Esta es una traducción autorizada de Bring me to Life por floorcoaster.

Capítulo Tres – Interrupciones

Las siguientes tres semanas volaron. Hermione continuaba regulando las pociones de Pansy, asegurándose de que se las tomara. Draco le había enviado sus cosas a Pansy, pero ella ni siquiera las había sacado de la caja, ya que ella y Hermione estaban muy ocupadas preparando la fiesta. Comenzaron con la lista de invitados, y Hermione sonrió cuando Pansy no mencionó a Draco. Los invitados eran: Harry, Ron, Suzette, Hermione, Pansy, Blaise Zabini, Millicent Bulstrode, Theodore Nott, Daphne Greengrass, tres personas que Hermione no conocía, Dean, Seamus, Lavender y Parvati. Dieciséis en total. Sería una multitud decente y, con algunos hechizos de extensión, el apartamento de Hermione serviría perfectamente.

El menú iba a ser sencillo, pero elegante, y Pansy disimulaba muy bien lo emocionada que estaba. Las flores habían sido ordenadas y la música había sido seleccionada.

Pansy había removido todos los muebles de la sala-el sofá, las dos sillas, unas mesas y el televisor- y los sustituyó por dos elegantes sofás y tres mesas. Habría suficiente espacio para que los invitados se pasearan por la sala y todos pudieran estar en el lugar a la vez. El comer había sido expandido y la mesa también para que pudieran ocuparla 16 personas. Todas las sillas del piso de Hermione, más dos mesas, habían sido transformadas.

Hermione y Pansy pasaron unas horas el día antes de la fiesta decidiendo como sentar a los invitados. A ambas les preocupaba que si dejaban que se sentaran donde quisieran, los invitados se sentarían junto a los de su propia casa en Hogwarts, Gryffindor's en un lado y Slytherin's en el otro. Así que juntas trabajaron para asegurarse de que todos quedaran en la mesa junto a alguien que no fuera de su misma casa.

La tarde anterior a la fiesta, Hermione y Pansy hicieron todos los postres de la fiesta. Al día siguiente, justo después de desayunar, comenzaron a preparar la comida. Pansy había preparado el menú, Hermione simplemente había ajustado las recetas para que dieran para dieciséis personas. Ella también había hecho una lista de cosas que necesitaban, que incluía el artefacto de cocina que necesitaban para cada cosa, la temperatura a la que debía estar y por cuánto tiempo.

Estaban siendo un gran equipo.

Harry y Ron llegaron temprano para ayudarlas en cualquier cosa que se presentara a último minuto. Harry ayudó a Pansy a acomodar los entremeses y Ron ayudó a Hermione a acomodar la barra.

Antes de darse cuenta, el primer invitado había llegado y después de eso la puerta no dejó de sonar hasta que el último invitado, que fue Blaise Zabini, llegara.

La cena estaba siendo un éxito, Hermione le sonreía a cada uno de sus amigos y hablaba amablemente con todos. En esos momentos estaba hablando con Blaise, que estaba sentado a su derecha. Él se había unido al lado de la Luz al mismo tiempo que Draco, pero él había hecho un mayor esfuerzo por conocer su nuevo entorno. Él y Hermione se habían hecho amigos.

— ¿Dónde está Draco? – preguntó, inclinándose para susurrar la pregunta.

— No pudo venir – dijo Hermione.

— Ah, que mal. No lo veo hace unas semanas.

— ¿No? – preguntó Hermione, escuchándose más interesada de lo que pretendía.

— No. No lo veo desde el último partido de Quidditch que tuvimos. Él dijo que estaba muy ocupado con el trabajo y no ha ido por el Callejón Diagon últimamente.

— ¿Sí? – Hermione sonó más interesada de lo que le habría gustado.

— Sí. La última vez que lo vi fue en un partido de Quidditch. Dijo que estaba muy ocupado con el trabajo y no lo he visto por el Callejón Diagon últimamente – Blaise trabajaba en la apotecaria creando nuevos productos.

— Quizás está saliendo con una chica – dijo Hermione bromeando. Blaise frunció el ceño.

— No, no lo está. Creéme, eso fue lo primero que le pregunté y él lo negó. Pero, ahora que lo pienso, él está actuando como cuando le gusta alguien. No le pregunté eso porque asumí que si le gusta una chica va a salir con ella.

— ¿Qué quieres decir? ¿Puedes decir cuándo le gusta alguien por la forma en la que actúa?

— Sí. Conozco a Draco hace tiempo. Él es diferente cuando una chica está en el radar, aunque usualmente, como dije, es porque está saliendo con ella. No puedo describirlo… pero él es más seguro de si mismo. Y sonríe más.

— Justo lo que el mundo necesita – dijo Hermione con una sonrisa –, un Draco Malfoy más confiado de si mismo.

— Cierto. Pero créeme cuando te digo que es para mejor.

— Hazme un favor, Blaise, y no digas nada sobre tu teoría. Lo último que necesita Pansy es enterarse de que a Malfoy le gusta alguien.

— Cierto. Tienes razón.

