Red Velvet
Capítulo 67: Respiro
…
La presión, seguía en su cabeza.
Bajaron por uno de los ascensores, y caminaron por el estacionamiento, y honestamente, ni siquiera estaba mirando donde iba, lo que hacía, simplemente iba siguiendo a Ruby, la cual aún la mantenía cerca. Confiaba plenamente en la mujer.
Dio un salto cuando se vio frente al Red Velvet, y no frente a su auto.
Ruby le estaba abriendo la puerta del copiloto, y se quedó varios momentos ahí, inerte, sin saber que hacer, confundida.
"Ven conmigo, vamos a tomar aire."
Sentía que esta le había dicho eso antes, pero aún se sentía algo abrumada con todo lo sucedido, así que, sin más, entró en el auto, no tenía fuerzas ni siquiera para quejarse, para decir nada.
Ruby cerró la puerta y se dio la vuelta, entrando en su sitio. Prendió el motor, el cual rugió como un animal. Ambas se pusieron los cinturones antes de que esta partiese, moviéndose por el estacionamiento, dirigiéndose a la salida.
Se sentía extraña al abandonar su auto ahí, su pequeño refugio metálico, pero se sentía bien el estar ahí, sin tener que preocuparse de manejar, de moverse, de llegar a casa. Simplemente se acomodó en el asiento de cuero, respirando profundamente, el aroma a rosas pegado en el vehículo, y dejó que Ruby la guiase.
Ahí, aprovechó de distraerse.
De dejar de lado lo sucedido, y enfocarse en la mujer, en ese momento que estaban compartiendo, algo único, diferente.
Ruby manejaba con cuidado, sus ojos pendientes de su alrededor, pero no se veía como una principiante. Si bien sabía que esta debía de manejar desde hace algunos meses, no creía que fuese ahí su primera vez. Quizás cuando trabajaba en el taller, cuando era más joven, cuando aprendió a arreglar autos, y ahí también aprendió a manejarlos.
Empezaron a alejarse de las calles del centro, y empezaron a avanzar a hacía la carretera.
Ahí recién Ruby apretó un botón, y el techo del auto comenzó a abrirse, moviéndose hacía atrás, guardándose en sí mismo.
Y le sorprendió, ya que nunca había estado dentro de un auto similar.
Empezó a sentir la brisa, poco a poco.
Ruby no iba tan rápido, así que se sentía bien, para nada abrumador como lo que imaginó que sería al quedarse sin techo, creyó que se ahogaría con la brisa. Podía sentir el aire frio en sus mejillas aun húmedas, y le hizo sentir refrescada. Su cabello debía de moverse con el viento, flotando, y la simple idea se sentía agradable.
Ese era el aire que necesitaba.
Aire, literalmente.
Ruby la miró de reojo, su mano llegando a la suya, la otra firme en el volante.
Sujetó la mano de esta, entrelazando sus dedos.
Se sentía bien.
Aprovechó de mirar alrededor, sabiendo que no solía pasar por esa zona, normalmente manejaba del centro a su casa en la montaña, pero rara vez vagaba por los alrededores. El clima de verano lo hacía incluso más agradable. Tal vez en invierno se sentiría congelada en la misma situación, pero con Ruby, lo disfrutaría de igual forma.
Se vio riendo al recordar que Ruby le contó que llevaba siempre en su auto un bolso con unas chaquetas, porque su cuerpo aún no se acostumbraba al frio del invierno, al frio de Atlas, y temía morir congelada en ese auto.
Era realmente adorable.
Ruby no sabía de qué se reía, pero notó como esta le sonreía, como si estuviese aliviada de que fuese capaz de reírse luego del evento pasado.
Debía de ser así.
Tampoco se creía capaz de hacerlo, de reír.
Esa situación iba a ser difícil de procesar, todo sería difícil de procesar.
Ruby apretó su mano, y se vio mirándola, la carretera avanzando en línea recta.
