24.- Mascotas: La mascota ideal

—Vamos chica, siéntate… ¡Eso! Ahora acuéstate… ¡Bien hecho!

Asami sonrió satisfecha ante las acciones obedientes de su mascota mientras a su mente venía el pensamiento de que, si sus padres la vieran en este momento, quizás estarían tanto impresionados como orgullosos; todo debido a que más de una vez habían dudado de que pudiera cuidar a una mascota por sí misma y mantenerla a salvo.

Bueno, bueno, si lo admitía, su incredulidad tenía coherente sustento; después de que su pez terminara sin querer en la licuadora, sus canarios en las fauces de diversos gatos y su gato momificado en la secadora, era normal la desconfianza y que como padres quisieran ahorrarle más dolor y traumas al prohibirle tener más mascotas.

Pero ella siempre había sido una chica que amaba a los animales y sabía que solo era cuestión de encontrar a la mascota ideal. Aquella que se adaptase a sus exigencias y pudiese ser entrenada como quisiera.

Para su grata sorpresa y gran suerte, ya estando en sus treintas y cuando ya se había olvidado de buscarla, la pudo encontrar.

—Ahora es tiempo de rodar, cariño. -volvió a ordenar la ojiverde. Pero cuando su mascota no cumplió con la orden, enarcó una ceja y volvió a hablar- Oh, vamos, sabes que si no cumples no tendrás tu recompensa... Y tú quieres tu recompensa ¿Verdad? -Al ver su emoción ante la palabra con "R" Asami volvió a sonreír mientras repetía su orden- Entonces rueda para mí, cosita linda… ¡Eso! ¡Excelente! ¡Bien hecho, querida!

Asami se acuclilló al nivel de su mascota y comenzó a acariciarla con gran cariño detrás de las orejas y debajo de la barbilla, todo mientras la elogiaba con amorosas palabras y veía gustosa cómo aquella linda criatura se rozaba contra sus manos, ansiosa por más de sus mimos, besos y abrazos.

Tras un rato complaciéndola, finalmente se volvió a levantar, cogiendo la correa que brevemente había dejado en el suelo y alisando los pliegues de su falda.

—Ven bonita, te lo has ganado.

La pelinegra jaló la correa, que iba sujeta a un lujoso collar en el cuello de su mascota, y esta fielmente la siguió hasta el mueble donde su ama se sentó, esperando atentamente frente a ella por cualquier nueva instrucción.

La obediencia de su mascota no pasó desapercibida por Asami y ahora sintió orgullo por sí misma. Al principio esa misma pequeña diablilla había sido difícil de entrenar… tan desordenadamente ansiosa… pero ahora era un modelo de disciplina. Oh sí, sin duda merecía ser recompensada… pero como una chica educada, su mascota adecuadamente lo debía solicitar.

—Ahora mi perfecta chica… ruega, pide adecuadamente tu añorada recompensa. -Una serie de gemidos lastimeros mezclados con ansiosos jadeos salieron de su protegida. Se notaba que quería tanto su recompensa y estaba desesperada rogando por ella, pero no era suficiente. Quería más. -No cariño, esta vez quiero que uses tus palabras, mi dulce pequeña, tienes permiso para hablarle a tu ama.

Sin perder el tiempo, la hambrienta mascota habló.

—Deme por favor mi recompensa, ama. ¡Se lo suplico! me he portado bien para caer en su gracia y que me permita devorar aquel manjar. Tenga piedad y déjeme con mi lengua esa miel probar…

La dulce desesperación y ansiosa angustia cargada de deseos libidinosos en la tersa voz de su mascota hicieron calentar aún más el corazón de Asami (además de otra parte de su ser que estaba por demás mojada). Finalmente, estando contenta con dichas palabras, dio una lasciva sonrisa, asintiendo mientras abría sus piernas en una clara invitación a su amada.

—El banquete está servido, te lo has ganado, ahora ven aquí mi hermosa Korra y devora todo lo que te está ofreciendo tu ama.

La castaña sonrió relamiéndose los labios, mientras con embeleso observaba su exquisito premio.

La intimidad de Asami estaba tan hinchada y húmeda como la suya propia. Lista para ser comida, plenamente disponible para saciar su profunda sed con el exquisito sabor proveniente de lo más recóndito de su ser.

