El último pecado de Lincoln Loud.

(Final del fic de Lyle)

;;:

;;;::

El tiempo era algo bastante curioso de considerar, en especial para alguien que ya pasaba de los cuarenta y para quien, la vida parecía no contener más sorpresas, o al menos así solía ser.

–¿Listo para conocer los resultados?–

Lyle asintió en silencio mientras que recibía el sobre en la mano. A su familia nada había dicho, nada que pudiese iluminarlos sobre sus muchas ausencias durante las últimas semanas. Aquello había sido una de las experiencias más aterradoras que hubiese vivido y no podía compartirlo con ellos por miedo a las consecuencias que acarrearía el conocer lo que se hallaba allí adentro.

Rasgó el borde y extrajo el pliego para luego, extenderlo por sobre la mesa. Debajo de la jerga médica esperable existía un recuadro que confirmaba que su grupo sanguíneo correspondía al del sujeto no identificado hallado en el mismo lugar que su padre indicó cuando cayó al hospital por primera vez, no porque desease pedir perdón ni por alguna noción de justicia, sino para darle una última lección sobre la importancia de proteger a su familia y de hacer lo que un hombre debía de hacer.

Algo que había sospechado y temido y que resultaba ser cierto, que Lincoln en efecto había muerto y que ni siquiera pudieron despedirse.

El corazón de Lyle dejó de palpitar por un instante, parte de su ser murió esa tarde.

::;

::;:;

Condujo por horas para aprovechar el día, apenas haciendo una parada con tal de recargar el tanque, orinar y llamar a casa.

Era a su vez consciente del peligro que involucraba el operar tan cerca de su hogar, que iba demasiado temprano, que no consideró del todo las sospechas de su hijo y su mujer y que eventualmente comenzarían a hacer preguntas.

Odiaba perder el control, detestaba las variables no previstas, los escenarios inesperados.

Le enfurecía el no saber qué hacer, mas… Mas, estaba operando con el tiempo en contra, por lo que tendría que improvisar para así atrapar a tiempo a ese cobarde.

Si conocía a su blanco y creía conocerlo, entonces de seguro lo hallaría pronto, mal que mal, Lincoln Loud era una criatura de pobreza intelectual y moral, siendo así, le sería sencillo explotar esas debilidades.

A su lado, un folio de ex pacientes contenía a sus posibles coartadas, habiendo seleccionado a los individuos que todavía residían en la zona, se decantó por aquellos cuyas terapias no habían sido exitosas y que tenían una inclinación particular a la violencia, de modo tal que un par de llamadas bastarían, pero eso solo en el peor de los casos.

De salir todo bien estaría de regreso con su familia en un par de días y ya no tendría que preocuparse de nada más.

::;:;;

::;:

–¿Lyle?, por favor responda Lyle–

Pinzando el puente de su nariz, hizo caso omiso a la presión que se acumulaba tras sus ojos, ya desde hacía algún tiempo estaba afecto a las jaquecas y una noticia como la que estaba recibiendo debía de afectarlo.

Al menos, a eso atribuyó el único sollozo ahogado que se permitió tener.

–¿Qué pasó con eso de señor?–, preguntó en tono de broma sin que su sonrisa pudiese alcanzar sus ojos.

–Pues…–, contestó el forense aclarándose la garganta, –Como puede ver sus resultados coinciden con lo que encontramos del sujeto desconocido, si pudiese darnos una pista o un nombre, creo que seríamos capaces de determinar a ciencia cierta su identidad–

Lyle tenía la boca seca, ¿un nombre?, pues podía dar eso y mucho más.

–¿Mi familia se enterará?–

El médico forense dudo antes de contestar, pues si bien agradecía la ayuda, no veía el modo de evitar que la noticia se filtrase si es que alguno de sus familiares deseaba hacer público el hallazgo, o peor, si es que resultaba ser un homicidio, entonces de seguro se daría a conocer a la prensa.

–No hay garantías de que pueda mantener esto en secreto–, contestó, –Lyle, no teníamos mucho del cuerpo con lo que trabajar, solo parte del esqueleto, sus ropas y algunos objetos personales. El sitio del hallazgo ofreció pocas evidencias y siendo honestos, lo único que nos convenció de aceptar su ayuda fue esto–

No le entregaron la original, esa supo después que se hallaba guardaba en un archivo dentro de una bolsa plástica sellada al vacío, pero lo que si vio fue una carpeta con fotografías.

Tenían un crucifijo atado a una cadena, grabado con las iniciales de Lincoln, y una biblia con un separador de páginas en el que se hallaban anotados dos nombres.

Laura y Lyle.

