CAPÍTULO 8
La falta de noticias y de avances lo desesperaba, pero por otro lado era un alivio que no ocurriera nada todavía, pues a partir de ahí tendrían que actuar rápido. La visita a Dolohov sólo había conseguido ponerlo ansioso y paranoico e incluso le había mostrado a Ginny la fotografías y el nombre para que estuviera alerta. Ella lo escuchó con atención y su determinación lo calmó. Por otro lado, el Wizengamot no dejaba de presionar sobre el asunto, alegando que no conocían los avances del caso al que se le había invertido mucho tiempo y supuesto dinero, cuando lo cierto es que Harry no los molestó para nada porque no confiaba en ellos, pero era claro que querían dejar en alto el funcionamiento del Ministerio si el Departamento de Seguridad lograba resolver un complicado caso. La presión era lo de menos, Harry estaba acostumbrado a ser cuestionado y le importaba tanto lo que decían como la opinión de Rita Skeeter. Sólo que a él también le parecía que estaba a punto de ceder en cuanto a la identidad de ella, pues como el resto del equipo opinaba, era mejor que se conociera su rostro para que toda la comunidad mágica la ubicara, estuvieran alertas y cuando fuera vista serían comunicados de inmediato. Por otro lado, ella no se dejaría atrapar fácilmente, y podría ser que suplantara otra identidad para mantenerse oculta o que utilizara otros recursos para no ser reconocida, al menos de momento, pues era claro que a diferencia de Voldemort, ella no se avergonzaba de su pasado para adquirir otra identidad o nombre. Y con el paso de las semanas y reuniones con el equipo, acordaron que darían a conocer el nombre y la fotografía, no se le señalaría como responsable de los asesinatos o las marcas de oscuridad, sólo dirían que se buscaba para ser interrogada por un caso de Seguridad Mágica. En primera porque no quería causar pánico entre la gente, temiendo que pudiera tratarse de alguien estilo Voldemort, y en segunda porque no quería darle los reflectores que tal vez ella buscaba. Ser conocida y temida era algo muy característico en casos así, y no le daría ese reconocimiento, al menos no todavía.
- Bien, creo que debemos planear qué se dirá con exactitud – Williams anotaba de nuevo lo más importante de esa reunión, donde habían acordado darla a conocer.
- Y cuándo se dará a conocer.
Harry lo había hablado antes con Ron, y le había compartido sus miedos después de la visita a Azkaban, pero su amigo lo había tranquilizado diciéndole que era obvio que Dolohov utilizaría esa carta, amenazar a Harry dónde más le dolía para distraerlo, pero que después de todo él ya estaba prisionero y no estaba en contacto directo con nadie del exterior aparte de ellos. Con la mente más fría, enfrentaría todo lo que implicaba darla a conocer.
- Creo que debe ser poco a poco, primero dentro del Departamento, luego a otros hasta que abarquemos todo el Ministerio y la prensa al final - propuso Talbott - Así no sé causará pánico.
- Bien, comencemos con compartirlo con Anderson y Watson - accedió - Y que ellos lo compartan con el resto del DS.
- Sólo su foto y nombre para decir que se busca para interrogarla sobre un caso, ¿Cierto? - Williams anotaba, concentrado.
- Sí, y Williams - él levantó la cabeza - Tú te encargarás del contacto con la prensa - él lo miró sorprendido - Eventualmente sucederá y tú serás el enlace con ellos. El resto del equipo no tiene muy buena fama con ellos la verdad - Edwards y Jack se miraron, cómplices - Tú eres el rostro nuevo y tienes carisma, lo que la prensa valora mucho.
- Jefe, me sonroja - hizo un ademán con la mano como espantando una mosca - Pero está bien.
- También te acercarás más a los más jóvenes, junto con Stevens - ella asintió - Conozcan los rumores y teorías, cómo están manejando la información sus superiores y todo eso – Wembley, si Amanda puede ayudarnos en cómo se maneja la situación con el Departamento del Uso Indebido de la Magia – la esposa de Adam trabajaba ahí y había ayudado en un par de ocasiones compartiendo alguna información que circulaba en su área, nada confidencial, sólo lo que se decía por los pasillos - Edwards, sigue pendiente de la información que corra por la parte… no legal del mundo mágico, ¿todavía tienes contacto con Jae Kim? – era un sujeto que Talbott le había presentado, conseguía algunos recursos no precisamente de forma que Hermione aprobaría, pero así se enteraban de lo que circulaba en todos los estratos mágicos.
- Sip – asintió Edwards – Aunque se siguen acumulando favores.
- Es necesario – quería abarcar el mayor espacio – Ron, hablaré con Hermione, pero ve poniéndola al tanto – claro que su amiga estaba al tanto de todo lo que ocurría, y fue la primera en sugerir que debían dar a conocer toda la información que tenían porque era asunto de seguridad mágica, así que seguro se alegraría de que finalmente lo hicieran.
- Jack, mañana mismo entrégale la información a Anderson y Watson, hazles sentir que son importantes para seguir con esto – sí, a veces recurría a algunas mañanas para mantener todo bajo control.
- Adular es lo mío – reconoció con diversión.
