Capitulo 24

Al entrar a la habitación de la princesa, a la mañana siguiente, Rapha se percató de que ésta no lo había recibido con la alegría de siempre, de hecho, aunque no lo quisiese admitir en voz alta, esperaba ser recibido con un abrazo, pero en vez de eso, Kameko se encontraba sentada en su escritorio con un montón de hojas de papel a su alrededor.

Rapha se acercó un poco para ver que estaba haciendo, dudaba que fueran sus deberes de siempre, pues nunca la había visto tan enfocada en realizarlos. No, esto debía ser diferente, quizá era algo sumamente importante, algo de nivel nacional, que requiriese de su atención como princesa de Japón.

-¡Ryu! - dijo alegremente la princesa al verlo, pero sin soltar la pluma con la que estaba escribiendo. -No te oí entrar.

-Estabas ocupada y no quise molestar – dijo Rapha llevándose una mano al cuello. - Um...¿Qué estas haciendo?

-Esto – Kameko tomó la hoja de papel en la que estaba escribiendo y la extendió para que su guardaespaldas la viera. Éste último advirtió que estaba llena de kanjis escritos velozmente, borrones y tachones. - Es el inicio de la fase dos del plan Midori y Saki unidos otra vez.

-¿Una hoja borrosa? - Rapha enarcó una ceja sin entender lo que pretendía la chica. -¿De qué servirá eso para unirlos?

-No juzgues a partir de las apariencias. Esto es el borrador de una carta.

-¿Una carta?

-Si, una carta de AMOR. Esto será lo que los volverá a unir.

Rapha vio como Kameko mostraba orgullo, determinación y emoción ante su plan. Si era sincero consigo mismo, le gustaba ver esas cualidades en la princesa. La hacían ver diferente a otras chicas que conocía, eso si solo se limitaba a compararla con Karai y con Abril, la primera una chica cruel y sin sentimientos, y la otra, una súper sensible. Para él, Kameko destacaba entre ellas, y si tuviera que escoger la compañía de una de las tres, definitivamente y sin dudarlo, optaría por la princesa de Japón.

Pero volviendo al presente, la ex-tortuga no veía ese plan con buenos ojos, entendía que Kameko quería ayudar, no obstante, con la aventura de las flores, creía que era suficiente para darles un empujoncito a Saki y a Midori, y que ellos debían arreglárselas solas.

-Kameko – dijo Rapha llamando la atención de la chica. -Creo que será mejor ya no meterse en su relación.

-¿Qué? ¿Por qué dices eso? - le cuestionó ella. - Estamos cerca de que se reconcilien.

-Yo…

Rapha se detuvo en seco, Kameko había puesto una carita de suplica, al más estilo chica anime. Trató de ignorarlo, pero le era sumamente difícil, si siempre cedía cuando Mikey le hacía lo mismo, ¿cómo no hacerlo con la princesa?

-Esta bien – cedió la ex-tortuga sin poder creer los poderes manipuladores de la chica -¿Qué hay que hacer?

-Interceptarás las cartas que le lleguen a tú padre– dijo Kameko.

-¿Qué?

-Tomarás el lugar de él.

-¿Qué?

-Te harás pasar por él y contestarás las cartas que te envíe Midori.

-¿Qué?

-¿En serio es tan difícil de comprender el plan? - Kameko frunció el ceño y cruzó los brazos.

-No es eso – dijo Rapha encogiéndose de hombros, no sabía como pero el ver el ceño fruncido de la princesa le provocó un ligero escalofríos, como si su instinto de ninja le advirtiera de un peligro cercano. - Es que…

-¡Bien! Ahora solo nos queda enviar esta carta y la fase dos de reconciliación empezará.

Kameko le entregó a Rapha un pequeño sobre cerrado de color azul claro, en la parte posterior venía escrito como destinatario Midori y como remitente Saki. La ex-tortuga dejó escapar un suspiro de resignación y salió del cuarto de Kameko para depositarla discretamente en el correo de salida del palacio.