::;

:::;

Hubo un intercambio de vehículos por lo que luego de dejar su auto a unas calles del centro pasó a recoger un modelo que eventualmente iría a parar a un deshuesadero. Aparentemente, el anterior dueño lo había destinado luego de años de maltrato o a un derby de demolición o como blanco del polígono de tiradores que siempre estaba al acecho de nuevas adquisiciones, así que recibir una oferta un tanto más cuantiosa de un tercero, sin preguntas de por medio, no fue realmente un problema el desprenderse de un vehículo chatarra.

Subiendo a su nuevo transporte descubrió complacido que era todo lo que quería, barato, incómodo y a pasos de caerse a pedazos.

Su siguiente destino fue una tienda de carnada en la que compró algunos suministros para visitar más tarde uno de los puntos de pesca locales. Aprendió allí cuales sitios eran buenos y cuales eran horribles, y especialmente, descubrió los lugares peligrosos a los que no debía ir, ya fuese por estar afectos a deslaves, inundaciones o caminos demasiado dañados o por ser puntos de encuentro de pandillas y adictos.

Agradeció los consejos y pagó en efectivo, desde un banano que llevaba al cinto.

Nadie cuestionó el hecho de que usase guantes de látex porque estos estaban ocultos debajo de un juego de guantes de "supervivencia", que no eran otra cosa que guantes normales con patrón de camuflaje.

Pasó el resto del día recorriendo esos lugares y al atardecer, al regresar al pueblo, dio unas cuantas vueltas por los alrededores antes de estacionarse afuera del único templo católico de los alrededores.

No alertó a nadie con su mascarilla, muchas personas las usaban para prevenir enfermedades y ya nadie las cuestionaba.

Tampoco se fijaron en la hora tan peculiar que eligió para salir del auto blandiendo una palanca, ni del crujir de una puerta siendo violada, ni de la marcha silenciosa del cura al ser sacado de su habitación.

Era una comunidad en su mayoría de la tercera edad, que no querían problemas ni se interesaban en meterse en la vida de otros. Podría haberlo asesinado en la calle y no se hubiesen molestado, pero, había trabajado por ese momento, no lo desperdiciaría.

;;:

;;;:

–¿Conoció a esa tal Laura?–

Laura había sido…

Laura había sido…

Laura…

–Lyle, por favor, si acaso se siente amenazado por alguien, si le pidieron que guardase silencio o dijeron algo sobre su familia o usted, puede creerme cuando le digo que existen los recursos para ayudarlo–

Se relamió los labios todavía más tenso ahora que veía en los ojos del forense ese indeseable brillo de quien se cree responsable por los demás.

Eso era algo que Lincoln tenía, no quería verlo en otra persona.

–Usted sabe que Lincoln fue mi tío, que para el momento en que yo nací ya no se le consideraba parte de la familia, lo entiende, ¿no?–

–Claro que lo entiendo–, contestó el hombre de forma paciente, con un tono calmo y conciliador.

Lyle quiso asfixiarlo por eso, el único que podía hablarle así estaba muerto, había muerto hacía años y Lyle lo sabía, pero…

–Lyle, ¿le gustaría un vaso de agua?, si quiere podemos posponer esto para otro momento, o salir un rato a respirar–

Tuvo que clavarse las uñas en las piernas para no gritar, ese maldito crio seguía hablando y hablando como si acaso sus estúpidas palabras pudiesen ayudarlo.

¿¡Por qué mierda había sido tan cobarde!?, podría haber llamado, decirle que su padre no estaba del todo cuerdo y que debía huir, ¡o haberlo ido a buscar!, y tal vez así… Tal vez…

–No es necesario–, murmuró a la vez que alzaba una mano para evitar que el facultativo siguiese hablando.

–Lincoln estudió durante un tiempo en una escuela militar, pero supongo que eso ya lo sabían, y luego se hizo cura. Nada de esto es nuevo para ustedes, pero si puedo decirles esto–

Su audiencia de uno se mostró impaciente, su tableta, con la que de seguro grabaría la conversación para no perder detalles, actuaría como último registro de lo que fue la vida de Lincoln.

Si hablaba y decía la verdad, entonces, su alma descansaría en paz, sería libre y todos sabrían que fue un buen hombre.

Si confesaba todo, entonces todos sabrían lo que su padre hizo, todo el mundo…

;;;:

;;;:

Lo encontró sentado en la cama con una biblia en una mano y un bolígrafo en la otra. Tenía el ceño fruncido, la mirada endurecida y la espalda encorvada hacia adelante. Estaba sentado frente a una ventana iluminándose con una lampara.

Así, casi parecía inocente, solo que no lo era, jamás lo había sido.

Lincoln Loud era un hipócrita y un mentiroso al que se le acababa la suerte.