- Talbott, si esto escala, necesitaremos a alguien más de confianza, si tienes algún candidato, me gustaría que fueras planteando la idea – un auror del extranjero sería mejor, puesto que sentía que los de Inglaterra podrían estar involucrados.
- Tengo algunos nombres en mente.
- Bien, procedamos entonces.
Todos se miraron entre sí, reconociendo el paso que estaban dando y algo nerviosos por la expectativa. Aunque sentía el apoyo de cada uno, Harry sabía que las decisiones las tomaba él. Era el jefe de todo el Departamento, y la seguridad de la comunidad mágica estaba en sus manos. Esperaba no estar equivocado.
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Después de darla a conocer dentro del DS y no obtener nada, pasaron la información al resto de Departamentos hasta que estuvo circulando por todo el ministerio y finalmente llegó a la prensa, pero como aparentemente no le daban mucha importancia, sólo salió en los periódicos y revistas como una nota final en un cuarto de página. Por una parte estaba bien porque no se alborotaba la gente, pero por otro lado, no se lograba el impacto que requería. No hubo grandes cambios, salvo que hubo muchos informes erróneos de gente que creyó haberla visto o cosas por el estilo. Llegaron las vacaciones de verano, bueno del resto de la gente tenía vacaciones, porque era claro que él desconocía esa palabra desde hacía mucho. James, Albus y Lily llegaron a la estación de Kings Cross y para su alegría, Harry y Ginny fueron por ellos. Albus parecía más relajado y alegre que las vacaciones pasadas, y Harry esperó que la plática que había tenido con él y la comunicación constante que tenían por carta le hubiera servido. Lily seguía inquieta y despierta como siempre, tan parecida a su madre aunque sus preciosos ojos castaños se escondían un poco detrás de las gafas que recientemente había comenzado a usar. Y James los sorprendió con una noticia que Harry había estado temiendo y esperando en igual medida. Tenía novia. Sospechaba que no era la primera, pero James no les había dicho nada en el año anterior y respetaban ese silencio, sólo que al parecer en esa ocasión sentía que era algo especial, porque les comunicó que la había invitado a pasar por la casa a mediados de agosto. Mientras llegaba esa fecha, James llegaba a ausentarse de casa, repartiendo el tiempo de sus vacaciones entre su familia y su relación. Un par de días, a mediados de agosto, contaron también con las visitas de Zack, Scorpius Anne y Valentine, sin contar además a Rose, Hugo, Fred y Roxanne, así que la casa no tuvo un rato de paz.
– Es como si por fin tuvieras tu propio equipo de quidditch – le dijo Ginny una noche cuando todos estaban en casa.
- Nop, ya son demasiados – aunque en realidad le causaba una extraña calma que su casa estuviera tan llena de ruido.
- Bueno, pero ya tienes una idea de lo que es una casa llena – con un movimiento de varita colocaba la mesa mientras Harry terminaba de preparar la cena.
- Extrañaré esto en unos años, estoy seguro – comenzaba a acostumbrarse a las risas, los gritos y los pasos apresurados.
- Yo no lo creo, son demasiados niños – cerró los ojos al escuchar el característico ruido de algo rompiéndose en el piso de arriba, seguido inmediatamente de un "¡Lo siento!".
- Yo lo arreglo después – se ofreció Harry apagando el fuego y volteando a ver a Ginny tratando de no sonreír.
- Recuérdame por qué accedimos a que se quedaran un par de días – Ginny respiró profundo, aunque Harry sabía que no estaba molesta.
- Porque los niños nos lo pidieron – se encogió de hombros – Pero si te sientes muy abrumada, podemos escaparnos un rato – acomodó un mechón rojo detrás de su oreja, acariciando su mejilla en el proceso – No notarán nuestra ausencia.
- Y cuando regresemos, la casa ya no estará de pie – se lamentó.
- Es un riesgo que estoy dispuesto a correr – rodeó su cintura con los brazos, acercándola a él.
- Qué clase de padres seríamos si nos escapamos de nuestros hijos en vacaciones – pero no parecía afligida en realidad, le echó los brazos al cuello, sonriendo.
- Unos padres normales – besó su frente y descendió a su nariz y sus mejillas. Llegó a sus labios, pero se escucharon varios pasos descendiendo por la escalera. Ginny rio, y asintiendo, lo besó.
- Necesitan ayu… ¡arg, Merlín! – seguramente Albus iba encabezando al grupo que se topó con esa escena en la cocina. – ¡Estamos en casa!
- Sería difícil ignorarlo, Al – se separaron para voltear a verlos, pero siguieron abrazados. Sus tres hijos parecían avergonzados, mientras que el resto trataba de contener la risa.
- Y tenemos visitas – dijo James entre dientes, señalando con la mirada a los demás.
- Que seguramente te han visto con tu novia y no se espantan como tú – James se encogió de hombros, indiferente, pero a Harry le pareció notar que la sonrisa de Anne se apagaba un poco.
- Mis papás son iguales – se quejó Hugo.
- Oh no, tus padres son otro caso, tengo un montón de historias sobre ellos…
- Que no contarás porque no están presentes – Ginny lo miró con advertencia - Y no es divertido si no están presentes para avergonzarlos – le guiñó un ojo, divertida – Pero ya habrá ocasión.