Justo en ese momento, Theodore la llamó y ella se giró a hablar con él.

El resto de la fiesta fue excelente. No hubo ni un momento en el que alguien se sintiera incómodo, y todo el mundo alabó la comida. Pansy estaba en su elemento –aceptando los cumplidos, pero a la misma vez dándole parte del crédito a Hermione.

Depués de la cena, se movieron a la sala, donde el postre fue servido. Hermione iba llevando cosas que Pansy había hecho alrededor de la habitación y hablaba con los invitados. Ella estaba complacida de ver a sus amigos relacionarse con sus enemigos de escuela, y estaba casi segura de haber escuchado a Seamus hacer planes con Daphne para el próximo fin de semana.

Hermione no quería ser el centro de atención, pero Pansy sí que sí. Cada vez que Hermione miraba a su amiga y compañera de piso, la encontraba hablando con alguien, riendo y disfrutando de todo con deleite.

Hermione sonrió y fue a la cocina a buscar otra bandeja.

— Hermione. – dijo Harry, cruzándose en su camino.

— Hey, Harry. ¿La estás pasando bien? – le preguntó ella, sabiendo que él no se sentía cómodo con las fiestas.

— Sí, bien. Pansy necesita más entremeses. Me envió a buscarlos.

— Oh, claro. Aquí tienes. – ella le pasó a Harry una bandeja de cristal llena de un postre de chocolate. Ella lo observó caminar entre la multitud hasta llegar donde Pansy, que aceptó la bandeja con una brillante sonrisa.

La fiesta duró hasta después de la media noche, cuando el último invitado, que fue Harry, se fue cerca de las dos de la mañana. Ron y Suzette se habían ido sin él, y Harry se había quedado para ayudar a limpiar. Cuando Hermione le dio a Pansy las buenas noches, se encerró en su cuarto y se reclinó en la puerta con una sonrisa.

Pansy lo había hecho muy bien – perfecto, de hecho. Pronto, ella esperaba, los pensamientos sobre Draco serían menos.

Ooo

La mañana siguiente, Hermione se levantó antes que Pansy y fue a la cocina a servirse un vaso de agua. Luego regresó a su habitación y estaba a punto de escribirle a Draco cuando una pequeña luz iluminó la habitación una nota apareció en el escritorio. Por un momento olvidó que era el método que le había dado a Draco para que se comunicara con ella, pero solo en emergencias.

Su corazón se aceleró y abrió la nota con tanta fuerza que casi la rompe. Soltó un respiro después de leer la primera línea de la nota: No es una emergencia.

Ella se sentó en el escritorio y continúo leyendo.

Reúnete conmigo en el café de la esquina en diez minutos.

Hermione se quedó mirando el papel por unos segundos, luego el mismo se deshizo. Ella se levantó corriendo de su lugar y se puso un pantalón y camisa cualquiera, un par de zapatos y salió de la habitación. Se encontró con Pansy en la cocina, preparandose una taza de té.

- Buenos días, Hermione – le dijo con una sonrisa cansada.

- Buenos días. Iré a la tienda de la esquina por unos dulces. Tengo antojo. ¿Quieres que te traiga algo?

- Oh, uno de esos relleno de queso, por favor – le dijo a la vez que Hermione salía corriendo del lugar.

- ¡Okay! – le respondió Hermione, cerrando la puerta detrás de ella. Mientras esperaba por el ascensor ella no pudo evitar pensar que realmente había una emergencia.

Ella llegó a la cafetería en tiempo récord y encontró a Draco sentado en una mesa con un plato de bollos frente a él y leyendo El Profeta. A la luz del día, en un barrio muggle. Hermione caminó hasta su lugar y le arrancó el periódico de las manos.

― Oye… ― comenzó a decir él, pero se detuvo y sonrió cuando se dio cuenta de quien era.

― ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Y si alguien te ve?

― Para cualquier muggle que lo vea, será un diario muggle.

Ella se sintió como una tonta. Obviamente el no sería tan estúpido como para dejar el periódico a los ojos de cualquiera.

― ¿Estás bien? ― le preguntó él sacándola de sus pensamientos.

El mesero se acercó y Hermione le ordenó una taza de té, con un bollo relleno de queso y otros con canela. Escuchó la risita de Draco.

― ¿Rellenos de queso para Pansy?

― Sí ― le respondió ella, su corazón alcanzando un ritmo normal. Si hubiera una emergencia él ya se lo habría dicho y no luciría tan calmado ―. ¿Qué quieres?

Draco se tomo su tiempo para responder. Le dio un mordisco a su bollo y se mostró pensativo mientras masticaba. Suavemente. Después la miro a ella y abrió la boca para hablar, pero el mesero apareció con la orden de Hermione. Él espero hasta que Hermione le puso azúcar a su té.

― ¿Cómo estuvo la fiesta anoche?

― Oh, estuvo muy bien.

― Bien. ¿Y Pansy?

― Perfectamente. Honestamente, superó mis expectativas. Realmente tiene talento para esas cosas.