A gatas, como una buena mascota, avanzó; siempre siendo guiada por la correa que tan obedientemente seguía y que su dueña portaba con sumo dominio y elegancia.

Su dueña…sí.

Asami era su dueña.

La dueña de su corazón, de sus deseos y pasiones más bajas.

Si a su yo de hace algunos meses algún amigo le hubiera dicho que terminaría así, a cuatro patas, "vistiendo" solamente un par de lindas orejas afelpadas, un plug anal terminado en una hermosa colita peluda, y un fino collar que estaba unido a la cadera y engalanaba su moreno cuello… bueno, se habría reído a mares después de golpear a aquel sujeto por su loco atrevimiento.

Pero aquí estaba, sin vestigios de vergüenza alguna, deleitándose con el aroma celestial de la excitación de su amada, olfateándola como un animal hambriento lo haría y hundiéndose con desespero para probar aquella ambrosía mientras sus uñas se afianzaban a los suaves muslos y la arañaban.

No le importaba ser desordenada, algo salvaje o parecer desesperada… Después de todo era una mascota ¿No? Un animal domesticado pero que igual tenía puro instinto a flor de piel. Solo guiada por el deseo de satisfacer sus necesidades y potenciada por los gemidos que su ama profería ante su lengua ávida y dedos profundamente hundidos.

¡Como amaba esos sonidos!

Aumentaban su propia humedad al punto de dejarla al borde del orgasmo mismo. Además, su incremento progresivo, junto con la presión de la cabeza jalando sus cabellos contra aquel húmedo centro, y el tirón desesperado de la cadena, significaban una mayor recompensa para sus sentidos.

Finalmente, el regalo dentro del mismo regalo llegó. Cada espasmo que sintió de su dueña, cada contracción de su canal alrededor de sus falanges, cada nueva gota de glorioso néctar, fueron medallas de honor para su orgullo.

Solo cuando dejo totalmente limpia a su amada novia, sin desperdiciar ni una sola gota de aquel valioso obsequio que le había dado, apartó el rostro de la aún palpitante intimidad y miró expectante el rostro de su señora.

Amaba sus expresiones durante la construcción y el clímax mismo; por eso, como de costumbre, la había observado con adoración mientras se la comía. Pero sus gestos post orgásmicos no solo eran endemoniadamente sexys… sino también tiernos generadores de calidez en su pecho.

Ahora venía una de las partes que más le gustaban… (aunque dicha sea la verdad, todo para ella era exquisitamente bueno).

—Oh mierda, Korra… lo hiciste tan bien, amor… Ven acá, mi hermosa mascota.

Asami jaló la cadena, atrayéndola a su rostro, y como tomando algo indiscutiblemente suyo, un objeto de su entera propiedad, besó a su mascota con furia pasional, sintiendo la humedad en la periferia de los carnosos labios morenos y su propio sabor mezclado en un coctel de ensueño.

Después de todo, no era mentira.

Korra era suya y de nadie más.

Era su amiga, su novia, su amante, su amada y su mascota.

Ella era su todo y cada día le agradecía a Raava por tenerla en su vida… así como le agradecería a su chica por el orgasmo ahora.

Sin dejar el ansioso beso, reubicó a la castaña para que estuviera a horcajadas sobre ella y colocó una de sus manos entre la necesitada intimidad de la ojiazul y sobre su propio pubis, con dos de sus largas falanges levantadas y listas para penetrarla.

Se separó del beso sonoramente, sonriendo ante la expresión necesitada de Korra mientras sus dedos jugueteaban recolectando el líquido de los hinchados labios morenos y jugando con sus rizos negros. Sin dejar de tentarla y con voz aún ronca por el propio clímax anterior, susurró.

—Ahora termina de ser una buena chica para mí y cabalga mis dedos como una puta hasta correrte, amor.

Korra gimió con las solas palabras, incluso antes de sentir las dos delgadas pero largas falanges penetrarla. Si bien ambas sabían que en sus juegos la morena respondía más a los elogios y afectos que a sus antónimos, Asami había aprendido bien como activar su lado más pecaminoso y cuando usar pequeñas muestras de charla sucia para llevarla al borde de la locura.

Los dedos dentro de ella, hundidos hasta los nudillos, la hicieron sentir un cierto alivio. Ser llenada por la pelinegra era una experiencia que rayaba en la dicotomía por ser relajante y excitante a la vez. Pero una vez que sintió una nalgada para que comenzara a moverse, el relax se fue y solo sintió la excitación más y más crecer conforme el rito aumentaba y las deliciosamente lascivas palabras de Asami en su mente, cuerpo y alma se grababan.

—Vamos cariño, sé que amas ser follada por mis dedos como toda una puta. Dale más duro y rápido, lo quieres y te lo mereces. Hoy fuiste una linda perrita para mí, ¿sabes?, tan bien portada y servicial… ¿Qué serás la siguiente vez, cariño? ¿Mi zorrita personal? Como sea, eres perfecta… no importa qué animal desees personificar, cariño, siempre serás mi mascota ideal.

Las palabras en combinación con los desesperados rebotes de la castaña sobre los blancuzcos y ahora empapados tres dedos de su novia, la llevaron a un punto tan alto de placer que no resistió más y finalmente se rompió.

Los jadeos constantes y sonidos de placer entre monosílabos apenas descifrables se transformaron en un sonoro gemido final, mientras las paredes aterciopeladas de la ojiazul se apretaban furiosas contra los dedos que las habían provocado.

Korra no pudo moverse más y cayó hacia adelante, siendo abrazada por Asami con su mano libre, mientras que con la otra la ayudaba a bajar del orgasmo, con un movimiento de meter y sacar más suave de sus dedos, hasta finalmente dejarlos quietos dentro de su novia, tal como a ella le gustaba.

Después de un tiempo incalculable, recibiendo tiernos susurros de elogio, besos de mariposa y caricias en el cabello por parte de su amada mientras recuperaba el aliento y regularizaba su ritmo cardiaco, finalmente estuvo lista para que Asami saliera; por lo que comenzó a erguirse para sentarse nuevamente a horcajadas, esa fue la señal para que lentamente la pelinegra sacara sus dedos de ella.

Asami vio sus dedos, y en sí toda la mano hasta la muñeca cubierta del sabroso producto de la excitación de su amada y se vio extremadamente tentada a llevársela a los labios para poder probarla… pero ya habría tiempo para ello, por ahora había tenido una mejor idea para ser ejecutada.

Afianzó nuevamente con dominio la correa, llamando así la atención de su ruborizada y desastrosa novia mientras estiraba su mano hacia ella.

—Este desastre lo provocaste tú, así que debes solucionarlo. Ahora lame todo y deja mi mano limpia como la linda cachorrita que eres, mi querida mascota ideal…

Los ojos de Korra se abrieron ante la petición, pero no dudó en cumplirla y con afán se lanzó a aquella mano, lamiendo y chupando cada delicada falange con ahínco e inconsciente seducción.

Asami la observó casi sin parpadear, sintiendo su excitación volver a construirse dentro de sí. Korra no lo sabía, pero apenas terminara de limpiarla, ella era quien se la iba a comer, más tiempo sin probarla no podía resistir.

Y tras eso seguramente se repetiría indefinidamente el placentero círculo vicioso de dar y recibir.

En definitiva, esa noche, ninguna de las dos iba a dormir.


¡Hola!

Ok, aquí está el escrito smutt para quienes lo deseaban.

¿Es mucho? ¿Es poco? ¿No es lo que esperaban? Sorry not sorry.

Desde hace un tiempo tenía planeado escribir algo así en este día, ¡Vamos que el tema daba para esto! Para algo sano con mascotas ya tengo mi fic de "No me gustan los perros" que está a dos capítulos de terminarse jajaja.

Menos mal a mi vida llegó la grata inspiración para escribirlo (a la cual inmensamente agradezco), mezclando quizás por demás algunas cosas y como siempre la idea evolucionando conforme escribía… pero creo que no quedó mal.

Consideré hacerlo omegaverse… pero al final dije Naaa. Así que cualquier cosa imaginen a Asami Alfa si gustan de la dinámica; y si no, creo (pero no aseguro) que en el día 29 o 31 podría escribir algo así. No sé, habría que ver de qué mood estaré y si me inspiro de nuevo para ello.

En fin, como siempre espero les haya gustado y gustosa leeré sus comentarios; estamos cada vez más cerca de la meta.

Saludos,

Le chat et l'abeille.