La Cruzada Eterna

Aroma a muerte

El olor a muerte y destrucción de una batalla se sentía en el aire y para los seguidores de los "Alegres Mesías" era una forma de obtener el favor de sus señores a través de la aniquilación de los incrédulos esclavos del "Falso Mesías" pero para Yemiko Kannar no era un punto de vista que pudiese compartir con su "payacife" Jucoline.

- ¿Crees que sea buena idea reunir a todos los juggalo posibles para aplastar a Tierra C? – pregunta Yemiko a Jucoline.
- Claro que sí, le demostraremos a la bola de borregos que siguen al tal "Sinsigno" que nosotros somos mas que una simple secta, somos una gran familia que puede incluso ser capaz de arrasar el universo para demostrar nuestra fuerza y devoción.
- ¿Crees que se quedaran asustados solo con vernos? Te aseguro que enviaran un ejercito enorme a destruirnos.
- Que lo hagan amiga mía, no importa si envían a miles, todos ellos caerán ante nosotros y sus putos cráneos serán una excelente ofrenda para nuestros alegres señores.
- No subestimes a los Caballeros del Martillo, los he visto y son todo lo contrario a lo que crees.
- Como si le temiera a un montón de santurrones armados, tranquila mi querida Yemiko, pronto sembraremos estos campos con sus cuerpos y si tenemos suerte convertiremos ese mausoleo gigante donde tienen a su ídolo en el circo mas genial del mundo ¿no te parece?
- Como digas, me retiro.
- Recuerda, la victoria es nuestra.

Mientras salía de la tienda donde Jucoline se encontraba se termina topando con otra payasa llamada Lilith, esta la mira de reojo y la detiene.

- ¿Adonde vas Kannar? – le pregunta Lilith.
- A hacerla de exploradora, no quiero que los signaritas nos caigan de sorpresa.
- Ya tenemos gente para eso.
- Pero yo quiero hacerlo y punto.

La payasa interrogante mira de sospecha, pero luego regresa a su tienda mientras Yemiko se aleja del campamento juggalo, sus intenciones son otras.

Días antes en Washington DC, la capital de Nación Humana, Jane Crocker convocaba a un trio de congresistas a los cuales ella consideraba "peligrosos" para su régimen y que la invasión de payasos podría ser la excusa perfecta para deshacerse de ellos, esos tres invitados eran Janis Lane, Stella Karalis y Kairyu Kyoshu, senadores que no compartían las ideas de Jane, pero por su país iban a hacer lo necesario.

- Sean bienvenidos senadores. – les saludaba Jane tranquilamente.
- ¿A que debemos el honor de estar en su presencia mi lady? – preguntaba Janis.
- Creo que han oído la noticia de que una marea de payasos se engendra al noroeste del territorio de los consortes.
- Así es excelencia, pero dígame ¿Qué podemos hacer nosotros al respecto? – preguntaba Stella confundida.
- Simple, colaborar con la Orden del Martillo y con nuestras naciones hermanas enviando soldados al campo de batalla.
- Con todo respeto mi lady ¿No se supone que no quería colaborar en esto? – preguntaba también confundido Kairyu.
- Al principio, pero viendo la gravedad del asunto decidí participar también, qué tal si después de la Confederación Consorte ¿seguimos nosotros?
- Eso es cierto pero ¿a quien enviamos al frente de las tropas?
- Lo pensé y barajé varias opciones, senadora Karalis, senador Kyoshu, ustedes serán quienes dirijan a las tropas de nuestro país a la batalla.
- ¿Nosotros? – preguntaba extrañada Stella.
- Así es, quizás tengamos diferencias pero su amor por el país es impresionante así que propuse que ustedes se pusieran al frente de nuestras fuerzas contra la amenaza jubilita.
- Bueno, yo.
- Se que confiare en ustedes, ah y señorita Karalis, sabiendo que usted tiene un carácter guerrero si puede… tráigame la cabeza de la zorra o hijo de puta que lidera a los payasos.
- Lo hare su excelencia.
- Ahora retírense, los ejércitos esperan por ustedes.

El trio abandona la oficina oval mientras Crocker y su fiel secretaria de estado Arya Stroud sonreían pensando en que se quitaban un peso de encima, pero para Lane era una vil trampa ¿acaso querrá enviarlos a morir para evitar matarlos ella misma?

- Stella, no confió en las intenciones de Crocker, pareciese que quiere deshacerse de nosotros enviándote a ti y a Kairyu a morir con miles de locos carapintada. – le dijo preocupada Janis.
- Lo se mi vieja amiga, pero estaré bien, juro que volveré con vida y con la cabeza de la líder payasa para que se trague su orgullo y odio.
- Ruego al Sufridor para que regreses a casa sana y salva.
- Lo hare Janis, lo hare.
- Esta es la oportunidad de probar mi nueva armadura. – comento Kairyu.
- ¡Eso ni al caso Kyoshu!

