Capítulo 26
Rosalie POV
Forks, Washington
Desabroché mi cinturón de seguridad.
Caí sobre el techo, el coche se había dado vuelta.
–Ouch –lastimé la palma de mi mano con los vidrios rotos.
Observé a Bella que estaba aún sujeta al cinturón, inconsciente.
–¡Demetri! –exclamé dirigiéndome hacia delante para que me ayudase.
Tosió escupiendo sangre.
–¡Tu pierna! –me horroricé al ver que su pierna había quedado atascada, y tenía una fractura expuesta a la altura de la rodilla.
–Toma el arma, el arma –repitió acelerado.
No parecía sentir dolor con la adrenalina del momento.
Revisé a Leah preocupada, le caía un hilo de sangre por la frente.
–¡Oye, despierta! ¡Mírame! –desajusté su cinturón y la bajé con cuidado.
Bella comenzó a quejarse.
–¿Qué pasó? ¿Qué mierda pasó? –gritó temblando.
–¡Espera, Bella! –fui hacia atrás para asistirla.
Sus ojos reflejaban terror.
Una vez que solté su cinturón, cayó de costado.
–¿Mi bebé? –preguntó revisándose el vientre, preocupada.
Abrí la puerta dándole una patada, necesitaba pedir ayuda.
–¡El arma, Rosalie, el arma! –chilló Demetri con insistencia.
–¡Ya voy, joder!
Al salir fuera, vislumbré un hombre asomándose por el barranco.
–¡Oiga, ayúdenos, por favor! –supliqué poniéndome de pie.
Deslizó un arma fuera de su chaqueta y me apuntó.
–Ahhhhhhhh –me metí dentro del coche desesperada cuando disparó.
–¡La puta arma! –Demetri estiró su brazo hacia la guantera.
–¿Qué rayos pasa? –Bella cubrió sus oídos perdiendo la cordura.
Con dificultad me arrastré hacia la guantera.
–¡Quítale el seguro! –ordenó Demetri retorciéndose de dolor.
–¡Yo nunca usé un arma! –la observé atónita.
–Mantenla firme, y dispara, el cargador está completo –indicó.
–Yo… yo…
Se oyeron dos disparos, las balas chocaron contra la chapa trasera del coche.
Bella se acurrucó en un rincón.
–¡Fuck! –me puse delante de ella, y apunté con el arma hacia la puerta, esperando que el hombre se hiciera presente.
El instinto de supervivencia se apoderó de mi cuerpo.
Rodeó el coche sigilosamente, oía sus pasos crujiendo en la hierba.
Tenía las manos resbaladizas por el sudor y los nervios, le quité el seguro y esperé a vislumbrar su rostro.
Se inclinó frente a la puerta.
Cerré los ojos, disparé a ciegas hasta vaciar el cargador.
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Edward POV
Nueva York
Minutos previos
–Tienes que ayudarme –contacté a Emmett, debíamos actuar rápido, antes de que Bella cometiera un terrible error.
–¿Qué necesitas?
–Tu hermana acaba de romper la ley, fugándose a Forks para buscar una evidencia que según Sam Uley, la exonerará.
–¿Qué? ¿Es broma?
–No, ojalá lo fuera.
–¡Es una estúpida! ¿Cómo puede confiar en Uley? –gruñó.
–Necesito que me acompañes a Forks, acabo de conseguir un jet privado.
–Por supuesto, iré contigo, bro.
Seis horas más tarde
Aeropuerto de Seattle
En cuanto bajamos del avión, insistí llamando a Bella.
–¿Sigue sin responder? –Emmett tampoco lograba comunicarse con Rose, era como si sus teléfonos estuvieran apagados.
–Algo está mal, lo presiento –froté mi pecho con incomodidad.
–Hay que ir a casa de Uley y enfrentarlo.
Rentamos un coche en el aeropuerto, y nos dirigimos a Forks.
Pasamos el cartel de bienvenida, y unos metros más adelante nos encontramos con una larga fila de coches.
–¿Qué sucedió aquí? –preguntó Emmett curioso bajándose del coche.
–Ve a chequear –señalé.
Al volver, declaró que el embotellamiento era causado por una grúa que acarreaba una camioneta.
–¿Habrá habido un accidente?
–Eso creo.
Avanzamos lentamente, una patrulla policial custodiaba el guardarraíl destrozado a un lado del camino.
–Por favor conduzcan con cuidado, la curva es peligrosa –indicó un oficial deteniéndonos.
–¿Un coche cayó por el barranco?
–Sí, así es.
–Disculpe que lo moleste oficial, pero ¿usted sabe dónde vive Sam Uley? –le consulté sin tapujos.
–¿Y por qué lo buscan?
–Un asunto personal.
–Lo siento, no puedo darles la dirección, no los conozco –dijo con toda la razón –debo ser prudente.
–Le explico –inhalé –mi novia es la ex prometida de Jacob Black, Isabella Swan, quizás la conozca –aclaré para luego auto señalarme –yo soy Edward Masen –me presenté –he venido a buscar a Uley porque necesito su ayuda con un asunto privado, pero no sé su dirección, ¿hay forma de que usted me ayude?
–¿Isabella Swan? –miró a los lados con nerviosismo.
–Sí –afirmé confundido.
–Ella estuvo involucrada en el accidente, la llevaron al hospital hace aproximadamente unas seis horas, tenía una herida de bala.
–¿Qué? –chillé frenético.
¿Herida de bala?
¿Qué rayos había sucedido?
¿Uley les habría tendido una trampa?
Pero, ¿por qué?
¿O acaso fue algo planeado por Jacob?
–¿A qué hospital?
