Graves había aprovechado su encuentro con Ezreal para dejar caer la bola de estambre junto con su carta de renuncia. Sabía que en cuanto el chico la tocará, la directora aparecería; ya lo había notado hace algún tiempo pero la directora Yuumi sentía simpatía por el chico, ya fuera por sus orígenes o por su descomunal poder, lo cierto era que mantenía una constante vigilancia sobre él.
Se sintió mal por haber usado un truco tan bajo para despistarla pero sabía que si le pedía ayuda para localizar el resurgimiento del culto de sangre y seguir una posible pista sobre el paradero de Tobías aparte de prohibírselo le informaría directamente a Sarah o a Vayne para que ellas se encargaran.
Estaba harto de no poder hacer nada al respecto. Se las arreglaría por su cuenta, ya no era aquel joven imprudente e inexperto de antes ahora era un militar más que capacitado para lidiar con una misión así por su cuenta.
Libro apareció en lo alto de un acantilado en medio de un paisaje rural. Abrió el portal para permitirle salir a Graves que salió del túnel de luz con paso inseguro. Durante la teletransportación se había mareado pero al fin tocaba tierra firme.
—Gracias— le dijo a libro que voló de un lado a otro como si intentará decirle algo pero como Graves no podía comprenderlo, supuso que estaba preocupado por él.
—Estaré bien, dale mis respetos a la directora y vuelve pronto a la academia—
Libro pareció protestar y le jaló de la solapa de su saco, como si le pidiera volver con él.
—Esto es importante para mí. Estaré bien, no soy cualquier mercenario— le aseguró y luego se aproximó a él para arrancar la hoja de su destino.
Libro se agitó violentamente claramente furioso.
—Si regreso vivo, te la devolveré. Ahora vuelve a la Academia, no debemos preocupar más a la directora— le indicó guiñándole un ojo y guardo la hoja dentro de su saco.
Libro resignado abrió otro portal para regresar como éste le indicó.
Graves comenzó a andar y descubrió un pequeño pueblo a los pies de la montaña. Ojalá el libro de los umbrales hubiera tenido la amabilidad de dejarlo abajo pero ya había hecho suficiente teletransportandolo hasta ahí, ahora todo dependía de él. Tendría que caminar un largo rato para llegar a su destino. Ahora lamentaba no haber descansado antes y pasar la noche en vela con Sarah, seguramente ya encontraría algún momento y lugar para descansar después.
Con cada paso que daba no podía apartar de su mente qué haría si resultaba ser que Tobías estaba vivo y el naipe era de él. Una parte de él anhelaba verlo vivo y la otra, temía que su amigo ya no fuera su amigo, que la diablesa lo hubiera transformado en algo que no estaba vivo ni muerto. Entonces, tendría que matarlo y se preguntó si realmente estaba preparado para volver a cargar con la muerte de Tobías.
Mientras tanto en la Academia, la directora lloraba desconsolada la usencia de Libro en el regazo de su alumna.
— ¿Qué le voy a decir a nuestra dueña? ¿Cómo le voy a explicar qué libro huyo sin decirme a dónde se fue? Esa era mi única misión y he perdido a mi mejor amigo— chilló la gatita mientras Lux sobaba su lomo intentando consolarla.
—Debe haber una buena razón, directora. El profesor Graves no lo haría sin un fuerte motivo— trató de tranquilizarla la chica.
— ¿Y si intentamos marcarle? Usted debe tener el número de celular del profesor Graves ¿No es así?— sugirió Ezreal sacando su celular.
— ¡Ezreal, eres un genio!— celebró la gatita y con su patita comenzó a teclear el número en la pantalla del celular.
"El teléfono que usted marco se encuentra fuera del área de servicio. Por favor, inténtelo más tarde. BIP~~~"
Todos los presentes en la habitación se quedaron callados y los ánimos volvieron a decaer.
—¡Todo es tu culpa!— chilló Yuumi al mismo tiempo que se lanzó con sus garras abiertas contra el rostro de Ezreal. — ¡Esa bola de estambre tuya me distrajo!