"¿Estás enojada con ese idiota?"
Los plateados no se movieron del frente, su mirada fija en el camino, pero su rostro mostraba sus emociones, su enojo, pero también su determinación.
Por su parte, se quedó pensando.
¿Enojada? ¿Luego de lo que él le hizo?
Que la engañase.
Que la tratase mal.
Que se burlase.
Que la juzgara y se avergonzara de su cicatriz.
Que se enojara cuando tenía sus ataques.
Que creyese que le iba a dar una oportunidad porque se lo pedía.
Que hiciese un escándalo.
Que dijese cosas horribles y privadas en un lugar público.
Pues sí, estaba enojada.
No, estaba furiosa.
Ruby soltó una risa, tal vez viendo su rostro de reojo. Debía lucir muy enfadada, porque estaba muy enfadada, y no siempre tenía aquella expresión en su rostro, aunque ya sabía que Ruby había visto esa expresión muchas veces cuando empezaron a conocerte, cuando hablaba de su ex, por ejemplo.
Él siempre fue una de sus razones para estar enojada.
Ruby sonrió, sus ojos muy pegados adelante, notaba como el auto comenzaba a ganar velocidad, el motor rugiendo, y poco a poco sintió la adrenalina llenarla.
"Gritalo."
¿Gritarlo?
Ruby parecía divertida, concentrada en el camino mientras aceleraba, siempre precavida a pesar de su clara subida de velocidad. Pero confiaba en Ruby, sabía que con esta estaba a salvo.
Miró el camino, miró a su alrededor, podía notar las nubes cubriendo todo y los rayos del sol traspasar por un parche en el cielo.
Quería hacerlo.
Respiró profundo, y miró al frente y ahí gritó.
"IMBÉCIL"
Mantuvo el insulto lo que más pudo, usando todo el aire en sus pulmones, así como toda la capacidad de vocalización que podía tener, que había entrenado durante años.
Fue una cantante, después de todo.
Su voz se la llevó el viento, y se sintió inesperadamente más liviana al hacerlo. Ruby mantenía la velocidad, sin aumentar más de lo debido, mientras reía, disfrutando de su desplante. Y Dios como le gustaba simplemente hacer lo que quería, como Ruby la animaba a salir de su zona de confort para sentirse mejor, para animarla.
"Solo querías escucharme insultar, ¿No?"
Ruby la miró de reojo, bajando un poco más la velocidad para que pudiesen escucharse mutuamente. El motor dejó de rugir, ahora más calmado, así como ella misma. No se había dado cuenta de lo acelerado que tenía el corazón, y ahora poco a poco se calmaba.
Le había afectado, y Ruby lo sabía.
Por supuesto que lo sabía.
"No creí que ibas a insultar, así que premio doble."
Esta rio, y la siguió. Sus risas perdiéndose en la autopista, y se sentía cómoda ahí, en soledad, solo ellas dos y el motor resonando.
"Realmente es un imbécil, cuando apareció, no pude creerlo, y estaba tan enfadada que no pude contenerme. Supongo que ser algo impulsivo va en la familia, por suerte pude contenerme lo suficiente para no golpearlo, porque estuve a punto."
Ruby parecía arrepentida, pero cuando recordó el momento, su rostro cambió a uno más orgulloso y divertido.
No pudo evitar llevar una mano al brazo de Ruby, acariciando su bíceps.
Esta no la miró con detención, sus ojos aun concentrados en el camino donde debían estar, pero esta sabía la mirada que le estaba dando, se conocían lo suficiente.
"Fue un acto completamente impulsivo, pero no diré que no me cautivaste."
Ruby le sonrió, esa sonrisa, y podía saber que esta estaba muriéndose por dentro al no poder mirarla con detención.
"Lo haría de nuevo y las veces que sean para cautivarte de nuevo. Lo golpearía las veces que fuese necesario."
