Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, propiedad material de Nickelodeon Intl, y está bajo licencia de Viacom International Media y Jam Filled Entertainment.

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Vínculos

Epílogo

Nuevo amanecer

Royal Woods, Michigan

30 de agosto de 2025

8:23 am

La (nueva) habitación de Lincoln Loud

La mañana no se pudo poner mejor, en su opinión.

Aún algo cansado por el ajuste de la diferencia horaria, Lincoln se sorprendió de lo que fue ese viaje a Padua. Apenas volvieron el viernes por la noche, pero en su opinión el suceso mató para siempre su antojo de comida italiana. Pastas incluidas.

Siendo sincero, no creyó que ocho años pasaran de verdad rápido desde ese día que Lori y Leni tuvieron su última discusión antes de Canadá, y poco más de cinco desde que alguien registró síntomas de Covid-19 en Royal Woods. Y hasta donde él mismo sabe, él fue el último contagio registrado en la ciudad, sin contar los múltiples reincidentes.

Escuchando del teléfono esa melodía, se sorprendió de disfrutarla. La misma canción que Jordan escuchaba cuando era puesta a dormir ahora la escucha como despertador, y el pequeño bulto a su lado seguía roncando y estirándose en sueños. Uno de los brazos del bulto terminó dándole un fuerte golpe en la nariz, terminando por despertarlo.

-¡Agh! ¡Jonah! -maldijo Lincoln, adolorido, destapando al chico a su lado.

El pequeño Jonah salió bastante parecido a su padre, salvo por el cabello de color arena y la nariz, que es más parecida a la de la tía Ruth. No era un chico que pudiera ser llamado feo, pero para su edad resulta bastante adorable. Solo espera que las cosas

No puede molestarse con él todavía. Para su sorpresa, verlo en esa pijama enteriza de oso polar le causa más risa que nada, pero es solo porque su madre renunció a quitársela. Por desgracia, entendió, entró a una fase de imitación de personajes, animales o cosas. Si él la tuvo con Blarney el Dinosaurio y Jordan con un poni, era comprensible que tal conducta fuese algo que le recordó esos días.

-Despierta, dormilón -saludó Lincoln, tratando de poner al niño sobre su abdomen, un tanto rechoncho por la dieta que ha llevado en estos días, rica en pastas, mariscos y lácteos al haber estado dos semanas por invitación de Jordan a las afueras de Padua, en casa de una tía segunda o algo por el estilo.

El pequeño solo bostezó.

-Ya son las ocho -insistió, a lo que el niño respondió eructando en su cara.

Tosiendo un poco, a Lincoln no le gusta eso. Sabía que el trabajo de ser padre no era fácil, pero ahora que está experimentando eso de primera mano le cuesta trabajo hacerlo la mitad de la semana. ¿La otra mitad? Cosa de su madre, aunque el niño sigue protestando con cada que se van a casa.

Mirando a su teléfono, este ya había dejado de vibrar con la melancólica tonada. En la pantalla se puede apreciar que, hace poco, hubo no una sino tres graduados de un solo tirón. Dos fuera de tiempo y una, Lucy, en tiempo y forma. Le sorprende cómo fue que Leni se decidió a reiniciar sus estudios medios en cuanto él mismo se animó a recuperar tiempo, pues Jonah le demandaba a él y a Jordan bastante atención en el primer año y medio, al extremo de hacerles postergar un año más su vuelta a clases.

Viendo esa foto, le brotó una pequeña lágrima. Tal vez Leni y Lucy los alcanzaron, pero ver que eso fue como el sueño antes del despertar le basta y sobra para esbozar una sonrisa. Tal vez las togas en azul con los puños adornados con sendas bandas plateadas fueron un detalle clásico, pero ver que Jonah se la pasaba encantado con su birrete en brazos de Jordan, le causa algo de gracia. Caso totalmente contrario al de Clyde, que sí lo hizo en plenas condiciones.

No tuvo dudas de que su "hermano de otra familia" lo hizo bien dentro de lo que supo. Tal vez entablara una relación con Emma, pero entre un embarazo bastante complicado y la oposición inicial de la familia de la chica para que ambos salieran, hizo que la pareja no prosperase hace dos años.

Con toda la calma del mundo, Lincoln se levantó y puso un par de colchonetas al lado de la cama, a una distancia que calculó prudente. Acto seguido, preparó a Jonah para aplicar su más efectivo despertador.

-¿Qué crees que haces? -dijo una voz desde la entrada en cuanto saltó.

El impulso que provocó Lincoln al caer sobre el colchón hizo saltar al niño por los aires. Aterrada, Jordan se lanzó por él, arruinando un poco la experiencia.

-¡Vamos! -lamentó Lincoln, riéndose un poco de la situación- Le gusta. ¡Se estaba haciendo el dormido!

-¡Otda vez! ¡otda vez! -imitó Jonah, demostrando el punto de Lincoln.

-¿No sabes cuántas fracturas son provocadas por esos saltos? -cuestionó Jordan, dándole una palmada en la nuca antes de revisar a su hijo- ¿No te pasó nada, mi cielo?

-No, mami -dijo Jonah, recibiendo una mirada preocupada de su madre.

-¿Seguro? -preguntó Jordan, alarmada- ¿Ningún hueso roto? ¿Alguna contusión?

-Lo mimas demasiado -objetó Lincoln.

-Ya soy niño gdande -afirmó Jonah, haciendo segunda.

-¿Y te dices un padre responsable? -preguntó Jordan.

-¡Mira quien lo dice! -replicó Lincoln, cruzado de brazos- La Señorita Quemados que quiere un heredero para su reinado de destrucción y lo bombardea a la primera.

-¿Por qué no se casan? -preguntó inocente el niño, cortando de tajo la potencial pelea.