-¿Ahora qué? - cuestionó Rapha una vez regresado a la habitación de la princesa.

-A esperar – dijo Kameko con una sonrisa. -Esto requerirá mucha paciencia.


Solo pasaron un par de días, cuando Rapha se percató que uno de los viejos sirvientes de la Mansión Oroku llevaba consigo un fajo de cartas. Sin pensárselo dos veces, Rapha se acercó al sirviente y le preguntó si había llegado la correspondencia de ese día. El sirviente, le miró con el ceño fruncido, era más que obvio que el "joven Oroku" en todo el tiempo que había estado en la Mansión, jamás mostró interés en el correo, e incluso había llegado a mencionar varias veces a Saki que eso del correo en papel era cosa del pasado y que era mejor actualizarse a lo digital. Pero al final, el sirviente contestó a su pregunta.

-Solo cartas para el señor Oroku

-¡Qué bien! - dijo Rapha con fingida alegría. -Si quieres yo puedo llevárselas, voy camino al dojo a verlo.

El sirviente enarcó una ceja, a su edad, ya podía preveer de las verdaderas intenciones de los jóvenes, o eso solía presumir a sus congéneres. No obstante, ese día, tenía muchos deberes pendientes, por lo que aceptó entregarle el manojo de cartas a Rapha.

Una vez tenido las cartas en su mano, Rapha caminó en dirección al dojo, y cerciorándose de que no hubiera nadie observándolo, revisó una por una los sobres en su manos. La mayoría estaban marcados con el símbolo del Clan del Pie, otros, eran facturas del mes, otros tenían un nombre completamente desconocido, y por último, para su curiosidad, había un sobre pequeño de color rosa claro. Lo examinó con detenimiento y vio que era por parte de Midori.

No lo podía creer, el plan de Kameko había funcionado, al parecer no era una mala idea después de todo.

Sin vacilar, Rapha rompió el lateral del sobre, sacó su contenido y lo leyó….


-¡Eso no me lo esperaba! - dijo Kameko entre risas sujetando la carta de la doctora con una mano. -Midori si que tiene una lengua versada a la hora de responder.

-¿Qué te causa gracia? - le cuestionó Rapha seriamente. -No es la respuesta que estábamos esperando.

-No, pero… - hizo una pausa para secarse las lágrimas de los ojos. -Es algo, además, jamás se me habría ocurrido insultar así a una persona, lo anotaré para cuando vea a Mako.

-Por favor no menciones a ese idiota – Rapha frunció el ceño molesto, juraría que sentía su sangre comenzar a hervir con tan solo escuchar de ese sujeto.

-¿Qué? ¿Acaso estás celoso? - le cuestionó Kameko con provocación en su voz.

-Cambiemos de tema – insistió Rapha cruzándose de brazos. - ¿Qué vamos a hacer ahora? Midori no va ceder y la carta que tienes en tus manos es la prueba de eso.

-Tienes un punto válido– Kameko se llevó una mano a la barbilla y releyó la carta en voz alta. -"Saki, no sé a dónde quieres llegar con esto, pero te repito, que no puedo perdonar lo que hiciste en el restaurante, y ningún poema me hará cambiar de opinión. Así que mejor vete a la…

-Creo que fue suficiente – la interrumpió antes de que pronunciara la sarta de insultos que venía a continuación. - ¿Ves? El plan no funcionó, será mejor dejarlos antes de hacer algo de lo cual nos podemos arrepentir.

Kameko se levantó del cojín en el cual estaba sentada, se dirigió a su escritorio, cogió una pluma y un block de notas y regresó a dónde estaba en un principio.

-Te dije que esto solo es el comienzo. - dijo ella alzando la pluma y dispuesta a escribir otra carta.