― Lo sé. Me alegra que comience a verse ella misma por lo que es.

― A mí también.

― Escucha, hay algo que quiero preguntarte. Déjame hacer algo por ti.

Él alejó la mirada, observando fijamente su plato.

― ¿A qué te refieres? Ya te lo había dicho, estoy bien con mis finanzas y ella lo está haciendo excelente.

― No, dinero no, para nada. Quiero decir…déjame llevarte a cenar.

Ella brincó en su silla, no estando segura de si lo había escuchado bien.

― ¿Qué?

― Una cena. Es solo que…recibo tus cartas. Y es como una conversación unilateral, un monólogo. A veces quiero responderte, pero no puedo.

― Te entiendo. A veces yo tambien quisiera respuestas a las preguntas que hago.

― ¿Eso quiere decir que cenarás conmigo?

― No lo sé. Si Pansy se diera cuenta…Sería algo malo, creo. Ella confía en mí, al fin, y esto destruiría por lo que he trabajado tan fuerte.

― ¿Por qué ella se enteraría? La única manera de la que podría enterarse es que tú o yo se lo digamos. Y te puedo asegurar algo, no tengo intenciones de decírselo.

― Bueno, es verdad, pero aún así. ¿Qué pasa si tu se lo dices a un compañero de trabajo, y él se lo dice a alguien que ella conozca, y…?

― Detente. No se lo diré a nadie. Además, deberías tomarte una noche libre del apartamento, de ella. Sé que para este momento ustedes deben ser algo así como amigas, pero aun así. Esta es mi manera de decir gracias, ya que tu no me dejas hacer nada más por ti. Puedo regalarte una noche libre.

― Bueno… ― Hermione no estaba muy convencida, pero también le llamaba mucho la atención la idea de tener una noche libre. Y tener a Draco con ella sería interesante, por decir poco.

― Honestamente, la última vez que tuviste una buena cena y pasaste un buen rato fue con ella, Potter y Weasley. Estoy seguro de que fue un buen rato, pero a pesar de que nunca lo has dicho, siento que las cosas no están tan bien.

Ella lo miró profundamente, sorprendiéndose de lo mucho que él podía inferir de aquella noche, aunque ella le había comentado tan poco. Quizás era eso…usualmente ella escribía mucho sobre eventos importantes. Ella sonrió suavemente.

― Bueno…me acabas de dar un argumento muy convincente.

― Entonces di que sí. Has hecho mucho por mí, también por Pansy. No puedo simplemente no tratar de mostrar mi agradecimiento, y esta es la mejor manera que tengo de hacerlo. Además, puedes descansar tu muñeca por una semana y puedes decirme su progreso de frente, en vez de escribirlo.

― Oh, no. Aun así quiero escribirlo. Espera… ¿estás guardando las cartas como te pedí?

― Por supuesto. ¿Qué vas a hacer con ellas? Nunca te he preguntado.

― No lo sé. Quizás escribir un libro. O quizá quemarlas.

― No creo que vaya a devolvértelas si piensas quemarlas. Pero en serio, ¿qué dices?

Hermione tomó una profunda respiración. Si Pansy llegara a enterarse… Sacudió la cabeza, eso no iba a pasar. Ella ni siquiera iba a decirle a Ron y Harry lo que iba a hacer. Tendría que decirle algo a Pansy, por supuesto, pero eso era fácil. Miró a Draco, que la estaba mirando intensamente.

― Tendré que decirle a Pansy que estaré en una cita. – dijo ella nerviosamente y evitando a toda costa mirarle a los ojos.

― ¿Por qué? – le preguntó él frunciendo el ceño.

― Ella ha estado hablando de que debería salir, y ella nunca sospecharía que tendré una cita contigo. – era cierto, pero no se había escuchado tan bien cuando lo dijo ―. No quería decir que…

― Sé lo que quieres decir. – dijo él rápidamente. ― Dile lo que sea que tengas que decirle. ¿Eso significa que vendrás?

― Sí.

Él le sonrió, una sonrisa cálida que llegó hasta sus ojos y que hizo que ella se sonrojara.

― Bien. Es lo menos que puedo hacer. – dijo él dándole un último sorbo a su taza de té.

― ¿Cuándo será? – preguntó ella, sintiéndose profundamente nerviosa.

La expresión de él se convirtió en casi la misma que tenía antes de invitarla a cenar.

― Oh, ¿el próximo fin de semana? ¿Viernes?

Hermione hizo una rápida revisión mental para asegurarse de que no tenía nada para ese día. Luego asintió.

― Viernes en la noche, entonces. Conseguiré que Harry o Ron se queden con Pansy. ¿Qué debería ponerme? – al ver la expresión de Draco rápidamente se corrigió ―. O sea, ¿debería usar un vestido? ¿Cuán elegante es el lugar?

― Oh, claro. Diría que es…tres estrellas.

― ¿Tres estrellas? – dijo ella con una sonrisa.

El mesero vino y le trajo a Hermione sus pastelillos en una bolsa y le extendió la cuenta a Draco.