Tomados por sorpresa, ambos padres se sintieron perturbados por la idea que Jonah les dio. Si bien a Jordan la idea le parece bastante buena, todavía no siente que está lista para dar un paso así de grande y tan de repente, especialmente porque él insiste -ya con menos vehemencia, debe decirse- en que sean solo amigos. Lincoln, por su lado, ha tenido sus aventuras con otras mujeres fuera de la escuela. Algunas sin éxito, otras que no pasaron de la tercera cita y sin ir a la cama. De eso se encargó Chandler y su fama de mentiroso, chismoso y, pasada la graduación de su promoción, farsante. En especial desde que, luego de una visita de varios entrenadores universitarios prometiendo mil y una maravillas del plantel escolar, el pelirrojo terminó regalando el estatal a Cheboygan para quedar 59-3, teniendo una docena de intercepciones y causando que todo el equipo y la escuela quedaran en ridículo.

-Ah, bueno, es que… -dijo dudoso Lincoln, sintiéndose atrapado.

-Jonah, ¿por qué no vas a despertar a tu tía Lola? -ofreció Lincoln, bajando a nivel del niño- Seguro que puedes hablar con ella, y quiero que veas lo que pasa cuando sacas a tu tía Lana de su cama por las mañanas.

-¡Si! -chilló emocionado Jonah, saltando de brazos de su madre y corriendo escaleras abajo.

-¡No olvides cambiarte! -dijo Jordan.

-Déjalo -reconvino Lincoln-. Ya se le pasará.

-Y seguro saldrá apestoso de esa pijama.

-Mamá la lavó cuando se durmió anoche -señaló Lincoln, estirándose-. Dijo que esperaba algo distinto cuando fuera abuela, pero parece que se está haciendo a la idea.

-Entonces fue bueno mientras duró -ironizó Jordan, sentándose en la cama-. Y… ¿cómo van las cosas con…?

-¿Penelope? -preguntó de súbito Lincoln, incomodándose un poco- Sabes que se mudó en cuanto se graduó. Apenas la vi anoche cuando volvía aquí, pero no hizo caso.

-Oh… tema sensible.

-Un poco, si -suspiró Lincoln, dejándose caer-. Todavía sigo pensando que cometió un error al invitarme a la graduación hace dos años.

-Ya se le pasará.

-¿Crees?

-Como que no me llamo Jordan si no es así.

Tomando algo de ropa para cambiarse, le hace un gesto a Jordan para que espere abajo, mientras se escucha un par de chillidos y una risita que alarmó a la chica. Viendo a esta retirarse, se pregunta cómo será la reacción de todos en cuanto sepan a dónde irá.

~o~

Para muchos era raro ver que un par de rubias regenteara una pequeña tienda de saldos frente al local del primer empleo formal de una de las dueñas. Siempre fieles al estereotipo de la rubia idiota, Leni se sorprendió hace dos semanas que abrieron.

Tal vez no fuera lo suyo, pero desde que renovaron su fraternidad, Lori tuvo que acostumbrarse a escuchar otra vez los planes que esperaba tener su hermana menor. Para no tener que depender de inicio y de una vez por todas de sus padres, Lori tuvo que empezar vendiendo a Lola su participación del restaurante y empezar desde "casi" cero, adquiriendo y comerciando en principio las rebajas de Reininger's. El local, al menos en el centro comercial, está lo suficientemente lejos como para no ser competencia directa.

¿Lo más extraño? Que Lori, al año siguiente, había recibido una carta de aceptación para Fairway siempre que empiece de cero. Molesta por eso, hizo lo que creyó mejor para su educación… quemándola en la cara del decano. Una pequeña venganza personal que se tomó muy personal con una cierta funcionaria que rechazó su solicitud de intercambio transfronterizo.

Contrario a lo que podría esperarse en una economía que fue castigada con la pandemia y ahora con una recesión, les está yendo más o menos bien, y a pesar de alquilar el mismo departamento que Lori ha venido ocupando desde que terminó su educación superior en Administración una vez que volvió de Canadá y pudo homologar su título, han tenido que ocuparse primero de ciertas asperezas. Así, aunque Leni siga tomando duchas de casi una hora y Lori insista en usar luffas sintéticas, han sabido adaptarse a casi todo.

Sentada frente a su escritorio, Leni mira la foto que le tomaron hace unos meses. Eso, para ella, simboliza el final de un conflicto que su propio orgullo desató en su momento. Para compensar que su propia foto ahora es una que no quiere volver a ver, las tomadas en la graduación de sus hermanos menores son algo que decidió guardarse. Mención especial merece la que se tomó en solitario con su -de nuevo- amiga y confidente de toda la vida, sobre todo la de ambas trepadas a la bellota de la entrada principal.

Por lo pronto, espera a que los horarios no la abrumen. Aunque Leni esté yendo a la nocturna, sabe por experiencia propia que la universidad es un asunto serio, uno que está más que dispuesta a ayudar a Leni con tanto encono como cuando intentó enseñarle a conducir de la mano de Lincoln.

-¿Estás ocupada? -preguntó Leni en la entrada de la oficina- Hay un anciano cuponie con media tonelada de cupones vencidos.

-¿Cupo-qué?

-Que usa cupones vencidos.

-Si, ya voy, solo estaba… bueno, organizando los horarios de los chicos en el piso para la semana que viene.

-Bien, espero en caja.

Echando un último vistazo a las fotos que guarda en físico en uno de los cajones, nota que la cara de Lucy en la grupal dista de ser todavía una imagen satisfactoria. Que la hubieran promovido un grado por solicitud al haber echado mano de las guías que Lincoln dejó para su uso personal fue una ventaja que ella explotó a tope, y el haber cursado con Leni y él la dejó agotada lo suficiente como para que sus padres empezaran a temblar de pánico por pagar esta vez no una sino tres universidades, lo que no va a pasar. La comunitaria de Royal Woods es lo bastante accesible para que Leni pueda ir y venir a su antojo a cuatro puntos, y Lincoln ya está cubierto.