–Forks Community Hospital –anotó la dirección en un papel y nos la entregó.
–¿Y los demás tripulantes?
–El masculino sufrió fractura expuesta en una pierna, la rubia –revisó su anotador –que se identificó como Rosalie Hale, estaba en perfecto estado, pero la hija de Sue Clearwater parecía estar grave, lo último que supe fue que llegó al hospital prácticamente muerta.
Aceleré dirigiéndome al hospital.
–Joder, joder, joder –golpeé el volante.
–Tranquilo, Bella estará bien, una bala no es la gran cosa…
–¿De qué mierda hablas? –exclamé temblando como una hoja.
–Solo intento calmarte, Ed –se encogió de hombros.
–Mejor cierra la boca –advertí bufando.
Dejé el coche aparcado en la puerta del hospital y corrí adentrándome.
–¡Señor, no puede dejar el coche ahí! –exclamó una enfermera.
Le lancé las llaves a Emmett.
–¡Encárgate!
Corrí desesperado sin rumbo.
De repente, un médico me sostuvo del brazo –¿A quién busca? –preguntó fijando su mirada en la mía.
–Isa–Isabe-lla–Sw–an –tartamudeé.
–¿Es familiar de ella?
–Sí –afirmé respirando hondo –Edward Masen –estiré mi mano para estrechársela.
–Ella está sedada aún. Tuvimos que realizarle una cesárea de urgencia. Recibió un disparo, la bala ingresó por el costado izquierdo, rozó una de sus costillas y se alojó en el feto.
Se me aflojaron las piernas.
Caí de rodillas.
–¡Enfermera! –el médico pidió ayuda.
Sentía que iba a desmayarme, que todo a mi alrededor daba vueltas.
–¿El bebé murió? –pregunté sollozando.
–No, por ahora logramos estabilizarlo, pero está grave.
–¿Puedo ver a Isabella?
–Lo lamento, aún no.
–Por favor –supliqué cubriéndome la boca.
–¡Edward! –Rose corrió hacia mí eufórica –mi teléfono se hizo pedazos en el accidente, intenté contactarte, pero no recordaba tu número, ni el de mi propia madre, estoy tan nerviosa, asesiné a un hombre, le disparé en el rostro –confesó entre lágrimas –la policía estuvo interrogándome por horas.
¿Asesinó a un hombre?
–¡Mierda, Rose! –me aferré a ella –¿Qué rayos pasó? ¿Quién les hizo esto?
–No sé quién era ese hombre, jamás lo había visto, se apareció de la nada, y nos atacó sin razón.
La abracé.
–El maldito nos disparó, una bala impactó en Bella –sollozó.
Denoté como lentamente Emmett se acercaba a nosotros.
–¿Rose? –Emmett frotó su espalda –¿Estás bien?
–Oh, Emm…
Me despegué de ella.
Con sus brazos rodeó su cadera, quedaba sumamente pequeña a su lado.
–Sentí pavor al descubrir que el coche había caído por el barranco, no puedo siquiera pensar en perderte –la sujetó de la barbilla –cuando ese oficial me confirmó que estabas a salvo, respiré aliviado, pero necesitaba asegurarme, necesitaba verte.
Se quedó en silencio, asombrada.
–Eres todo para mí –confesó lagrimeando.
–Los dejaré solos –dije saliendo fuera.
Dio una bocanada de aire.
–Por favor, Dios, por favor ayúdanos –no era fiel seguidor religioso, pero necesitaba creer en algo, necesitaba aferrarme a la fe, por Bella, por el bebé.
Una vez que logré tranquilizarme, decidí llamar por teléfono a Charlie, padre de Bella, para contarle lo que había sucedido, debía saberlo.
Al cortar la comunicación, una mujer se me acercó discretamente.
–¿Edward Masen?
–Uhm, sí –su rostro me era familiar.
–Sue Clearwater –indicó.
–Lo siento, no la reconocí.
Tenía los ojos hinchados, como si hubiese estado llorando.
–Está bien, nos vimos una o dos veces, es lógico que no me reconozcas.
–¿Pudo ver a Leah? ¿Cómo está ella?
–No me han dejado verla lamentablemente, ella está mal, su vida peligra. El médico que se encargará de su caso me ha dicho que ha tenido un traumatismo craneoencefálico.
–Lo lamento mucho –froté su hombro derecho.
–¿Sabes por qué viajaron a Forks? Ella no me dijo que vendría, y eso es inusual.
–Bella me confesó que venían en busca de una evidencia que Sam Uley les entregaría para liberarla de los cargos en su contra.
–¿Sam Uley?
–Sí, según Uley, Jacob Black le envió evidencia que la ayudaría a demostrar que era inocente –expliqué –Leah, Rose y Demetri se ofrecieron a acompañarla.
–Pero, ¿Uley está involucrado?
–No sabría decírselo, estoy tan confundido como usted.
–Necesito saber quién le hizo esto a mi hija, y porqué.
–La comprendo completamente, yo también estoy ansioso por descubrir qué hijo de puta provocó esto. Y cuando lo haga, se lo haré pagar.
–Se lo haremos pagar –murmuró llena de odio.
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Dos horas más tarde
Rose dormía sobre las piernas de Emmett, mientras esperábamos novedades.
Uno de los doctores se nos acercó sigilosamente –¿Ustedes son familiares de Demetri Bewley? –consultó mirándonos.
–Algo así –respondí poniéndome de pie –yo soy el único contacto que tiene aquí en este momento.
–La cirugía salió bien, está estable.
–¿Salvaron su pierna?