Negó, riendo.
Muy mal, Ruby, muy mal.
"Podrías ir presa por hacer eso, ¿Lo sabías?"
Esta hizo un puchero de inmediato al escuchar eso, su rostro de inmediato tornándose como el de un cachorro. Notó como esta abrió la boca, y sus ojos vagaron un momento por el camino, y ahí recién habló, su rostro ya cambiando, más seria, más madura.
"Valdría la pena."
Sabía que esta iba a decir eso, así que acercó su mano hasta la mejilla de esta, acariciándola, para luego tirar de esta, Ruby soltó un quejido sobreactuado porque no estaba usando nada de fuerza.
Recordó cuando esta le dijo que no le importaba morir por ella, y odiaba que lo dijese, y ahora era muy similar. Ahora sabía lo que para Ruby significaba la muerte, Ruby tenía claro que arriesgaría y que no, y luego de todo lo que vivió, morir no era tan malo. Aun no superaba el que esta hubiese vivido y visto todo lo que vio, así que la entendía.
Sin embargo, quería tener a Ruby para siempre, por muy egoísta que fuese.
"No te voy a dejar ir presa, ni morirte, ni nada, ¿Oíste? Vas a quedarte a mi lado hasta que yo decida lo contrario."
Ruby rio, pero se detuvo cuando entendió que sus palabras eran honestas, que hablaba en serio, y ahí esta recién asintió.
"Me declaro afortunada de tener mi vida en tus manos."
Se sintió sonrojar, sintiéndose de nuevo la dueña de Ruby. La mujer sabía lo que las palabras causaron en su ser, y sintió los plateados mirándola de reojo, inspeccionando su rostro rojo. De inmediato alejó la mano del rostro de esta, cruzándose de brazos.
Era injusto perder contra alguien que estaba ocupado al volante.
La mano de Ruby llegó a la suya, acariciándola, y volvió a enlazar los dedos de ambas.
No podía ni siquiera fingir enojo, le era imposible.
…
El Red Velvet empezó a desacelerar para entrar a una de las salidas vehiculares de la carretera. Nunca había estado por la zona, así que se consideraba completamente perdida. No conocía mucho del lugar en el que había vivido toda su vida, lo tenía claro. Por suerte conocía a Ruby y confiaba en ella, o si no sentiría que su conductor la iba a dejar ahí abandonada en medio de la nada.
Comenzaron subir por una colina, el camino tornándose estrecho y serpenteante. Intentaba mirar el cielo para no marearse, y al menos Ruby bajó la velocidad lo suficiente para no empeorar la situación.
No le preguntó a donde iban, solo se dedicó a mirar a los alrededores, intentando grabarse en la cabeza el lugar donde estaban.
Finalmente llegaron a una especie de mirador, encima de aquella colina. Estaba desierto y pavimentado a medias, lo suficiente para que el auto deportivo de Ruby pudiese avanzar sin problemas. Tal vez en invierno, con lluvias y nieve, sería imposible llegar ahí arriba.
Ruby se estacionó, y el capó quedó mirando hacía el horizonte.
Se quedó embobada mirando. Ella misma vivía en una montaña, en un lugar alto, pero nunca se tomaba el tiempo de mirar lo que tenía a sus pies, de hecho, se dio cuenta de lo mismo cuando estuvo en la casa de Ruby. Habiendo estado trabajando en un piso alto durante años, jamás se había calmado y disfrutado de la escena que tenía en frente.
Desde que empezó esa relación, que disfrutaba de mirar el paisaje.
Podía ver los rayos anaranjados pasar entre las nubes, creando un barrido en el cielo, luciendo exactamente como una pintura. Estaba acostumbrada a los días nublados, aburridos, incluso le agradaban, pero cuando el sol entraba en la ecuación, todo parecía nuevo, bonito, alegre.