Lo sabe. En dicha foto, Leni está entre ambos, sujetando su birrete entre manos, mientras que Lincoln y Jordan mantenían distancia de Lucy. La chica, recargada de su hermano con el hijo de ambos en brazos, se coló de último segundo, arruinando el plan original de la imagen solo para darle un mayor valor sentimental que, al lado de sus recuerdos de preparatoria con Carol y Roger, son bastante más luminosos por tratarse de quien se trata.

Sabe que su hermano se ha partido la espalda para mantener a flote esa peculiar relación que tiene con Jordan, a Jonah y sus estudios, lo que le había dejado tan cansado que agradeció el pequeño descanso que se tomó yendo con su "amiga" a Padua… por raro que suene, y después de ver cómo se las han arreglado hasta ahora para criar a un niño adorable como Jonah, espera a que pueda tener un rato a solas con él para pasar el tiempo como lo hizo con su hermano y, ¿por qué no? Convencerlo de sentar cabeza con Jordan en cuanto el agobio de la vida universitaria empiece a cobrarle factura.

Sonriendo, recibe un mensaje por chat de Swiftypic, cuyo contenido la hizo estremecerse un poco.

-Lori -llamó de nuevo Leni en la entrada-, se puso pesado con los cupones.

-Pídele a Miguel que baje las cortinas -indicó Lori, un tanto preocupada-. Hoy cerramos temprano.

Encogida de hombros, Leni se pregunta si hizo algo mal, a lo que poensa pedir una muy buena explicación al respecto de su inesperada petición.

~o~

Para Clyde, el mero hecho de verse como padre no estaba en la agenda que Howard le tenía prevista. No obstante que quiso replicar lo que Lincoln, al final tuvo que ceder, buscar un trabajo de medio tiempo y tratar de mantener una relación sana con Emma antes de la graduación una vez que se le pasara el coraje al padre de esta. Por desgracia, las cosas con él no salieron tan bien, pues tras el parto a los ocho meses de gestación su potencial suegro terminó por enviarlo al hospital. ¿Su único consuelo? Que la hija de ambos es muy apegada a él pese a su prolongada estadía en Francia.

Haciendo cuentas, ya son dos años desde que se graduó de la preparatoria, los mismos y poco más desde que es padre y su relación con Emma quedó solo como amigos pese a que trata de darle a su hija lo que está en sus posibilidades.

Tiene las horas contadas en casa. No porque ya estuviera a nada de que lo echaran, sino más bien porque la semana que viene ya tiene que estar en un avión con destino a París. Y la única compañía que le ha venido bien es Liam.

-Viejo, no puedo creer que sea la tercera que te rechazó -dijo sorprendido el granjero, aún dependiente de la silla de ruedas- Ya cuántas van, ¿seis? ¿nueve?

-No, no, no -negó Clyde, sirviendo a su invitado una generosa porción del estofado de res de la noche anterior-. Son solo cuatro. Estás contando a Clémence y a Geraldine cuando ellas solo me usaron para presentarles a Kylian.

-Amigo, el que seas negro no significa que conozcas a todos los negros -dijo Liam de forma un tanto descuidada antes de reparar en un leve error-. ¡Demonios! Soné como mi bisabuelo cuando conoció a sus vecinos al mudarse aquí.

-Descuida -minimizó Clyde, aliviado-, no dijiste nada que me ofenda. Dicen que por ser americano soy un maldito cerdo imperialista que solo quiere comer una hamburguesa grasosa en el Arc de Triomphe y ondeo la bandera americana.

-¿Le dijiste a Lincoln que viniera? -preguntó el cobrizo.

-Dijo que no tardaba y que no tiene mucho tiempo -respondió Clyde

La mañana había sido sumamente conflictiva en el sentido de que hubo problemas caseros. Cleopawtra se había metido de nuevo en líos al pelear con el gato del vecino (al menos esa fue su versión oficial por tercera vez que dio Tiago), las exploradoras Blue Bell tocaron a su puerta por primera vez en años vendiendo esos horrendos bocadillos de kale y algas y, para colmo, le llegaron piezas de cocina que estaban destinadas a un apartado postal ubicado a tres casas de allí.

Para Liam, no había sido mejor. Si bien estar en una silla de ruedas le impide tomar parte de la mayoría de trabajos en la granja y sus hermanos intercedieron para que no lo echaran, se las ha tenido que arreglar para adaptarse a un medio hostil para su nuevo modo de vida, a pesar del hecho de haber sido dado de baja y se le cumpliera la amenaza que le hicieran.

-Eso me dijo la semana pasada y tuvo un asunto con Jonah -dijo Liam-. Todos los días con él es lo mismo.

-No siempre es lo mismo -objetó Clyde-. ¿Recuerdas hace un año que nos invitó a esa cita triple con …?

-Ese día tuve terapia.

-¿Y qué tal el cumpleaños de Emilie?

-Fue Jordan quien llevó a Jonah porque se quedó a doblar turno.

-No nos evita como siempre -justifica Clyde-. Estaba sobrecargado.

-Sobrecargado… -rió irónico Liam-… el día que Lincoln esté de verdad sobrecargado, ¡te llevo al bar más cercano y pago la primera ronda!

-Sabes que no aguanto más de una copa con la comida -respondió desanimado Clyde.

-Entonces beberé por los dos.

A los pocos minutos, Lincoln hizo acto de presencia, pero no se quedó mucho tiempo. En las manos, veían que su amigo ya tenía una maleta recién hecha, y en el pecho colgaba Jonah, dormido.

-Siento mucho la tardanza -dijo, disculpándose-, pero no tengo mucho tiempo ya.

-¿Por qué? -preguntó Liam- Esperaba a que fuéramos a algún lado.