–Sí, pero desgraciadamente no quedará como nueva, he visto casos similares y lo más probable es que pierda motricidad.
–Entiendo –sentía lástima por él, su carrera profesional estaba arruinada.
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Anduve caminando por el pasillo con ansiedad, esperaba toparme con alguien que me diera información sobre Bella o el bebé.
La ansiedad estaba destrozándome.
–¿Masen? –una enfermera me retuvo al reconocerme.
–Sí.
–Puede ver al bebé si así lo desea, está en Neonatología.
–¿De verdad?
–Sí, primer piso, por el pasillo la segunda salida hacia la derecha. No podrá alzarlo en brazos, ya que todavía está delicado, pero podrá verlo a través del vidrio.
–Se lo agradezco –corrí por las escaleras.
SECTOR NEONATOLOGÍA
Temblé cuando descubrí a través del vidrio al bebé con su pequeño gorrito blanco, dentro de una de esas máquinas que los asisten para respirar, conectado a un ventilador, con al menos a una docena de cables alrededor de su cuerpo.
Apoyé mis manos sobre el vidrio –Hola bebé –dije afligido.
Lo observé absorto durante unos cuantos minutos.
A mi lado, alguien aclaró su garganta.
Volteé.
Quedé tieso al ver que el hombre a mi lado, era Jacob Black vestido como un enfermero.
–Me voy a encargar de esto, lo juro Edward –musitó apretujando los dientes con enfado.
–¿Te vas a encargar? –cuestioné furibundo.
La rabia que estaba sintiendo era inexplicable.
–Creo saber quién hizo esto –afirmó.
–¿Crees saberlo? –rodeé su cuello con mis manos, lo estampé contra la pared –¡Eres un maldito hijo de puta! ¡Trajiste a Bella hasta aquí, la expusiste a esto! ¡Mira lo que hiciste, esto es tú culpa!
Apretó mis antebrazos con sus manos.
–Estás asfixiándome –bisbiseó con dificultad.
–¿Por qué la trajiste? –apreté con más fuerza –la evidencia fue un cebo, ¿verdad?
Su cuerpo se volvió gelatina.
–¡Eres un maldito, un maldito, un maldito! ¡Arruinaste su vida! –lo estaba matando, deseaba matarlo.
–¡Edward! –Emmett tironeó de mí –¡Suéltalo, joder!
Relajé mis manos soltándolo.
Jacob tosió en el suelo sujetándose el cuello.
–No puedo creerlo –Emmett observó a Jacob atónito –¿Qué hace aquí? ¿Cómo…?
–¡Debería matarte! ¡Nadie te extrañaría! ¡Nadie! –lo repugné.
–Ed, espera, espera –puso su mano en mi pecho –hay que entregarlo a la policía, hay que hablar con Jasper, que él se encargue de esta escoria.
–¿Por qué trajiste a Bella aquí? ¿Para qué? –necesitaba respuestas.
–Ese es mi hijo –indicó señalando el vidrio.
–¡No! –negué sujetándolo de la blusa.
–Sí, lo es –me desafió con la mirada.
–Oh, no me digas que –analicé –¿Viniste a buscar a Bella y al bebé? ¿Creíste qué ella te perdonaría por todo lo que hiciste? –reí –¿Qué huiría contigo?
–Merezco una segunda oportunidad –respondió con dolor, tosió, su voz estaba rasposa.
–¿Segunda oportunidad? ¡Ni lo sueñes! –Emmett situó su dedo índice frente al rostro de Jacob.
–Ella jamás te perdonará…
–¿Tienes miedo? –sonrió prepotente.
–¿Miedo? ¿De qué? ¿De ti? –fruncí los labios –¡Ella no te ama! –dije tajante, al notar sus intenciones.
–Pero el bebé es mío… siempre lo será… eso nos ata de por vida. Es mi hijo y no lo dejaré ir. Haré un trato con Whitlock, le daré información sobre Victoria Masen, y el clan de Eleazar Denali a cambio de protección.
–Veo que tienes todo planeado –gruñí.
–Ella me perdonará un día –dijo convencido.
–¿Qué sucede con el bebé? –de repente, Emmett tenía el rostro pegado al vidrio –¡Oigan! ¿Qué le pasa? –me clavó la mirada esperando una respuesta.
Dos enfermeras corrían de un lado a otro, desesperadas buscando medicinas, mientras una de ellas le realizaba maniobras de resucitación.
–¡Hey! –golpeé el vidrio –¿Qué sucede con él?
–No, no, no –Jacob tironeó de su cabello.
–¡Es tu culpa! ¡Todo esto es tu culpa! –estaba a punto de darle un puñetazo, cuando vislumbré por el rabillo del ojo al doctor ingresar a la sala para asistir al bebé, me volví al vidrio –¡Por favor, sálvenlo!
Mientras una de las enfermeras le retiraba los cables, otra colocaba una mascarilla en su pequeño rostro.
–¡Rápido! –exclamó el doctor mientras realizaba compresiones en su pecho –¡Se nos está yendo! ¡Traigan el desfibrilador!
No me atrevía a mirar.
Me quedé a un lado acurrucado en el suelo, esperando que el bebé se salvase.
Emmett se inclinó hacia mí, negó con la cabeza.
–No –dije quebrándome, se sentía como si desgarraran mi pecho y me quitaran el corazón de un tirón.
Jacob chilló como un cerdo agonizante.
–Lo siento, bro, lo siento –Emmett me rodeó con sus brazos.
Lo alejé.
–¿Qué voy a decirle a Bella? –sollocé.
–Yo se lo diré, no te preocupes –indicó queriendo hacerse cargo del asunto.
