Disclaimer:

Ranma 1/2 ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos pertenecen a su creatdor Rumiko Takahashi, así mismo ningún personaje de XXXHolic me pertenece, todos son propiedad de CLAMP

Este fanfic se realiza sin fines de lucro, es solamente para entretenimiento y diversión


Capítulo 13

Cuando el invierno llegó, la mente de Ranma sólo se mantenía en una cosa, conseguir el regalo ideal para la chica de sus sueños. El haberla perdido y luchar por recuperarla le había permitido aclarar los sentimientos que siempre negó por culpa de su cobardía, y es que, aunque le doliera admitirlo, eso había sido, un completo cobarde. Tuvo que pasar todo aquél calvario para comprender que, la fuerza, no solamente podía ser física, poder expresar los sentimientos sin miedo, también requerían de poder, el cual ahora sentía que tenía.

Buscó por todo Nerima, se le notaba entusiasmado, hasta los pacientes que atendía en la clínica eran testigos de tal alegría, y les encantaba, como todo adulto mayor, adoraban ver esas muestras de amor, según sus palabras, eso los mantenían vivos, el azabache no lo dudaba ni por un momento. Los mayores le daban consejos de algunos regalos, aunque claro, eran un tanto clásicos, flores, un pañuelo, algún broche, pero él simplemente quería algo que demostrara su interés en ella y que, por sobre todo, no levantara sospechas.

Tuvo que hacer uso de todo su auto control para no comprar un hermoso, a su gusto, collar de una joyería, pero un regalo de ese calibre era demasiado ostentoso, y sabía que sólo le traería problemas. Mientras estaba en su búsqueda, en una de las tiendas pudo ver algo que llamó completamente su atención, en el aparador principal, se encontraba una pequeña cajita de música color jade, la cual le trajo muchos recuerdos y una oleada de sentimientos. Recordaba aquella cajita, había pasado en algún momento horas buscándola sin cansancio, sólo porque, en lo que ambos consideraron una charla sin sentido, la peliazul dijo que le gustaría que se lo regalaran. Inevitablemente, la sonrisa llegó hasta sus labios.

Las fechas festivas estaban a la vuelta de la esquina, y eso se podía notar claramente en el ambiente, en el consultorio del doctor Tofu ya figuraba un pequeño árbol navideño y algunos adornos, con cada día que pasaba, los pacientes eran menos, al parecer nadie quería enfermarse en esos momentos, y realmente lo agradecía, porque había aprendido a apreciar a ese montón de desconocidos que llegaban casi cada semana quejándose de algún nuevo achaque, pero que poseían un buen corazón.

Más pronto de lo que esperaba, noche buena llegó y, para su infortunio, no tenía nada más que hacer. No era tan malo, si lo pensaba, no era la primera vez que pasaba ese día simplemente acostado y esperando a que la mañana llegara, de hecho, en esta ocasión se sentía afortunado, ya que no estaba a la intemperie ni peleando por una simple hogaza de pan duro para calmar el hambre de su vacío estómago.

A su mente vinieron los recuerdos de la última navidad que había disfrutado con la familia Tendou, con el árbol, la comida, el calor de hogar, las peleas y discusiones habituales provocadas por su padre y su insaciable apetito egoísta, rodeado de sus amigos y las personas que quería, y algunas no tan deseadas, pero que aun así apreciaba que estuvieran en ese lugar en aquel momento, un suspiro salió de sus labios. De pronto, la puerta de su habitación sonó, cosa que le sorprendió y, sin dar una respuesta, la misma se abrió, dejando ver por la rendija al joven médico y un poco de luz que se colaba por la apertura.

- Buenas noches, Ranma – saludó como siempre amable

- Doctor – su voz sonó sorprendida, no esperaba que el hombre siguiera despierto

- Oye, disculpa, si no es mucha molestia, ¿me podrías ayudar en algo abajo?

- Claro que no es molestia doctor, usted sabe que me gusta mucho ayudarle

- Muchas gracias Ranma, si haces el favor de seguirme

Ni tarde ni perezoso el pelinegro se paró de un brinco, pensando en que, si se mantenía ocupado, esa noche pasaría más rápido, pero cuando llegó al pequeño recibidor del consultorio se sorprendió, siempre supo que el joven médico se desvivía por sus pacientes y por prácticamente cualquier persona, ya que ese era el motivo por el que había elegido su profesión, pero jamás imaginó que aquel hombre tendría un corazón tan amable como para preparar algo como aquello. En una pequeña mesa, estaba un plato humeante de comida acompañado por bebidas calientes, un poco de carne y un pequeño pastel, lo suficiente como para ellos dos.