-Liam, si tuvieras el mismo tiempo que tengo ahora no estarías tan esperanzado -reprocha Lincoln-. Tengo hasta las cinco para ir al aeropuerto.

-¡Es cierto! -exclamó Clyde, lanzando el vaso de jugo de arándanos que se había servido apenas- ¡Olvidé que día era hoy!

-Y solo tengo una semana para adaptarme -dijo lastimero Lincoln, dejándose caer sobre un bulto que yacía recostado y no vio hasta el segundo en que recibió un puñetazo que despertó al niño.

-Por que não se pode dormir aqui?! -preguntó Tiago en portugués- Ah… -bostezó-… ¿qué hay, cara?

-Si, también me da gusto verte -dijo adolorido Lincoln.

-Anoche llegué cuando apenas estaba oscuro -dijo Tiago, revelando que tiene el torso desnudo-. No le dije a Howard que invité a unas amigas.

-¡¿Qué?! -dijo horrorizado Clyde.

Mirando al sofá frente a ellos, los tres veían que de entre los cobertores y sábanas asomaron cabezas que les eran del todo familiares. Una larga cabellera dorada que Liam reconoció como la de Paula, la babeante cara de cabello rizado y recogido de una de las amigas de Lucy y, cosa que sorprende a Lincoln…

-¿Luna?

-¿Qué tal, hermanito? -saludó esta, totalmente adolorida.

-¡Luna mala! -chilló Jonah, tirándole la sonaja a la cabeza.

-Clyde… -dijo Lincoln, contenido.

-¿Si?

-Creo que será mejor que cavemos una fosa en tu jardín -dijo resuelto Lincoln-. Una para mi

-Yo no hice nada con tu amigo -sonrió Luna-. Le presenté a Mazzy y ella se quedó en

-¡Mi auto! -oyeron la voz de Howard, quien salió a revisar su jardín antes de pasar a desayunar.

Asomando, todos se sorprenden de ver que la chica yacía desnuda junto a la cochera y con el vehículo familiar McBride pintado con la frase Cabras Lunares x Siempre.

~o~

Ojerosa, Lucy siente que no ha dormido ni lejos lo suficiente.

Entre las fiestas a las que Lola le arrastró para ganar popularidad como capitana del equipo de porristas en la preparatoria a lo largo del año, su propia graduación y el haber sido aceptada por el Colegio de Boston para su Escuela de Medicina y Luan la llevara a celebrar a al menos media docena de bares entre Royal Woods y Saginaw, se prometió a sí misma no volver a beber ninguna clase de alcohol en lo que le queda de vida.

Durante el desayuno, no dejó de recibir imprecaciones y consejos de sus padres, Luan y Maggie. Con todo el ajetreo que ha sido su aceptación escolar, el mayor problema hasta ahora ha sido tanto la resaca como tener que buscarse tiempo en octubre para acudir a la próxima boda de su hermana comediante. La perspectiva de ser cuñada de una chica le parece interesante si viene de una vieja emo, para variar, aunque siempre queda algo que va a echar en falta.

Se maldijo de aceptar que Lincoln tuvo la razón todo este tiempo. Si bien Jonah es bastante asustadizo, lo que la incomoda es que el chiquillo trata de meterse entre sus piernas con toda la inocencia del mundo, y ella lo disfruta sin admitirlo de frente. Para colmo, es la única de sus tías con la que ha podido estar más de tres horas sin sentirse incómodo.

Va a extrañar eso, especialmente cuando la distancia se hará mayor en cuanto se vaya al este.

-¿Ya tienes todo en orden? -preguntó Rita, lanzando a Vanzilla una maleta pesada con el nombre de su padre en la maleta- ¿Botas? ¿Impermeable? ¿parrilla de dos quemadores?

-Eso pesa demasiado -protestó Lucy-. Compraré una allá.

-Nada de eso, jovencita -reconvino Lynn sr, molesto de que su tercera recién graduada prefiera, a sus ojos, comprar la insípida comida de una cafetería cualquiera y no aprender a cocinar aunque sea lo básico-. Dejé que Lori, Lincoln, y Luna se alimentaran de chatarra por su cuenta, y tú no harás eso.

Durante el desayuno, la discusión sobre lo que debería de llevar y lo que no se convirtió en un acalorado debate. Tendrá que dejar un baúl repleto de sus libros, varias cosas de ocultismo y, cosa que al fin descubrió Lola y reveló a todo mundo, un peluche y coleccionables de La Princesa Pony. En cambio, Lisa la dotó con algunos volúmenes de anatomía y medicina, batas, materiales quirúrgicos y (una recomendación de Lincoln que la menor aceptó a regañadientes) un dinero extra para pizza y un par de frascos de café soluble descafeinado que mudaron a frascos etiquetados como regular.

Con los ánimos lo bastante caldeados, Lucy estaba dando sus razones para no meter la parrilla cuando Lincoln y compañía volvieron.

-¿No se supone que ibas con Clyde? -preguntó incómoda Lola mientras pesca los malvaviscos del cereal.

-Si, se supone -respondió Lincoln, empujando a Liam antes de llegar a la escalera y tratar de cargarlo-. Solo venimos por algunas cosas más. ¿Ahora por qué pelean?

-La parrilla que mamá usó cuando empezó a vivir sola. Lucy dice que estará bien porque encontró lugares baratos afuera del campus.

-¡Si anoche yo se las pedí! -exclamó Lincoln.

-¿No vamos a subir? -protestó Liam, ya en la espalda de su amigo.

-¿Por qué siempre se pone así? -cuestionó Lola.

-¿Por qué no puedes solo callarla?

-¿Y por qué apesta a establo?

-Lola, ya tuvimos esta charla antes -intervino Lincoln, exasperado-. Sigue yendo a terapia, pero si vuelve a caminar sería un milagro.

-¿Y por qué no se lo piden a Lisa?

