Vínculos


Sakura miraba el ramo de lirios blancos que le dio Itachi esa tarde, y recordó su conversación con él frente a la hermosa puesta de sol.

-Entre más quieras hacer que no me enamore de ti más me enamoro, es inevitable. Así que es mejor que te enamores de mí, porque tú eres mi destino – le dijo él.

¿Eres realmente mi destino? Se preguntó Sakura, mientras miraba la puesta de sol en ese hermoso campo de lirios.

¿Cómo confiar después de todo lo que había pasado?

Sakura deshizo el abrazo, y lo miró, seria.

-No pensé que un chico como tú creyera en el destino – le dijo ella, haciendo que Itachi frunciera levemente el ceño.

-¿Un chico como yo? ¿A qué te refieres? – le preguntó él.

-Eres conocido como el casanova de la universidad – le dijo, e Itachi la miró, sorprendido, lo que hizo que Sakura alzara sutilmente una ceja -Soy nueva, pero ya he escuchado un poco sobre ti. Si lo que pretendes es que yo sea una más en tu lista de conquistas lamento decirte que no te daré el gusto – le dijo, extendiendo hacia él el ramo de lirios -Son hermosas, pero no puedo aceptarlas. Llévame de regreso a casa, por favor – le dijo.

Itachi negó con la cabeza. Tomó su otra mano e hizo que tomara el ramo con ambas manos.

-Sé que de seguro has escuchado muchas cosas sobre mí, y quizá la mayoría de ellas sean ciertas, pero hoy fui sincero contigo, todo el tiempo – dijo él -Si, mi reputación como el casanova de la universidad me la he ganado a pulso, pero ahora tengo una razón para desprenderme de esa reputación, y eres tú, Sakura. Tú viniste a cambiarme el mundo desde que te vi, y te lo demostraré. Te demostraré que lo que siento por ti no es tan simple y pasajero como tú crees. Sólo dame una oportunidad - le dijo él.

Sakura lo miró con los ojos llenos de lágrimas, porque ella ya había escuchado palabras similares.

Te demostraré que lo que siento por ti es más fuerte de lo que tú crees. Sólo dame una oportunidad.

Eso fue lo que le dijo Sasuke cuando le pidió que fuera su novia.

Itachi la miró, y leyó en su expresión un poco de lo que estaba pensando, sin imaginarse siquiera que el protagonista era su hermano.

Sakura volvió en sí y lo miró.

-Lo siento, pero no puedo – le dijo, y dio media vuelta dispuesta a irse cuando escuchó la voz de Itachi.

-¿Por qué te niegas tanto a que sienta algo por ti? – le preguntó, y se detuvo. Itachi llegó a ella y la tomó de la mano girándola en su dirección. Ambos se miraron a los ojos. Jade y ónix -¿Es porque alguien te lastimó antes y temes que yo también lo haga? – le preguntó directamente Itachi, y Sakura lo miró, sorprendida y sin saber qué decirle. ¿Cómo iba a decirle que el responsable de todos sus traumas era su hermano? ¿Cómo iba a decirle que él le recordaba a Sasuke? Y, ¿Cómo iba a aceptar que sentía que, contra toda lógica, podía confiar en él? En la que parecía ser la versión adulta de su primer amor. Itachi notó la duda en su mirada, y suspiró. Entrelazó sus dedos con los de ella -Puedo ver que hay algo que te pasó antes que no has podido superar, y que mi reputación no ayuda a que confíes plenamente en mí, pero no me rechaces sin conocerme. Déjame mostrarte que gracias a ti creo en el destino, porque encontrarte ha sido la prueba de ello. Te esperé por mucho tiempo, y ahora que la vida te puso en mi camino de nuevo no te dejaré ir – le dijo él viéndola con una sonrisa genuina en su rostro, y en ese momento Sakura lo supo.

Itachi no era como Sasuke.

Tomó un jarrón con agua y puso las flores en su interior, al tiempo que pensaba qué haría ahora. El molesto parecido que Itachi compartía con Sasuke no le había impedido ver que, como él se lo dijo esa tarde, había sido sincero con ella todo el tiempo. Pero si le daba una oportunidad a Itachi de estar cerca de ella inevitablemente su destino iba a coincidir con Sasuke otra vez, y no estaba segura de poder lidiar con eso si incluso hoy, y sin decir nada al respecto, Itachi logró percibir que había algo que aún no podía superar. ¿Cómo enfrentar esa situación frente a Itachi y decirle que no quería tener nada que ver con él porque aún no lograba superar lo que le hizo su hermano?

Miró el jarrón y sonrió levemente. El detalle que tuvo el pelinegro fue hermoso. La llevó al Evergreen Lilium, el jardín de lirios más grande de Konoha, donde florecían lirios de todos los colores, excepto los lirios blancos, por lo cual en Konoha los lirios blancos eran una rareza entre las flores. Miró el hermoso ramo y supuso que le habría costado una fortuna al pelinegro, ya que el arreglo del mismo y la cantidad de flores le hacía evidente que lo había comprado en una de las floristerías más prestigiosas del país, las cuales, en su mayoría, se encontraban en Konoha.

Se cubrió la cara con las manos sin saber qué hacer. Una parte de ella quería alejarse de él, pero la otra quería creer en él.


-Akari me dijo que compraste el ramo más hermoso de lirios blancos esta mañana, ¿Tu sonrisa ya no es suficiente para seducir a tus conquistas? – le preguntó Mei a Itachi, con quien estaba en la sala del apartamento del chico -Aunque tu elección me llama la atención, ¿Sabes lo que significan los lirios blancos? No sólo son extraños de ver por aquí, sino que no creo que su significado encaje con alguna de tus conquistas – dijo la mujer, pensativa.

-Encajan perfectamente con ella, Mei. Y no es una más de mis conquistas – le dijo él, y sonrió levemente -Ella no me recuerda, pero yo sí la recuerdo y sé muy bien quién es ella – dijo el pelinegro.

-¿Quién es ella? – le preguntó la castaña, curiosa al ver un brillo singular en la mirada del pelinegro.

Itachi sonrió.

-La niña que quise desde que la miré. La esperé por 10 años, y ahora que volvió a aparecer en mi vida no la dejaré ir de nuevo – le dijo él.

Mei se sorprendió.

-¿10 años? ¿Cuál es tu historia de amor con ella? – le preguntó. Itachi sonrió y se dispuso a contarle a su mejor amiga su irreal historia de amor con Sakura. Después de todo, ¿Quién iba a creer que alguien se reencontraría con el amor de su vida 10 años después de haberla visto por primera vez justamente el mismo día que se conocieron, en el mismo lugar y en las mismas circunstancias?