También era un tonto que había olvidado como defenderse.

:::;
:::;

:::;

–Laura era una amiga de Lincoln, me contó de ella cuando se enteró de que éramos familia–

El médico anotó algunos detalles en su tableta, cosas que le aseguraba a Lyle eran completamente necesarias.

–Me dijo que ella quería algo más que amistad, pero Lincoln se rehusó, ya sabe, por lo de ser cura. Se fue un día sin siquiera despedirse, mi tío no volvió a saber de ella–

–Ya veo–, comentó el forense, –Entonces conocía a esta persona y a usted lo conoció poco después, cuando se enteraron que eran familia–

–Así es–, respondió Lyle, –Ayudé un poco con sus cosas de la iglesia hasta que mi madre se enteró de que estaba hablando con él. Verá, mi madre es una persona muy tierna y sensible y lamentablemente, hay gente que se aprovecha de eso–

Un clavo más a la cruz luego de ensamblarla y cargarla sobre los hombros del recuerdo de Lincoln, eso estaba haciendo, eso haría porque era un hombre, y un hombre cuidaba de su familia.

Lincoln lo entendería, Lyle debía creer que Lincoln comprendería el motivo de su traición.

–Después de mucho tiempo me contaron la historia, de que al parecer Lincoln se sobrepasó con mamá, mis abuelos lo descubrieron y antes de que pudiese hacer más lo enviaron a un colegio militar, el más accesible que pudieron encontrar–

El médico detuvo sus anotaciones para enfocar la vista en Lyle, y de forma lenta y deliberada extrajo el expediente que había construido del grupo familiar de los Loud, al menos de lo contingente al caso pues eran muchos, demasiados como para contabilizarlos a todos.

–Leni Loud, ¿verdad?, pues no hay denuncias al respecto así que imagino que lo del colegio funcionó–

–En parte–, replicó Lyle, –A decir verdad, Lincoln decidió luego de esa experiencia que nunca más volvería a lastimar a una persona, así que cuando se le dio la oportunidad prefirió completar sus estudios y luego convertirse en cura–

–Suena a una decisión arriesgada y para nada compatible con lo que sabemos de su tío, usted entenderá que un ofensor de esa naturaleza no se cura de un día para el otro, de hecho, algunos creen que no existe forma de detenerlos salvo una solución química, por ejemplo–

–Tal vez tenga razón–, dijo Lyle, –O quizás mi tío de verdad escuchó el llamado de Dios y lo que le hizo a mamá fue un terrible error de su parte del que siempre se arrepintió, como sea, se hizo cura y no volvió a aproximarse a la familia, salvo por mi que lo busqué–

–¿Usted cree que fue un error?–

Respiró profundamente y ocultó sus manos bajo el escritorio, sabiendo que hacía un pobre trabajo al disfrazar el temblor que las recorría.

–¿Honestamente?, así lo creo. Mamá solía decirme que Lincoln no era tan malo en realidad, incluso a veces parecía extrañarlo–

:::;

:::;

Cuando lo golpeó la primera vez no se defendió, y creyendo que se había congelado por la sorpresa volvió a azotarle el rostro con la palanca.

Estaba vestido cuando le ordenó levantarse y caminar frente a él, enseñándole un arma corta con la cual le dispararía si es que intentaba huir.

Lincoln le dijo que podía tomar lo que quisiera, que si necesitaba dinero, tenía poco, pero era libre de tomarlo.

Que si necesitaba un lugar para dormir o algo que comer le prepararía una habitación, incluso la propia, y le compartiría su cena.

Le pidió finalmente no tomar nada de la iglesia, porque el cáliz dorado y el crucifijo de la nave central eran en realidad de estaño pulido el cual no tendría valor de reventa, que el santísimo solo era una vela a baterías en una base de plástico y que tanto su sotana como su biblia eran donadas, y que no le servirían en realidad, no cuando podía ofrecerle vestimentas limpias de la canasta de donaciones o una biblia nueva de las que tenía guardadas.

Su mal dirigida compasión le ganó un golpe en la espalda que le hizo entender que no tenía nada con lo que negociar, por lo que sujetando su biblia contra el pecho esperó en silencio mientras que su habitación era esculcada.

Al poco tiempo lo ató de manos y de pies con zip ties y le colocó una bolsa en la cabeza.

Finalmente lo hizo entrar en la cajuela del auto junto con el nauseabundo aroma de comida chatarra en mal estado y aceite desparramado, allí, volvió a golpearlo hasta hartarse, para así quitarle cualquier deseo de lucha, toda noción de supervivencia.