- Sé que estas fechas son principalmente para pasarla en pareja principalmente y yo tampoco pude ir a visitar a mi madre por causa del trabajo, así espero que no te moleste la compañía de un viejo como yo

- Doctor Tofu… - estaba sin palabras

- Sé que no es mucho, es sólo un poco de comida que pude cocinar y un pequeño pastel que había separado en mi pastelería favorita, pero créeme, Ranma, cuando te digo, que estos últimos meses en los que has estado aquí conmigo, te he llegado a tener un aprecio muy grande y que eres una persona de buen corazón. Aunque no conozco tu situación ni lo que estás intentando lograr, sé que tu llegada ha traído de vuelta a la vida a la familia Tendou, a quienes, como te he comentado, aprecio demasiado, y por eso te agradezco muchacho.

El azabache miró el escenario completo y sonrió, el doctor estaba equivocado, aquello era más de lo que merecía y, estar acompañado en esos momentos, era el mejor regalo que podría obtener en esos momentos, aunque admitía que le hubiese gustado él pasarla con cierta chica de cabello azul y que el doctor la pudiera pasar con cierta hermana de dicha chica, por el momento aquello era más que suficiente.

- Se equivoca doctor, esto es más de lo que merezco – confesó con la tristeza asomándose por sus ojos

- Sabes, Ranma, realmente no estoy seguro de lo que te sucede, y aunque me gustaría que me lo confiaras para que tu carga sea más ligera, sé que no puedes, aun así, debes creerme cuando te digo que no debes menospreciarte. No sé qué haya pasado, pero en tus ojos se mira la culpa, arrepentimiento, tristeza, demasiado para alguien de tu edad, todos cometemos errores, pero lo bueno de ellos es que podemos repararlos

- Hay errores que no se pueden reparar – le interrumpió

- Es cierto, pero no creo que seas el tipo de persona que no intente reparar sus errores – le sonrió – Hay bondad en tus ojos Ranma, los ojos son la ventana del alma, y esta nunca miente. Ahora comamos antes de que se enfríe

Dicho esto, el joven médico comenzó a degustar sus alimentos, mientras que el azabache se quedó quieto pensando en las palabras dichas. Su relación con la peliazul iba mejorando hasta el punto en que sentía que su vida anterior volvía, pero cada vez que la chica se retiraba del hogar paterno, la realidad le golpeaba y, volver solo al pequeño consultorio no lo hacía mejor. Pese a que intentaba mantenerse el mayor tiempo ocupado, al llegar la noche sus demonios se hacían presentes y, si debía decir la verdad, estaba cansado, exhausto, él estaba llevando todo el peso de su egoísmo, y estaba de acuerdo en ello, porque él había sido el culpable de toda esa situación, pero ¿Estaba mal poder contar con alguien en quien confiar?

Conocía de sobra al doctor, sabía lo centrado y realista que era, pero al mismo tiempo, siempre mantenía la mente abierta para cualquier cosa que uno le llegara a contar, sin duda el hombre era una combinación extraña entre lo metódico y lo extraordinario y alguien digno de confianza.

- La verdad… - dijo evitando que el castaño metiera un pedazo de carne en su boca – Es que yo provengo de otro mundo – soltó. Ahora que lo decía en voz alta sonaba más loco de lo que era

- ¿Otro mundo?

- Si, vengo de otro mundo, pero no me refiero a otro planeta ni nada por el estilo – aclaró pensando mejor sus palabras – me refiero a que, nosotros, ya nos habíamos conocido antes, en mi mundo, por eso sé tanto de usted, y sabía que era alguien en quien podía confiar – Notó que el médico le veía con expectación – Yo…verá… - suspiró un poco frustrado – No sabía cómo darse a entender sin sonar ridículo

- Si en verdad me conoces, sabrás entonces que, si hay algo que sé hacer, aparte de ayudar a mis pacientes, es escuchar y mantener la mente abierta – le sonrió de una forma que le invitaba a hablar

- Cierto – devolvió la sonrisa – Nada de lo que he dicho de mi persona ha sido mentira, en verdad mi nombre es Saotome Ranma y mi padre es Saotome Genma, y tampoco es mentira que mi padre y el señor Tendou eran amigos en su juventud, también es cierto que soy un artista marcial, de hecho, era muy bueno en mi mundo, al llegar a este tuve que aprender de nuevo casi todo lo que mi viejo, quiero decir, mi padre, me había enseñado.