Al terminar con el relato, tanto del primer encuentro con Sakura como del segundo, después de 10 años de larga espera, Mei lo miró, sin creerse lo contado.

-¿Has estado enamorado de ella desde que tienes 12 años? – le preguntó la castaña, incrédula.

-Aún tenía 11 cuando la conocí – se limitó a aclarar Itachi.

Mei negó con la cabeza, y rio.

-Nunca me habría imaginado que el casanova de la universidad estaba enamorado – le dijo, divertida -¿Las flores funcionaron? – le preguntó.

Itachi suspiró.

-No lo sé, a decir verdad – le dijo, y Mei se sorprendió.

-¿Qué pasó con ella? – le dijo la mujer.

Itachi sonrió levemente.

-Sakura no es como ninguna de las mujeres con las que he estado antes. No confía en mí, y no puedo juzgarla. Tiene razones para no hacerlo. Pero de alguna manera voy a ganarme su confianza, de eso no tengo la menor duda – dijo e hizo una pausa -Sólo me llevará más tiempo de lo que pensé – dijo él, suspirando.

Mei sonrió.

-¡Quiero conocerla! Si ella ha sido capaz de hacer que pienses con la cabeza y no con lo que tienes entre las piernas es una mujer digna de conocer. Te exijo que me la presentes – le dijo la castaña. Itachi sonrió.

-Lo haré, pero no por ahora. Primero quiero avanzar en mi relación con ella. Después vendrán las presentaciones – le dijo Itachi y Mei, sin opción, asintió.


-Sakura – llamó por enésima vez Ino a la joven a su lado, quien no contestó a su llamado. La rubia frunció el ceño -¡Sakura! – gritó ella, haciendo que Sakura brincara en su asiento, del susto.

-¿Estás loca? Estoy a tu lado, no tienes que gritarme – le dijo Sakura, llevándose una mano al pecho para tratar de regular los latidos de su corazón.

Ino la fulminó con la mirada.

-¡Te llamé más de 5 veces y no hacías caso! De alguna manera debía traerte a la tierra, porque estabas en la luna, mujer – le dijo. Luego se acercó a ella con una sonrisa -¿En quién pensabas? Ese tipo de viajes a la luna sólo son inspirados por el chico de tus sueños – dijo la rubia, divertida.

-O de tus pesadillas – agregó Sakura sombríamente, dejando sorprendida a la rubia, quien chilló, emocionada, sorprendiendo a Sakura y a sus demás compañeras del salón, quienes esperaban la llegada de Sasori.

-Dime YA mismo, ¿Lo conozco? ¿Es guapo? ¿Popular? ¿Estudia aquí? Dime YA, ¿Quién es? – preguntó la rubia.

Sakura suspiró. En ese momento, a la única persona a la que podía recurrir en busca de un consejo era Ino.

-Si, si, si y si – dijo ella, respondiendo las preguntas de la rubia, quien se sorprendió. Conocía al tipo, era guapo, popular y estudiaba en la misma universidad. ¿Quién era? -Es… - iba a decir Sakura, cuando Sasori entró al aula, haciendo que callara de inmediato.

-Luego me cuentas – le dijo Ino en un susurro a Sakura, quien asintió sin muchos ánimos.

-Buenos días tengan todos – saludó Sasori -Me imagino que tienen el syllabus de esta clase, y que por ende deben saber el tema que será impartido este lunes. Pero… – hizo una pausa y sonrió, mirando a Sakura -He decidido hacer algo diferente. Vamos a tener una clase práctica. Para nadie es un secreto que mi especialidad es la pintura, y quiero poner a prueba su talento en esta disciplina del arte – dijo, y el salón se llenó de murmullos, tanto de los que estaban emocionados con la idea como de los que estaban aterrados al saber que no tenían ningún don como el que poseía el heredero de la dinastía Akasuna. Sakura miró a Sasori, aterrada. No porque no tuviera ningún talento en la pintura, sino, precisamente, por lo contrario. Tenía mucho talento, pero no quería revelarlo -En unos momentos traerán los materiales que necesitaremos para realizar este ejercicio, y me gustaría aprovechar el momento para hacerles saber que todas mis clases serán prácticas. Sé que no es lo que indica el syllabus, pero considero que es lo más conveniente para el desarrollo de sus habilidades. Sino están de acuerdo con esto pueden decirle a la señora Chiyo, si eso les hace sentir bien – dijo Sasori, con un matiz de diversión en la voz al mirar las malas caras que le lanzaba la población masculina de su aula de alumnos. Poco le importaba si iban a quejarse con su abuela. No iba a perder su rol de profesor por eso, y sabía que esos mocosos también lo sabían.

Ser profesor es más divertido de lo que pensé, se dijo.

Miró a Sakura, la cual estaba sumamente concentrada viendo hacia la nada y sonrió.

Ahora sí ha llegado el momento de conocerte

Unos minutos después, unos empleados del área de mantenimiento de la universidad entraron al aula con una caja grande de cartón, la cual dejaron al lado del escritorio de Sasori. Sasori dio las gracias y los hombres se retiraron.

-En esta caja – dijo, señalando la caja a su lado -Hay un lienzo, un juego de pinceles y acuarelas para cada uno de ustedes. Vendrán a tomar lo que les corresponde y luego, tomarán un papel de esta caja – dijo, tomando una pequeña caja de madera que él tenía en su escritorio -El papel tendrá escrita una palabra, de la cual deben inspirarse para hacer su pintura. Tendrán hora y media para completar la actividad. Cuando se acabe el tiempo cada uno pasará a exponer su pintura. Ésta tiene un valor de 25 puntos. Ya pueden iniciar – dijo el pelirrojo, mirando con diversión la expresión de terror en la mayoría de sus alumnos al revelar el puntaje de la actividad. Llevó su mirada a Sakura y frunció levemente el ceño. Se miraba demasiado inquieta, y se le hacía evidente que no era por la actividad que acababa de asignar. Algo estaba rondando su mente y ella no lo estaba manejando bien. Y él, ahora mismo, le ayudaría a poner en orden sus ideas con la magia del arte.

Tomó un lienzo, un juego de pinceles y de acuarelas y buscó en la cajita de madera una palabra que había escrito, hasta que la encontró. Sonrió y se encaminó a ella, quien se sorprendió cuando lo tuvo enfrente.

-Si la montaña no va a Mahoma… - dijo él, dándole los materiales a ella, quien sonrió levemente.

-Mahoma va a la montaña – completó la joven -Gracias, Sasori-sensei – le dijo ella.

