duro suelo de tierra y hojas húmedas, se alzó torpemente sobre sus pies para luego hacer crujir suavemente su espalda y emitir un pequeño quejido.

-Albus Dumbledore, en verdad te estás volviendo viejo -dijo para sí mismo dejando escapar un suspiro cansino al tiempo que aprovechaba las manos colocadas en su cadera hacia la espalda para doblarla suavemente hacia atrás volviendo a emitir un quejido para finalmente, parpadear y voltear hacia atrás, hacia el punto donde había acomodado la noche anterior al joven herido para que pudiese reposar y recuperarse un poco y que ahora clavaba sus orbes rojizas sobre su espalda.

Un pequeño escalofrío lo recorrió, no se había dado cuenta de que ya había despertado y de que silenciosamente le había estado observando sabría Merlín desde qué momento.

-Buenos días. Me alegra ver que te encuentras un poco mejor -aventuró cerrando los ojos por unos momentos al tiempo que sonreía suavemente sin que la mirada o sus expresiones variasen en lo absoluto; el hombre de cabello castaño-rojizo carraspeó un poco haciendo una mueca y volteando la mirada en otra dirección mientras que se rascaba distraídamente la nuca, no estaba muy seguro acerca de qué hacer con aquel sujeto que permanecía tan silencioso como una figura de porcelana

Y la verdad era… que no le agradaba mucho aquello. Tampoco era como que apreciase a las personas parlanchinas, a su modo de ver las cosas todo tenía su momento y su lugar y aunque no hacía menos a una buena plática interesante o que le hiciese reír… por qué no, algo que alborotase un poco cuando la situación lo requiriese, también agradecía el educado silencio de los pensamientos o la tranquilidad que otorgaban los estudios que le significaban un acumulado extra de conocimiento al lado de una buena taza de té caliente.

Pero aquello era muy diferente. Los ojos del más joven le atravesaban y le observaban minuciosamente, casi como si pudiese leer a través de él y por unos instantes de forma distraída se apretujó un poco más contra la silueta el saco gris azul que demarcaba su figura al tiempo que entendía finalmente lo que Horace Slughorn clasificaba como "mirada que te sacaba toda la información sin tener que hablar" y que solía indicarle que resultaba muy incómoda en aquellos a los que el profesor de Defensa observaba con atención. Jamás se le ocurrió pensar que llegaría el día en que recibiese una dosis de su propio tratamiento para con los demás y comenzó a replantearse el escuchar un poco más a sus amigos y compañeros de trabajo en lo que se refería a aquellas cuestiones.

Pero mientras tanto…

Un muy leve destello de curiosidad pareció nacer finalmente de la mirada del hombre recostado contra una de las grandes y toscas rocas que ayudaban a protegerles de cualquier viento y un pequeño suspiro por el aire retenido brotó de los labios del Dumbledore; bueno, al menos podía saber que aquella persona definitivamente estaba viva y que podía mostrar expresiones tan humanas como el interés en lo que se encontraba haciendo, aunque fuera por incomodidad ante su falta de habla.

-Supongo que no voy a sacarte nada, cierto? -el profesor dejó escapar un pequeño quejido lastimero, casi colgando los brazos por delante de su posición volviendo a llamar la atención del otro hombre -quizá ni siquiera hablas inglés -musitó más para sí mismo alzando la mirada algo irritado consigo mismo al no haber pensado en ello mientras que la otra persona volvía a cerrar los ojos y se recargaba hacia atrás -pero no creo equivocarme. Tu basilisco no hubiera podido entenderme de otra manera -razonó antes de parpadear un par de veces y luego, voltear en todas direcciones -dónde está tu basilisco? -soltó esta vez con algo de alarma pensando en la enorme serpiente que podría estar provocando más problemas mientras que él estaba tratando de evitarlos

El mago en el suelo abrió los ojos y volvió a mirar al hombre con barba que parecía realmente alarmado por la ausencia de su serpiente gigante y de alguna manera aquello lo intrigó.

No era como que no supiese de quién se trataba el profesor de Hogwarts que en aquellos instantes parecía llevarse las manos a la cabeza, casi decepcionado por su propio descuido mientras daba pasos distraídos en direcciones aleatorias como si en algún momento fuese a percibir las escamas de la criatura por entre los resquicios de los árboles y creía tener una idea bastante acertada sobre su personalidad y sobre el porqué hacia las cosas que hacía; de hecho… el tenerlo delante sin haber tenido que ir a buscarle cómo solían ser sus planes desde que comenzase con su propio viaje hacía más tiempo del que podía contar le había resultado maravillosamente conveniente, casi como si los hados le sonriesen para que llevase a cabo su misión y condena. Satisfactorio pero al mismo tiempo… irreal.