Siguió sentada, en la misma posición, simplemente mirando hacia adelante, disfrutando de la vista. No había mucho viento, pero si empezaba a hacer algo de frio, poco a poco el día llegando a su fin. No fue realmente consiente del frio, muy acostumbrada a este, pero se vio alerta cuando Ruby puso una chaqueta sobre sus hombros. Era una de las ya tantas chaquetas de cuero que esta tenía, y si bien no tenía el calor de la dueña, tenía a la dueña al lado, y eso era suficiente.
Se quedaron en silencio, simplemente mirando la nada, sus manos aun unidas.
Quizás debería contárselo.
Tenía que hacerlo.
Quería hacerlo.
Giró el rostro, para mirar a los plateados, y se sorprendió al ver que estos la observaban, tal vez nunca dejaron de mirarla, y el simple acto la hizo ruborizar, perdiendo de vista su objetivo principal.
"E-es muy lindo este lugar."
Ruby sonrió, notando su tartamudeo.
"Más linda eres tú."
Se tapó el rostro un momento, con su mano libre, mientras escuchaba a Ruby reír. Nunca iban a dejar de afectarle esas cosas, ¿No?
Respiró profundo, y bajó la mano, llevándola donde estaba la otra, y ahí sujetó la mano de Ruby, sujetándola con ambas manos.
Ruby no dijo nada, notando su rostro, su seriedad, cambiando.
Esa mujer le contó su pasado, aquello que tanto la acongojó cuando era solo una niña, aquello que aun la lastimaba, y confió en ella para contárselo, y deseó en ese instante el conocer su propio trauma para contárselo, y esta jamás la presionó, pero ahora lo sabía, entonces iba a decírselo, sobre todo ahora que sus recuerdos se sentían más vividos que nunca.
Temía olvidarlo de nuevo, así que quería soltarlo, hacerlo real.
"Ruby, ¿Recuerdas cuando nos separamos? En aquel momento estaba realmente asustada, tenía miedo de que mi padre te lastimase, que te hiciera algo peor de lo que me había hecho a mí, a su propia hija. Mi mente pensaba en lo peor…"
Ruby se quedó en silencio, inerte, su mano estaba en un puño, siendo sujetaba por las dos manos suyas, no podía mover ni un solo dedo, y no hizo nada para cambiar aquello, evitando distraerla. No quería traer al presente los dramas que habían sucedido, como le rompió el corazón aquel día, pero aquella vez fue la cúspide de su miedo.
Era difícil hablar, se sentía adolorida con el simple hecho de rememorar esos momentos.
Así debió sentirse Ruby cuando le contó sobre su pasado.
La vio asentir de reojo, y así se sintió lista para proseguir.
"…En la fiesta de Coco, te dije que lo veía extraño, que no me parecía la misma persona, y me di cuenta de algo realmente importante, algo que mi mente llevó a lo más profundo de mi cabeza…Te dije que oía voces, la de mi padre, que me perseguía, y eso no era normal, y por un momento lo normalicé tanto que ni siquiera me cuestionaba lo que me sucedía…"
Notó como los plateados la observaban, su rostro tan preocupado, y esta parecía querer tirársele encima y abrazarla, pero se contenía.
Le encantaba ver ese lado de esta, tan cariñoso, tan bueno.
"Empecé a ir al terapeuta luego del accidente de mi ojo. Fue hace tantos años que poco recordaba. Un día era una chica normal, y al día siguiente tenía que recuperarme de mi operación en el ojo y a sobrellevar el ataque de mi padre. Todo pasó tan rápido, todo estaba nublado en mi cabeza, todo era confuso, y ese momento, el cual no recordaba, me martirizaba, me imaginaba mil escenarios, y eran aquellos en los que pensaba cuando decidí terminar contigo."
Soltó un suspiro pesado, sintiendo sus manos temblar, y, de hecho, temblaban. No sentía frio, para nada, se sentía hirviendo, sintiendo la adrenalina y el miedo de los recuerdos pasando por sus venas.