Los tres se dirigían a un vestidor donde varias salamandras y ajolotes les ayudaban a ponerse la armadura con la cual dirigirse al frente, Kairyu con una vistosa armadura samurái mientras Stella con una armadura que no fuera tan provocativa mientras Lane solo los veía preocupados antes de despedirse de sus colegas y amigos, Karalis y Kyoshu se subían a lo ponis junto a varios oficiales, todo listo se marchaban de la capital hacia el noroeste, desde la oficina oval Jane y Arya veían el avance del ejército.

- ¿Y que pasara si regresan con vida? – pregunto Arya a Jane.
- Entonces no sabre que hacer con ellos.

Los días pasaron y el ejercito de Nación Humana llegaba a un campamento donde se encontraban también los ejércitos del Sacro Imperio y la Diarquía Caparacian, así como también cinco compañías de la Orden del Martillo y milicias comunitarias consortes, todos reunidos con una sola premisa: aplastar a la amenaza juggalo.

Caída la noche se celebro un consejo de guerra para decidir el plan de batalla, entre los que se encontraban ahí estaban (lo pondremos en lista porque son varios comandantes, así como la cantidad de fuerzas convocadas):

Republica de Nación Humana: senadores Stella Karalis y Kairyu Kyoshu; 4,000 infantes, 1,000 jinetes, 1,000 arqueros y 500 mosqueteros, 100 piezas de artillería y 20 tanques de asedio.

Sacro Imperio de la Nación Troll: magister militum Tardip Monevy y prefecta de la guardia Eloz Tiberius; cinco legiones (Jujuyensis, Sodorensis, Famulata, Augusta, Dominica); 15,000 infantes, 3,000 jinetes, 2,000 arqueros y 2,000 fusileros, 400 piezas de artillería y 50 tanques de asedio.

Diarquía Caparacian: rey Luzift Kodakk de Prospit; 5,000 infantes, 1,500 jinetes, 1,000 arqueros y 500 fusileros, 200 piezas de artillería y 5 baterías de combate.

Confederación Consorte: caudillo Merrie Belfhe, 6,000 milicianos repartidos entre caballería e infantería, 1,000 arqueros y 500 fusileros, 300 piezas de artillería.

Orden del Martillo: suprema gran maestre Gwen Asharis Kozlova, jefa del apothecarion Evangelynn Roswell y maestra del librarium Galata Upiere, cinco compañías de batalla (500 hermanos de batalla, sin contar 6 tanques de asedio):

Primera Compañía: maestra capitán Jason Morgan y capellán Lukwer Werkteigh.

Segunda Compañía: maestro capitán Turlim Cintum y capellán Gertrude.

Tercera Compañía: maestra capitán Miryam Kiddo y sargento Alice Parker.

Cuarta Compañía: maestra capitán Kymeri Lavrov.

Quinta Compañía: maestro capitán Gregory Kiddo y apotecaria Alice Parker.

Los comandantes reunidos habían recibido información de espías y exploradores que les habían avisado que las fuerzas juggalo los superaban casi de 3 a 1, lo cual preocupo a varios de los presentes en el consejo, hasta que Cestus Acktau que había sido enviada por Sirius Thulle para organizar los servicios religiosos entre las tropas tomo la palabra.

- Considerando lo que nos dijeron de las fuerzas en combate habrá que planear una estrategia, los payasos son mas de lanzarse al enemigo y aplastarlo en el camino, pero debemos tener cuidado, no vaya a ser que su líder piense algo mas inteligente de lo que pueden hacer.

Pero en eso aparecía Zaeima Heafza, esposa de Kairyu, que había seguido a su marido hasta el mismo campamento a pesar de que este le pidió quedarse en casa y termino interrumpiendo el consejo.

- Aquí estás cariño, pensé que te habías ido de juerga. – dijo Zaeima que lo abrazo en presencia de los comandantes.
- ¿Y esta loca que hace aquí? – preguntaba Eloz.
- ¿Disculpa? Vine a acompañar a mi marido, no puedo soportar la idea de que el este lejos.
- Zaeima, te dije que te quedaras en casa, que iba a estar bien al regresa. – dijo Kairyu.
- Señor Kyoshu es arriesgado que su esposa este aquí, la podrían matar. – le decía Cestus.
- ¿Podemos continuar por favor? – protesto Luzift.

Sin más opción dejaron a Zaeima en el consejo, pero sin derecho a hablar, quien tomo la palabra ahora era Gwen representando a la Orden del Martillo.