Con la lengua una vez suelta, le fue bastante sencillo relatar su travesía, desde el hecho de que siempre sintió que su padre nunca fue un buen progenitor, de cómo se sentía usado y de lo egoísta y abusivo que solía ser, al punto que lo había prometido con una completa desconocida, pero que ahora que había hablado con el señor Tendou, había podido comprender un poco mejor el pasado de su padre y el porqué actuaba como lo hacía. También le dijo cómo había convivido por un largo tiempo con los Tendou y cómo se habían vuelto, en parte, su familia, le dijo de la maldición que le acosaba a él, su padre y varios conocidos pero que, también gracias a ésta, había aprendido quiénes eran sus verdaderos amigos y en quién podía confiar realmente.

Después de dar una explicación a grandes rasgos, miró a los ojos al castaño, notando cómo le sonreía de forma alegre y comprensiva y, contrario a cualquier escenario que hubiese imaginado en su mente, su interlocutor lo único que hizo es invitarle a seguir comiendo antes de que todo se enfriara, mientras continuaban su plática. Hasta ese momento, su estómago rugió, de los nervios no había notado el hambre que tenía.

El azabache sonrió, tal vez no importaba en qué mundo viviera, la naturaleza del médico trascendería fronteras y siempre sería digno de confianza. Ya más relajado, comenzó a relatarle lo que había vivido, le contó mejor cómo funcionaba la maldición de los pozos de Jusenkyo y cómo había conseguido la suya gracias a la mala investigación de su padre y un poco de su pérdida de concentración al ver a su progenitor convertido en un panda y gracias a esa misma falta de habilidad de no comprender lo que caía en sus manos, también había desarrollado una inmensa fobia a los gatos. Le relató cómo terminó, sin saberlo, con muchas prometidas, otra vez a causa de su progenitor, en su afán de conseguir alimentos que, en su mayoría, eran sólo para él mismo. Y, a pesar de todo lo que había hecho su padre en su egoísmo, ahora tenía la madurez suficiente para perdonarlo.

Pero no toda su charla se centró en lo mal que le hacía pasar el hombre, si no también en las cosas buenas que había vivido, aprendió muchas técnicas gracias a los encuentros que tuvo, a los amigos que conoció, por las personas contra perdió y ganó y, aunque le doliera admitirlo, el hecho de que el viejo hombre le empujara hasta el extremo había servido.

Y, donde se explicó más, fue la vida que tuvo con los Tendou, quienes le recibieron con los brazos abiertos, la cocina de Kasumi, las tretas, engaños y malos tratos que hacía con Nabiki y el carácter fuerte de Akane y, así, sin saberlo, su conversación se centró en la menor de las hermanas Tendou ante una honesta sonrisa dibujada en la cara de ambos hombres. Para cuando fueron conscientes de la hora, ya había pasado la media noche y, aunque deseaba estar junto a otra persona, Ranma agradeció no estar solo aquella noche.

Akane miraba distraídamente hacia un punto en el vacío sin siquiera moverse, frente a ella, un gran banquete era presentado, sin embargo, no sentía hambre. Su mente viajaba a aquellos momentos donde pasaba esas festividades con su familia, rodeada de amor, mientras Kasumi servía una deliciosa cena, Nabiki intentaba averiguar el valor de su regalo simplemente por el sonido que producía y su padre bebía un poco de sake, ahí reinaba la alegría.

Deseaba tanto estar ahí en esos momentos y no dónde se encontraba realmente, en el gran comedor de la mansión Tatewaki, en una mesa en la cual albergaría 20 personas fácilmente y que, en esos momentos, sólo se encontraba ellos tres degustando lo que parecía caviar, carne, cangrejo, ensalada, algunos pasteles y otros alimentos que no lograba identificar del todo. Le daba pena saber que mucha de esa comida iría a parar a la basura, porque así eran ellos, no les importaba despilfarrar.