-¿Con quién crees que estoy yendo cuando mi papá no se da cuenta? -ironizó Liam- Lo más seguro es que lo haga con muletas antes del verano que viene.

-Eso no explica la peste -acusó Lola, haciendo aspavientos.

-Vivo en una granja.

-Vive en una granja -respondió Lincoln al unísono antes de cambiar el tema y subiendo con Liam a cuestas-. ¿Sabes al menos a qué hora sale su avión?

-Ya debían de irse, pero siguen discutiendo -respondió Lola-. Además, ¿no deberías de tener listo tu equipaje?

-Lo preparé antes de ir a Italia.

-¡Hum! No entiendo como alguien con tu suerte pudo irse a unas vacaciones de ensueño -bufó Lola-. ¡Piensa en toda la ropa que pudiste comprarte en Milán!

-Por última vez, ¡fue Padua! -corrige Lincoln-, no Milán. Jordan tiene familia allá.

-Pudiste mejorar tu guardarropa, cariño. Así podrías acostumbrarte al calor de tu nueva escuela en Ca…

-Oye, ¿qué te dije de revisar mis cosas?

-Que no lo hiciera si no me interesa, y créeme. Eso le interesa a…

-¿Ya me pueden bajar? -pidió Liam, cortando la charla.

Sin consideración, Lola empujó al granjero sobre una silla que tenía Lola para cada que entra a su habitación. Sin pensarlo dos veces, a Lola le vino a a mente un pequeño pendiente que le rebota en la cabeza desde hace años y le hizo sonreír malevolente.

Delineador extra.

-¿Y a tu hermana qué le pasa? -preguntó Liam, viendo a la chica llamar por teléfono.

-Chicas -dijo Lola-, hay una sesión de emergencia. Mi hermano trajo a sus amigos y los donó como ratas de laboratorio.

-Lola, acordamos que mis amigos están fuera de los límites mientras yo estoy aquí y tú mantienes alejada a Cricket lejos de mi.

-Cancelen todo -anunció Lola, molesta-. El bomboncito de Cricket dijo que no… -cuelga-. ¡No esperes regalo en Navidad de mi parte, amigo!

-Nunca lo espero desde esa caja con "nada" que me dio Lucy a los nueve.

Dejando a Lola en la puerta de la pasarela que unía el baño con su nueva habitación, tanto Clyde como Liam, a quien tuvieron que arrastrar con todo y la silla de Lola, se acomodaron y sorprendieron de ver que dicho lugar no solo resultó ser estable, sino incluso cómodo. Sin embargo, ya luce como un cuarto más listo para ser rentado, cosa que los Loud no han contemplado siquiera pues todo cuanto se va a quedar son la cama, la vieja cómoda de Lincoln y el televisor de 32 pulgadas que el peliblanco se tomó el lujo de comprar para no tener que pasar a la sala, además de algunas cajas que, o están por ser empacadas con los juguetes de Jonah, o se van a quedar un tiempo allí hasta que su dueño decida qué hacer con ellas, cargadas con ropa que no alcanzó a caber en las maletas, efectos y los retratos que colgaban de las paredes.

-Creí que no veríamos tu cuarto así de limpio -dijo sorprendido Clyde.

-¿Cómo limpio? -preguntó Lincoln- ¿Limpio sin desorden o limpio… como nuevo?

-Limpio como nuevo -respondió Liam-. Recuerdo cuando me invitaste a esa pijamada y tu hermana me maquilló.

-No fuiste el único esa noche -rió Lincoln por lo bajo.

-¿Y sabes a dónde irás? -preguntó Clyde, inquieto por saber cómo se las podría arreglar con su vida ahora.

-Eso solo lo saben Lola y Jordan.

-¿Por qué solo ellos?

-Lola estuvo revisando mi correspondencia, y Jordan, bueno… -dijo Lincoln, considerando muy seriamente mantener el secreto de Estado que mantenía para sí-…, ella tenía que saberlo.

-¿Por tu hijo?

-Si -suspiró Lincoln, un tanto satisfecho para sí-, por él. No quiero que se sienta lejos de Jordan, pero tampoco quiero que en veinte años ese niño me diga "eres un idiota", y le responda "eso te pasa por no prestar atención". No quiero tener que imaginar cómo sería si, de la nada, le llega un padrastro que crea que soy solo un degenerado, le meta ideas de mí que son todas mentiras y termine viéndolo solo en los juzgados.

-No todos pensamos igual, Linc -dijo Liam.

-¿Por lo menos sabes a dónde se va ella?

-Envió sus cartas a Boston, Los Angeles, Berkeley… le quiere dar el susto de su vida a su madre cuando se entere que insiste en estudiar animación y la aceptaron por eso.

Sin contemplación, Lincoln saca el teléfono y les enseña a ambos una breve animación de tres minutos de una chica parecida a Jordan lanzando pestes por todo lo que ve mal con varias situaciones de la sociedad.

-Se ve muy tosco -dijo Clyde con aire crítico-. Y la voz de Lyndon -añade, refiriéndose a un hombre en polera rosada y pantalón de gabardina de carácter prepotente y tonto- se oye muy rasposa.

-Le ayudé con algunas voces -dijo Lincoln con falsa modestia.

-Lincoln, cariño -llamó Rita desde la entrada que da a la cochera-, ya nos vamos a dejar a Lucy al aeropuerto.

-Si, solo un minuto.

-No un minuto, Lincoln. Ahora -insistió Rita.

Entrando, Rita ve lo mismo que los dos chicos al estar allí. No hay muchos recuerdos significativos en ese cuarto para ella, pero viendo la puerta de la pasarela que conecta con el cuerpo principal de la casa, alcanza a ver parte de ese armario habilitado. Es verdad, esa pequeña sección de la casa ya no podrá ser nunca más un armario, pero al verlo le gana un poco la emoción. Fue muy paciente cuando todas las mayores abandonaron el nido, pero con él, es algo muy distinto.