— ¡Directora deténgase! ¡Aaaaaah! ¡Lux ayuda!— gritó Ezreal cubriéndose el rostro mientras Lux trataba de quitarle a la pequeña directora del rostro.
La trifulca se detuvo cuando una ráfaga de aire recorrió la oficina y se abrió un portal de luz por el cual apareció libro.
— ¿Libro…?— preguntó Yuumi con lágrimas en sus ojos sin quitarle las garras del rostro a Ezreal que se encontraba abatido en el piso.
Los presentes vieron a libro flotar y posarse sobre el escritorio de la directora. Agitó sus hojas como si la llamará y ella de un brinco abandonó el rostro de Ezreal para posarse sobre sus hojas.
—Libro no vuelvas a irte así— chilló la gatita estrujando sus hojas entre sus patitas..
Libro se alejó para flotar a un lado de ella y movió sus hojas de un lado a otro.
Ezreal y Lux observaron la escena sin comprender nuevamente lo que sucedía. A pesar de que Lux era poseedora de una magia poderosa, el idioma que el libro y la directora usaban no era comprensible para ella.
—Ya veo…— dijo Yuumi después de un rato.
—Entonces Graves te convenció de llevarlo a una aldea cercana a Sugiru para buscar al clan de la luna de sangre y a su exnovio. Arrancó la hoja del destino para evitar que lo detengamos — soltó Yuumi en voz alta.
— ¡¿Ex novio?!— soltaron Ezreal y Lux confundidos al mismo tiempo. Ambos chicos no podían concebir que su estricto y malhumorado profesor hubiera tenido alguna vez pareja, parecía tan dedicado a su entrenamiento que conocer esa parte de su vida les sorprendió.
—Esto es problemático, debo informar a Sarah y a Shauna— suspiró la gatita poniendo una patita en su cabeza y luego se giró hacia sus alumnos.
—Supongo que no tengo más opción. Bien chicos, prepárense. Avísenle a Jayce y Katarina que nos vamos de viaje de campo a la aldea de Sugiru—
— ¿Tan de repente?— preguntó Ezreal levantándose del piso teniendo un mal presentimiento. En su rostro aun estaban impresos los arañazos que le había hecho la directora.
— Es la única forma de salvar al profesor Graves ¡Así que dense prisa!— les ordenó la gatita con su pelaje erizado y luego añadió con un tono más alegre— Y quizás si todo sale bien podamos comer el pescado típico de la región. — ronroneó ante la mirada crédula de sus alumnos.
Al abandonar la dirección Ezreal y Lux estaban bastante confundidos con los últimos eventos.
— ¿Crees realmente que el profesor Graves se encuentre en problemas?— preguntó Ezreal a Lux mientras escribía en su celular un mensaje a Katarina y a Jayce para informarles lo del repentino viaje de campo.
—No lo sé, pero fue lo demasiado cauteloso para llevar su arma. Además la directora mencionó la aldea de Sugiru, eso no me agrada— comentó pensativa la chica.
— ¿Qué hay con la aldea de Sugiru?— volvió a preguntar Ezreal.
—Ya deberías saberlo, lo vimos el mes anterior en clase. Ahí inicio el culto a la Luna de Sangre, sacrificaban inocentes para recolectar su sangre y liberar a su Dios, el Rey Aatrox pero gracias a tres estudiantes de la academia y al robo de su cáliz se pudo evitar el resurgimiento de este ¿Recuerdas sus nombres?—
—Sí, la actual comandante Fortune, el profesor Graves y… aaah nunca me acuerdo del último— dijo Ezreal golpeando su frente con sus dedos.
—Tobías Felix— reveló Lux.
— ¿Tobías?— preguntó Ezreal y luego se detuvo de golpe dándose cuenta de algo— ¡¿Quieres decir cómo el "Tobías" de la carta del profesor Graves?!—gritó sorprendido cuando Lux le cubrió la boca y lo empujo contra la pared.