- Yo pensaba que sin Gamzee los jubilitas se desmoronarían, pero me había equivocado cuando me informaron lo que paso, no solamente siguen en pie, sino que además se han atrevido a desafiarnos, habrá que aplastarlos pero ¿cómo?
- Nuestros ejércitos están en desventaja numérica, los payasos nos superan por mas del doble. – le dijo Tardip.
- Eso lo entiendo, pero lo que les sobra de numero les falta de disciplina, ellos se lanzan a matar sin hacer formaciones ni nada de eso, habrá que aprovechar eso.
- ¿Atrayéndolos a terreno ventajoso para nosotros quizás? – hablo el rey Luzift.
- Es lo mas factible, pero debemos reducir su impacto en masa antes de planear cualquier cosa.
- Sugiero. – tomo palabra Kairyu. – Que sea la infantería la que atraiga y aguante la atención de los payasos que vengan, luego les dejamos caer la caballería por los flancos.
- Me parece una buena idea. – dijo Jason. – Pido estar al frente de la infantería.
- Sería un suicidio Jason. – comento Kymeri.
- No le tengo miedo a la muerte hermana, es lo que el mismo Gideon hubiese hecho.
- Oh Gideon, cuanto te hecho de menos. – dijo Alice nostálgica.
- Madre ahora no por favor. – le reprocho Annie.

Y de nuevo las discusiones, en eso tanto Jason como Lukwer recibieron un mensaje de Yemiko que los esperaba lejos de allí, mientras tanto Cestus llamaba al orden, pero nadie parecía escuchar hasta que la misma Zaeima aprovecha para arrebatarle a alguien una pistola y dispara al aire para poner orden, harta del parloteo se dirige a la mesa donde estaba un mapa del lugar donde se celebraría la batalla y moviendo ciertas piezas que estaban sobre el empieza a hablar.

- ¿Qué tal si hacen esto? La infantería al frente para aguantar a los putos payasos, los arqueros y fusileros atrás para que les llueva mierda olor a muerte en lo que cargan contra los infantes con la artillería apoyando con fuego pesado jodiendo a los putos payasos y para acabar con esta chingadera y poder estar con mi marido en paz que la caballería a los flancos arrase con lo que quede de esos putos bastardos ¿algo más?

Enojada se regresa a su lugar y todos los presentes quedaron asombrados, quizás ella no era guerrera pero su sugerencia fue incluso mas que buena, solo faltaba afinar algunos detalles.

- Su plan me parece perfecto. – dijo Merrie. – Pero hay que tomar en cuenta que si la infantería va a ser el aguante de los embates de los herejes ¿Cómo hacerlo sin que sea un matadero de los nuestros?
- Fácil, con una muralla de escudos con las lanzas sobresaliendo para que frenen, aunque el empuje de los enemigos de atrás los hará ir sin querer hacia ellas. – le comento Jason.
- Me parece una buena idea, los fusileros pueden estar en medio de los arqueros e infantería para rematar a los que hayan sobrevivido a la empaladera con las lanzas. – dijo Kairyu.
- Los arqueros pueden dejar una lluvia de flechas sobre los payasos cuando carguen hacia nosotros antes de que se topen con la muralla de escudos de la infantería y la artillería disparara contra las unidades de más atrás, así como con las mas fuertes. – hablo Stella.
- La bibliotecaria Upiere levantara un campo de fuerza que evitara el impacto de los proyectiles enemigos hacia nuestros arqueros y artillería. – comentaba Gwen.
- Y cuando estén lo suficientemente débiles. – dijo Eloz.
- La caballería en los costados y escondida en los bosques los rematara. – les dijo Annie.
- Me parece una buena idea señores, ahora a descansar que mañana la historia espera, se termina la sesión. – concluyo Cestus.

Los diferentes lideres del enorme ejercito aliado se retiraban a descansar a sus tiendas, pero Jason y Lukwer antes tenían que atender una cita, tras cabalgar un rato lejos del campamento llegan a una cascada donde Yemiko los esperaba.

- Tardaron mucho. – les dijo Yemiko.
- ¿Tienes algo valioso payasa? – pregunto Jason.
- Hey, tengo nombre, y si, tengo algo que les interesa.
- Habla. – dijo Lukwer.
- Son cien mil.
- ¿Cien mil?
- Así es.
- Entonces si nos superan en número.
- Espero tengan un buen plan para enfrentarlos.
- Claro que lo tenemos.
- Pues buena suerte.
- ¿No lucharas con ellos?
- La batalla esta perdida para ellos.
- ¿Cómo lo sabes?
- Tu tienes tu espada y yo mis trucos, solo vere como a Joculine la matan.
- Esperemos que tus palabras sean ciertas.

Los tres se retiran a sus campamentos, mientras tanto Yemiko se retira del suyo a la cima de una montaña desde donde ver como un tranquilo y hermoso valle se convertirá en poco tiempo en gigantesco baño de sangre.