–No, yo… yo… debo decírselo –temblé –oh, Dios, ¿por qué? ¿por qué nos hiciste esto?
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Tanya POV
Los Ángeles, California
Tres días antes del accidente
–Quiero novedades –exigí.
–He puesto un micrófono en el coche de Leah Clearwater, tenías razón, ella es la mejor fuente –indicó Steve –han tenido conversaciones fluidas con Swan toda la semana.
–¿Y de qué hablaron? ¿Mencionan a Jacob?
–No, pero mencionaron a su primo, Sam Uley.
–¿Sam?
–Sí, dijeron algo sobre evidencia que podría exonerar a Swan.
–Interesante…
¿Sam Uley tenía evidencia que podría exonerar a Isabella?
¿Qué tipo de evidencia?
La muchacha que había muerto, Jessica Stanley, no tenía ningún vínculo con Sam Uley.
Todo ese asunto era extraño y carecía de sentido.
–Ahora mismo estoy en un bar vigilando sus pasos tal como pediste, se reunió con su abogada, Rosalie Hale, estuvieron discutiendo, no llegué a oír de qué se trataba, pero mantendré a la rubia bajo mi radar.
–Sí, mantén los ojos bien abiertos, Jacob podría aparecerse en cualquier momento, estoy segura de que irá a Nueva York a buscar a Swan. O contactará a Leah en su lugar, fueron amigos en una época.
–Tranquila, tengo todo bajo control.
Veinticuatro horas antes del accidente
–Debo atender la llamada –dejé el café a un lado.
–Estamos desayunando en familia –dijo Carmen golpeando la mesa.
–Esto es algo importante –la ignoré y salí fuera –¿Qué novedades me tienes?
–Una muy buena –declaró.
–¡Habla ya!
–Isabella Swan viajará con Clearwater y su abogada Rosalie Hale a Seattle en un jet privado.
–No, es imposible, no puede salir del estado, porque es sospechosa de un crimen.
–Lo harán de forma ilegal, un amigo de Clearwater les prestó el jet. Estoy siguiéndolas en este instante, nos dirigimos a Nueva Jersey, sospecho que allí abordarán.
Repentinamente mi mente hiló todo.
¿Seattle?
Ella estaba viajando para reunirse con Jacob en Forks, Sam Uley solo era un nexo, una excusa.
¿Acaso huirían juntos?
¡Maldito desagradecido!
Después de todo lo que había hecho por él, volvía a los pies de esa maldita ricachona preñada.
–Mantenme al tanto, quiero saber cada movimiento hasta que suban al jet.
–Mi niña –mi padre me acarició el cabello por detrás –¿qué te tiene tan alterada?
Respiré hondo.
–Asuntos de moda, papi –mentí.
–Espero que no estés intentando contactar a Black –alertó frunciendo el ceño.
–Black es el pasado, lo he superado, papi, lo juro.
Negó, no me creía ni una palabra.
–Su cabeza tiene precio, Tanya, pronto estará muerto.
–Lo sé –evité mirarlo a los ojos.
Me encerré en mi habitación, busqué en mi agenda el número privado de Logan, un asesino a sueldo que había trabajado en varias ocasiones para mi padre.
–Necesito que hagas un trabajo para mí, que mantengamos esto entre nosotros.
–¿Cuándo? –reconoció mi voz.
–¿Aún vives en Redmond?
–Sí, estoy en casa ahora mismo –aseguró.
–Entonces podrás hacer el trabajo perfectamente –sonreí aliviada.
–¿A quién debo eliminar?
–Isabella Swan es su nombre, llegará al aeropuerto de Seattle en aproximadamente seis o siete horas –expliqué –debes interceptarla en Forks, te será más fácil.
–Me encargaré del asunto en cuanto me transfieras el pago.
–¿Sigues cobrando la misma tarifa?
–Así es, jovencita.
–Ya estoy transfiriéndote la mitad –ingresé a mi cuenta bancaria y le realicé un giro de dinero –el resto cuando el trabajo esté completo.
–Envíame una fotografía para reconocerla.
–En el transcurso de la hora te enviaré toda la información necesaria.
–Perfecto. Un placer hacer negocios contigo, Tanya.
–Lo mismo digo, Logan.
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Cuatro horas más tarde
–Tengo que estar escondiéndome de tu padre, Tan, esto es agotador, soy un traidor a sus ojos. Deberíamos irnos, huir juntos, olvidar toda esta mierda –Riley insistía en su fantasía de amor.
–Sabes que no puedo huir contigo –respondí revoleando los ojos fastidiada.
–¿Por qué no?
–Debemos ir a Forks, encargarnos del asunto de Jake –dije sin tapujos.
–Otra vez con Jake, ¡joder! –pataleó furioso.
–¿Vas a acompañarme o no?
–¿Cómo sabes que él está ahí?
–Sabes que estoy vigilando a Swan –le guiñé un ojo.
–Ella irá a Forks y por eso crees que Jacob está allí, ¿cierto?
–Él está allí, Uley lo está ayudando, va a encontrarse con ella, y huirán juntos.
–Si está en Forks no durará mucho, la gente de tu padre lo va a descubrir, hay un precio por su cabeza.
–Necesito verlo.
–¿Para qué? ¡Te abandonó! ¡Te traicionó, abre los ojos Tanya!
–¡Soy consciente de ello! ¡No necesito que me lo recuerdes!
–Entonces dile a tu padre lo que sabes, y deja que se encarguen de él, que lo eliminen.
–Yo me voy a encargar de él.
–No debería apoyarte en esto –murmuró agachando la cabeza.
–Puedo hacer esto sin ti –cargué el bolso en el baúl del auto.
Sonó mi teléfono, era un mensaje de Logan, confirmándome que tenía la información en sus manos, y que esperaba en Forks la llegada de Isabella y su séquito.
Sonreí con malicia.
–¿Tanya? –Riley me sujetó del brazo –por favor, deja este asunto, vayamos a Brasil, vivamos juntos una hermosa aventura.
–Tengo que resolver esto primero.
–¿Eso significa que hay chances para lo nuestro, luego de que te encargues de Jacob?
¿Chances?
No afirmé ni negué nada.
Era mejor tenerlo comiendo de mi mano.
–Cuando resuelva este asunto, lo veremos.
–No juegues conmigo –bufó.
–Riley, por favor, compréndeme –acaricié su mejilla –no puedo olvidar este asunto, no puedo dejar que Jacob se salga con la suya.
–¡Por eso mismo, entrégaselo a tu padre!
–¡No!
–Nunca vas a amarme, nunca vas a superar a Jacob.
–Debo irme, debo tomar un avión –se me resbaló el teléfono cuando subí al coche, Riley lo levantó del suelo.
–¿Logan está esperando a Isabella Swan? ¿Qué es esto? –leyó el mensaje –¿Vas a matarla?
–¿No sabes lo que es la privacidad? –le arrebaté el teléfono.
–¡Te estás metiendo en un problema, Tanya! ¡La familia de Swan tiene poder, tienen contactos en la prensa, y mucho dinero, podrían hundirte! ¡Podrías ir presa por esto! ¡Tu padre no podrá protegerte!
–¡Me importa un comino!
–¡Desiste, por favor!
Aceleré.
–¡Tanya, no! –corrió tras el coche hasta cansarse.
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Jacob POV
Forks, Washington
Una hora después del accidente
–Ya deberían haber llegado –comencé a impacientarme.
–Llamaré a Leah –indicó Sam marcando su número –uhm, no responde –negó luego encogiéndose de hombros.
–¿Se habrán arrepentido? –Emily dudó.
–No, imposible –me asomé fuera –dijeron que estaban a tres horas, y ya han pasado más de cuatro.
–¡No salgas, imbécil! –Sam me empujó dentro, rabioso.
–Deberían estar aquí…
Tomé las gafas de sol, una sudadera con capucha, y las llaves del coche de Sam, salí fuera apresurándome.
–¡Jake! ¡Ven aquí, ahora mismo, prometiste que no te expondrías!
Subí al coche.
–Además –chilló –¿a dónde diablos irás a buscarlas?
–Iré a la carretera principal –algo tenía que hacer, no podía quedarme sentado esperando eternamente.
–¿A qué? ¡Nos pones en peligro! –intentó abrir la puerta, pero su insistencia fue en vano –si alguien del clan Denali te encuentra…
Aceleré.
–¡Jake, vuelve!
Al llegar a la carretera, descubrí que había un gran embotellamiento.
Había al menos cinco móviles policiales custodiando un guardarraíl destrozado.
–¿Qué rayos? –avancé con lentitud, sentada sobre el peldaño posterior de una ambulancia, reconocí a Rosalie Hale, novia de Emmett –Mierda –susurré desacelerando, no podía ser una coincidencia, ella venía junto con Bella y Leah, era obvio.
Pero, el coche que había caído por el guardarraíl, ¿sería el suyo?
No podía detenerme a preguntárselo, si me veía, gritaría.
Dos paramédicos trasladaban lo que parecía ser un cadáver en una bolsa negra.
Frenaron frente a Rosalie, y abrieron la bolsa mostrándosela.
Ella negó entre lágrimas.
¿Acaso era Bella?
¡Oh, no!
Temblé.
–¿La maté?
Yo la había atraído a Forks, esto era mi culpa.
Bajé la ventanilla, saqué mi rostro fuera, arriesgándome a ser descubierto, pero necesitaba saber, necesitaba ver el cadáver.
Era un hombre, respiré aliviado.
–¿Porqué me es familiar? –me pregunté confundido, ya que presentía conocerlo.
Avancé luego de que me tocasen bocina.
Si Bella había estado presente en el accidente, entonces, debía haber sido trasladada al hospital.
Necesitaba verificar que estuviese a salvo.
En cuanto pude, cambié de carril y di la vuelta para ir al hospital.
Aparqué en la sección trasera exclusiva para empleados.
Una mujer salió fuera del complejo con un cigarro en mano, correteé pasándole por detrás y detuve la puerta con el pie.
Me escabullí hasta los vestidores, donde robé un uniforme de enfermero y un barbijo para ocultar mi rostro.
Caminé por el pasillo principal con nerviosismo.
Me hice a un lado cuando pasaron con una camilla a toda velocidad.
–¿Bella?
–¡Rápido, muévanse, recibió un disparo, llévenla a cirugía!
¿Un disparo?
Entonces no había sido un simple accidente.
¡Joder!
El hombre muerto, lo conocía, era un sicario que trabajó en muchas ocasiones para la familia Denali –Logan –apretujé los dientes, lleno de rabia.
Ahora estaba seguro, Tanya había matado a Rachel, no cabían dudas, Bella decía la verdad, Whitlock era inocente.
Esta vez, había sobrepasado todos los límites, esta vez se había metido con la vida de mi hijo.
¿Cómo pude alguna vez confiar en ella?
Fui un idiota.
Gruñí.
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Horas más tarde
Me escondí en una oficina vacía, mientras esperaba noticias del estado de salud de mi hijo y Bella, no podía irme hasta asegurarme que estuviesen a salvo.
Llamé a Sam desde el teléfono que se encontraba allí, le expliqué lo sucedido –¿Seguro fue Tanya?