Sasori sonrió.

-Puedes llamarme Sasori. No creo que pueda acostumbrarme a que me llamen sensei – le dijo él, y Sakura rio. Sasori la miró con una sonrisa -Tu risa es hermosa, como tú – le dijo él, y Sakura se sonrojó, lo que provocó que fuera Sasori el que riera esta vez -Inicia con la actividad, Sakura. La planeé pensando en ti – le dijo con una sonrisa, dejando a Sakura sorprendida. Iba a preguntarle por qué le dijo eso cuando una de sus compañeras llamó a Sasori, así que perdió la oportunidad de hacerlo. Suspiró y miró lo que Sasori le había dado: Un lienzo mediano, un juego de pinceles y de acuarelas y maldijo internamente cuando miró la palabra que él había escogido para ella.

Amor

4 letras. Tan simple pero tan complicado como eso. Amor.

Se dispuso a comenzar su pintura. No pensó mucho qué hacer, como le pasaba cada vez que emprendía la labor de pintar, sólo se dejó guiar por lo que sentía en ese momento. Era algo que disfrutaba hacer, y aunque la palabra que le tocó le cayó como un balde de agua fría agradeció internamente a Sasori el haber planeado esa actividad precisamente para ese día, ya que estaba ayudándola a relajarse.

Sasori miró a Sakura mientras pintaba y sonrió. Sabía que la había ayudado a despejar su mente, y en verdad estaba muy interesado en saber cuál sería el resultado final de su pintura, sobre todo por la palabra que escogió para ella. Había miles de formas de representar el amor. Quería saber de qué manera lo miraba ella.

Entre murmullos molestos, desesperados, exclamaciones y demás la hora y media dedicada para la actividad había llegado a su fin. Sasori se puso de pie frente a sus alumnos.

-El tiempo dedicado para la actividad ha terminado. Ahora, cada uno pasará al frente para exponer el contenido de su obra – dijo -Iniciaremos por la derecha – indicó el pelirrojo -Pero antes, debo anunciarles algo – dijo, y sus alumnos lo miraron, expectantes. Sasori sonrió -Pude percibir el esfuerzo y dedicación con la cual realizaron esta actividad, así que he decidido que el alumno o alumna con la mejor pintura me acompañará a una exposición de arte que se realizará el próximo domingo en el Castillo de la Arena, de la cuidad de Sunagakure – anunció, lo que causó la emoción de sus estudiantes -Ahora sí, comencemos – dijo él.

Uno a uno, sus estudiantes pasaron a exponer sus pinturas. Se llevó una grata sorpresa, pues muchos tenían conocimientos sobre la teoría del color y lo dejaron entrever en la correcta elección de la paleta de colores de sus pinturas. Otros, destacaron la creatividad de sus ideas al relacionarlas con la palabra que les había tocado representar. Cuando llegó el turno de Sakura, Sasori no hizo más que esperar una obra tan hermosa como ella.

Sakura se levantó de su asiento con su lienzo en manos, y se dispuso a exponerlo frente a la clase.

-La palabra que debía representar en mi lienzo era amor, y este es el resultado – dijo, dejando su lienzo a la vista de todos. La mayoría de sus compañeros se sorprendieron al ver su pintura, por lo pura que era, y Sasori sonrió, fascinado -El amor puede ser interpretado de diferentes maneras, pero para mí no es más que una forma cruel y a la vez hermosa de conocerse, destruirse y reconstruirse a uno mismo al lado de otra persona, por eso pinté a una joven contemplando un paisaje de hermosos lirios de diferentes colores, y a un joven detrás de ella sosteniendo un ramo de lirios blancos, el único color que no es visible en el campo, que lleva para ella, en una muestra de que, aunque tengamos frente a nosotros muchos caminos hermosos que podemos tomar, de alguna manera, el destino nos une con ese amor que, aunque puede causarnos dolor, trae para nosotros lo más valioso y raro de encontrar, así como los lirios blancos: un amor sincero – expresó la joven, nerviosa ante la reacción de su audiencia, e incrédula por lo que acababa de decir, y de pintar. Aún cuando no lo había pensado, su pintura estaba relacionada a la última persona que quería recordar en ese momento: Itachi. Y relacionarlo con la palabra amor no ayudaba mucho a su salud mental en el momento.

Estaba sumergida en sus pensamientos cuando escuchó unos aplausos. Desconcertada, llevó su mirada a sus compañeros y se dio cuenta que era Ino la que aplaudía con una radiante sonrisa en su rostro. Negó con la cabeza, divertida. Ino siendo Ino, pensó. Pero a sus aplausos se unieron los de Sasori, quien se puso de pie mientras aplaudía, y el resto del aula hizo lo mismo, lo cual provocó que se sonrojara por la atención recibida.

-Es una apreciación sublime de un concepto tan subjetivo como el amor, Sakura, sin dejar de lado la técnica que requiere una obra tan pura y clara como la tuya. No cualquiera logra este resultado en menos de dos horas. Sólo quienes dominan esta disciplina del arte pueden lograrlo – dijo Sasori, y Sakura se tensó. Eso era justo lo que no quería. Que él notara que tenía talento para la pintura -Gracias por compartirnos tu obra de arte – le dijo Sasori con una sonrisa. Sakura sonrió levemente y asintió. Tomó su lienzo y se sentó en su lugar, a la espera de la exposición de sus demás compañeros.

Rápidamente, Ino se acercó a ella.

-¿Por qué no me dijiste que eres la Frida Kahlo japonesa? – le dijo, y le quitó de las manos su lienzo, para verlo a detalle -Sakura, el paisaje es hermoso. Se mira tan real que es irreal que sea sólo una pintura. Pareciera una fotografía – le dijo, mirándola con una sonrisa -Ni aunque volviera a nacer como integrante de la familia Akasuna podría pintar algo como lo que tú hiciste. Te tomaré una fotografía con tu obra de arte cuando termine la clase, para incluirla en el álbum de memorias – le dijo, emocionada. Sakura le quitó su lienzo.

-En tus sueños, Ino. Puedes fotografiar la obra, pero no me incluyas en la fotografía – le pidió Sakura.

-¿Por qué no? – le preguntó Ino, pensativa. Cualquiera querría ser reconocido por su talento. ¿Por qué Sakura pretendía ocultarse?

Sakura sonrió levemente.

-No quiero ser acosada por escuelas de arte cuando me descubran como la "Frida Kahlo japonesa" – dijo Sakura, en broma. Aunque era precisamente por eso. Solo que no quería decírselo seriamente a Ino, porque iba a hacer muchas preguntas que ella no pretendía contestar.