Hermione aceptó sus pastelillos y comenzó a buscar en su cartera.

― ¿Cuánto es lo mío?

― No te preocupes, yo lo pago.

― No, yo puedo pagar lo mío.

― No.

― Malfoy, en serio, no voy a dejar que me pagues el desayuno y la cena. Considero que esto es adecuando, gracias. Y creo que voy a rechazar la invitación a la cena.

― Oye, no seas así, – dijo él frunciendo el ceño, y su mirada oscureciéndose – lo tuyo son cuatro libras.

Ella frunció el ceño, sin saber que era lo que había dicho para ocasionar esa reacción en él. Apurada, sacó el dinero se su monedero y se lo pasó. Cuando él lo tomó, sus manos se rozaron. Fue como la primera vez que un chico le gusto: mariposas abrieron vuelo en su estomago y el mundo pareció detenerse un instante, justo hasta que sus manos se separaron.

Hermione no esperaba esa reacción, así que le tomó un tiempo recuperarse. Cuando lo hizo, Draco la estaba mirando expectante.

― ¿Qué? – fue todo lo que pudo decir ella.

― Tus pastelitos, no los olvides. – le dijo él con una sonrisa, extendiéndole la bolsa que ella aceptó.

― Claro, gracias. – ella sacudió la cabeza y cuando volvió a mirarlo él le estaba sonriendo. Ella comenzó a alejarse, pero se volteó un momento – ¡Oh, Draco! ¿A qué hora?

Él la miró sorprendido, pero le sonrió cálidamente.

― A las 7. Vamos a encontrarnos aquí y pedimos un taxi.

― Okay. Nos vemos.

Ooo

Hermione esperó hasta el martes para decirle a Pansy que tenía una cita ese fin de semana. Pansy se emocionó y la abrazo. También le hizo un millón de preguntas. Hermione se encargó de que Pansy supiera que ella no estaba tan emocionada por la cita, que el chico en cuestión no era la gran cosa, pero que una noche fuera le haría bien.

Pansy estuvo completamente de acuerdo con que Hermione necesitaba una noche fuera y le dijo que aunque no estuviera totalmente interesada en el chico debía vestirse y verse bonita. Se ofreció a peinar y maquillar a Hermione, pero ella se negó amablemente después que Pansy le dijera:

― Tienes unos ojos espectaculares, no sabes todo lo que podría hacer con ellos.

Pero Pansy no se dio por vencida, y después que Hermione se negó por segunda vez se cruzó de brazos y le dijo:

― Hermione Granger, tienes una cita este viernes y vas a comportarte como tal. Voy a peinarte y maquillarte. También voy a elegir tu ropa. Fin del asunto. Recuerda que estás hacienda todo eso por ti no por él.

Hermione no tuvo más opción que aceptar.

A medida que la semana avanzaba hacia el viernes, Hermione lo único que podía hacer era ponerse más nerviosa. Aunque ella sabia que lo que tendria no era una cita, Draco había actuado muy extraño cuando la invitó a cenar. Y como Pansy pensaba que era una cita, y lo único que hablaba era acerca de ello, Hermione comenzaba a sentir que sí era una cita.

La noche del viernes finalmente llegó y Pansy consiguió ganar la batalla contra el cabello de Hermione. Luego, eligió un hermoso vestido violeta para Hermione. Eran sin mangas y le llegaba justo a la rodilla. Pansy le prestó a Hermione un par de zapatos y un abrigo. Luego finalizó haciéndole el maquillaje.

― Luces fabulosa – le dijo Pansy, mientras admiraba el resultado. ― Él va a quedar impresionado.

Hermione le sonrió nerviosa a su reflejo, después a Pansy. Ella no estaba segura de querer darle esa clase de impresión a Draco. Se puso de pie y cogió la cartera. Podía quitarse el maquillaje y destruir su peinado una vez saliera del apartamento.

Harry llegó mucho antes de lo acordado para quedarse con Pansy, entonces Hermione se fue. Caminó hasta la cafeteria que estaba en la esquina, pero no vio a Draco. Después de un momento, un hombre vestido de negro se le acercó.

― ¿Señorita Granger?

― Sí – respondió ella.

― Por aquí, por favor. El Sr. Malfoy me ha pedido que la escorte hasta el restaurante. A él se le hizo tarde y va a encontrarse con usted allí.

― Oh, bien. Gracias.

El hombre la llevó hasta un auto estacionado en la calle. Era gris, y aunque ella sabía muy poco o nada sobre autos, sí sabía que era uno caro. Era de Malfoy, después de todo.

El hombre, que se llamaba James, le abrió la puerta y ella subió en la parte trasera del auto. A Hermione le gustaba viajar en autos mágicos, rara la vez se detenían en los semáforos y siempre parecían llegar a su destino más rápido de lo normal.

Este viaje no fue diferente, y en menos de diez minutos habían llegado a su destino. James le abrió la puerta. Hermione le agradeció y Hermione hizo el ademán de darle una propina, pero él le dijo que no se preocupara porque él trabajaba para Draco.