Durante las siguientes semanas, Rapha se dedicó a a interceptar las cartas que Midori enviaba a Saki. Ya había perdido la cuenta del número de cartas que habían mandando y recibido él y Kameko. Y cada vez, le era complicado encontrar una excusa para hacerse con el correo que llegaba a la Mansión Oroku, pues el viejo sirviente encargado, comenzaba a sospechar que algo se traía entre manos y podía jurar que lo había escuchado hablar con otro sirviente acerca de que él se había suscrito a una revista de dudosa moral.

Sin darle importancia a los rumores, Rapha llevaba sin faltas las cartas al Palacio, y las leía junto con la princesa. Al inicio, la mayoría de las cartas de la doctora, seguían mostrando varios insultos hacía el líder del Clan del Pie pero con el paso de los días, los insultos fueron menguando. Kameko, después de ver que su guardaespaldas no era una pluma versada en creación de romances, se había encargando de escribir respuestas a nombre de Saki. Rapha no estaba seguro de que ponía Kameko en las cartas que le enviaban a la doctora, pero sea lo que sea, estaba haciendo que Midori comenzara a reconsiderar su relación.

Al parecer el plan estaba marchando bien y sin problemas, pero todo cambió una noche que Rapha volvió del Palacio y se encontró con el auto de Midori en la entrada de la Mansión Oroku.

Rápidamente entró a la casa, ignoró al empleado que lo recibió y se dirigió a la sala de estar, esperaba encontrar a Saki y a Midori ahí y no en otro lugar. Por suerte, ambos adultos se encontraban conversando tranquilamente en la sala, y sin desear interrumpirlos, optó por observarlos a escondidas desde el umbral de la puerta corrediza.

-Pensé que no quería volverme a ver. -dijo Saki al mismo tiempo que le entregaba una taza de café a la doctora.

-Esas eran mis intenciones – respondió Midori aceptando la taza. -Pero después de todos estos días, decidí poner fin a ese jueguito tuyo y hablar cara a cara.

-Te escucho.

-Saki, he de admitir que las flores fueron un lindo detalle -empezó a decir Midori.

-Sabía que te gustarían – dijo el hombre con media sonrisa.

-¡Y por Kami! Odio que me mandes chocolates, sabes perfectamente que son mi criptonita.

-Pero te gustaron, ¿no es así?

-Obviamente que si. - hizo una pausa para tomar aire – Pero, ¿realmente crees que con flores, chocolates y con cartas voy a perdonarte tan fácilmente?

-Midori, quiero que veas que reconozco que actué como un idiota y que….¡Espera un segundo! ¿Cartas?

-Si, las que has estado enviándome estos últimos día, aquellas con poemas hermosos y palabras de aliento.

La cara tranquila de Saki se tornó a una seria, Rapha la conocía perfectamente, era la cara que hacía cuando se ponía a analizar algo, para acto seguido ir a ejecutar a una pobre alma. Sin embargo, en ese momento la realidad le cayó de golpe a la ex-tortuga, él y Kameko se habían enfocado en el envío de las cartas, que nunca se plantearon lo que harían en el caso de que Saki no las reconociera.

Tenía un mal presentimiento de lo que vendría a continuación.

Midori sacó de su bolsa un manojo de sobres de color azul claro y se las entregó al líder del Clan del Pie. Éste las cogió y las revisó una a una, con cada carta que leía, su ceño se hacia cada vez más pronunciado.

-Yo...no he escrito esto – dijo Saki desconociendo los papeles en sus manos.

-¿Pero cómo? - le cuestionó la doctora enarcando una ceja. -Pero si vienen firmados con tú nombre.

-Es lo que veo, pero no son de mi autoría. La única carta que te he escrito, estaba planeada para serte enviada mañana por la mañana.

-Saki, por favor, dejate de tus bromas.

-Midori, hablo en serio, yo no escribí esto.