La cena transcurrió con un ambiente agradable, platicando de todo un poco, principalmente de cosas relacionadas a Hogwarts. Harry decidió que los amigos de sus hijos le agradaban mucho, cada uno parecía generar una chispa cuando estaban juntos, incluso Scorpius, que ya se desenvolvía con más confianza, nada que ver con el Scorpius que conocieron hace tres años, y con gusto descubrió que tenía el carácter de su madre aunque tuviera el físico de Malfoy. Zack era algo solemne, y no pudo evitar relacionarlo con Remus Lupin, así que eso le dio varios puntos desde el principio. Anne era muy parlanchina, pero todo lo que decía siempre tenía mucho sentido, y más profundidad de lo que parecía, además siempre tenía una alegría contagiosa. A Valentine era a la que conocía menos, pero le bastó un primer acercamiento para saber que Lily era la dinamita y Val la chispa necesaria para que se hiciera una explosión, y viceversa, Y sus sobrinos que había visto crecer y formar su carácter, aunque a decir verdad Fred y Rox se parecían bastante, dignos hijos de George Weasley, mientras que Rose y Hugo se parecían a su madre y su padre, respectivamente. Para la noche, los varones habían tomado la sala de la casa, encontrando cojines, cobijas, sábanas y calcetines por todos lados. "Es que hace calor, papá" fue la explicación que se limitó a decir James cuando se hizo paso entre todo eso y la botana nocturna, incluso Pad estaba echado en medio, meneando la cola. Esperaba no lamentarse a la mañana siguiente. Las niñas, por otro lado, habían ocupado la habitación de Lily, y cuando subió las escaleras, la música a alto volumen y las risas llenaban todo el lugar. Rose era la civilizada de ese grupito, y esperaba que con eso fuera suficiente para que no hubiera un posterior reclamo de la madre de Anne y los padres de Valentine.
A los dos días hubo calma al fin, las visitas se habían retirado y Harry agradecía infinitamente ser un mago, porque hubiera tardado años en limpiar y ordenar la casa a lo muggle. Con todo y eso le pareció que habían sido dos días muy agradables, sus hijos y sus amigos estuvieron contentos. Pero no todo sería calma absoluta, pues esa tarde conocerían a Sue, la novia de James. Su hijo la había invitado a comer aprovechando que Ted también asistiría finalmente, después de no verlo en un año. Así que Ginny partió con Albus y Lily a comprar algunas cosas y Harry salió con James para tener todo listo para la comida. Sin embargo, la insignia de Harry interrumpió el momento que estaba compartiendo después con James en la cocina, y muy a su pesar tuvo que decirle que debía salir un momento al Ministerio, pues no era un llamado de emergencia. Para sorpresa de Harry, James parecía todo menos disgustado, pero supuso que se debía a que ya estaba acostumbrado a esos llamados repentinos.
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El dichoso llamado había resultado innecesario y estaba molesto por ello. Sólo requerían de una autorización para mandar apoyo a una misión pequeña que había demorado más de lo estimado. Pudieron pedírsela a Watson, o a Anderson, pero uno estaba en una reunión, y el otro no aparecía, así que decidieron hacer ir al jefe del Departamento para que dijera "sí, vayan". Pero aprovechando que lo habían hecho ir, otros miembros del DS le solicitaron varias cosas, algunas firmas de último minuto, dudas, algunas quejas y asuntos que pudo haber atendido al día siguiente o la siguiente semana. Así que el tiempo se le fue en "es algo rápido, jefe", y se liberó hasta dos horas después.
Harry entró a su casa y de inmediato sintió el ambiente tenso, pero no se imaginaba a qué se debía.
- ¡Al fin llegas! - la furiosa voz de Ginny le dio la bienvenida y mentalmente repasó cada una de sus palabras y acciones de los últimos días para ver qué había hecho mal.
- Lamento la demora, yo... - miró alrededor. James estaba sumido en el sillón con las orejas tan rojas que hacían competencia con el cabello y el rostro de Ginny y evitaba a toda costa fijar la mirada en ellos. Ginny por su lado, caminaba con furia frente a su hijo con las manos en la cintura y lo miraba con un instinto asesino que tenía tiempo que no veía en ella.
- ¿Qué ha ocurrido? ¿Y los demás? Al, Lily y Sue - preguntó más para tratar de suavizar el ambiente.
- ¡Así que te fuiste sabiendo que vendría Sue! - definitivamente no había sido la pregunta apropiada para ese momento.
- Pues sí, James ya nos había dicho y...
- ¡Y te pareció buena idea irte sin más dejando a tu hijo solo con su novia! - definitivamente algo se le estaba escapando - ¡Sube a tu cuarto y ni se te ocurra salir por la ventana o te prometo que no volverás a salir de ahí hasta que tengas 17! – se dirigió a James, que se levantó del sillón como impulsado por un resorte y dirigiéndole una fugaz mirada a Harry corrió escaleras arriba - ¡Y ustedes dos hagan lo mismo o el castigo será parejo para todos! - se escucharon varios pasos acelerados en el piso superior y tres puertas cerrándose a la par.
- ¿Qué pasa, Gin?
- ¿Es que en serio no te lo imaginas? – Harry estrujó en su mete para saber qué había hecho mal - Harry dejaste solo a tu hijo de 16 años con su novia en la casa y tuve una imagen para nada grata cuando llegué a casa y subí a su cuarto.