En una esquina, en posición de espera, se encontraba Sasuke, a la espera de más órdenes o de que el castaño pidiera más sake, por que sí, aunque aun fuera menor de edad, en esa casa no importaba, él era el amo y señor, y se hacía lo que él mandara. Podía notar claramente cómo el pobre ninja intentaba no salivar ante el aroma de todos aquellos alimentos, sabiendo que él sólo recibiría, como siempre, agua y pan duro.

La peliazul hizo gala de sus habilidades y tomó un poco de aquellos alimentos para poder dárselos a su guarda espaldas sin ser vista, porque si alguno de los Tatewaki notaba sus intenciones, en primera la pelinegra se reiría de ella y la intentaría menospreciar haciendo alusión, como siempre, a su nivel económico y, el castaño, seguramente haría alusión a su buen corazón y le echaría la culpa al ninja diciéndole que, seguramente, él se lo había pedido. Suspiró cansada, no tenía ánimos de celebrar aquella fecha, menos en ese lugar.

Después de su reciente libertad creyó que podría pasar las fiestas con su familia pero, el castaño había cortado sus alas de golpe diciéndole, o más bien, casi ordenándole, que se quedaría en la mansión, ya que, al ser prometidos, era su obligación estar con él, ya que las fechas eran para los enamorados y, relativamente hubiera estado bien, si no fuera por la presencia de la azabache, quien no perdía oportunidad de despreciarla, y no de una forma discreta, sino frente a los ojos del castaño y éste, se lo permitía, diciendo que su hermana sólo quería enseñarle cómo ser una dama.

Se preguntó qué estaría haciendo su familia en esos momentos y se dijo que, seguramente, estarían haciendo lo mismo de cada año, tal y como estaba grabado en sus recuerdos, divagó un poco en ellos y sin ser plenamente consciente, una persona se había colado en esa ilusión, un chico alto de ojos cerúleos y cabello tan negro como la noche, en sus labios se dibujó una diminuta sonrisa.

Para su buena suerte, la velada fue bastante corta, ya que los Tatewaki no acostumbraban a nada más que cenar juntos, sin embargo, para su mala suerte, el castaño estaba en la firme idea de pasar el día con ella y, pese a sus negativas y la "promesa" que le había hecho a su padre, esta vez el chico entró a su habitación donde simplemente siguió bebiendo mientras hacía alarde de sus habilidades, de lo "buen hombre" que era, de su belleza y el cómo ella no había sido capaz de resistirse a sus encantos. Y hubiera seguido probablemente toda la noche de no ser porque el alcohol hizo su trabajo y el chico terminó profundamente dormido.

Sasuke, fiel como era, le llevó hasta su habitación, disculpándose con la peliazul por los inconvenientes, ante lo cual la chica solamente le sonrió amablemente y le dio lo que había conseguido para él esa noche, deseándole una feliz navidad. La ojicastaña nunca sabría lo feliz que hacía esas simples palabras al ninja, ya que en todos los años que llevaba al servicio de aquella familia, nunca le habían dicho algo así, él simplemente era un mueble, un sirviente, un cero a la izquierda y, era esa amabilidad lo que hacía que le tuviera tanto aprecio.

Akane miró por la ventana, notando lo oscura y fría que estaba esa noche, se sentía tan sola en aquellos momentos, llorando en silencio por el cruel destino que tenía que cumplir, pero era algo que había aceptado, y lo llevaría con la frente en alto, no importando el sacrificio que tuviera que hacer, ella era una artista marcial, aunque a Kuno le pesara, y un artista marcial tenía palabra de honor.

Para el año nuevo, las cosas no pintaban mejor, el castaño se empeñaba de nueva cuenta a pasar la velada solamente ellos tres y, si debía ser honesta, no estaba segura de poder soportar otra noche igual a la anterior, sin contar de que no había podido ver a su familia y, a pesar de lo que pensaba el chico de la espada, ella se empeñaba en pasar la víspera del año nuevo con los que amaba, aunque dentro de su corazón albergaba la esperanza de que una persona más se les uniera.

Por primera vez desde que había llegado a aquella residencia se mantuvo firme en su decisión e hizo gala de su carácter fuerte. El castaño se negaba rotundamente argumentando que el deber de una dama y su futura esposa era estar en esos días a su lado y brindarle felicidad a él solamente, aunque se quiso ver generoso diciéndole que, el próximo año, después de su boda, su familia podría visitar su nuevo hogar unos momentos para poder verse y después se irían como todo buen invitado respetuoso.

Lo dicho obviamente molestó a la chica, ya que se estaba comportando de una forma bastante presuntuosa, pero ella no daría su brazo a torcer, no gritó, no se alteró, ni siquiera hizo su cara de disgusto, solamente dejó en claro que su visita a su familia en la víspera de año nuevo no estaba a discusión y que, la primera visita al templo la mañana del año nuevo sería también con ellos como lo había hecho siempre. Sobra decir que eso no le hizo ninguna gracia al chico, pero también conocía lo obstinada que podía llegar a ser. Ya después de la boda todo sería muy diferente, lo quisiera la peliazul o no.

Ahora con ánimos renovados, el día esperado llegó rápido y se alistó lo más pronto posible y, aunque estaba inmensamente feliz, no todo en su vida podría ser alegría, no con aquella familia, cuando estuvo en la puerta principal, alguien se le interpuso en su camino. La azabache no perdió momento para mofarse de su vestimenta, falta de clase y que iría a reencontrarse con la "gentuza" con la que solía convivir, remarcándole que ella nunca podría ser una dama como ella y su hermano lo era. No era que quisiera serlo, pero a veces esas palabras realmente le fastidiaban, no por lo que le decía sino el hecho de que era prácticamente a diario.

Sacudió su cabeza intentando alejar cualquier rastro de molestia y salió acompañada de la mansión Tatewaki con el ninja, quien llevaba apenas una tela bastante delgada y raída que había conservado por ya varios años, tantos que ya estaba desgastada en muchos puntos y rota en otros tantos. Cuando estuvieron lo suficientemente alejados de la residencia, la peliazul aceleró su paso importándole poco la falta de clase, como solía decirle la pelinegra, al caminar.

Rápidamente llegaron a su hogar paterno y, cuando estuvieron en la entrada, puso una mano en su pecho intentando detener los latidos desbocados de su corazón, que ella atribuía a la carrera y la felicidad de poder estar con sus hermanas y su padre. Cuando el sirviente estuvo a punto de partir, la ojicastaña le detuvo, sacó de entre sus pertenencias una pequeña caja y, con las simples palabras de "feliz navidad" se la entregó.

Sasuke abrió la caja con algo de nerviosismo y, porqué no decirlo, miedo. Él no solía recibir nada y, en el caso de que lo recibiera, siempre eran bromas o cosas que usualmente deberían ir a parar a la basura, pero cuando vio lo que había dentro, no pudo más que soltar unas cuantas lágrimas de felicidad, algo mal trecha, sin mucho orden, apelmazada y de unas partes más gruesas que de otras, estaba lo que parecía ser una bufanda hecha a mano.

- Gracias por cuidar de mi en la mansión Tatewaki – dijo la chica y, acto seguido, se introdujo en su hogar

El ninja sonrió tontamente, no porque se hubiera enamorado, sino porque fue un acto de cariño que jamás había recibido y que, pese a lo feo que se pudiera ver, para él era la cosa más maravillosa del mundo. Decidido a devolverle el regalo, aunque ella nunca lo supiera, ese día simplemente no la vigiló, se alejó del hogar Tendou y la dejó sola con su familia, si su amo le preguntaba, él respondería igual que siempre.

Akane pasó toda la tarde y parte de la noche disfrutando con su familia, riendo y comiendo. Sin embargo, de vez en cuando la felicidad abandonaba su rostro al no ver al pelinegro junto con ellos, se había acostumbrado a su presencia que ahora sentía que le hacía falta, pero sólo porque visitaba tanto a su familia que ya lo sentía parte de ella, o al menos eso era lo que se decía a sí misma.

Más rápido de lo que le hubiera gustado, el tiempo de partir llegó, como cada vez que se divertía y se sentía libre, se despidió de sus hermanas y su padre, prometiéndose que se verían nuevamente la mañana siguiente en el templo y se dirigió a la puerta principal. Cuando ya casi la alcanzaba, pudo notar una sombra salir por una esquina, si no supiera defenderse por sí misma, muy probablemente habría gritado con todo lo que sus pulmones le hubieran dado, pero ese no fue el caso, solamente se puso alerta.