Después de media hora, la exposición de las obras había culminado. Sasori se puso de pie frente a sus estudiantes con una sonrisa.

-Realmente estoy impresionado por la calidad de sus obras. Han superado mis expectativas, y reafirma mi convicción de hacer de esta clase un taller de arte para desarrollar sus habilidades. Dense un aplauso, se lo merecen – dijo, y todos aplaudieron, emocionados porque fuera un genio de la pintura quien reconociera sus habilidades -Ahora, después de ver sus obras y analizar sus más profundos pensamientos sobre la creación de las mismas, he elegido la obra que más me ha impresionado el día de hoy. Esta obra alberga un balance entre técnica, creatividad y reflexión, elementos que considero indispensables para desarrollarse como un artista de la pintura – dijo. Miró a Sakura y sonrió -La pintura que logró cautivarme fue la inspirada en la palabra amor, de Sakura – dijo finalmente. Todos miraron a Sakura, quien miraba entre sorprendida y aterrada a Sasori, luego de que había escogido su obra como la mejor de la clase. Ino le dio un leve codazo para hacer que reaccionara, y al llevar su mirada a la rubia ésta sonrió y se puso de pie, aplaudiendo, siendo imitada por sus compañeros de clase. Las chicas miraban a Sakura con molestia, ya que sería ella quien acompañaría al heredero de la dinastía Akasuna a una exposición de arte, aunque no podían hacer mucho para evitarlo. Eran capaces de aceptar que la pintura de la joven estudiante de medicina era la mejor de todas y que, por ende, muy a su pensar, merecía ese privilegio.

Sasori se encaminó a Sakura e Ino se percató de eso, por lo que sonrió, divertida.

-Anda, tómate una foto con Sasori para el álbum de memorias – le animó Ino, y justo cuando Sakura iba a negarse, Sasori llegó y tomó su mano, llamando su atención.

-Ino tiene razón. Una foto sería el broche de oro para inmortalizar este momento porque, créeme, no es muy común dejar a un miembro de la familia Akasuna impresionado por una obra – le dijo, y cuando miró que Sakura tenía intensiones de negarse sonrió y tiró de su mano -Anda, no te dejaré ir hasta que Ino tome la fotografía, y vas a llegar tarde a tu clase de psicología médica – le dijo él, y Sakura lo miró, sorprendida.

-¿Cómo sabes que esa es mi siguiente clase? – le preguntó ella.

Sasori sonrió.

-¿Ya terminaste de leer el libro que te di? – le dijo él por toda respuesta. Sakura lo miró y entonces recordó un detalle. Él había tenido su perdido horario de clases.

-Dejen la conversación para su viaje a Sunagakure. Hay que tomar la fotografía – les dijo Ino. Sasori sonrió y tiró de la mano de Sakura para que se levantara. Sakura, sin opción, suspiró y se puso de pie. Sintió las miradas molestas de sus compañeras de clase y entonces sonrió.

-Creo que no debería ser una fotografía únicamente de Sasori y de mí. Todos hicimos un gran trabajo, es justo que la fotografía sea grupal – dijo Sakura, viendo una opción para salvarse.

Ino sonrió.

-Claro, tomaré una fotografía grupal luego de tomar la fotografía de ustedes dos – dijo Ino, haciendo énfasis en los dos, para botar a la basura los planes de Sakura, quien la fulminó con la mirada al comprender su intención -¿Listos? – les dijo, con la cámara en sus manos.

Sasori miró a Sakura y la tomó de la cintura, acercándola a su cuerpo, lo que puso a Sakura nerviosa de inmediato. La joven suspiró profundamente, tratando de relajarse y entonces sonrió para la cámara. Sasori miró su sonrisa e inevitablemente él también sonrió.


-Es definitivo. Amo tus ojos – le dijo Ino a Sakura mientras miraba las fotografías que le había tomado. Al final, había logrado convencerla de tomarle una fotografía con su obra de arte, aunque Sakura había accedido diciéndole que sólo podía fotografiar sus ojos con su pintura, por lo que la joven tapó su rostro con el lienzo, dejando a la vista de la cámara sólo sus hermosos ojos y bajo ellos el hermoso paisaje que había pintado, dejando una fotografía digna de admirar -Es muy poco usual, ¿sabes? A Sasori no le gusta tomarse fotografías, pero contigo accedió de inmediato – le dijo, y la miró, con una sonrisa en su rostro -¿Él es el chico que te tenía en la luna hoy? – le preguntó.

Sakura suspiró.

-No es él, Ino – le dijo Sakura e Ino se sorprendió.

-Si no es él, entonces, ¿Quién es? – le preguntó la rubia, demasiado curiosa por saber. Sakura no había hablado con ningún candidato potencial para robar sus pensamientos como ocurrió hoy, ¿A quién había conocido en los momentos que no compartían juntas?

-Es I… - estaba diciendo Sakura, pero se vio interrumpida por Ino.

-¡Itachi! – exclamó la rubia, haciéndole señas al joven, quien aún no las había visto, para que se acercara a ellas, después de mirarlo caminar por uno de los pasillos cercanos a uno de los Food Park de la universidad, donde ellas estaban.

Sakura, rápidamente, se volvió en dirección a donde miraba la rubia, mirando a Itachi caminar hacia ella con una sonrisa.

Genial, simplemente genial, pensó Sakura, queriendo desaparecer en ese preciso momento.

El pelinegro llegó a ellas y le dio un beso en el cabello a Sakura, quien se sorprendió, pero sin duda la más sorprendida fue Ino, quien los miró como si hubieran venido de otro planeta. Sakura miró la expresión de la rubia y no pudo evitar que una sutil risa escapara de sus labios, ignorando por un segundo la presencia y la cercanía de Itachi.

-¿De qué me perdí? – dijo la rubia, superando un poco el shock del momento -¿Ustedes dos se conocen? – dijo Ino, señalándolos.

Itachi sonrió y se sentó al lado de Sakura, quien lo miró sin saber cómo reaccionar.

-Sí, nos conocemos – dijo Itachi -Me alegra que sean amigas. Las cuñadas deben llevarse bien – dijo el pelinegro, cerrándole el ojo a Ino, quien se sorprendió. Sakura, por su parte, bufó.

-Sigue soñando, Uchiha – dijo la joven, lo que provocó la risa de Itachi.

Ino miró a Sakura, luego miró a Itachi y una sonrisa se formó en su rostro.

Así que Itachi es el chico en el que pensaba Sakura, pensó la rubia.

-¿Cómo se conocieron? Deben contarme todo. Es la primera vez que Itachi insinúa que tendrá novia – dijo Ino, emocionada.