- ¿Qué? – sumó todos los factores de esos últimos minutos y entendió la situación completa – Ay no, ¿en qué pensabas, James? – dijo para sí mismo en voz baja.
- ¡Yo te diré qué pensaba! – Ginny estaba furiosa, y el espíritu de Molly Weasley abandonó momentáneamente su cuerpo original para poseer el de su esposa - ¡Aprovechó la tentadora oportunidad que ofrecía el día cuando su padre lo dejó sólo en casa!
- ¿Esto es mi culpa?
- ¡Tú sabías que Sue vendría! – lo señaló con un dedo acusador.
- ¡Sí, pero no pensé que se les ocurriera hacer algo así!
- ¡Tienen 16, claro que se les ocurre! – exclamó como si fuera lo más obvio del mundo - ¡Si yo no hubiera llegado a tiempo…
- Espera – la detuvo con la palma de la mano, tratando de entender la situación - ¿Estás reaccionando así por algo que "casi" pasó?
- ¡No minimices la situación, Harry!
- ¡No la minimizo! Sólo me parece que… - pero la mirada de Ginny lo hizo pensarse mejor su siguiente movimiento - Está bien, yo… - sabía que Ginny estaba muy molesta para escuchar y él debía mantener el ambiente calmado de momento – Hablaré primero con él antes que tú, ¿de acuerdo? - ella respiró profundo, tratando de tranquilizarse también – Y con Al también, para que no se repita algo así.
- Sólo inventará excusas.
- De todos modos, yo subiré primero y hablaré con ellos – dijo calmado para mantener la paz.
- Bien, aunque no sé qué lograrás con eso… - murmurando entre dientes entró en la cocina.
Harry meditó sus opciones. Cuando se levantó de la cama ese día no pensó que se encontraría en una situación así horas después. A veces se le olvidaba que sus hijos estaban creciendo, veía un momento como ese muy muy lejano. No es que se asustara por ello, pero entendía el punto de Ginny. Resignado comenzó a subir las escaleras repasando una y otra vez en su mente las palabras que le diría a sus hijos. Si iba a pasar por esa plática, mejor que fuera para los dos. ¡No estaba listo para eso!
Harry tocó la puerta, esperando la contestación de su hijo y entró con calma. James estaba medio desparramado en el enorme puff sobre la alfombra y le dirigió una mirada de resignación. Lo cierto era que Harry no estaba molesto, sólo un poco sorprendido porque olvidaba que sus hijos estaban creciendo a pasos agigantados y que la atención que requerían de él como padre debía evolucionar también.
- ¿Fue tan terrible? - le preguntó con calma y James se enderezó un poco.
- Esto dejará marcas de por vida, te lo aseguro – contestó tranquilo, comprobando que su padre no iba con intenciones de una reprimenda monumental como pudo haber ocurrido.
- Me parece perfecto, así la pensarás mejor en un futuro – James asintió tal vez demasiado rápido, pero Harry sabía que esa era una parte de su vida que no podía controlar, y tampoco pretendía hacerlo, aunque como padre debía tocar el tema por muy extraño que le pareciera. Él nunca pasó por nada similar, ni tampoco ningún adulto abordó el asunto con él y como casi todo en su vida, fue a ciegas en el campo del romance. Supuso que Sirius hubiera sido ese cómplice llegado el momento, y aunque en su adolescencia tenía un mago tenebroso que derrotar que ocupaba la mayor parte de su tiempo, si se planteó un par de cosas que le hubiera gustado preguntarle a su padrino o tal vez a sus padres. Siempre fue bastante torpe con las chicas, y estaba consciente que había tenido éxito con Ginny porque ella ya tenía sentimientos por él (que se seguía preguntando qué le veía), porque si no hubiera sido así, él nunca habría podido ocupar un espacio en su corazón por mérito propio.
- Supongo que ahora viene la parte en la que tú…
- No te voy a preguntar si es algo que ya ha pasado antes sin que alguien los interrumpiera – y en verdad no estaba listo para escuchar una respuesta.
- Papá… - James enrojeció hasta la raíz del cabello, pero negó con la cabeza.
- Pero no te salvarás de hablar de esto, así que o lo hablo yo o lo habla mamá, tú decides - se recargó en el marco de la puerta y cruzó los brazos, gozando internamente el aprieto en el que se sentía su hijo. Supuso que, si a él le hubiera ocurrido lo mismo en sus años adolescentes, también moriría de vergüenza. Cualquiera que fuera su respuesta, nada impediría que Ginny hablara con él después, pero eso se lo guardaba mejor. James soltó un suspiro - Eso creí - dio unos pasos dentro - ¡Albus, ven aquí!
- ¿Qué, Albus participará también? – James escondió el rostro entre las manos, gruñendo.
- Oh sí, después de todo sólo se llevan un año y así nos evitamos futuros eventos como el de hoy – James descubrió su rostro, sonrojado de nuevo.
- ¿Lily no vendrá a tomar notas?
- Hablaré con tu hermana a su debido momento, ahora tú eres el protagonista.
- Disculparme y prometer que no volverá a ocurrir no ayudará, me imagino.