Te dije que no volvieras a meterte con mi familia–, gruñó al cerrar la cajuela, solo para dejarle saber quien era la persona que terminaría con su asquerosa existencia.

Por el espejo retrovisor vio la iglesia a oscuras y la solitaria luz de la habitación de Lincoln, último testigo de su desaparición.

::;

::;;

–Entonces lo conoció–

Había admitido que su familia no siempre odió a Lincoln, y que algunas veces lo extrañaban.

Que su madre lo extrañaba.

Eso fue un error, no podía ni debía decir más de lo necesario.

–Así es–

El facultativo contempló las respuestas de Lyle con suma atención, habiendo apartado horas extra de su agenda con el único propósito de revelar el misterio del sujeto desconocido.

Hallado en las orillas de un río gracias a un reporte de un par de senderistas que pasaron por la zona, semi enterrado en el sedimento, dejando como única señal de que allí había un humano un trozo de cráneo reluciente al sol.

Había sido por mero accidente que uno de ellos se detuvo al ver la extraña roca pálida que sobresalía del suelo, la cual no se reveló a si misma sino hasta que uno de ellos tuvo la buena idea de arrojar algo de agua sobre ella.

Luego de eso hubo una llamada, una incómoda espera y finalmente la extracción de los restos óseos, conservados casi todos en una improvisada tumba.

Algunos incluso casi consideraban un milagro el hallazgo tomando en cuenta el lugar del suceso y el tiempo estimado que había transcurrido desde que aquella persona, de que Lincoln hubiese muerto hasta su recuperación.

–Sabe, hay algo que no entiendo, cómo fue que el señor Loud acabó allí. Hemos investigado desapariciones en esa zona y casi siempre se trata de campistas que sobrestiman sus habilidades o –

indigentes que por cualquier motivo deciden probar su suerte lejos de la ciudad, sin embargo, un predicador, un hombre de Dios, no tendría razón para largarse un día y ya, mucho menos como usted lo ha descrito–

Un clavo tras otro para la memoria de Lincoln, ¿qué sería una mentira más?

Lyle necesitaba convencerse a si mismo de que hacía lo correcto, por su madre, por su mujer e hijos que esperaban en casa, porque era un hombre y debía actuar como tal.

–Creo–, dijo al mismo tiempo que humedecía sus labios, –Creo que fue por Laura, creo que fue por ella. Cuando se fue, de seguro molestó a alguien, algún ex novio o un amigo o alguien, no lo sé, no estoy seguro–

El forense se inclinó hacía adelante entrelazando los dedos.

–Creo que puedo decirle que su tío fue asesinado, al menos eso creemos, la posibilidad de un suicidio parece remota–

;;:

;;:

Lincoln sabía que su vida acabaría desde mucho antes de que su cuñado se le apareciera blandiendo esa palanca, lo sabía desde el momento en que Lyle abandonó su habitación, desde ese instante supo que su último gran pecado sería castigado con la muerte.

Lo habían puesto a cavar en la tierra usando sus manos por lo que tuvo que guardar su biblia dentro de su camisa, y así no perderla.

Cavó en el suelo húmedo mientras que sus dedos se congelaban y sus uñas se partían hasta que en un punto su espalda fue incapaz de soportar el dolor, por lo que al ver que el agujero era lo suficientemente profundo se arrodilló frente a el, hundiendo sus zapatos en la tierra y buscando entre sus ropas el crucifijo.

No estaba listo para pagar, no estaba listo para irse.

No, así no. De rodillas y en esa posición pareciera que estuvieras orando y no quiero eso–

El fin que había imaginado, y el final al que se enfrentaba, eran diametralmente distintos.

No quiero que reces, quiero que enfrentes tu muerte como un hombre, ¡eso es lo que quiero!–

El fin con el que se encontraba no sucedería, en principio porque a pesar de que no esperaba vivir mucho en ningún momento se le había ocurrido convertirse en misionero y servir en una congregación en un país en guerra, o presa de una inusitada violencia, o plagas y enfermedades y hambruna. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que lo enviasen a una ciudad con una alta taza de crimen, en la que cualquier día, en cualquier segundo, podría recibir un impacto de bala tan solo por estar afuera o ser presa de la ira de un adicto o un ladrón.

Nunca se le pasó por la cabeza que moriría haciendo algo importante, algo realmente útil y he allí la esencia de su último gran pecado, el peor de todos sus vicios y mayor vergüenza, que no teniendo un motivo por el que vivir, hubiese valorado su vida por sobre la de los demás.

Lo que le hizo a Leni al enfocar su afecto en ella y robar parte de su juventud, lo que les hizo a sus hermanas al demostrar que no era confiable, a sus padres que ya no podían pensar en él como un hijo, a sus amigos que vivirían ignorantes de sus actos y en especial a Lyle, a quien mancilló con tal de satisfacer a su parte más débil, al hombre que nunca quiso ser.