-Deja de hacerte cuentos de hadas en la cabeza, Yamanaka – le dijo Sakura, mirando la expresión de la rubia -Y tú, deja de insinuar que seré tu novia – le dijo a Itachi.

-Sólo estoy manifestando lo que quiero – dijo Itachi, encogiéndose de hombros con una sonrisa en su rostro.

Sakura iba a responderle cuando Ino chilló, emocionada.

-¡Amo! Ustedes dos son el uno para el otro – dijo Ino. Itachi sonrió, y Sakura la fulminó con la mirada -Itachi, tu novia hizo una obra de arte el día de hoy. Debes verla – dijo la rubia. Sakura la miró, aterrada, e Itachi la miró, interesado. Justo cuando Ino iba a encender su cámara para buscar las fotografías de Sakura la joven se la arrebató –¡Oye! Itachi tiene que conocer el talento de su amada – le dijo la rubia.

-De eso nada, Ino. Tu cámara queda confiscada por el resto del semestre – le dijo Sakura. Tomó su mochila y pretendía irse del lugar cuando Itachi tomó su mano, deteniéndola.

-Déjame ver lo que hiciste. Estoy seguro que tu obra es tan hermosa como tú – le dijo Itachi.

-¿Cómo lo sabes? – le preguntó Sakura, alzando una ceja.

Itachi sonrió.

-Porque creo en Ino. Ella sólo es capaz de admirar el verdadero talento, y si ella dice que hiciste una obra de arte sin duda es cierto – le dijo Itachi y, aprovechando el breve momento de distracción de Sakura le quitó la cámara, para ver las fotografías. Sakura trató de quitársela, pero el pelinegro estiró su brazo hacia arriba, haciéndole imposible a Sakura alcanzarla. Pese a ser alta, Itachi era más alto que ella, y aunque saltó en reiteradas ocasiones para quitársela no lo logró.

Itachi la miró, divertido.

-Desiste, no te daré la cámara – le dijo el joven. Sakura lo fulminó con la mirada y él sonrió. Encendió la cámara y miró la última fotografía que había tomado Ino, que era una foto de Sakura sosteniendo el lienzo que había pintado bajo sus ojos. Al contemplar la pintura Itachi se sorprendió. No sólo por lo hermosa que era, sino por el paisaje que había recreado la joven.

Itachi sonrió. Tomó la mochila de Sakura, se la colgó al hombro y luego la tomó a ella de la mano.

-Te daré la cámara después, Ino. Nos vemos luego – le dijo él, tirando de la mano de Sakura para irse del lugar.

-¡Espera! – le dijo Sakura, deteniéndolo -¿Qué se supone que haces? – le preguntó.

-Quiero hablar contigo sobre tu obra de arte – le dijo y se acercó más a ella -Quiero saber por qué soy uno de los protagonistas – le susurró, para que sólo ella lo escuchara. Sakura se sonrojó al escucharlo, y una sonrisa se formó en el rostro de Itachi -Vamos – le dijo, y Sakura caminó a su lado casi en automático, pensando en qué iba a decirle ahora al pelinegro.

Ino se quedó viendo a la pareja alejarse, y una sonrisa se formó en su rostro.

Al parecer el casanova ha sido capturado, pensó la rubia.


-¿Puedes soltarme? No soporto las miradas de todos sobre nosotros – le dijo Sakura a Itachi, luego de haber caminado por un interminable pasillo tomados de la mano mientras escuchaba los murmullos sorprendidos de quienes no creían que el famoso casanova de la universidad caminara de la mano con alguien, y sobre todo con alguien que lucía como Sakura. Desaliñada y simple, con una belleza que sólo se dejaba ver en las facciones de su rostro y el hermoso color de sus ojos.

Itachi sonrió.

-Será mejor que te acostumbres, porque tomaré tu mano siempre que pueda – le dijo él.

Sakura se detuvo, e irremediablemente Itachi también lo hizo.

-¿Quieres saber por qué te pinté a ti y a mí en mi obra? Bien, te lo diré: El paisaje de ayer en el campo de lirios era digno de admirar, y quise dejarlo plasmado en una pintura porque sabía que dejaría a todos impresionados. Nadie iba a creer que era un paisaje que yo había contemplado. ¿Contento? – le dijo, y se soltó de su agarre -Debo irme. Aún tengo una clase – dijo Sakura, dando media vuelta para irse del lugar.

-¿No estás olvidando algo, Sakura? – le dijo Itachi, y Sakura frunció el ceño. Se volvió a él y miró que el pelinegro sostenía su mochila en el aire mientras la miraba con una sonrisa.

Mierda

-Si la quieres ven por ella – le dijo él, divertido.

-No juegues conmigo, Itachi – le dijo Sakura, mirando cómo el pelinegro caminaba hacia atrás cada vez que ella daba un paso en su dirección –¡Itachi! – chilló Sakura, corriendo hacia él, lo que provocó que Itachi riera y saliera corriendo para evitar que ella lo alcanzara.

Itachi la guió hasta el estacionamiento en el que tenía su auto. Se detuvo al estar a unos pasos de él y tomó aire para reponerse de la carrera, ya que atravesaron medio campus para llegar a ese estacionamiento. Sakura se detuvo a unos pasos de él y descansó sus manos en sus rodillas, tratando de recuperar el aliento después de haber corrido como loca detrás de él.

-¿Acaso enloqueciste? – le dijo ella, cuando logró respirar sin dificultad -¿Por qué me guiaste hasta tu auto? – le preguntó, notando el auto del pelinegro a unos pasos de él.

Itachi la miró con una sonrisa, ya repuesto de la carrera.

-Iba a buscarte hoy. Fue cuestión de suerte que Ino me llamara cuando me dirigía hacia tu aula – le dijo. Caminó hacia su auto y abrió la puerta del copiloto -Ven conmigo. Quiero que me ayudes a elegir al primer integrante de nuestra familia – le dijo él, y Sakura frunció el ceño.

-Itachi, dame mi mochila. Tengo una clase en… – dijo, y miró el reloj en su muñeca, escandalizándose al ver la hora -¡Dos minutos y mi aula está al otro lado de la universidad! – dijo ella, corriendo hacia él para quitarle su mochila. Itachi sonrió y antes de que llegara a él tiró su mochila al asiento trasero de su auto –¡Itachi! – chilló ella, al borde de la histeria y el joven rio.

-Te miras hermosa cuando te enojas,9 ¿Lo sabías? – le dijo él, divertido. Sakura lo fulminó con la mirada y él rio -No te preocupes por tu clase. Hablé con tu profesora. Estás libre por el resto del día – le informó él, y Sakura se sorprendió.

-¿Qué fue lo que hiciste? – le dijo ella.

Itachi sonrió.

-¿Te gustan los niños? – le preguntó él, y Sakura frunció el ceño.

-Si, pero ¿Qué tiene que ver eso con mi clase? – le respondió ella.

-Que a partir de este sábado vas a hacer parte del voluntariado que dirijo en el hospital de Konoha – le informó el pelinegro con exquisita cortesía.

Sakura lo miró, sorprendida.

-¿Diriges un voluntariado? – le preguntó ella.

-Así es – dijo -Aunque pensé que lo que te sorprendería es que te inscribiera sin tu permiso - agregó, pensativo.

-Siempre he querido ser parte de un voluntariado – le confesó Sakura -Aunque no esperaba que la oportunidad se diera en el voluntariado que dirige el chico que me acosa – le dijo ella, mirándolo resentida por haberla anotado sin su permiso. El pelinegro había creado un vínculo entre ellos a través de ese voluntariado.

Itachi rio.

-No exageres, Sakura. Acabo de hacer realidad uno de tus deseos. Deberías agradecerme, ¿no crees? – le dijo él, divertido.

Sakura lo fulminó con la mirada.

-¿Qué fue lo que le dijiste a mi profesora para que me diera permiso de faltar a su clase? – le preguntó ella, después de todo, el pelinegro no había sido claro en ese aspecto.

Itachi sonrió.

-Kurenai-sensei es la encargada del área de psicología del hospital de Konoha. Hace tres años me pidió que le ayudara con la organización de un voluntariado para esa área, ya que los niños, sobre todo aquellos con enfermedades graves, tenían dificultades para relacionarse cuando eran internados para ser tratados. Con el voluntariado ella pretendía darles un espacio de recreación a los niños que contribuyera al mejoramiento de su calidad de vida dentro del hospital, así que accedí a ayudarla – inició contando el pelinegro. Sakura se sorprendió por sus palabras, aunque no lo dejó en evidencia. Ino no le había contado que Itachi dirigía un voluntariado. Supuso que ella tampoco lo sabía -Cuando supe que estudiabas medicina, como yo, quise acercarme más a ti aprovechando ese vínculo, así que le dije a Kurenai-sensei que querías ser parte del voluntariado, por lo cual iba a llevarte al hospital para presentarte al personal que trabaja con nosotros antes de que te integres este sábado – le dijo él con una sonrisa.

-Si le dijiste a Kurenai-sensei que me llevarías al hospital para conocer al personal que trabaja con ustedes, ¿Por qué me acabas de decir que vaya contigo para ayudarte a elegir al primer integrante de "nuestra familia"? – le preguntó ella, haciendo las comillas con sus dedos al decir las últimas palabras.

-Te llevaré a conocer al personal que trabaja con nosotros mañana por la mañana. Tienes ese tiempo libre porque tus clases del martes son por la tarde. Lo que haremos hoy no puede esperar, así que anda, vamos – le dijo él. Caminó hacia ella y la tomó de la mano para guiarla a su auto, porque sabía que la joven no caminaría voluntariamente hacia él. Sonrió cuando ella no puso resistencia y supo que esa batalla la había ganado él. De nuevo.

-¿Cómo es que sabes a qué horas son mis clases? Pasó lo mismo el viernes, cuando me llevaste al campo de lirios – le preguntó ella al pelinegro de camino a donde sea que la llevara.

Itachi sonrió de medio lado.

-¿Será porque tengo tu horario, quizá? – le respondió él, y Sakura se sorprendió.

-¿Cómo lo conseguiste? – le dijo ella.

-Ya te lo dije antes. Tengo mis fuentes – se limitó a responder él, divertido.

Sakura lo miró y suspiró, dándose por vencida. Él era un caso.

Justo cuando Itachi se detuvo en un semáforo en rojo, su celular sonó. El joven lo tomó y frunció levemente el ceño al ver el mensaje que le habían enviado. Suspiró y cuando el semáforo se puso en verde cambió su ruta original de destino.

-Hay un pequeño cambio de planes – le dijo a Sakura, y ella se volvió a él, haciéndole saber que lo escuchaba -¿Estás lista para conocer a tu otra cuñada? – le preguntó con una sonrisa, y Sakura se sorprendió.

-¿A mi otra cuñada? – repitió Sakura, y el joven asintió.

-Mi mamá me acaba de pedir que pase recogiendo a mi hermana menor por su escuela de ballet – le dijo él -Se llama Hana. Tiene 5 años – le comentó el pelinegro, y la miró con una sonrisa -Estoy seguro que le caerás bien – le dijo finalmente, y Sakura sonrió levemente.

-¿Eso crees? - dijo ella.

-Así será – le dijo él.

Continuaron el camino en silencio. Sakura pensaba en la forma en la que Itachi lograba mantenerse a su lado, a pesar de sus deseos de alejarlo. Todo se complicaría si permanecían más tiempo juntos, pero no sabía cómo evitarlo.

Pocos minutos después, habían llegado a la escuela de ballet. Sakura miró el edificio por la ventana del auto sintiéndose un poco inquieta. Conocer a la hermana menor del pelinegro la acercaría más a él, y no sabía cómo lidiar con eso.

-¿Estás lista? – le preguntó Itachi.

Sakura suspiró, pero asintió.

-Vamos, tu hermana debe estar esperándote – le dijo, y abrió la puerta para salir del auto. Itachi, rápidamente, la imitó. La joven pretendía quedarse en el lugar esperando a que el pelinegro fuera por su hermana, pero él, intuyendo su intención, se acercó a ella y la tomó de la mano.

-Irás conmigo – le dijo él con una sonrisa.

-Itachi, no quiero ent… - le estaba diciendo ella, pero se vio interrumpida.

-¡Itaaaaaa! – gritó una niña. Itachi y Sakura se volvieron en esa dirección y miraron a una pequeña de cabello negro azulado que corría hacia ellos. Itachi sonrió al ver a su hermana, y Sakura también al reconocer a la niña como una versión infantil y femenina de Itachi y Sasuke. Los tres hermanos tenían un gran parecido.

Sakura soltó la mano de Itachi cuando la pequeña se lanzó a los brazos del pelinegro para darle un abrazo. El joven recibió el abrazo de su hermana cargándola con una sonrisa. La niña, en brazos de Itachi, miró a Sakura con curiosidad, por lo que deshizo el abrazo.

-¿Quién es ella, Ita? – le preguntó la niña al joven, cuando la bajó de sus brazos.

Itachi sonrió.

-Hana, quiero presentarte a Sakura. Ella es mi novia – dijo el pelinegro, haciendo que Sakura se volviera a él, sorprendida.

-¡Oye! No soy tu no… - estaba diciendo Sakura, pero Hana la interrumpió.

-¿En serio, Ita? – le preguntó la niña, emocionada. Itachi asintió con una sonrisa y entonces Hana se lanzó a abrazar a Sakura, quien se sorprendió por la acción de la niña -Seremos hermanas, Sakura-chan – le dijo ella, y deshizo el abrazo viéndola con una radiante sonrisa en su rostro -¿Jugarás mucho conmigo, verdad? ¡Ambas seremos las princesas de Itaaa! – dijo Hana, haciendo que Sakura sonriera. Ino tenía razón. Hana era la niña más tierna que había conocido.

-Está bien, Hana. Jugaremos lo que tú quieras, pero debes prometerme que guardaras el secreto de que… - Sakura se detuvo, miró a Itachi y lo fulminó con la mirada -Itachi y yo somos novios, ¿de acuerdo? – terminó de decir Sakura, mirando a la niña con una sonrisa.

-¡Está bien, Sakura-chan! Será un secreto – le dijo la pequeña Hana con una sonrisa.

-¿Nos vamos? – preguntó Itachi, viendo a sus dos princesas con una sonrisa.

Sakura sonrió y asintió. Tomó a Hana de la mano y le abrió la puerta trasera del auto del pelinegro. Una vez la niña dentro, la cerró e Itachi la miró con una sonrisa.

-¿Por qué no le dijiste que aún no eres mi novia? – le preguntó él.

Sakura lo fulminó con la mirada.

-¿No viste lo emocionada que estaba? No pude decirle que no era cierto – le dijo ella, y el pelinegro la miró, divertido.

-De todos modos, no es como si hubieras mentido. Para mí ya eres mi novia – le dijo él, sonriendo.

-Para mí todavía no – le dijo ella, e Itachi sonrió.

-¿Todavía? Eso quiere decir que lo estás considerando, ¿cierto? – le preguntó él. Sakura se sonrojó, pero lo fulminó con la mirada.

-En tus sueños, Uchiha – le dijo ella, abriendo la puerta del auto para entrar en él. Itachi se quedó viéndola con una sonrisa. Al menos ya hablaba un poco más con él. Eso ya era un avance.

-¿Llevarás a Sakura-chan a casa, Ita? – le preguntó Hana a su hermano mientras iba manejando. Sakura miró a Itachi, aterrada, e Itachi sonrió.

-Será otro día, Hana. Hoy tengo una sorpresa para Sakura – le dijo él, y Sakura suspiró, aliviada. Por un momento pensó que la iba a llevar ese mismo día a la casa de sus padres. No sabía si la mamá de ellos la recordaba del instituto, pero mejor no correr el riesgo.

-¿Una sorpresa? ¿Qué es, Ita? – siguió preguntando Hana. Sakura volvió en sí y miró a Itachi. Tal vez a su hermana sí le decía a dónde diablos planeaba llevarla.

Itachi sonrió.

-Será una sorpresa para ti también – le dijo Itachi a su hermana, quien hizo un puchero, pero rápidamente una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Si era una sorpresa para Sakura-chan, ella no debería ver el camino al cual la llevas, pero yo sí – dijo la niña, y Sakura la miró, entrecerrando sus ojos. Algo se traía entre manos la pequeña -¡Hay que vendarle los ojos para que no vea a dónde vamos, Ita! – exclamó la niña, y Sakura se llevó una mano a la frente.

Deberían de ser hermanos, pensó.

Itachi rio al ver la expresión de Sakura.

-Tienes razón, Hana – le dijo él. Sakura lo fulminó con la mirada.

-No otra vez – le dijo ella, recordando que él había vendado sus ojos cuando la llevó al campo de lirios.

-Anda, Sakura-chan. La sorpresa será mejor sino miras – le dijo Hana, emocionada. Sakura miró a la niña, y al ver su hermosa sonrisa sólo pudo suspirar.

-Está bien – dijo ella, resignada.

Itachi sonrió. Detuvo el auto y buscó el pañuelo con el que anteriormente había vendado los ojos de la joven. Sí había pensado en vendar sus ojos en esa ocasión también, pero sabía que ella iba a negarse. Fue una suerte que Hana los acompañara y la convenciera.

Con el pañuelo en manos, le indicó a Sakura que se girara, para poder vendarle los ojos. La joven hizo lo indicado y una vez con los ojos vendados siguieron su camino.

-Ita, Sasuke llamó a mamá hace unos días – dijo Hana, y Sakura se tensó al escuchar el nombre del pelinegro, aunque trató de no dejarse al descubierto.

-¿En serio? ¿Qué pasó con él? ¿Está bien? – le preguntó Itachi a su hermana, y Sakura escuchó la conversación, inquieta.

-Sí, está bien. Le dijo a mamá que quiere volver a Japón. ¿Puedes creerlo? ¡Por fin estará en casa! – dijo Hana, emocionada, causando emociones divididas en las otras dos personas que iban en el auto. Por un lado, Sakura estaba aterrada, porque si Sasuke volvía era posible que la buscara de nuevo, y no estaba preparada para lidiar con él, mucho menos ahora que Itachi insistía en estar a su lado. Y por el otro, Itachi se alegraba de que su hermano volviera a casa, aunque no sabía cómo reaccionaría al verlo de nuevo. Después de todo, estaba seguro que Sasuke aún no le perdonaba el que no hubiera intervenido cuando su padre decidió enviarlo a Estados Unidos. No podía culparlo, pero, en su defensa, debía decir que eso era lo mejor para él en ese momento, por eso decidió no intervenir en la decisión de su padre. Aunque ahora no estaba tan seguro. Dos años eran demasiado para que un adolescente permaneciera lejos de su familia -Sakura-chan, Sasuke es mi otro hermano. Lo conocerás muy pronto – le dijo la pequeña Hana. Sakura sonrió, o al menos trató de hacerlo cuando asintió a las palabras de la niña. Sólo esperaba que su destino no se encontrara con el de Sasuke nuevamente, pero, por cómo se estaban dando las cosas, a estas alturas lo creía imposible.

Siguieron el camino en silencio, hasta que Hana volvió a hablar.

-¿Vamos a esa tienda, Ita? – le preguntó la niña a su hermano, emocionada, lo que llamó la atención de Sakura.

-Así es. Pero no le digas a Sakura cuál es, ¿de acuerdo? – dijo Itachi, lo que dejó a Sakura con curiosidad.