La conversación tranquila se estaba poniendo tensa, Rapha desde su lugar no sabía que hacer, quizá podría entrar como si nada y saludar a Midori como sino la hubiera visto en mucho tiempo, lo que no era mentira, y desviar su atención a una invitación a cenar. Si, eso sonaba bien.

Salió de su escondite y como si nada entró a la sala saludando a ambos adultos, pero estos parecieron no notar su presencia, pues siguieron hablando.

-¿Entonces si no escribiste esto quién fue? - le cuestionó Midori a Saki, su tono de voz estaba alcanzando niveles peligrosos.

-No lo sé – le respondió Saki en un tono severo.

-¿Tienen hambre? - dijo Rapha tratando de llamar su atención. -Porque yo si, escuché que Kikyo preparó un delicioso estofado. ¿Por qué no vamos a probarlo los tres?

-¿Entonces todas esas palabras eran mentira?- dijo Midori sin hacerle caso a Rapha.

-Ni siquiera sé que hay en esas cartas. - respondió Saki.

-Debí suponerlo, ¡Qué tonta fui! Tú no eres de los que escriben poemas, tú eres de los que asesinan sin razón aparente.

-¡Oh Midori! Para tú información, todos mis asesinatos han sido con razón y causa justa.

Rapha abrió la boca para decir algo, tenía que actuar, o sino todo se iría por el caño.

-Creí que Rapha te había ayudado a escribirlas – dijo la doctora de repente. -Supuse que después de las flores que me trajo de tu parte, se había ofrecido a ayudarte.

-¿Flores que llevó de mi parte? - exclamó Saki confundido - ¿Pero que estas diciendo? Yo sí te envié flores, pero lo hice por el servicio de mensajería, en ningún momento le pedí a Rapha que te…

En ese instante la mirada fulminante de Destructor se posó sobre la ex-tortuga, y éste último deseó todavía tener su caparazón para esconderse.

-Explicate – le ordenó Saki con voz fría.

-Yo...bueno...verás – Rapha por reflejo juntó sus manos y golpeteó los dedos indices, al mismo tiempo que desviaba su mirada, a otro lugar que no fueran los ojos furiosos de Destructor. No sabía como, pero el tener a Destructor mirándolo de esa forma, le provocaba más terror que cuando lo vio en Nueva York por primera vez. ¿Qué tan lejos llegaría esta vez al recibir un ataque por parte del mayor? Considerando que en esta ocasión no había un cartel publicitario que lo detuviera y lo electrocutara.

-¡Ryuu! Vine lo más rápido que pude, tenemos problemas, Midori va a ir a tu casa está no...che.

Midori, Saki y Rapha voltearon hacía la persona que había decidido interrumpir "su interrogatorio" y se sorprendieron al ver a la princesa de Japón con la respiración un poco agitada y con una cara de que sabía perfectamente que estaba en un problema. Pero eso no era todo, en su mano derecha llevaba un sobre color rosa claro, que la doctora reconoció de inmediato.

-Pero si esa es mi carta – dijo la doctora señalando el sobre que traía Kameko. La princesa rápidamente ocultó el objeto detrás de ella y esbozó una sonrisa nerviosa, aunque no fue de mucha ayuda, pues tanto Saki como Midori miraban a ambos jóvenes con enojo.


-¡¿Cómo es que se les ocurrió semejante tontería?!-les cuestionó Saki bastante molesto. - ¡Realmente no puedo creerlo!

Rapha y Kameko se encontraban sentados sobre un sillón, siendo regañados por el líder del Clan del Pie, en ese punto ni siquiera el título de princesa de Japón valía en ese momento, pues la reprimenda iba en proporciones iguales para ambos. No iban negar que no se les había ocurrido salir corriendo, pero antes de intentar algo, Saki había ordenado a su personal que bloquearan la entradas a la Mansión, además, aunque lograrán escapar, la fuerte lluvia no les permitiría llegar tan lejos, quizá la ex-tortuga si, pero no pensaba lo mismo de la princesa.