Miró a Ruby, sintiendo como algunas lágrimas se escapaban de sus ojos, sin intención alguna, ni siquiera sentía ganas de llorar, simplemente salieron de ahí por cuenta propia, al igual que hace unas horas, ahí, rodeada de gente, mientras recordaba el accidente.
El accidente, solo un accidente.
"Ruby, mi padre no me lastimó."
Notó sorpresa en los plateados, y confusión, verdadera confusión.
Le contó cosas malas, le hizo odiar a su padre, y ahora no entendía nada, y ella misma se sentía así.
Odiaba tanto a su padre, lo odió por una década, para ahora darse cuenta de que todo era una mentira, que jamás ocurrió lo que creyó.
"Estábamos enojados, discutiendo como siempre, mi padre estaba frustrado con mi actitud, e hizo un movimiento con su bastón, quebrando unas jarras de cristal. Fue un accidente."
Se sintió llorar, ahora si sentía la presión en sus lagrimales, como sus ojos ardían, buscando la forma de liberarse. Cerró los ojos, las lágrimas cayendo sin demora, mojando su ropa. Cuando abrió los ojos, ya no podía mirar a los plateados, no tenía fuerzas.
Se sentía estúpida.
Fue una estúpida.
"Nada de lo que veía en mi cabeza era real. Todo el odio que le tuve a mi padre, todo el miedo, fue falso. Quedé traumada por un mero accidente. Cuando apareció mi ex y me dijo todas esas cosas, recordé lo que pasó aquel día, y comencé a llorar por eso, porque viví años en una completa mentira. Estuve enferma todo este tiempo, yendo a un terapeuta para que me ayudara a sobrellevar un trauma que jamás existió, y te dejé a ti, llevaba por esa misma mentira. Fui una completa estúpida."
Ruby no se aguantó, acercándose, acortando la distancia entre ambas, sin importarle lo incomodo, nada, simplemente se le acercó para abrazarla, para tenerla en sus brazos, y si bien quería ser fuerte, simplemente no podía. Si veía a esa mujer cerca, debía sujetarla, debía aferrarse a esta como si su vida dependiese de ello.
El asiento no era tan grande para tener los cuerpos de ambas, pero no se demoró en trepar en el cuerpo ajeno, enterrándose en sus brazos.
Ruby dejó besos en su cabello, mientras sus manos acariciaban su espalda, sus brazos, sus piernas, todo lo que estuviese a su alcance, haciendo lo posible para calmarla, para apaciguarla.
Para ayudarla a mermar su dolor.
"No es tu culpa, cariño, no te culpes. Eras joven cuando ocurrió, debió ser demasiado impactante para ti el perder la vista, el verte en esa situación."
Se levantó, separando su rostro del pecho de Ruby con la intención de mirarla. Notaba como esta parecía destrozada, tal vez su propio rostro lucía igual, pero lleno de lágrimas y completamente rojo.
"Pero no fue nada. ¿Cómo pude martirizarme por años por algo que nunca estuvo ahí? Muchos han sufrido más que yo, tú has sufrido más que yo, no tiene sentido quedar así por un estúpido accidente."
Ruby negó, su rostro más serio, casi sentía que esta se iba a enojar, y temió haber errado al hablar.
Las manos grandes, cálidas, llegaron a su rostro, los pulgares limpiando sus lágrimas, y como siempre, se tomaron un momento extra en acariciar su cicatriz, lo que siempre la hacía sentir en calma.
"No puedes comparar tu dolor con los de otros, no es una competencia. Cada uno vive diferentes realidades, siente de formas diferentes, lo que te lastima a ti puede no lastimar a otros, y vice versa. Cuando yo viví todo eso, tenía a Yang, ella no dejó que yo perdiese mi camino, impidió que yo cayese, me sostuvo, nos ayudamos mutuamente a sobrellevar lo que sucedió. ¿Y tú? ¿A quién tuviste para que te apoyase? ¿Quién estuvo ahí para mermar tus sentimientos?"