—Sshhhh no seas ruidoso. Yo también pensé lo mismo— comentó la chica preocupada. —Tobías Felix al parecer tenía una relación con el profesor Graves. — agregó con voz baja.
— ¿Pero nomph she shupone que mffurio?— preguntó Ezreal debajo de la mano de Lux.
Lux asintió con la cabeza y apartó su mano de la boca de Ezreal.
—Creo que debemos llevar ciertos artículos que ayuden para enfrentar a los seguidores del culto y a un posible zombie. ¡Ven vamos al depósito!— dijo Lux tomándolo de la mano.
— ¡¿Dijiste zombie?!— gritó Ezreal mientras era llevado por la chica.
Lux no podía dejar de pensar en el culto de la Luna de sangre y en su profesor. Debían ayudarlo lo más pronto posible pero antes debían prepararse bien para la misión que les esperaba, también debía recoger el amuleto que estaba en su dormitorio, uno que le hubiera regalado tiempo atrás un joven para protegerse de los demonios.
El sol comenzó a ocultarse entre las montañas y el cúmulo de nubes grises anunció el inicio de una tormenta. Graves estaba exhausto pero por fin había llegado al pueblo, lo primero que observó al llegar fue un enorme torii* estilo Myöjin de color rojo que estaba erigido en la entrada. En cada extremo del puente tenía grabado con pintura de color negro el símbolo del culto de la luna de sangre. Graves al verlo chasqueó los dientes molesto y apretó con fuerza el estuche de Nueva Destino en su mano. Entonces pudo confirmar las sospechas de Sarah, el culto de la luna de sangre había resurgido y de nuevo aterrorizaba a los pueblos aledaños.
*El torii es una puerta de entrada erigida en el acceso a cada santuario y su función es marcar un espacio sagrado.
Se cubrió más con la capa roja que vestía y espero no llamar demasiado la atención. Descubrió mientras avanzaba en silencio por las calles vacías y adoquinadas que los locales estaban cerrados y los hogares abandonados. En sus puertas tenían grabados el símbolo de la luna de sangre, Graves se aproximó a una de las puertas pintadas y rascó con sus uñas lo que el supuso que era pintura roja, solo le bastó olerlo para saber que era sangre seca. Incluso los troncos de los arces rojos que adornaban las calles también estaban pintados con el símbolo. Aquello no le dio buena espina y lo hizo ponerse alerta, debajo de su capa liberó los seguros del estuche de Nueva Destino por si necesitaba atacar rápidamente. Continuó andando cuando escuchó unos cánticos a los lejos, se metió entre las callejuelas para encontrar la fuente del sonido y se ocultó detrás de una casa para observar lo que ocurría en la plaza central. La mayoría de los habitantes se encontraban ahí hincados ante una figura encapuchada que parecía dirigir una misa.
—Hermanas y hermanos, la luna de sangre se acerca y con ello debemos recolectar la ofrenda para liberar a nuestro Dios caído. Solo él podrá salvarnos de esta mortalidad que nos aqueja pero antes necesita de nuestra ayuda para ascender. Pinten en sus hogares el símbolo de la luna de sangre y hagan su ofrenda en sus puertas, solo así él podrá reconocerlos como verdaderos creyentes— exclamo el hombre con una voz reverberante. Estaba ataviado con un traje de color rojo y morado, su cabeza estaba cubierta con una capucha y su rostro oculto tras una máscara con el símbolo de la luna de sangre en la frente. Graves dedujo que debía tratarse de algún tipo de sacerdote, iba aproximarse un poco más para verlo de cerca cuando escuchó unas pisadas detrás de él. Sin mediar sacó a Nueva Destino y apuntó a la cabeza del desconocido.
— No dispare— suplicó un hombre vestido con un traje típico de la región quien nervioso alzó las manos al ver el cañón de la escopeta tan cerca de su rostro.
— ¿Quién es usted?— preguntó Graves sin dejar de apuntarle
— Lo vi cuando entro al pueblo y lo seguí, luego observe eso— dijo señalando el broche con el que tenía ceñida su capa.