–Sí, estoy seguro, todo apunta a ella, es una basura, el peor error de mi vida.
–Pudo haberlo hecho Eleazar, ¿no crees?
–No, no, esto es obra de una niña caprichosa, quiso eliminar a Bella y a mi hijo, para manipularme a su antojo, la conozco.
–¿Qué vas a hacer?
–Esperar –respiré hondo.
–¿Qué hay de Leah?
–Oí a unas enfermeras hablar de su estado de salud, es grave, podría morir –me sentía culpable por ello.
–Oh, no…
–Voy a matar a Tanya, la voy a hacer trizas –tensioné mi cuerpo.
–Deberías entregarte, hacer un trato.
–Lo haré, pero primero, me encargaré de Tanya.
–No cometas otro error, por favor, detén toda esta locura, ven a casa, comunícate con el poli que es amigo de Isabella, pídele protección.
–Debo ver a mi hijo, hasta no verlo, y saber que está a salvo, no me moveré de aquí.
Volví a colocarme el barbijo, me dirigí hasta neonatología.
–¿Nació el niño de Isabella Swan? –pregunté a una enfermera que salía de allí.
–¿Recuerdas a qué hora ingresó a maternidad?
–Ingresó con un disparo, hace unas cuantas horas, le iban a realizar una cesárea.
–¡Ah, sí! –exclamó –el niño nació, pero están practicándole una cirugía de emergencia, al parecer la bala impactó en él.
–¿Y la mujer?
–La mujer está fuera de peligro.
Esperé durante al menos dos horas a que trajeran al pequeño.
Llegó dentro de una incubadora, rodeado de cables.
–¿Él está bien? –pregunté logrando rozarle la mano.
Nadie me respondió.
–¿Él está a fuera de peligro? –insistí con nerviosismo.
–Aún no –respondió el médico que lo trasladaba.
Lo observé detenidamente, se parecía a Isabella, tenía los rasgos similares a ella, casi no se asemejaba a mí, salvo por el color de su tez.
La forma de su labio superior, las orejas levemente separadas de la cabeza, su pequeña y redondeada nariz, era inevitable no darse cuenta que era un Swan.
Me tiré en el suelo, bajé mi barbijo, apoyé la cabeza contra la pared, entrecerré los ojos, me sentía agotado mentalmente.
Lo que ocurrió después, me destrozó como ser humano.
Edward cruzó la puerta, pegó su rostro al vidrio.
No podía evitarlo, ya no.
–Hola bebé –le tembló el cuerpo al saludarlo.
Parecía que realmente le importaba y lo quería.
Me acerqué lentamente a él –Me voy a encargar de esto, lo juro Edward –rechiné los dientes, estaba furioso con Tanya, y conmigo mismo.
–¿Te vas a encargar? –sus ojos se abrieron como los de una lechuza.
–Creo saber quién hizo esto –no podía entregarle a Tanya, si le confesaba todo a la policía, arruinarían mi plan.
–¿Crees saberlo? –rodeé mi cuello con sus manos frías y sudadas, me estampó contra la pared –¡Eres un maldito hijo de puta! ¡Trajiste a Bella hasta aquí, la expusiste a esto! ¡Mira lo que hiciste, esto es tú culpa!
Apreté sus antebrazos intentando zafarme.
–Estás asfixiándome –dije con dificultad, me estaba quedando sin aire.
–¿Por qué la trajiste? –apretó con más fuerza –la evidencia fue un cebo, ¿verdad? –chillaba fuera de sí, iba a matarme, estaba desquiciado –¡Eres un maldito, un maldito, un maldito! ¡Arruinaste su vida!
–¡Edward! –el hermano de Isabella lo hizo a un lado –¡Suéltalo, joder!
Tosí cayendo al suelo, sujeté mi cuello dolorido.
–No puedo creerlo –murmuró Emmett observándome –¿Qué hace aquí? ¿Cómo…?
–¡Debería matarte! ¡Nadie te extrañaría! ¡Nadie!
–Ed, espera, espera, hay que entregarlo a la policía, hay que hablar con Jasper, que él se encargue de esta escoria.
Deseaba entregarme a Whitlock.
–¿Por qué trajiste a Bella aquí? ¿Para qué? –exigió respuestas.
–Ese es mi hijo –señalé el vidrio.
–¡No! –me levantó tironeando de mi blusa.
–Sí, lo es –afirmé con total seguridad.
–Oh, no me digas que viniste a buscar a Bella y al bebé, que creíste qué ella te perdonaría por todo lo que hiciste –carcajeó –¿Qué huiría contigo?
–Merezco una segunda oportunidad –tosí con incomodidad.
–¿Segunda oportunidad? ¡Ni lo sueñes! –Emmett situó su dedo índice frente a mis ojos.
–Ella jamás te perdonará…
–¿Tienes miedo? –le sonreí burlón.
–¿Miedo? ¿De qué? ¿De ti? –negó –¡Ella no te ama! –lo sabía, sabía que ella ya no me amaba, pero ahora teníamos un hijo juntos.
–Pero el bebé es mío… siempre lo será… eso nos ata de por vida. Es mi hijo y no lo dejaré ir. Haré un trato con Whitlock, le daré información sobre Victoria Masen, y el clan de Eleazar Denali a cambio de protección.
–Veo que tienes todo planeado.
–Ella me perdonará un día –ansiaba ese día.
–¿Qué sucede con el bebé? –Emmett se veía inquieto –¡Oigan! ¿Qué le pasa?
De repente, comenzaron a realizarle maniobras de resucitación.
Quedé en shock.