-¡No debieron meterse en asuntos ajenos! - continuó Saki con el regaño. - No esta bien. ¿Qué querían conseguir con esta broma?

-No...no era una broma – se aventuró a responder Rapha. -Nosotros solo queríamos…

-¡¿Querían qué?!

-Queríamos ayudarlos a volver a reconciliarse – terminó la oración Kameko. -Nuestras intenciones eran buenas. - la princesa hizo una pausa para tomar aire y continuó. -Si alguien debe cargar con la culpa he de ser yo. Todo fue mi idea, las flores, la visita, las cartas...

-Eso pude notarlo desde un inicio, Rapha no tiene la inteligencia para tal empresa.

-¡OYE! -por un segundo Rapha olvidó su terror hacía Saki y le reclamó por tal ofensa. Tal vez, no fue la mente creativa de todo el embrollo, pero había sido el ejecutor, y eso era algo que muchos no podían hacer.

-Saki, cariño – intervino Midori después de observarlos un rato. -Deja que yo me encargue de esto.

-¿Qué vas hacer psicoanalizarlos? - le cuestionó Saki con mofa en su voz.

-Si tan solo me lo permitieras.

Saki se cruzó de brazos y se hizo a un lado, permitiendo que la doctora se acercara a los jóvenes. Midori los observó por unos cuantos segundos, segundos que se les habían hecho largos, luego tomó aire y dijo voz calmada:

-Entiendo que sus intensiones eran buenas y que no deseaban hacer mal, pero...¡LO QUE HICIERON FUE COMPLETAMENTE HORRIBLE!

Rapha y Kameko se encogieron en sus lugares, después de la reprimenda de Saki, esperaban un poco de comprensión de Midori, pero al parecer ella estaba más furiosa.

-¡No pueden meterse en la vida de los otros así como así! - continuó Midori. -Tienen que entender que la gente tiene sus propios asuntos, y que no les gustan que otros se metan en ellos.

-Mira quién lo dice – contestó Rapha cruzándose de brazos. Saki a lo lejos, a pesar de que seguía furioso con los muchachos, supo que la ex-tortuga no debió de decir eso.

-¿Disculpa? - exclamó la doctora ofendida. -Yo no me meto en los asuntos ajenos.

-¡Claro que si lo haces! Cuando vivías aquí, siempre me molestabas con que yo… - Rapha cortó la oración a tiempo, miró a la princesa y maldijo a los dioses que estuviera allí presente, tenía que tener cuidado con sus palabras. - Tú sabes bien con que me molestabas.

Midori no tuvo que ser adivina para saber a qué se refería, y aprovechándose de eso, decidió contraatacar al menor. Una lección tenía que darse, aunque hubiese sacrificios, solía decir su madre.

-¿Por qué no te pones en mi lugar...Ryu? – dijo Midori cruzándose de brazos demostrando una postura retadora. - ¿Te hubiese gustado que yo escribiera cartas a tú nombre para ya sabes quién?

Rapha apretó los labios y frunció el ceño claramente molesto. No le gustaba el rumbo por el cual estaba yendo esa conversación. Podía ver como Midori había tomado ventaja sobre ello, sin importarle que la princesa de Japón estuviese a su lado, más callada que un topo.

-No – contestó a regañadientes la ex-tortuga.

-¿Te habría gustado que yo interfiriera en tú relación?

-Doctora Green por favor – volvió a tomar la palabra Kameko, ya no podía soportar ver como su guardaespaldas cargaba con toda la responsabilidad del acto. - Yo tuve la idea, yo escribí las cartas a pesar de las repetidas veces que Ryu me insistía que los dejáramos actuar con el tiempo. Es que yo… - la princesa miró a Rapha con tristeza. - Es que yo no quería verlo preocupado por su padre. Quería ayudarlo a que todo volviera a la normalidad.

Saki y Midori intercambiaron miradas.