— ¿Usted es de la Academia de Durandal?— preguntó con voz titubeante el hombre con un acento típico de la región reconociendo el escudo grabado en el broche.
Graves asintió con seriedad, se acomodo los lentes y bajo su arma lentamente.
— ¡Debe ayudarnos! ese hombre… el pueblo…—suplicó el hombre con desesperación.
Graves alzó su mano para indicarle que guardara silencio y luego le habló en voz baja.
— ¿Hay algún lugar donde podamos hablar?— le preguntó Graves. — En privado. — señaló.
—Sí, sígame— le indicó el hombre.
Graves lo siguió no sin antes echar una última mirada a la plaza central. Había algo en la voz de ese sacerdote que se le hacía familiar pero no pudo identificar de dónde.
El hombre lo guío por una larga calle elevada hasta llegar a una pequeña y tradicional posada ubicado al fondo de un callejón cerrado. La construcción parecía vieja pero imponente, sus paredes era de madera y tenía tejas de color negro; unas luces doradas y redondas alumbraban la entrada.
Graves siguió al hombre por un sendero de piedra adornado con pequeños arbustos a los lados. Al llegar a la entrada notó que el símbolo de la luna de sangre no estaba pintado en la puerta y que su interlocutor se encontraba bastante nervioso buscando sus llaves en sus bolsillos.
Cuando por fin abrió la puerta y ambos hubieran entrado, el hombre asomó la cabeza para revisar si alguien los había visto y cuando estuvo seguro, volvió a cerrar y puso una traba de madera.
—Lo lamento pero por su seguridad, es mejor que no sepan que anda en el pueblo. Últimamente algunos visitantes han desaparecido y luego esa sangre pintada en las puertas… Hace unos días, mi hijo… Mi único hijo desapareció… — el hombre se dejo caer cansado en el piso con lágrimas en sus ojos.
—Tranquilo, cuénteme qué es lo que sucede— le pidió Graves y le ayudo a levantarse.
El hombre se recompuso y guío a Graves hasta una habitación con puerta corrediza. Éste la abrió para él y le indicó que se acomodara en lo que traía un poco de té y comida. Graves exploró la habitación con la vista, era pequeña pero acogedora, en medio de la habitación había una pequeña mesa rectangular de madera con cuatro cojines dispuestos y un poco más al fondo, un futón cama, también tenía un amplio ventanal que daba acceso a un balcón.
Cansado se descargó la mochila y se soltó la capa. Se acercó al ventanal para observar como el cielo que se había mantenido gris desde su llegada por fin liberaba la lluvia que contenía. Graves sacó del bolsillo de su saco el naipe azul que le había dado Sarah, parecía brillar con más intensidad o quizás era solo su percepción.
—Voy a encontrarte, solo espera un poco más…— dijo para sí mismo con tono pensativo.
Un relámpago atravesó el cielo y la habitación quedo sin luz. Graves continuó con la vista fija en el naipe sin percatarse que detrás de él una figura humanoide se materializo en la oscuridad de la habitación. Antes de que pudiera reaccionar algo se clavó en su espalda y quedo paralizado, no sintió dolor pero fue incapaz de mover cualquier parte de su cuerpo.
—Esto sin duda ha sido el destino— le habló una voz detrás de él y escuchó a su agresor aproximarse hacia a él.
Graves quería preguntarle quien era pero incluso mover los labios le resultó imposible.
—De todas las personas que espere ver, tú eras la última que esperaba cruzarme aquí…—le susurró al oído recargando su mentón en su hombro y pasando sus brazos por debajo de sus axilas para abrazarlo. Se trataba del mismo hombre que había visto en la plaza: el enmascarado con capucha.
—Debe ser confuso para ti— dijo al ver como Graves intentaba enfocar su mirada en él y observo el naipe azul que sostenía en sus manos.
El encapuchado se lo arrebató y lo deslizó juguetonamente entre sus dedos. El naipe parecía bailar entre sus falanges como si tuviera vida propia. Graves se alteró cuando reconoció aquel truco de prestidigitación; solo conocía a una persona capaz de realizar con tal presteza y maestría.