Si, irreal.

Porque Albus Dumbledore definitivamente no podía ser aquel hombre joven con lo que le parecía un asomo multicolor de barba y que miraba en todas direcciones con tal alarma que casi parecía cómico.

Esa imagen sencillamente, chocaba con cualquier idea preconcebida acerca de aquel sujeto.

Y justamente ese mago de ojos azul intenso ahora se movía en círculos dentro de los límites de aquel diminuto resquicio de claro casi en pánico, maldiciéndose internamente por todo lo alto al haber estado tan sumido en sus propias lamentaciones que había olvidado el detalle de la enorme bestia reptiliana asesina que seguramente volvería a matar pero esta vez bajo su cuidado; finalmente, Albus Dumbledore se frenó bruscamente con un leve dolor de cabeza al detener el flujo de ideas que golpeaba dentro de su cráneo, tratando de aclarar su mente y enfriar sus ideas para lidiar con el problema que se le encimaba cual dragón a punto de abalanzarse sobre su presa.

Estaba a punto de entrar en un fuerte quiebre, antes de darse cuenta le pareció que todo a su alrededor se le derrumbaba encima propiciado por el hombre que en aquellos momentos planeaba la mejor manera de destruir su mundo y un suave quejido de pánico escapó de sus labios, palideciendo.

Tenía que controlarse. Tenía que hacerlo, era Albus Dumbledore, nunca había perdido su esencia antes y no comenzaría en aquellos instantes.

Entonces porqué sentía que se estaba quedando sin aire?

El hombre en el suelo seguía observándolo con atención y por unos instantes su gesto cambió a uno preocupado. A menos que su imaginación se hubiera decidido a ser muy activa en aquellos momentos, estaba presenciando a quien todos consideraban el hechicero y el hombre más poderoso e inteligente de todos los tiempos después de Merlín, comenzar a tener un ataque de ansiedad; podía verle sudar frío y tragar pesado, en un estado lamentable por el cuál más de un mago tenebroso daría la mitad de sus poderes con tal de poder usarlo como arma emocional.

Era una oportunidad única en la vida, única en toda la eternidad… y no podía usarla. No era así como deseaba llevar a cabo sus planes. Así que con un movimiento de dedo, el hombre de cabello azul ondulado intentó llamar la atención del profesor que ahora se tallaba los párpados con una enorme angustia, como si con ello intentara dejar pasar las sensaciones que oprimían su pecho; al no conseguir su cometido, el mago en el suelo se llevó una mano de forma lánguida al interior de su enorme capa y por unos instantes dudó.

Aquel era un acto de debilidad. Era una acción más adecuada para el hombre que había dejado atrás y por el que se había iniciado en aquel viaje y junto al que había muerto su "Yo" anterior.

Pero con tan solo dar una nueva mirada al profesor que tenía delante, el movimiento de su mano continuó su trayecto para tomar aquello que guardaba consigo. Internamente se burló de sí mismo al darse cuenta de que la única motivación que había necesitado había sido el observar la mirada azul claro del mago de pie y que parecía haberse ido muy lejos a donde no le podrían alcanzar y donde no pasaría mucho tiempo antes de desvanecerse; y sin embargo lo que le había llevado al punto de inflexión para actuar de aquella manera a pesar de sus planes internos había sido… el muro que el otro mago había alzado frente a sus ojos.

Aquella repentina barrera entre la realidad y sus sentimientos había sido muy evidente aún y tan solo observándole de lado.

Tal y como si una enorme pared de gruesa piedra antigua hubiese aplastado las emociones y el fluir del dolor dentro de su corazón, generalmente amarrados con una correa tensa para no mostrarse.

Pero para él habían sido tan claras como el observar las piedrecillas blancas a través del agua quieta y limpia en un estanque.

Albus Dumbledore alzó el rostro por unos instantes obligándose a respirar profundo para calmar su angustiado y acelerado corazón percibiendo como de poco en poco las manos heladas parecían ayudarle a concentrarse en lo que tenía por delante aquel día; tenía que olvidarse de Gellert Grindelwald y el daño silencioso que le había dejado al abrirle la vieja herida de forma tan abrupta y violenta. No iba a negar que había intentado haberle regresado el favor con creces, una antigua mala costumbre que había estado tratando de retirarse al darse cuenta de aquello en lo que estaba cayendo pero… seguía doliendo. Seguía ardiendo como una herida hecha con un atizador al rojo vivo, cada vez que su rostro hastiado, fastidiado y victimizado aparecía para verle hacia abajo, para hacerle sentir como una basura por atreverse herirlo cuando él le amaba más que a nada y a nadie.

Y quizá por eso dolía.

Porque para él… Gellert siempre había sido todo.

Un pequeño sonido le hizo dar un pequeño respingo y abrir los ojos para entonces, encontrarse con un pequeño rectángulo colorido que flotaba delante suyo, reconociendo inmediatamente el logo aunque… el material y los colores eran distintos, mucho más vivos y vibrantes de lo que él reconocía.

Muy despacio, tomó aquello y alzó una ceja encontrándose leyendo las líneas por detrás de aquel extraño empaque para después, voltear a ver al mago en el suelo que parecía mirarle con un gesto levemente más suave del que había mostrado anteriormente por lo que se maldijo a sí mismo con irritación internalizada; parecía que había sido demasiado evidente al final terminando por preocupar al otro mago que en esos momentos mostraba sus dedos levemente alzados en un reflejo de la magia que había utilizado para hacer flotar aquella golosina y dejarla a la altura de su vista.

-Chocolate? -Albus de obligó a sonreír en un intento por mostrarse diferente a lo que había dejado ver ante la mirada del mago sentado en el suelo -te lo agradezco aunque… para desayunar quizá deberíamos buscar algo un poco más nutritivo -se rió entre dientes -no me siento con muchas ganas de chocolate en estos momentos pero te lo agradezco -aseguró para entonces, notar como su silencioso compañero parecía alzar ambas cejas de manera que enfatizaba su mirada como queriendo decir algo

Una pequeña gota de sudor frío cayó por la parte posterior de la cabeza del profesor, comprendiendo que era lo que quería aquel.

-Quieres… que yo…? -comenzó a cuestionar y los ojos rojos del más joven descendieron hasta el dulce para luego, volverle a observar con intensidad -bien. Por cortesía -dijo con un suspiro cansino. Si ya le había visto de cierta manera con su pequeño ataque de pánico dudaba que fuera a criticarle o a irritarse por aquella sentencia -nuevamente… te lo agradezco -dijo para enfatizar que su molestia no era con este y entonces, abrió aquel extraño empaque, mucho más delgado de a lo que estaba acostumbrado y observó el chocolate brillante con el logo de Honeydukes marcado al centro.

Emitió un nuevo suspiro antes de darle una pequeña mordida y mover brevemente la cabeza de lado, como juzgando el sabor de la tableta y luego, tomó un trozo un poco más grande.

-Bastante bueno. No sabía que habían creado algo nuevo, sigue siendo la receta original pero aún así, tiene unos sutiles cambios muy agradecidos -admitió y le pareció por unos segundos que el peso dentro suyo se desvanecía suavemente, sin hacer brusco el cambio -gracias

Finalmente dijo con sinceridad lo que provocó que por un instante la sorpresa se viese reflejada en el hombre sentado en el suelo que pareció ruborizarse muy apenas y apartó la mirada, casi avergonzado consigo mismo.

-Qué sucede? -preguntó el Dumbledore mordiendo otro pequeño trozo sin apenas darse cuenta -dije algo malo?

El mago de ojos rojos negó un par de veces con la cabeza para luego, volver a suavizar la mirada y voltear a verle antes de inclinar muy apenas la cabeza hacia delante, un gesto muy refinado, antiguo y educado para responderle con un discreto "de nada" al profesor que finalmente se sintió con el ánimo suficiente para esbozar una sonrisa que ya no estaba forzada; no era ni plena ni luminosa como las que solía utilizar para deslumbrar o para cubrirse ante otros magos, era una cansada, sencilla pero honesta ante aquel pequeño acto de amabilidad recibida por la persona a la que había ayudado la noche anterior.

-En fin… deberíamos de concentrarnos en recuperar a tu enorme amiga antes de que tome la decisión de devorarse a todo el escuadrón de aurores letón, ahora que he visto en especial que ha habido unos cuántos grupos de magos que se han apersonado en estos días para buscarte -se rió en un intento de sonar un poco más animado de lo que sentía mientras volvía a morder un poco de aquel chocolate… de alguna manera, el hacer aquello le estaba haciendo sentir levemente mejor a pesar de que prefería por mucho sus propios caramelos de limón, aquello no le molestaba realmente -has llamado la atención más de lo pretendido me parece -apuntó dando unos pequeños pasos hacia el mago que volvía a observarle con un gesto pensativo y casi neutro; el Dumbledore se metió una mano libre en el bolsillo de su saco antes de volver a hablar mientras sacudía la cabeza como parte de sus ademanes acostumbrados -podría intentar calmar a los que vienen de parte del Ministerio de Magia en este país aunque tengo que admitir… que es algo difícil el justificar que una enorme serpiente tenebrosa se haya comido a los suyos