- Imaginas bien. ¡Albus! – repitió y segundos después su hijo menor llegó arrastrando los pies – A la sala de tortura – le indicó que pasara y tomara asiento junto a su hermano.
- Gracias, James – dijo entre dientes y obedeció sin más remedio – Para que quede en el acta, yo soy inocente, no debería…
Harry cerró la puerta y jaló la silla del escritorio, sentándose sin voltearla, acomodando los brazos en el respaldo para ver a los chicos. La incomodidad y nerviosismo que había sentido al subir las escaleras, había desaparecido.
- Lo que ocurrió hoy no puede repetirse – James asintió con la cabeza, mirando intermitente de su padre a la alfombra, aunque había recuperado su color habitual – Sé que ya tienen 15 y 16 años y que la idea de intimar con alguien suena tentadora – Albus se rascó la frente con incomodidad evitando a toda costa mirarlo – Pero eso viene acompañado de sentimientos adultos y responsabilidades que resultan más complicados de lo que parecen. Disfruten de su juventud sin meterse todavía en esos aspectos adultos que llegarán a su debido tiempo, ¿de acuerdo? – los dos asintieron y ahora pudieron mantenerle la mirada, ya que no había sido tan terrible – Y si tienen alguna duda o quieren hablar al respecto, hablen con nosotros, les aseguro que a pesar de lo que piensen, mamá y yo siempre estamos abiertos a platicar.
- Bien… - Al miró a James y luego regresó la mirada a Harry - ¿Qué edad tenías la primera vez que... tú sabes? – Harry no esperó que soltara esa pregunta, y al parecer James también estaba muy interesado en su respuesta. Tal vez el cometido era que él se sintiera tan incómodo como ellos, o quizá genuina curiosidad, y aunque en realidad no se incomodó, él no era el tema a discusión. Se la pensó un par de segundos para contestar.
- Más grande que ustedes – se le escapó una pequeña sonrisa ante el inevitable recuerdo y sus hijos también sonrieron, intercambiando además un susurro que claramente se entendió como "mamá" – Sólo sean responsables – volvió a su tono serio - Y, sobre todo, respeten a la persona con la que estén, ¿entendido?
- Sí – dijeron los dos al unísono.
- Buena charla – se puso de pie dispuesto a liberarlos del sufrimiento, o mejor dicho, dejándolos listos para el sufrimiento – Ahora mamá subirá a hablar con ustedes – tuvo que morderse la lengua para no reír.
- ¡Pero tú dijiste que…
- Así que les recomiendo absoluta calma porque ya saben que huele el miedo – sus hijos volvían a parecer tensos y no los culpaba, si bien Ginny no se espantaba con hablar de esos temas, el haber descubierto a su hijo in fraganti esa tarde no había ayudado, e incluso ya se imaginaba que también le esperaría una larga charla en la noche. Salió del cuarto y cerró la puerta, dejando que asimilaran la actitud que debían tomar antes de que su pelirroja entrara. Bajó las escaleras y para su alegría Teddy ya había llegado y sostenía una cerveza de mantequilla en cada mano.
- No me esperaba esta bienvenida – le extendió una cerveza, sonriendo, y abrió los brazos para saludarlo después de un año de no verse. Harry abrazó a su ahijado y se permitió respirar un poco aliviado. Habían estado en contacto todo ese tiempo, pero verlo ahí justo frente a él era algo incomparable.
- Qué gusto verte ¿cómo estás? – palmeó su hombro, reconociendo que realmente no había cambiado mucho, salvo que el cabello lo portaba de un color violeta y estaba más corto.
- No me quejo, pero ya extrañaba Inglaterra – le sonrió, comprobando así que todo estaba en orden – Tú te ves mejor que la última vez – lo miró de arriba abajo. Sí, cuando Teddy se fue a Francia, Harry no estaba en su mejor momento – Los cuarenta te sentaron bien, ¿eh?
- Pero mis hijos se encargarán de que llegue mi ocaso muy rápido – dijo medio en broma, medio en serio.
- Ah sí lo creo – le dio un sorbo a su cerveza, sonriendo.
- Ya te ha contado Ginny – Harry lo imitó y buscó a la pelirroja con la mirada.
- No exactamente, pero se la ha pasado susurrando cosas como "sólo tiene 16" y "cómo se le ocurre", así que me imagino por dónde va el asunto.
- Harry – Ginny salió decidida de la cocina – Sólo tardaste cinco minutos, ¿seguro que hablaste con ellos?
- Gin, tampoco es necesario leerle la cartilla, te aseguro que el mensaje fue claro y directo, lo han entendido bien.
- Justo lo que me preocupa es el mensaje que les hayas dado – se cruzó de brazos, dispuesta a continuar con la discusión.
- Eso me ofende, sabes.
- No quisiera meterme en esto, Ginny, pero te aseguro que Harry es excelente en cuanto a pláticas de cualquier tema serio, de verdad, hizo un buen trabajo conmigo – Harry pudo haberlo abrazado – Con Al y Jamie no será diferente – Ginny lo miró y pareció calmarse, sin duda Ted era el ejemplo de un hombre respetable y eso le dio más confianza.