Por haber priorizado su dolor e ignorar el sufrimiento de los otros, renegando así de su labor, se había convertido en un hombre impío, un hombre cuya vida debía de ser extinguida.

¿Vas a seguir así?, ¿en serio vas a hacerme esto?–

A más de una hora en auto y junto a un caudal de agua perdido en medio de la nada, el vehículo permaneció atrás, al menos a 20 minutos de distancia. Desde allí que el hombre al que recordaba de aquella noche en la que supo que Leni ya no quería volver a verlo le dijo que lo mataría.

Esperaba que te resistiera un poco, que al menos rogaras, ¿pero esto?, esto es patético–

Apenas llegaron Lincoln contempló el río bañado por la luna y a la distancia, las siluetas de cientos de árboles extendiéndose más allá de la vista. En aquel remoto lugar e ignorando las amenazas de su captor, se arrodilló junto a las aguas e hizo oración.

Eres patético Lincoln Loud, siempre lo has sido y siempre lo serás–

En su silenciosa contemplación de su muy insignificante vida logró alcanzar la claridad necesaria para arrepentirse de corazón por haber sido un hombre débil, y en medio del rosario casi pudo ignorar la bala atravesando su espalda y el agujero en su pecho expandiéndose y ardiendo a más no poder.

Quizás gritó, quizás se desvaneció en el acto, tal cosa en realidad ya no importaba.

Su vida acabaría en un abrir y cerrar de ojos y nadie lo recordaría, no su familia que lo despreciaba, ni los amigos a los que apenas recordaba, o Leni que en realidad jamás lo amó.

Ya deja de rezar–

Incluso Lyle olvidaría un día, ojala pronto, sobre aquel tiempo tan extraño que pasaron juntos. Laura se volvería un recuerdo vago y se desvanecería, y así, todo estaría mejor.

Su cuñado seguía hablando, pero Lincoln ya no podía escuchar. Sus sentidos se paralizaban, su cuerpo se desvanecía.

La oscuridad se cernía sobre él.

Lyle es tu hij… –

Incluso al extinguirse su aliento continuaba pidiendo perdón.

::;

::;

–No encontramos la bala pero si un par de casquillos que creemos encajan con el calibre del arma con la que le dispararon a su tío. Íbamos a ir por la tesis del suicidio, pero la reconstrucción del cráneo sugiere la acción de terceros–

A partir de ese punto Lyle no pudo contestar mucho más, por lo que luego de afinar algunos detalles se le indicó que tenía la posibilidad de rescatar los restos de Lincoln luego de que fiscalía decidiese si proceder o no con la investigación, pues si bien la hipótesis del homicidio parecía ser acertada, lo cierto era que también involucraría el utilizar recursos que tal vez servirían para casos más contingentes, pero que si quería ver resultados, llamase e insistiese hasta tener una mejor respuesta.

Era decepcionante el toparse de plano con los efectos de la burocracia y saber que Lincoln posiblemente no tendría justicia, porque incluso las personas que lo amaban habían decidido ya no pensar en él. La abuela Rita y el abuelo Lynn habían fallecido, la tía Lori tenía la presión alta y se recuperaba de un procedimiento al colón, la tía Luna y Luan en tanto no habían expresado gran interés al igual que las tías Lola y Lana que solo lo mencionaban de vez en cuando.

La tía Lucy había intentado contactarse con Lincoln mediante una sesión de espiritismo que no tuvo resultado, porque según ella la religión de su hermano le impedía aparecerse a una practicante de las artes mágicas.

La tía Lisa monitoreaba bases de datos esperando un día tener que ir a rescatarlo, ya fuese de un refugio de indigentes, un hospital mental, la cárcel o en el peor de los casos de una morgue, más que nada odiaba la incertidumbre por lo que no saber dónde estaba Lincoln la enloquecía, mismo caso con Lily que hacía lo que podía mientras que equilibraba su propia vida familiar y su participación en un par de grupos de familiares de personas desaparecidas. Quizás por efecto de ser más jóvenes no resintieron del mismo modo al hermano mayor al que recordaban con cariño.

La tía Lynn en tanto fue diferente, curiosamente estaba más herida que el resto de las chicas por la desaparición de Lincoln, solo que lo ocultaba mejor pero a veces, cuando charlaban, se le notaba esa tristeza que era tan similar a la de la otra hermana que no había aceptado la muerte de Lincy como cierta.