Hermione se despidió de él y entró al restaurante, un lugar muggle, con cocina italiana. Tan pronto como entró al lugar se dio cuenta de que estaba mal vestida para el lugar y quiso matar a Draco.

― ¿Puedo ayudarla? – preguntó la recepcionista.

― Sí, voy a encontrarme con alguien.

― Nombre, por favor.

― Malfoy.

La actitud de la recepcionista cambió.

― Ah, Srta. Granger – dijo con una sonrisa. ― Estamos encantados de que haya decidido cenar con nosotros esta noche. Por favor, sígame.

Cuando llegaron a la mesa, Hermione vio que Draco ya estaba allí mirando el menú.

― Nuestra mejor mesa – dijo la chica orgullosamente. Draco levantó la mirada cuando escuchó que se aproximaban y casi vira su vaso de agua.

― Hola – dijo Hermione tímidamente.

― Hola – respondió Draco, con una sonrisa divertida en el rostro ― Merlín, luces increíble.

Hermione se sonrojó y trató de ignorar lo que él había dicho.

― Me mentiste. Esto es difícilmente un restaurante tres estrellas. Debería tener un vestido mucho más elaborado y estar deslumbrando a todos con mi joyería.

― Para nada. Te ves…perfecta.

Ella no se atrevió a mirarlo por miedo a derretirse ante su mirada. Nunca nadie la había piropeado de esa manera y ella no estaba segura de qué pensar o como actuar. Ella le lanzó una mirada de reojo y se dio cuenta de que él seguía mirando su menú, así que decidió que era seguro mirarlo directamente.

― ¿Has comido aquí antes? – preguntó ella – ¿Qué es bueno?

― Yo voy a ordenar pato. Y pedí una botella de vino.

Hermione asintió. El menú no tenía los precios, lo que indicaba que el lugar definitivamente era costoso. Y ella estaba en un insípido vestido violeta, sin mangas, que le llegaba a las rodillas.

La mesera llegó con el vino – el mejor que tenían – y les tomó la orden. Hermione eligió el pescado del día.

Cuando la mesera se fue, Draco dijo:

― Bien. ¿Cómo estuvo tu semana?

Hermione sabía que se refería a su semana con Pansy.

― Bien. Ella estuvo bien. Le conté sobre mi…eh, cita, y ella no pudo hablar de otra cosa después.

― Estoy seguro.

― Ella me ayudó a prepararme.

Draco la observó mas detenidamente.

― Ah, sí. Normalmente no te maquillas tanto.

Ella no pudo evitarlo, y desvió la mirada.

― No.

― Yo…no quise decirlo de mala manera. Te queda bien, pero honestamente creo que esconde tus ojos.

Ella lo volvió a mirar, aliviada.

― Yo también lo creo. Pero Pansy insistió en que me quedaba bien. Me lo voy a quitar.

― ¿Algo más que reportar? – preguntó él.

― No, no pasó nada más. Añadí otra tarea a su lista, pero ella no se dio cuenta. Ella lo está haciendo bien. Te escribí… ― y antes de terminar lo que iba a decir sacó un pergamino bastante pequeño de su cartera y se lo pasó.

― Más pequeño de lo habitual – comentó él.

― Como te dije, no hay mucho que decir – dijo ella encogiéndose de hombros.

Él asintió y guardó el pergamino en el bolsillo de su abrigo. Entonces, sacó un pergamino mucho más largo. Los ojos de Hermione se estrecharon.

― ¿Qué es eso?

― He abordado todos tus puntos y respondido todas tus preguntas – dijo él con una sonrisa.

Hermione le sonrió de vuelta, sorprendida.

― Merlín, eso debió tomarte mucho tiempo.

― Todas mis tardes libres de esta semana. Pero no te preocupes, no vamos a hablar de todo eso ahora.

― Que bueno – dijo Hermione soltando una carcajada.

― Solo me gustaría comentar unas cuantas cosas. Deja ver…prefiero el chocolate a los bombones.

― ¡Yo también! – exclamó Hermione.

― Lo sé ―, dijo él con una sonrisa cálida.

― Oh, claro. Ya te lo había dicho.

― Mi libro favorito es Crimen y Castigo. Me identifico con el personaje principal demasiado.

― Tú nunca quisiste ser uno de ellos – dijo Hermione con voz amable.

Él asintió, sin mirarla.

― Tienes razón en eso – Él la miró, y Hermione pensó haber visto algo en sus ojos, pero se fue antes de poder saber qué. – Mi color favorito es el verde.

― ¿No es el negro?

― No – dijo él soltando una carcajada. – Aunque me gusta. Me sorprendió tu color favorito.

― ¿Pensabas que iban a ser los colores de Gryffindor?

― Honestamente, sí. Aunque, ahora que te veo usando morado, puedo entender porqué es tu favorito.

Hermione se sonrojó – de nuevo. Sonrió y se mordió el labio.

Hermione blushed – again. She smiled and bit her lip.

Draco la observó sin decir nada y después volvió a su lista.