- Bien, pero de cualquier manera dejaré mi varita por acá o me veré tentada de usarla – dejó su varita en la mesita ratona y se perdió escaleras arriba con aire decidido.
- Gracias por eso – Harry le indicó que entraran a la cocina.
- Pues es la verdad – Ted se encogió de hombros – Siempre recurrí a ti cuando tenía esa edad, bueno, todavía ¿Y qué fue esta vez? ¿Algo ilegal, la cárcel muggle…
- Ginny encontró a James con su novia – Teddy seguía mirándolo sin comprender cuál había sido el crimen - En su cuarto, no había nadie en casa y… bueno, no sé a detalle la imagen que la habrá recibido – Ted enarcó las cejas y le dio un gran trago a su cerveza - No pasó nada realmente, pero bueno, Ginny dice que si ella no hubiera llegado pues… - se interrumpió, le resultaba extraño decirlo en voz alta, tal vez porque él a los 16 tenía otros asuntos que abarcaban la mayoría de sus pensamientos como para… pero se engañaría a sí mismo si negara sus deseos por su pelirroja a esa edad – Ya subí a hablar con él y de paso con Albus también, así nos ahorramos casos semejantes pero bueno, sabemos que en asuntos como ese no hay charla suficiente.
- Si tú quieres puedo hablar con ellos, no como autoridad o regaño, sólo para que tengan a alguien más… más… - buscaba la palabra correcta, aunque Harry sabía que era algo como "joven" o "de confianza".
- Les vendría bien, gracias – esperaba que sus hijos se sintieran menos abochornados si hablaban con su hermano mayor.
- ¡Teddy! – el grito de Lily se escuchó desde el segundo piso, y sus pasos apresurados bajaron las escaleras hasta que apareció frente a ellos para lanzarse sobre el joven.
- ¡Lily! – la atrapó con habilidad, pues estaba acostumbrado a su efusividad - ¿Me extrañaste?
- No tienes idea, hace falta alguien civilizado – se quejó ella, soltándolo para verlo.
- También te extrañé – Harry los miró, apreciando el lazo tan fuerte que Ted tenía con sus hijos, justo como el hermano mayor pero que los tres adoraban y con el que nunca peleaban – Y como seguramente tú te has portado mejor que tus hermanos, podrás escoger primero lo que traje para ustedes.
El resto de la tarde transcurrió en una extraña calma, con James rehuyendo a las miradas de sus padres y una Ginny menos relajada que de costumbre. Por fortuna, la visita de Teddy alivió el ambiente y fue el centro de atención poniéndolos al día sobre su vida en Francia e incluso se quedó a dormir para aprovechar sus vacaciones al máximo, pues regresaría en una semana. No se volvió a comentar nada al respecto de lo ocurrido antes y Harry estaba seguro que era un episodio que todos querían dejar atrás. Fue hasta más tarde, cuando Ginny y Harry subieron finalmente a su cuarto que no pudieron ignorar al elefante en la habitación. Ginny se puso su pijama y se deshizo de la ropa que se quitó con algo más de coraje que siempre.
- Gin – intentó él, mirándola jalar las sábanas para poder acostarse – ¿Ya olvidaste cuando teníamos 16?
- Claro que no lo olvido – contestó seria, alzando la vista hacia él – A tus 16 emprendiste una búsqueda con Dumbledore y lo viste morir y a mis 16 formé la resistencia en Hogwarts junto con Neville y Luna para ayudar en la guerra.
- No me refiero a eso y lo sabes – se acercó a ella, ablandando la mirada, sonriendo – Hablo de nosotros dos.
- A mis 16 tú estuviste perdido por ahí cazando horcruxes – cruzó los brazos, mirándolo altiva – No había un nosotros dos.
- Bien, a mis 16 y a tus 15 – acarició su mejilla y automáticamente la expresión de ella cambió, pero no terminaba de ceder – Nos saltamos varias clases y nos escondíamos de Ron – se permitió sonreír con más confianza - ¿No te acuerdas del armario en el…
- ¿A dónde quieres llegar, Harry? – le lanzó una mirada aguda, pero no se apartó.
- Gin, ¿qué es lo que realmente te molestó? – ya que ella lo quería, sería directo - ¿Qué James estuvo a punto de tener sexo bajo nuestro techo y sentiste que traicionó tu confianza? – ella pareció encenderse de nuevo - ¿O es descubrir que ya no es más un niño pequeño?
Ginny no contestó de inmediato. Lo miró por un momento, tal vez reconociendo sus propios sentimientos y tras soltar un profundo suspiro se sentó en la orilla de la cama.
- Es todo, Harry, apenas ayer él era… y hoy… - se acomodó el cabello detrás de las orejas - Tiene que ser responsable en todo y no sé si…a nuestros 16 nos preocupaba salir bien librados de la guerra, pero él vive en paz y quiero que descubra y viva tantas cosas, pero… es tan joven y no me gustaría que saliera lastimado ni que él lastime a nadie…
- Lo sé, son muchas cosas qué pensar - se sentó junto a ella y pasó un brazo por sus hombros, apretándola a él - Pero nos tiene a nosotros.