Su madre mantuvo un velo de tristeza por mucho más tiempo del que su padre considerase aceptable, culpándose de tanto en tanto de haber empujado a Lincoln a irse y lamentando no haberlo hallado antes para reconciliarse.

Volvió a terapia supervisada por papá, mientras que Lyle que sabía un poco más que todos se tragaba el rencor y las dudas con tal de comportarse como un buen hijo y ayudar a su madre a sobreponerse.

Y mientras todo esto pasaba tú sabías la verdad, siempre la has sabido–

Durante años sospechó que su padre le había hecho algo a Lincoln pero nunca se atrevió a preguntar, y de no haber sido por las personas que lo encontraron y la historia que le contó su papá sobre cuidar a su familia y hacer lo necesario no hubiese tenido el valor de involucrarse.

En el fondo sabía que era tan culpable como el resto de la familia Loud, quizás peor porque ellas podían excusarse en su ignorancia, mientras que Lyle era plenamente consciente de todo.

::;

:::;

El camino a casa fue silencioso, ni siquiera se le ocurrió encender el radio o revisar sus mensajes, no tenía la cabeza bien puesta para ello.

El camino a casa fue silencioso porque esa era la única manera en la que llegaría en una pieza, temía que si llamaba a casa o a alguna de sus tías para decirles sobre Lincoln terminaría por caerse a pedazos.

–Solo fue una vez, solo una–

Se detuvo a un lado del camino y sujetando el volante, allí inclinó la cabeza hasta que su frente tocó la superficie de polímero.

Estaba caliente, estaba ardiendo, todo su cuerpo estaba envuelto en llamas.

Lincoln estaba muerto y se congelaba de frío, Lincoln estaba muerto y Lyle sabía quien era el responsable.

Insultaste su memoria, desde que papá volvió es día a casa y te dio otra de sus charlas supiste de lo que hablaba, supiste sobre quien hablaba y te quedaste callado, y ahora…–

Sabía lo que debía de haber hecho en la oficina del forense, e incluso antes, cuando Lincoln no contestó más sus llamadas ni mensajes, y cuando se enteró tiempo después de su desaparición pero prefirió quedarse callado porque si hacía preguntas eso alteraría a su madre, y su padre en ese entonces ya lo estaba presionando para que pudiese enmendar el desastre que provocó por involucrarse con la oveja negra de los Loud.

Así fue que a pesar de la vergüenza que sentía y de la impotencia que lo plagaba se quedó callado, como un buen hijo obediente con tal de no alterar más los frágiles nervios de mamá.

Y mientras tú hacías eso, Lincoln se pudría en un hoyo–

Vivir con la culpa de haber abandonado a alguien a quien amaba había sido su martirio personal durante años, el que mantuvo en silencio desde que lo besó por última vez antes de regresar a la casa de sus padres, y luego de eso, intentó recomponer su vida, pero siempre estaba allí, a su lado, la sombra de Lincoln, tan presente como las palabras de su padre y su hostilidad que antes no había notado, su necesidad imperiosa por controlarlo todo y a todos con tal de que siempre hicieran lo que él quería.

Tardó años en reconocer aquello y apenas hacía un tiempo fue capaz de resistirlo, mas, su victoria fue corta, pues ese hombre se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos.

Y es por eso que volverás a fallarle a Lincoln, ¿no es así?–

Traicionera consciencia, dulce e incesante tormento.

Lyle no creía poseerla antes de conocer a Lincoln.

–Lo siento–

Entregar a Loyd hubiese sido lo correcto, pero su padre ya no era el mismo de antes. El primer accidente que lo llevó al hospital le quitó el control sobre la parte derecha de su cuerpo durante unos meses, y el siguiente lo puso en una silla de ruedas.

En la actualidad el pobre hombre apenas respondía a su nombre, habiendo manifestando las señales tempranas de demencia que afectaban a su lado de la familia y que había recibido como herencia temprana.

La verdad era que en esos días, su padre apenas reconocía a mamá, el resto para él se habían convertido en extraños, incluyéndole.

Lyle no podía…

–Oh Dios perdóname, Lincoln por favor…–

Ya estaba en sus cuarenta y lloraba por culpa de un hombre con el que se acostó una vez, el único hombre en realidad. Nunca antes y mucho menos después Lyle sintió esa clase de conexión hasta que conoció a su mujer, y a ella no podía decirle esas cosas, no podía contarle que una vez siendo joven le confundieron con una joven y que no se sintió ofendido por ello, que de hecho le gustó que ese tipo tan bien parecido se comportase como un caballero con alguien que no era una dama.

Incluso cuando lo convenció de olvidar sus votos por una noche, Lincoln fue amable. No hicieron gran cosa, no llegaron a hacer todo lo que Lyle imaginó que harían pero sí lo suficiente como para saber que entre los dos había algo especial, algo tan breve y tan lindo y ahora, ¿qué le quedaba de eso?.