Cuando estuvo a punto de lanzar un golpe, haciendo caso omiso a todo lo que le había dicho los últimos meses Kuno, pudo notar con claridad de quién se trataba. Frente a ella se encontraba el chico en el que estuvo pensando todo el día, aunque no fue plenamente consciente de ello.

- Hola – dijo con naturalidad

- Hola

- ¿Cómo estás?

- A punto de regresar a la mansión Tatewaki

- Ya veo

El silencio se hizo presente entre los dos, ninguno sabía bien qué decir, y aún así, se sentían cómodos sólo con la presencia del otro, pero la peliazul sabía que no tenía tiempo, el ninja de seguro ya estaba esperándole afuera.

- Buenas noches Ranma – le dijo de forma educada y prosiguió su camino

- Espera – pidió deteniendo el andar de la chica – Sabes, he estado aquí varias horas – confesó – esperando, tratando de juntar el valor para poder entrar a tu casa

- Sabes que eres bien recibido por mi padre y mis hermanas y, aunque no te hubieran invitado, seguramente Kasumi no tendría problema en poner otro plato a la mesa en caso de que estuvieras solo en este día

- Ese no era el motivo – contestó – Claro que me invitaron a pasar con ellos la noche, y de hecho, una vez que tú te vayas entraré, sería muy descortés de mi parte no presentarme, pero…No quería darte esto en frente de tu familia – mostró la pequeña caja musical color jade que había visto en la tienda y que, en su mundo, le había regalado – Espero no me lo tomes a mal, simplemente he disfrutado nuestras charlas y la amabilidad tanto tuya como de tu familia al recibirme en su hogar, así que busqué una forma de agradecérselos y, cuando vi esta pequeña caja musical, pensé que sería ideal para ti. Ojalá no te cause problemas con tu prometido – sonrió en forma de disculpa

Akane miró la pequeña cajita en sus manos y la abrió con lentitud, ante ella, se mostraba una pequeña bailarina que bailaba al son de una suave y dulce melodía. La peliazul sonrió ante el detalle, pese a la sencillez, sintió que era el mejor regalo que jamás había recibido en su vida y con un valor muy por encima de lo que sea que Kuno le hubiera comprado, y el chico solía comprarle mucha ropa y accesorios sólo para lucir a su "flamante prometida"

- Si no te gustó puedes tirarlo, no te sientas comprometida a aceptarlo

- Me gustó – su voz era poco más que un susurro – Pero yo no tengo nada para ti

- Ya me has dado mi regalo por adelantado, al brindarme tu compañía – le sonrió – Feliz Navidad atrasada Akane

- Feliz navidad, Ranma

Y, aunque el corazón de ambos gritaba por un abrazo, hicieron caso omiso al deseo y se despidieron como un par de amigos, simplemente agitando la mano mientras el pelinegro se dirigía al hogar Tendou y la chica salía de éste al tiempo que guardaba la pequeña cajita en sus ropas para que nadie la fuera a ver. Afuera, tal como había predicho, Sasuke ya se encontraba esperándole y, apenas se puso a su lado, emprendieron el camino a la mansión.

Akane no paraba de sonreír y, sin darse cuenta, tarareaba la melodía de su regalo, en su mente repetía las palabras dichas por el azabache con el firme propósito de guardarlas para siempre en su memoria porque, en ocasiones, no importa lo que uno desee, hay veces en las que se tienen que hacer algunas cosas aunque no se quiera, pero si lo que se tiene que hacer es para la felicidad de los que más amas, en ocasiones se requieren pequeños sacrificios, aunque estos no parezcan tan pequeños para uno mismo.


Notas del autor

Aquí tienen otro capítulo de este fanfiction, muchas gracias a todos los que le brindan apoyo a esta historia y la leen, y muchísimas gracias a todos los que dejan review porque me inspiran a seguir con la historia

¿Saben? Siempre eh pensado que las historias que conllevan algo relacionado a navidad deben ser escritas en navidad, pero todavía falta mucho para ello, y quería esta pequeña escena en mi fanfic.

Nos vemos en el próximo capítulo