— Veo que tienes algo mío, que travieso eres. Pensaba pronto hacerte una visita a la Academia de Durandal pero veo que no pudiste esperar por mí. Por ello déjame conmemorar nuestro reencuentro—dijo el hombre despegándose de él y Graves escuchó cómo se retiró la máscara del rostro.
Graves intentó ver sus facciones en el reflejo del cristal del ventanal pero lo único que pudo ver fue la extraña luz rojiza que desprendían sus ojos. El hombre le bajó su saco y su camisa con fuerza, casi al punto de romperlas dejando sus hombros y parte de sus pectorales al descubierto, entonces poso sus labios en su piel desnuda y lo mordió con fuerza en la hendidura de su cuello y hombro. Graves ahogó un grito y sintió su sangre desbordarse por la herida mientras el demonio que suponía era Tobías bebía de su sangre.
No supo cuanto tiempo pasó cuando sus piernas fueron incapaces de sostenerlo, iba a caer pero su captor lo atrapó.
—No aun no puedes caer Malcolm, no me hagas fácil matarte. — dijo colocándolo en el piso con cuidado.
Esta vez Graves pudo ver mejor su rostro, y confirmó lo que temía. Era Tobías, un poco mayor al igual que él pero definitivamente era él. Reconoció las facciones marcadas de su rostro, su perfilada nariz y la forma de sus ojos y labios. Sus ojos emanaban esa maligna luz rojiza y ahora tenía una barba de banda cubriendo su mentón, era tan oscura como su largo y lacio cabello.
Quería hablarle, preguntarle tantas cosas pero se sentía muy débil, así que reunió todas sus fuerzas para estirar su mano hacia él y sujetar sus ropas pero Tobías lo apartó con rudeza.
—No comas ansias, nos volveremos a ver aunque no garantizó que la próxima vez te deje vivo. Aún quiero que sufras y pagues por lo que me hiciste— dijo Tobías con resentimiento.
Luego de recostarlo, estiró su mano hacia su máscara y esta floto hacia él. La tomó y volvió a colocársela sobre su rostro.
—To…bías…— logró pronunciar Graves con mucho esfuerzo desde el piso.
—Tu joven amante murió Malcolm, lo abandonaste en el mundo del espejo ¿Lo recuerdas? Yo soy Twisted Fate, el sacerdote de la luna de sangre y soy quien habita este cuerpo— rio el hombre y usando un mazo de sus naipes invocó un pequeño Torii por el que desapareció.
Graves quería gritarle que no se fuera pero estaba demasiado débil para hacerlo. Nuevamente volvía a perder a Tobías ¿Por qué nunca era capaz de hacer algo por él?
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Un naipe había sido tocado por el hombre que lo había abandonado, podía sentirlo a través de la magia rojiza que envolvía la punta de sus dedos. Los naipes que cargaba con su magia podía sentirlos sin importar la distancia, era como si se mantuvieran conectados a él y después de un tiempo la magia se disipaba. Esto resultaba bastante útil para reconocer el terreno y sus enemigos. Su poder había aumentado desde que su mente se había mezclado con la de Twisted fate, aunque era un demonio no podía negar que los poderes que le había otorgado eran fascinantes.
La figura de Graves se dibujo en su mente y pudo sentir las emociones que le provoco tocar ese trozo de papel: dolor y arrepentimiento; se deleito con la mezcla de sentimientos. Quería verlo sufrir y gritar de dolor. Verlo suplicar por su vida mientras él se la arrebataba. No podía esperar para volver a verlo, se vengaría de él y finalmente bebería de su sangre. Cuando él y Evelynn recuperarán el caliz de sangre, Macolm sería el sacrificio para completar su transformación a un demonio de la Luna de sangre.
Anhelaba la llegada de ese momento, se convertiría en un demonio por completo y olvidaría el amor, el dolor o cualquier otro sentimiento que le hubiera profesado a Malcolm Graves en otro tiempo.