El secreto de su padre quien le contó donde había matado a un "perro" que trató de morderlo antes de que sus enfermedades lo consumieran, la tristeza de una madre que era incapaz de confiar en él para decirle todo lo que sabía, porque su propia miseria la cegaba a la miseria de su hijo, y la memoria de ojos cansados y bondadosos, de una taza de café mientras que charlaban sobre sermones, Laura lo tentaría con ideas escandalosas y Lincoln se sonrojaría y reiría y al finalizar, siempre extendiendo su mano, buscando alcanzarla a ella y a Lyle.

Sintió su teléfono vibrar en el bolsillo, sin saber qué otra cosa hacer contestó.

–Amor, ¿ya vienes?, sabes que me preocupas cuando llegas tan tarde–

–Ya voy–, dijo mientras intentaba controlar su voz, –Dame media hora y estaré allí–

Incluso sin verla podía notar su preocupación.

–Lyle, ¿Qué fue lo que pasó amor?, esto no es normal mi cielo–

¿Qué decir?, ¿Cómo calmarla?, su padre hubiese manipulado la situación, se hubiese contenido y manejado la charla a conveniencia pero Lyle no era así, no sabía cómo ser de esa manera.

Mas, sí había aprendido a mentir.

Sí que sabía como mentir.

–¿Recuerdas esa llamada que recibí hace unas noches?, pues resulta que encontraron a mi tío Lincoln. Esta muerto amor, lo encontraron enterrado en un bosque cerca de donde desapareció, creo que le dispararon y pudieron dar con su nombre gracias a mi, así que eso–

Incluso antes de que el llanto lo traicionase su mujer le rogó que volviese a casa, –Ven mi cielo, ven, por favor te lo ruego, no quiero que estés solo mi vida–

Lyle logró sonreír en medio de las lagrimas, ¿cómo había tenido tanta suerte de conocerla?. Prometió que llegaría pronto, que por favor lo esperasen y volvió a conducir.

Al llegar a casa abandonó el auto en la entrada, abrió la puerta y su mujer se le abalanzó en los brazos.

–Amor, tranquilo. Ya estás en casa mi cielo, ya estas en casa–

Cuarenta años y apenas en unas cuantas ocasiones había llorado, pero esa noche lo dejó salir todo mientras que su mujer lo consolaba.

Le contó sobre como conoció a su tío Lincoln y lo bien que se llevaron, hasta que un día sus padres lo descubrieron y le ordenaron alejarse de él, le dijo también sobre los rumores que lo rodeaban y como al poco tiempo se desvaneció sin dejar pistas y sin que nadie más de la familia se molestase en buscar hasta que se volvió evidente que algo malo había pasado.

Le confesó que durante años se sintió culpable por no haber ido el mismo a buscarlo y ella solo lo escuchó.

–Pero al menos ahora podrás enterrarlo, y ya no tendrás que preocuparte de que siga perdido. Estoy segura amor de que Lincoln lo apreciaría–

Entre los dos planearon los detalles, pedirían la entrega de su cuerpo y le conseguirían un sitio en el mismo campo santo en el que la familia de su mujer descansaba. En tanto, harían lo posible porque la noticia no se saliese de control si es que se hacía público, mas, ambos se dieron cuenta de que no podrían hacer mucho al respecto.

Tendrían que enfrentar aquello en su momento.

–Laura, ¿lo dices en serio?–

–Por supuesto mi cielo–, le contestó su mujer, –Era tu tío y lo amabas, claro que puede quedarse con mi familia y si no quieres decirle a tu madre o a tus tías, eso está bien por mi–

Laura era un ángel, Laura era la otra mitad de Lyle, el que sus nombres coincidiesen tan bien había sido toda una sorpresa al grado en que interpretó el encuentro como una obra del destino.

Rubia ceniza de piel tostada, con la nariz respingada y decorada de pecas, un ángel para Lyle, su alma gemela y la otra parte de su corazón, la que todavía latía, la que podía salvarlo de si mismo.

Laura era… Laura.

Ya esa noche en la cama, mientras escuchaba la suave respiración de su mujer, fue que Lyle hizo la única plegaría de su vida pidiendo perdón a Lincoln por no haber hecho lo correcto, y en cuanto a su propio pecado, pues cargaría con ello, con el peso del silencio en su consciencia y su propia cobardía.