Ginny pareció calmarse mientras platicaban, confiando en que habían guiado bien a sus hijos para que fueran buenas personas, en general. A Harry también le pesaba en cierta medida que sus hijos lo necesitaran cada vez menos, aunque por otro lado le daba cierta paz ver cómo habían crecido. Cómo había dicho hacía algún tiempo, educar hijos adolescentes, resultaba aterrador.
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Harry volteó a verla. Ginny todavía dormía. Había regresado después de estar cubriendo un par de partidos en el extranjero y los niños habían regresado a Hogwarts hacía un par de semanas y los extrañaban horrores. La noche anterior habían dado un paseo nocturno para estar juntos y despejar su mente, para terminar en casa, en el sillón realmente, porque la prisa por sentirse mutuamente no les permitió llegar a su habitación. Su cabello rojo encendido estaba revuelto y esparcido por el sillón, resaltando. Harry no pudo evitar sonreír. Tenía la boca abierta, señal de que dormía profundamente, y aunque no roncaba, su respiración por la boca era muy fuerte. Se deleitaba con sus pecas, aunque las conocía de memoria. Tenía un brazo levantado sobre la cabeza y el otro sobre su estómago. Una de sus piernas la tenía sobre él y la otra doblada de forma medio rara. Solía admirarla cuando no se levantaba deprisa. Sabía que a ella no le gustaba que lo hiciera porque conocía su forma de dormir "con estilo" como ella decía. Se levantó sobre el codo para poder mirarla mejor, grabando ese momento dónde le parecía encantadora. Revisó su reloj de pulsera, ya pasaban de las 9, era sábado y se permitió unas horas de descanso. Pero el sol comenzó a darles en la cara, y su momento de admirarla terminó. Ginny arrugó la frente, molesta por la luz, así que giró sobre su costado para seguir durmiendo, pero el respaldo del sillón le impidió extender las piernas y los brazos, así que giró sobre el otro lado, quedando frente a él y pateó con fuerza. Harry estaba más que acostumbrado a sus patadas nocturnas y mañaneras, pero en la cama contaba con más espacio para lograr salir ileso. En el estrechó sillón tuvo que aferrarse al respaldo con ambas manos para no caer, así que Ginny no pudo extenderse a su antojo, haciendo que abriera un ojo. Parpadeó varias veces hasta que el otro ojo se abrió y con esfuerzo logró enfocar a Harry, que volvía a analizarla en su posición anterior.
- Buenos días - la saludó.
- ¿Me estabas viendo dormir? - lo miró con el ceño ligeramente fruncido, en parte por la luz, en parte porque la idea no le parecía.
- Sí - contestó sin titubear.
- Argh eso es muy creepy - se pasó las manos por la cara, tallando sus ojos.
- Así te aprecio en tu versión tranquila, además ya casi no babeas - la molestó.
- Al menos yo no ronco - se quitó las manos de la cara para mirarlo de vuelta.
- Yo tampoco - y era verdad, Harry era muy tranquilo al dormir - ¿Tienes hambre?
- Mucha - asintió - ¿Tienes que ir a trabajar hoy?
- Ayer no terminé de firmar unas cosas - ella pareció decepcionarse un poco - Y quiero ver cómo van las misiones activas - quitó un mechón de cabello rojo que le impedía ver su rostro completo - Tal vez hasta la tarde.
- Bien, entonces pasaré a dejar algunos borradores y paso a buscarte a las 6 - la admiró un poco más y le sonrió. No necesitaba verse en un espejo para reconocer que era una sonrisa igual a la que ponía a los 16 cuando la encontraba después de clases en los pasillos del colegio.
- Me parece perfecto - besó su nariz.
La calma y felicidad se habían quedado en casa, llegando al ruidoso Departamento, que, aunque no ocurriera nada importante, siempre había demasiado movimiento. Después de revisar el muro de los relojes y las misiones activas, tuvo una reunión con Anderson y tuvieron algunas discrepancias sobre una misión a Gales, también aprovechó para supervisar el almacén de pociones para las misiones y pasó una lista a Penny Haywood, del Departamento de Investigación Mágica, la encargada de realizar las pociones requeridas por los aurores, pues unas eran muy complejas y requerían manos expertas.
Ginny llegó a las seis como había quedado, iluminando su oficina con una cálida sonrisa. Harry se la devolvió, era increíble la paz que podía brindarle con una mirada.
- ¿Qué tal te fue en el Profeta? - le preguntó cuando salieron de su oficina.
- Bien, dejé los borradores y ajusté unas cosas con Leta. ¿Y el papeleo? – caminaron por el pasillo, donde todos los que pasaban hacían un gesto con la cabeza a modo de despedida, correspondido por Harry y Ginny.
- Logré avanzar algo – doblaron en una esquina, hacia el pasillo principal del Departamento, y se encontraron con Anderson, que en cuanto vio a Ginny se apresuró a saludarla con la mayor cortesía, pues desde aquella vez que interrumpió el festejo del cumpleaños de Lily, sentía que debía reparar ese momento, y lo cierto es que Gin sí estaba resentida por aquello.
- Todo en orden, gracias - respondía Ginny con la misma cortesía, pero a Harry no se le escapaba que su sonrisa no era del todo natural. Una chica con capa gris se vislumbró a unos metros y a diferencia del resto de las personas que se había encontrado, en cuanto lo vio, su semblante cambió y evitó a toda costa el contacto visual.