― Y, para concluir esta parte de nuestra velada, leo tus cartas afuera, en el jardín de mi madre. Hay un banco que ella siempre amó, y la luz es perfecta para leer. Las guardó y las leo en el atardecer, justo antes que el sol se esconda por completo. Siempre las acompaño con una taza de té.

Él estaba leyendo su pergamino, pero Hermione tenía la impresión de que él no habría sido capaz de hacerlo de otra manera. Se veía nerviosa – y era entendible. Ella llevaba semanas compartiendo pequeñas cosas sobre ella, pero él no. Y ahora estaba compartiéndolas en voz alta con ella al otro lado de la mesa.

Cuando él terminó, no la miró inmediatamente.

― Esto es para ti – dijo, extendiéndole el pergamino.

Hermione lo aceptó, sintiendo que aceptándolo, ella estaba accediendo a ver una parte de él que nadie más había visto. Ella le había hecho algunas preguntas personales, nunca esperando una respuesta de su parte.

Y había algo que la molestaba.

― Draco, no puedo llevar esto a casa.

― ¿Por Pansy? – preguntó él con expresión divertida.

― Sí.

― Bueno, gracias a Merlín presté atención en la clase de Encantamientos.

― ¿Qué quieres decir?

― El pergamino tiene un hechizo, solo tú puedes leerlo.

Hermione cerró los ojos, un poco avergonzada.

― Nunca pensaste en eso, ¿verdad?

― La verdad no.

― Supongo que aunque hechice las cartas no tengo permitido escribirte de vuelta, ¿correcto?

― No. Pansy reconocerá tu lechuza, e incluso si usas una que ella no conozca, se dará cuenta de que estoy recibiendo más cartas de lo normal y querrá saber de quien son. No le quiero mentir.

― Me imaginé que dirías algo así – dijo él con un suspiro.

La mesera llegó con la comida y rellenó sus copas de vino.

Cuando se fue, Draco dijo:

― ¿Cómo estás?

― Ya te dije, estamos bien.

― No te pregunté como estaban tú y Pansy. Quiero saber cómo estás tú.

Hermione lo miró fijamente.

― Ya sabes cómo estoy, Draco. Estoy bien. Siempre te cuento sobre mí y como estoy en mis cartas.

― Lo sé. Solo quería saber si había algo que te guardaras cuando escribes, y que sepas que no tienes por qué. Me puedes contar cualquier cosa.

― Gracias, pero de verdad te lo digo todo.

Él asintió.

― Entonces cuéntame, porque de verdad tengo mucha curiosidad... ¿trabajas?

― No, – ella hizo una mueca de disgusto cuando él dijo eso – al menos no como te imaginas. Me hago cargo del negocio familiar.

― Ah, entonces básicamente estás en reuniones todo el día e interactuando con gente importante.

― Básicamente. También estoy aprendiendo a jugar un deporte muggle.

Hermione lo miró con curiosidad, porque de la nada él se escuchaba muy emocionado.

― ¿Deporte muggle?

― Sí, – dijo él con ojos brillantes. ― Algunas de las compañías con las que hago negocio son muggle, y los ejecutivos aman ese deporte. Se llama "golf", estoy segura de que lo has escuchado antes.

― ¿Te gusta el golf? – pregunto ella incrédula.

― Sí, ¿por qué?

― Es lo más opuesto al Quidditch que puede existir. Lento, muy metódico. Simplemente estoy sorprendida. '

― Pero es extremadamente relajante. El campo es increíble, y la técnica que se necesita para golpear esa pequeña pelota…es increíble. Suena como algo sencillo, pero no lo es. También me gustan mucho los carros de golf.

― No me sorprende para nada– dijo ella con una sonrisa.

― ¿Sabías que fue inventado en Escocia? Me compré el equipo para jugar hace unos meses, así no tengo que rentarlo cada vez que vaya a jugar. Creo que estoy mejorando. Pero es raro jugar un juego donde necesitas sacar la menor puntuación posible.

― ¿Sabías que el golf fue creado solamente para caballeros, y que las mujeres tenían prohibido jugarlo?

― No. ¿En serio? – preguntó él mirándola incrédulo.

― Sí. Fue pensado única y exclusivamente para hombres.

― No me sorprende que sepas eso. Pero, no todo se trata de reuniones y golf.

― Oh, ¿Cómo haces para lidiar con todas tus responsabilidades?

― Tengo mucho tiempo libre. Lo utilizo para investigar.

― ¿Investigar? ¿Qué clase de investigaciones haces?

― Pociones – dijo él, y ella pudo ver como sus ojos se iluminaban de nuevo. – Esto puede sonar quizás un poco estúpido, pero quiero dejar mi marca en el mundo. Quiero ser recordado por algo más que mi apellido. Quiero hacer algo, inventar algo.

― Así que, ¿ayudar a salvar el mundo de las garras de Voldemort no fue suficiente para ti?

― No puedo utilizar esa carta toda mi vida. Además, tengo que remendar los errores de cientos de años de la familia Malfoy. Sería bueno inventar algo que ayude a las siguientes generaciones. Balancear las cosas, si sabes a lo que me refiero.