Abrazando a Laura, Lyle soñó con el rostro de una persona que solo existía en sus recuerdos, su breve existencia había tenido muchos momentos felices opacados por años de amargura y recriminación. A pesar de las historias que se contaban en la familia Loud y que su padre mantenía como ciertas, no pudo llegar a odiar a Lincoln, ni siquiera a sentir desagrado ni nada. Era su familia después de todo, su amigo e incluso, fue algo más por una noche.

Y ahora que sabía donde estaba, podría ofrecerle un sitio apropiado de descanso, era lo menos que le debía.

Si pudiese ser diferente, al menos, me hubiese gustado haberte conocido antes, haberte amado antes y también, que te sintieses orgulloso de mi–

Sin ira ni venganza, sin odio.

Su padre viviría su propio infierno al igual que su madre y sus tías, al igual que Lyle, pero mientras existiesen ángeles como Laura y como Lincoln, podría soportar todo ello e incluso tratar de ser feliz.

::;

:::;

Sigue rezando incluso después de que le disparé, que tipo más desagradable–

Una bala por la espalda, otras dos en la cabeza y con ello acabó.

Le arrojó tierra encima y aplanó el terreno con unas cuantas rocas, luego, se marchó para no regresar.

Su vestimenta, el auto señuelo, la palanca y el revolver todos fueron a dar a distintos lugares, todos separados para así demorar a las autoridades, pero en cuanto pasaron las semanas y nadie tocó a su puerta supo que se había salido con la suya.

Mas, no vocalizaba esas ideas. Su complot era un secreto del que muchos se beneficiaban pero pocos poseían el carácter moral y la entereza para comprender.

–Maté a ese perro, lo maté. Le disparé en la cabeza así–, dijo haciendo una señal con las manos, –Así lo maté a ese animal, a ese hermano tuyo–

Junto al alguna vez orgulloso hombre, Leni Loud permanecía impávida, ignorando el balbuceo constante y enloquecedor de su marido y las implicaciones siniestras que lo componían.

–Rezaba el asqueroso enfermo, rezaba, pero no puedes decirle a nadie que maté a ese perro, nadie lo creerá, ¿lo entiendes?–

Cada día se comunicaba un poco menos, de hecho, el que hubiese hablado tanto en una sola tarde era impresionante, pero lo triste es que solo hablaba sobre el perro que mató lo que la hacía sentir muy triste.

–Mi hermano no es ningún perro–, siseó en un acto rebelde que al día siguiente sería olvidado.

–Mi hermano no es ningún perro, no vuelvas a hablar así de él–

Leni siempre era la última en enterarse, y si era la primera no decía nada por lo que de todos modos parecía ser la última en enterarse. Eso no la hacía ignorante, ingenua sí era, lo admitía, pero nunca ignorante, nunca fue una tonta.

Lincoln jamás creyó que ella fuese tonta.

–Lyle pensó que lo mejor sería llevarte a una institución para que cuiden de ti y la verdad, es que estoy de acuerdo, incluso tu familia piensa lo mismo–

Su marido no contestó, ya estando sumido en el estado quasi catatónico que acompañaba sus noches, al alero de unas cuantas píldoras permaneció con los ojos semicerrados y la boca abierta, murmurando en silencio.

La rubia, ahora con un par de líneas blancas en su cabello, acomodó la almohada de su marido y resistió las ganas de buscar otra y ponerla sobre su rostro.

Eso hubiese sido demasiado sencillo, pensó Leni, y no quería hacerle las cosas fáciles a Loyd, no después de comprender lo que le había hecho a ella y al resto de su familia.

Saliendo de la habitación principal se dirigió a la recamara de huéspedes y allí se sentó a orar. Aquella costumbre la había adquirido apenas un par de años atrás gracias a una amiga que conoció del grupo de búsqueda de personas al que Lily pertenecía, y si bien no se consideraba a si misma una persona religiosa, si admitía que había algo que deseaba y que solo por milagro recibiría.

–Si puedes escucharme, quisiera…–

Intentó dibujarlo en su mente, su imagen cada día se volvía un tanto más difusa pero a pesar de ello, podía recordar.

Lo había amado tanto que no creía posible vivir sin sentir que una parte de Lincoln era suya, que al menos en sus pensamientos, ella todavía estuviese presente.

Necesitaba creer que vivía incluso con la evidencia en contra porque de otro modo no se sentía lo suficientemente fuerte como para seguir con vida.

–Si pudiese verlo una vez más, si pudiese hablar con él, o al menos saber que es feliz…–

En la oscuridad de aquella casa de habitaciones vacías, Leni Loud confesó como tantas otras noches aquello que la mantenía en vela, lo que de verdad la atormentaba y que a nadie más podía decir.

La melancolía de un romance extinto, aquel era su gran pecado.

–O al menos por favor, que sepa que lo amo. Amen–

;;;:

;;;: