Disclaimer: Twilight es de Stephenie Meyer, la historia es de Violet Bliss, yo solo me adjudico la traducción con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Violet Bliss, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Septiembre
Fue en el cumpleaños de Bella que Edward se dio cuenta de que estaba jodido.
Porque cuando vio a Bella reír mientras apagaba las velas del pastel que su madre le preparó, supo que estaba enamorado de ella.
Demonios, lo había sabido durante demasiado tiempo, pero Emmett y Rosalie siempre estuvieron lo suficientemente cerca como para brindarle una mano de la cual estar firmemente agarrado. Pero ahora esas manos ya no estaban y finalmente había caído por la cornisa.
La observó mientras comenzaba a cortar el pastel, una gran sonrisa en su hermoso rostro, y su corazón dio un vuelco.
Ella no había sonreído así incluso cuando Emmett estaba presente.
Y esa era la mitad del problema, saber que incluso ser amigo de Bella la hacía más feliz que su primo, y él estaba jodidamente asustado de arruinar eso.
—¿De qué tamaño te gustaría la porción, número uno? —le preguntó, sacándolo de sus pensamientos hacia donde sostenía el cuchillo sobre el pastel, sus padres ya estaban comiendo de los suyos.
—Soy un chico en crecimiento, capitán —respondió y observó con asombro cómo ella se reía y le cortaba un trozo que era casi una cuarta parte del enorme pastel de terciopelo rojo, mordiéndose el labio mientras se lo entregaba.
—¿Ha sido un buen día? —preguntó, ignorando el pastel por un momento para verla cortar su propia porción de un tamaño más sensato.
Ella levantó la mirada, toqueteando la cadena de oro muy fina que él compró para ella, con el pequeño amuleto de libro abierto que descansaba entre su clavícula, cada lado del libro unido a la cadena que apenas podías ver hasta que ella se movía, y le sonrió suavemente.
—Este ha sido el mejor cumpleaños, Edward —confesó, y la sinceridad en su voz tiró de su corazón—. El mejor día, incluso.
Pasaron la mañana yendo de librería en librería, Edward comprándole cualquier cosa que llamara su atención por más de unos minutos y ella diciéndole cada vez que no tenía que hacerlo. Comieron tacos para el almuerzo después de depositar la gran pila de libros en su apartamento y pasaron la tarde en su galería de arte favorita, inventando historias tan ridículas para las personas en las pinturas, que les habían pedido que no hicieran mucho ruido.
—Me alegro —respondió y le sonrió.
Cuando volvió su atención a su pastel, notó que sus padres lo miraban y casi se tensó hasta que captó sus expresiones.
Ambos le sonreían, sus ojos brillaban con una diversión que le hizo querer gemir. Su padre le guiñó un ojo y Edward negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, bajando la mirada hacia su pastel.
Si hubiera estado mirando hacia arriba, habría visto a Bella observándolo fijamente, ajena a la alegría de sus padres, y mordiéndose el labio, sus ojos más suaves de lo que nunca los había visto.