- Habrá un evento en un par de semanas organizado por… - decía Anderson, pero la plática en segundo plano para Harry. La mujer dio media vuelta, cubriendo bien sus manos con la capa y apresuró el paso.
Harry se dirigió hacia ella, tomando su varita al interior del bolsillo por si era necesario, pero entonces comenzó a correr. Harry sacó la varita y la imitó, esquivando a algunos compañeros en el pasillo hasta llegar al centro del departamento, que consistía en un amplio espacio donde convergían los pasillos, al centro había una enorme fuente con chorros de agua de diferentes colores y al fondo un gran ventanal por dónde entraba la luz del exterior. Se detuvo un momento, tratando de descifrar por cuál pasillo había pasado, pero en ese momento en dos pasillos se escuchó un ruido como de gas liberándose y un polvo fino púrpura comenzó a hacerse paso por ellos a unos pocos centímetros del piso. La luz del lugar le permitió ver que las personas que se encontraban en esos pasillos se detenían de repente en cuanto el polvo tocaba sus pies. Se quedaban estáticos, con los brazos inertes y la espalda recta apuntando hacia la dirección de la fuente, junto a Harry. Lo que daba un toque terrible a la escena era que sus ojos se tornaron grises, abarcando incluso la esclerótica, completamente nublados, y todos esos pares de ojos se enfocaron en Harry. Alzó su varita, conocía ese efecto, pero no sabía si seguirían el curso normal de la magia o había sido modificado. Esperó a que alguno de ellos se moviera en su dirección, pero todos permanecieron en su lugar, ausentes. Sólo que no tuvo mucho tiempo de analizar lo que ocurría. Una explosión lo hizo invocar un encantamiento escudo para protegerse de las grandes piedras de la fuente, parte del techo y a juzgar por los quejidos detrás de él, también explotó la pared del pasillo por dónde pasó.
- ¿Qué ocurre, Potter? – Anderson llegaba detrás de él, agitado, pero Harry no tuvo tiempo de explicaciones. De un segundo a otro, todo fue oscuridad - ¿Qué demonios? Lumos – Harry ni siquiera se molestó en intentarlo y agudizó sus sentidos para concentrarse – Lumos máxima, Incendio – nada. Cualquier hechizo luminoso permanecía estático en la punta de la varita de Anderson, incapaz de combatir la oscuridad. Harry apretaba tanto la varita que comenzaba a temblar y sacar chispas rojas.
- Imperio – en esa ocasión una voz femenina se escuchó a unos pasos de ellos, o tal vez sólo dentro de su cabeza, no importaba, había acertado.
Su cuerpo se relajó y su mente comenzó a vaciarse lentamente hasta quedar completamente en blanco, en el olvido total. Estaba familiarizado con esa sensación desde los catorce. Escuchó varios pasos acercarse desde diferentes direcciones y a Anderson llamarlo en repetidas ocasiones, pero no podía responderle, no quería hacerlo en realidad. No se movió, permaneció con la mirada al frente, su respiración era calmada y la varita en su mano dejó de temblar. Ella vendrá a ti cuando sea el momento, dijo la voz en su cabeza, tan fuerte y clara como si estuviera hablándole al oído. Era molesto, no quería que nada interrumpiera la paz que estaba comenzando a sentir. Mientras tanto no interfieras, y para que tengas algo que hacer… mata al hombre que está contigo. La orden fue clara y directa, no admitía otra interpretación. Harry había comenzado a sentirse cómodo con la sensación de tener la mente en blanco y ahora pretendía ser llenada de golpe con una orden.
- Potter, Potter – insistía Anderson, colocándose frente a él. No era necesario mirarlo para saber que estaba justo al alcance de su varita.
Mátalo. Repitió la voz. Harry levantó la varita en la dirección correcta, concentrado.
- Expelliarmus
El ruido de un cuerpo chocando contra la pared le confirmó que había dado en el blanco y su mente se sintió parcialmente liberada, almacenando de nuevo sus propios pensamientos, aunque al mismo tiempo lo hacía sentirse vacío y aturdido. El enojo comenzó a abrirse paso con sus pensamientos y con un movimiento flojo de su varita alejó a Anderson lo suficiente mientras extendía la mano izquierda que estaba libre y la cerraba en un puño, similar al movimiento que hacía para atrapar la snitch. Un cuerpo fue atraído hacia él, chocando contra sus pies, como lo había hecho Robins años atrás.
- Tu no me conoces – el enojo se percibía a través de su voz, que le costó trabajo reconocer, pero no le hablaba a la mujer que estaba ahí, forcejeando contra una fuerza invisible que le impedía levantarse, aunque no podía verla. Harry volteó en dirección a los ojos grises a pesar de que no los veía – Y ten por seguro que te estaré esperando.
La mujer dejó de moverse.
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Sí, la parte de "la charla" entre Harry y los niños la tomé del capítulo 2x1 de Superman y Lois porque me gustó cómo lo abordó Clark. Es una plática por la que Harry nunca pasó, pero él tuvo que aplicarla a sus hijos. Y bueno, al final ya había tenido mucha tranquilidad, ¿no? Además, Harry no es él sin un Expelliarmus
¡Gracias por leer!
Hasta el próximo capítulo.