Abrazando por detrás a Lincoln, se resiste a creer que su único hijo está por salir a explorar el mundo por su cuenta, aunque no tan en solitario. Sabe que su chico está dispuesto, pero verlo hacerse responsable de su primer nieto antes de graduarse y casarse son, aunque lo niegue, el preludio a la prueba final que está a nada de sufrir tanto ella como madre y abuela como él.

-¿Nos pueden dejar solos, niños? -pidió Rita.

Sin objeción, tanto Clyde como Liam dejan a ambos en el cuarto. Clyde, mejor que Liam, sabe lo que es ver al principal cimiento de su vida quedarse atrás, a pesar de que las distancias serán menores entre su mejor amigo y su madre.

-Mamá, si sabes que ya no puedes cargar tanto peso, ¿verdad?

-Te voy a extrañar mucho más que cuando se fueron a Canadá, bebé -dijo Rita, tratando de recordar esa mañana de primavera que dio a luz con la Primera Dama como partera y testigo, hace poco más de veinte largos años.

-No eres la única.

La siguiente media hora, entre parabienes y despedidas que fueron sobre todo para Lucy -que se mostró feliz… o lo que fuera… de ser objeto de una abrumadora atención-, las últimas personas en hablar con ellos los recogieron y emprendieron el camino al aeropuerto. Últimos de todos, Clyde y Liam. Clyde le prometió ponerse en contacto al menos una vez por semana, o dos si estudiará en la Costa Este, mientras que Liam le dio una chaqueta de cuero de Virginia (su ya difunta cerda) en la que trabajó un año entero con el nombre Cliamcoln McLounnicutt bordado bajo el cuello.

El traslado no fue cosa fácil al principio. Por un lado, Leni. Tomando Vanzilla porque su padre tenía trabajo en el restaurante y su madre todavía se dio el lujo de armar un verdadero circo al aferrarse al cofre del nuevo auto de Lori (un Corvette de 2005 convertible al que Lana le invirtió tantos recursos como ingenio para echarlo a andar), no dijo nada en todo el camino. Por el otro, Lori no dejó de soltarle imprecaciones a Lincoln, especialmente cuando pasaron por Jordan y Jonah, cuya madre solo le dio una pequeña advertencia de qué podría pasar si los descuida o se entera de que metió a alguien a su cuarto.

-Un poco más y literalmente no llegamos -dijo aliviada Lori, una vez que apagó el motor en el estacionamiento-. Sigo sin entender por qué llevas ese casco, ni que estuvieras en Nascar.

-Porque fue un regalo que le hice -dijo Jordan antes de que Lincoln dijera nada, levantando a Jonah pese a que es la hora de su siesta-. Es un milagro que haya soportado con él bastante tiempo. A mis exnovios no les duró ni una semana.

-¿Y por qué no está con su equipaje?

-Dejé un pequeño espacio en el baúl de mi ropa -respondió Lincoln, un tanto burlón.

-Espero que no le enseñen tan pronto a andar en motocicleta -dijo Lori.

-¿Cómo ella me enseñó? Tal vez. ¡Oye! -replicó Lincoln en cuanto recibió una palmada en la nuca.

-Eso fue por grosero.

-¿Y quién se arrepintió de pedirme que me pasara un alto?

-¡¿Cómo que se pasaron un alto?! -preguntó alarmada Leni, dejando caer sobre uno de los pies de Lucy su maleta.

-Ella me dijo que lo hiciera -dijo Lincoln, sudando bajo la chaqueta.

-Oigan, se nos hace tarde -objetó Lucy, doliéndose un poco por el golpe-, ¿ya podemos irnos?

Bastaron unos minutos para que los tres pasaran a las taquillas. Aunque los filtros de hace cinco años ya eran cosa del recuerdo, no faltó el momento incómodo en que Lincoln sacó una máscara KN-95 por cabeza.

-Ya no tienes que hacer eso -protestó Lori.

-Dile eso a los sobrecargos hace dos semanas -objetó Lincoln.

-Debes tener una buena razón para decirme eso.

-Ya que lo mencionas, si. ¿Cómo crees que se transmitió rápido el SARS hace veinte, treinta años? ¿O el Covid?

-Oh.

-Mami, no me gusta -dijo Jonah, quejumbroso, sobre la máscara que le pusieron.

-Será solo mientras estamos en el avión -reprocha Jordan-. Como cuando fuimos con mi tía.

-¡Papá!

-Ahora no, niño -respondió Lincoln-. ¿Puedes hacerlo por mi?

-Solo unas horas en lo que vamos los tres a California.

Con la boca casi hasta el piso, la sorpresa que las tres Loud se llevaron fue enorme.

-Cierto, no se los dije -dijo Lincoln, revelando su sorpresa-. La UCLA me aceptó para su Escuela de Artes, y como no vamos a estar tan lejos…

-En la misma facultad -aclaró Jordan.

-…, pues ese fue el plan.

-¡¿Y por qué esperaron hasta ahora para decirnos?! -gritaron Lori y Leni al unísono, molestas.

-Las dos trabajan juntas, y tú -señaló Lincoln a Leni- vas a la comunitaria para no estar tan lejos de mamá y papá. Y ya que nadie estaba prestando atención más allá de Lucy, pensé en esto.

-O sea… que mientras estuve congelándome en Canadá por ti, ¡¿ahora te vas a asolear a California?!

-No negaré que lo hiciste bien -remató Lincoln-, pero yo la tendré más en contra que tú.

-¿Ah, si? ¿Y por qué lo dices?

-¡Hola! ¿Factor de protección solar 110? Tú apenas y llegas a 80, pero mi piel es muy sensible.

-Eso me recuerda… -dijo Leni, tomando una botellita de su bolso-… seguro te servirá.