― Te entiendo – dijo ella con una sonrisa. – ¿Alguna idea hasta ahora?

Él la miró por un momento, como si quisiera asegurarse de que ella realmente quería saber. Entonces dijo:

― De hecho, sí. Estaba pensando…

Ooo

Las horas pasaron como si de minutos se trataran, y antes de que ninguno de los dos se diera cuenta, el restaurante estaba vacío. La mesera se acercó a la mesa a preguntarles si necesitaban algo más de la cocina porque el cocinero quería irse a casa. Draco le dijo que no, se disculpó y prometió dejarles a ambos una buena propina. Entonces él y Hermione salieron del lugar.

Una vez fuera, Hermione no estaba segura de qué hacer. Se habían quedado en medio de una buena conversación, pero le parecía raro extender la velada. Era algo que pasaría en una cita. Pero entonces, al mismo tiempo, ella no quería que la noche terminara. A ella…le gustaba él. Como persona y como hombre. Era perturbador, pero increíble a la vez.

Ambos estaban ahí parados, esperando que el otro hablara primero. Hermione abrió la boca para dar las buenas noches, cuando Draco comenzó a hablar.

― ¿Quieres dar una caminata?

― Sí – dijo ella ansiosa.

Se pusieron uno junto al otro y Hermione lideró el camino hacia su apartamento.

― Entonces, ¿realmente crees que Hogwarts deba ofrecer una clase donde enseñen como realizar las tareas básicas?

― Sí.

― Pero las posibilidades de que un mago o bruja tenga que lavar ropa al estilo muggle son muy pocas.

― Si se da el caso de que un mago o bruja pierda o se le rompa su varita, sería un mago o bruja inservible. La clase solo les enseñaría a sobrevivir en caso de que no tengan acceso a su varita.

― Pero ya ofrecen Estudios Muggle.

― Pero no es una clase obligatoria, y tampoco enseñan mucho a los estudiantes. La clase simplemente les explica a los estudiantes como los muggles se las arreglan sin magia. Honestamente, ¿por qué un mago necesitaría saber como funciona la televisión, o la electricidad? ¿No crees que sería mas últil que les enseñaran como cocinar sin magia, por ejemplo?

― Bueno, me convenciste – dijo él con una sonrisa.

Ella rodó los ojos.

― Hablo en serio. De verdad estoy de acuerdo contigo. Si yo no hubiese estado ahí para Pansy cuando sus padres murieron ella habría estado en esa situación. O sea, hubiese tenido su varita, pero ella nunca aprendió a como sobrevivir sola.

― Creo que te estás burlando de mí – dijo ella mirándolo escéptica.

― No, de verdad que no. Lo prometo. Esta no es la primera vez que escucho del tema, así que he tenido mucho tiempo para pensar sobre el tema.

― Bien, te creo. He sido un poco obstinada, ¿no es cierto?

Ella sonrió y sin pensarlo realmente, cruzó su brazo con el de Draco mientras continuaban caminando. Él la miró fijamente, pero ella estaba muy ocupada pensando en lo que acababa de hacer.

Hicieron todo el camino hasta el río y llegaron al Puente Blackfriars. Hermio agradecía haber transformado sus tacos y unos zapatos más cómodos una vez salieron del restaurante. Ella le dijo a Draco que tenía que cruzar el puente para llegar a casa y comenzaron su camino.

A mitad de camino, Draco se detuvo con el ceño fruncido.

― ¿Qué ocurre? – preguntó Hermione, deteniéndose unos pasos más adelante.

Él la miró seriamente.

― ¿Fue este el puente?

Ella sacudió la cabeza y se acercó al borde del puente para señalar uno mucho más pequeño.

― Fue justo aquel – le dijo mientras lo señalaba.

Draco se detuvo a su lado, sin importarle que sus hombros se estuvieran tocando.

― Oh – fue todo lo que dijo. Después de un minute de silencio continuó hablando. – ¿Sabes? Al principio pensaba en ella todo el tiempo. En lo que pude haber hecho diferente, en que pude haber sido un mejor amigo. Me pregunté muchas veces si realmente la ayudé en algo y también me cuestioné muchas veces si no debí esforzarme más y corresponder sus sentimientos.

Hermione volvió a unir sus brazos y lo acercó a ella. Ella pudo sentir las mariposas en su estómago mientras estaban ahí parados, más cerca que nunca. Y aunque ya habían compartido cercanía, esta se sentía diferente, más íntima. Ella le dio un semi-abrazo para consolarlo, abrazo que el aceptó.

― Entonces tus cartas comenzaron a llegar, y tú decías que ella iba a estar bien, y te creí. Comencé a confiar en ti. Y ahora…ahora eres lo único en lo que puedo pensar.

Ahora ella se sentía en fuego. Su corazón parecía haberse detenido por un minuto. Ella podía sentir como él quería que ella lo mirara, o que hiciera algo, o que dijera algo. Entonces ella lo miró de reojo y le sonrió.

― ¿A qué te refieres? – le dijo ella en un susurro.