Se rió con un poco más de tono mientras el otro continuaba observándole sin parecer reaccionar

-En fin, tampoco es como si mi propio Ministerio de Magia fuese a ayudarme, me odian en su mayor parte -suspiró con desgana para luego notar cómo el más joven alzaba nuevamente una de sus manos, casi con flojera pero con toda la intención de hacerle acercar; el hombre de cabello castaño rojizo arrugó el envoltorio de chocolate ahora vacío y lo guardó antes de frotarse ambas manos con nerviosismo y avanzar hacia quien seguía sentado en el suelo -sucede algo? Tienes algún dolor?... lo mío no son los hechizos curativos debo de admitir pero de todas maneras podría intentar algo, supongo…

El mago en el suelo volvió a mover los dedos para indicarle que se agachase para acto seguido, mostrar con la palma hacia arriba una mano enguantada que en sus mejores días debía de haber sido una tela blanca pristina pero que en esos momentos se mostraba con un aspecto sucio por las manchas de lodo obtenidas seguramente al tener que descender al suelo para reposar sus heridas (como fuera que las hubiese recibido) y mostrando lo que parecía un pequeño tubo de ensayo con tapas metálicas a ambos lados y conteniendo un líquido ambarino brillante que le daba un aspecto sobrenatural a aquel objeto; el mago se acercó con interés y se colocó de cuclillas para ver mejor lo que el otro le mostraba, comenzando a notar las runas doradas grabadas sobre el cristal de aquel contenedor en cuyo interior flotaba…

-Por las Barbas de Merlín! -exclamó el mago abriendo grandemente los ojos al darse cuenta de que dormida y enrollada apenas suavemente como si se tratase de un pequeño resorte se encontraba el basilisco, con los ojos cerrados y mostrando un gesto bastante apacible, como si lejos de tratarse de un ser vivo fuese un pequeño adorno llamativo tal cuál los creaban por entretenimiento los muggles. Sin pensarlo y sin preguntarse la opinión del dueño de aquello extendió la mano para revisar aquella ampolla más de cerca ante la mirada del más joven al tiempo que la fina cadena de plata desde donde el objeto colgaba, tintineaba suavemente y dejaba ver otras ampollas similares con algunas criaturas más, consiguiendo observar lo que parecía ser un unicornio en un tono completamente oscuro y una criatura similar a una sabana negra que se removía en sí misma y un par más sin que pudiera notar los seres que llevaba en su interior.

Suavemente dejó ir aquel objeto entre sus dedos asegurándose de recordar aquellas runas que parecían hablarle desde el fondo de algún recuerdo que no conseguía recuperar mientras que el hombre de ojos rojos le observaba con curiosa atención, como si estuviese esperando alguna reacción por su parte; Albus Dumbledore paseó su mirada azul por aquellos contenedores diminutos al tiempo que el joven sentado en el suelo se tomaba el tiempo de analizar todos los detalles de su rostro y sus reacciones, aguardando, paciente como si buscase algo en sus gestos o movimientos… finalmente la voz algo baja del profesor de Hogwarts se dejó escuchar mostrando su sorpresa por lo que tenía delante y ahora entendiendo el porqué aquel sujeto no parecía tan preocupado como él por la situación del basilisco.

-Es… un método muy creativo para llevar contigo a tus compañeros de viaje, lo admito -dijo sin percatarse de la expresión que había compuesto el mago delante suyo que había alzado una ceja, casi como si el Dumbledore hubiese soltado la palabra "mascota" aunque parecía estar seguro de que esa era la idea en el profesor -conozco a un mago, un magizoologo que tiene su método para llevar a sus criaturas con él pero por supuesto, no creo que le gustaría de llevarlas de esta manera, después de todo a él… bueno, a él le gusta salvarlas en sus propias palabras -comentó con ligereza pensando en lo mucho que haría enojar al Scamander de ver al otro mago manteniendo a aquellos seres en las ampollas. Fue entonces que se percató de la manera en la que el otro había entrecerrado los ojos -eh?... dije algo que te molestase?