Volvió a bajar la mirada, pensando.
Estuvo sola.
"Winter ya se había ido cuando ocurrió el accidente. A veces visitaba, pero un día dejó de hacerlo. Nunca le gusto el camino que mi padre creó para ella, así que abandonó su derecho a la herencia y se unió a la milicia. Entiendo su ira con la familia, mi padre la forzaba a ser perfecta, y mi madre, la ausencia de ella, causo que tuviese que encargarse también de nosotros. A penas fuimos lo suficientemente mayores, ella nos dejó. Y mi madre, te dije que lo del alcohol nos trajo problemas, y esa era ella. Casarse sin amor, tener hijos, dejarle su herencia a su esposo, la fue arrinconando, hasta que se apegó a la botella, y de ahí se desligó de todo, de la vida incluso. Mi hermano era lo único que me quedaba, y este no entendía mi pesar, no sabía que había ocurrido, y ni siquiera era capaz de decirle. Tienes razón, no tuve a nadie con quien hablar, con quien poder procesar todo lo ocurrido."
Ruby se removió, acariciando su cabello, peinándolo, quitándolo de la zona para dejarle un beso en la frente.
"No soy psicóloga ni nada, pero considerando lo rápido que tu familia se deformó, era entendible que buscases un culpable, que intentases darle una razón a tu dolor. Yo también lo hacía cuando niña, intentando sentir odio por alguien, y así no sentir lastima de mí misma y de lo que había ocurrido, pero al final, somos personas y cometemos errores. Yo no tuve mucho tiempo para pensar en lo que pasó, siempre luchando para vivir el día a día, pero tú, en cambio, recuerdo que me decías cuan sola estabas durante tu vida, y asumo que tuviste demasiado tiempo para pensar, para darle vueltas a lo que ocurrió, y quizás eso mismo empeoró tu situación."
Se acomodó en el cuerpo ajeno, sin fuerzas para mirar a la mujer, para decir palabra alguna. Quería quedarse en esa posición para siempre, arropada en esos brazos, escuchando los latidos ajenos, mientras respiraba ese aroma que tanta calma le traía.
No podía debatir nada, porque Ruby tenía razón.
Ruby siempre sabía que decirle, siempre entendía.
Se enamoró de esta por eso mismo, por su comprensión, por su cariño, por su generosidad. Y ahora, seguía amándola por lo mismo.
"¿No piensas que estoy loca?"
Su voz salió sin ánimo, casi como un susurro desganado. Ni siquiera pensó en preguntárselo, la pregunta saliendo de su boca, sin permiso. Pero el mencionarlo la hizo sentir agotada, desanimada.
Temía recibir una respuesta positiva.
Que dijese que sí, que lo estaba.
Pero, Ruby negó.
"No estás loca, Weiss. Tuviste problemas, si, estuviste atrapada en un círculo vicioso debido al trauma, si, estuviste enferma y no conseguiste recuperarte, también, pero no, loca no estás, y no deberías pensar eso de ti misma. Y, de hecho, ¿Siquiera estás enferma? Conmigo no has cambiado, antes si estabas más seria, más enojada, más atrapada en tus pensamientos, ya ahora entiendo la razón, pero tu misma me dijiste que empezaste a darte cuenta de lo que pasó en el pasado, recordaste el accidente, descubriste que tu padre no era el monstruo que creías. Para mí eso suena a que estás mejor, que estás sanando."
Se aferró a la ropa de la mujer, las lágrimas escapándosele de nuevo.
Esa mujer, siempre lograba calmarla.
Siempre lograba apaciguar sus sentimientos, su odio hacia sí misma. Ruby era exactamente lo que necesitaba en su vida para mejorar.
Ruby la salvó.
"Sin ti, quizás nunca habría sanado."