¿Estaba muriendo?
–¡Hey! –Edward golpeó el vidrio frenético –¿Qué sucede con él?
–No, no, no –él no podía morir, no podía irse.
Tironeé de mi cabellera odiándome, era el causal de esta situación.
Mi hijo estaba muriendo por mi culpa, por mis errores.
¡Mierda!
–¡Es tu culpa! ¡Todo esto es tu culpa! –Edward iba a golpearme, me lo merecía, pero se detuvo al ver al doctor ingresar a la sala para asistir al bebé –¡Por favor, sálvenlo!
–¡Rápido, se nos está yendo! ¡Traigan el desfibrilador!
Edward se alejó horrorizado, no tenía la fuerza suficiente como para presenciar esta situación.
El monitor indicaba que no había ritmo cardiaco.
Una de las enfermeras retiró el desfibrilador después de tres intentos.
–¿Hora del fallecimiento? –preguntó a la enfermera a su lado.
–Nooooooooo –chillé tirándome al suelo.
¿Cómo iba a vivir con esta culpa?
Al ponerme de pie, me temblaron las piernas.
Corrí alejándome.
Me trastabillé al bajar la escalera.
–Arruinaste todo, Jacob, arruinaste todo –me cacheteé furioso.
Jamás me había odiado tanto.
Un oficial de policía estaba parado frente a la habitación donde se encontraba Bella, bufé mirando hacia los lados, tenía que encontrar la forma de evitarlo para verla.
Acomodé mi barbijo para cubrirme el rostro.
Me adentré en la habitación contigua, sobre la diminuta mesa auxiliar había una jarra con agua fresca, la robé descaradamente.
–Debo hidratar a la paciente –dije cruzando la puerta de Bella, sin complicaciones.
El oficial asintió con la cabeza, cruzándose de brazos.
Cerré la puerta detrás de mí, Bella estaba despierta, tenía el rostro cansado y ojeroso, se frotaba el vientre con incertidumbre.
–¿Jake? –su mirada cambió de tristeza a furia en una milésima de segundo –¿Tú me hiciste esto? ¿Quisiste matarme?
–¡No, jamás! –chillé defendiéndome –Nunca te haría daño o a m–i–hi–hij–o –tartamudeé sintiendo una presión en el pecho.
En mi mente repetía una y otra vez:
"Qué no me pregunte por él, que no me pregunte por él."
No podía decírselo, no tenía agallas.
–¿No? –dijo con ironía –me hiciste mucho daño, no lo niegues.
–Tanya planeó esto para herirme, voy a encargarme de ella, te juro que voy a vengarme, voy a destrozarla.
Mis palabras eran sinceras.
–¿Vengarte? –frunció el ceño –¡Entrégate a la policía! ¡Ponle fin a esta tortura!
–Lamento todo lo que tuviste que vivir por mi traición, esto ha sucedido por mi culpa, me hago cargo, no lo negaré. Yo causé esto, me doy asco, y me odio a mí mismo, comprendo si tú también me odias.
Desvió la mirada.
–Espero que algún día logres perdonarme.
–Entrégate –susurró como suplica.
–Yo…
La puerta se abrió, un médico se adentró con Edward a su lado.
–¿Quién es usted? –el médico negó al verme.
–¡Maldito hijo de puta, nos arruinaste, arruinaste nuestras vidas! –Edward se me vino encima –Creí que habrías huido, pero sigues aquí, fastidiándonos.
–¡Ed! –Bella exclamó su nombre, angustiada.
–¿Qué le dijiste? –me sacudió colérico.
–No se lo he dicho –la observé de reojo, se puso de pie con dificultad.
–¿De qué hablan? ¿Mi bebé? –le temblaron los labios.
Edward clavó su mirada en ella –Bells –me soltó para acercársele.
–Él está a salvo, ¿verdad? –Bella intentó auto convencerse, de alguna forma ya había comprendido todo.
–La bala impactó en su pequeño cuerpo –inhaló –intentaron salvarlo, pero...
–No, por favor –caminó hacia atrás apoyándose en la camilla –no es cierto.
–Lo lamento tanto –cubrí mi boca, podía sentir su dolor.
–¿Lo lamentas? –las lágrimas brotaron de sus ojos.
.
Bella POV
–Soy una escoria, lo sé –Jacob desvió su mirada –lamento haberte hecho sufrir tanto.
–¡Me arruinaste! –una agonía demoledora me atravesó –¡Arruinaste mi vida!
Comencé a llorar desconsoladamente, Edward me envolvió con sus brazos.
–Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –grité con todas mis fuerzas.
–Todo estará bien, lo prometo, cuidaré de ti, saldremos adelante –Edward no paraba de temblar –juntos podremos superar esto.
–Una madre no debería organizar el funeral de su hijo –se me hizo un nudo en la garganta al decirlo –no debería, no debería –repetí.
No podía creer que mi hijo, mi pequeño bebé, había muerto.
Y por su culpa.
Maldecía el día en que lo había conocido.
Maldecía el día que lo había amado.
–Necesito verlo –sollocé.
–Bells –Edward negó –no creo que sea lo mejor.
–Quiero verlo, quiero tenerlo en mis brazos, tengo derecho a verlo ¡es mi bebé!
Un oficial de policía estaba parado al lado del médico.
–¿El hombre con el que discutían la hirió? –preguntó con preocupación.
Jacob ya no estaba allí, había huido.
Edward asintió –Él es un prófugo de la justicia, deben apresarlo.
–¡Avísale a los demás, y ve a buscarlo! –exclamó el médico gruñendo.
Al salir de la habitación, Rose estaba allí abrazada a mi hermano.
–Bella, lo siento –rozó mi mano.
Me temblaron los labios, no pude responderle.
Caminé con dificultad hasta la morgue, estaba sumamente dolorida, pero nada me importaba más que verlo.
Se me erizó la piel al cruzar la puerta, tuve una mala sensación, algo me decía que no lo hiciera, pero era demasiado cabeza dura como para no hacerlo.
–¿Estás segura? –Edward dudaba de mi decisión.
–Necesito hacerlo –afirmé acercándome a la camilla donde estaba mi bebé –por favor –le pedí a la mujer que sostenía la sábana que lo cubría, que lo destapara.
–Lo lamento mucho –dijo destapándolo.
Me horroricé al verlo, sentí una acidez subir por mi garganta.
Desvié la mirada por unos segundos.
–Vámonos –murmuró Edward sujetándome de atrás.
–Yo qui–ero car–cargar–lo, sen–sentirlo –tartamudeé temblorosa.
De alguna forma, también era mi culpa, yo decidí venir a Forks, yo me expuse sabiendo que era peligroso.
Fui una estúpida, una inconsciente.
Edward me lo había advertido, y ahora estaba pagando mi error.
El sentir su cuerpo sin vida en mis brazos fue demasiado, no podría superarlo jamás, no iba a recuperarme de semejante atrocidad.
Yo debí protegerlo, y no lo hice.
Me sentí como gelatina, no pude resistirlo.
Caí al suelo arrodillada, presioné su pequeño rostro sobre mi pecho.
–¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡Yo te hice esto, fue mi culpa!
–¡No, Bella!
–¡No te supe cuidar! –me ahogaba en llanto.
–Bella, por favor –Edward tironeó de mis brazos, intentando quitármelo –suéltalo, suéltalo, cariño.
–¡Debí protegerte!
–No te hagas esto, no lo hagas –suplicó sujetándome de la barbilla –por favor, Bells, mírame.
Abrí los ojos, le entregué al bebé, consternada, sentí como si algo dentro de mí hubiese muerto, ya no podría ser la misma.
Me puse de pie, limpié mis lágrimas.
Edward me siguió –Espera, siéntate, estás débil –quiso convencerme de sentarme –por favor, Bells.
Negué –Quiero irme.
–¿A dónde?
–A casa.
.
.
Riley POV
Los Ángeles, California
Una vez que Tanya huyó
Debía detener a Tanya, pero ¿cómo hacerlo, sin ganarme su desprecio?
Solo había tres opciones, y debía elegir una.
La primera opción sería contarle a su padre toda la verdad, exponiéndola, entregando a Jacob a morir, y ganarme su odio.
La segunda, encargarme personalmente del asunto, viajar a Forks y matarlo yo mismo, eliminándolo de la vida de Tanya para siempre, cortando su obsesión de raíz. Aunque, también me pondría en su lista negra.
Y la tercera, dejar que siguiera obsesionándose con Jacob, y que cometiera mil errores más, que solo la llevarían a la locura o a prisión.
Contacté a mi primo, que aún seguía dentro del círculo de Eleazar.
–Necesito tu ayuda –dije como suplica.
–¿Dónde rayos estás metido?
–Estuve haciéndole favores a Tanya –admití mi error.
–Eleazar te tiene entre ceja y ceja, desapareciste sin dejar huella, ni dar explicaciones –murmuró –¿Ayudaste a Black a huir? Dime la verdad, bro
–Sí, lo hice.
–¡La maldita heredera está loca, tienes que despegarte de ella, te está llevando por el mal camino!
–Siempre fui por el mal camino, bro –admití asumiendo quién era.
–¿Ahora dónde estás?
–Debo viajar a Forks, encargarme de algo, y necesito tu ayuda.
–¿Forks? –preguntó –no deberías rondar esta zona, si alguien del séquito te viera, podrían alertar a Eleazar, y tendrás problemas.
–Lo sé, pero debo ir, te contaré todo cuando nos veamos.
–Tanya está involucrada, ¿cierto?
Iba a encargarme yo mismo de matar a Jacob, de eliminarlo para siempre. Tanya iba a odiarme, pero debía hacerlo.
De todas formas, cualquier plan me haría perderla.
Forks, Washington
Unas cuantas horas después
Mi primo se encargó personalmente de buscarme en el aeropuerto una vez que el avión aterrizó.
–¿Estás seguro de esto?
–Sí –dije con firmeza.
–Deberías confesarle todo a Eleazar, quizá así te perdone y queden a mano. Si le das la ubicación de Black, estarás redimiéndote.
–Debo encargarme yo mismo de él, asegurarme de matarlo.
–¿No crees que Eleazar vaya a matarlo?
–Tanya podría hacer una escena… ya lo ha hecho antes.
–Eleazar quiere muerto a Jacob hace mucho tiempo, no creo que esta vez sienta compasión por su hija.
–Le perdonó la vida en varias ocasiones, siempre Tanya lo zafó, podría volver a hacerlo. No puedo confiarme.
–¿Y dónde crees que se esconde?
–Sam Uley lo está ayudando, podría estar escondiéndose en su hogar.
Asintió conduciendo hasta la propiedad –Es aquí –indicó aparcándose detrás de un Audi descapotable, color blanco.
Ese coche tenía todo el estilo y la vibra de Tanya.
–Ella está aquí –dije desenfundando mi arma.
–¿Lo dices por el coche?
–Sí, es típico de ella.
–¿Te acompaño?
–Sí, ve por atrás –señalé.
Caminé sigilosamente, podía oír el llanto de una mujer.
Me detuve atónito al descubrir lo que había sucedido.