En respuesta los ojos rojos del más joven se estrecharon aún más sin embargo su mirada se dirigió en otra dirección confundiendo enormemente al Dumbledore que se sintió incómodo ante aquello; realmente no había pretendido irritar a aquella persona y aún si repasaba sus palabras no encontraba algo que hubiese podido causar aquella reacción. E incluso aunque podía tratar de leer la mente del otro mago sin que este lo notase algo en su interior le decía que por el momento lo mejor sería dejarle por la paz.

No se conocían. No sabía realmente quién era aquel joven y no era como que debiese preocuparle cuando había muchas más cosas a las cuáles ponerle atención.

Una de ellas y para su desgracia… era el encontrar y derrotar a quien había sido el amor de su vida y que de alguna manera en aquellos momentos le hacía anhelar la muerte con tanto desespero que se asustaba a sí mismo.

Porque estar con vida dolía más que dejarla.

Y sin embargo al siguiente segundo aquellas ideas y pensamientos le habían abandonado nuevamente de golpe al percatarse de cómo el otro parecía desvanecerse con suavidad, los párpados cayendo un poco como si fuese a quedarse dormido de un segundo a otro pero al mismo tiempo, luchando contra aquello; casi por instinto el mago de mayor edad comenzó a revisarle tanto en fuerza mágica como en los cortes que eran evidenciados por las prendas enrojecidas a pesar de lo oscuro de las telas que las conformaban apenas consiguiendo una reacción en el otro que por un instante pareció luchar contra él.

-No hagas eso -pidió el Dumbledore esta vez auténticamente preocupado al tiempo que apenas con fuerza y en medio de su inconsciencia quien tenía delante luchaba para no terminar por desmayarse delante del profesor, cómo si realmente el hecho de ser observado de aquella manera fuera a serle perjudicial -Merlín, olvidé lo herido que estabas y que no has recobrado tu magia… en verdad estás tan mal que el hacer flotar el chocolate te dejó tan agotado? -soltó el hombre de ojos azules percibiendo la obvia irritación del otro a pesar de todo y cómo este se obligaba a dirigirle una mirada lánguida pero fría por entre los párpados

El mago de cabello castaño rojizo resopló un poco para entonces, darle una palmada en la frente al otro tal cuál a veces solía hacer con sus alumnos más problemáticos en un intento juguetón de llamarles la atención, lo que hizo que ahora el otro le viese con sorpresa y extrañeza, casi como si fuese la primera vez que alguien hacía un acto de aquellos en su persona o como si no supiese cómo interactuar de forma humana con otros; por un instante, el Dumbledore notó al fondo de esa mirada algo parecido a la nostalgia y al reconocimiento para luego, que aquella pequeña chispa de vida pareciese oscurecerse con algo parecido al dolor.

Y pudo sentirlo. De alguna forma, había podido sentir aquello porque en el fondo de su ser reconocía aquel sentimiento como uno que le había estado acompañando últimamente.

Uno de pérdida.

-Confía en mí -suplicó con voz suave al tiempo que se sentaba al lado del otro que parecía observarle a duras penas -por favor

Y de alguna manera, aquella petición que rogaba en silencio lo consiguió. Mirándole como si le resultase demasiado extraño y perturbador el escucharle pedir de aquella manera algo tan insignificante como la confianza momentánea en su persona, el mago en el suelo emitió un suspiro profundo y se dejó ir, cerrando los ojos y apoyándose del todo en la superficie detrás suyo; el hombre mayor le observó en silencio durante algunos momentos, pensando en lo que acababa de suceder para luego, tomar aire profundo y proceder a separar con cuidado las prendas desgarradas de las heridas en los brazos para poder observarlas y limpiarlas adecuadamente.

Aún estaba bastante descolocado por lo sucedido momentos antes, como si los comportamientos del otro y sus cambios de actitud tan rápidos lo tuviesen demasiado confundido pero no quería concentrarse en aquello por el momento.

Se iría al grupo de detalles que en aquellos momentos iba juntando para ir averiguando de poco en poco algo más de su misterioso acompañante.

-Parece que no soy el único que esconde cosas interesantes sobre su vida, cierto? -dijo el Dumbledore emitiendo un ligero silbido bajo al descubrir el primero de los cortes sangrantes en el otro para luego, verle el rostro agotado y ajeno al mundo que lo rodeaba -por Merlín, chico. Quién fue el que te maldijo de esta manera?

.

.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::TBC::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

REVIEWS

Para mi lindo comentario anónimo: como ves, he actualizado Breathing y espero volver a hacerlo pronto TuT. Muchas gracias por tus reviews en este fanfic, igual me animaron al ver que los tenía en esta historia jijiji. De todo corazón, GRACIAS