-Ha sido una noche larga, y será mejor que terminemos con esta discusión. - dijo Saki ya en un tono más calmado, pero que todavía demostraba inconformidad. - Ra...Ryu, lleva a la princesa a tú habitación y quiero que los dos piensen acerca de lo que han hecho. Mientras tanto, llamaré al Palacio, porque he de suponer que te escapaste, ¿no es así Kameko?

Kameko solo se encogió más de hombros. No había sido difícil salir de su habitación, evitar las cámaras de seguridad, trepar un árbol del jardín, cruzar la muralla y tomar un taxi hasta la casa de su guardaespaldas. Había actuado impulsivamente, y ahora, eso le costará la pena de muerte cuando su abuela se enteré. ¡Qué los dioses la protejan!


Definitivamente se había imaginado la habitación de Ryu de otra forma. Apenas Kameko hubo entrado detrás de su guardaespaldas, pudo advertir que está se encontraba impecable, no había ropa, libros, o comida esparcida por el lugar, esto hizo que se replanteará seriamente lo de acomodar su cuarto en el Palacio, y no pudo evitar sentir vergüenza al pensar en todas las ocasiones que su guardaespaldas tuvo que soportar su desorden.

Pero eso lo vería después, ahora debía enfocarse en cómo salir del embrollo en el que había arrastrado a su guardaespaldas. ¿Por qué no lo escuchó desde un principio? ¿Por qué no se detuvo cuando Ryu le dijo que era suficiente? ¿Por qué insistió en seguir con esa empresa?

¡¿Por qué?!

Kameko miró a su guardaespaldas, este no le había dirigido la palabra, pues desde que dejaron la sala, éste se la pasó maldiciendo en distintas formas, la mayoría en inglés. Entendía perfectamente su molestia, por culpa de ella, estaba metido en un buen lío, del cual sabía que iba a pagar caro.

-Lo siento – dijo la princesa captando su atención y frenando su tren de maldiciones. - Todo esto es mi culpa sino hubi…

-¡Por supuesto que todo esto es tú culpa! - fue la respuesta de Rapha. Su cara, su voz, todo en él emanaba enojo puro. -¡Te dije que los dejáramos tranquilos! Pero insististe en seguir y mira como terminó todo esto.

-Lo sé y me siento muy mal, solo quería ayu…

-¡Mientes! - la interrumpió. -¡No creo que esas fueran tus intenciones desde el principio!

-Pero si lo eran – se defendió la princesa sintiéndose molesta al ser llamada mentirosa. - No hubo otra razón para mi actuar.

-Pues yo veo otro motivo.

-¿Y podría saber cual es?

-No tenías nada que hacer, y viste mi problema como un medio para entretenerte.

-¡Eso no es cierto!

-¡Claro que lo es! Te he cuidado bastante tiempo para darme cuenta de que eres una chica que no tiene vida propia, te aprovechas de los demás para divertirte, sin importarte las consecuencias, por eso no tienes amigos.

Al escuchar esas palabras, Kameko abrió los ojos con sorpresa, y sintió un terrible dolor en el pecho. Aquellas palabras le habían herido, quiso responderle que lo que decía eran patrañas, pero en lo más profundo de su ser, una vocecita le decía que no estaba del todo mal.

Por otro lado, Rapha al darse cuenta de la reacción que había provocado en la princesa, deseó por todos los maestros del ninjitsu no haber pronunciado tales palabras. No lo había dicho en serio, solo que no pudo evitarlo.

Y antes de que la ex-tortuga pudiese decir algo para enmendarse, para su mala suerte entró un sirviente a la habitación, informando de que un auto del Palacio había llegado para recoger a la princesa. Kameko agradeció al empleado y sin decir nada, hizo una reverencia de despedida a su guardaespaldas y se fue.

Rapha quiso seguirla, pero no se movió de su lugar, y solo le quedó maldecir a los cuatro vientos su maldita suerte.