-¿Una muestra de perfume? -preguntó Lincoln, leyendo las palabras Lune Feline, Edición Artisan en la etiqueta de una botella dorada- Leni, no tenías que hacerlo.

-Es un regalo de ambas por tu graduación, Linc -dijo Lori, habiendo dejado el coraje de hace unos momentos.

-Gracias, chicas.

En medio del abrazo, Lincoln miró a Lucy por el rabillo del ojo. Viendo que esta se sentía ya muy dejada de lado, decidió romper un poco el contacto.

-¿Me disculpan? Necesito decirle algo a Lucy.

Tomando a su hermana menor, y con algo de desconfianza de Jordan y desconcierto de Jonah, la llevó a uno de los ventanales frente a una escalera eléctrica. Tanto las mayores como Jordan solo se encogieron de hombros, pensando que solo era una breve despedida.

-No estés tan mal -animó Lincoln.

-¿Y cómo no voy a estarlo? -preguntó Lucy- Es la primera vez que estaré sola de verdad.

-No sé si quieras, pero… podríamos hablar cuando te vayas a dormir, ¿no?

-No sé

-¡Vamos, Luce! La diferencia horaria es de tres horas. Ya serán las doce en Los Angeles para cuando te vayas a dormir.

-Eres un tramposo -acusó Lucy, golpeando el brazo de su hermano.

-No más que tú… Pony.

-¿Lo dice el hombre que duerme todavía con un conejo de peluche?

-¿Por qué mejor no lo dejamos para cuando lleguemos a California y lo reanudamos? -propuso Lincoln, viendo a Lucy a los ojos y buscando en sus bolsillos- Sadie, mi exnovia… me enseñó a hacer pulseras e hice esta el día que nació Jonah. Quiero que tengas la mitad.

Reparando en la pequeña pieza de bisutería, Lucy cae en cuenta de que es una pulsera de cuentas de cuarzo negro y de una piedra lechosa de tonos azules e iridiscentes con un pequeño castor de metal. No era algo que fuera vistoso, pero se veía bien.

-Eres un cursi -objetó Lucy.

-No más que tú cuando Morpheus te invitó a salir -devolvió Lincoln, sacando una pequeña risa de Lucy.

Un abrazo un tanto incómodo para Lucy y había sido todo.

.

En el avión, Lincoln está algo ansioso por salir.

-¿Podrías comportarte? -pidió Jordan, un tanto incómoda por tener que viajar de nuevo en clase turista.

-Estoy calmado -objetó Lincoln-. La chaqueta de Liam me está picando un poco.

-A ver, déjame ver… -pidió Jordan, tomando la prenda y revisando que no tuviera nada comprometedor- Solo estás nervioso. No hay bichos.

-¿Segura?

-Y hazte un favor.

-¿Cuál?

Con un rápido ademán, Jordan le robó un beso bastante fugaz que disfrutó sin pensarlo dos veces.

-La próxima vez que Jonah pregunte por qué no nos casamos -dijo Jordan-, dile que necesitamos pensarlo mejor.

-Odio cuando te pones así.

-Por cierto, una amiguita tuya me dio algo para ti.

-¿Ah, si? ¿Qué?

Tendiendo una cajita envuelta como regalo con papel lustre rojo y un listón blanco, Jordan la ofrece. Lincoln la toma pasando sobre Jonah y la abre para encontrar una nota pegada a una nota que lee en voz alta

Felicidades por

nuestra escapada a

Lactolandia

XOXO

Isela Cree

Por desgracia, no leyó la última línea.

-No fuimos a Lactolandia -dijo Lincoln.

-Después del baile de graduación, ¿recuerdas? -dijo Jordan- Te llevaste a Taylor al terreno y se la…

-¿Qué le hizo papá a su amiga? -preguntó Jonah.

-Ah, pues… -empezó a tantear Jordan, tomada con la guardia baja.

-Solo la llevé a… -dijo Lincoln, buscando una excusa.

-¿Por qué no ves la película? -preguntó Jordan, viendo que en las pantallas de la cabina ya estaba empezando El Legado: Una historia de Ace Savvy con el despegue- Esto ya es conversación aburrida de adultos.

Molesto por no ver saciada su curiosidad, Jonah prefirió ver la película aunque no entiende por qué aparece Dwayne Johnson como Shark Card.

-Yo no me llevé a Taylor a Lactolandia. Te recuerdo que clausuraron el parque mientras yo no estaba.

-¿Y quién dijo que era Taylor?

Sin decir nada más, Lincoln leyó toda la nota. Por lo visto, aquella prueba estaba usada, pero debe reconocer que Jordan se la supo aplicar. Sin concesión de ninguna clase, mucho menos incidentes así como pudo recordar. Incluso tuvo cuidado de usar protección cada que tenía relaciones. Por lo tanto, es bastante sensato de su parte guardarse de cualquier pregunta. Por lo menos hasta que estén seguros de no tener chismosos o niños rondando.

.

Unos minutos más tarde, y a lo lejos, viendo cómo sus hermanos, Jordan y Jonah se perdían entre la multitud y se separaban, ellos ya por todo un país entre ellos, Lori por fin se sintió liberada. Veía como las cosas se aclaraban para ella después de mucho tiempo.

Tomando la mano de Leni por mero reflejo, por fin se sintió en paz…

-Lori… -dijo Leni, mirando todavía a la escalera, una media hora después de haber partido el vuelo de Lucy-… ¿Qué hay para cenar?

-Anoche se quedó algo de macarrones al pesto y salmón ahumado -respondió Lori.

-Creí que eso fue el desayuno -confesó Leni, que pasó a tomar un bocadillo nocturno en la víspera y todavía un ligero almuerzo.

-¡Leni! -exclamó Lori, que extrañamente estaba molesta y riendo por recuperar el tiempo perdido con ella en una lucha ya olvidada y estéril.