Ruby soltó una risa, mientras que los brazos fuertes la sujetaban de nuevo, con fuerzas renovadas.
"Por mucho que me quiera dar el crédito, yo no hice nada, solo te di mi amor, nada más. Tu hiciste todo el resto."
Negó, levantando la mirada, buscando los plateados.
El sol estaba desapareciendo, y poco a poco empezaba a perder la visión, aun así, los ojos de Ruby siempre brillaban, eran sus faros después de todo, las luces que iluminaban su camino.
"Me diste tu amor, y me demostraste cada día que las cosas no eran tan complicadas como yo creía, me mostrarse caminos que creí que no estaban permitidos para mí, me hiciste sentir cómoda conmigo misma, algo que jamás había sentido, incluso dejaste tu vida por mí, y Ruby, nadie había hecho tanto por mí, jamás. Tal vez me habría recuperado algún día si seguía yendo donde mi terapeuta, pero no hubiese sido tan simple como lo fue contigo. Forjaste un camino para que yo caminase en el, me ayudaste a seguir adelante, y ahora que temía que toda mi vida fuese una mentira, tú me mantienes en una pieza, me mantienes de pie. Sin ti, yo no sería quien soy ahora."
Notó como los plateados se llenaban de lágrimas, y se vio llorando aún más al verla.
Estaba siendo honesta, Ruby era su luz, Ruby era su todo. Seguiría atrapada en el abismo de no ser por ella. Seguiría en un bucle de miedo, de mentiras, de engaños, y todo por su propia culpa.
La mujer sonrió, su expresión siendo aun visible, y adoró cada momento.
"Solo quiero que seas feliz, Weiss, y haría lo que sea para conseguirlo."
Soltó una risa, sintiéndose un caos ahí, llorando, con su voz gangosa, pero poco le importaba, Ruby la había visto en peores condiciones.
"Soy feliz contigo, tu eres suficiente, siempre has sido suficiente, desde el comienzo, eres todo lo que necesito y más."
Ruby la sujetó en sus brazos, y se vio cómoda en su regazo, mientras el rostro ajeno se enterraba entre su cuello y su hombro. Las manos grandes se aferraban a su ropa, sujetándola, y no quería que la dejase ir, nunca. Si, ambas se aferraban la una a la otra.
Siempre se aferraban la una a la otra y esperaba que eso siguiese así.
"No me iré de tu lado nunca. Lo prometo."
La voz ajena resonó en su pecho, y se sintió cálida por dentro a pesar del frio del ambiente.
Quería que esa promesa se mantuviese por siempre.
Las manos se movieron por su cuerpo, acariciándola, reconfortándola, y escuchó aquella melodía de nuevo, aquella canción de cuna que le causaba melancolía, la cual le recordaba su buena niñez, y también le recordaba la primera vez que conoció a Ruby.
El primer día a su lado.
Durmiendo en su regazo.
Unas desconocidas compartiendo el mismo espacio, la misma canción.
Habían pasado tantas cosas desde ese entonces, y no podía estar más feliz.
Cometió un error ese día, escapando a un lugar que no conocía, lleno de tabú, y se sintió culpable cada día por las acciones que tomó.
Pero ese error valió la pena.
Ahora no estaba sola, no tenía que lidiar con sus pesares en silencio, no tenía que lidiar con la verdad por si misma.
Ahora tenía a Ruby.
Capitulo siguiente: Decisión.
N/A: Era hora de soltarlo, Weiss. Si, se que me pasé con el capítulo anterior, pero era algo que debía de hacerse, y mírenlas, ahí, tan tranquilas la una con la otra a pesar del tormento.
En las malas y en las peores es donde se desvela a quienes de verdad le importas, frase de sabiduría de una autora que hace drama y coshinadas.
Ahora, solo queda ver lo que resulta de esto, de lo que sucedió, y de lo que se averiguó.
Nos leemos pronto.