― Mírame.

Ella finalmente lo miró de frente y se dio cuenta de lo cerca que estaban. Él también la estaba mirando. Ella se mordió los labios, sintiendo que se derretía ante su mirada.

Él sacó de la cara de ella un rizo rebelde. Entonces, tímidamente, acarició su mejilla. El contacto hizo que un millón de fuegos artificiales explotaran en su interior. Él acaricó su cara, hasta que finalmente su mano terminó descansando en su barbilla.

― Draco – fue lo único que la boca de ella pudo expresar.

Él la miró fihamente, deteniendo su rostro a centímetros del de ella.

― Draco – dijo ella, esta vez más fuerte.

― Hermione – dijo él mientras juntaba sus frentes.

― No puedo – dijo ella con toda la fuerza que pudo.

― ¿Es por Pansy? – preguntó él.

Ella asintió, y eso hizo que la cabeza de él también se moviera. Él suspiró y se alejó.

― ¿Por qué?

― No puedo hacerle eso. No puedo…verte mientras estoy tratando de ayudarla a ella a que te supere. Eso no está bien, tampoco es justo.

― Sabía que dirías eso. Y parte de mí esta feliz de que lo dijeras…no serías la chica que admiro si no lo hubieras hecho.

Ella le sonrió.

― ¿Habrá alguna vez una oportunidad para nosotros? ¿Tú lo deseas? – preguntó él.

― Las cosas tendrían que salir perfectas con Pansy para que haya una oportunidad para nosotros. Si yo fuera tú no esperaría por mí.

― Lo haré. Esperaré por ti. Lo vales.

Hermione se acercó a él nuevamente para seguir su camino. Pero esta vez mantuvo una sana distancia entre ellos.

― ¿Cuándo pasó esto? – preguntó ella. – ¿Cuándo decidiste que yo merecía cualquier tipo de atención de tu parte?

― Fueron tus cartas. Y todo lo que estás haciendo por ella. Pero tus cartas…tus cartas vienen de lo más profundo de ti, de tu alma, de lo que hace que tú seas tú. Es increíble. Tú eres increíble. Nunca conocí a nadie como tú, y cada vez que leo una carta quiero seguir conociéndote.

Hermione se quedó en silencio mientras digería todo lo que él había dicho. Ella nunca había considerado las consecuencias de sus cartas, pero al parecer habían creado una impresión en su lector. Era mucho en lo que pensar, pero ella lo único que pensaba era lo mucho que había disfrutado esa noche con él. Ella no quería que terminara, aunque su cabeza le decía que ya era tiempo.

― Draco…debería irme.

― Nunca respondiste mi pregunta.

― ¿Qué pregunta?

― Acerca de nosotros… ¿tendremos alguna oportunidad?

― Creo que sí, pero como dije, no me esperes – dijo ella con una sonrisa triste.

― No estoy sorprendido, ¿sabes? Por fortuna, todavía tengo la habilidad de tomar decisiones por mí mismo – dijo Draco con un suspiro, poniendo sus manos en los bolsillos. Su corbata se había perdido, y el primer botón de su camisa blanca estaba desabotonado.

― Nos vemos – dijo ella, comenzando a caminar por el puente.

― Oye – la llamó él, cuando ya estaba lo suficientemente lejos. Ella se detuvo y se giró para mirarlo. – ¿Quieres que llame al carro para que te lleve a casa?

― No, tonto. Puedo aparecerme en casa.

― Oh, claro. – dijo él con una sonrisa, dándose cuenta de la pregunta tonta que había hecho.

Hermione se apareció a dos cuadras de su apartamento. Quería ser capaz de caminar y aclarar su mente antes de tener que ver a Pansy. Se sentía un poco tonta, había tenido una noche fabulosa con un hombre aún más fabuloso, y lo único que podía era querer llorar porque sabía que no iba a poder volverse a dar.

Finalmente llegó a la puerta de su apartamento y tomó una profunda respiración antes de abrir. El apartamento estaba oscuro, lo que era extraño, pero después vio la luz del televisor encendida y se acercó a la sala. Encendió la luz, y para su completa sorpresa, Harry y Pansy estaban en el sofá, separándose rápidamente y luciendo muy culpables después de haberse estado besando.

Nota de Traductora:

¡Hola! ¿Cómo están? Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que hice esto que ya hasta se me olvido como se hacía. Pero, creo que era saludar, hablar del capítulo y hacer algunas preguntas. ¿No? Como sea, espero que todos y todas estén muy bien. Yo decidí volver aquí tratando de escapar de la realidad por un rato. Mi abuelita murió hace dos semanas, y necesitaba desesperadamente pensar en otra cosa. Pero bueno, no estamos aquí para hablar de mis desgracias y/o traumas.

¿Qué les ha parecido el capítulo? Es uno de mis favoritos, porque es donde se abre la puerta al Dramione y al Hansy. De ahora en adelante viene lo bueno, lo prometo. También prometo actualizar más seguido.

Les abrazo, y gracias por seguir aquí a pesar de lo lento que actualizo.

Nat 3