-¡De acuerdo! – dijo Hana.

-¿A dónde vamos? – preguntó Sakura.

-Ya casi llegamos, Sakura-chan. Ahora sé que te gustará la sorpresa de Ita – le dijo la niña, lo que dejó a Sakura con más curiosidad. ¿De qué se trataba la sorpresa esta vez?

Itachi detuvo el auto. Escuchó a la niña y al pelinegro bajar de él y al poco tiempo su puerta fue abierta. Itachi la tomó de la mano y la ayudó a salir, y la niña tomó su otra mano mientras caminaban.

-¿Lista? – le preguntó Itachi.

-Lista – dijo Sakura, ansiosa por saber dónde estaba.

-¿No crees que es mejor quitarle la venda cuando estemos adentro, Ita? – intervino Hana.

-Se dará cuenta dónde estamos cuando escuche el ambiente del lugar, Hana – le dijo Itachi, y Hana asintió, dándole la razón.

-Está bien. Sakura-chan, ¡prepárate para ver muchas cositas hermosas! – dijo Hana, emocionada e Itachi sonrió. Se colocó detrás de Sakura y deshizo con cuidado el nudo que había hecho. Cuando sus ojos estuvieron libres de la venda, Sakura trató de habituarse a la luz del lugar y se sorprendió cuando vio la tienda de la que hablaba Hana.

Tienda de cachorros

-¿Quieres comprar un cachorro? – le preguntó a Itachi.

Itachi sonrió.

-Será nuestro cachorro. El primer integrante de nuestra familia – le informó el pelinegro. Sakura iba a replicar, pero se detuvo cuando Hana saltó, emocionada.

-¡Será como su primer hijo! – dijo ella, y tomó la mano de Sakura, tirando levemente de ella -Sakura-chan, Ita se quiere casar contigo, por eso quiere que tengan a un perrito juntos. ¿No es hermoso? – le dijo la niña, y Sakura se sonrojó. ¿Casarse? ¡Pero si apenas acababa de cumplir 16!

-Vamos, entremos a la tienda – dijo Itachi, tomando a Sakura de la mano para entrar. Sakura lo siguió, sin saber cómo salir de ese enredo.

Un cachorro era demasiado. ¡Sería como tener a un bebé juntos!

Y cuando puso un pie dentro de la tienda maldijo a Itachi y se maldijo a sí misma por haber dejado que la llevara ahí. ¡Todos los cachorros eran hermosos! Y ella tenía una debilidad por los cachorros. Siempre había querido uno, pero su mamá no le había dejado tenerlo porque sabía que los perritos requerían de mucho cuidado, y en esos tiempos ella aún estaba pequeña y su mamá trabajaba casi todo el día, por lo cual no había una persona que se hiciera cargo del cachorro que siempre quiso. Las cosas cambiaron cuando se mudó a Konoha sola, ya que su mamá le había dicho que, para hacerle compañía, le podía comprar un cachorro, aunque ella desistió de la idea porque no creyó ser capaz de cuidarlo adecuadamente. ¿Por qué Itachi jugaba con sus deseos? Lo fulminó con la mirada mientras el pelinegro miraba con una sonrisa a un pequeño labrador retriever.

-¡Sakura-chan! Mira – le llamó Hana, llegando hasta ella para tomarla de la mano -Éste es el indicado. ¡Tiene los ojos del color del cielo! – le dijo la niña, emocionada, llevándola hasta donde estaba el cachorro que había visto. Cuando Sakura miró al perrito supo que estaba perdida. ¡No iba a poder rechazarlo! Era un husky siberiano café claro con blanco con unos ojos azules como el cielo, ¡y ella sólo quería abrazarlo en ese momento! Era tan hermoso que necesitaba hacerlo.

Negó energéticamente con la cabeza. ¡No! No podía aceptarlo. Era mucha responsabilidad, además de un otro vínculo difícil de romper con el pelinegro.

-Sé lo que estás pensando – le dijo Itachi, mirando su expresión con una sonrisa -Si sientes que es mucha responsabilidad, y que no podrás cuidarlo sola, podemos hacerlo juntos. Un día se puede quedar en tu casa y otro día conmigo. Cuando estés en clases yo lo cuidaré, ya que nuestras clases no chocan, y cuando yo esté ocupado tú podrías cuidarlo – le dijo él, y a Sakura le pareció razonable. Ahora sólo había un pequeñísimo detalle -Ahora, si lo otro que te preocupa es el vínculo que nos va a unir cuando lo compre para ti – dijo él, tomando su mano con una sonrisa en su rostro -Piensa que es mi forma de decirte que no planeo jugar contigo. No jugaría con la madre de mi primer hijo – le dijo el pelinegro, haciendo un ademán con la cabeza, señalando al hermoso cachorro que Hana traía entre sus brazos. Sakura lo miró, insegura. ¿Debía aceptarlo?

-Sakura-chan, ¡Cárgalo! Es suavecito y adorable – le dijo la niña, extendiendo hacia ella el pequeño husky, quien la miraba moviendo su cola de un lado a otro, y Sakura casi, ¡casi podía jurar que el cachorro le estaba sonriendo!

Tomó al perrito en sus brazos, y rápidamente éste se acurrucó en su pecho y la miró con sus hermosos ojitos azules y brillantes y encantadores y… ¡Ese perrito le estaba sonriendo!

-¿Cómo se llamará, Sakura-chan? – le preguntó Hana, emocionada.

Sakura llevó su mirada al cachorro, quien no dejaba de mover su cola, luego miró a Itachi, quien la miraba atento a la decisión que tomaría y regresó su mirada al cachorro, cuyos ojitos azules como el cielo le estaban sonriendo.

Suspiró.

-Se llamará Sky – dijo Sakura mirando los ojos del pequeño husky, lo que provocó que Itachi sonriera por la decisión que había tomado.

Ese era el primer integrante de su familia. Otro vínculo entre ellos.


¡Yo!

Sí, ¡Hoy les traigo conti! Estaba ansiosa por terminar este capítulo y traérselos a ustedes, mis queridos lectores, así que espero que sea de su agrado.

Ahora, pasaré a comentar a la linda personita que me dejó su comentario en el capítulo pasado :)

kazuyaryo: Gracias por tus palabras, lo valoro muchísimo. Creo que mi sol ya va que quiere salir, porque afortunadamente pude concentrarme para traerles este capítulo, el cual deseo que te guste. ¡Un abrazo!

Estaré esperando sus comentarios sobre el desarrollo de la historia, así que no duden en dejármelos ;)

Nos estamos leyendo!