… o tal vez no…

…por un rato.

-Entonces ¿comida china?

-No -negó Lori-. Se me antoja algo en vara.

-Ojalá no sean fideos. ¿Qué tal un burrito?

-Me provocan gases. ¿Pollo asado?

Y así, tal y como antes, lo que era un extenso desierto sin más vida que sus visitantes ahora florece con renovada vida.

~Ø~

Octubre 21 de 2022

Última publicación

Fue un largo camino, ¿verdad?

Una anotación final sobre la pandemia. Seguimos en ella, las restricciones se levantan y pareciera que ya poco importa. Sobre todo en el norte, ya con la alta afluencia en hospitales por influenza, aumento en los cambios bruscos de temperatura y la masificación de las reuniones. Por algo, dije, estamos en fase de "cada quien por su cuenta" para los gobiernos.

Es curioso. Septiembre de 2020 marcó el inicio para escribir este largo fanfic, poco después de las fiestas patrias por aquí. Tuve un patrón por la respectiva Luaggie Week de ese año y ahora que termino cuento con un acervo más nutrido... ya saben, porque hubo material escrito en lo de mientras. Y lo mejor... hoy maté dos pájaros de un solo tiro. Dos pendientes menos, uno entrando si se confirma y definitivamente la vuelta de un fantasma del limbo... quienes son lectores de hueso colorado sabrán con quiénes tengo un serio pendiente.

Respondiendo por última vez...

Pep delgado 99, esperaba que hubieras leído completo. En cuanto a tu fanfic, resumo. Buena idea, ejecución y gramática espantosas.

De corazón, agradezco a JVA98 y a Reila Vann por la ayuda que me brindaron como lectores beta en las primeras etapas antes de publicar. Chicos, esta es por ustedes.

~Ø~

Extra

Los Angeles, California

Perder un par de años no fue nada fácil de asimilar.

Para Mollie, estudiar Administración era una bagatela. Después del divorcio de sus padres, creyó conveniente darles su espacio y empezar de cero por su cuenta. Lejos de ese internado, de cualquier disputa que sintiera haber provocado o de cualquier fuente de problemas, aunque como todo en la vida, siempre tiene que haber un "pero" sin excusas.

El "pero", una mujer que, como ella, perdió tiempo y logró reponerlo. Alta, de una piel que luce enfermiza para ser cetrina, ojos achinados y una larga cabellera negra que cubre una camiseta negra con morado de manga larga y la parte trasera de unos vaqueros desgarrados por el desgaste.

Dicha mujer se presentó como Dilim Zhau, lo cual era raro. Solo conoció una Zhau, pero ya no importaba porque se largó solo Dios sabrá donde y ahora es lo bastante tarde para recordar a quien, en su opinión, no lo merece o la imagen ya es muy vaga.

Con diligencia, Dilim se apresuró a marcar límites… literalmente.

-Mientras estemos encerradas aquí -dijo Stella con voz agresiva-, tú no pasas de esta línea.

-Claro -respondió desdeñosa Mollie, tomando un libro de Estadística de su maleta.

-Y hazte un favor etiquetando tus cosas y tu comida -continuó Stella, empezando a meter en el refrigerador que metió algunas cenas congeladas que compró horas atrás-. No quiero que me andes peleando por idioteces como un pepinillo o una hamburguesa a medio comer.

Mollie solo asintió, poniéndose unos audífonos para escuchar algo de música.

-Y una cosa más -añade Stella de último-. No toques mi alcohol. Marcaré mis latas y botellas antes de meterlas cada día.

-No hay cuidado, dejé la bebida a los dieciséis.

-Entonces nos vamos a llevar muy bien.

El lugar no era muy distinto del departamento a donde su padre se está quedando, al menos para ser una casa de estudiantes. Un cuarto con camas gemelas, medio baño, cocineta y una sala que, si bien no es lo bastante amplia para tener visitas, es lo suficiente como para mantener a dos estudiantes en estado de alerta.

La calma que resuma algo de tensión fue rota por el sonido de un plato estrellándose contra el suelo y una carcajada infantil, seguida por los regaños de lo que, a oídos de Mollie, sonó como un desagradable recuerdo de su pasado que terminó por encontrarla.

-¡Si van a traer a su peste, más les vale que la callen! -gritó Stella, avanzando a grandes trancos de la puerta.

Mollie suspiró un tanto divertida. Prestando más atención a una novela rosa que le robó a su madre hace tiempo, pensó en las posibilidades que tiene su compañera para detener semejante escándalo al otro lado del pasillo.

Más tardó la chica emo en ir que en volver, presentando un labio partido y la nariz sangrante.

-No… preguntes -dijo Stella mientras se deja caer en la cama.

-¿Vecinos molestos? -cuestionó Mollie.

-No creerás cuanto apenas los conozcas.

-Tal vez solo están de niñeros, Dilim -teorizó Mollie.

En cuanto Stella se acostó, fue a su cama, tomó el teléfono y fue a buscar un contacto en especial.

Sin pensarlo dos veces, aprieta la única opción que le queda… porque de todos modos, a Jordan y a Lincoln los van a aguantar un buen tiempo.

Jordan Rosato

"Ojalá no me hubiera mudado a Royal Woods", deseó Stella mientras oprimía la opción que, según, se merecía.

Bloqueado

Mollie reía para sí, de no ser porque, apenas dejó Stella abierta la puerta, vio a un niño en el corredor de camiseta y pantaloncillo pardos, seguido por las figuras de Jordan y Lincoln, prometiendo que su estadía en California será una pesadilla.

Ø~

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Dedicado a aquellos que sobrevivieron a la tempestad

y a quienes nos ayudaron a resistirla.

A la memoria de quienes cayeron abatidos por ella

con la esperanza de un nuevo aliento y amanecer

Y por fin, así cae el telón

Sam the Stormbringer